Noviembre -2024

Qué sistema

Conciliación de clases/ Concentración y centralización capitalista/
Alternativas emancipatorias

Conciliación de clases

Llamamiento de la VI Conferencia de la Vía Campesina Egidio Brunetto
– 9 al 13 de junio

(Yakarta, el 12 de junio de 2013) 

Nosotros, La Vía Campesina, venimos a extender nuestro llamado urgente a tejer hilo a hilo la unidad a nivel global entre organizaciones del campo y la ciudad para participar activa, propositiva y decididamente en la construcción de una nueva sociedad, basada en la soberanía alimentaria, la justicia y la igualdad.

Nos encontramos aquí convocados por el espíritu de nuestros amigos y líderes, y todos aquellos cuyo coraje y compromiso con nuestras luchas nos inspiran.

La Vía Campesina, un movimiento internacional campesino que reúne a más de 200 millones de campesinas y campesinos, pueblos indígenas, pescadores, recolectores y trabajadores agrarios. Con la creatividad de las mujeres y el entusiasmo de nuestros jóvenes venimos de 150 organizaciones y 70 países. Estamos en Asia, hogar de la mayoría de campesinas y campesinos del mundo para festejar nuestros primeros veinte años de lucha.

Comenzamos nuestro camino en Mons (Bélgica) en el año 1993 y articulamos nuestra visión radical de la Soberanía Alimentaria en 1996 en Tlaxcala (México), logrando reposicionar al campesinado, hombres y mujeres como actores sociales centrales en los procesos de resistencia a la agenda de comercio neoliberal y en la construcción de alternativas.

Los pueblos de la tierra somos actores indispensables en la construcción, no sólo de un modelo de agricultura distinto, sino de un mundo justo, diverso e igualitario. Somos nosotras y nosotros los que alimentamos a la humanidad y cuidamos la naturaleza. Las generaciones futuras dependen de nosotros para el cuidado de la tierra.

Hoy más que nunca, otro mundo es urgente y necesario. La destrucción de nuestro mundo a través de la sobreexplotación y desposesión de los pueblos y la apropiación de los bienes naturales está produciendo la actual crisis climática y profundas desigualdades que amenazan a la humanidad en su conjunto y a la vida misma.

La Vía Campesina dice un rotundo NO a esta destrucción impulsada por las corporaciones.

Nosotros estamos construyendo nuevas relaciones entre los seres humanos y con la naturaleza sobre la base de la solidaridad, la cooperación y la complementariedad. En el corazón de nuestra lucha está la formulación de una ética para la vida que atraviesa todas nuestras acciones y búsquedas.

La Vía Campesina se ha comprometido a dar visibilidad a todas las luchas locales alrededor del mundo, asegurando que sean entendidas desde una perspectiva internacional y contribuye a involucrarlas en un gran movimiento global por la soberanía alimentaria, el cambio social y la autodeterminación de los pueblos del mundo.

Llamamos a todas nuestras organizaciones, a nuestros aliados y amigos, amigas, hermanas y hermanos en la lucha, y a todos aquellos comprometidos con un futuro mejor a continuar caminando juntos y juntas, a rechazar la agenda de la “Economía Verde” y a continuar construyendo la Soberanía Alimentaria.

Nuestras luchas (…) 

Fuente: https://viacampesina.org/es/llamamiento-de-yakarta/

 Encuentros Mundiales de Movimientos Populares
con el Papa Francisco

El Encuentro Mundial de Movimientos Populares (EMMP) es un espacio de hermandad entre las organizaciones de base de los cinco continentes, una plataforma construida por diversos movimientos populares en torno a la invitación de Francisco a que los pobres y los pueblos organizados no se resignen y sean protagonistas del (proceso de) cambio.

El EMMP promueve la cultura del encuentro con el propósito de que los movimientos populares demos la batalla, sin soberbia pero con coraje, sin violencia pero con tenacidad, por la dignidad humana, por la naturaleza y por la justicia social. En ese sentido nuestra cita responde a la necesidad de promover la organización de los excluidos para construir desde abajo la alternativa humana a esta globalización excluyente que nos arrebata hasta los derechos sagrados al techo, al trabajo y a la tierra.

El primer Encuentro de los Movimientos Populares tuvo lugar el 27, 28 y 29 octubre de 2014 en Roma, Italia; el segundo fue entre el 7 y el 9 julio de 2015 en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia; el tercero, el 02, 03, 04 y 05 de noviembre de 2016 en Roma, Italia; y el cuarto Encuentro se desarrolló de forma virtual a causa de la pandemia.

Fuente: https://mteargentina.org.ar/encuentros-mundiales-de-movimientos-populares-con-el-papa-francisco/

El Papa demanda justicia ecológica por la minería en América Latina

15 de octubre de 2024

(…)Un Llamado a la Acción
La Iglesia católica, a través de sus líderes, continúa abogando por una economía que no dependa de la explotación de recursos naturales a expensas de las comunidades y el medio ambiente. Dom Esmeraldo Barreto, obispo de Araçuaí, recuerda la necesidad de avanzar en el debate legislativo para proteger los derechos de las comunidades afectadas y limitar la acción depredadora de las empresas mineras.
(…) LEER

No es solo una DANA: es una escalada de eventos extremos
por una atmósfera «enloquecida»

 1 de noviembre de 2024

Por Antonio Martínez Ron| El diario

Lluvias en el Sáhara, huracanes de intensidad récord o inundaciones que matan a decenas de personas son manifestaciones de una misma situación producida por el calentamiento y que está alterando los flujos atmosféricos

 “El cambio climático consiste en ir viendo una serie de vídeos de catástrofes climáticas grabados con móviles, cada vez más cerca de tu casa, hasta que un día eres tú quien está grabando”. Este meme que circula desde hace tiempo por internet ha cobrado nueva vida tras la DANA que ha dejado decenas de muertos en el litoral mediterráneo español.

