Qué sistema – Diciembre 2021
Acaparador de bienes comunes sociales y naturales vs. 19/20 en rebelión popular antineoliberal por voluntad de decidir la política.
Mirar por los bienes comunes establece un sistema social sin poderes privados y públicos con fundamentos y privilegios en latifundios.
Conciliación de clases/
Concentración y centralización capitalista/
Alternativas emancipatorias
Conciliación de clases
Necesitamos, abajo y a la izquierda, coherente con su esencia común-ista, que una creciente mayoría de los oprimidos por el sistema mundo capitalista y su local, rompa con la conciliación de clases implícita en que haya naturalización del poder de quienes han expropiado y usurpan los bienes comunes sociales y naturales. Es poner en cuestión al régimen latifundista del Estado y el Capital cuya base es la propiedad estatal y la privada sobre vastas extensiones de tierras.
Bienes comunes vs. propiedad privada…
en tiempos de pandemias
22 de noviembre de 2021
Por Julia Cámara, Miguel Urbán/ Viento Sur
Se dice, y es verdad, que la crisis sanitaria, económica y social provocada por la pandemia de la covid-19 lo ha cambiado todo. Tanto que durante un tiempo fue posible dudar de si iba a ser también el punto y final de lo que conocemos como neoliberalismo. O, lo que es lo mismo, del entramado de políticas, dinámicas económicas e intereses que ha impregnado en las últimas décadas las agendas de los gobiernos y de las instituciones internacionales –y, por supuesto, también de las de la Unión Europea– en torno a la bandera de Más mercado. Desde luego, la pandemia ha profundizado y acelerado la crisis hegemónica que ya sufría el neoliberalismo desde hace años. Sus políticas siguen siendo las que rigen mayoritariamente el mundo, pero su capacidad de autolegitimarse y de seducir está cada vez más cuestionada.
La crisis actual ha revelado dramáticamente la fragilidad e inconsistencia de los postulados básicos neoliberales. Durante los primeros meses de la pandemia, las cadenas transnacionales de creación de valor, en torno a las que se articula la división internacional del trabajo, se rompieron. La consecuencia fue una brusca interrupción de los suministros y el colapso de los mercados, contribuyendo de esta manera a la paralización de una parte importante del tejido empresarial. Además, se dio la paradoja de que en toda Europa no tuviéramos capacidad de producir las necesidades básicas para responder ante una emergencia sanitaria de estas características.
La supuesta superioridad del mercado frente a lo público, que ha justificado las políticas de ajuste presupuestario y la mercantilización y privatización de servicios básicos para la vida, como la sanidad y los cuidados, también se ha visto cuestionada. A la hora de la verdad, el cortafuegos para detener y superar la enfermedad ha sido responsabilidad del sector público, que ha tenido que hacer frente a la situación de emergencia en un estado de extrema debilidad provocada, justamente, por las políticas neoliberales. La misma crisis sanitaria ha disparado a la línea de flotación del sálvese quien pueda, uno de los pilares antropológicos del neoliberalismo. Ahí se abre una pelea cultural y política sobre cómo debería ser la vida en común a partir de ahora.
¿Significa esto que estamos entrando en un escenario posneoliberal? Sabemos de sobra que transformaciones de estas características nunca se dan sin luchas sociales. Si no hacemos nada, puede que ocurra todo lo contrario y que nos encontremos viviendo una aceleración capitalista que utiliza la crisis como coartada. Por el momento, los pilares centrales que sostienen el orden neoliberal permanecen intactos. La distribución, la producción y la negativa de liberalización de las patentes de las vacunas han demostrado cómo las grandes corporaciones, las manos visibles de los mercados, se han configurado como una economía en la sombra que gobierna el mundo reforzando un poder corporativo que condiciona, en su propio beneficio, la agenda de los gobiernos y las instituciones. Un auténtico secuestro de la democracia donde la lex mercatoria impera sobre cualquier otro derecho.
Por tanto, no estamos ante los restos del naufragio del orden neoliberal. Pero sí es cierto que esta crisis ha desnudado sus limitaciones, mostrándolo incapaz de asegurar algo tan básico como la propia vida y el bienestar de las mayorías sociales. El relato que se nos vende desde hace décadas presenta las privatizaciones como la respuesta lógica, prácticamente natural, a los problemas y necesidades colectivas. Crisis como la actual nos demuestran no solamente que esto no es cierto, sino que, si queremos tener alguna posibilidad de éxito frente a la emergencia climática y los retos del presente, es estrictamente necesario invertir el proceso. Recuperar espacios para el común, poner el máximo posible de esferas de la vida a funcionar al servicio de los intereses de las clases populares y no de los de una minoría privilegiada cuya forma de vida, depredadora de recursos y derechos, implica cada vez más violencia.
Las crisis son momentos de bifurcación que funcionan como agujeros de gusano que nos permiten asomarnos a otros tiempos y espacios posibles. En periodos como este vemos aflorar, chocar y articularse imágenes utópicas y distópicas. No hay certezas claras y las contradicciones cohabitarán, irán en aumento y tendrán expresiones cada vez más violentas. Cómo se reconfigure ese marco de convivencia, a nivel micro y macro, será determinante y marcará el próximo periodo. Lo que finalmente ocurra no está escrito y dependerá de muchos factores. Entre ellos, de la capacidad que tengamos para imaginar alternativas buenas y deseables para las mayorías sociales y de empujar colectivamente para hacerlas posibles.
Toda alternativa que cuestione el statu quo actual debe pasar por una profundización democrática que acabe con el poder corporativo y permita el control social de sectores estratégicos de la economía necesarios para las mayorías sociales. Solo desde el cuestionamiento de estas lógicas tendremos la oportunidad de sentar las bases de otra economía que enfrente los retos de la emergencia climática y que ponga la sostenibilidad y defensa de la vida en el planeta en el centro de las políticas. El primer paso para el fin del neoliberalismo es, ineludiblemente, pensar que es posible otro sistema que anteponga nuestras vidas a sus beneficios.
En este sentido, la vieja fórmula de bienes comunes aparece como posibilidad que abre la puerta no solo al rescate frente a las lógicas privatizadoras neoliberales, sino a un replanteamiento radical de aquello a lo que nuestra propia existencia colectiva nos da derecho. No se trata solamente de ampliar los terrenos sometidos a la gestión pública, sino de producir y reproducir colectivamente las bases y condiciones de nuestra vida. Una ampliación del concepto de lo público que supera la vía institucional y toma formas diversas en función del contexto y del bien concreto.
En este Plural comenzamos con el artículo de Isabelle Garo, “Marx y la propiedad, un análisis estratégico”, en donde aborda la cuestión de la propiedad en la obra de Marx como un enfoque fundamentalmente político y estratégico de la cuestión comunista. Es esta dimensión estratégica la que se analiza en el artículo, partiendo de la cuestión de la propiedad y los bienes comunes, que desde hace algunos años ha vuelto al centro de la reflexión contemporánea sobre las alternativas al capitalismo. La autora defiende la cuestión de la propiedad en Marx no como una forma estrictamente jurídica, sino como una palanca política y como un gradiente de desarrollo individual. Esta reflexión en términos de formas y dinámicas contradictorias, enraizadas en condiciones siempre concretas y que implican la creciente conciencia de los actores de la transformación política y social, sigue siendo muy actual, a condición de que no se busque en ella unas recetas prefabricadas.
Continuamos el Plural con el artículo de Daniel Chavez y Sean Sweeney, “El clima, la energía y el mito de la transición”, en donde abordan cómo el enfoque neoliberal hegemónico en las políticas de energía a escala global impide el desarrollo de alternativas efectivas de respuesta a la emergencia climática y la satisfacción de necesidades sociales. Un modelo basado en la satisfacción de demandas de ganancia a un número reducido de empresas privadas es incompatible con el suministro de energía para asegurar el bienestar social y para abordar una transición energética que enfrente la emergencia climática desde un punto de vista de justicia social. Esta situación, según los autores, debe ser reconocida como una verdadera emergencia política para la que no cabe otra solución que vigorizar “la propiedad pública y democrática de los sistemas y recursos energéticos”. Una alternativa pública que signifique la recuperación integral de la generación, transmisión, distribución y gestión de la energía como un elemento central para enfrentar los retos ambientales, económicos y sociales del cambio climático.
El siguiente artículo corresponde a Éric Toussaint, “Bienes comunes, deudas y patentes de la industria farmacéutica”, que aborda cómo desde el inicio del capitalismo los bienes comunes fueron sistemáticamente cuestionados por la clase capitalista en su lógica de mercantilización y de apropiación privada. Siendo las deudas un mecanismo de expropiación y de ataque contra los bienes comunes, tanto en el Norte como en el Sur. El saber, los descubrimientos científicos, los procedimientos técnicos que deberían constituir bienes comunes de la humanidad no se han librado de la voracidad capitalista. Cuanto más se extendió el capitalismo, más favoreció la apropiación privada de los conocimientos y de las técnicas, especialmente por medio del sistema de patentes. Desde la extensión de la pandemia, el debate sobre las patentes se ha vuelto fundamental, condensando perfectamente la contradicción entre capital y vida, entre propiedad privada y bienes comunes.
Entre las experiencias prácticas que recogemos en el Plural está la aportación de Karla Lara, “Antes, ya había un antes… ¡ya corrían los ríos!”, que aborda el ejemplo de Honduras como laboratorio neocolonial extractivista y escenario de lucha y disputa por el agua y el territorio. Una lucha con un alto coste personal y colectivo, que se lleva la vida de decenas de activistas asesinadas, como Berta Cáceres, encarceladas como las defensoras del río Guapinol, y acosadas como cientos de defensoras medioambientales anónimas. Recogiendo un llamamiento a desaprenderse de las historias de derrotas para recordar, refundar, repensar, pero desde otro lugar, con otros referentes teóricos, esa es la tarea fundamental para pensar en la lucha por la defensa del agua, para la defensa de la vida.
A continuación, Javiera Manzi y Karina Nohales, en su artículo “Socializar la vida. Horizontes feministas posneoliberales”, hablan de la crisis de la reproducción social existente ya antes, pero puesta todavía más en evidencia por la pandemia, como “una crisis dentro de la crisis”. Escriben desde Chile, campo de pruebas del neoliberalismo pero también de la posibilidad de su destitución democrática, y uno de los epicentros del movimiento feminista de los últimos años. Plantean una estrategia de socialización (de los trabajos y las riquezas, pero también de la política y el placer; de la vida) que nos insubordine frente al mandato de la ganancia privada y construya un marco decisional y distributivo de lo común.
Por último, desde la Comisión de Comunicación de La Ingobernable reflexionan sobre el modo en que las experiencias de democracia directa y autogestión puestas en práctica en los centros sociales pueden ser herramientas de lucha contra el modelo neoliberal de ciudad y un entorno urbano cada vez más privatizado. En “Centros sociales y luchas por el derecho a la ciudad: aprendizajes en el proceso de La Ingobernable” nos hablan de las diferentes decisiones que la asamblea fue tomando en el contexto del carmenismo y de un Madrid asediado por las privatizaciones, de su aprendizaje de la experiencia previa de otros centros sociales, y de algunas de las preguntas que se abren en el futuro de la lucha por los comunes urbanos. Animando a estimular el debate a partir de las luchas reales y de la conquista de espacios para el común en los núcleos urbanos.
En resumen: una mirada poliédrica a un debate que podría parecer antiguo pero que no solo es de plena actualidad, sino que se nos revela como fundamental para hacer frente en buenas condiciones a los retos del presente. Desnaturalizar un régimen de propiedad privada de una minoría, basado necesariamente en el expolio y desposesión de las mayorías sociales, para abrir horizontes de posibilidad donde las necesidades colectivas y la vida buena para todas y todos sean la prioridad de cualquier articulación social, económica y política.
https://vientosur.info/bienes-comunes-vs-propiedad-privada-en-tiempos-de-pandemias/
Fuente: https://rebelion.org/bienes-comunes-vs-propiedad-privada-en-tiempos-de-pandemias/
En consecuencia, el desafío actual de recuperar los bienes comunes será por lucha de los pueblos contra las clases opresoras. Como Julia Cámara, Miguel Urbán señalan, es prioritario: «desnaturalizar un régimen de propiedad privada de una minoría, basado necesariamente en el expolio y desposesión de las mayorías sociales, para abrir horizontes de posibilidad donde las necesidades colectivas y la vida buena para todas y todos sean la prioridad de cualquier articulación social, económica y política». Sin embargo, la conciliación de clases inhibe ese destape primordial.
