A comunalizarnos

ENFOQUE / METODOLOGÍA

ENFOQUE

Confraternizar hoy entre los diversos de abajo a la izquierda sin fronteras ni muros burgueses es el desafío a asumir para defender la vida planetaria y la salud humana. Es decir, necesitamos actuar de modo contrapuesto con el sistema mundo capitalista que impuso confinamiento y aislamiento ante la pandemia reforzando tanto el individualismo como la presión social contra quienes infringen las normas que le conviene a su orden garante del incesante lucro del 1% humano. Crecimiento económico mediante extractivismos que si no lo frenamos (para luego erradicarlo) aniquilará las Cordilleras, los mares, la Amazonía, los bosques nativos y selvas, El Pantanal y todos los otros humedales, etc…dejará inhabitable al planeta Tierra. Aún más, esos ecocidios provocan y provocarán genocidios silenciosos, silenciados e invisibilizados por el capitalismo.

Nuestro confraternizar hoy arraiga y nutre en que nos reconozcamos compartiendo los derechos humanos y los de la Naturaleza. Estos últimos son las condiciones esenciales a la vida en el planeta que resultan de la coevolución, durante eras geológicas, entre los cuatros subsistemas del planeta Tierra.

El modo capitalista de producción y mercantilización los avasalla a ambos por completo sumiendo a la humanidad en crisis civilizatoria que el Covid19 en interacción con la optimización del neoliberalismo llevó a una situación límite. Provocó agravamiento de las emergencias socioeconómicas del 99% humano y la socioecológica cuya expresión más contundente es la climática. Estamos los de abajo, a la izquierda, ante una inflexión histórica que nos interpela a cambios radicales en nuestras relaciones de convivencia social y con la naturaleza.

Urge que una creciente mayoría de los oprimidos por el sistema mundo capitalista y su local, rompa con la conciliación de clases implícita en aceptar el poder (para disponer de nuestras vidas y si nos emplea o no, también fija sus condiciones) de quienes han expropiado y usurpan los bienes comunes sociales y naturales. Se trata ante todo de generalizar la puesta en cuestión del régimen latifundista y destaparlo como fundamental para la violencia de despojo-exclusión social del Estado y del Capital al disponer de propiedades sobre vastas extensiones de tierras. De ahí lo prioritario para la afirmación de la vida-salud planetaria de construir la unión de todas las existentes luchas por justicia social con las socioterritoriales en torno de la deliberación y decisión de asumir la «reforma agraria integral» hoy anticapitalista, antiimperialista, antirracista, anticlerical, antipatriarcal y decolonial tanto del saber como del poder.

Nuestro desafío urgente de contribuir a decolonizar el saber mayoritario significa la revisión crítica de las formas tradicionales de concepción y producción del conocimiento impuestas por el sistema opresor y represor. En base a esta exigencia previa al compromiso con la  «reforma agraria integral», ante todo anticapitalista, es que planteo constituir un frente cultural político desde una creciente incorporación a la unión en diversidad de las luchas existentes en todo el país-continente. Es apreciar la cosecha cognoscitiva y reflexiva de las autoorganizaciones vecinales, científicas e indígenas en sus confrontaciones con el Estado y el Capital.

CONFRATERNIZAR HOY ES POSIBLE

Responsable del portal Confraternizarhoy: Elena Cedrón con la ayuda imprescindible e invalorable de Martín Azcurra para programación y mantenimiento mensual de web desde agosto 2004 hasta diciembre 2021 inclusive.

En marzo 2022 hay rediseño de Confraternizarhoy por colaboración de programación-mantenimiento y diálogo de aprendizaje mutuo con mi sobrino nieto mayor, futuro sociólogo e historiador: César Óscar Cedrón. ¡Gracias! Desde junio de 2023, Emilio Eduardo Vitale será el administrador y le agradezco mucho su ayuda, labor de amigo y de uaquero.

Analicemos desde otra visual a:

Bienes comunes vs. propiedad privada…
en tiempos de pandemias

22 de noviembre de 2021

Por Julia Cámara, Miguel Urbán/ Viento Sur

Se dice, y es verdad, que la crisis sanitaria, económica y social provocada por la pandemia de la covid-19 lo ha cambiado todo. Tanto que durante un tiempo fue posible dudar de si iba a ser también el punto y final de lo que conocemos como neoliberalismo. O, lo que es lo mismo, del entramado de políticas, dinámicas económicas e intereses que ha impregnado en las últimas décadas las agendas de los gobiernos y de las instituciones internacionales –y, por supuesto, también de las de la Unión Europea– en torno a la bandera de Más mercado. Desde luego, la pandemia ha profundizado y acelerado la crisis hegemónica que ya sufría el neoliberalismo desde hace años. Sus políticas siguen siendo las que rigen mayoritariamente el mundo, pero su capacidad de autolegitimarse y de seducir está cada vez más cuestionada.

La crisis actual ha revelado dramáticamente la fragilidad e inconsistencia de los postulados básicos neoliberales. Durante los primeros meses de la pandemia, las cadenas transnacionales de creación de valor, en torno a las que se articula la división internacional del trabajo, se rompieron. La consecuencia fue una brusca interrupción de los suministros y el colapso de los mercados, contribuyendo de esta manera a la paralización de una parte importante del tejido empresarial. Además, se dio la paradoja de que en toda Europa no tuviéramos capacidad de producir las necesidades básicas para responder ante una emergencia sanitaria de estas características.

La supuesta superioridad del mercado frente a lo público, que ha justificado las políticas de ajuste presupuestario y la mercantilización y privatización de servicios básicos para la vida, como la sanidad y los cuidados, también se ha visto cuestionada. A la hora de la verdad, el cortafuegos para detener y superar la enfermedad ha sido responsabilidad del sector público, que ha tenido que hacer frente a la situación de emergencia en un estado de extrema debilidad provocada, justamente, por las políticas neoliberales. La misma crisis sanitaria ha disparado a la línea de flotación del sálvese quien pueda, uno de los pilares antropológicos del neoliberalismo. Ahí se abre una pelea cultural y política sobre cómo debería ser la vida en común a partir de ahora.

¿Significa esto que estamos entrando en un escenario posneoliberal? Sabemos de sobra que transformaciones de estas características nunca se dan sin luchas sociales. Si no hacemos nada, puede que ocurra todo lo contrario y que nos encontremos viviendo una aceleración capitalista que utiliza la crisis como coartada. Por el momento, los pilares centrales que sostienen el orden neoliberal permanecen intactos. La distribución, la producción y la negativa de liberalización de las patentes de las vacunas han demostrado cómo las grandes corporaciones, las manos visibles de los mercados, se han configurado como una economía en la sombra que gobierna el mundo reforzando un poder corporativo que condiciona, en su propio beneficio, la agenda de los gobiernos y las instituciones. Un auténtico secuestro de la democracia donde la lex mercatoria impera sobre cualquier otro derecho.

Por tanto, no estamos ante los restos del naufragio del orden neoliberal. Pero sí es cierto que esta crisis ha desnudado sus limitaciones, mostrándolo incapaz de asegurar algo tan básico como la propia vida y el bienestar de las mayorías sociales. El relato que se nos vende desde hace décadas presenta las privatizaciones como la respuesta lógica, prácticamente natural, a los problemas y necesidades colectivas. Crisis como la actual nos demuestran no solamente que esto no es cierto, sino que, si queremos tener alguna posibilidad de éxito frente a la emergencia climática y los retos del presente, es estrictamente necesario invertir el proceso. Recuperar espacios para el común, poner el máximo posible de esferas de la vida a funcionar al servicio de los intereses de las clases populares y no de los de una minoría privilegiada cuya forma de vida, depredadora de recursos y derechos, implica cada vez más violencia.

Las crisis son momentos de bifurcación que funcionan como agujeros de gusano que nos permiten asomarnos a otros tiempos y espacios posibles. En periodos como este vemos aflorar, chocar y articularse imágenes utópicas y distópicas. No hay certezas claras y las contradicciones cohabitarán, irán en aumento y tendrán expresiones cada vez más violentas. Cómo se reconfigure ese marco de convivencia, a nivel micro y macro, será determinante y marcará el próximo periodo. Lo que finalmente ocurra no está escrito y dependerá de muchos factores. Entre ellos, de la capacidad que tengamos para imaginar alternativas buenas y deseables para las mayorías sociales y de empujar colectivamente para hacerlas posibles.

Toda alternativa que cuestione el statu quo actual debe pasar por una profundización democrática que acabe con el poder corporativo y permita el control social de sectores estratégicos de la economía necesarios para las mayorías sociales. Solo desde el cuestionamiento de estas lógicas tendremos la oportunidad de sentar las bases de otra economía que enfrente los retos de la emergencia climática y que ponga la sostenibilidad y defensa de la vida en el planeta en el centro de las políticas. El primer paso para el fin del neoliberalismo es, ineludiblemente, pensar que es posible otro sistema que anteponga nuestras vidas a sus beneficios.

En este sentido, la vieja fórmula de bienes comunes aparece como posibilidad que abre la puerta no solo al rescate frente a las lógicas privatizadoras neoliberales, sino a un replanteamiento radical de aquello a lo que nuestra propia existencia colectiva nos da derecho. No se trata solamente de ampliar los terrenos sometidos a la gestión pública, sino de producir y reproducir colectivamente las bases y condiciones de nuestra vida. Una ampliación del concepto de lo público que supera la vía institucional y toma formas diversas en función del contexto y del bien concreto. (…)

En resumen: una mirada poliédrica a un debate que podría parecer antiguo pero que no solo es de plena actualidad, sino que se nos revela como fundamental para hacer frente en buenas condiciones a los retos del presente. Desnaturalizar un régimen de propiedad privada de una minoría, basado necesariamente en el expolio y desposesión de las mayorías sociales, para abrir horizontes de posibilidad donde las necesidades colectivas y la vida buena para todas y todos sean la prioridad de cualquier articulación social, económica y política.

https://vientosur.info/bienes-comunes-vs-propiedad-privada-en-tiempos-de-pandemias/

Fuente: https://rebelion.org/bienes-comunes-vs-propiedad-privada-en-tiempos-de-pandemias/

El capitalismo hoy sólo representa al 1% de la humanidad que ha expropiado y expropia los bienes comunes (sociales y naturales) con el único objetivo de su incesante acumulación oligopólica de riquezas y poder. Este acaparamiento de las condiciones de vida y de trabajo se despliega cada vez más concentrado, transnacional, transnacionalizado, desindustrializador, deserficador y yendo hacia la disolución de Argentina en enclaves o neofeudos de extractivismos exportadores y de extractivismos implícitos en los megaemprendimientos turísticos, comerciales e inmobiliarios. Los apropiadores se mistifican como poder real cuando sólo la unión en diversidad abajo a la izquierda lo tendrá si se concreta y advierte que la omnipotencia de ellos es gracias a la democracia esencialmente contrainsurgente desde 1984 por:

  •  Modelar e infundir la creencia en el Estado y su neutralidad ocultando o justificando su estar al servicio de ‘la’ economía cuando ésta, en verdad, se desarrolla en exclusivo beneficio del contubernio de capitales locales con los imperialistas sin importar multiplicar ecocidios-genocidios silenciosos, silenciados e invisibilizados.
  • Consolidar y modernizar al Estado policial militarizado sustituyendo a su anterior Estado de derecho, por supuesto, falso o formal ya que es y ha sido el poder político de los opresores.  El reemplazo lo comprobamos, desde 1984, en el constante aumento del «gatillo fácil» (sobre todo durante los K autodenominados gobiernos de derechos humanos) o pena de muerte extrajudicial de quienes son los desposeídos totalmente por el sistema e incesante incremento de las desapariciones forzadas en especial para las redes de prostitución.

    Durante la pandemia, desde sus comienzos, el gobierno de los Fernández expandió el Estado represor aduciendo cuidar a la población del Covid19 y privilegiar la salud sobre la economía. Sólo que se refirió a esta última para la aceptación mayoritaria del ajustazo y empobrecimiento estructural de una creciente mayoría. Ya que la del contubernio de capitales y estados imperialistas con los locales o su enriquecimiento continuó profundizándose.

La acumulación gran capitalista local e imperialista de riquezas y poder en el Abya Yala es mediante los extractivismos que no son sólo saqueo y contaminación a gran escala de la naturaleza sino también acaparamiento oligopólico de vastos territorios, desterritorializándolos y reterritorializándolos en función de la eficiencia de exportación como patentiza la IIRSA(enmascarada por los gobiernos progresistas como COSIPLAN) para Sudamérica y el Proyecto Mesoamérica para Centroamérica y México.

Para frenar este acelerado e intensificado acaparamiento ecocida-genocida urge generalizar su percepción o descubrirlo y tomar partido para derrotarlo de ahí mi propuesta de Frente Cultural Político desde las existentes defensas y recuperaciones de territorios en toda la Argentina. Contra esta necesidad imperiosa se halla la autodenominada Campaña Plurinacional por el Agua para la Vida contraponiéndose a la construcción de décadas de la Unión de Asambleas de la Comunidades en lucha por la vida en contra del saqueo y contaminación ambiental (UAC).

El 11 de marzo de 2021 la primera define: «Quienes acompañamos con nuestra firma (colectivos, organizaciones, personas) nos convocamos y convocamos a construir, en este año electoral, LA OTRA CAMPAÑA: “LA DEFENSA DEL AGUA Y LA VIDA” para concientizar, debatir y resolver sobre los problemas y las alternativas que proponemos. NOS MOTIVA acordar y articular a nivel nacional una CAMPAÑA (de difusión e información) y CONSULTA POPULAR, en este año electoral, como primer paso hacia una INICIATIVA POPULAR EN DEFENSA DEL AGUA PARA LA VIDA».

En la actualidad la Campaña cambió su autodenominación de Otra Campaña que remembraba a (su antagónica) la zapatista y persiste en convocar a la unidad de los diversos de abajo hacia que «la legislación priorice el acceso al agua para la vida, por encima de toda otra demanda, disputa o apropiación, cualquiera sea el uso que se pretenda darle»«también debe asegurar que el control popular sobre las fuentes del agua, su calidad y acceso, y nuestra soberanía hídrica, no sean comprometidas por los procesos de endeudamiento público o por los tratados de libre comercio e inversiones».

«La campaña tiene diversos ejes, escribe Darío Aranda (en Página/12 del 17 de enero de 2022) Se comenzó por la difusión (vía redes sociales desde la dirección twitter.com/CampDefensaAgua ) y con una completa serie de conversatorios virtuales («Acceso a la tierra y al agua, claves para la reconfiguración demográfica», «Normativas en defensa del agua», «Agua para la deuda externa o para la vida», fueron algunos de los temas). «El agua es un bien común y un derecho.

Queremos protegerla, cuidarla; evitar el uso indiscriminado, el desperdicio, la contaminación. Tenemos que avanzar hacia una conciencia colectiva de cuidado y acompañarla de una legislación que la defina como elemento vital a preservar para la continuidad de la vida», remarcan la Asamblea Jáchal No Se Toca, el Servicio de Paz y Justicia, las Madres de Ituzaingó Anexo, la ONG Conciencia Solidaria, la Multisectorial Paren de Fumigarnos (Santa Fe), el Espacio Intercuencas, la Coordinadora Basta es Basta por una Vida sin Agrotóxicos, la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de Nutrición (UBA) y la Federación de Profesionales de la Salud (Fesprosa), entre otras organizaciones».

Como Lenin caracterizó al Parlamentarismo, quienes conducen la Campaña se han acostumbrado a discursear sin contraponerse al poder real ni a su Estado ni, por supuesto, al régimen latifundista-mercantilizador que es la dictadura burguesa. Por eso, se esfuerzan en que una creciente mayoría focalice su atención sobre los derechos de los pueblos y de la naturaleza e ilusionan a esas mayorías en delegar su poder de deliberación en el Congreso cuando el presente y la historia patentizan la extrema corrupción de senadores-diputados al representar sólo intereses lucrativos del bloque dominante e individuales.

Descontextualizan que el gobierno de los Fernández, junto a los gobiernos provinciales, se esmera por imponer la aceleración e intensificación de todos los extractivismos y no es para satisfacer condicionamientos del FMI sino porque son los únicos modos de acumulación oligopólica de riquezas y poder en el Abya Yala.

Verificamos que el gobierno FF está al servicio del llamado poder real (éste lo es gracias a la vigente democracia esencialmente contrainsurgente) en la nueva ley agroindustrial que es el plan de las corporaciones con dominio sobre el sistema transnacionalizado y transnacionalizador de agronegocios. Fue presentado al Congreso casi después de las PASO, el 30 de septiembre 2021, por ese bloque dominante en compañía del Presidente, la Vicepresidenta y Julián Domínguez, ministro nacional de Agricultura. Es una explicitación desfachatada de cómo los poderes Ejecutivo y Legislativo actúan para el enmascaramiento democrático de la dictadura política económica y social de la gran burguesía transnacional y transnacionalizada.

Que en el presente los altos funcionarios muestren sus relaciones subordinadas a quienes planifican el país según el desarrollo de sus formidables negocios sin responsabilizarse por la consecuente profundización y extensión de la pobreza tanto del país como de sus pueblos debería suscitarnos reflexiones e interrogantes sobre porqué tanta insolencia y cómo ésta anuncia el final del simulacro democrático de leyes fundamentadas en demandas sociales pero siempre sujetas a vulneración. Nos anuncia años venideros en que avanzará la ocupación totalitaria de todos los territorios sea como sea. Lo ejemplifica Colombia en: «El Plan Artemisa es un diseño de guerra que ataca y judicializa a miles de colonos que, ante la ausencia de una reforma agraria democrática que les dote de tierras y recursos, se ven obligados a desplazarse hacia nuevos territoritos en los que puedan organizar sus actividades agrarias y de supervivencia«.