Aunque habrá que esperar a los estudios de atribución que establezcan qué grado de relación directa tiene el cambio climático con este episodio, lo que ya sabemos es que las temperaturas récord del océano y el aumento de la humedad retenida en la atmósfera son los ingredientes perfectos para que esto suceda cada vez con mayor frecuencia e intensidad. Y que la alteración de los flujos atmosféricos producida por el calentamiento global tiene un papel determinante.

Las recientes lluvias torrenciales en el desierto del Sáhara o la velocidad nunca vista con la que el huracán Milton alcanzó la categoría 5 antes de impactar contra Florida son solo dos ejemplos recientes de anomalías climáticas extremas producidas por esta situación atmosférica. En el caso de la DANA que ha azotado el mediterráneo español, los elementos que han intervenido son parecidos. 

“Hay más humedad en la atmósfera debido a que el Mediterráneo está más caliente de lo normal”, explica Francisco J. Tapiador, catedrático de Física de la Tierra en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). “Eso produce patrones de circulación ‘raros’, dentro de que el clima mediterráneo es variable de por sí”.

Estamos viendo patrones de ondas muy raros, muy retorcidos. A veces se estrangulan y generan este tipo de depresiones en niveles altos como la DANA [Francisco J. Tapiador — Catedrático de Física de la Tierra en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM)]

Si abrimos el marco, nos encontramos con que las conocidas como corrientes en chorro están desestabilizadas y propician más episodios de calor y frío extremos, y que fenómenos como la zona de convergencia intertropical se están yendo mucho más al norte de lo habitual, lo que explica que el Sáhara se haya llenado recientemente de pequeñas lagunas. 

El huracán Idalia y el huracán Franklin se aliean frente a Florida agosto de 2023, captados por satélite GOES-16 de la NOAA NOAA

“Estamos viendo patrones de ondas muy raros, muy retorcidos”, indica Tapiador. “A veces se estrangulan y generan este tipo de depresiones en niveles altos como la DANA”. Y parte de estos efectos son consecuencia del derretimiento del casquete polar y de las temperaturas récord en los polos. “Lo que pasa en el Ártico nos afecta porque cambia la trayectoria de la corriente en chorro, y eso afecta a las DANAS”, señala el experto.

No está ‘loca’, pero sí ‘retorcida’

“No es tanto que la atmósfera esté loca”, matiza el veterano meteorólogo Ángel Rivera, experto en dinámicas atmosféricas. “Lo que le pasa a la atmósfera es que tiene una circulación más ondulada que hace unos años y probablemente tiene que ver con el tema de un mayor calentamiento de la atmósfera tropical”. Estas ondulaciones más profundas, y más agudas, hacen que el aire cálido tropical-subtropical ascienda a latitudes más altas a través de grandes dorsales, que son las que generan esas olas de calor tan tremendas que estamos viendo últimamente, explica Rivera. 

Por otro lado, cuando hay oscilaciones de aire frío hacia el sur, el contraste entre esa masa fría y la masa cálida se hace mucho más estrecho y eso hace que los vientos que circulan alrededor de esa perturbación que es la DANA sean más intensos. “Esto hace que su zona delantera tenga mucha más intensidad, mucho más poder ascensional y provoquen tormentas más fuertes”, asegura. 

La circulación de niveles altos y el aporte de calor y humedad de las capas bajas son el cóctel perfecto para provocar este tipo de situaciones (Ángel Rivera — Meteorólogo experto en dinámicas atmosféricas)

En otras palabras, es el calentamiento atmosférico —producido por la actividad humana— lo que da lugar a circulaciones más onduladas, con vaguadas y dorsales mucho más agudas, de modo que estos “ríos” perturbados del cielo van dejando a su paso más olas de frío y de calor y fenómenos más extremos. “Si a eso se une que en capas bajas el aire es bastante cálido y húmedo—apunta Rivera—, esto da lugar a que tanto el motor, que es la circulación de niveles altos de los vientos en altura, como el aporte de combustible de gasolina de las capas bajas, sean el cóctel perfecto para provocar este tipo de situaciones”. 

Mucho camino por recorrer

“La corriente en chorro o jet stream, debido a los cambios que estamos viendo por el cambio climático, está teniendo ondulaciones más pronunciadas”, coincide María José Sanz, directora del Centro Vasco de Investigación sobre Cambio Climático (BC3), en declaraciones al SMC. Las DANAS son zonas de bajas presiones que se aíslan de esa corriente en chorro, recuerda y a esto se suman los ríos atmosféricos, determinadas corrientes en la atmósfera que transportan el vapor de agua.  

Las trágicas consecuencias de este suceso demuestran que nos queda mucho camino por recorrer para prepararnos para este tipo de sucesos, y peores, en el futuro (Liz Stephens — Profesora de la Universidad de Reading)

“En términos generales, entre los eventos de este tipo antes pasaban muchos decenios, ahora nos podemos encontrar que los tenemos con más frecuencia y su capacidad destructiva es mayor”, asegura Ernesto Rodríguez Camino, meteorólogo superior del Estado, en declaraciones a SMC. “Los científicos del clima llevan años advirtiendo de que el cambio climático provocará lluvias más intensas”, concluye Liz Stephens, profesora de la Universidad de Reading. “Y las trágicas consecuencias de este suceso demuestran que nos queda mucho camino por recorrer para prepararnos para este tipo de sucesos, y peores, en el futuro”.

Por último, conectar este evento meteorológico con el cambio climático no es nada disparatado, teniendo en cuenta que otros estudios de atribución anteriores han mostrado una relación directa entre el calentamiento global y episodios como el “derecho”, que dejó una docena de muertos en el sur y centro de Europa en agosto de 2022 o el aumento de tormentas de granizo gigante y potencialmente mortal.