Observamos que la pandemia debería haber interpelado a una trascendente mayoría de los diversos de abajo sobre la situación límite e inflexión histórica de la humanidad. No sucedió porque, entre ellos, predominan subjetividades en conciliación con el sistema opresor sea por conformismo sea por resignación sea por creencia en la impotencia de los pueblos de hacer al cambio social. También por la gravitación del estatismo y el nacional populismo hasta en las izquierdas marxistas.
Al revés de los de abajo y a la izquierda que no tomaron la iniciativa de deliberar y decidir cómo hacer las transformaciones imprescindibles, los poderes tanto públicos como privados del sistema mundo capitalista y de sus locales aprovecharon para imponer sus conveniencias. En efecto, consiguieron exacerbar el individualismo y expandir la obediencia debida mientras prosiguieron profundizando las causas de la pandemia y de las futuras si no se frena al modo capitalista de producción, consumo y mercantilización de la naturaleza.
Respecto a la conducta disfuncional de las mayorías Eduardo Gudynas advierte: “ese confinamiento se aplicó bajo un amplio abanico de medidas de vigilancia y control, e incluso castigos. Se aceptaron toques de queda, prohibiciones al movimiento y reunión de las personas, se impidió que funcionaran comercios y ferias, y se lanzaron a las calles a policías y militares para controlar a los ciudadanos. Los que incumplían podían ser detenidos, judicializados e incluso encarcelados. La guetización ocurrió tanto bajo vigilancia clásicas, como políticas en retenes en calles y carreteras, pero también aprovechando nuevos instrumentos como las cámaras de vigilancia que inundan nuestras ciudades. (…) La pandemia instaló una necropolítica por la cual se convive con la muerte, con los muertos-vivos que deambulan entre la pobreza y la violencia, bajo la aceptación o resignación de muchos”.
Concentración y centralización capitalista
Reparemos, abajo y a la izquierda coherente con su esencia común-ista, en el desafío de suscitar la elaboración de una creciente mayoría de porqué es falsa la conclusión de Rafael Poch-de-Feliu: «No es un problema de “democracia” y “autoritarismo”, sino, me parece, de algo anterior y mucho más básico. De ahí la importancia del relevo de potencia hacia Asia al que acaso estemos asistiendo en el mundo de hoy«.
Si bien Rafael Poch-de-Feliu coincide con quienes miramos por los buenos vivires como creaciones de pueblos, comunidades y comparte nuestro lenguaje político ecológico, resulta estar a favor del sistema mundo capitalista bajo otra hegemonía.
Geopolítica de las renovables
2 de diciembre de 2021
La transición energética es crucial, pero es imposible concebirla como una mera sustitución de energías fósiles por renovables
Rafael Poch-de-Feliu
Pensar que la transición energética consiste en sustituir energías fósiles por renovables es irreal. Su mera sustitución es imposible, dice Joan Martínez Alier, nuestro más ilustre experto en economía ecológica. En la misma entrevista con Naiz, el investigador de los límites minerales del planeta Antonio Valero pone un claro ejemplo: “Una instalación fotovoltaica utiliza 25 veces más materiales que una central térmica convencional. Un aerogenerador te da como mucho entre dos y cinco megavatios. Para llegar a un gigavatio, que es lo que te da una central térmica de carbón, necesitas un mínimo de 20 generadores. Pero ese aerogenerador trabaja 2.000 horas al año, frente a las 6000/7000 horas de la central. Es decir, necesitas como mínimo 60 torres de más de 100 metros. Y en cada una de esas torres hay neodimio, praseodimio, disprosio, boro, acero, aluminio. Además, si quieres almacenar la energía necesitarás litio, cobalto, manganeso y cobre. Muchos de esos materiales son críticos y además se obtienen mediante combustibles fósiles”.
A la guerra por el coche eléctrico
Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía, si se quieren cumplir los objetivos climáticos, la demanda de minerales para tecnologías energéticas limpias se multiplicará por lo menos por cuatro en 2040 y mucho más aún en el caso de los minerales para el coche eléctrico, que necesita cobalto, grafito, litio, manganeso y tierras raras para sus baterías y motores. Hoy ese coche apenas representa el 1% del parque de automóviles, pero antes de diez años representará el 15% de las ventas de automóviles. La AIE estima que en veinte años la demanda de litio se multiplicará por cincuenta y la de cobalto y grafito por treinta.
Todo el mundo entiende hasta qué punto el control del petróleo ha determinado y determina las relaciones internacionales: las guerras del Golfo Pérsico, el conflicto de Siria, el cambio de régimen en Libia, la intervención en Irak, las presiones y embargos contra Irán y Venezuela, donde ese recurso escapa al control de Estados Unidos, o las sanciones contra Rusia, potencia energética internacionalmente autónoma. El imperialismo de los recursos petroleros es algo bien conocido para la geopolítica desde por lo menos la Primera Guerra Mundial, cuando las potencias europeas pugnaron por el control del Golfo Pérsico. Pero si los yacimientos de gas y petróleo se encuentran un poco por doquier en el mundo, desde América, hasta Eurasia, pasando por África y todos los océanos, la producción de muchos de los minerales vitales para la transición energética hacia las renovables está mucho más concentrada geográficamente.
La mayor parte del mineral de cobre lo suministran solo cuatro países: Chile, Argentina, Perú y la República Democrática del Congo. China responde del 70% del suministro de tierras raras. El grueso del litio procede de tres países, Australia, Argentina y Chile, y el 80% de la producción de cobalto procede de la República Democrática del Congo.
“Un simple vistazo a la localización de tales concentraciones sugiere que la transición hacia energías verdes prevista por el presidente Biden y otros líderes mundiales puede toparse con graves problemas geopolíticos, no muy diferentes a los que en el pasado generaron la dependencia del petróleo”, dice Michael Klare, un conocido especialista en geopolítica de los recursos.
Primera potencia militar, los Estados Unidos están bastante escasos de recursos fundamentales –como níquel, zinc o tierras raras– para el nuevo paradigma. China, que tiene mucho de lo último, es vista como adversario y la campeona mundial en cobalto, la República Democrática del Congo, es, seguramente, uno de los países más turbulentos del planeta. Si para solucionar los dilemas prácticos de estos nuevos recursos imprescindibles para un despliegue acelerado de las tres figuras clave de la nueva energética (paneles solares, turbinas eólicas y coches eléctricos) se utilizan los mismos métodos empleados actualmente con el petróleo, el mundo tiene por delante una perspectiva de agudos conflictos que, simplemente, ya no puede permitirse.
Sin decrecimiento no hay futuro
Pero incluso sin ese escenario de conflicto entre potencias por los recursos, su mera extracción exige una intensiva utilización de combustible fósil, ácidos, sustancias tóxicas y agua que causan enormes perjuicios humanos en todo el planeta. Martínez Alier que lleva años confeccionando con un equipo internacional un Atlas de conflictos ambientales, dice que, “hace 20 años no sabíamos ni qué era el litio o el cobalto, y ahora tenemos 150 materiales que generan muchos conflictos”. Todo esto nos devuelve al inicio: la transición energética es crucial, pero es imposible concebirla como una mera sustitución de energías fósiles por renovables. Hace falta un cambio de mentalidad, lo que, desde luego, no es una cuestión de angelismo individual, sino una acción política colectiva, imposible sin iniciativas públicas, planificación, y estricta cooperación internacional. Imposible, quizá también, sin una catástrofe que abra los ojos a ese bicho humano colectivo que solo aprende a batacazos, y a veces ni siquiera. El tiempo dirá…
En cualquier caso, sin decrecimiento, a menos que se empiece a dejar de crecer, sin un relativo empobrecimiento de los más ricos globales que disminuya la demanda de recursos naturales y la generación de residuos, no hay transición energética posible ni salida de la crisis de civilización.
Occidente y Oriente
En países como China, cuyos gobiernos conservan cierta capacidad de planificación a medio y largo plazo, es imaginable una gobernanza sobre el vector del decrecimiento, pero ¿y en los países más ricos occidentales? Durante décadas, su población ha sido educada en el egoísmo individualista y en el consumo a ultranza, perdiendo por el camino cualquier otra perspectiva. Se dirá, y con razón, que pocas sociedades hay más ávidas consumidoras que la china, pero allí se conserva una capacidad de sacrificio y disciplina colectiva que ha desaparecido en las sociedades occidentales. El sujeto de esas sociedades, el “ciudadano” que ha sido reducido por el neoliberalismo a mero “consumidor-contribuyente”, se parece mucho a un perfecto inútil desde este punto de vista. Las actitudes sociales ante la pandemia han vuelto a mostrar ese contraste entre los masivos botellones y las manifestaciones, por un lado, y los estrictos y disciplinados confinamientos asiáticos, que los miopes reducen a meras diferencias entre “libertad” y “autoritarismo”.
No hay economía ecológica sin justicia social. El cambio energético es para vivir de otra manera. De una manera más simple, más tranquila y menos frenética. Como dice el economista ecológico Tim Jackson, en Prosperidad sin crecimiento, “la prosperidad tiene que ver con la calidad de nuestras vidas y relaciones, con la solidez de nuestras comunidades, y con un sentido de propósito individual y colectivo. La prosperidad tiene que ver con la esperanza. Esperanza para el futuro, esperanza para nuestros hijos, esperanza para nosotros mismos”. Nada de todo eso se puede conseguir sin decrecimiento, es decir sin configurar una vida mucho más austera y “pobre” para los criterios actuales.
En Occidente, los gobiernos son esclavos de la dinámica creada por el capitalismo neoliberal: son incapaces de formular un programa de empobrecimiento sin perder rotundamente las siguientes elecciones ante rivales que prometan a los “contribuyentes-consumidores” lo imposible: evitar el desastre manteniendo o incrementando los actuales niveles de metabolismo social. En Asia el panorama quizás esté más abierto a una dinámica realista. No es un problema de “democracia” y “autoritarismo”, sino, me parece, de algo anterior y mucho más básico. De ahí la importancia del relevo de potencia hacia Asia al que acaso estemos asistiendo en el mundo de hoy.
Fuente: https://ctxt.es/user/profile/rafapoch
Leemos que Rafael Poch-de-Feliu propone subordinación o mejor enyugarse a otra potencia imperialista. De ahí que quite importancia al carácter autoritario o democrático vigente en ese país esclavizador y saqueador de pueblos. Tampoco los gobiernos progresistas rumbean hacia cambios emancipatorios, al contrario como el de Venezuela son extractivistas.
Detener el ecocidio minero en
la cuenca del Orinoco es urgente
Un exhorto al Gobierno Nacional
Un llamado a las defensoras y defensores de la vida, a las organizaciones y movimientos sociales, al pueblo venezolano
25 de septiembre de 2016
Desde mediados de febrero de este año, en el marco de la llamada Agenda Económica Bolivariana y la activación de los “Motores Productivos”, el gobierno nacional ha decidido poner definitivamente en marcha la megaminería en Venezuela, a una escala nunca antes vista.
Uno de los proyectos bandera de esta nueva expansión del extractivismo es el Arco Minero del Orinoco, anunciándose con orgullo un proyecto que implica la apertura a unas 150 compañías internacionales, de un vasto territorio de más de 111.000 kms2, el doble de la superficie correspondiente a la Faja Petrolífera del Orinoco y con una extensión equivalente a todo el territorio de Cuba o de Bulgaria.