Se incendia Amazonia colombiana y Duque la militariza

A 20 años en que esas burocracias experimentaron gran susto, hoy nuestros falsos representantes se autoperciben demasiado privilegiados e inmunes como para temer una rebelión popular que los encarcelen y les quite todo lo que han expropiado.

Lenin escribe en “El Estado y la revolución” que las siguientes medidas de la Comuna, subrayadas por Marx, son dignas de particular atención: la abolición de todos los gastos de representación, de todos los privilegios pecuniarios de los altos funcionarios públicos, la reducción de los sueldos de todos los servidores del Estado hasta el nivel del “salario del obrero”.

Esto muestra con mayor claridad que ninguna otra cosa, el viraje de la democracia burguesa a la democracia proletaria, de la democracia de los opresores a la democracia de las clases oprimidas, del Estado como «fuerza especial» para la represión de una determinada clase a la represión de los opresores por la fuerza general de la mayoría del pueblo, obreros y campesinos.(..)

Todos los funcionarios públicos sin excepción, sujetos a elección y revocación en cualquier momento, sus sueldos reducidos al nivel de un «salario obrero común». Estas sencillas medidas democráticas, al mismo tiempo que unifican los intereses de los obreros con los de la mayoría campesina sirven de puente que conduce del capitalismo al socialismo.  Estas medidas conciernen a la reorganización del Estado, la reorganización exclusivamente política de la sociedad; pero, desde luego, adquieren su pleno sentido e importancia sólo en conexión con la «expropiación a los expropiadores» ya en realización o en preparación, es decir, con la transformación de la propiedad privada capitalista de los medios de producción en propiedad social.

*pp.54-55 del tomo XXVII de Obras Completas de Lenin/editorial Cartago,1970

Ya fundamenté porqué la Campaña es un desvió de las luchas socioterritoriales hacia un callejón sin salida para las necesidades e intereses populares. Lo argumenté en Confraternizarhoy de julio 2021:

La ‘Otra campaña’ ‘plurinacional’ por el agua para la vida vs.
La Otra Campaña del zapatismo y las luchas territoriales.
Por enmarcarse en elecciones para la gobernabilidad del sistema de avasallamiento de derechos tanto de los pueblos y de los trabajadores como de la naturaleza.

Insistamos, en Argentina, estamos sumidos bajo una democracia que es esencialmente contrainsurgente para viabilizar la dictadura de los oligopolios imperialistas en comunidad de negocios con las elites locales. Y las elecciones sólo retroalimentan falsas esperanzas e ilusiones ante la sustitución de la prevalencia de un partido político de estado por otro también de estado o perteneciente al poder económico.

Tengamos presente al Estado o poder político de las clases opresoras que violenta e impone el ‘Mercado’ (fetiche de los súper negocios oligopólicos a expensas de arruinar el país y empobrecer a sus pueblos) y comparemos con la autoorganización de vecinos en defensa de la vida en sus territorios contra los extractivismos que data desde el año 2006.

  Chubut, 22 de enero 2022

Desde la Unión de Asambleas de Comunidades de Chubut (UACCh), abrazamos con fortaleza a cada una de las asambleas y comunidades que integran la Unión de Asambleas de Comunidades por la vida y el territorio contra el saqueo y la contaminación (UAC) y a todas aquellas que resisten a lo largo y ancho del territorio en contra de todo extractivismo.

Desde la tierra del ChubutAguazo, cuna de las históricas marchas de los 4, agradecemos que se tome esta fecha tan significativa para nosotrxs y que se haga carne en todo el país, unificando las luchas y resistencias, pisando fuerte y convirtiendo la marcha de los 4 en el día en que los pueblos dan pelea a todo intento de avasallamiento y saqueo.

Desde territorio ancestral y con el newen del pueblo mapuche tehuelche alzamos la voz en un grito colectivo de rebeldía y esperanza, entendiendo que somos protagonistas y responsables de torcer el destino que nos imponen los gobiernos del régimen, escribiendo una vez más la historia con alegría, amor y dignidad!

✊? MEGAMINERIA EN NINGUN LUGAR! ✊? POR UN MAR SIN PETROLEO! ✊? BASTA DE SAQUEO! ✊? POR UNA VIDA LIBRE DE TODO EXTRACTIVISMO! ✊? POR LA UNION DE LOS PUEBLOS EN RESISTENCIA! ✊? POR UN 4 DE CADA MES QUE NOS ORGANICE EN LAS CALLES A LO LARGO Y ANCHO DEL TERRITORIO. *¡NO ES NO!* *¡NO PASARAN!*

METODOLOGÍA

Desde el portal Confraternizarhoy procuro contribuir a la generalización de la percepción (conocimiento y posicionamiento) respecto a las subversivas luchas en defensa de los territorios de Argentina y el Abya Yala para la vida-salud de la naturaleza que incluye a la humana. Enfrentan al contubernio de capitales y estados imperialistas con los locales por su acumulación oligopólica de riquezas y poder mediante los extractivismos o ecocidios con sus consecuentes genocidios silenciosos, silenciados e invisibilizados. Son vecinos autoconvocados que se organizan en asambleas de las comunidades pertenecientes a las zonas de sacrificio para el crecimiento económico impuesto como si fuese el de los pueblos de Argentina cuando es el del gran capital con socios menores tanto en la casta política como en las burocracias sindicales y judiciales.

Desde 2006 se ha constituido la Unión de Asambleas de Comunidades por la vida y el territorio contra el saqueo y la contaminación (UAC). Pero urge la unión de todas las luchas existentes en pro de la multifacética justicia social con las defensas y recuperaciones de territorios para los pueblos. Porque hoy la pandemia y la aceleración e intensificación del neoliberalismo por el sistema mundo capitalista agravan la emergencia socioeconómica del 99% y la socioecológica cuya expresión más contundente es la climática.

Sin embargo, las mayorías no aspiran hoy a esa unión en diversidad de los de abajo ni las izquierdas políticas suscitan deseo y mirada hacia la puesta en práctica por los pueblos de los principios de fraternidad, libertad e igualdad social de la revolución francesa de 1789-1799 para sus respectivas autodeterminaciones. Veamos dos fundamentales explicaciones respecto a las subjetividades mayoritarias:

I) El predominio de los progresistas e izquierdas reformistas por amplio consenso de la conciliación con el sistema opresor debido a las raíces profundas del nacionalismo popular o estatismo de siglos.

Observamos que la pandemia no interpeló a la gran mayoría de los diversos de abajo sobre la situación límite e inflexión histórica de la humanidad. No sucedió porque, entre ellos, predominan subjetividades en conciliación con el sistema opresor sea por conformismo sea por resignación sea por creencia en la impotencia de los pueblos de hacer al cambio social. También por la gravitación del estatismo y el nacional populismo hasta en las izquierdas marxistas.

A causa de esta influencia necesitamos, abajo y a la izquierda coherente con su esencia común-ista, que una creciente mayoría de los oprimidos (por el sistema mundo capitalista y su local) rompa con la conciliación de clase implícita en que los expropiados y expoliados practiquen la lógica mercantil del Capital. Como ejemplifica la exigencia de estatización de la administración sobre el Paraná en nombre de poder financiar la distribución equitativa. Es el objetivo del Frente por la Soberanía Nacional que, como la Campaña Plurinacional por el Agua para la vida, no se convence que el capitalismo hoy es únicamente neoliberal y si continúa avanzando va a exterminar la vida planetaria. No asumen que sus dirigencias son burócratas o con vidas en acuerdo con el sistema opresor y tampoco asumen la actual inflexión histórica de la humanidad que interpela a erradicar el Capitaloceno desde todos nuestros territorios geográficos y sectoriales.

Reflexionemos sobre:

Declaración política del Frente por la Soberanía Nacional

18 de marzo de 2021

¿Por qué se sigue entregando la soberanía de los ríos y no se controlan los puertos? Según el decreto 949/20 y el próximo llamado a licitación internacional al Redragado y Señalización de la red troncal -de la mal llamada “Hidrovía Paraná-Paraguay”- el gobierno nacional propone la continuidad de la política de entrega de puertos, tareas, astilleros, talleres, dragado, balizamiento, control de exportaciones y medios, concesionados en 1995 por un plazo de 25 años y que vence el próximo mes de abril del corriente año.

Es un gran interrogante y un enorme desafío que tenemos las organizaciones populares, que estamos dispuestas a enfrentar esta nueva entrega de nuestra red fluvial más importante: el Río Paraná y el Río de la Plata.

Denunciamos el Decreto 949/20 y lo acordado en Montevideo porque privilegia, como entrada y salida, al Paraná Bravo por el Puerto de Nueva Palmira (Uruguay) y al Canal Punta Indio por el Puerto de Montevideo (Uruguay), favoreciendo la navegación de buques que se llevan nuestra riqueza sin aportar lo que corresponde al Estado argentino.

Queremos revertir la entrega del control de las vías navegables, la cesión de empresas energéticas, de servicios públicos, de recursos naturales, de la banca pública, y más. Tenemos que entender, de una vez por todas, que acá lo que realmente está afectando al desarrollo del país es este modelo agroextractivista que garantiza el libre manejo de nuestros recursos, permitiendo que nuestra producción agraria fugue hacia Paraguay y Brasil, siendo de dominio público que esto se realiza por camiones y buques vía Asunción, evadiendo controles e impuestos.

¿Y la Argentina? ¡Bien, gracias! Mientras mantenga el dragado, la señalización y los estudios correspondientes a un río para que pueda ser navegable. Los argentinos y las argentinas hemos comprendido que el control de nuestras exportaciones es una práctica soberana, enfrentada al interés de las multinacionales. El fallido proyecto de intervención y estatización de Vicentin demostró que el poder real no admite intervenciones a su saqueo.

Quienes integramos el Frente por la Soberanía Nacional sostenemos que el Dragado, Señalización y Mantenimiento de las Vías Navegables debe hacerlo una empresa del Estado, para que sus beneficios económicos lleguen al pueblo argentino, que es a quién pertenecen.

El Frente por la Soberanía Nacional considera que esta concesión ha sido un terrible desfalco a la Nación, porque se inició favorecida con subsidios, para luego recibir el privilegio de seguir cobrando sus beneficios en dólares.

A esta situación colonial a la que nos quieren someter hay que enfrentarla con las acciones que nos piden la Patria y el Pueblo, como hoy enfrentan la megaminería los y las compatriotas de Chubut, los mendocinos y las mendocinas y tantos otros y otras compatriotas, poniéndole el pecho a las balas.

Lamentablemente, algunos gobernadores y funcionarios, para vergüenza de nuestro pueblo, elogian la ecuación económica sin decir adónde fueron las riquezas y las ganancias obtenidas -celebrando el manejo de la Hidrovía desde su concesión- de manera tal que se encuentran festejando la contradicción producida entre la riqueza que fluye por la Hidrovía y la contrastante pobreza de nuestro pueblo, que ha crecido enormemente, arrastrando a muchos y muchas compatriotas a la indigencia.

De continuar con este modelo extractivista y agroexportador, Argentina seguirá deforestando, expulsando a los pueblos originarios y destruyendo las economías regionales. Esta política agropecuaria exportadora es la causante del aumento de la inflación y la desocupación y la baja de los salarios.

No podemos seguir con un modelo que atenta contra el medioambiente, sin estudios suficientes y sin que importe nada, solamente para beneficiar a las multinacionales, porque de todo eso se benefician unos pocos, mientras que al país y al pueblo les queda el efecto devastador de esas acciones deleznables.

La Soberanía es de gran importancia para el desarrollo de la libertad plena del Pueblo, basada en los principios de igualdad, solidaridad y respeto.

Este Frente tiene el compromiso de realizar todas las acciones necesarias para contrarrestar esta política, que es absolutamente culpable del hambre y la miseria de nuestra gente; de reducirnos a un nivel de esclavitud, sin posibilidad de acceder a la salud, a la educación, a la dignidad.

Debemos recuperar la soberanía sobre nuestras vías navegables y puertos.

● Entendemos que NO podemos ni debemos permitir una nueva Licitación del Dragado y Balizamiento de las Vías Navegables, así como los proyectos que promueven la profundización de los Ríos Paraná y de la Plata.

● Exigimos la derogación del Decreto 949/20 sancionado el 26/11/2020, porque profundiza la entrega, acrecienta las ganancias de las Multinacionales y plantea el gravísimo problema geopolítico de las vías navegables que instala la internacionalización de nuestros puertos y donde Argentina ya ni siquiera tiene la facultad de fijar reglamentos y regulaciones.

● Manifestamos nuestra negativa al dragado del Paraná Bravo que lleva barcazas y barcos al puerto de Nueva Palmira (Uruguay) y del Canal Punta Indio, por ser una exigencia neocolonial surgida del Consenso de Washington que regula el control de la salida y entrada al puerto de Montevideo (Uruguay), sin participación argentina y consolida el control del Atlántico Sur al Reino Unido, el agresor que usurpa una enorme porción de nuestro territorio al ocupar ilegítimamente nuestras Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur con sus aguas circundantes.

● Apoyamos y exigimos la construcción y el dragado del Canal Magdalena, de doble circulación con control nacional y salida soberana al Mar Argentino y a nuestros puertos del Sur, para que desde toda Argentina se pueda entrar y salir por puertos y canales argentinos. Esta obra impedirá que nos internacionalicen los ríos como pretende el Decreto 949/20 y permitirá fortalecer nuestro  comercio con los puertos del Sur, sin pasar por Nueva Palmira (Uruguay) ni por Montevideo (Uruguay). Tenemos que impedir que nos saquen nuestros ríos.

● Requerimos el funcionamiento bajo control estatal de todos los puertos a través de profesionales, técnicos y obreros argentinos. Recuperar esta herramienta soberana permitirá al Estado promover las exportaciones. En la actualidad existen 70 puertos en Argentina, más de la mitad de los cuales son privados.

● Planteamos la creación de una Empresa Estatal, para que no solamente se haga cargo del dragado de las vías navegables (mal llamadas hidrovías), sino que también lo realice en los accesos e interiores de los puertos, para que el desarrollo de las Regiones sea una realidad.

● Proponemos la creación de la Flota Mercante Nacional y Estatal, con plena reactivación en sus tareas específicas de los Astilleros y Talleres Nacionales. Ese será otro hecho concreto para la recuperación de la soberanía en los mares y de nuestro comercio, por donde hoy se van miles de millones de divisas en las manos ávidas de las multinacionales navieras. Convocamos a todos y todas; a las organizaciones sociales; gremiales; políticas y culturales a concentrarnos, el jueves 18/03/21, frente al Ministerio de Transporte de la Nación para luego movilizar hasta la Isla Demarchi, lugar donde empalmaremos con la caravana náutica que se dirigirá a colocar una boya simbólica donde inicia su trayecto el Canal Magdalena.

Lo que estamos proponiendo y por lo que luchamos es por la soberanía, por generar trabajo genuino para miles de argentinas y argentinos, para el Pueblo. Con el único fin de una Patria Grande y soberana es que hacemos este llamamiento y convocamos a todas las expresiones populares. Asumimos con plena conciencia el desafío que tenemos por delante: defender y recuperar la soberanía frente a los intereses de los grandes grupos económicos. Lo hacemos con profunda confianza en la capacidad transformadora de la realidad que tiene el campo popular cuando está unido detrás de un destino común. Instamos a unirnos y a luchar hasta concretar estos objetivos, que son por y para el pueblo

Fuente: https://contrahegemoniaweb.com.ar/2021/03/18/declaracion-politica-del-frente-por-la-soberania-nacional/

En apariencia hay un denominador común entre la UAC y el Frente por la Soberanía Nacional pero examinemos cómo el Frente define hacia dónde apunta:

(…) Es un gran interrogante y un enorme desafío que tenemos las organizaciones populares, que estamos dispuestas a enfrentar esta nueva entrega de nuestra red fluvial más importante: el Río Paraná y el Río de la Plata.

Denunciamos el Decreto 949/20 y lo acordado en Montevideo porque privilegia, como entrada y salida, al Paraná Bravo por el Puerto de Nueva Palmira (Uruguay) y al Canal Punta Indio por el Puerto de Montevideo (Uruguay), favoreciendo la navegación de buques que se llevan nuestra riqueza sin aportar lo que corresponde al Estado argentino.

Queremos revertir la entrega del control de las vías navegables, la cesión de empresas energéticas, de servicios públicos, de recursos naturales, de la banca pública, y más. Tenemos que entender, de una vez por todas, que acá lo que realmente está afectando al desarrollo del país es este modelo agroextractivista que garantiza el libre manejo de nuestros recursos, permitiendo que nuestra producción agraria fugue hacia Paraguay y Brasil, siendo de dominio público que esto se realiza por camiones y buques vía Asunción, evadiendo controles e impuestos. (…)

El Frente por la Soberanía Nacional enfoca a los ríos Paraná y del Plata como:

 . Propiedad del Estado Argentino cuando lo cierto es que conforman la Cuenca del Plata dependiente de biomas biodiversos (tan importantes como la Cordillera, la Amazonía, el Pantanal, el Cerrado, la Mata Atlántica, el Impenetrable, etc.) que están siendo arrasados con la consiguiente bajante extraordinaria del Paraná y la persistencia en la disminución de caudal.

. Red fluvial y vías navegables a gestionar por el Estado para que haya desarrollo del país, ¿cuál? el de un capitalismo de independencia económica por el manejo de sus recursos. Pero imposible hoy y menos en un país periférico. Es decir, el Frente es anacrónico al no comprender el contemporáneo funcionamiento del sistema mundo capitalista. Lo corroboramos en su negación sobre la existencia de la hidrovía Paraguay-Paraná, componente fundamental de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) para la exportación de la República Unida de la Soja como Syngenta denominó a Brasil, Paraguay, Bolivia, Uruguay y Argentina. Su anacronismo se patentiza aún más cuando reclama los «recursos naturales» designados así por el capitalismo para justificar su desintegración de territorios o biomas con la consecuente ruptura de equilibrios ecológicos y de la coevolución de culturas con la naturaleza.