Para Juan Jesús González Alemán, autor principal de estos trabajos y experto en dinámica atmosférica de AEMET, eventos extremos como los que él documentó son los que nos advirtieron los climatólogos que aparecerían si seguíamos con las emisiones de gases y el aumento de temperatura. Habrá que esperar a las pruebas de esta nueva catástrofe, pero hasta ahora se están cumpliendo, punto por punto, las predicciones.

https://www.eldiario.es/sociedad/no-dana-escalada-eventos-extremos-atmosfera-enloquecida_1_11778704.html

Fuente: https://rebelion.org/no-es-solo-una-dana-es-una-escalada-de-eventos-extremos-por-una-atmosfera-enloquecida/

Concentración y centralización capitalista

Colombia a la altura de la COP 16

30 de octubre de 2024

Por Fernando Alexis Jiménez | Rebelión

 Tenemos gente emprendedora, ingeniosa, que ama el medio ambiente. Ese es un aspecto relevante que se le mostró al mundo.

En la COP 16, evento que concluye el 1 de noviembre y que ha concitado la presencia de delegaciones de 196 países, se ha visto de todo. Desde conferencias que evidencian el grado de deterioro de la tierra como consecuencia de las malas prácticas del ser humano, hasta quien vaticinó—quizá no lejos de la realidad—que la intensidad de los calores aumentará de tal manera que ríos y lagunas comenzarán a secarse.

Esa visión apocalíptica la comparten muchos, razón por la que entendí, haya quienes me miraron mal porque andaba con una botellita plástica con agua. “Si sigue así—me dijo una mujer sexagenaria con marcados visos de intelectualidad—no habrá quien se aguante el calentamiento global

Estamos acabando con la naturaleza, es cierto. El problema es qué y cómo le vamos a legar a las nuevas generaciones los territorios que habitan.

Entendemos ahora los cuestionamientos de Greta Thunberg, la joven activista por el clima, oriunda de Suecia, quien calificó a los adultos de «irresponsables que solo piensan en ustedes y no en quienes habitarán el planeta

Por supuesto, Santiago de Cali—en medio del caos vehicular que representó el cerramiento y peatonalización de vías centrales—ha recibido sinnúmero de visitantes del exterior, pero también del interior de Colombia.

Despertaron muchos aplausos las comparsas de Nariño y Cauca, que transmitieron un poco de su cultura y del compromiso con el medio ambiente. Pero también el sabor de la marimba, el cununo y las tamboras del Pacífico. Los turistas vitoreaban con entusiasmo y, al final de cada concierto, hacían fila para tomarse fotos con los artistas.

La COP 16 convirtió las calles de la capital vallecaucana en un verdadero carnaval, con las mismas características que describe Gabriel García Márquez, en las escenas de “Cien años de soledad”, al referirse a la visita de los gitanos a Macondo. El jolgorio se extiende hasta la medianoche, especialmente en el Bulevar del Río.  Ojalá y esta cumbre siguiera por todo el 2024, pero debe terminar y nos deja un profundo mensaje de cuidado de la tierra.

Fuente: https://rebelion.org/colombia-a-la-altura-de-la-cop-16/

Posicionamiento Político LVC: “Una cumbre bajo asedio” |
¡El control corporativo de la Cumbre Alimentaria de la ONU 2021
pone en peligro la Soberanía Alimentaria!

10 de diciembre de 2020

Los lobbies corporativos que defienden los intereses de los agronegocios están influyendo en los preparativos de la Cumbre de los Sistemas Alimentarios de la 2021, haciendo que el proceso sea opaco y excluyente. La Vía Campesina explica por qué esto pone en peligro la Soberanía Alimentaria de los pueblos y amenaza el futuro del planeta.

No cabe duda de que el mundo necesita unirse para hacer frente al grave y continuo impacto del COVID-19 en nuestros sistemas alimentarios. Cuando se anunció la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios (ahora abreviada como UNFSS21) en diciembre de 2019, el mundo era un lugar diferente. Sin embargo, ya se planteaban serias preguntas sobre el proceso no transparente e ilegítimo que se estaba desarrollando, anunciando y organizando en torno a esa Cumbre.

En marzo de 2020, La Vía Campesina se unió a otros  550 movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil para oponernos a que las empresas absorban la cumbre. Según ha ido avanzando el proceso de la UNFSS21, este nos resulta cada vez más alarmante. Al mismo tiempo, afirmamos que es de suma importancia una conversación mundial sobre nuestros sistemas alimentarios, ya que la pandemia de COVID 19 no ha hecho más que reforzar y exponer el fracaso del sistema alimentario corporativo para hacer frente al hambre, la desigualdad y la crisis ecológica.

El presente documento tiene por objeto presentar nuestras preocupaciones y reflexiones respecto a la Cumbre, tanto en lo referente al proceso y los contenidos, como a nuestro compromiso y exigencias sobre una necesaria transformación del sistema alimentario actual guiada por los principios de la Soberanía Alimentaria y de la Agroecología.

Nosotrxs, en LVC, no solo hemos defendido, sino que también hemos participado activamente en la democratización de las Naciones Unidas. LVC ha tenido un papel fundamental en la reforma de los procesos de políticas alimentarias de las Naciones Unidas tras la crisis alimentaria de 2008. La crisis hizo que los organismos de la ONU y los Estados miembros reconocieran la importancia de incluir las voces de los movimientos sociales rurales y de la sociedad civil en la elaboración de las políticas alimentarias.