Bajo acuerdos muy flexibles y favorables para las compañías transnacionales, y basado en la liberalización y desregulación de zonas completas contempladas como “Zonas Estratégicas de Desarrollo Nacional”, se está impulsando la megaminería a cielo abierto de oro, diamantes, coltán, entre otros, en una zona caracterizada por un delicado equilibrio ecológico, de gran importancia para el desempeño integral de la vida en el país.
La minería a cielo abierto y el uso de cianuro que ella supone han sido prohibidas en varios países y regiones del mundo, dado que es una de las actividades industriales más agresivas y letales, en términos ambientales, sociales y culturales. Eso lo ha reconocido el propio Ministerio del Ambiente venezolano cuando se le revocó la concesión a la minera canadiense Gold Reserve Inc. en el año 2009. EN LOS ANTECEDENTES DE ESTE TIPO DE EXPLOTACIONES NO FIGURAN CASOS EN LOS QUE NO SE HAYAN CAUSADO SEVEROS DAÑOS SOCIOAMBIENTALES IRREVERSIBLES. NO EXISTE LA MEGAMINERÍA “AMIGABLE CON EL AMBIENTE”.
La enorme remoción de la capa superficial de tierra que provoca esta minería, amenaza con una severa depredación de importantes y delicadas áreas naturales, como por ejemplo las Reservas Forestales del Imataca o del Caura. Las cantidades de agua dulce usadas para obtener solo un gramo de oro superan con creces a otras actividades industriales y agroindustriales. Son conocidos los crecientes problemas de contaminación y acceso al agua de la región norte de Venezuela, que junto a la creciente situación de inestabilidad climática y vulnerabilidad energética, como la que atraviesa la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar en estos momentos, se verían agravados por el incremento de la minería.
El Arco Minero, cuyos impactos se sumarían a los del proyecto de la Faja Petrolífera del Orinoco, se desarrollaría en el medio de la cuenca hidrográfica más importante del país, amenazando con secar en una gran proporción y contaminar aún más fuentes de agua vitales para el sostenimiento del ecosistema y la vida humana.
De llevarse a cabo lo acordado por el gobierno para el Arco Minero, varios pueblos indígenas se verían seriamente vulnerados. En la actualidad, los ye´kuana y sanemá en la cuenca del río Caura, o los warao en el Delta del Orinoco, por mencionar sólo algunos, padecen los efectos de la contaminación con mercurio, enfermedades y agresiones por parte de diversos actores, producto de la minería ilegal. También se ven afectados los e’ñepa, kari’ña, pemón, mapoyo, wotjüja, y yabarana entre otros.Una escala mayor de actividad minera podría generar la destrucción de sus bases materiales de vida, su desarraigo, la violación de sus derechos humanos y, en última instancia, su desaparición. Por ello consideramos la necesidad de difundir un alerta al respecto.
La vida en Venezuela, incluso en las ciudades, es posible gracias a sus fuentes de agua, a sus ciclos hídricos, a su biodiversidady a su complejo y delicado entramado ecológico. La enorme devastación ambiental que conlleva el proyecto del Arco Minero del Orinoco tendría un impacto tremendo sobre ella.
La imposición de este enorme sacrificio sobre la vida social y natural se plantea en nombre de la “estabilización económica”, el “desarrollo” y la “diversificación” de la economía. Sin embargo, este proyecto refuerza el carácter rentista y extractivista de la economía venezolana, incrementando sus niveles de dependencia y vulnerabilidad, nuestra sumisión al capital foráneo, y alejándonos de la construcción de un modelo de economía sostenible, inclusivo y centrado en la vida.
Esta declaración es un llamado de atención y una convocatoria ante el peligro que se cierne sobre nuestro país derivado de los planes de expansión minera. Estamos ante una oleada sin precedentes de mercantilización de la naturaleza. NOS MANIFESTAMOS EN CONTRA DE ESTE PROYECTO ECOCIDA Y ETNOCIDA.
Adherimos a lo ya expresado por algunas personalidades y organizaciones populares en el sentido de realizar todas las acciones conducentes a la INTRODUCCIÓN DE UN RECURSO DE AMPARO PARA DETENER ESTE PROCESO DE ACTIVACIÓN DEL ARCO MINERO DEL ORINOCO. Exhortamos a la demarcación de tierras de todos los pueblos indígenas del país, como lo consagra la constitución, y clamamos por el respeto de las figuras existentes de protección de áreas naturales en las cuales se ESTABLECE UNA PROHIBICIÓN PERMANENTE DE LA MINERIA.
Exigimos a las autoridades que se saquen a la luz pública los contenidos de los convenios mineros firmados o por firmar.
Apoyamos y exhortamos a la difusión y despliegue de una campaña de información a toda la población venezolana para que esta conozca las particularidades, riesgos y consecuencias de la megaminería.
Invitamos a la organización y movilización de la ciudadanía en torno a las exigencias y compromisos de participación democrática y protagonismo que deben acompañar la construcción de consensos sociales sobre las conveniencias y/o inconveniencias de la opción minera.
Apoyamos la promoción de un Foro Nacional sobre minería y nos manifestamos a favor de la multiplicación y difusión de amplios debates sobre el modelo de sociedad que queremos, así como la sistematización de propuestas y alternativas que existen, y que están vinculadas a políticas públicas de estímulo a la agricultura en diversas escalas, usos diferentes de las reservas naturales, como el turismo sustentable, proyectos de energías sostenibles, o una nueva arquitectura de distribución de las rentas que reconozca la diversidad cultural y que tenga un sentido de justicia social y ambiental, entre varias propuestas más.
La defensa de la vida y el ambiente son una obligación de Estado, y es un derecho y un deber de todas y todos los venezolanos, consagrado en la Constitución de la República (arts. 127, 128 y 129).
Decimos ¡NO AL ARCO MINERO!
¡SI A LA VIDA, NO A LA MINERÍA!
¡EL AGUA VALE MÁS QUE EL ORO!
Si ud. quiere suscribir esta declaración, envíe su nombre (y si desea, alguna adscripción social o institucional) al correo electrónico: [email protected]
Primeras firmas Nacionales (…)
Fuente: https://aguayvidanoalamina.blogspot.com/
Peinado, Guillermo Saguier, Marcelo Instituto de Investigaciones Económicas, Escuela de Economía Área de Relaciones Internacionales, FLACSO Argentina
MINERÍA TRANSNACIONAL Y DESARROLLO
EN EL KIRCHNERISMO
1. Introducción
El crecimiento de la megaminería metalífera en la Argentina tiene origen en las políticas de inserción internacional llevadas a cabo durante la gestión de Carlos Menem en la década del 90 en el marco del auge neoliberal. Durante el kirchnerismo persiste una manifiesta continuidad en el apoyo y promoción del crecimiento de la minería. Esto se da inclusive en un contexto de creciente resistencias sociales y la consecuente politización de los recursos naturales como fenómeno que se extiende en toda América latina (Bebbington 2012, Haarstad 2012, Hogenboom 2012, Giarracca y Teubal 2010, Saguier 2012).
Sin embargo, el nuevo orden político del Kirchnerismo se funda en la diferenciación con las políticas del menemismo. Esto hace que la relación entre la megaminería metalífera y el desarrollo ocupa un lugar inestable en el ideario y las políticas concretas del kirchnerismo. No obstante el vertiginoso crecimiento del sector minero registrado a lo largo del ciclo kirchnerista, la minería permanece en gran parte ausente del debate político nacional.
Durante los primeros años posteriores a la crisis del 2001, el foco de la gestión del gobierno de Néstor Kirchner se centró en la recuperación de los efectos económicos y político-institucionales de la crisis en el plano nacional e internacional. El tema del desarrollo nacional se incorpora al debate político recién hacia fines de la gestión de Kirchner y especialmente durante la gestión de su sucesora, Cristina Fernández a partir del 2007. Es en éste momento que la megaminería metalífera comienza a aparecer en la incipiente discusión sobre el desarrollo, si bien de forma marginal y esporádica.
La incorporación de la minería a la discusión sobre el desarrollo se debe a la convergencia de diversos factores. Primero, a la vertiginosa suba de precios de minerales derivada de la creciente demanda de China y de la financiarización de los commodities minerales a partir del 2003. Esta se produce en un contexto de maduración de las primeras inversiones realizadas a finales de la década del 90.
Segundo, durante el 2002 cobran intensidad protestas sociales en contra de proyectos mineros en la ciudad de Esquel, provincia de Chubut, que posteriormente tendría alcance trans-provincial con la articulación de un movimiento asambleario en oposición a la megaminería en varios puntos del país. Las protestas cuestionan las visiones imperantes del “desarrollo” como expresiones de nuevas configuraciones del extractivismo y la dependencia. Más aun, ponen de relieve la ausencia de grandes consensos acerca del lugar que ocupan, o deberían ocupar, los recursos naturales en las estrategias de desarrollo de la Argentina.
Tercero, el proceso político y legislativo en torno a la aprobación de una Ley de protección de Glaciares entre el 2008 y 2010 pone en el epicentro de la política institucional nacional el debate sobre la minería y el desarrollo. Estos factores hacen que la minería comience a ser objeto de interés y debate público a nivel nacional.
La incorporación de la minería al debate sobre el desarrollo podría caracterizarse primeramente como negativa en la agenda de los gobiernos kirchneristas. Esto se debe a que no surge de una definición política propia, sino que tiene más que ver con una imposición por fuera del espacio de gobierno. Además, a diferencia del sector de hidrocarburos, y específicamente en lo relacionado a la política de nacionalización de la empresa petrolera YPF, la minería no ocupa lugar simbólicamente privilegiado en la identidad nacional y en la tradición de estado desarrollista en la que los recursos petrolíferos están ligados a conceptos como soberanía económica y estado planificador.
En cambio, la actividad minera es desconocida por la mayoría de los argentinos y ausente de cualquier articulación política y conceptual con el desarrollo nacional. Esta situación hace que, en un contexto de creciente politización y resistencias sociales, el estado cuente con menores recursos simbólicos a la hora de enmarcar y legitimar políticas para el sector. Como afirma Svampa, “sin tradición minera, esto es, sin imaginario disponible, la desposesión aparece de manera descarnada, con toda su virulencia, sin disfraces desarrollistas” (2011, 207-208).
El significado de la minería, y particularmente su relación con el desarrollo, es un campo abierto y en disputa. El carácter extractivista del marco normativo y políticas para el sector minero es un rasgo de continuidad del Kirchnerismo con las políticas neoliberales. Es coherente con el fomento a una especialización productiva en base a las ventajas comparativas de minerales con bajo valor agregado al mercado mundial.
Esto es habitualmente señalado como factor explicativo del crecimiento de la minería registrado durante el kirchenrismo. Sin embargo, dicha caracterización supone una mirada estática que entiende que la noción de minera-desarrollo permanece intacta en el tiempo. Por el contrario, el kirchnerismo ha venido adaptando elementos de su política minera en función de cambios coyunturales y necesidades estructurales. La construcción de un nuevo sentido común hegemónico de la relación entre minería y desarrollo es el resultado de un proceso en construcción dinámico regido por correlaciones de fuerzas variables entre los distintos niveles del estado, empresas y actores sociales y políticos que adquieren mayor o menor influencia relativa dependiendo de las coyunturas que atraviesa el país y su relación con la economía política internacional. Podríamos decir por lo tanto que no hay un modelo minero único y estable que pueda asociarse al Kirchnerismo.
Este artículo tiene como objeto indagar en el proceso de construcción de la relación entre minería y desarrollo en Argentina en el marco del ciclo kirchnerista. Para ello, se plantea los siguientes interrogantes: ¿Qué transformaciones tiene el kirchnerismo en su relación con la minería y el desarrollo y qué explica tales cambios?; ¿Qué lugar ocupa la minería en discurso del kirchnerismo sobre el desarrollo?
Para abordar estos interrogantes, el artículo propone las siguientes hipótesis. Primero, hay una transformación de la concepción del kirchnerismo sobre el lugar que ocupa la minería en el desarrollo, desde una concepción principalmente extractiva/ortodoxa hacia una que combina elementos neodesarrollistas/neoestructuralistas.