De manera que el Frente tiene concepciones erróneas que resultan reaccionarias: -no asume que los ríos son ecosistemas dulceacuícolas y por tanto esenciales a la vida planetaria; -menosprecia los humedales de los dos ríos destruidos por puertos y dragados que, en simultáneo, extinguen fauna-flora del ecosistema río;-mal interpreta en qué consisten los extractivismos y por supuesto a la agricultura sin campesinos ni indígenas que es la de monocultivos de los binomios indisolubles entre transgénicos y agrotóxicos a manos del sistema global y transnacionalizador de agronegocios; -embauca a los pueblos sobre su posibilidad de bienestar dentro del capitalismo.

El Frente cautiva a las mayorías por afirmarse en su plan más que en el protagonismo de los pueblos de deliberación y puesta en práctica de lo decidido, programado. También les parece menos utópico que el de mirar por ríos libres de su mercantilización y por frenar (para luego erradicar) el modo capitalista de producción e hipermercadismo. Ahora bien, el Frente consigue esa creencia en que persigue un plan concretable pese a que éste se halla descontextualizado de que:

 –El Paraná está en emergencia a causa sobre todo de la deforestación amazónica y de otros biomas con máxima biodiversidad (o sea equilibrio ecológico) pertenecientes a la Cuenca del Plata que abastece a la población más densa de Argentina y Paraguay. Pero también El Paraná como todo río es un ecosistema dulceacuícola (2,5 % del agua planetaria es agua dulce y la de las cuencas hidrográficas sólo el 1%) y su desmercantilización es fundamental para la calidad del agua esencial a la vida humana, también a las vidas no humanas que lo forman y que están implícitas en las interrelaciones con los otros ecosistemas.

La hidrovía Paraguay-Paraná pertenece a la IIRSA que UNASUR enmascaró como COSIPLAN. Ya que la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana o “venas abiertas de..” fue establecida, a principios de siglo por todos los jefes de gobierno en obediencia debida a EE.UU. y es el ALCA real y efectivo en regeografiar a Sudamérica para saquearla. UNASUR convirtió la IIRSA(disfrazada de COSIPLAN) en el eje central de desarrollo de los capitalismos locales y del sistema mundo capitalista consolidando la implantación suramericana de China. De modo que hablar de soberanía nacional es menospreciar e ignorar ese adueñamiento en favor del saqueo y envenenamiento de todos los territorios de Argentina como parte de Sudamérica sometida a imperialismos en comunidad de negocios con capitales y estados locales.

La estatización de esa gestión esencial a la exportación del vaciamiento de posibilidades de vida humana y no humana, por un lado, desconoce en qué se convirtió YPF y la historia actual y pasada de las estatizaciones hechas por los gobiernos progresistas del Abya Yala.

Por otro lado, con independencia de si es gestión estatal o privada sigue siendo dicho funcionamiento a beneficio exclusivo de oligopolios imperialistas y de grupos económicos locales. Es decir, no nos libera de los extractivismos de toda la República Unida de la Soja como Syngenta denominó a Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina. Al contrario, nos vuelve cómplices de esos ecocidios con sus consecuentes genocidios silenciosos, silenciados e invisibilizados. Que, aún más, implican ocupación imperialista (en sociedad de negocios con capitales y estados locales) de la economía y los territorios de Argentina.

Entonces ¿a qué afirmación de soberanía convoca el Frente por la Soberanía Nacional?. No sólo menosprecia las luchas por territorios, agua y vida para los pueblos sino también homogeniza a los últimos cuando hoy urge reconocer la plurinacionalidad de Argentina y el internacionalismo emancipador tanto del Abya Yala como del mundo.

Es hora del ¡¡Basta!! de subordinarse al sistema mundo capitalista en guerra contra la naturaleza y los pueblos que amenaza de extinción a la vida planetaria. Tampoco podemos permanecer sin rebelarnos ante la incesante profundización de la pobreza estructural y del hambre que lleva a cabo por despojo total y totalitario a los pueblos de Nuestra América. Comprobemos cómo hay esclarecimiento y toma de partido respecto al imperativo de recuperar la coevolución de nuestras comunidades con la naturaleza:

29 de enero de 2022

La Asamblea Vecinal con organizaciones sociales y ambientales se movilizan contra el dragado del Paraná

Un sábado movido se viene en el partido de Ramallo. Desde diferentes organizaciones sociales y ambientales han respondido a la convocatoria de la Asamblea Vecinal para decir presente desde las 17 horas en la costa del Paraná, con el mensaje “No al dragado” y al cambio del canal de navegación. Mercedes de la Torre de la Asamblea vecina dijo que están gratamente sorprendidos por la respuesta que han tenido desde diferentes sectores que se han comunicado para anunciar que van a estar presente en la playa ramallense.

En el Facebook de la Asamblea Vecinal publicaron en las últimas horas: “HIDROVÍA POR ACÁ NO. Decimos #HidrovíaPorAcáNo porque se afecta el equilibrio dinámico que sostiene a la flora y fauna que cohabitan este ambiente. Esta alteración incide directamente sobre la fauna y flora acuática como así también la zona de bosque nativo protegida por ley, sobre la Isla Las Hermanas, además de toda la flora y fauna asociada indirectamente”.


“Desde Asamblea Vecinal Ramallo nos manifestamos en contra del cambio de traza y dragado del km 318 al 322 a la altura de Ramallo, ya que esta obra carece de estudios de impacto ambiental, de participación ciudadana y de información abierta y pública como lo establecen diversas leyes, reglamentaciones, acuerdos y convenios vigentes. El día sábado 29/1, 17 hs realizamos el “CORTE del RÍO PARANÁ” a la altura de Ramallo, bajo el lema #HidrovíaPorAcáNo”. 

La movida promete ser importante más allá del nivel de respuesta que puedan obtener desde el otro lado. En las últimas horas se produjo un silencio que aturde por parte de la clase dirigente política local.

“No al dragado”

Por su parte Leandro Monserrat quien trabajó intensamente  desde la ONG UPVA en su cuenta de Facebook expresó “Dragado en Ramallo… para llorar. Miren lo que dice el informe “Administración General de Puertos” y el “Ministerio Transporte de Nación” sobre el proyecto de dragado en nuestra la traza las hermanas, Ramallo” (Punto 8 – ver foto en color rojo). “EN CASO DE CONSIDERAR QUE PODRÍA HABER UN IMPACTO AMBIENTAL SIGNIFICATIVO, LA SUBSECRETARIA EXIGIRÍA UN ESTUDIO DE IMPACTO AMBIENTAL”. O sea que si de acá a 3 años Ramallo se queda sin playas, sin barrancas, sin humedales y es “SIGNIFICATIVO” a criterio de no se sabe quien, van a pedir el estudio de impacto ambiental cuando ya la re macana está hecha”.
 

Luego señaló “muchachos, el EsIA (Estudios de impacto ambiental) se hacen antes del proyecto no después cuando hay un impacto ambiental o se supone que va a haber.  Repasen lo que es un EIA (Evaluación de Impacto Ambiental) que se hace previo al EsIA (Estudio de Impacto ambiental) – les dejo este enlace https://www.argentina.gob.ar/…/evaluación-de-impacto…
Ambos documentos hacen referencia a la “Participación pública” que en Ramallo se pasó por alto y ahora solo nos queda esperar que vengan los Impactos ambientales sobre nuestras playas, costas, islas y OTBN entre otras cosas”. 

“Lean al final “Participación pública”: Constituye un componente transversal obligatorio dentro del procedimiento de evaluación, que en general se efectiviza mediante la realización de una consulta o audiencia pública, convocada por la autoridad ambiental siempre en forma previa a la toma de decisión sobre la viabilidad ambiental del proyecto” subrayó.

“Finalizada la revisión del EsIA y las instancias de participación ciudadana que correspondan según el marco normativo, se confecciona un informe técnico de análisis del EsIA, junto al informe de resultados de la participación. Estos documentos fundamentan la toma de decisión por parte de la autoridad ambiental, que puede otorgar o no la autorización ambiental para la ejecución del proyecto de obra o actividad.  A 3 días de una movilización la AGP se apura y envía algunos informes. Esos informes deberían ser públicos desde el comienzo de obra. 
Ahora más que nunca el 29/01 a las 17 hay que dejar Netflix, Facebook, agarrar el remo o apoyar desde la playa y a cortar el rio…” apuntó el dirigente social en su cuenta de Facebook convocando a la comunidad. 

https://laradioramallo.com.ar/nota/9342/la-asamblea-vecinal-con-organizaciones-sociales-y-ambientales-se-movilizan-contra-el-dragado-del-parana

Retornemos a que:

El Estado del Capital (en vigencia cada vez más plena) no es distributivo, por el contrario, subsidia de manera directa e indirecta a la acumulación oligopólica. Por ejemplo, garantiza la fuga de capitales y otras transferencias de riquezas e ingresos desde los diversos de abajo de la Argentina hacia los grandes grandes capitales locales e imperialistas. Por eso, ni la estatización de la hidrovía ni la suspensión del pago de servicios de la estafa oficializada por todos los gobiernos de turno como deuda externa pública evitarán el ajustazo del gobierno de los Fernández. Ya es patente su estar en comunidad de negocios con el poder económico e imperialista.

Si los diversos de abajo pretendemos garantizar nuestra vida y las de los otros tenemos como única posibilidad incorporarnos a las luchas de las asambleas, de otras organizaciones de vecinos autoconvocados y de las comunidades, naciones indígenas que recuperan y defienden los territorios, el agua y la vida para los pueblos en vez de que siga siendo para el contubernio de capitales y estados imperialistas con los locales.

El Frente por la Soberanía Nacional no repara en que la hidrovía sirve sólo a la exportación de la República Unida de la Soja. Niega la realidad bien patente que la hidrovía sostiene la destrucción del ecosistema dulceacuícola más importante para la vida de la mayor densidad poblacional de Argentina y es inviable como prueba la persistencia en el agravamiento de la bajante del Río Paraná desde marzo de 2021 a consecuencia de la devastación de la Amazonía y de los otros biomas biodiversos de la Cuenca del Río de la Plata.  Exigir la estatización lo convierte en cómplice de la criminalidad de lesa humanidad y lesa naturaleza implícitas en esa expansión del sistema global de agronegocios y otros extractivismos.

Por añadidura, el Frente de Soberanía Nacional convoca a sostener al Estado como mediador entre los de abajo y el denominado poder real, el Frente lo hace menospreciando la puesta en evidencia del privilegio estatal a oligopolios hasta el extremo de hacer cuanto puede para viabilizar los ecocidios-genocidios en expansión. En contraposición, las luchas en defensa de los territorios, el agua y la vida para los pueblos construyen desde ya democracia mirando hacia su expresión directa. Falta la unión en diversidad de una creciente mayoría de los avasallados en sus derechos por el capitalismo.

En contraste con el Frente por la Soberanía Nacional lo central para una democracia real y efectiva es liberar el trabajo de su sometimiento y expoliación por el Capital. Los piqueteros avanzaron como autoorganizaciones de afirmación en su dignidad humana confrontando con el destino de exclusión social por el sistema y  haciendo al viraje del trabajo mirando en exclusivo a las ganancias de la patronal o de los opresores hacia la solidaridad con necesidades e intereses populares pero, a la vez, tratando de ir construyendo los cambios radicales ante todo en los vínculos cotidianos e interpersonales de la otra sociedad posible.

 II) El posicionamiento irreflexivo de las grandes mayorías y de las izquierdas ante el aprovechamiento capitalista de la pandemia para, en exclusivo, procurar los intereses lucrativos del 1% humano que no le importa estar dando guerras de amplio espectro contra la vida y la salud planetarias que implican las humanas.

Repitamos lo dicho al principio de esta página: Nuestro confraternizar hoy arraiga y nutre en que nos reconozcamos compartiendo los derechos humanos y los de la Naturaleza. Estos últimos son las condiciones esenciales a la vida en el planeta que resultan de la coevolución, durante eras geológicas, entre los cuatros subsistemas del planeta Tierra. El modo capitalista de producción y mercantilización los avasalla a ambos por completo sumiendo a la humanidad en crisis civilizatoria que el Covid19 en interacción con la optimización del neoliberalismo llevó a una situación límite. Dicha interacción provocó agravamiento de las emergencias socioeconómicas del 99% humano y la socioecológica cuya expresión más contundente es la climática.

 Estamos los de abajo, a la izquierda, ante una inflexión histórica que nos interpela a cambios radicales en nuestras relaciones de convivencia social y con la naturaleza. Sin embargo, comprobamos que no hay tal toma de conciencia ni siquiera en las izquierdas revolucionarias.

En efecto, al revés de los de abajo a la izquierda que no tomaron la iniciativa de deliberar y decidir cómo hacer las transformaciones imprescindibles ni las izquierdas mayoritarias las enfocaron urgentes y posibles, los poderes tanto públicos como privados del sistema mundo capitalista y de sus locales aprovecharon para imponer sus conveniencias. Es decir, consiguieron exacerbar el individualismo y expandir la obediencia debida mientras prosiguieron profundizando las causas de la pandemia y de las futuras si es que no se frena al modo capitalista de producción, consumo y mercantilización de la naturaleza.

Preocupa el amplio consenso hasta de los partidos de izquierda frente, como Eduardo Gudynas advierte, a un “confinamiento que se aplicó bajo un amplio abanico de medidas de vigilancia y control, e incluso castigos. Se aceptaron toques de queda, prohibiciones al movimiento y reunión de las personas, se impidió que funcionaran comercios y ferias, y se lanzaron a las calles a policías y militares para controlar a los ciudadanos. Los que incumplían podían ser detenidos, judicializados e incluso encarcelados. La guetización ocurrió tanto bajo vigilancia clásicas, como políticas en retenes en calles y carreteras, pero también aprovechando nuevos instrumentos como las cámaras de vigilancia que inundan nuestras ciudades. (…) La pandemia instaló una necropolítica por la cual se convive con la muerte, con los muertos-vivos que deambulan entre la pobreza y la violencia, bajo la aceptación o resignación de muchos”. Recordemos que, en Argentina, el reforzado Estado policial militarizado asesinó e hizo desaparecer.

Necropolítica:
la política del dejar morir en tiempos de pandemia

Eduardo Gudynas

palabra salvaje Número 2 – Octubre 2021 – ISSN 2730-5015 – www.palabrasalvaje.com

Una Modernidad cansada y agotada, que no siente vergüenza ni culpa en confinar, controlar y vigilar, dejando morir a las personas y a la Naturaleza mientras mantiene viva las economías.

 Vivimos tiempo de enfermedad y muerte en una intensidad y escalas nunca antes vistas. Es una crisis que a su vez se entrelaza con otras que ya estaban presentes antes de los primeros casos de Covid19, y que siguen sin resolverse. Aunque se puede decir que la muerte, junto a la pobreza, el desempleo o la violencia, siempre han estado presentes en América Latina, ahora, todo eso se agravó. Es que bajo la pandemia se están naturalizando esas circunstancias, se las acepta como inevitables. La política que antes conocíamos, con todos sus claroscuros, prometía derechos y otras medidas que debían asegurar la vida y resistir la muerte. En cambio, la política actual deja morir a las personas y a la Naturaleza. Estamos ante un cambio sustancial que debe describirse como una necropolítica. Se acepta como nueva normalidad la excepcionalidad de la muerte a medida que languidecen las reacciones morales de vergüenza y angustia ante ella.

Es, a fin de cuentas, la expresión del agotamiento de la Modernidad, que deja atrás sus intentos de ordenar y manejar la vida. Es una Modernidad que solamente puede dejar morir. La necropolítica de Mbembe En este ensayo se explora la condición de la necropolítica tomando como punto de partida e inspiración la obra del camerunés Achille Mbembe. El concepto fue propuesto a propósito de la ola de violencia global que siguió a los atentados en Nueva York del 2001 . Mucho ha ocurrido desde entonces, y aunque estamos en un contexto diferente, sus ideas sirven como una inspiración para repensar, redefinir y ajustar la categoría de necropolítica para abordar la situación actual desde una mirada crítica, independiente y desde el sur.

La originalidad en la postura de Mbembe radicaba en distinguir entre dos situaciones. Por un lado, reconoce que la política tradicional que es propia de la Modernidad, con todos sus ideales y sus fracasos, sus contradicciones y fallas, se enfocaba en la vida. Buscaba disciplinarla, regularla y controlarla3 . Lo hacía  con intenciones bien conocidas, desde mantener la expansión del capitalismo al control, frecuentemente violento, de la ciudadanía. Pero al mismo tiempo actuaban reacciones que buscaban, por ejemplo, liberarse de la opresión o remontar la pobreza, y se extendieron ideales sobre la libertad, los derechos o el bienestar. Pero por otro lado, advierte que esas aspiraciones son abandonadas y se instala la necropolítica.

La soberanía del Estado crea y mantiene multitudes de personas que están vivas, pero apenas vivas. Se organiza un nuevo orden por el cual la vida se somete a la muerte; se diluyen las distinciones entre guerra y paz, derechos respetados o violados, legalidad presente o ausente, ciudadanía asegurada o impedida, naturaleza viva o colapso ecológico, muerte o vida. Aprovechando narrativas propias de una guerra, la necropolítica deja morir a esas multitudes, y ello se vuelve una normalidad. Mbembe aborda la diseminación de esta condición a inicios del siglo XXI especialmente en el Medio Oriente. Pero al mismo tiempo recupera las herencias históricas que la explican, y particularmente el colonialismo y el racismo.