En concreto, la Estrategia de la FAO para las Asociaciones con las Organizaciones de la Sociedad Civil1y la reforma del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) con su Mecanismo de la Sociedad Civil y Pueblos Indígenas (MSC) trajeron nuevos paradigmas, lógicas y procesos que comenzaron a preparar el camino para la democratización de las políticas alimentarias globales. Ello conllevó un cambio progresivo, que niveló el “campo de juego” no solo para la sociedad civil, sino también para los gobiernos nacionales. LVC, mediante la labor y el compromiso del Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP), ha desempeñado un papel muy importante en potenciar los procesos del MSC y del CSA. De hecho, muchos de los avances nacieron de los principios de la Soberanía Alimentaria —un modelo integral para transformar los sistemas alimentarios y restablecer la salud de nuestros pueblos y de la naturaleza— que LVC apoya y propugna desde la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996.

Estos procesos institucionales han permitido varios avances importantes, entre ellos las Directrices sobre la tenencia de la tierra, las Directrices para garantizar la pesca sostenible a pequeña escala, el proceso en curso sobre las Directrices sobre agroecología y otras innovaciones y, en términos más amplios, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos del campesinado y de otras personas que trabajan en zonas rurales. Muchos de esos nuevos instrumentos han planteado obstáculos directos al programa empresarial mundial, así como a los intereses imperialistas de las economías y las elites mundiales.

Fuente: https://viacampesina.org/es/posicionamiento-politico-lvc-una-cumbre-al-asedio-el-control-corporativo-de-la-cumbre-alimentaria-de-la-onu-2021-pone-en-peligro-la-soberania-alimentaria/

«procesos institucionales han permitido varios avances importantes, entre ellos las Directrices sobre la tenencia de la tierra, las Directrices para garantizar la pesca sostenible a pequeña escala, el proceso en curso sobre las Directrices sobre agroecología y otras innovaciones y, en términos más amplios, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos del campesinado y de otras personas que trabajan en zonas rurales. Muchos de esos nuevos instrumentos han planteado obstáculos directos al programa empresarial mundial, así como a los intereses imperialistas de las economías y las elites mundiales».

Posicionamiento de La Vía Campesina sobre
la Conferencia de las Partes (COP 16)
del Convenio de la Diversidad Biológica (CBD) de la ONU

14 de octubre de 2024

Bagnolet, 14 de octubre de 2024. La Vía Campesina (LVC), un movimiento internacional de 200 millones de personas de 180 organizaciones en 81 países, nuestra principal visión política es defender los derechos de las personas campesinas, trabajadoras rurales, pueblos indígenas, comunidades ancestrales, mujeres y juventudes. Luchamos por la Soberanía Alimentaria, por la agricultura campesina agroecológica para tener una alimentación saludable, así también nos oponemos a la agricultura industrial y sintética, el agronegocio y el sistema financiero corporativo que acapara los alimentos transformándolos en mercancía.

En el contexto de crisis climática, es importante reconocer el papel fundamental de las comunidades campesinas, indígenas, comunidades tradicionales y ancestrales en la conservación de la biodiversidad y la protección de los bienes comunes. Siempre hemos mantenido una postura crítica hacia la falta de justicia social y climática, abogando por la necesidad de una reforma agraria integral y popular, así como la inclusión de las cosmovisiones campesinas, indígenas y tradicionales en las decisiones políticas.

La biodiversidad, entendida como la variedad de la vida en el planeta, enfrenta una crisis sin precedentes conocida como la sexta extinción masiva. Este fenómeno está impulsado por la destrucción y fragmentación de hábitats, la contaminación, y la sobreexplotación de nuestros bienes comunes en el planeta tierra y sus océanos. La intensificación del efecto invernadero debido a la contaminación industrial, el agronegocio, la quema de combustibles fósiles y la deforestación, son el núcleo de la crisis climática global. Este fenómeno ha desencadenado eventos climáticos extremos y la acidificación de los océanos, poniendo en riesgo no sólo el ambiente y las importantes especies que dependen de ecosistemas equilibrados, sino también las comunidades rurales y costeras tradicionales.

Los modelos extractivistas y el sistema agroalimentario industrial son los principales responsables de la pérdida de biodiversidad y de la crisis climática. Generan graves problemas como la desertificación, la contaminación masiva por plásticos, por la minería y la explotación de petróleo marino. Los monocultivos y la pulverización aérea de agroquímicos y el consecuente daño a los polinizadores, junto al acaparamiento de tierras y agua para proyectos extractivistas vacían los campos de gente y generan un crecimiento desordenado y miserable de las ciudades. Estos sistemas, centrados en intereses corporativos, no sólo degradan el ambiente, sino que también afectan la cultura y la existencia de las comunidades indígenas y campesinas, tradicionales, que están en la primera línea de defensa de los bienes comunes.

Enfrentamos graves amenazas vinculadas al acaparamiento de tierras y océanos, especialmente en el marco de iniciativas como el “30 por 30”, que busca destinar el 30% del área de conservación de cada país para el 2030. Estas políticas han sido aprovechadas por los intereses corporativos para profundizar el despojo a nombre de “la ciencia y el clima”. La creación de “compensaciones” o “créditos de biodiversidad”, como “soluciones”, son mecanismos promovidos por multimillonarios y corporaciones financieras trasnacionales, para eludir regulaciones, sin abordar las causas subyacentes de la pérdida de biodiversidad, deslindándose de responsabilidades y pagando para que otros recuperen el planeta que ellos destruyen. En lugar de estos esquemas, proponemos abordar las causas de la crisis mediante regulaciones efectivas, como las que promueven las personas defensoras de los bienes comunes en sus territorios.

Nos preocupa la pérdida de la biodiversidad marino-costera. Los megaproyectos de geoingeniería como monocultivos de algas genéticamente modificadas, fertilización oceánica, hundimiento de biomasa y abrillantamiento de nubes marinas que buscan capturar carbono sin aún haber identificado sus impactos reales o su efectividad, constituyen una amenaza de impactos negativos inimaginables en los ecosistemas marinos. Es por ello por lo que La Vía Campesina EXIGE que se detengan estos proyectos y, aplicando el enfoque precautorio, se protejan los ecosistemas marinos y se evite el desplazamiento de comunidades tradicionales que viven y cuidan de ellos.