Este cambio es una respuesta adaptativa a la emergencia de nuevas demandas sociales que cuestionan los efectos socioambientales negativos de minería, y a las exigencias de un nuevo contexto macroeconómico signado por la restricción externa. La transformación de la relación minería-desarrollo supone una nueva articulación discursiva. La segunda hipótesis propuesta es que la adaptación que hace el kirchnerismo de esta nueva relación se fundamenta en un concepto localizado del desarrollo que habilita a un nuevo rol del estado nacional en la promoción minera evitando simultáneamente que la minería se instale en un debate nacional sobre el modelo de desarrollo. A esto denominamos la estrategia de provincialización, mediante la cual el kirchnerismo articula nuevas condiciones discursivas, materiales e institucionales para impulsar la minería. Se presenta la lógica de esta estrategia en función de las características estructurales y coyunturales de la Argentina de la posconvertibilidad, en la que los recursos naturales son fuente de creciente politización y disputa en el marco de una profundización del neoextractivismo y el debate por la reprimarización de la estructura productiva. (…)
(…)La estrategia de provincialización es coherente con hacer de las provincias o municipios los únicos espacios de regulación económica, control social y ambiental. Esto implicaría habilitar condiciones para una nueva re-regulación en favor de las empresas transnacionales mineras, que en la práctica terminarían definiendo el modelo de desarrollo a nivel local y en alguna medida el nacional. Por lo tanto, la “localización” de la minería en las provincias no debiera actuar como coartada para posponer un debate profundo y pendiente a nivel nacional que permita enriquecer la relación entre minería y desarrollo, modificar marcos normativos y establecer condiciones e instrumentos efectivos para garantizar la sostenibilidad tanto económica, social como ambiental de la minería –ambas asignaturas pendientes.
En consecuencia, asumir el antineoliberalismo del 19/20 es ir contra más de una deKada extractivista que generó la viabilidad del gobierno de Macri al maximizar la concentración y transnacionalización económica territorial. Para esa ruptura de conciliación de clases es imprescindible constituir el «nosotros» de la autodeterminación de todas las luchas por la justicia social y por la socioecológica que existen en la Argentina plurinacional y confraternal con los pueblos del Abya Yala y del mundo.
Nos exige favorecer los análisis sobre nuestras necesidades y cotidianeidades en el contexto tanto de un incesante envenenamiento y destrucción de la naturaleza como del ultra procesamiento de alimentos que legaliza y promueve la democracia como fachada de la dictadura de los oligopolios representados por el sistema mundo capitalista. Es embarcarnos en ir haciendo a nuestros pensamientos críticos como plantea:
Des-conexiones
¿Estamos en pandemia verdad? ¿nos estamos cuidando no?
Necesitamos alimentos nutricionalmente ricos, con suelos vivos, biodiversos, para mejorar la salud colectiva.
Necesitamos alimentos provenientes de sistemas que tiendan a ser autónomos en sus ciclos de nutrientes y tiendan a reducir el uso de la cadena petro-química. Es una necesidad ecológica y una imposición inminente por la escasez de los propios recursos de la cadena hidro-carburífera al que está atado el modelo alimentario industrial -maquinaria, agrotóxicos, fertilizantes-.
Necesitamos procesos agroalimentarios que cooperen a restaurar y vivificar ecosistemas de los que depende nuestro bienestar inmunológico. Eso no es nada sencillo, pero hay que organizarlo políticamente, porque se va a imponer y de no hacer nada, como ya se observa no será de la mejor manera para las mayorías.
Porque se insiste en ser vanguardia del impulso a monocultivos transgénicos dependientes de más agrotóxicos, con el avance del trigo HB4: trigo nada menos que base de gran parte de la dieta humana global. El rol del gobierno en ciencia, políticas agro-productivas y comerciales ha sido clave. Un verdadero Estado presente para el agronegocio. Ahí estarán beneficiadas algunas empresas emblemáticas hablando del alimento del mundo, mismas empresas que también nos vienen a cuidar de la pandemia con sus ramas farmacéuticas. Las des-conexiones entre agricultura, ecosistemas, alimento y salud tan brutales en los imaginarios políticos están más que claras para ciertos empresarios. Nueva vieja normalidad
Apreciemos reflexiones y propuestas de Raúl Zibechi
Los (supuestos) límites del capitalismo
20 de noviembre de 2021
Raúl Zibechi /La Jornada
Durante mucho tiempo una parte de los marxistas aseguraron que el capitalismo tiene límites estructurales y económicos, fincados en leyes que harían inevitable su (auto) destrucción. Esas leyes son inmanentes al sistema y se relacionan con aspectos centrales del funcionamiento de la economía, como la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, analizada por Marx en El capital.
Esta tesis dio pie a que algunos intelectuales hablaran del derrumbe del sistema, siempre como consecuencia de sus propias contradicciones.
Más recientemente, no pocos pensadores sostienen que el capitalismo tiene límites ambientales que lo llevarían a destruirse o por lo menos a cambiar sus aspectos más depredadores, cuando en realidad lo que tiene límites es la propia vida en el planeta y, muy en particular, la de la mitad pobre y humillada de su población.
Hoy sabemos que el capitalismo no tiene límites. Ni siquiera las revoluciones han podido erradicar este sistema ya que, una y otra vez, en el seno de las sociedades posrevolucionarias se expanden relaciones sociales capitalistas y desde dentro del Estado resurge la clase burguesa encargada de hacerlas prosperar.
La expropiación de los medios de producción y de cambio fue, y seguirá siendo, un paso central para destruir el sistema, pero, a más de un siglo de la revolución rusa, sabemos que es insuficiente, si no existe un control comunitario de esos medios y del poder político encargado de gestionarlos.
También sabemos que la acción colectiva organizada (lucha de clases, de géneros y de colores de piel, contra las opresiones y los opresores) es decisiva para destruir el sistema, pero esta formulación también resulta parcial e insuficiente, aunque verdadera.
La actualización del pensamiento sobre el fin del capitalismo, no puede sino ir de la mano de las resistencias y construcciones de los pueblos, de modo muy particular de zapatistas y kurdos de Rojava, de los pueblos originarios de diversos territorios de nuestra América, pero también de los pueblos negros y campesinos, y en algunos casos de lo que hacemos en las periferias urbanas.
Algunos puntos parecen centrales para superar este desafío.
El primero es que el capitalismo es un sistema global, que abarca todo el planeta y debe expandirse permanentemente para no colapsar. Como nos enseña Fernand Braudel, la escala fue importante en la implantación del capitalismo, de ahí la importancia de la conquista de América, ya que le permitió, a un sistema embrionario, desplegar sus alas.
Las luchas y resistencias locales son importantes, pueden incluso doblegar al capitalismo a esa escala, pero para acabar con el sistema es imprescindible la alianza/coordinación con movimientos en todos los continentes. De ahí la tremenda importancia de la Gira por la Vida que estos días realiza el EZLN en Europa.
El segundo es que no se destruye el sistema de una vez para siempre, como debatimos durante el seminario El pensamiento crítico frente a la Hidra capitalista, en mayo de 2015. Pero aquí hay un aspecto que nos desafía profundamente: sólo la lucha constante y permanente, puede asfixiar el capitalismo. No se lo corta de un tajo, como las cabezas de la Hidra, sino de otro modo.
En rigor, debemos decir que no sabemos exactamente cómo terminar con el capitalismo, porque nunca se ha logrado. Pero vamos intuyendo que las condiciones para su continuidad y/o resurgimiento deben acotarse, someterse a control estricto, no por un partido o un Estado, sino por las comunidades y pueblos organizados.
El tercer punto es que no se puede derrotar el capitalismo si a la vez no se construye otro mundo, otras relaciones sociales. Ese mundo otro o nuevo, no es un lugar de llegada, sino un modo de vivir que en su cotidianidad impide la continuidad del capitalismo. Las formas de vida, las relaciones sociales, los espacios que seamos capaces de crear, deben existir de tal modo que estén en lucha permanente contra el capitalismo.
El cuarto es que, mientras exista Estado, habrá chance de que el capitalismo vuelva a expandirse. En contra de lo que pregona cierto pensamiento, digamos progresista o de izquierda, el Estado no es una herramienta neutra. Los poderes de abajo, que son poderes no estatales y autónomos, nacen y existen para evitar que se expandan las relaciones capitalistas. Son, por tanto, poderes por y para la lucha anticapitalista.
Finalmente, el mundo nuevo posterior al capitalismo no es un lugar de llegada, no es un paraíso donde se practica el buen vivir, sino un espacio de lucha en el que, probablemente, los pueblos, las mujeres, las disidencias y las personas de abajo en general, estaremos en mejores condiciones para seguir construyendo mundos diversos y heterogéneos.
Creo que si dejamos de luchar y de construir lo nuevo, el capitalismo renace, incluso en el mundo otro. El relato del Viejo Antonio que dice que la lucha es como un círculo, que empieza un día pero nunca termina, tiene enorme actualidad.
https://www.jornada.com.mx/2021/11/19/opinion/021a1pol
Fuente: https://rebelion.org/los-supuestos-limites-del-capitalismo/
Alternativas emancipatorias
Cuestionemos la creencia mayoritaria que la democracia vigente es antagónica a la dictadura genocida de los setenta. Es destapar que los poderes establecidos con terrorismos de estado y paraestatal desde el gobierno constitucional de Perón-Perón siguen acumulando riquezas a través del acaparamiento extractivista de bienes comunes (que es dominio sobre nosotres al secuestrar nuestra supervivencia). Esta miseria planificada (como la anticipó Rodolfo Walsh) fue y es ejecutada por Estado supranacional-nacional en guerra de amplio espectro contra nosotros, los oprimidos.
Atendamos a Javier Rodríguez Pardo, pionero y apasionado luchador por la vida contra los extractivismos:
Javier Rodríguez Pardo:
“La única minería posible es la más nefasta”
Abril 2010
Javier Rodríguez Pardo, autor de “Vienen por el oro, vienen por todo” presentará su libro este viernes a las 20:00 en la Unicef, un trabajo que denuncia el impacto de las empresas mineras internacionales y los proyectos extractivos que se concretaron en Argentina desde la década del 90.
Además, en un debate que se realizará este sábado a las 19:00 en Suteba revisará la situación local en función de su experiencia como militante ambientalista e investigador.
Integrante del Movimiento Antinuclear del Chubut, Sistemas Psicológicos Patagónicos, y miembro de Renace (Red Nacional de Acción Ecologista), Rodríguez Pardo habló extensamente con infoeme.com. y expuso que el necesario punto de partida para pensar en una minería en el futuro es comprender las dimensiones del impacto ambiental que la actividad trae aparejado y cuyas consecuencias deben medirse a nivel planetario.
“Si hay una minería posible no es precisamente la que se está haciendo ahora. Ya no existe más la galería y el socavón, no existe más el minero con la linternita y el casco. Existe el mineral diseminado y explotarlo requiere más voladuras, más agua, más energía, más desertización. La única minería posible es la más nefasta. Es un tipo de minería que se realiza con una tecnología muy importante. Está la discusión de si se puede hacer a nivel nacional, en pequeña escala y con más regulaciones, pero nosotros tenemos demostrado que es imposible que esta minería se haga de otra forma”, sentenció.
En su libro, Rodríguez Pardo analiza los casos emblemáticos de las multinacionales mineras Barrick Gold y Meridian Gold: “su forma de explotación se explica a partir de la situación de que no hay más minerales en el planeta. Están en el país haciendo cateos y eventuales explotaciones en la zona de la cordillera y la precordillera. Vienen a buscar el mineral que queda y el mineral está diseminado. Y el código de minería les permite moverse con total libertad en cualquier lugar del país”, explicó.
Rodríguez Pardo explica mediante una hipótesis imaginaria el modo en que estas empresas lograron trabajar durante 30 años sin trabas: “hubo un ofrecimiento, antes de un partido de golf Bush le dijo a Menem “al pueblo argentino puedes decirle que yo voy a mandar una muy buena cantidad de inversionistas, pero que para eso hay que poner las condiciones”, relató.