La necropolítica pandémica

El Covid19 ha servido para que proliferaran las metáforas sobre una guerra, ahora contra un virus convertido en el enemigo de turno. A medida que se generalizó la pandemia no puede dejar de advertirse que están en marcha cambios que es apropiado abordar como una necropolítica. Pero debe hacerse reconsiderándola a tono con las nuevas circunstancias y en especial con lo que ocurre en América Latina.

 Apenas se distingue entre vidas rescatables y vidas desechables, y simplemente se dejan morir, no solamente a las personas sino también a la Naturaleza. Cambios de ese tipo son abordados por Mbembe, pero la pandemia los profundizó, multiplicó y diseminó a una escala planetaria, bajo inéditos consentimientos, tolerancias o indiferencias. Nos encontramos ante un cambio sustancial donde la meta de asegurar la vida quedó relegada, y las muertes se acumulan no tanto por decisiones expresas, sino bajo un entramado de indiferencia, impotencias o incompetencias,

Las dimensiones morales que determinan la política están cambiando y es por ello que la necropolítica es la expresión del agotamiento del programa de la Modernidad. Estos componentes se analizan en las secciones que siguen. Se los aborda por separado únicamente para facilitar su explicación y análisis, pero todos ellos están íntimamente vinculados.

Confinamiento y aislamiento

Bajo la pandemia se aplicaron medidas de confinamiento espacial, algunas conocidas y otras nuevas, pero todas en una muy amplia escala. Se acompañaron con exigencias de aislamiento entre las personas, incluso dentro de una familia. Se aplicaron cuarentenas de barrios dentro de una ciudad, y en múltiples ciudades, o en regiones rurales, llegando a cerrarse todo un país. Se impusieron restricciones a la movilidad de las personas, desde confinamiento dentro del propio hogar hasta impedir el tránsito sea dentro de ciudades como en el resto del país. Los comercios permanecieron cerrados o bajo severas limitaciones, las clases presenciales se suspendieron, y se llegó a extremos como personas que vivieron encerradas en sus departamentos por meses o buques de pasajeros que vagaban entre puertos que se negaban a permitir su desembarco.

En varios países el confinamiento se extendió por meses. En Chile, las restricciones se sucedieron por un año y medio; en algunos sitios se llegaron a 172 días de confinamiento continuado. En Argentina, Buenos Aires vivió 244 días de prohibiciones de circulación; esas y otras medidas llevan a que se considere que en ese país ocurrió la cuarentena más larga del mundo. La clausura de toda una ciudad evocaba situaciones de guerra o de calamidades como un terremoto, pero bajo la pandemia se llegó a cercar populosas ciudades capitales como Santiago de Chile o Buenos Aires. Puede estimarse que entre 2020 y 2021estuvieron bajo algún tipo de confinamiento al menos 300 millones de sudamericanos4 .

Esto fue posible porque la guetizacion ya estaba en marcha desde hace décadas. Las favelas, villas miserias, campamentos, etc., como enclaves urbanos excluidos de servicios, marginados y considerados como peligrosos, se potenciaron aún más. El espacio urbano fue subdividido de acuerdo a la peligrosidad sanitaria, se establecieron lugares de exclusión, y sitios como una plaza barrial se convirtieron en amenaza de potenciales contagios. Se llegó a instalar algo inconcebible: el distanciamiento entre las personas; estar cerca de otro ser humano se volvió peligroso; más de dos personas juntas eran observados con sospecha.

Vigilancia, control y castigo

El confinamiento y el aislamiento se impusieron con todo tipo de medidas de vigilancia y control, las que se volvieron componentes claves para entender la necropolítica. En este frente, también hay muchos antecedentes, pero bajo la pandemia se multiplicaron, fueron más exigentes, y perduraron hasta asumirse como condiciones normales que deberán mantenerse para millones de personas. Entre ellos se cuentan el uso regular del toque de queda, el cierre forzado de comercios, la prohibición de espectáculos públicos o clausura de espacios comunes como plazas, parques o playas. Se utilizaron cámaras de vigilancia, se tomaba la temperatura de las personas, se requerían permisos de circulación, se instalaron controles policiales en avenidas, retenes de verificación de salvoconductos, y más. Se aprobaron normas que permiten aplicar multas, judicializar y encarcelar a quienes incumplan el confinamiento. La violación de las cuarentenas podía ser castigada con multas, secuestro de vehículos y hasta prisión5 . Miles de personas fueron demoradas, notificadas, observadas, forzadas a regresar a sus domicilios, o castigadas6 .

El disciplinamiento fue por momentos violento, con el uso de fuerzas policiales (como en Chile o Ecuador) o incluso militares (como en Colombia). Esas medidas expresaron acciones discrecionales del Estado, sea en la aprobación de esos controles ya que muchas estaban viciadas legalmente, como en sus aplicaciones, dado que el propio Estado no las aplicaba eficientemente, toleraba los incumplimientos o había políticos y funcionarios estatales que no las respetaban. Un caso escandaloso fue la fiesta de cumpleaños realizada por la pareja del presidente de Argentina, Alberto Fernández, en 2020, mientras en su país estaba prohibida cualquier reunión grupal.

La utilidad sanitaria es dudosa porque la pandemia siguió su marcha, pero fueron muy efectivas en asegurar el componente de una espacialidad del confinamiento en la necropolítica basada en una continua vigilancia. Varios gobiernos instalaron números de teléfono para dejar denuncias anónimas de reuniones o fiestas o incumplimientos de aforos. Varios sectores ciudadanos reclamaban no solamente esas medidas sino que las aplicaban ellos mismos, vigilándose unos a otros, y llegando al extremo de ejercer directamente los castigos. Un ejemplo ocurrió cuando una persona se subió sin tapabocas a un transporte público en Buenos Aires, lo que resultó en el reclamo de otros pasajeros, hasta que fue obligado a bajar a los golpes7 . Este tipo de controles del espacio ya habían sido advertidos años atrás, por ejemplo por Mike Davis8 , pero ahora se expandieron a casi todas las ciudades, mucho más tecnificados, menos interesado en disciplinar pero si orientados a asegurar segregaciones y confinamientos.

Como si el poder aceptara que aquellos que rotula como peligrosos puedan agredirse entre ellos mientras sea dentro de sus guetos, pero evitando que invada el espacio de los privilegiados.

Temor y miedo

El temor alimenta estas condiciones: vecinos temerosos de enfermarse denuncian a otros vecinos, se aplaude la militarización y policialización de la vida urbana, y se terminan justificando todo tipo de controles. Las personas tienen miedo tanto del virus como de los que deambulan por las calles con hambre. Cualquier persona sin un tapabocas podría ser peligrosa. Se lanzan policías y gendarmes, como en Chile, que a su vez reprimen con violencia a los que deambulan en las calles, quienes casi siempre son los más pobres. O bien, como en Brasil, se aprovecha esta situación para liberalizar la tenencia de armas9 . El temor y el miedo son determinantes en la necropolítica. Se reproduce con la narrativa de una guerra contra un enemigo invisible y que puede estar en cualquier sitio.

Eso llevó a aceptar, e incluso reclamar, esas medidas excepcionales, como los toques de queda o enclaustrar a millones de personas. Las salvaguardas de los derechos, que ya tenían muchas limitaciones en todos los países, se debilitan más bajo esta necropolítica. Pero además, siempre se renueva, ya que cada nueva cepa del virus reemplaza a la anterior por lo que nunca es vencido definitivamente.

Crisis entrelazadas

No puede hablarse de una única crisis debida a la irrupción del Covid19. La pandemia se instaló sobre varias otras crisis que ya estaban en marcha desde antes, tanto sociales, económicas como ambientales. Las exacerbó, le sumó nuevos componentes como el sanitario, y de ese modo se produjo un conglomerado de crisis entrelazadas. Estas son globales pero golpean de distinto modo a cada región y a cada país. El impacto en la economía global fue enorme. Se estima que en 2020 el producto global cayó 3.5%, a partir de recesiones en casi todas las naciones. América Latina sufrió la mayor caída regional (estimada en 6.5%), sumergiéndola en la peor recesión económica en los últimos cien años. (…)

El sentido de necropolítica actual

Los distintos componentes de la necropolítica que se acaban de describir, como ya fue dicho, están inspirados en las ideas de Mbembe. Estas tienen casi veinte años y además reaccionaban ante un momento histórico específico. Por lo tanto, es necesario abordar tanto las coincidencias como las diferencias con aquellas propuestas para avanzar en clarificar el sentido que aquí se otorga a la necropolítica para este momento y desde América Latina39.

-Una primera cuestión radica en la escala. Aunque en ello se coincide con los señalamientos de Mbembe, en la actualidad se multiplican aún más. Medidas como el confinamiento o la vigilancia alcanzaron a casi todo el planeta, afectando sobre todo las grandes ciudades en las Américas, Europa y buena parte de Asia. Centenas de millones de personas quedaron sujetas a medidas tradicionales, como los controles policiales, y otras novedosas, como el monitoreo por medios digitales.

-En segundo lugar, aunque la necropolítica implica violencia, debe ser diferenciada de la que emplea el Estado ante el criminal, el pecador o el infiel, sea para castigarlo por la desobediencia como para convertir ese castigo en ejemplo; también es distinta de acciones como el asesinato de rivales políticos como ocurre bajo gobiernos dictatoriales o autoritarios.

La necropolítica puede tolerar desobediencias, en tanto hay amplios sectores sociales que le resultan desechables. Es por ello que su gestión nunca resuelve, por ejemplo, la violencia entre pandillas o bandas de narcotraficantes. Tampoco usa la violencia como ceremoniales del castigo; no hay cadalsos ni espectáculos públicos como ocurría, por ejemplo, en el siglo XIX. La necropolítica igualmente se diferencia de la violencia aplicada a escala mayor, como pueden ser la guerra, genocidios o etnocidios.

El genocidio, pongamos por caso, también puede afectar a millones de personas pero se diferencia por responder a una voluntad de aniquilar o destruir a grupos específicos41. El dejar morir de la necropolítica radica en acciones o inacciones que terminan en muertes silenciosas, anónimas, imperceptibles en demasiadas ocasiones, sucesivas y sin pausa. Sin duda esa condición está superpuesta con la violencia, en tanto la posibilita, y a su vez su repetición alimenta a la necropolítica.

Esa vinculación lleva a considerar un tercer punto. La necropolítica se nutre de la violencia en todas sus expresiones, sea la ejercida por el Estado como por la que parte de otros ámbitos, como las guerrillas removilizadas en Colombia, las “maras” centroamericanas, los carteles mexicanos, o las bandas en las ciudades brasileñas. En esa condición puede inscribirse la relectura de la necropolítica que hace Sayak Valencia para las mafias mexicanas.

Pero también se articula con aquélla que es molecular y cotidiana, que se observa en los barrios y que padecen aquellos que están atrapados en situaciones sociales en las cuales no entienden o no conocen otro lenguaje que el de la violencia. Esto puede llegar a casos como la sacralización y ritualización del culto a la muerte como describe Valencia en México. Sin embargo, la necropolítica aquí se entiende de un modo distinto al abordaje del “capitalismo gore” por Valencia, ya que si bien no rechaza una industria de la muerte sea parte de la necropolítica, no restringe esa condición al mundo de las mafias y bandas criminales. Hecha esa aclaración no debe dejarse de señalar la relevancia del análisis de Valencia, ya que discute la idea de necropolítica en las especificidades del capitalismo sudamericano. Dando un paso más, como cuarto punto, dada esa asociación con la violencia se podría argumentar que la necropolítica no reviste novedad. Como la muerte y la violencia se han repetido por siglos, si hubiese una necropolítica estaría presente desde tiempos coloniales, floreció en las guerras mundiales, y así sucesivamente.

Este cuestionamiento también se entremezcla con quienes sostienen que el biopoder descrito por Foucault nunca dejó de ser violento ni de imponer la muerte (como advertía Agamben). No es el propósito de este ensayo entrar en esa discusión, porque el uso de la categoría de necropolítica aquí empleado acepta esas observaciones. Si la necropolítica tiene antecedentes más o menos antiguos no obliga a invalidar lo que ocurre en la actualidad. Incluso en posturas tan tempranas como Thomas Hobbes, el poder absoluto que garantiza la vida ciudadana descansaba en la decisión sobre la muerte, y desde allí, de distintos modos, la política de la Modernidad se construyó para asegurar la vida aunque imponiendo obediencia, controles y violencia al hacerlo. Pero al mismo tiempo, existieron reacciones, rechazando la violencia, reclamando derechos, sublevándose contra el racismo, etc. Bajo esos vaivenes se construyeron las ideas e instituciones sobre democracia, derechos, participación o libertad. Es cierto que la muerte y la violencia no se erradicaron, pero se las enfrentaba.

La novedad de la necropolítica actual es que esos contrapesos languidecen y se debilitan. La muerte se naturaliza, se la tolera. No es que la necropolítica rechace, pongamos por caso, las declaraciones y mandatos sobre los derechos humanos, sino que simplemente cae en la letanía de ignorarlas. En esa indiferencia los hace desaparecer. No hay órdenes de ejecución, no hay juicios sumarios, ni otras acciones específicas, sino que estamos ante un vacío, ausencias en la que se muere. Tampoco es un estado de “excepción” como suspensión del orden jurídico, sino que es más similar a una condición previa, al anularse las reacciones morales. Aunque se utiliza repetidamente la retórica de una “guerra” contra el virus, no lo es, y si fuese válida la metáfora bélica en realidad no hay victorias, sino una repetida y continuada retirada, en desorden, donde se deja atrás a todos los heridos. Nada de esto implica olvidar las herencias históricas. Esta quinta cuestión está contemplada por el mismo Mbembe, al recordar los efectos del colonialismo, con su violencia y brutalidad, y del racismo, con la división en grupos, calificando a unos como superiores y a otros como salvajes, inferiores, peligrosos o enemigos.

En las Américas fue muy claro que matar a un indígena o un esclavo no era un crimen, sino que estaba socialmente aceptado. O dicho de otro modo, y continuando con Mbembe, se naturalizaba una violencia que no es la de una guerra, sino como una cotidianidad y repetitividad. En la actualidad, matar es un crimen, y no han caído las normas que intentan evitarlo y eventualmente lo castigan, y para muchos sigue siendo socialmente censurable. Pero la necropolítica es ese conjunto de grandes y minúsculas acciones o inacciones políticas que desembocan en la muerte de personas, donde no es sencillo identificar a un culpable, y que en su repetición termina siendo naturalizada por muchos. Finalmente, como sexto punto, en la necropolítica contemporánea dejar morir a las personas está íntimamente asociado a la muerte de la Naturaleza, mientras se mantiene viva a la economía que conocemos. Esta dualidad, entre dejar morir a lo vivo para preservar al capital, constituye una condición clave, donde estos dos componentes revisten la misma importancia y se alimentan entre ellos.

Todas estas condiciones requieren avanzar en la identificación de los modos por los cuales se justifica y legitima la condición necropolítica, y eso se explora en las secciones siguientes. Diciéndolo de otro modo, la necropolítica aunque expresa fallos sustanciales de la política convencional se está diseminando y naturalizando en una mezcla de indiferencia, impotencia o incapacidad. Las justificaciones y legitimaciones morales que articulan la política se están modificando radicalmente.

Fracasos y justificaciones (…)

Moralidades ausentes y opresión

 Al considerar superfluos o desechables a la vida humana y no-humana, inevitablemente deben examinarse si allí no está encerrada una sensibilidad de la crueldad y la maldad. Un vínculo de ese tipo había sido advertido por Hannah Arendt. A su juicio, lo que denominó como el “mal radical” resultó de una relación con un “sistema en el que todos los hombres se han tornado igualmente superfluos”.

En 1951, Arendt afirmó que los regímenes totalitarios podían caer pero persistirían las tentaciones de “soluciones totalitarias” en donde parecería imposible “aliviar la miseria política, social o económica de una forma digna del hombre”. Fue una premonición que alcanzó a la necropolítica actual. Sin embargo, la necropolítica no es equivalente al odio, ni siquiera al mal radical en el sentido de Arendt, pero los posibilita, los multiplica, y a la vez los naturaliza. Se alimenta una condición donde todo es posible, y por ello todo puede ser destruido, como advertía Arendt. No se reconocen límites, se puede decir cualquier cosa, y pasar directamente de esas palabras al acto, y eso es justamente lo que ocurre en Brasil. El gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil es un ejemplo escandaloso; allí, desde el poder se dicen palabras brutales que desembocan en la destrucción.

Así describe Renato Lessa una fenomenología de la destrucción en marcha bajo Bolsonaro50, que avanza sin intermediaciones de la política regulada. Las advertencias de Lessa coinciden en su esencia con la condición necropolítica aquí descrita, como ocurre cuando alerta que el “ámbito del ataque a la perspectiva de la vida, como valor e indicador básico de la legitimidad del Estado, tiene su escenario noble en la ‘gestión’ de la pandemia” convirtiéndola en un “campo privilegiado para la destrucción de lo común”.

Se está ante la erosión y recortes de elementos básicos contenidos en la promesa de la política propia de la Modernidad de asegurar la vida. Esa promesa legitimaba al Estado, y su institucionalidad ampliada, como justo y correcto. En la necropolítica, se alteran esas justificaciones y legitimaciones modificándose los sentidos del bien y el mal, sobre lo justo y lo injusto, y sobre otras categorías fundantes de la moral. El rechazo y el espanto ante el dejar morir se desvanece porque pasa a ser visto como aceptable y correcto, no habría injusticias en ello y se lo justifica con una moralidad como la de la “libertad responsable”. Recordemos que una de las cuestiones centrales de la política moderna es su filosofía moral sobre qué es el bien. Sus distintas expresiones nutrían a todas las ideologías políticas, desde conservadores a socialistas, enfrentados unos con otros en sus respectivas versiones de la justicia y de lo correcto. Al mismo tiempo, se imponía el control y el disciplinamiento. Bajo la necropolítica ese dejar morir ya no es insoportable, el incumplimiento de aquella promesa de asegurar la vida no causa vergüenza y menguan las pasiones políticas para concretarlo. Bajo esta indiferencia, la sombra de la banalidad en el malvado, señalada por Arendt, no puede olvidarse51.