Por tales razones, CUESTIONAMOS el enfoque del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), que tiende a ignorar el papel del campesinado o pescadores, en la gestión sostenible de los bienes comunes naturales, adoptando una perspectiva utilitarista, economicista y antropocéntrica, que no aborda de manera integral la pérdida de biodiversidad en el contexto de la crisis climática y la pérdida de los derechos culturales, ancestrales y naturales de los territorios.

También, NOS OPONEMOS firmemente a la modificación de los organismos vivos mediante el desarrollo de tecnologías de ingeniería genética y biología sintética, así como a la instrumentalización de la información digital sobre secuencias genéticas (DSI) para patentar la naturaleza y controlar la agricultura y la Soberanía Alimentaria. Implican una privatización donde las corporaciones buscan obtener jugosas ganancias, con manipulaciones que pueden provocar graves e impredecibles distorsiones sobre los genomas naturales, trayendo consecuencias desconocidas que perjudican la producción tradicional y campesina de alimentos, y erosionan a la biodiversidad.

Los países más industrializados son los principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero, principal causa del calentamiento global. Las compañías transnacionales del Norte Global, en particular Estados Unidos y la Unión Europea, son responsables de al menos el 50% de las emisiones globales. Lamentablemente son los países más empobrecidos quienes enfrentan con mayor crudeza la pérdida de biodiversidad y consecuencias asociadas a la crisis climática, como las migraciones climáticas ante la perdida de hábitat, costas, bosques, ecosistemas marinos clave y comunidades campesinas.

Alertamos sobre las FALSAS SOLUCIONES y el “greenwashing’’ (“lavado verde”), término que se ha utilizado para describir cómo gobiernos, políticos, y corporaciones impulsan procesos que simulan un “compromiso genuino’’ con el medio ambiente o la sostenibilidad, pero que, en realidad, son medidas superficiales, insuficientes o directamente contraproducentes. Esto genera pérdida de confianza pública en las verdaderas iniciativas de restauración y reparación climática, así como dificultan la implementación de políticas efectivas para la cuestión ambiental y climática.

LA VÍA CAMPESINA RECHAZA ENÉRGICAMENTE esas falsas soluciones ‘’basadas en la naturaleza’’, promovidas por intereses corporativos. Aboga por la participación de los pueblos indígenas, organizaciones de pequeños productores de alimentos y el campesinado en la implementación del Marco Global de Biodiversidad, con base en el principio precautorio, la protección de los conocimientos ancestrales, la protección de semillas, esencial para la Soberanía Alimentaria y la Agroecología Campesina y popular como pilares para la preservación de la biodiversidad.

EXIGIMOS se involucren activamente a las comunidades indígenas, campesinas y tradicionales la toma de decisiones sobre políticas de biodiversidad. Estas comunidades, las personas y sus organizaciones poseen conocimientos profundos sobre el manejo ético de los bienes comunes y tienen un rol crucial ante la crisis climática, como la preservación y protección de las semillas.

Es urgente una ruta de JUSTICIA Y REPARACIÓN CLIMÁTICA, que aborde las desigualdades estructurales y castigue a los responsables corporativos. La justicia climática se enfoca en la justicia social, equidad y los derechos humanos, así como también en la reparación y compensación a las comunidades afectadas por daños climáticos y la pérdida de biodiversidad. Aboga, a su vez, por la defensa de las personas defensoras de la naturaleza, mediante políticas públicas y la creación de fondos de apoyo e implementación de una transición justa hacia la producción agroecológica y economías bajas en carbono. Modelos que prioricen la economía campesina, social y solidaria, como una respuesta efectiva ante las poblaciones afectadas, especialmente mujeres, juventudes e infancias de los territorios campesinos, rurales, ancestrales y costeros.

DEFENDEMOS al campesinado como sujeto de derechos políticos en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica. Las comunidades campesinas, indígenas y ancestrales deben ser respetadas como sujeto de derechos, garantizando el acceso y control sobre sus recursos, la participación activa en las decisiones que afectan sus vidas y territorios, reconociendo su papel clave en la protección de los bienes comunes y su derecho a vivir dignamente.

Estas comunidades, organizaciones y liderazgos, a través de las prácticas tradicionales y ecológicas, contribuimos significativamente a la salud de los ecosistemas y a la Soberanía Alimentaria global. Por ello, DEMANDAMOS en la COP 16, el reconocimiento de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y de Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales (UNDROP), como parámetro de interpretación y de aplicación del Convenio sobre la Biodiversidad Biológica.

Finalmente, LA VÍA CAMPESINA DEMANDA la creación de un Órgano Subsidiario que, de forma permanente y, con los pueblos indígenas, campesinado y afrodescendientes, trabaje por el respeto, preservación y mantenimiento de los conocimientos, las innovaciones y las prácticas de estas comunidades para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica, en la implementación del Artículo 8.j. del Convenio de la Diversidad Biológica.

¡Lxs campesinxs somos guardianes de la Biodiversidad y garantes de la Soberanía Alimentaria!

Fuente: https://viacampesina.org/es/posicionamiento-de-la-via-campesina-sobre-la-conferencia-de-las-partes-cop-16-del-convenio-de-la-diversidad-biologica-cbd-de-la-onu/

 Alternativas emancipatorias

En el pasado los gobiernos aprovechaban esas tribunas para discursos con muchas promesas verdes, que luego no cumplían. En la actualidad, el contexto se deterioró más ya que se sumaron actores políticos que reniegan de la gravedad de la situación ambiental y otros se burlan de ella.

 COP16: crisis de biodiversidad, negacionistas climáticos y extractivismos progresistas

 24 de octubre de 2024

La Conferencia de las Partes (COP) es el órgano rector del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), un tratado ambiental global. Allí se congrega la diplomacia ecológica, gobiernos, empresas y ONGs. Eduardo Gudynas afirma que las medidas propuestas son cada vez más insuficientes y vincula el extractivismo de izquierda con el negacionismo de derecha.