Las empresas se emplazaron en Argentina en la década del 90: “pusieron condiciones para llegar al país, fueron ellas las que redactaron las leyes que rigen las actividades de extracción como la minería y el petróleo”.
En este proceso Rodríguez Pardo identifica dos manejos fundamentales. Uno implica el tratado binacional argentino chileno por el cual no hay que pedir permiso para realizar la actividad minera a ninguno de los dos países, “incluso cuando se interviene sobre parques nacionales, se desvían ríos, se usa el agua de los acuíferos, de las nacientes, desde donde fluye el agua que consumimos, se altera el centro natural donde se producen las precipitaciones”, detalló.
El punto crucial de la normativa es que brinda una prórroga de 30 años para que cualquiera de las partes pueda revisar el tratado. Esta ventaja se complementa con otra “condiciones: la prórroga de 30 años de estabilidad fiscal que implica que ni en caso de crisis nacional (por ejemplo el terremoto de chile) puede aplicársele a las empresas una suba de impuestos o condiciones distintas de reglas del juego.
Según analizó Rodríguez Pardo la resistencia al accionar de las mineras que operan a gran escala tiene su ejemplo en las comunidades de San Juan y Esquel para el caso argentino y en diversas etnias de Latinoamérica que reclaman en pos del cuidado del medioambiente al verse como primeras afectadas.
Aunque el punto central de las tendencias proteccionistas está en su concepción de la naturaleza como parte de los “bienes comunes”.
“La diferencia entre la idea de bienes comunes y el concepto de recursos naturales reside en que la defensa de los bienes comunes proclama que nadie está autorizado a recurrir a un bien que forma parte de un ecosistema y que al intervenirlo se producen alteraciones en todo ese ecosistema”.
Para Rodríguez Pardo las alternativas se resumen en esa idea que es muy distinta a la idea de propiedad, teniendo en cuenta que los Estados han cedido inmensas extensiones de tierra a empresas que “de ninguna manera reconocen el impacto ambiental, por el contrario, están convencidas de que realizan un desarrollo sustentable”, concluyó.
Comprobamos hoy cómo la democracia vigente promueve y garantiza a la dictadura de la comunidad de negocios de capitales y estados imperialistas con los locales mediante Estado policial militarizado y embaucamiento sobre la sustentabilidad de la megaminería. Pero con conciencia plena de este avasallamiento de derechos de los pueblos e individuos y de la naturaleza hay rebelión de todas las comunidades de la provincia de Chubut honrando al 19/20 y a los asesinados por concretar aquel ¡Basta! de opresión y de fraudulentos representantes políticos, partidarios, sindicales… Veamos la historia que hace a la rebelión de diciembre 2021.
Chubut: De mineras y resistencias
16 de marzo de 2021
Los incendios que azotan a la provincia de Chubut desde la semana pasada vuelven a poner en foco la crisis que atraviesa hace años la provincia y cómo las resistencias y organización de las asambleas a lo largo y ancho de de todo el territorio mantienen la lucha socioambiental de pie. La intencionalidad de estos incendios, la fuerte movilización popular, así como la culpabilización y estigmatización a les referentes de lucha parecieran no ser sucesos aislados y mucho menos inocentes. Es por ello que se vuelve necesario y urgente entender qué implica el Proyecto de Zonificación Minera; las profundas transformaciones que implican para la trama social la instalación de la megaminería; así cómo visibilizar y acompañar las diferentes estrategias de la asamblea de Puerto Madryn y de toda la provincia para seguir resistiendo y construyendo alternativas. Sobre estos temas nos habla Mariana Richieri, docente – investigadora de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y miembro de la Asamblea de Puerto Madryn.
Por Gonzalo Falzari y Paula Daporta
El pasado 4 de marzo Mariano Arcioni, gobernador de Chubut, vio fracasar un nuevo intento de aprobar la zonificación minera ante una rápida reacción popular, que le impidió torcer las voluntades necesarias para conseguir los votos en la Legislatura. Situación similar se había dado en noviembre del 2020, cuando tampoco se había logrado aprobar el proyecto de ley.
En el año 2003, la lucha histórica del pueblo de Esquel, con su “No a la Mina” derivó en la sanción de la ley 5001 que, en su artículo 1ero, prohibió la explotación minera metalífera a cielo abierto en toda la provincia y la utilización de cianuro en los procesos de producción minera. Sin embargo la ley muestra una debilidad, ya que en su segundo artículo legítima la zonificación minera. En palabras de Marina: “si bien hace 18 años esta ley nos protege de la explotación, siempre nos tiene en vilo por esta cuestión de la zonificación, que es una ventanita abierta a las grandes empresas que van a estar siempre presionando y haciendo lobby”. Esta debilidad se ve potenciada por el Código de Minería, marco legal nacional que regula la actividad, el cual le da a las empresas toda una serie de mecanismos económicos y financieros que no los tiene ningún otro sector. Ningún gobierno intentó modificar este código. Fue flexibilizado en los 90 ́ por Menem y respaldado por Kirchner. Todos quisieron aprovecharse y hacer uso de él para atraer inversiones: “Tanto Cristina, Macri y ahora Alberto Fernandez intentaron pujar la minería metalífera a cielo abierto en todo el país”.
La definición de lo qué es una zonificación es simple. Zonificar implica imponer límites en un espacio para que algo suceda. La actual zonificación minera propuesta por el gobierno provincial está en el extremo de lo colonial, en el sentido que no tiene ningún tipo de estudio topográfico, social, ni científico que le haya dado herramientas para legitimarlo: “simplemente lo que hicieron fue elegir de toda la meseta central de Chubut una partecita como para comenzar. Queda claro que este es un proyecto de zonificación inicial. No termina acá”.
Las Asambleas de Chubut presentaron en el 2014 el primer proyecto de ley utilizando la Iniciativa Popular (mecanismo de democracia directa). El proyecto planteaba prohibir la minería metalífera y uranífera en todo el territorio sin excepciones, en todas sus etapas. La Legislatura tiene un periodo para tratar los proyectos de iniciativa popular que son seis meses y lo hizo el último día del ciclo legislativo: “Fue un escándalo porque estaban los diputados recibiendo mensajes, de hecho hay una foto que se hizo famosa del diputado Muñiz que recibía instrucciones por parte de un empresario minero de cómo tenía que cambiar el articulado del proyecto de iniciativa popular para que se apruebe. El lobby fotografiado en vivo. Esa foto que fue un milagro, logró anular la sesión legislativa y volvió todo para atrás. No se pudo tratar la iniciativa popular y quedó la 5001 como hasta ese momento”.
A fin del año pasado se presentó el mismo proyecto de ley de Iniciativa Popular, esta vez con 31000 firmas de puño y letra en un contexto de pandemia, pero que entró en la Legislatura justo después que el Proyecto de Zonificación. Dos proyectos totalmente excluyentes que están en la misma comisión de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Desarrollo Económico que no deberían tratarse por orden de llegada. Que hayan elegido el Proyecto de Zonificación primero deja en claro que la intención es zonificar para luego aplicar el de Iniciativa Popular en los lugares que quedaron sin zonificar.
Al consultarle a Marina sobre la organización de la asamblea de Puerto Madryn se entrecruzan las experiencias que se han ido compartiendo con toda una serie de conceptualizaciones que surgen del mismo acontecer asambleario que implican una reflexión sobre el propio (y colectivo) hacer que deriva muchas veces en inquietudes y preguntas abiertas a seguir siendo pensadas en movimiento.
La asamblea de Puerto Madryn – nos dice, podría pensarse en dos dimensiones. Por un lado la “asamblea como tal”, aquella que sucede en la plaza, como las asambleas de toda vida, en vivo y espontánea, con todas las personas con la misma posibilidad de hablar. La misma ocurre una vez cada 15 días pero dependiendo de las embestidas puede ser cada 2 o 3 días. Por otro lado, existe lo que Marina llama “el grupo motor”, un grupo de personas que convergen en afinidad de pensamiento y de sentir y son quienes mantienen “la llamita de la gran asamblea encendida”. Elles asumen la responsabilidad de comunicar, convocar a la asamblea cuando sea considerado, anotar los temas, incluso moderar el diálogo, así como articular con otros espacios. En este punto aparece la apropiación de este acontecer asambleario como un trabajo: “Somos asambleístas que trabajamos todos los días para que algo ocurra”.
En relación a las intensidades temporales de la asamblea, que en Madryn lleva 6 años de actividad contínua, Marina identifica dos momentos analizados en clave a las embestidas a las que tienen que enfrentar. Las curvas de mayor participación tienen que ver con las épocas de ataques o intentos de habilitar la megaminería: “Cuando nos plantean la guerra tenemos que estar con todo ahí en las calles. No es tiempo de preparar talleres ni de buscar personas que se incorporen a las asambleas”. Con el paso de la urgencia, es donde se marca otra intensidad del hacer que tiene que ver con cuestiones de pensar y analizar lo realizado, planificar actividades articulando con las escuelas, los hospitales y todas las propuestas que se llevan a cabo con otras instituciones o agrupaciones.
La trama social que implica una asamblea territorial como la de Madryn no puede pensarse por fuera de un tejido más amplio como lo es todo el movimiento asambleario que emerge a partir de las luchas llevadas a cabo desde el año 2003. Las asambleas están organizadas en la Unión de Asambleas de Comunidades de Chubut que, a su vez, pertenecen a la gran UAC (Unión de Asambleas Ciudadanas) a nivel nacional.
La UACCH (fuera de pandemia) tiene dos reuniones anuales, presenciales en sitios rotativos donde representantes de cada asamblea viajan basándose en una orden de temas llevando el mandato local. Así, desde 2004, se fueron armando acuerdos ya que los mecanismos de resistencia – represión fueron más o menos los mismos en cada conflicto: “las Asambleas de Chubut ya tenemos una identidad construida que se fue dando a lo largo de los años y de forma natural en cada una de las reuniones UACCH y luego de las reuniones entre Asambleas”. Los acuerdos van surgiendo en forma de comunicados, con textos a modo de registro, donde van quedando plasmadas distintas propuestas sobre modos de actuar: modos de proceder con la prensa, cómo sacar fotos, qué acciones ya no conviene hacer más, que acciones podrían imitarse de otras asambleas o de otras problemáticas. Desde la asamblea no se avalan hechos de violencia, identificando que los medios siempre tergiversan y exageran: “La violencia está impuesta desde la Legislatura desde el momento que dijeron A con toda esta forma que tienen de manejarse. Pero para no pisar el palito con eso, las asambleas estamos con acuerdos claros, siempre con tranquilidad, con inteligencia, con una estrategia clara de dejar nuestras broncas personales porque el objetivo es muy grande y colectivo. Tirar una piedrita a una casa o a un policía no hace a un objetivo grande como el que tenemos”
En este marco se resalta la acción sucedida recientemente en la Ruta 3 donde un grupo de mujeres paró por 12hs a los camioneros en una fila de 2km de camiones y autos en un total estado de tranquilidad, incluso cuando bajaban los camioneros con palos para pegarles. La entereza de las mujeres fue plantarse, cantar canciones estando apoyadas por toda la comunidad: “aplaudieron hasta que esos machitos con los palos se dieron vuelta y volvieron a los camiones”.
Uno de los grandes mitos en relación a la megaminería en particular y a los diferentes modos de extractivismo en general es la justificación económica de la generación de empleos. Frente a la manipulación de los sectores dominantes de los lobbys político – empresariales – comunicacionales, una de las estrategias de la asamblea consiste en articular con diferentes actores/actrices de la comunidad. A fuerza de argumentos y tendido de redes van desmontando falacias naturalizadas como verdades.