Pero como se advirtió arriba, la necropolítica no debería confundirse con los eventos de guerras, genocidios o violencia en determinados sitios o tiempos, ni con actos individuales. Estamos ante una condición más difusa y que ha penetrado profundamente, un cambio sobre la misma forma en que se plantean las preguntas y las respuestas sobre el bien y el mal, lo justo o lo injusto.

Esta problemática no es abordada frecuentemente porque hay muchas resistencias a considerar cuestiones morales en la política. En unos casos se denuncian las morales invocadas por la derecha política; en otros, algunas izquierdas la usan en un tono mesiánico para plantarse como superiores. Además, desde un punto de vista conceptual pesan las advertencias que los programas morales llevarían inevitablemente a regímenes autoritarios. Aunque todos esos riesgos deben tenerse presentes para evitarlos, no puede dejarse de reconocer el papel clave que juegan los marcos morales en un sentido más profundo en determinar la política.

No sólo eso, sino que la moralidad que mandata defender la vida a su vez está íntimamente relacionada con afectos y sensibilidades, incluso el amor. Se ama la familia, a la comunidad, y también al terruño. Desde esas y otras afectividades se nutren los compromisos con proteger la vida, en considerar esos mandatos como innegociables, y en saber que los fracasos desembocan en angustia y vergüenza. No estamos únicamente ante cuestiones racionales, cálculos de costos y beneficios; es más, si se intentara describir de ese modo los principios morales, ya se los estaría mutilando. Cuando se anulan las sensibilidades y afectos, y se modifican los mandatos morales, para convertirlos en cálculos de beneficio individual, es cuando se instala la necropolítica.

La pandemia ha potenciado más la obsesión con los beneficios o costos económicos, privilegiando una moralidad donde lo correcto está en la rentabilidad económica por encima de la salud y de los impactos ambientales. La política acepta “negociaciones” entre mandatos morales, bajo los cuales la protección de la vida, por ejemplo. en una comunidad rural o de una montaña sería “negociable” a cambio de una compensación económica.

La condición que antes hacía inaceptable la destrucción de la vida, ahora se vuelve negociable, y ello se concreta frecuentemente en una dimensión económica. No sólo eso, sino que no se siente vergüenza mientras el dinero recibido sea suficiente. En su expresión extrema se puede incluir el negocio de la muerte propio del “capitalismo gore” que describe Valencia para México, bajo el cual se ritualiza un culto a la muerte. “deificándola y elevándola a la categoría de santa”52.

Cuando se reducen las consideraciones sobre el bien y el mal a comparaciones en una escala monetaria, no sólo se alimenta una mercantilización de la sociedad y el ambiente, sino que también se simplifica la diversidad en las moralidades que nutren la política. La consecuencia es una política transformada en un cálculo de beneficios o costos económicos. Por supuesto que es imposible comparar montos de dinero con lo correcto o lo justo, pero esa resolución aritmética es utilizada para eximir de culpas y vergüenzas. De estos modos, en la necropolítica, tal como se la entiende aquí, la moral no desaparece sino que persiste de otro modo.

Bajo ese contexto pasa al primer plano, por ejemplo, la caridad, la que es típicamente individual, reemplazando el mandato de la justicia, que es propio de lo colectivo. La moral caritativa es parte de la típica gestión neoliberal en sentido estricto, y bajo la pandemia se refuerzan. Esos cambios son justificados utilizando ideas como las de “libertad responsable”, tal como se examinó arriba para el caso de Uruguay. Dentro de esos entendimientos, no se puede juzgar ni al Estado ni a la sociedad en una dimensión moral, y se busca el refugio en la caridad, la que es un acto individual y voluntario; la dispensa quien desea hacerlo, en el momento que desea y como lo prefiera. En esto se vuelve tolerable la incapacidad para asegurar la justicia social mientras se puedan brindar actos publicitarios en los cuales corporaciones o millonarios hacen donaciones a los “más pobres y necesitados”. Al mismo tiempo, si bien la necropolítica tampoco está únicamente en la violencia o la maldad del sicario, del ladrón, o del que incendia el bosque, también reside en los que dejan de considerar esas situaciones como intolerables.

Las responsabilidades desaparecen, el señalamiento moral pierde su sustento, y desde allí se legitiman políticas que acentúan la necropolítica. La aceptación ciudadana hace que lo que antes era reprochable en personajes como Jair Bolsonaro, por su racismo, violencia y autoritarismo, deja de serlo para muchos, y no sienten pudor en apoyarlo. El cambio moral también está en que el dejar morir ya no necesariamente provoca angustia, vergüenza o culpabilidad. Entretanto, crecientes mayorías, especialmente entre los más pobres y precarizados, enfrentan situaciones en las cuales no hay alternativas mejores, más correctas o más justas.

Al extenderse la condición necropolítica sólo se pueden lidiar con distintos modos de ser un muerto-vivo, de morir o de provocar la muerte53. No estamos ante mayorías que tomen decisiones morales negativas, tampoco son inmorales o malvados en los usos convencionales de esas categorías, sino que son aquellos que no pueden escoger o no tienen opciones morales realmente disponibles.

La necropolítica crea circunstancias donde la agencia moral fue cercenada para las mayorías. Las personas no pueden controlar ni escapar de lo que padecen, pero tampoco identifican opciones ni pueden sopesar sus consecuencias; no pueden elegir. Es una moralidad ausente, en el sentido de Tessman. Como en la necropolítica las moralidades están recortadas se formalizan propuestas que hasta hace poco eran moralmente impensables. Por ejemplo, en Brasil, se presentó un proyecto de ley de reforma laboral que permitiría legalizar formas de explotación que se acercan al trabajo esclavo. El mero hecho de plantear normas que podrían justificar la condición del explotado, y aún esclavizado, era políticamente imposible poco tiempo atrás, tanto por resistencias dentro de la mayoría de los partidos políticos como por una segura censura ciudadana.

Por lo tanto, están en marcha cambios tanto en la justificación como en la legitimación de la política e incluso del Estado. La justificación incluye un componente de aceptabilidad moral, que se modifica en la necropolítica, tal como se apuntó arriba a propósito de reducir el sentido del bien y lo correcto a la maximización de la utilidad. Ese es el centro de los discursos necropolíticos que reclaman mantener viva la economía para asegurar un supuesto bien (el crecimiento económico), pero que tienen como contracara la justificación del dejar morir.

En los ejemplos de arriba, sostener a la economía justifica que los obreros enfermen o se promuevan flexibilizaciones laborales que se acercan al trabajo esclavo, no expresan una ausencia de la moral, sino que es una modificación bajo la cual desaparecen algunas argumentaciones morales y las que quedan toleran ese viraje. Al mismo tiempo, si la legitimación también requiere una dimensión moral para imponer obediencias, coerciones y obligaciones, especialmente desde el Estado, éstas también son alteradas bajo la necropolítica. La pandemia fue decisiva para expandir y profundizar los controles y coerciones, los que a su vez alimentan esos cambios morales que derivan hacia la necropolítica.

Como resultado, podría decirse que el Estado se deforma, hipertrofiándose en las aplicaciones de controles y coerciones, pero a la vez se retrae en asegurar la justicia y la vida. Este giro necropolítico es expresión de cambios profundos en la moral de justificación y legitimación de la política.

La diseminación de estos cambios necropolíticos no se deben a una simple indiferencia de las mayorías porque en ello se mezclan varias condiciones. Está la impotencia de quienes no logran tomar otras decisiones o la incapacidad de poder hacerlo por las condiciones de pobreza o exclusión que sufren. Son víctimas que están atrapadas, y donde muchos reproducen la violencia en un gesto desesperado de seguir con vida o por ser el único modo de vida que conocen. Allí opera la opresión, también en la dimensión moral. La impotencia, la incapacidad y la indiferencia de este modo se entremezclan, impidiendo sentir o pensar en el bien común.

Regresando a Arendt, ese recorte de la agencia moral es casi como impedir que los humanos puedan ser personas: “… el mayor mal que puede perpetrarse es el cometido por nadie, es decir, por seres humanos que se niegan a ser personas”, incapaces de pensar en el sentido que ella le otorga a ese término. A medida que la opresión reproduce la impotencia, incapacidad y la indiferencia, progresa esa incapacidad de pensar. Durante la pandemia, cada vez son más los que no pueden escoger ni tienen entre qué elegir, la distinción entre la muerte y la vida se vuelve borrosa, y en parte porque la propia existencia es sentida como una muerte en vida. Existen reacciones, protestas y reclamos de aquellos espantados por la violación de los derechos humanos, pero son pocos los que están dispuestos a escuchar, y cada vez más, eso queda en manos de organizaciones ciudadanas cada una con su puñado de adherentes.

Entretanto, la opresión ahora también opera cercenando las agencias morales. La política se vuelve para muchos un espectáculo de ocasionales actos de caridad de quienes tienen poder, mientras que es más difícil romper esa diseminada opresión de la necropolítica.

La cara oscura de la Modernidad

La diseminación de la necropolítica pone en cuestión a la propia esencia de la Modernidad. Esta ha sido defendida por atributos como el compromiso con la razón, la libertad y los derechos, con una mejor vida, o celebra sus modos de operar, como ocurre con el desarrollo y la tecnología. Pero también ha sido cuestionada por su compulsión a la dominación, tanto sobre los humanos como el ambiente, la imposición cultural, su colonialismo, o por la violencia. Sin embargo, bajo la pandemia, la dominación y el miedo regresaron al primer plano, donde el terror al virus y al infectado, se vuelven factores esenciales bajo dinámicas que en América Latina se asemejan a las fases iniciales de la colonización59.

Es una dominación ejecutada en todas sus dimensiones: la de unas personas sobre otras, de unos tonos de piel sobre otros, de los varones sobre las mujeres, de los humanos sobre la Naturaleza. La violencia y la crueldad, que siempre estuvieron presentes, se vuelven más expresivas pero al mismo tiempo son naturalizadas y aceptadas, sin condenas morales. Algunos podrían argumentar que la necropolítica sería una disfunción de la Modernidad, una variedad incapaz de cumplir las promesas de asegurar, por ejemplo, los derechos a la vida. Siguiendo esas perspectivas, la alternativa a la necropolítica radicaría en retornar a las promesas “luminosas” de la Modernidad.

O sea, volver a apostar a una Modernidad bajo la cual las formalidades y las retóricas eran las de defender la vida, más allá de si eso se lograba con un éxito suficiente. Siguiendo esa perspectiva se aspira a reconstruir la Modernidad. Allí están los que desean que América Latina copie los modelos del Estado de bienestar europeo tal como operaba en sus mejores momentos. Son también los que se alinean con una reformulación del capitalismo, un reseteo para darle una cara social y ecológica, en contra de un capitalismo aún más destructivo. Pero siguiendo esos derroteros no se solucionan ninguno de los problemas de fondo.

Del mismo modo, los críticos del capitalismo en casi todos los casos siguen enmarcados dentro de la Modernidad, ya que también participan del mito del progreso y la apropiación de la Naturaleza60. Es más, algunas de las alternativas más radicales cuando son examinadas con rigurosidad se revelan como escuálidas, y debe llamar la atención que se las tome en serio. Por ejemplo, el filósofo esloveno Slavoj Žižek61 parte de un diagnóstico que interpreta que la pandemia ha sido un ataque múltiple y simultáneo al capitalismo mundial, pero lo que se observa es que el capitalismo sigue presente, y una vez más se refuerza bajo una crisis.

Seguidamente, Žižek vaticinaba una solidaridad mundial para buscar soluciones, cuando lo que vemos es precisamente lo opuesto. Finalmente, Žižek postula como alternativa una nueva variedad de comunismo que debería operar como si se estuviera en condiciones de guerra, en una campaña militar, todos coordinados, aceptando ciertos niveles de autoritarismo, y ofrece como ejemplo la gestión en China. Como puede verse se desemboca en una retórica belicista típica de la necropolítica bajo una moralidad que termina coqueteando con el autoritarismo.

Otro ejemplo es “Bifo” Berardi, quien brinda una detallada y florida denuncia del inminente apocalipsis. Pero su alternativa sería, por ejemplo, un “comunismo de memes”, donde el comunismo no es político y los memes servirían para salir del caos mental62. Es muy difícil asumir que, China o la OMS por un lado, o los “memes” por el otro, sean efectivos ante la necropolítica. Son evidentes la debilidad en diagnósticos y alternativas de este tipo, incluso en aquellas que se ofrecen como revolucionarias. Las opciones de cambio son tan débiles e inciertas que no inciden en las transformaciones que producen la necropolítica. Los recambios político partidarios quedan estancados o agotados, desde los conservadurismos europeos a los progresismos sudamericanos. A su vez, los debates sobre esa problemática terminan siendo conversaciones dentro de los saberes occidentales, especialmente eurocéntricos.

 En todo ese conjunto, desde Foucault a Agamben, Žižek a Berardi, son conversaciones enmarcadas en el norte global que no incorpora las particularidades de América Latina en particular, ni las del sur global en general. Pero queda en evidencia que casi todas esas alternativas son modernas, y son incapaces de ir más allá de ésta. Enfrentamos una situación donde hay incapacidades para concebir y sentir la política de otras maneras que no sean las modernas. Es como si no pudieran liberarse de una herencia hobessiana (y lockeana), atrapados en discutir distintos modos de disciplinamiento y normalización para asegurar paz y vida, bajo diferentes justificaciones o legitimaciones.

De ese modo, aquella cara oscura de la Modernidad siempre está presente, y es ella la que asoma y se generaliza bajo grandes crisis, tal como ocurre ahora con la necropolítica. Seguramente podría resolverse la necropolítica en algún país y en algún momento en el día de mañana, pero persisten las condiciones para que regrese pasado mañana con otra nueva crisis. La necropolítica debe ser asumida como una consecuencia de la Modernidad que aparece una y otra vez: antes se diseminó con el colonialismo y el racismo, invadiendo nuevos espacios geográficos para conquistar a los que concebía como diferentes; en la actualidad, con casi todo el planeta invadido, se vuelve contra sí misma, y se devora dentro de sus propias ciudades y países.

Reconocer esta situación exige admitir que la Modernidad está agotada. Lo está en el sentido de ser incapaz de generar nuevas respuestas políticas para resolver sus propios problemas. Es una vieja maquinaria que sigue operando con todos sus imaginarios pero de un modo en que no puede evitar que se disemine la necropolítica.

Es una Modernidad exhausta. La necropolítica es la consecuencia más grave de ese agotamiento.

Desobediencia y alternativas

La condición necropolítica, tal como se explora en este ensayo, es una política que deja morir a las personas y la Naturaleza sin sentir culpa o vergüenza en ello. Su escala es planetaria, porque son centenas de millones de personas bajo todo tipo de procedimientos de control y vigilancia. Al mismo tiempo, refuerza su propósito de mantener vivas a las economías aunque genera muertos-vivos, que deambulan en la pobreza y la violencia, sea en las ciudades como en el campo. Avanza por el fracaso generalizado de la política, tal como queda en evidencia bajo la pandemia, incapaz de remontar la crisis sanitaria ni las otras crisis asociadas. La necropolítica produce y a la vez se nutre de una mezcla de indiferencias, impotencias e incapacidades por opresiones que modifican sustancialmente las argumentaciones morales de la política.

En otros casos, la categoría necropolítica se la ha utilizado enfocándose en la muerte, mientras que aquí describe una redefinición de la política que naturaliza el dejar morir; otros abordan especialmente la violencia, mientras que aquí ésta es parte de varias manifestaciones, y la preocupación está sobre todo en los recortes y reconfiguración moral de la política. Es por ello que la necropolítica en este ensayo es interpretada como la consecuencia de una Modernidad agotada, incapaz de detenerla y fatalmente productor de ella, al estar sumergiéndose en la repetición, la aceptación y la resignación.

Ante esta situación es urgente ofrecer alternativas, y el primer aspecto es que ante la política de la muerte se debe construir una política de la vida. Es urgente porque no se cuenta con más tiempo para nuevos intentos ante la presente crisis ecológica. Pero ese propósito no puede ser entendido en los sentidos modernos convencionales, ya que resultaría en aceptar algún tipo de dominación o disciplinamiento a cambio de justificar y legitimar una política que supuestamente sería justa y correcta. Si así se hiciera, se repetiría lo que ha ocurrido desde hace largo tiempo, y más allá del modelo político que se defienda, persistirían los problemas y contradicciones con la violencia y los autoritarismos que tarde o temprano desembocarían en la necropolítica. La Modernidad ha intentado por largo tiempo revertir esas contradicciones y se muestra incapaz de hacerlo; ese agotamiento de opciones de cambio desemboca en la necropolítica. Por lo tanto, una política de la vida exige desobedecer a la Modernidad. Para poder pensar más allá de ella se deben romper las condicionalidades de la obediencia.

 El sentido de esa desobediencia debe ser aclarado para que no sea confundido con actos de rebeldía o incumplimientos, por ejemplo, del orden jurídico. Se enfoca, en cambio, con una desobediencia de los saberes y sentires que definen a la Modernidad. Es un giro a un nivel más profundo que incluye tanto rechazar los presupuestos de disciplinamiento y control, como en poder pensar y sentir futuros que resultarían inconcebibles o inaceptables para el orden moderno. Diciéndolo de otro modo, y apelando a conceptualizaciones recientes, es necesaria una desobediencia ontológica63.

Este tipo de desobediencia tampoco implica desechar a todos los componentes de la Modernidad, ya que muchos de ellos pueden servir a las alternativas, tales como ocurre con los esfuerzos para recuperar ideas de la justicia o del bien común, sea en sus dimensiones sociales como ambientales. Es posible compartir algunos ejemplos para clarificar más esta apelación a la desobediencia.