 Por Eduardo Gudynas

Se inició una nueva cumbre de la Convención de la Diversidad Biológica (COP16), que en este año tiene lugar en la ciudad de Cali (Colombia). Los delegados de los gobiernos compartirán ese encuentro con miles de otros participantes que provienen de organizaciones ambientalistas, federaciones de campesinos, organizaciones indígenas y centros de investigación, de todos los rincones del planeta. Su tarea es concretar medidas para proteger las especies vivientes, todas ellas, desde los más grandes mamíferos, pasando por la flora, hasta desembocar en los microorganismos.

Se llega a esa cumbre sabiendo que la situación es muy grave. Entre la evidencia disponible, el último reporte sobre el Planeta Viviente (Living Planet), señala una catastrófica caída en el 73 por ciento en casi 5.500 especies que fueron evaluadas. El peor deterioro ocurrió en América Latina.

Sin embargo, a pesar de esas evidencias, e incluso a pesar de que Cali representa el décimosexto encuentro de los gobiernos, las acciones concretas para proteger las diferentes especies son totalmente insuficientes.

En el pasado los gobiernos aprovechaban esas tribunas para discursos con muchas promesas verdes, que luego no cumplían. En la actualidad, el contexto se deterioró más ya que se sumaron actores políticos que reniegan de la gravedad de la situación ambiental y otros se burlan de ella.

Negacionistas de hoy, «bobos» de ayer

Argentina ofrece ejemplos de las dos posiciones. En la actualidad, el gobierno de Javier Milei exhibe histriónicamente un negacionismo ambiental, mientras que unos años atrás, en la anterior administración, se denunciaba que las alertas ante la crisis ambiental eran propias de “bobos”.

El “ambientalismo bobo” fue una etiqueta lanzada en Argentina en 2021 por el politólogo José Natanson. La empleó para referirse a quienes alertaban, por ejemplo, sobre los impactos de la explotación petrolera. La palabra fue presentada en la televisión para atacar a quienes alertaban sobre los impactos ambientales de los extractivismos, y tuvo influencia en deslegitimar las movilizaciones ciudadanas que se realizaban en distintas provincias.

Ese eslogan parecería parte de un pasado remoto mucho menos grave que los extremos exhibidos por el gobierno Milei en desmontar la institucionalidad y la gestión ambiental. Un ejemplo de su radicalismo fue la aprobación del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), por el cual se aseguran incentivos fiscales, aduaneros y cambiarios para grandes emprendimientos en sectores como agroindustria, minería o hidrocarburos.

Algunas de esas medidas son el sueño del CEO de una transnacional, tales como la estabilidad normativa por 30 años, exonerarlos de cumplir exigencias sociales, laborales o ambientales de gobiernos subnacionales o liberalizar los flujos de capital. La medida es tan extrema que ha sido calificada como una entrega incondicional de los recursos nacionales.

Las posturas de la administración Milei inmediatamente recuerdan las políticas llevadas adelante por la derecha radical de Donald Trump en Estados Unidos y más recientemente por Jair Bolsonaro en Brasil. En el caso brasileño, ese gobierno agravó la deforestación en la Amazonía y en otros ambientes, buscó liberalizar los extractivismos y no protegió a líderes ambientales y pueblos indígenas.

Milei expresa un nuevo empuje en ese tipo de posturas. En su caso lo muestra al despojar a la temática ambiental del rango ministerial para degradarlo a ser una subsecretaría y en eliminar el fondo de protección de los bosques nativos, entre otras medidas, todas condimentadas por su retórica contra el ambientalismo.

En el caso argentino no puede pasar desapercibido que Milei irrumpe luego de un gobierno progresista, y en ello es análogo al de Bolsonaro en Brasil, quién se impuso después de más de tres administraciones también progresistas. (…)

Surgen entonces interrogantes inevitables sobre las razones por las cuales los progresismos no aseguraron exigencias y demandas por más derechos y democracia que los inmunice ante el acecho de la extrema derecha. La cuestión tiene una enorme relevancia porque en la actualidad, algunas de las versiones progresistas recientes, como Gabriel Boric en Chile, Luis Arce en Bolivia o Gustavo Petro en Colombia, están acechados por grupos de derecha y extrema derecha. Pero, además, todo esto es de enorme importancia para quienes están interesados en la temática del ambiente y los derechos.

Derrota cultural y deseo economicista

Al abordar esas cuestiones reaparecen personas como José Natanson, ya que en un reciente texto explora la “derrota cultural” del peronismo–kirchnerismo. Su punto de partida es dejar muy en claro que el progresismo debe defender enfáticamente el crecimiento económico ya que es el medio esencial para superar la pobreza. Para asegurar ese propósito es indispensable incrementar las exportaciones, y que en el caso argentino deben ser las de hidrocarburos y minerales.

Desde esa posición, al abordar la “derrota” del peronismo entiende que los anteriores gobiernos kirchneristas no lograron crecer lo suficiente, no pudieron exportar todo lo que era necesario y, en cambio Milei, aunque de una manera brutal, lo estaría consiguiendo.

La fórmula de cierto progresismo es simple: más crecimiento, más exportaciones, más extractivismos. Asumen las recetas de un capitalismo convencional que hace que nuestros países sean proveedores subordinados de materias primas, lo que obliga a un cierto tipo de gestión política, como ajustarse a los mercados globales o proteger al capital transnacional en sectores como minería o hidrocarburos. En tanto la explotación intensiva de recursos naturales tiene severos impactos sociales y ambientales, se generan resistencias ciudadanas, que esos gobiernos terminan combatiendo.