El Proyecto Navidad, que es el único que tiene factibilidad dentro de esta zonificación y que es el que está pujando para que se habilite, daría unos 2000 puestos de trabajo durante los dos primeros años que implican el armado del “Open Pit” (especie de estadio en profundidad), hacer el campamento para la gente que va a vivir ahí, los piletones para los desechos, los galpones, etc. Cuanto más rápido, más ganancia porque son menos sueldos y menos riesgo de que haya un incidente o accidente que anule la actividad. Esos puestos de trabajo no son fijos y suelen tener horarios rotativos. Pasado este proceso, empieza la etapa operativa conocida como de extracción. Aquí, en promedio, durante 10 años de operación, emplearán solo 157 personas capacitadas para operar maquinarias de alta tecnología. Puestos de trabajo que difícilmente puedan ser ocupados por personas que vivieron toda su vida en estos territorios rurales.
Marina, que se ha especializado en las comunidades rurales de la zona, nos describe que en toda el área que se intenta zonificar habitan comunidades mixtas de raigambre rural: poblaciones de ascendencia Mapuche – Tehuelche, pero también criolla, de Chile o Paraguay. Para estas comunidades la llegada de estos puestos de trabajo, implica una reorganización de sus relaciones sociales y entramado cultural.
Se trata de pueblos que durante 300 años se dedicaron a la ganadería y a las relaciones entre comunidades. En dos años (y solo por dos años) se dan vuelta las relaciones humanas y laborales: el estilo y las posibilidades de vida. Cuando una minera entra a un pueblo los precios aumentan, la vida se hace imposible para la gente que no trabaja en la mina y la que lo hace, es mínima. Ahí empieza un proceso que fue muy bien evidenciado por los observatorios de conflictos mineros en Latinoamérica. Empieza a haber un éxodo. La gente que siempre estuvo allí, tiene que irse a buscar otro lugar porque ya no puede comprar las cosas que compraba antes y quienes habitan el pueblo empiezan a ser personas nuevas recién llegadas que, incluso, inmediatamente se quedan sin trabajo. Entonces empieza a haber toda una situación de abandono y de violencia. Hasta el agua tiene que comprar en bidones por estar contaminada como ya sucede en San Juan o en Catamarca.
La ruptura de la comunidad, entre las personas, incluso familiares entre quienes quieren y no quieren a la mina hacen que esa fragmentación sea funcional a que luego la mina quede. Empiezan a ser perseguidas las personas que se oponen a la minería por personas a las que ya les prometieron un puesto.
El abordaje, desde los puestos laborales, es muy complejo. Por eso, desde la asamblea, siempre se maneja con cautela a la hora de esgrimir estos argumentos. No se ataca a los trabajadores y trabajadoras. Lo que se ataca son los mecanismos que el estado facilita y a las empresas que los aprovechan.
Uno de los proyectos que las Asambleas proponen como contraposición al modelo extractivista es desarrollar, con acompañamiento de la Universidad de la Patagonia, el turismo comunitario. Se viene realizando en ese sentido un mapeo de economías regionales y sus producciones: “Estamos construyendo ese mapa que tiene como objetivo fomentar e identificar y recuperar redes de comercio familiar y comunitario”
Además, es interesante lo que Marina remarca en relación a cómo las cuestiones de género se hacen presentes en esta reorganización de los vínculos sociales: “En general son los hombres los que son contratados para esta primera etapa de construcción y a las mujeres se les da el rol de lavanderas. Lavan la ropa contaminada. Esos mamelucos de telas durísimas están todas llenas de polvo de mina. El polvo de mina es metal pesado todo pulverizado que entra por todos lados, la piel, la nariz, la boca, queda en los objetos, en los platos. Entonces las mujeres van a lavar la ropa. Así es el acuerdo que ya está hecho. Incluso ya hay un lavadero construido por la empresa, que ya lo tiene una mujer a su cargo. Y con ese poder, esa mujer, ya tomó poder y dividió la comunidad. Son procesos sociales que la minera viene desencadenando desde que llegó en el 2008/2007”.
En línea con estas perspectivas los últimos meses se profundizaron también los vínculos con organizaciones barriales como el FRENTE DE ORGANIZACIONES EN LUCHA (FOL): “Es muy interesante lo que se da porque nos pone enfrente con personas que consideraron trabajar en algún momento en la minera o consideran trabajar en la minera si es que les dan la posibilidad. Entonces podemos comprender qué es lo que piensan la gente de los barrios acerca de estas promesas. Tratamos de interpelarles, así como elles nos interpelan a nosotres con sus conflictos”
Tal como nos decía Marina, la asamblea tiene dos temporalidades. Aquella vinculada a la urgencia y otra donde construyen redes con diferentes sectores de la comunidad, también afectados por la crisis estructural que azota a la provincia hace años, a fin de articular actividades así como también llevar de alguna forma una pedagogización de la cuestión ambiental.
Es interesante la articulación que se construye con el sector de la salud, quienes durante la pandemia tuvieron su frente de lucha salarial porque han llegado a estar hasta 4 meses con sueldos adeudados. Con un trabajo de hormiga y de insistencia se logró visibilizar a través de diversas charlas que la megaminería más allá que no les solucionaría el problema salarial, además pondría en riesgo el sistema de salud pública.
El sector educativo en tanto es uno de los espacios con los que se mantiene una relación más estrecha aún en un contexto de emergencia total: “Acá en Madryn hace como tres años que no hay clases en las escuelas públicas de forma regular, porque la crisis provincial recorta siempre al sector docente. Por un motivo u otro (salarios, infraestructura) hace 10 años está en crisis la educación en Chubut”. Sin embargo, en general en las marchas y en las actividades de la asamblea abierta hay mucha presencia de estudiantes y jóvenes. Existe un vínculo fluido sobre todo con el nivel secundario, la apuesta al trabajo conjunto con el nivel primario e inicial es uno de los desafíos que se plantean de aquí en adelante.
Hubo un proceso muy interesante en fue la ocupación pacífica de escuelas en el 2019, donde la asamblea fue convocada a dar talleres.
En relación a los sindicatos, los gremios chiquititos y las bases trabajadoras son quienes apoyan a las asambleas. Claramente las cúpulas sindicales no. UOCRA, Petroleros, Camioneros, Bancarios y Comercio son el brazo armado de las empresas, el gobierno y el lobby minero. En cambio, los gremios de Educación, Alimentación, Estatales y Judiciales, acompañan la lucha. La vinculación con los partidos políticos tradicionales es diversa, dado que la megaminería pone en juego contradicciones con los lineamientos de cada partido a nivel nacional y lo que sucede en los territorios locales: “Los partidos de Izquierda claramente (PO, FIT, MST) apoyan la lucha antiminera y siempre están presentes. Ahora, dentro de Legislatura los diputados que se oponen a la zonificación son de la UCR y alguna diputada del PJ. Acá el PJ se abrió, se separó justamente por esta cuestión. Y también partidos vecinalistas del PJ (Unidos y organizados) que responden al kirchnerismo también están en las marchas a pesar de que Cristina y Alberto levantan la bandera de la megaminería, fracking y agrotóxicos. Hay algunos partidos que, por más que estén alineados al gobierno nacional, de alguna manera quieren despegarse de la minería a nivel local.”
Los caminos de lucha y resistencia no solo logran la articulación de diversas reivindicaciones, sino que también permiten establecer fuertes enlaces conceptuales sobre cómo leer el mundo. La relacion con los feminismos comenzó sucediendo y ahora es algo bien explícito: “Hoy en día acá en Chubut desde las asambleas coincidimos plenamente en que esta es una lucha feminista anitpatriarcal, anticapitalista. Tenemos muy claro eso y nos ayuda en el posicionamiento, incluso a la hora de conjugarse con otros grupos. Por ejemplo, acá en Madryin ya estamos muy asociadas con la Multisectorial Feminista y Disidencias y de alguna manera nos amplía las posibilidades. Claramente, lo del feminismo en la causa antiminera, es explícito.”
En relación al mundo académico es importante dar cuenta de cómo se han ido dando procesos de aperturas y rupturas en instituciones caracterizadas, desde una falsa lógica de neutralidad y objetividad, por legitimar (por acción y omisión) las lógicas extractivistas. Por un lado está la experiencia que se viene llevando desde el Centro Nacional Patagónico, que hoy tiene una postura muy sólida y firme en rechazo a la megaminería; y por otro la conformación en el 2020 de una colectiva denominada Trabajadores de la Ciencia, Educación y Salud de Chubut (TRACES), “que se piensa como un ámbito para romper con todas las barreras que siempre la academia impuso por ser parte de este sistema opresor: facultades, disciplinas, claustros y… paredes de cristal”
Los recorridos de vida de Marina están atravesados por cuestionamientos y rupturas que no implican más que repensar a las ciencias y nuestros roles como trabajadores y trabajadoras desde una perspectiva contrahegemónica abriendo la perspectiva, sensibilidad y compromiso hacia los territorios y las comunidades de las que es necesario reconocernos como parte: “veíamos que los docentes y las docentes no estaban empapados y empapadas de lo que estaba ocurriendo en los territorios con respecto sobre todo a la lucha y el sufrimiento que estaban padeciendo por distintas opresiones siempre vinculadas al sistema económico capitalista, a la colonización y al patriarcado”.
Las perspectivas a futuro implican seguir pensando modos de articular las resistencias y las redes para poder abrir juego a alternativas comunitarias y autogestivas. Sin embargo, las historias de los pueblos y de las asambleas saben de certezas, la relación directa entre la presencia de los pueblos en las calles y todo aquello que pueda llegar o no a suceder.
Están alerta. Están en movimiento. Están en las calles y en lucha. Resistiendo y construyendo. Mundos en los que, como dice el Subcomandante Marcos, quepan muchos mundos.
Medios para seguir de cerca lo que sucede en Chubut:
www.noalamina.org
https://www.anred.org/2021/03/16/chubut-de-mineras-y-resistencias/
Javier Rodríguez Pardo, el Guerrero patagónico
Por José Fernández
Javier Rodríguez Pardo, referente de las luchas socioambientales en la Argentina, fue un destacado y valioso militante contra el intento de hacer de nuestra Patagonia un basurero nuclear a nivel mundial. Además se lo considera el padre de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC), espacio que a nivel nacional articula a todos los sectores que pelean contra el modelo extractivista instalado en nuestro país.
En el marco del taller de talleres organizado por “Pañuelos en Rebeldia” (en diciembre del 2014) en el barrio de Pompeya en Buenos Aires realice la siguiente entrevista a Rodríguez Pardo, la cual toma singular importancia y relevancia debido al reciente fallecimiento de quien ha dejado una importantísima huella en las batallas socioambientales.
Pese a su visible estado deteriorado de salud, el autor del libro: “Vienen por el oro, vienen por todo”, brindó esta profunda e instructiva entrevista donde reflexionó sobre la importancia de los combates socioambientales, destacando la necesaria actitud educativa para la toma de conciencia en la pelea Patagónica contra la intención de instalar un basurero nuclear allá por los años 90. Además valoró el significativo proceso que culminó en Esquel contra el NO a la instalación del proyecto minero avalado por el gobierno provincial de Chubut y el Intendente de Esquel a favor de la minera Meridian Gold.
Aquella insigne experiencia que se consagró, en marzo de 2002, con una consulta popular donde más del 80% de la población voto por el NO a la mina, generó una reacción en cadena de resistencias contra la megamineria a cielo abierto a lo largo de todos los pueblos cordilleranos de nuestro país.
La noticia de la muerte de Javier Rodríguez Pardo, es tomada con mucha tristeza por cientos de luchadores socioambientales, pero su legado que se expresa en organización y toma de conciencia, perdurará y continuará alimentando la resistencia al modelo extractivista.
Sin dudas Javier corre en el viento de nuestra Patagonia, subiendo por nuestra cordillera hacia el norte, trepando por los Andes para enlazarse con nuestra América latina.
– ¿Cuál es la importancia de la lucha contra la mega minería y por los bienes comunes?
– En principio la lucha nosotros habíamos visto un impacto muy grande, que producía este tipo de actividad de extractivismo en contaminación fundamentalmente. Contaminación de suelos, no pensábamos en otra cosa que en la contaminación de aire y suelo que había producido por la minería. El uso del cianuro de sodio, el agua que es el comunicador, el transporte que lleva todo a la biósfera. Era la preocupación mayor como en lugares como la Patagonia, que requiere mucha atención desde el punto de vista turístico. La gente busca a la Patagonia, como descanso, como lugar de recreo, y la gente que fue a vivir fue buscando una calidad de vida. Por eso cuando se votó, no a la minería, se explicaba, que no se oponían a que algún país ciudad o pueblo, fuera minero, pero que ellos no querían serlo.