La política de la vida admite que somos parte de comunidades de humanos y no-humanos, y en ello ya hay un apartamiento de los entendimientos modernos que restringe la política a los humanos. Al mismo tiempo, hay una ruptura con toda la tradición ética moderna que restringe la valoración exclusivamente a los humanos convirtiendo a todo lo demás en objetos. En un acto de desobediencia, en cambio, se aceptan los valores intrínsecos en los demás seres vivos. Es asumir que todas las vidas humanas son singulares, importantes y valiosas, y deben prosperar bajo las mejores condiciones.

Todo tipo de vida, incluso la vida no-humana, debe ser defendida. Se debe detener la destrucción cuanto antes, sean las de vidas humanas como de la Naturaleza. En tanto la necropolítica descansa en la sacrificialidad produciendo muertos-vivos despojados de su condición humana, la desobediencia está en defender una política que vuelva a humanizar a todas las personas, no solamente en su individualidad sino como parte de colectivos, y que éstos son a la vez sociales y ambientales. Desde esas y otras desobediencias, los vacíos o reduccionismos morales desaparecen y son reemplazados por un amplio abanico de opciones.

Defender y salvar vidas, tanto humanas como no-humanas, se vuelven mandatos, son innegociables, no pueden ser comprados, y si no se cumplen, son motivo de vergüenza. Entonces, dicho de otro modo, la política de la vida es la vía para volver a ser personas, en todos los sentidos que implica ese concepto, incluyendo recuperar la tristeza y vergüenza cada vez que ocurra una muerte, y la rebeldía para defender la vida.

Fuente: http://accionyreaccion.com/wp-content/uploads/2021/10/GudynasNecropoliticaVivirMorir21.pdf

Urge la unión de todas las luchas existentes en pro de la multifacética justicia social con las defensas y recuperaciones de territorios para los pueblos. Ya que hoy la pandemia y la aceleración e intensificación del neoliberalismo por el sistema mundo capitalista agravan la emergencia socioeconómica del 99% y la socioecológica cuya expresión más contundente es la climática.

Examinemos por qué no se establece esa unión en diversidad mediante afirmación de los pueblos en su autodeterminación. Traigamos a colación: La explicación de Daniel Albarracín (http://www.vientosur.info/spip.php?article12923):

Se abre un ciclo político en el que resulta crucial seguir cuestionando el modo de vida existente, las relaciones de la sociedad con su entorno natural, el cómo disponemos de nuestro tiempo y cómo tomamos nuestras decisiones colectivas. No podemos apelar al miserabilismo, sino interpelar a la reflexión, la autoorganización y la propuesta superadora. No es cierto aquello de que cuanto peor mejor, más bien al contrario. La autoorganización popular resulta más consistente cuando la respuesta dada no es fruto de la desesperación sino del debate y crítica colectivos, y de la perspectiva, experiencia práctica y alternativa que se pueden derivar de ello. Esto es, del noble arte de la política bien entendida. No es cierto que cuanta más recuperación la gente estará más contenta, porque esa recuperación es la de los beneficios y privilegios de unos pocos contra la vida, la biosfera y el trabajo socialmente útil.

Apreciemos el bloqueo a caminos del protagonismo popular hacia emanciparse del capitalismo que responde a:

I) La politiquería ha desplazado a la política o arte y ciencia de procurar el bien común

SIN SITUARSE EN LA URGENCIA DE DEFENDER LA VIDA Y LA SALUD PLANETARIAS COMPROBAMOS HOY QUE LOS NACIONALISMOS POPULARES, LOS PROGRESISMOS Y LAS IZQUIERDAS ELECTORALERAS INSTALAN EN LA AGENDA PÚBLICA E ILUSIONAN QUE HABRÁ: ESTADO BENEFACTOR, INDEPENDENCIA ECONÓMICA Y FRENO A LA EXPANSIÓN EXTRACTIVISTA SI SE ROMPE CON EL FMI Y SE ANULA LA DEUDA EXTERNA PÚBLICA E INCLUSO LA REDUCEN A LA CONTRAÍDA POR EL GOBIERNO DE MACRI.

EN SÍNTESIS, ENCUBREN Y CONCILIAN CON EL LLAMADO PODER REAL QUE

SE IMPLANTÓ COMO NEOLIBERALISMO MEDIANTE TERRORISMOS PARAESTATALES Y ESTATALES DESDE EL GOBIERNO CONSTITUCIONAL DE PERÓN-PERÓN.

OBTUVO LAS LEYES FUNDAMENTALES PARA SU INCESANTE ACUMULACIÓN DE RIQUEZAS Y PODER (QUE TODAVÍA RIGEN) MEDIANTE DICTADURA GENOCIDA EN LOS SETENTA.

ESTATIZÓ SU DEUDA A TRAVÉS DE DOMINGO CAVALLO AL FRENTE DEL BANCO CENTRAL EN 1982. ES DECIR, SU DICTADURA MILITARIZADA CARGÓ LA ETERNIDAD DE ESA ESTAFA SOBRE LAS ESPALDAS DE LOS PUEBLOS Y DESPUÉS, SUS SUCESIVOS GOBIERNOS CONSTITUCIONALES ASUMIERON EL PAGO DE SERVICIOS USUREROS DE ESA ESTAFA COMO SU OBLIGACIÓN PRINCIPAL.

APLICÓ EL CONSENSO DE WASHINGTON A TRAVÉS DE DOMINGO CAVALLO RESPALDADO POR CARLOS MENEM Y EL PARTIDO JUSTICIALISTA.

EXPANDIÓ SU CONCENTRACIÓN Y TRANSNACIONALIZACIÓN ECONÓMICA TERRITORIAL MEDIANTE LOS EXTRACTIVISMOS O ECOCIDIOS CON SUS CONSECUENTES GENOCIDIOS SILENCIOSOS, SILENCIADOS E INVISIBILIZADOS POR SU SISTEMA SOCIAL;

OCUPÓ E INVADIÓ DE MANERA ‘DEMOCRÁTICA’ A ECONOMÍAS Y TERRITORIOS FUNDAMENTALMENTE DURANTE LOS GOBIERNOS DEL MATRIMONIO KIRCHNER AUTODENOMINADOS DE DERECHOS HUMANOS Y NACIONAL POPULAR QUE, AL MISMO TIEMPO, INCREMENTARON DE MODO RELEVANTE EL “GATILLO FÁCIL” O PENA DE MUERTE EXTRAJUDICIAL A LOS NIÑOS, ADOLESCENTES Y JÓVENES DESPOJADOS DE TODOS LOS DERECHOS HUMANOS POR SU MODO DE PRODUCCIÓN Y PROGRESO.

CONSIGUE EL ETERNO BINOMIO DE ENDEUDAMIENTO-DESENDEUDAMIENTO (CON INCESANTE CRECIMIENTO DEL PRIMERO DESDE ALFONSÍN HASTA HOY SIN INTERRUPCIÓN) PARA NO INVERTIR Y FUGAR CAPITALES. TAMBIÉN RECIBIR MULTIMILLONARIOS SUBSIDIOS DIRECTOS E INDIRECTOS.

LAS IZQUIERDAS ELECTORALERAS NO DESTAPAN AL LLAMADO PODER REAL EN SU CRIMINALIDAD DE LESA HUMANIDAD Y DE LESA NATURALEZA.

TAMPOCO CENTRAN LA ATENCIÓN SOBRE CÓMO EL ESTADO EN TODAS SUS JURIDICCIONES Y A LO LARGO DE LA HISTORIA EN ESPECIAL DESDE LA IMPLANTACIÓN DEL NEOLIBERALISMO (MEDIANTE TERRORISMOS PARAESTATALES Y ESTATALES) HASTA HOY PROMOVIÓ ESA CRIMINALIDAD SIN RESPONSABILIZARSE POR:

Empobrecimiento, desocupación y racismo

La verdadera endemia argentina

26 de enero de 2022

Por Andrés Pabón Lara /Rebelión

Integración del Estado argentino en la división internacional del trabajo; integración dada a partir de la profundización de una economía subordinada a los intereses de las países industrializados. En ese marco, los niveles de desigualdad, manifiestos históricamente, aumentaron notablemente a partir de la década de 1970, mostrando cierta correlación con el incremento de la precarización laboral y la desocupación, así como con las dificultades para resolver el acceso a otros bienes básicos como la salud, la vivienda, la alimentación, la educación, entre otros.

En los últimos años, los gobiernos impulsaron un conjunto de políticas asistenciales que tienen por objetivo supuesto atenuar las desigualdades estructurales de nuestra sociedad. Esas políticas lograron contener la crisis social, pero no revirtieron las condiciones que imposibilitan a un sector importante de la población ejercer sus derechos. De esta manera, aun no se logra revertir las condiciones de injusticia y desigualdad en nuestra sociedad. Muy por el contrario, los datos impiden ocultar que éstas siguen profundizándose. Se trata de una verdadera endemia. Y uno de sus ejemplos más elocuentes puede ser rastreado al analizar la situación de la población residente en las llamadas villas, población cuyo número sigue en aumento desde hace más de 40 años. Sabemos por supuesto que los asentamientos informales o barrios precarizados existentes en todo el país, pero con primacía en las grandes capitales y sus conurbanos, habitualmente conocidos como villas, no son más que un ejemplo de los niveles de empobrecimiento a que pueden ser llevadas las poblaciones y, en especial, resultan relevantes en tanto su historia y desarrollo devela el carácter errático y contradictorio de las políticas públicas que no solo no han logrado controvertir los niveles de precarización de la vida que caracteriza a las villas, sino que han sido su causal directa.

Historias olvidadas

La desigualdad como rasgo característico de la situación de un importante espectro de la población residente en las villas del país se extiende también al tratamiento historiográfico sobre los orígenes de las mismas. Al respecto, se encuentra información fragmentada y, en ocasiones, contradictoria. En términos generales parece válido afirmar que fue hacía mediados de la década de 1930 que se instalaron los primeros pobladores que darían nacimiento a lo que en aquellos primeros años se conocía como villas de emergencia, intentando destacar con ese nombre el carácter transitorio que se suponía cubrir a estos asentamientos.

Pero no resulta desacertado vincular los orígenes de las villas de la ciudad con los procesos migratorios de finales del siglo XIX. Se ha reconocido que por aquella época, y en especial luego de la epidemia de fiebre amarilla de 1871, muchos migrantes empezaron a instalarse en viejas casonas abandonadas por sus antiguos propietarios que huían de la epidemia, dando con ello inicio a la formación de los Conventillos. Si bien, estas formas de generación de vivienda no coinciden exactamente con la de los asentamientos, resultan similares las formas de resolución de la problemática habitacional que desde entonces aquejaba a los sectores trabajadores. Y también es similar la falta de respuesta del Estado, que continua desde entonces.

En términos generales suele ligarse la existencia de las villas con la migración de ciudadanos bolivianos y paraguayos. Sin embargo, existe evidencia histórica que señala que la primera de las villas de la ciudad de Buenos Aires fue poblada por contingentes de ciudadanos de los países de Europa de este, en especial polacos, que llegaron a la Argentina para la construcción de los túneles del subterráneo, y con posterioridad sufrieron los problemas propios de la crisis de los años 30’s, terminando como desempleados a los que el propio Estado ubicó, hacia 1931, en unos galpones abandonados, próximos a la zona del llamado Puerto Nuevo, hoy Retiro, y que empezó a ser conocida por la población como Villa Desocupación. En los años siguientes se fueron instalando los primeros asentamientos villeros, es decir, con casetas hechas por sus propios habitantes con distintos materiales (madera y chapas) en la zona de Retiro, vinculada con las actividades portuarias. Los pioneros de esta villa eran en un comienzo un grupo social muy castigado de italianos, y el barrio se conocería durante mucho tiempo como “Barrio de Inmigrantes”. Unas cuantas manzanas más al norte, con el apoyo del gremio de La Fraternidad, se asentaron familias de ferroviarios en los márgenes de las vías del Belgrano en lo que se conocería como ‘’Villa Saldías’’.

Con tal antecedente, y sumado al inicio de una nueva ola inmigratoria, esta vez relacionada con el inicial impulso al desarrollo del modelo de industrialización por sustitución de importaciones, trabajadores y trabajadoras provenientes especialmente de las provincias del norte y los países limítrofes de la misma zona, continuaron y profundizaron aquella nueva forma de resolución a la ya vigente problemática en torno a la vivienda y el desempleo. En esta vinculación del nacimiento de las villas de la ciudad con los procesos de migración, tanto ultramarina como regional e interna, se manifiesta la relación existente entre la precarización de las formas de vida para enormes sectores de población y el desarrollo desigual del sistema capitalista a nivel global. Dicho desarrollo significo para la Argentina, entre otros aspectos, pasar de tener un 25% de su población como habitante de espacios urbanos hacia 1900, algo más del 60% para 1947, y más del 90% en la actualidad. En esa masiva migración del campo hacia las ciudades, y las formas en que el Estado ha intervenido en relación a los desafíos propios de tal proceso, se evidencian dinámicas específicas que dan cuenta de las relaciones de clases, el rol del Estado y la configuración del territorio.

Los golpes de Estado que empañaron la historia política del país también resultaron significativos en la historia de las villas, ya que las políticas de erradicación desde 1966 vincularon a los gobiernos dictatoriales con la profundización de esta endemia. Vale destacar en especial a la intendencia del brigadier Osvaldo Cacciatore a partir de 1976. Como parte de una política pública, a este personaje se le relaciona con la deshonrosa tarea de ejecutar la construcción de una serie de muros lindantes en ciertas villas de la ciudad con el objetivo de ocultarlas ante la llegada de turistas extranjeros que acompañaron el Mundial de futbol de 1978. Pero, más allá de este simbólico encerramiento, la política militar en relación a las villas resultó de hecho en la drástica disminución de su cantidad de residentes. Los datos estadísticos de la Ciudad de Buenos Aires así lo confirman: pasaron de tener más de 200 mil habitantes habitantes en 1976 a 37 mil en 1980. Desde luego, no se trató de una disminución ocasionada por la asignación de viviendas o algún otro plan benefactor. Muy al contrario, esa drástica disminución se debió a la política represiva y de erradicación de las villas. Existen numerosos testimonios que dan cuenta de las medidas militares en tal sentido. A los dispositivos regulares de allanamientos ilegales de viviendas y desaparición forzada de personas, se sumaron prácticas como la del traslado masivo de vecinos de la villa con la promesa fraudulenta de ser ubicados en locaciones fuera de la ciudad en donde recibirían viviendas, y la resultante de un abandono en terrenos baldíos, con la amenaza de muerte si decidían regresar.

Vinculando la idea según la cual las ciudades deben considerarse como un producto, esto es, el resultado de un proceso de producción, vemos que la producción del territorio que involucra a las villa no fue solo el resultado de hombres y mujeres que, de forma espontánea, más o menos organizada, fueron coincidiendo en un lugar particular, y construyendo sus propias viviendas para sí y sus familias. A esta dimensión explicativa deben necesariamente integrarse elementos como el de la atracción económica que generaron las fábricas e industrias en las grandes ciudades. Sin olvidar que dichas formas de atracción económica, vinculadas a las lógicas del desarrollo capitalista periférico, desatendieron la posibilidad de brindar formas adecuadas para que sus trabajadores alcanzaran la satisfacción plenas de sus necesidades. Asimismo, el Estado, en términos generales, cumplió y sigue cumpliendo su carácter de agente regulador de los intereses de las clases propietarias, y con más omisiones que acciones, coadyuvó en la profundización de la problemática habitacional, laboral y la precarización de la vida en general como un factor determinante de las desigualdades de clase dentro de la formación social capitalista argentina, tanto ayer como hoy. Es decir, sigue siendo un actor con responsabilidad directa en la profusión de la endemia que nos aqueja.

Fronteras de ayer y de hoy

Empobrecimiento y desocupación son conceptos que podrían verse concretados en un recorrido por cualquier villa: en los barrios se sufre profundos niveles de hacinamiento y de dificultades de acceso a servicios públicos esenciales como lo son la conexión a la red pública de gas, de agua, electricidad o a la red cloacal. Como es característico para todas las villas la problemática en torno a la vivienda no se reduce solamente a una cuestión de regularización de la tenencia, sino que la presencia de urbanización informal genera un efecto cotidiano que determina la precariedad de las viviendas que la componen, y esto se hace ostensible en la ausencia de servicios básicos, profundas problemáticas de salud, deterioro ambiental, entre otras, pero se traslada también a la precarización social y la estigmatización permanente de sus habitantes.

Una búsqueda de información que parta de las palabras »Villa» y »Argentina» en cualquiera de los motores de búsqueda de internet disponibles, permite reconocer que, más allá de la visibilización de las problemáticas propias del barrio, las fuentes de información que generan opinión pública y sentidos comunes, relacionan prioritariamente estos lugares con la violencia, el consumo de drogas y el narcotráfico. Ciertamente, otra de las problemáticas que atraviesa a muchos de estos barrios en la actualidad son las redes de narcotráfico, instauradas a lo largo y ancho del territorio, que a su vez generan un profundo problema de consumo que atraviesa cada vez desde más temprano las franjas etarias. El auge de la droga conocida como ‘’Paco’’ no solo está atribuido a su bajo costo, sino también a su componente altamente adictivo y a que se encontró directamente destinado a la población de los sectores populares. Aquellos sectores que se encontraron sufriendo con mayor intensidad los procesos de destrucción y segmentación de los tejidos de contención social. Del consumo y del narcotráfico pueden desglosarse un sinfín de problemáticas que atraviesan a cada vecino de forma distinta: mayores índices de inseguridad, redes de corrupción policial, enfrentamientos entre bandas narcotraficantes, ausencia y precarización del trabajo. Todos estos conflictos dejan un saldo cada vez mayor de jóvenes socialmente marginados o trágicamente muertos. La violencia se convierte en paisaje.