Siguiendo ese razonamiento surgen inmediatamente analogías preocupantes. Su modelo de extractivismos para asegurar el crecimiento económico en sus rasgos es el mismo que defiende la ultraderecha de Milei. El anterior gobierno no logró imponerlo en todos los frentes, mientras que Milei —en su radicalismo— consiguió hacerlo, tal como demuestra el RIGI. Cierto progresismo lamenta que esa multiplicación extractivista no se haya logrado en los anteriores gobiernos, aunque se desmarca de la manera brutal bajo la cual ahora lo hace Milei.

En el pasado reciente Natanson esgrimió la noción de “realismo político” para justificar sus preferencias extractivistas. Dando un paso más, ofreció argumentos para modificar los entendidos sobre la democracia de modo que fueran funcionales a esas actividades. Recordemos que justificaba que los líderes políticos podían prometer algo cuando eran candidatos, para así atraer votos, pero incumplirlo una vez lograda la victoria electoral (como ocurrió frente a la minería). No advierte que esos razonamientos erosionan la legitimidad de la política en sí misma y debilitan los mecanismos democráticos. Tampoco se percata que al suceder eso se allanó el camino para otros y más profundos recortes democrático, que fue lo que aprovechó Milei.

Los «bobos» se reúnen en Colombia

Si se aplicara el razonamiento de llamar «bobos» a quienes dicen que «no» al extractivismo, el encuentro mundial sobre biodiversidad que ahora tiene lugar en Cali estaría repleto de ese ambientalismo que quiere salvar al planeta de su destrucción ecológica. Serían tontas las organizaciones indígenas que resisten el ingreso de las petroleras a sus territorios porque contaminan sus aguas con crudo, las demandas de los grupos locales chilenos por el acceso al agua, los que denuncian la expansión de la minería o el uso de agroquímicos. La misma descalificación le cabría al presidente colombiano, Gustavo Petro, que repite los llamados contra los combustibles fósiles por alimentar el cambio climático.

En cambio, bajo ese simplismo descalificador, y por contraposición, sería “inteligente” Bolsonaro cuando intentó liberalizar la explotación en la Amazonia, y Milei sería el más realista y efectivo porque impone los extractivismos hasta las últimas consecuencias, como ahora le permite el RIGI. De esos modos, se podría realmente cumplir ese sueño de aumentar todas las exportaciones para así crecer económicamente, según la receta del progresismo extractivista.

Seguir insistiendo con ese modelo es parte del problema que se padece en Argentina y otras naciones. Es contribuir a una sordera y ceguera ante la crisis ambiental que luego aprovechan los mesías de la ultraderecha para profundizarla aún más.

Incluso puede argumentarse que la crisis de biodiversidad actual se debe a una confluencia entre los negacionistas de un lado y los progresismos que se escudan en señalar a los bobos, todo lo cual alimenta la falta de acciones de conservación concretas.

Transiciones y prefiguraciones

Los hechos que se acaban de repasar justifican la importancia de analizar la transición desde los progresismos a la extrema derecha por sus implicancias en las políticas ambientales y en los derechos. Los progresistas por cierto son muy distintos a los libertarios argentinos. Asimismo, los intelectuales progresistas son muy distintos de los ideólogos ultraconservadores. Los primeros quieren un “ambientalismo inteligente” y los otros caen en negacionismos obtusos.

Pero todos ellos, cada uno a su modo, están atrapados en una economía política anclada en la explotación de la Naturaleza para asegurar el crecimiento económico. La sucesión entre esos dos regímenes políticos muestra que en la radicalidad de la extrema derecha actual hay algunos factores que ya se prefiguraban en los progresismos. Milei hoy puede desmontar muchos derechos o burlarse de los ambientalismos, de las feministas, de los derechos, porque había voces y prácticas progresistas que ya lo venían haciendo desde antes.

Un análisis de la derrota progresista que lamenta no haber reforzado una economía capitalista de exportación de materias primas, deja de lado cuestiones como la democracia y la justicia, y muestra que sigue atrapado en análisis superficiales, volviéndolo parte de los problemas y no de las soluciones. Entretanto, Milei y la derecha dogmática, ofrecen una retórica vestida como alternativa, pero que al mismo tiempo vacían de contenido las opciones de cambio.

El progresismo guarda una diferencia sustancial con los libertarios neoliberales en tanto reivindica la justicia social, pero eso no es suficiente y necesita renovarse, tanto en ese campo como ampliándose hacia la justicia ambiental. Para poder lograrlo es indispensable reconocer, por ejemplo, que no hay alternativas en una economía capitalista primarizada y subordinada, que siga descansando en vender minerales o soja.

Por ello, esa renovación necesariamente debe poner en cuestión las ideas del desarrollo, y a la vez comprometerse con la justicia, lo que para asegurar que no caerá en los vicios pasados, deberá ser tanto social como ambiental. Esa es una tarea urgente, sea para resolver problemas acuciantes en múltiples territorios como para evitar la diseminación de la extrema derecha.

Eduardo Gudynas es analista en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES). Algunas ideas de este artículo se adelantaron en textos publicados en el semanario Voces (Montevideo), el periódico Desde Abajo (Bogotá) y Plan V (Quito), entre otros medios. Otros aportes se brindan en la serie Otra Política.

Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/cop16-crisis-de-biodiversidad-negacionistas-climaticos-y-extractivismos-progresistas/

(…) Construyendo desde nuestras fortalezas

Nuestra gran fortaleza es crear y mantener unidad en la diversidad.

Nosotros tenemos una visión del mundo inclusiva, amplia, práctica, radical y esperanzada como invitación a unirnos en la transformación de nuestra sociedad y la protección de la Madre Tierra.

-Las movilizaciones populares, la confrontación con los poderosos, la resistencia activa, el internacionalismo, el compromiso con los movimientos de base locales son esenciales para lograr cambios sociales efectivos.