Pero muy pronto hemos visto que había fallas, que no solamente ocurría el problema de la contaminación, que lo que había era un saqueo real de todos los minerales, que acompañan al mineral madre que ellos venían a buscar. Arrastraban con todo, y muchas veces era más valioso el mineral que acompaña al mineral de oro o cobre que venían a buscar, como por ejemplo el Molibdeno, el Rhenium. Empezamos a explicar que el Rhenium hay mucho en la Patagonia, en la zona de la meseta fundamentalmente acompañando al Uranio. No hay turbina de avión que no tenga entre un 6% o 7%, cuando empezamos señalar ese dato, la gente empezó abrir los ojos de otra manera, ¿Por qué? Porque estos minerales se los llevaban gratis, no pagan por ellos, no había manifestación de su existencia, ni que se lo levaban. Nosotros ya sabíamos cuál era la legislación que habían creado las transnacionales, para directamente llevarse todo al mejor costo, sin mayores gastos, y prácticamente diciéndoles; “señores, este es el territorio argentino; vengan, tomen, saquen y lleven”. NO dejaban nada, no pagan ni el derecho de agua.
rato nos dimos cuenta que faltaba algo más y que era el daño que hacían en las comunidades de las zona, en las economías regionales. Provocaban un éxodo. La gente se iba buscando otro horizonte otro lugar. Donde estaba la minera se iban a lugares distintos, para sembrar, para plantar. Así, hemos recorrido sitios y los hemos filmado, lo hemos mostrado a los compañeros. Donde el hortelano, con una simple asada desviaba el agua que venía de algún socavón, donde había algún proyecto, o mina en actividad, o en desuso o aparentemente cerrada.
Venían contaminando, y contaminaban los plantines, y no se iban del lugar, desvían el agua, y traían con gran costo de otros lugares, con cañerías muy artesanales o con gomas, de mil formas. Esto lo vimos por ejemplo mucho, en el río Tonco en Salta, en San Carlos donde también se pretende re-abrir una mina de Uranio y hay tendencia explotaciones de todo tipo.
El panorama que se veía era muy negro. Así que pronto descubrimos, con el tema de la minería, que Argentina se convirtiera en un país minero era una locura, porque nunca fue. Una cosa es que haya minerales y otra cosa es ser un país minero. Porque nunca fue rentable el mineral, ¿Porque hora es rentable? y porque ahora no hay minerales en el planeta, viene a buscar lo que queda.
Nuestro discurso ante ellos, los ingenieros mineros, los funcionarios de minas y ante los propios dueños de las transnacionales, terminó siendo ese. “Señores nosotros sabemos a qué vienen, vienen a llevarse lo que queda, vienen a llevarse el resto”.
Lo que queda es el invento de la diseminación del mineral. Que el mineral está diseminado, entonces hay que volar la montaña, por eso no hay más grutas, socavones, galerías, no hay más un minero con un casco y la linterna en la cabeza, porque la explotación se hace a cielo abierto. Entonces las razones de porque se hace a cielo abierto con esas voladuras inmensas, es porque hay que barrer inmensas cantidades de territorio, para convertirlo decididamente en atrapar el poco mineral que se haya diseminado. A cuanto más diseminado está el mineral, más voladura y agua necesito.
Y hay dos cosas que nos llamaron mucho la atención al analizar el informe de impacto ambiental que presentaban las mineras.
Ellos no consideraban en el impacto ambiental, ni al agua, ni a la energía. O sea que en sus datos y costos, aparecía cianuro, la cal, (porque necesitan mucha cal para levantar el PH) pero el agua no figuraba, ni la energía. Y curiosamente son los insumos más importantes que tiene la minería. El agua y la energía.
Descubrimos con los informes que sacamos del buró minero canadiense norteamericano, que es la oficina que aportan los datos las propias minera, que para las minas que venían acá requieren no menos mil litros de agua por segundo, noche y día, las 24 horas. Una locura. Si en este momento, se explotará al unísono las zonas Barrick Gold, allá donde estaba el Ladero, Penélope que es una montaña que está detrás a espalda de la planta y Pascualama, pues se necesitaría más de tres metros cúbicos de agua por segundo es decir, más de tres mil metros de agua por segundo.
El resultado hoy lo tenemos. Este dato, que yo lo decía y pregonaba por todos lados, la gente lo utilizaba, los mismos compañeros y los mismos académicos, diciendo que se necesita mucha agua. Pero todos tenían miedo en decir la cantidad. Nadie decía mil o tres mil litros, porque les parecía una locura. El mismo periodista que informó un día en diario tribuno de Salta, que estaban haciendo dos pozos del lado argentino para llevar agua para Salta, en ese momento decía que eran dos pozos para llevarse tres mil litros de agua por hora. Yo le mande una nota, correo electrónico al diario diciéndole: “Compañero, es por segundo”. Ellos me dieron la razón, pero creyeron que era tanto que era un error y que no podía nunca ser por segundo. Entonces ellos modificaron lo que la propia minera había puesto y pusieron por hora creyendo que se habían equivocado.
Y esta es la realidad, se usa esa cantidad de agua. Hoy tenemos los informes de las gerencias de las mineras de Chile, cuando se les pregunta por las dos minas más importantes de ellos que requieren esa cantidad de agua, que yo lo publique en mi libro: “Vienen por el oro, vienen por todo”. Que cantidad de agua requiere esa minera, estaba usando en ese momento 1900 litros de agua por segundo, y tuvo que parar porque necesitaba más agua. Quiere decir que sin agua no hay minería. Puede haber la cantidad de minerales que se te ocurran, pero sin agua no hay lixiviación.
Lixiviar es transformar un sólido en líquido. Pero imaginemos la cantidad de sólido que contiene un roca, porque primero hay que desechar rocas enteras que no contienen tienen nada y quedarse con aquellas que tienen. Es tal la cantidad de desechos que generan, que es incalculable el daño de ese agujero inmenso que a veces tienen 6km de diámetro, por un km de profundidad y uno al lado de otro.
Esta es la realidad, ellos vienen a buscar y a llevarse y no dejar nada aquí. Y esto es así porque aquel país que mantenga o que controle o que tenga, como en este caso tienen los chinos, el 97% de tierras raras en su poder, la manejan al menos ellos, tienen el control en gran parte del planeta. Toda la digitalización moderna depende de esas tierras raras.
– En estos años, ¿Ustedes que cree, como ha sido la toma de conciencia. Ha sido un acto desesperado, un acto voluntario, un acto de reacción ante el miedo o fue de todo un poco?
– Evidentemente fue de todo un poco, porque la gente al ver todo esto, al visibilizar esto, enseguida tomaba conciencia. Y nosotros nos basábamos en generar lo que tanto éxito nos dio a lo largo de nuestras luchas, allá en los ochentas. Porque no fue en el 2001 las asambleas. Las asambleas nuestras en el 86, la Comisión de Energía Atómica llega a Trelew, para informar que va hacer el basurero nuclear en la Patagonia. El primer repositorio de desechos radioactivos de alta actividad en el mundo.
La toma de conciencia de la gente, es cuando toma contacto directo con el tema. Si tú les dices que debajo del pueblo de Andalgalá hay más oro que en la montaña, y que tarde o temprano van a tener que salir de esas casas y dejar ese lugar, porque la minera compró el pueblo, la gente saltó como loca.”¡¡ A mí no me sacan de acá!!”. Y ellos tienen el oro debajo, Y el NT de Londres publica:
Esos pueblos ignotos de la Patagonia, duermen sobre oro y no saben del dinero que tiene en su poder y ni la calidad de vida que abandonan”. Resulta que a esos pueblos ignotos, vienen los grandes potentados del norte buscando agua, lago, mar y bosque que ya no tienen en sus territorios.
En Estados Unidos más del 60% del Oeste norteamericano está contaminado. Las aguas que separan Canadá con los lagos del país del norte, todos contienen DimetilMercurio, algunos en mayor o menor proporción. La contaminación es un espanto y ahora quieren corregir eso.
Esquel ya tomó mucha conciencia en su momento, cuando le pasamos una película a los compañeros sobre el estado de Montana (EEUU). Allí se aplicó la minería de Uranio y un buen día se contaminó el agua y el río, y la similitud con la zona de Esquel es muy parecida. La gente a pesar, va hacer actividades lacustres, etc. Y descubre (en Montana) que no pueden practicar más el turismo en el lugar y empiezan a perder fortunas el pueblo y las localidades de esos lugares. Entonces descubren que tiene que rechazar al cianuro de sodio que fue el responsable de la contaminación. Entones fíjate, Montana prohíbe el cianuro de sodio en los Estados Unidos y las minas que allí tiene su sede vienen a la Argentina a practicar la extracción.
En el estado de Columbia (Canadá), límite con Washington, sobre el Pacífico, se prohibió la extracción de Uranio y las minas que vinieron a Esquel vienen de ese lugar de esa zona, a practicar la minería de Uranio acá, a llevarse el Uranio de acá, porque tienen prohibido en su lugar hacer las perforaciones. Hoy ocurre eso con el Fraking, el petróleo no convencional, que hay que sacarlo de alguna forma (según ellos), haciendo un daño espantoso. Niegan el daño, y como no lo van a negar si lo que ellos buscan el dinero que le va a proporcionar eso.
Nosotros lo que queremos es discutir, debatir otra calidad de vida y con esa discusión decir que país queremos, al decir que país queremos estamos diciendo qué minería queremos para ese país.
Si yo tengo el cómo?, de dónde saco el mineral, como lo saco?, cuánto saco?, yo tal vez esté haciendo minería, porque voy a necesitar el cobre para mi país pero no para exportar, porque voy a prohibir que se exporte, ahí necesito volúmenes inmensos para exportar y al hacer esos volúmenes, caigo inevitablemente en un sistema extractivo perverso.
Se viene en esta lucha, en el año 2015, una guerra muy grande, una discusión muy grande en Argentina como en el resto de América Latina, con el tema de la energía. Sigue habiendo el mismo problema, agua y energía. La energía es vital. Sin energías tú no mueves ni un palo, nada. Tú calcula que la energía que consume la Alumbrera, es la que produce el Chocón Cerro Colorado. Una sola mina consume el 80% de la energía, que consume todo el pueblo de Tucumán y sus industrias. Si tienes tres o cuatro minas de esas, no hay energías que aguante.
“Si el sur cerrara el grifo, el norte deja de ser primer mundo al día siguiente”.
– ¿En qué plano se debe dar la lucha?
– Actualmente se está dando en el plano legal en el educacional. Va a llegar un momento en que (ya ocurre en otros países, ellos intervinieron con violencia), yo creo que debemos tener cierta disposición a saber cómo enfrentar el grado de violencia que ya empezar a ejercer sobre nuestros pueblos, para que ellos hagan su cometido estas transnacionales del llamado primer mundo. Tarde o temprano puede ocurrir algo semejante (referido a medio Oriente) Tenemos y podemos evitar. Primero tenemos que analizar políticamente la cercanía de nuestros pueblos de América del Sur con América del Norte. Que no les conviene hacer de este sitio un volcán vietnamita o iraní, un volcán bélico. Les conviene, manejar y adueñarse de un territorio que a ellos también les sirva de intercambio, Porque ellos tiene el lugar como reserva territorial. Nos dimos cuenta por la cantidad de potentados que han venido a la Patagonia y hoy son dueños de grandes extensiones de tierra. Son dueños de lugares donde quieren prohibir la presencia del patagónico en un lago, en un río, porque ellos hicieron allí sus cabañas están sus redes. Una locura. Y esa lucha de alguna manera la estamos dando en el campo legal y luego en el campo de las movilizaciones.