Lo que los medios de comunicación masiva difunden no es inexistente. Pero, al mismo tiempo, el énfasis y la perspectiva de su abordaje, parten de un lugar ideológico y político específicos, y genera un impacto particular en relación a la producción del territorio. Resulta en tal sentido totalmente pertinente la invitación del geógrafo Neil Smith a pensar en una ‘’frontera urbana’’. Este autor, comprende dentro de este concepto un límite instalado dentro de la misma ciudad que separa dos territorios. Y, según nos recuerda en su análisis, no es poco relevante tener en cuenta que la idea misma de frontera, y las prácticas de fronterización, han asumido históricamente una faceta especial en un contexto de construcción discursiva (y política) que asumió la forma retórica de la disputa entre civilización y barbarie (1).

Históricamente, los procesos de construcción nacional adelantados por las nacientes burguesías hispanoamericanas asumieron la tarea de reformular la jerarquización colonial con la que el poder absolutista había legitimado su dominio. Tal reformulación obedecía a la necesidad del modelo republicano, formalmente igualitario, de blindar el orden jerarquizado y desigual con una nueva estructura que lo presentara como radicalmente diferente al denostado antiguo régimen. Así, asegurar su lugar de privilegio y homogeneizar a los sectores dominados bajo sus intereses se asumió, entre otros, con el ejercicio de regulación y deslegitimación de los sectores populares que resultaban señalados en sus costumbres y modos de vida como bárbaros. En Argentina, el dispositivo burgués de barbarización recayó especialmente en los pueblos indígenas que, hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX, constituían un contrapeso de relevancia a las aspiraciones de las elites dirigentes/terratenientes que deseaban poner en producción, para el gran capital, las vastas extensiones pampeanas y patagónicas que pertenecían a dichos pueblos indígenas. Y así, no solo la pluma racista del prócer Sarmiento fungió en favor del modelo agroexportador, también la espada y el rifle de Roca y sus seguidores, operaron en pro del genocidio indígena, como cristalización de la citada construcción de la frontera entre civilización y barbarie. Se trató de una fronterización como correlato discursivo del genocidio propiciado para apoderarse de las tierras indígenas.

En la actualidad, pensar en la configuración de nuevas fronteras urbanas, nos invita a reconocer los dispositivos de fronterización en su sentido más amplio de barbarización, esta vez, dispuestos en perjuicio de los habitantes de las villas. Hoy, su supuesta barbarie no se viste de ‘’atraso’’. El ‘’malón’’ del presente está dispuesto en los imaginarios de criminalidad, corrupción, drogas y desordenes con los que suelen ser señalados los vecinos de esos barrios. La frontera urbana que divide ‘’la ciudad’’ de ‘’la villa’’ se resume en el imaginario de la seguridad. Pero, evidentemente, tal imaginario es desigual, en un sentido clasista: la seguridad se presenta como un bien para algunos cuyo contrapeso es el peligro que representan otros. En palabras del citado Smith, ‘’el imaginario de la frontera no es ni meramente decorativo ni inocente, arrastra un considerable peso ideológico (…). La frontera ideológica racionaliza la diferenciación social y la exclusión como natural e inevitable’’.

Vincular a las villas con la construcción de fronteras urbanas no solo permite conectar los procesos históricos de conquista y colonización interna con los más contemporáneos procesos de organización de los entramados urbanos, sino que además permite relacionar dinámicas globales y locales. En términos generales, el proceso ideológico de fronterización permitió ‘’desplazar el conflicto social hacia la esfera del mito’’, es decir, naturalizar formas de opresión propias de la dominación de clase y en general, camuflar la explotación económica como eje de la producción del territorio urbano; dando paso a perspectivas funcionalistas sobre las ‘’anomalías’’ urbanas, antes, o subjetivistas sobre las decisiones individuales como motor de tales procesos. Lejos de esas perspectivas, se ve que la fronterizacion urbana es una manifestación de la desigualdad estructural en la producción del territorio: otro síntoma de nuestra endemia actual. Tal proceso, si bien desarrollado en todo el mundo, reconoce matices específicos a nivel de las regiones periféricas del capitalismo, esto es, por su desarrollo desigual.

En ese sentido, una perspectiva crítica (o marxista) apunta a reconocer la contradicción general de la urbanización capitalista. La ciudad constituye una forma de socialización capitalista de las fuerzas productivas. Ella misma es el resultado de la división social del trabajo y es una forma desarrollada de la cooperación entre unidades de producción. Así, debe tenerse en cuenta que como dimensión específica de la producción capitalista, la ciudad permite la concreción de procesos de apropiación del espacio que están absolutamente relacionados con la búsqueda de ganancias y acumulación de capital. Es en esos procesos que se inscribe la fronterización. Es a la búsqueda de ganancias y acumulación de capital que se articula la profusión del discurso de peligrosidad (crimen, drogas y violencia) que se desarrolla sistemáticamente sobre las villas. Esa construcción ideológica representa una dimensión de la lucha de clases, en tanto y en cuanto cumple un rol en la explotación del trabajo y la apropiación del espacio. Y, como se viene expresando, el Estado cumple un papel fundamental en la configuración de la desigualdad frente a la apropiación territorial.

En cuanto a la explotación del trabajo, puede mencionarse que la precarización general de las condiciones de vida genera condiciones que posibilitan el abaratamiento de la compra de la fuerza laboral, no solo en el sentido marxista del sostenimiento del ejercito proletario de reserva, sino en formas concretas de reducción de los costos necesarios para la reproducción de la vida de la clase trabajadora. Aquello que desde ciertas perspectivas se define como marginalización o exclusión, opera realmente en función habilitar y racionalizar (para el sentido común hegemónico) formas de explotación de la fuerza de trabajo ajustadas para la maximización de las ganancias, y moldeadas en el sistema desigual de desarrollo global del capitalismo. Así, marginalidad, más que exclusión, es integración diferencial para la mayor explotación.

En este aspecto, el Estado ha jugado un papel decisivo. Las políticas de abandono urbano que se han evidenciado a lo largo de todo el siglo XX (y lo que va del XXI) en torno a las villas, lejos de atenuar la precarización de la vida, han agrandado la desigualdad en perjuicio de los residentes de las mismas. El rol estatal no se reduce entonces al supuesto ‘’abandono’’ urbano, sino que se complementa con una específica represión punitiva que se despliega de forma permanente y especialmente exacerbada. El eufemísticamente llamado ‘’gatillo fácil’’ representa una política pública contra un sector de la población. Su complemento específico es la regularización de rondas represivas realizadas sistemáticamente, en las que se yuxtaponen, como en ningún otro espacio geográfico, las jurisdicciones de las distintas fuerzas (armadas y de seguridad) que hacen presencia escalonada y actúan en el territorio con destacada sevicia, violando continuamente las garantías constitucionales y que, alternativamente, despliegan retenes de elocuente presencia en las entradas de las villas que, como los fuertes de la frontera indígena del sur en épocas pretéritas, son una marca territorial tanto para los de ‘’afuera’’ como, especialmente, para los de ‘’adentro’’. Pero ¿qué gana con este trato estigmatizador y racista y con la precarización de la vida el gran capital y los gobernantes que lo defienden?

Despojarnos de la ciudad, precarizar nuestras vidas

Uno de los aspectos relacionados con la desigualdad en la apropiación del territorio ha sido reconocido como proceso de «gentrificación». Si bien, las múltiples formas de valorización de zonas urbanas, anteriormente infravaloradas y comercializadas a bajos costos, para luego ser puestas a disposición de los negocios inmobiliarios con altas tasas de ganancia, son diferentes según los contextos, es posible establecer algunos de sus patrones comunes.

Para Latinoamérica resulta necesario inscribirlos en la avanzada neoliberal que, en Argentina, vino de la mano (sangrienta) del golpe cívico-militar y continuó el peronismo menemista. En general, se trata de una reconfiguración territorial plenamente ligada al gran capital. Éste, en la búsqueda de obtención de mayores ganancias o tasas de retorno, se desplaza y localiza en espacios previamente deteriorados y desvalorizados (por la propia dinámica de producción capitalista), pues es allí en donde existen posibilidades de generar nuevas ganancias. En palabras de Smith ‘’la gentrificación es un producto estructural de los mercados de suelo y vivienda. El capital fluye allí donde la tasa de retorno es mayor, el movimiento de capital hacia los suburbios, junto con la continua desvalorización del capital de las zonas urbanas deprimidas, produce eventualmente una diferencia potencial de renta. Cuando esta diferencia es lo suficientemente amplia, la remodelación (o nuevo desarrollo) puede comenzar a desafiar las tasas de retorno disponibles en otros lugares y el capital vuelve’’.

En relación a la gentrificación, la construcción de la frontera urbana propia de las villas constituye más que una marginación, un encerramiento. Aislados de la posibilidad de existir con condiciones de vida plenas y de gozar de los derechos que suponen abarcar al conjunto de la población, los habitantes de las villas están siendo dispuestos para enfrentar una presumiblemente próxima avanzada de ‘’reconquista’’ del capital sobre el espacio territorial que hoy ‘’ocupan’’. Las villas en general surgieron como espacios deteriorados. Las políticas públicas lejos de modificar tal condición la profundizan. Más que de omisión estatal, puede hablarse incluso de participación activa del Estado en su gestación; un Estado que no solo no solucionó sino que profundizo la dinámica de migración y desplazamiento que aumentó el volumen poblacional de las villas. Como clara continuidad de ese surgimiento, la estructura estatal habilita la fronterización a través de su participación en la producción del imaginario de la seguridad, con todas las consecuencias y cargas que ya se expusieron, lo que cumple un rol especifico en el proceso de explotación económica propio del sistema capitalista y en sus formas específicas de desarrollo desigual.

La similitud trazada entre la fronterización del presente y del pasado en Argentina permite identificar la racialización de la ideología civilizadora como uno de sus ejes principales. El discurso racista sobre ‘’los barbaros’’ de las villas sigue apelando a su manifestación más espuria, y señalando como ‘’negros’’ a quienes son explotados y precarizados en el máximo nivel. En su sentido social, la gentrificación se propone como un rescate civilizatorio. En su sentido económico es una localización de las inversiones en suelo urbano. Para ambos objetivos, el discurso racista funciona en un sentido legitimador frente a una opinión pública culturalmente amparada por el mismo racismo.

Las villas constituyen hoy una ambigua contradicción ante la cual su existencia encierra en sí misma una ‘’anomalía’’, pero esa anomalía, lejos de ser ‘’corregida’’ es profundizada con intensas operaciones ideológicas que terminan responsabilizando al propio habitante de la villa por su situación de precarización, y racionalizando esa condición en la falta de valores de esos ‘’otros’’. El aislamiento estigmatizante, el encierro represivo y continuidad de la precarización para la explotación constituyen una fórmula de posibilidad para una próxima futura gentrificación.

Esa posibilidad se hace patente en varias de las villas del país en la manifestación de dos modelos de política burguesa que operan cotidianamente. Por un lado, el modelo PRO, que administra el gobierno de la ciudad, ha hecho presencia en los últimos años con la construcción de algunas obras, plazas de juegos, señalización de calles. Una primera dimensión del asunto entronca con la dinámica gentrificadora de reconstrucción clasista del paisaje urbano. Un proceso de intervenciones estéticas que se ve en otros escenarios de la CABA y que, además de jugosas cuantías para los contratistas, va delineando la aceptación común de un paisaje aburguesado como supuesto símil de mejoramiento de la calidad de vida. Pero, más concretamente, la expulsión vía indemnización primero y represión (policial y judicial) después, de los habitantes de ciertas zonas, muestra que el único método de la burguesía para resolver las contradicciones de clase manifiestas en la problemática habitacional de esos vecinos es su desplazamiento hacia otras zonas. Después de todo, de lo que se trata es de generar rentabilidad en un espacio urbano deprimido y, por ello mismo, aparentemente disponible y potencialmente valorizable. Las más recientes intervenciones urbanísticas en la villa 31 de CABA ejemplifica elocuentemente ese punto. Desde las agencias gubernamentales correspondientes esto es presentado como una política social, que supone ‘’integrar’’ a la comunidad de las villas. Sin embargo, las obras no alteran las condiciones de vida de los habitantes (con la excepción de aquellos que resultaron desplazados). La frontera urbana sin borrarse, simplemente desplazo su lindero, y para algunas villas se busca presentar otra »cara».

Pero existe otra variable burguesa al tratamiento sobre la problemática de vivienda urbana y el desempleo. El aislamiento, encerramiento y precarización manifiestos en la construcción del territorio de muchas villas son incluidos en el programa peronista bajo la modalidad de su dócil aceptación. El peronismo sostiene una estructura que le permite desarrollar un asistencialismo (ahora nuevamente a través de programas nacionales de ‘’desarrollo social’’) dispuesto a cambio de la domesticación de las reivindicaciones de los habitantes de las villas, que son convocados a redes clientelares que aseguren votos y lealtades punteriles, canalizando la resistencia y dosificando la politización hacia discursos patrioteros inofensivos. El programa incluye la reivindicación de identidades que operan en función de la aceptación (festejada) de la condición de precarización y explotación del sistema (la identidad villera). En tal escenario, bien podría darse también una introducción del interés rentista sobre el suelo, y resolverse con una expulsión negociada de los habitantes actuales o con la asignación de vivienda social en puntos distantes. Ese modelo de gestión de la pobreza parece adecuarse al proceso de gentrificación en una dimensión que no borra del todo la frontera urbana: más parece su punta de lanza. ¿Desaparecerán en el futuro las villas por la obra de algún gobierno? Todo parece indicar que no.

La gentrificación presagia una conquista de clase sobre la ciudad, pretendiendo borrar la geografía y la historia de la clase obrera. Ello explicaría el papel fundamental del Estado en el mantenimiento de las condiciones de precarización de la vida de esa creciente población que reside en las distintas villas. Debemos pensar esta hipótesis en potencial; como un proceso posible, verosímil, preparado hoy con las armas de la estigmatización, la represión y la explotación. Se trata de la lucha de clases y de su concreción en la producción del territorio urbano, y en esa lucha los gobiernos participan en defensa de sus intereses de clase. Las villas, hoy deploradas y sujetas a las políticas de empobrecimiento, desempleo y racismo pueden llegar a representar los nuevos nichos de inversiones jugosas para la especulación capitalista. Eso, desde luego, no implicaría una solución al problema que en ellas se expresa, generaría desplazamientos territoriales y mayor hacinamiento y desempleo para quienes ya lo padecen, es decir, sería un nuevo capítulo de su endémica profundización. Ese mal latente que no parece que vaya a desaparecer, y los gobiernos de ayer y de hoy son su causa, no su solución.

Nota:

  1. Todas las citas han sido extraídas de: Smith, Neil. La nueva frontera urbana. Ciudad revanchista y gentrificación. Madrid, Traficantes de sueños, 2012. 

Fuente: https://rebelion.org/la-verdadera-endemia-argentina/



II) El encabezamiento de falsas confrontaciones con el poder real predomina sobre la política desde diversidades de abajo que miran por las distintas facetas de la justicia social y las que defienden y recuperan territorios para la vida de los pueblos en contra de los extractivismos del sistema.     

Recordemos décadas de lucha contra el pago de la legalizada-legitimada como deuda externa pública por todos los gobiernos de turno de la democracia cada vez más circunscripta a su carácter contrainsurgente. También décadas de culpar al FMI por los ajustes o robos a los trabajadores y pueblos hasta de sus vidas. Pero dicha lucha, sin revisión crítica, persiste en ese simplista diagnóstico de las dirigencias de larga data de los nacionalismos populares e izquierdas mayoritarias.

Constatemos en qué consiste esta falsa confrontación con el poder real que lo representan en el FMI y señalan la deuda externa pública como causa del creciente empobrecimiento de suerte que la lucha prioritaria, para esas organizaciones, debe ser contra el pago de intereses usureros:

Comunicado

Este martes 8 de febrero, la Autoconvocatoria por la Suspensión del Pago e Investigación de la Deuda se moviliza en todo el país, junto a otros centenares de organizaciones populares, contra el acuerdo anunciado con el FMI. (…)

La Autoconvocatoria, en un “Llamado a la unidad para enfrentar el nuevo acuerdo odioso” difundido el 29 de enero, rechazó el acuerdo “a espaldas del pueblo y de cara a consolidar el ajuste y profundizar los condicionamientos que vienen exigiendo el Fondo y sus socios mayores, desde la firma del acuerdo en 2018.” Rechazó, asimismo, este nuevo acto de sumisión y de dependencia, de saqueo de la riqueza y los bienes comunes de todo el pueblo argentino, la entrega de la soberanía popular, la legitimación de la estafa tan denunciada, la impunidad que garantiza a sus responsables y beneficiarios, y la amnistía política, social y cultural que ofrece tanto a ellos como a las políticas neoliberales que el FMI y el sistema de deuda perpetua han colaborado para imponer en toda la región. 

Beverly Keene, vocera de la Autoconvocatoria y coordinadora del colectivo Diálogo 2000, enfatizó que esta nueva jornada de movilización destaca que hay alternativa al acuerdo anunciado, cómo se planteó en el pronunciamiento emitido frente al Ministerio de Economía el pasado 27 de enero. “…La suspensión de los pagos, la investigación del fraude, el repudio de los reclamos de una deuda que el pueblo argentino no debe – señaló Keene-, junto a la sanción de los responsables y la reparación de los crímenes cometidos. Pasa por el fortalecimiento de la movilización popular y la consolidación de una alianza de los pueblos y países que constituyen los verdaderos acreedores.”

Para superar esta falsa confrontación sin éxito alguno porque continúa la constante profundización de la desertificación de Argentina y el Abya Yala tengamos en cuenta el análisis siguiente:

Ariel Mayo

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El acuerdo con el FMI implica la continuidad del ajuste. Eso significa que se mantendrá el empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores, los jubilados y vastos sectores de las clases medias, proceso iniciado hacia 2011 con el inicio del estancamiento de la economía, y que se aceleró a partir del comienzo de la recesión en 2018.

En este sentido no hay nada nuevo bajo el sol. El Fondo no hace más que convalidar un ajuste que ya se venía realizando desde hace mucho y que los argentinos de a pie notamos constantemente en nuestros salarios. Lo novedoso del acuerdo con el Fondo es, en todo caso, el reconocimiento explícito de la necesidad del ajuste por los principales frentes políticos (el Frente de Todos y Cambiemos), dejando a quienes rechazan el ajuste dentro del Frente de Todos en una situación de relativa marginalidad política.

Cabe recordar al respecto que Alberto Fernández ganó las elecciones presidenciales de 2019 con la promesa de cesar el empeoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de la población. Además, y no menos importante, el acuerdo expresa (nuevamente) la aceptación expresa por parte de los partidos políticos mayoritarios (agrupados en los mencionados frentes) de la deuda externa como mecanismo elegido por la burguesía en Argentina para patear los problemas estructurales de nuestra economía y amortiguar los efectos de sus crisis (esa burguesía suple con dólares prestados su incapacidad para generar dólares genuinos). En este sentido, la deuda externa es efecto y no causa de los problemas estructurales.

En este sentido, no cabe hablar de «fraude macrista» ni de «estafa». Por el contrario, la deuda externa es el instrumento elegido por la burguesía en Argentina y convalidada desde 1983 por las principales expresiones políticas. Resta saber si (esta vez), la burguesía argentina y sus expresiones políticas (Cambiemos, los liberales, el peronismo, etc.) optará por llevar adelante reformas estructurales (en beneficio de la clase empresaria, por supuesto) que pongan fin a la perpetuación de la crisis. De este lado del mostrador (trabajadores, jubilados, gran parte de los sectores medios) todo ello representa más miseria, más incertidumbre, más penurias cotidianas. Así están las cosas…

La unidad de acción para el ¡fuera FMI! y la condena al gobierno de Macri elude considerar al Estado como poder político del económico que es transnacional y transnacionalizado. Esa unidad no admite que el Estado durante los últimos 40 años ha demostrado ser enemigo acérrimo de los trabajadores y pueblos. Persiste en apreciarlo mediador neutral pese a décadas de políticas de estado a favor de mayor opresión y represión. Adhiere a la justificación del progresismo gubernamental que los extractivismos son para pagar la deuda. Pero se equivoca porque la acumulación gran capitalista, como en todo el Abya Yala, sólo es posible mediante ecocidios y sus consecuentes genocidios silenciosos, silenciados e invisibilizados.

No se compromete con las y los 30.000 en su lucha emancipatoria ni con las defensas y recuperaciones de territorios en toda la Argentina Plurinacional cuya unión con las luchas en pro de la multifacética justicia social encaminaría el poder comunal y confederado para la creación por los pueblos de sus respectivos «buenos vivires».

Tampoco los progresismos, los nacionalismos populares e izquierdas electoraleras dejan de fomentar la creencia en la democracia que es esencialmente contrainsurgente para la dictadura del llamado poder real que lo es gracias al Estado reivindicado por dichas fuerzas políticas y sociales.

Necesitamos generalizar el análisis histórico para la comprensión de que no se trata de más «Estado vs Mercado», falsedad como la «grieta». También que una creciente mayoría popular repudie como solución al Frente contra la Pobreza o al más reciente Plan de Argentina sin hambre bajo liderazgo de los principales hambreadores como la china Syngenta.

Nos urge independizarnos del Estado en comunidad de negocios con los grandes capitales locales e imperialistas. Conciliar con el Estado de las clases opresoras degrada hasta a los dirigentes de las izquierdas mayoritarias. Son verticalistas en sus partidos políticos y electoraleras. Es decir, no han democratizado su funcionamiento interno y su activismo se restringe a candidatear sus dirigentes para ser las voces de la protesta social en la cámara de diputados y a disputar dirección de gremios. Nada de romper con los perfeccionados condicionamientos de ambos ámbitos y las censuras tácitas en aceptar participar de la fachada a la cada vez más patente dictadura de los capitales sumamente concentrados.

Pero preguntémonos: ¿en qué realidad viven los dirigentes de las izquierdas electoraleras y verticalistas mediante la siguiente entrevista?

«Compartimos entrevista realizada a Christian Castillo, dirigente nacional del PTS en el FIT-U sobre las implicancias del acuerdo con el FMI: «el acuerdo no es lo menos malo, sino resignarse a una década de estancamiento en lo que hace a los indicadores sociales. El FMI no te permite ninguna medida más o menos progresista, la expropiación de ningún capital o a los que más tienen, o atacar los Bancos. Es la subordinación por completo al poder del capital financiero internacional. De ahí la necesidad de hacer este rechazo, que independientemente que te den unos años de gracia al principio, orienta toda la política económica a juntar los dólares para pagarle a los acreedores», señala Castillo». Por Mario Hernández/ANRed

Resulta que Christian Castillo al ser sociólogo marxista debería hacer cuanto le sea posible por el debate de una creciente mayoría abajo sobre que el capitalismo de Argentina, como el del Abya Yala, muestra sólo apariencias de incluir a todos en sus derechos humanos y que las elecciones polarizadas únicamente legitiman al sistema opresor. Porque como lo prueba la historia y el pasado-presente de provincias semifeudales, la democracia desde diciembre de 1983 ha continuado a la dictadura genocida en la autodenominada reorganización nacional a favor de la incesante expropiación de bienes comunes sociales y naturales y de la creciente explotación tanto de los trabajadores como de la naturaleza.

El poder ejecutivo y el legislativo (sumamente corruptos, privilegiados en sus ingresos e inmunes) garantizan la imposición de los súper negocios de grandes capitales locales e imperialistas. Así legalizan y desinforman sobre la expansión acelerada e intensificada de los extractivismos durante la pandemia. Los últimos implican la acumulación de riquezas y poder del llamado poder real que lo es por la democracia contrainsurgente. Está constituido por el contubernio de capitales y estados imperialistas con los locales. Gracias al gobierno de los Fernández, durante nuestro forzado confinamiento, está agravando acaparamiento de todas las condiciones de vida y trabajo expropiándoselas a las comunidades rurales y urbanas con el consiguiente crecimiento de la pobreza estructural.

Estos poderes públicos y privados están tan convencidos de su omnipotencia a consecuencia de haber optimizado el control y dominio social -aprovechando la pandemia- que el 30 de septiembre de 2021 hicieron acto de presencia tanto el Presidente como la Vicepresidenta y el Ministro Nacional de Agricultura… junto a los representantes del dominio transnacional y transnacionalizado sobre los agronegocios. ¿Con qué finalidad? Para convertir en ley al plan para mayor concentración-centralización de esas corporaciones imperialistas sobre los territorios y el agro de Argentina.

En suma, desde la implantación del neoliberalismo en los 70 mediante terrorismos paraestatales y estatales (comenzados por el gobierno Perón-Perón) se viene consolidando y profundizando la planificación de la miseria que anticipara Rodolfo Walsh y sin ninguna interrupción como lo evidencia la existencia de la ley de emergencia alimentaria desde 2002.

Advirtamos que las legitimación-legalización y desinformación propias a la democracia contrainsurgente se completa con el reforzado Estado policial militarizado que asesinó e hizo desaparecer durante la pandemia o sea durante el gobierno de los Fernández. Consideremos el informe de CORREPI en Infobae del 16 de agosto de 2020:

Desde el comienzo de la cuarentena se registraron 92 muertes en manos de integrantes de las fuerzas de seguridad, según un informe que publicó CORREPI, la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional.

En el informe se incluyen los hechos que tuvieron lugar desde el 20 de marzo hasta el 6 de agosto. Según CORREPI, los casos registrados se desglosan de este modo: 34 por fusilamientos de “gatillo fácil”; 45 muertes bajo custodia; 4 femicidios relacionados ; 3 desapariciones forzadas y un caso interfuerza (se mataron entre agentes). (…)

Luego, se detalla que la provincia de Buenos Aires, donde se concentra la mayor población del país, es el lugar con más hechos: 42 casos, seguida por Santa Fe con 10; Córdoba y San Luis, con 6 cada una; Tucumán con 5; Jujuy con 4; Ciudad de Buenos Aires, Corrientes, Santa Cruz y Mendoza, cuentan con 3 cada una; Neuquén y San Juan con 2 cada una y por último Chaco, Chubut y Santiago del Estero con 1 caso cada una.

En el trabajo, además, se desglosaron los casos por fuerza interviniente y el resultado fue que el conjunto de las fuerzas provinciales tienen responsabilidad por la muerte de 50 personas. Los servicios penitenciarios provinciales son responsables de 27 muertes, las fuerzas federales de 8 y la Policía de la Ciudad de 7.

Facundo Astudillo Castro

La CORREPI responsabiliza por esta situación a la decisión de poner en manos de las fuerzas de seguridad la tarea de controlar el cumplimiento de las medidas de aislamiento social preventivo y obligatorio: “El casi centenar de reportes y notas publicadas desde el 20 de marzo pasado con denuncias sobre todo tipo de violencia policial y de otras fuerzas a lo largo y ancho del país, mediante golpizas, torturas, asesinatos, violaciones y desaparición forzada, hechos en los que han participado policías federales, provinciales, municipales, gendarmería, prefectura y servicios penitenciarios, muestran claramente cuál ha sido, hasta donde sabemos, el resultado concreto de la decisión de poner en manos de las fuerzas de seguridad la función de garantizar que se cumplan las medidas de aislamiento”, dicen en el informe.(…)

Luis Espinoza

Si bien los datos del Gobierno y CORREPI se diferencian, Frederic y Pietragalla reconocieron un aumento de denuncias que involucran a fuerzas de seguridad en casos de violencia institucional desde que comenzó la pandemia.

Uno de los primeros casos de muerte durante la cuarentena fue el de Luis Ezpinoza en Tucumán. El 15 de mayo, el hombre fue atacado por la Policía de de Tucumán durante un operativo realizado por un festival de caballos cuadreros en el paraje de Melcho, en la ciudad tucumana de Simoca, y su cadáver apareció una semana después en territorio catamarqueño, adonde fue arrojado a un barranco envuelto en bolsas de plástico. Por el crimen, la justicia tucumana ordenó la prisión preventiva para nueve agentes y un civil.

El último hecho fue el del joven Valentino Blas Correas, de 17 años, en Córdoba. El homicidio de Correas ocurrió en la madrugada del pasado jueves 6 de agosto cuando, junto a cuatro amigos y compañeros de colegio, circulaban en un automóvil luego de reunirse en un bar. Según el sumario policial, evadieron un control policial en la zona sur de la ciudad de Córdoba. Los policías dispararon varios tiros, de los cuales cuatro impactaron contra el automóvil y uno de ellos ingresó por la luneta y se incrustó en el omóplato de Valentino, quien iba en la parte de atrás del vehículo y murió a causa de la herida. El fiscal José Mana imputó a cinco agentes por el crimen, entre ellos al jefe de la fuerza de seguridad que estaba a cargo de patrullas de control.

Fuente: https://www.infobae.com/sociedad/policiales/2020/08/16/una-ong-afirma-que-durante-la-cuarentena-hubo-92-muertes-perpetradas-por-fuerzas-estatales/

El desafío primero de quienes luchamos por la vida y la salud planetarias que incluyen las humanas, consiste en desprendernos de la etiqueta de «ambientalistas o ambientalismo» conque el capitalismo nos aísla de las minorías que conforman la inmensa mayoría de los de abajo. Distorsiona nuestros sentidos de lucha para el reinado de una minúscula minoría con poder por expropiar los bienes comunes sociales y naturales.

Nos autoorganizamos en asambleas no sólo para nuestros defender territorios del saqueo y contaminación que son los extractivismos o modo capitalista de producción y mercantilización de la naturaleza. sino sobre todo nos afirmamos como comunidades entrelazadas con las naciones pueblos originarios de Argentina hacia crear cada una sus «buenos vivires» o armonía intracomunitaria y de la comunidad con su ecosistema local (que como la naturaleza no tiene fronteras) depende de la biosfera o gran ecosistema planetario. De ahí el imperativo del confederalismo democrático e internacionalismo revolucionario. Esto nos exige politizarnos.

Comprobemos a través de un ejemplo qué significa e implica politizarnos:

Asamblea Paravachasca

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Valle de Paravachasca, 21 de enero de 2022

Diego Concha y la complicidad gubernamental cordobesista.

El ataque a la VIDA, el extractivismo y la fragmentación de cuerpxs y territorios. “…continúa vigente un sistema de relaciones sociales que se caracteriza por la dominación, porque esa es la razón que los mueve: dominar, moldear, denigrar a la mujer, a la diversidad y a la naturaleza, sacar provecho y poseer el territorio”.

Resulta insoportable continuar dentro de este sistema patriarcal, cordobesista, que quema la vida en sus múltiples aspectos. El dolor, la bronca, la impotencia que genera ver cuando una mujer es vulnerada física y emocionalmente, fragmentada, despojada de sus poderes y fortalezas…asesinada…resulta ya indescriptible. Y todo se traslada…si, todo se traslada…hoy lamentablemente están los hechos que visibilizan las múltiples maneras de atacar la vida, sin escrúpulos y en todas sus dimensiones. Porque una persona que vulnera cuerpxs, vulnera el territorio. Una persona que vulnera el territorio, vulnera cuerpxs.

Cotidianamente vivimos la cristalización de este sistema, construido de desigualdades, donde la supuesta inferioridad es abordada desde lo biológico, ya que tanto las mujeres como los bienes naturales históricamente han sido entendidos como espacios a invadir y tomar. Y esto es precisamente lo que no están dispuestos a ceder, ya que eminentemente aspiran a la reproducción de la masculinización de los territorios y el reforzamiento del patriarcado.

Un sistema gubernamental que avanza y sostiene prácticas que matan, prácticas de extracción, hostigamiento, desplazamiento forzado, no puede prescindir de personas funcionales y dispuestas a lo mismo…de múltiples maneras. Justamente esta persona “defendía” nuestro territorio del avance del fuego. Las consecuencias, incontables ya. Hasta las cifras de hectáreas quemadas en nuestra provincia son repetidas desde un lugar extraño, que pareciera que podemos aguantar lo que sea.

La crisis ambiental que atravesamos es eminentemente de carácter antropológico ya que el dominio que se ejerce es tanto sobre el sistema natural como el humano. Es en este campo donde el dominio de un género sobre otro se evidencia, al igual que con la naturaleza. La intención es dominar los cuerpos, doblegarlos, con la impunidad de sentirse protegido por todo un sistema cuyas instituciones albergan y le dan poder. Espacios estos donde a pesar del marco legal existente, continúa vigente un sistema de relaciones sociales que se caracteriza por la dominación, porque esa es la razón que los mueve: dominar, moldear, denigrar a la mujer, a la diversidad y a la naturaleza, sacar provecho y poseer el territorio. Con la complicidad y la connivencia dentro de las instituciones del estado se continúan perpetuando e intensificando las problemáticas sociales y ambientales presentes.

El suicidio de Loana es un claro ejemplo de ello. La evidente ausencia de un estado que debió protegerla, es la misma ausencia presente (valga el oxímoron) frente a la catástrofe territorial de los últimos años. Misma estrategia, enormes y dolorosas pérdidas, todo en nombre del supuesto progreso.

Evidentemente no podemos aceptar nunca más este ataque a la vida, no podemos tolerar más este saqueo en nombre de un concepto de bienestar que lejos está de representarlo, no podemos soportar más estas prácticas ni aguantar más este dolor. Estamos cansadxs de ser vulneradxs una y otra vez. Pero hay algo que nos queda claro… vamos a seguir luchando, reaccionando, insistiendo en el buen vivir, en el cuidado, en la defensa de nuestros cuerpos y territorios, vamos a seguir defendiendo la vida en todas sus formas y manifestaciones, por sobre cualquier mezquindad, en este caso amparada e invisibilizada por el sistema gubernamental, que ejerce una violencia simbòlica y estructural que pretende naturalizar y situar este hecho como un caso aislado, individual. Sabemos que no lo es. El estado es responsable. ¡Nunca más al saqueo de nuestros cuerpos y territorios! ¡Basta de violencia y encubrimiento dentro de las instituciones del Estado! ¡Si a la DEFENSA DE LA VIDA misma en todas sus manifestaciones!

Contactos: Lu 351 6519589 Ale 3547 656558 [email protected]

Asamblea Paravachasca

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A las vecinas, vecinos, trabajadores, campesinos, asambleas de comunidades, colectivas organizadas, comunidad y habitantes de este y otros valles de Córdoba. Desde la Asamblea Paravachasca, queremos invitarles a compartir la segunda jornada de encuentro político e intercambio de experiencias, con la intención de construir estrategias colectivas que nos organicen, nos permitan accionar y articular nuestras fuerzas para el cuidado, defensa y transformación de la vida en los territorios. Nos convocamos el miércoles 2 de febrero, a partir de las 10 hs. en Plaza de la amistad, Barrio Cerrito, Villa La Bolsa. Ubicación: https://goo.gl/maps/QvQtG8Rhm8Z6dyFc8 Habrá almuerzo a la canasta, un espacio recreativo para niñes, mesas informativas, rondas simultáneas de propuestas políticas, talleres formativos, radio abierta, proyecciones, buffet popular y cierre musical.

Para mayor información dejamos link del Encuentro donde les invitamos a inscribirse: https://forms.gle/Hj8HGYUgZe5378wz5 Contactos: Alejandra: 3547656558 Lolita: 3512295505

¡Nos encontramos!