Yo creo que si tuviéramos un pueblo culturalmente educado en cuanto a conocimiento y no educación que nosotros conocemos como tal. Sino un pueblo que sepa defender su territorio y saber que es lo quiere en el futuro, tiene que impedir por todos los medios a su alcance el advenimiento de esta avalancha d esta invasión minera extractivista en todos los actos. Lo tiene que impedir.
– Cómo ve en nuestro país a los movimientos sociales, ¿están a la altura de las circunstancias?
– Nosotros en algunos sitios hemos logrado movimientos sociales y asambleas que le discutieron el poder local al oficialismo. En Esquel era más importante la asamblea que el Concejo Deliberante. Cuando se ponía una cañería nueva o se hacía un barrio nuevo, venían a consultar a la asamblea que opinaban los muchachos de la asamblea en vez de preguntar al consejo deliberante y al intendente, había un doble poder.
En Tinogasta yo doy una charla ante 60% de la gente en la calle, unas 8 mil personas y a la hora yo les digo: estarán cansados. “No, seguí” me gritaban. Explicando de porque ellos no querían la minería y yo explicando cuál era la minería que rechazábamos y porque la rechazábamos. Porque hay que explicarlo, hay que discutirlo públicamente, hay que volver al espíritu asambleario griego, si es necesario. En las calles, en las plazas, como hicimos en Esquel, en Chubut contra el basurero nuclear, Como hicimos en el 2001.
Tenemos que volver a eso, es decir la democracia que la democracia nos represente en lo bajo, tenemos que buscar participar de la democracia, la democracia participativa. Donde tengamos voz y voto pero real tangible, no cederle este poder a uno que mañana lamentablemente le puede vender el alma al diablo.
– ¿Qué pensamiento le merece lo que ha sucedido en Chubut?
– Bueno, fue una vergüenza total lo que ha ocurrido. Nosotros hicimos un proyecto de Ley y utilizamos una carta que tiene la constitución (del Chubut) que es lo que se da a llamar “la banca del ciudadano” en la legislatura, a través de esa iniciativa popular, presentamos el proyecto acompañándolo de 13.007 firmas, (repasadas para que nadie vaya a cuestionar algunos de los firmantes). Yo personalmente fui escuchado por los legisladores de todas las bancas. Y fui a explicar porque la Ley. Estábamos haciendo un proyecto de ley que mejoraba la 5001, que había hecho rápida entre gallos y medianoche, la propia legislatura sin que le dijéramos nada allá por el 2003. Esto se debió a que en el año 2003 cuando el plebiscito de Esquel le dijo que NO a la megamineria con el más del 80% de los votos, inmediatamente al otro día se da cuenta que estaban fuera de foco los legisladores y sacaron una ley prohibiendo esa minería, esa es la ley 5001, hoy la quieren tirar abajo, porque no pueden llevar a cabo ningún tipo de explotación minera. Y quieren zonificar la explotación. Ellos dicen: la cordillera no la vamos a tocar (por ahora), vamos a tocar la meseta; y el agua no va a ser de los ríos, vamos a sacarla de los posos. Nosotros inmediatamente le decimos que el agua subterránea es un fósil y que NO la pueden tocar ya que es irrenovable, y más con el cambio climático que hay en estos días. La que tienes en ese lugar es muy difícil que la vuelvas a tener.
Y tenemos cuencas cuencas y cuencas con una buena cantidad de agua, pero con la cantidad que necesitan para lixiviar, no va a quedar nada en poco tiempo. Como en Chile, donde los propios Senadores me lo dijeron, sin parpadear, mire, la ley de ustedes que sacaron contra los Glaciares en la Argentina, no la podemos hacer en Chile, Pero, ¿Por qué? Nosotros necesitamos el agua para lixiviar el cobre. Para nosotros el cobre es como para ustedes el petróleo.
Para ellos es muy importante el cobre, ellos exportan el 40% del cobre del mundo. Ese cobre es de origen chileno. No chileno, era chileno, de Pinochet para acá, terminan cediendo los mejores territorios con Cobre a las transnacionales.
Entonces, cuando yo les digo, va a ver un momento que se van a quedar sin glaciares y sin cobre; se encogen de hombros el hombre y me dice: “Bueno, hay que esperar ese momento”. Como si ese momento no pueda ocurrir mañana. Esta es la realidad que nos toca vivir con legisladores que representan de esta manera. Cuando te hablan del futuro de tus hijos, del porvenir y demás es todo mentira de una falsedad absoluta. Ellos reparan en un presente, en llenarse los bolsillos hoy y perpetuar un sistema capitalista voraz, salvaje, sin importarle el daño que hacen a la humanidad y al futuro, a un planeta que ya está muriéndose.
– Este gobierno dice que defiende la soberanía, ¿qué opina usted?
– Eso es una locura. ¿Por dónde empieza la soberanía? Si yo soy un gobernante norteamericano o un legislador, lo que pretendería ser, es tal como están las cosas hoy. Le permito a Argentina que me diga hasta que soy un salvaje, bruto e ignorante, pero que me deje que el territorio es mío, que lo que tiene ese suelo es mío. Que esos son recursos naturales.
Y nosotros le decimos que son bienes comunes nuestros, no son recursos naturales, pertenecen a los comunes, a la comunidad. Esos son los comunes, los comuneros, la comunidad, ese es el hecho que sean bienes comunes. Por eso no son bienes naturales y menos recursos naturales. ¿Quién autoriza para algo sea un recurso? Es obvio que nos quieren dominar hasta con la palabra. Recurso, recurrir al recurso; no. Entonces la lucha nuestra se da en todos los planos y es difícil porque el gobierno tiene una manera de pensar, para perpetuarse en el gobierno, para seguir siendo gobierno, tienen una manera de funcionar donde no tienen en cuenta a este pueblo que está padeciendo de manera lacerante este despojo. Este saqueo.
Luchamos contra la contaminación, contra el despojo, el saqueo y contra esta suerte de éxodo que produce el extractivismo, destruyendo las economías regionales.
¿Estas luchas pueden llegar a buen puerto?
– Te imaginaras que si nosotros estamos en esta batalla, es porque creemos que lo podemos cambiar. Yo no estaría sino supiera que puedo cambiar esto. Es más, de todas maneras lo voy a intentar.
Hace poco en el debate que di en la Universidad de Gral. Sarmiento dije: ”Mira, tú puedes estar a favor o en contra de estas luchas, pero quedarse al margen es inmoral”.
Fuente: https://zumbalaturba.com.ar/?p=137
En consecuencia, contra la ofensiva del sistema mundo capitalista y sus locales para acaparar tierras y los otros bienes comunes naturales pero también los sociales, se hallan los pueblos originarios en la primera línea. Autoperciben su vida arraigada en el respectivo territorio ancestral como comunidad, cultura y espiritualidad en simbiosis histórica de siglos con esa particular zona geográfica.
Valoremos que la actual emergencia climática es la expresión contundente de la socioecológica a que el capitalismo ha conducido y agrava al expandir su acumulación oligopólica por devastación de la naturaleza y destrucción de equilibrios ecológicos de la salud planetaria. Por eso, como señala Survival International, los pueblos indígenas desempeñan un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático. Sus tierras protegen el 80% de la biodiversidad mundial y desde los incendios en la Amazonia hasta las marchas contra las minas de carbón en la India, los pueblos indígenas se juegan la vida para detener la destrucción de la naturaleza.
Agreguemos que nos enseñan apreciar la simbiosis de la humanidad con la naturaleza y la autoorganización comunal según principios de buenos vivires convivires.
Las resistencias indígenas para mantener convivencias con particulares ecosistemas nos ayudan a descubrir caminos de ensayos para habitar el planeta en forma saludable y feliz.
Suscitemos, desde las luchas territoriales, alerta de una creciente mayoría sobre que no son tiempos de rutinas, repeticiones, aceptación y resignación. Al contrario, son tiempos de enjuiciar al 1% de la humanidad que maximiza la expropiación de los bienes comunes socionaturales. Es fundamental instalar en la agenda social que el capitalismo sume en crisis civilizatoria y está en crisis estructural. Su omnipotencia es más creencia suya y propaganda de fastuosidad. Pero ahora su desfachatez y sarcasmo arraiga en que ha comprobado la involución de muchísimos agrupamientos e individuos en el mundo respecto a los ideales de justicia social, de emancipación de los poderes expoliadores y de autodeterminación de los pueblos. Sin embargo, nuestro desafío abajo es cuestión de vida presente y futura como lo asumen las luchas territoriales.
Subrayemos e insistamos en que estamos, como humanidad, subsumidos en catástrofe ecológica por el modo de producción-consumo y mercantilización de la naturaleza que el sistema mundo capitalista y sus locales ejecutan.
Necesitamos, por tanto, esforzarnos en unirnos y autoorganizarnos para superar al posibilismo y al reformismo (prevalecientes entre nosotros) que concilian con los poderes globales y locales.
Coincidimos con EmilianoTeran Mantovani en preguntar: “¿Existen las posibilidades de que surja un gran movimiento global por la justicia climática? A nuestro juicio sí. Cada vez más personas se sienten sensibilizadas y alertadas por el problema. Y aunque es paradójico para las luchas por la vida, a medida que la crisis climática se agrave, más gente se sumará. La cuestión es también un problema de tiempo, ya que debemos generar un cambio significativo, quizás como ninguno en la historia de la humanidad, en esta misma década. 2020 es la década decisiva.
Cada acción cuenta, y mucho más en un sistema tan interconectado, en donde cualquier cosa, por más pequeña que sea, puede desatar una reacción en cadena. La clave está en que se sume cada vez más y más personas; configurar la masa crítica. La Acción Climática y la Justicia Climática es ahora”.
También conque: “La acción para abordar tamaño problema tendrá que ser, sí o sí, de carácter multi-escalar: requerimos incidir en cada escala posible. Desde lo más local, pasando por lo nacional, hasta la coordinación de orden regional y global. Pero parece quedar claro que el desencadenante para un giro político que rompa la inercia que domina la gestión del cambio climático, tendrá que venir desde las bases sociales, organizadas o no, lo que incluye a ciudadanas y ciudadanos preocupados por el futuro”.
Si bien es fundamental el internacionalismo revolucionario o la acción global ante el sistema mundo capitalista como comprendió La Vía Campesina. Pienso que la base indomable está en las raíces entroncantes con todos los pueblos planetarios en lucha por su respectiva autodeterminación y no de ciudadanas/os “preocupados por el futuro”. En Argentina ese arraigo local-plurinacional reside en las luchas territoriales o mejor en las defensas y recuperación de territorios para la vida contra los extractivismos rurourbanos. Que tienden a multiplicarse y a ampliar-profundizar la unión ya existente en la UAC.
Desde España aportan al aprecio por esas luchas territoriales cuyo origen parte de reconocer a los bienes comunes y comprometerse con su vigencia, puesta en práctica:
En consecuencia, o en resumen como definen Julia Cámara, Miguel Urbán/ Viento Sur:
una mirada poliédrica a un debate que podría parecer antiguo pero que no solo es de plena actualidad, sino que se nos revela como fundamental para hacer frente en buenas condiciones a los retos del presente. Desnaturalizar un régimen de propiedad privada de una minoría, basado necesariamente en el expolio y desposesión de las mayorías sociales, para abrir horizontes de posibilidad donde las necesidades colectivas y la vida buena para todas y todos sean la prioridad de cualquier articulación social, económica y política.
Formulo algunas correcciones a conceptos claves. Considero que las «luchas sociales» deben convertirse en «lucha de clase» o sea de antagonismo horizontal, plurinacional e irreconciliable con el Capital y su Estado en las distintas jurisdicciones. También creo conveniente referirse al capitalismo y no al neoliberalismo. El 19/20 se pronunció contra esta etiqueta del sistema y tácitamente no descubrió la imposibilidad de otro capitalismo en nuestra época. A este desconocimiento aprovechó el progresismo K para desviar la rebelión popular hacia conciliar con el poder económico e imperialista. Hoy urge enfocar el pos capitalismo. Hacia otro sistema social valoremos
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