En nuestra heroica lucha por la Soberanía Alimentaria continuaremos construyendo alianzas esenciales con los movimientos sociales, los trabajadores y organizaciones urbanas y de las periferias, con migrantes, con quienes luchan contra la megaminería y las mega represas, entre otras.

Nuestras principales herramientas son la formación, la educación y la comunicación. Estamos fomentando el intercambio de conocimientos acumulados hasta el presente con metodologías y contenidos de formación cultural, política e ideológica y técnica; multiplicando nuestras escuelas y experiencias de educación de nuestras bases y desarrollando nuestras herramientas de comunicación desde nuestras bases.  Nos comprometemos a crear espacios especiales para potenciar a nuestros jóvenes.

Nuestra mayor esperanza hacia el futuro es la pasión, energía y compromiso de nuestros jóvenes articulada en los jóvenes de nuestro movimiento.

Nos vamos de esta VI Conferencia Internacional de La Vía Campesina dando la bienvenida a las nuevas organizaciones que se han integrado al Movimiento, seguros de nuestras fortalezas y llenos de esperanzas hacia el futuro.
¡Por la tierra y la soberanía de nuestros pueblos! ¡Con solidaridad y lucha!

Fuente: https://viacampesina.org/es/llamamiento-de-yakarta/

Qué democracia

Legalidad-legitimidad de la gran burguesía/
Bloqueo de la lucha de clases/
Alternativas emancipatorias

Legalidad-legitimidad de la gran burguesía

Alianza transgénica: el plan 2030 que une al gobierno y la oposición e
intensifica el modelo extractivo y contaminante

9 de agosto de 2020

 El gobierno y la oposición dieron luz verde a un plan de las corporaciones empresarias para profundizar el modelo de agronegocio en Argentina. Bajo el pretexto de la búsqueda de dólares, no se miden las consecuencias ambientales ni el impacto social. La génesis de nuevas pandemias, y el adiós a la soberanía alimentaria. Qué dice el proyecto y cómo lo analizan productores campesinos, investigadores y vecinos de asambleas. Las falsas promesas bajo palabras amables, y por qué lo que está en juego no es solo un modelo de país sino de vida y futuro: quién produce, qué se produce, cómo se produce y para qué.

Por Darío Aranda

   No hay grieta en Argentina. Oficialismo y oposición están de acuerdo y se aferran al modelo de agronegocio, de producción de commodities para exportación. Así queda en claro, una vez más, con el plan de diez años impulsado por un amplio sector empresario y que ya tuvo el visto bueno del Presidente, la Vicepresidenta, de gobernadores y de Juntos por el Cambio (Pro-UCR).

   Mientras parte de la discusión pública se centró en la (frustrada) expropiación de Vicentín, los chanchos para China y la quema de humedales, el sector empresario y el gobierno nacional cerraron filas en un plan que propone profundizar el agronegocio transgénico, con nuevas promesas de “empleos”, divisas, “desarrollo” y, una vez más, dejando de lado las consecuencias sociales, ambientales y sanitarias del modelo que lleva tres décadas en el país.

   “Consejo Agroindustrial Argentino (CAA)” es el nombre del nuevo espacio que reúne al sector empresario del agronegocio. Su plan para la próxima década lleva ya tiene nombre: “Estrategia de Reactivación Agroindustrial Exportadora, Inclusiva, Sustentable y Federal. Plan 2020-2030”.

El plan 2020-2030

   El sector empresario busca imponer la profundización del modelo de agronegocio durante diez años, hasta 2030, donde prometen aumento de exportaciones (dólares que el Gobierno prioriza), con leyes a medida de las empresas, más hectáreas sembradas, más transgénicos y agrotóxicos.

   En el documento de presentación, de 19 carillas, explicitan qué buscan: “Definir una política activa de corto plazo con herramientas de política institucional, de relaciones internacionales, impositivas, financieras y técnicas”. La promesa, que tanto sedujo al Gobierno, es aumentar en 35.000 millones de dólares las exportaciones (pasar de los 65.000 actuales a 100.000 millones) y “generar 700.000 empleos”. No precisa cómo llegarán a esas cifras, pero igual lograron que muchos artículos periodísticos lo dieran por cierto y difundieran como la salvación pospandemia.

   Más exportaciones del agro implica el avance sobre nuevas áreas. La experiencia de las últimas décadas confirma que el modelo de agronegocio implicó el avance sobre campesinos, indígenas, montes nativos y humedales. El plan del agronegocio no menciona nada de esto, pero sí promete que su acción será “sin descuidar el entorno ambiental”.

   El documento de presentación señala que el Consejo “representa” a economías agroindustriales de todo el país. Entre los integrantes figuran todas las grandes empresas de transgénicos y agrotóxicos (representadas en las cámaras corporativas Casafe, Asociación de Semilleras Argentina y Acsoja).También están presentes tres de las cuatro patas de la Mesa de Enlace (Coninagro, Federación Agraria y Confederaciones Rurales Argentina -CRA-). Están las Bolsas de Cereales (de Rosario, Buenos Aires y Córdoba, entre otras), la Cámara de Biocombustibles (Carbio), la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara), el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) y la Cámara de Puertos Privados, entre otros.

   El listado de integrantes dejar ver a los principales actores del agronegocio local y, también, jugadores del tablero internacional.

   Y ellos planean marcar políticas de Estado. Incluso fijan tiempos: “Las propuestas deberán estar listas en 60 días”. E insta a desarrollar una ley “de desarrollo agroindustrial exportador, con estabilidad fiscal y financiera de diez años”.

   El documento de las empresas fija tiempos al Poder Legislativo: “El proyecto de ley debería ser tratado por el Congreso de la Nación en 2020”.

   También está presente el impulso al “sector forestal”, que en muchos territorios es sinónimo de monocultivos de pino y eucaliptus, con similares consecuencias a la soja: desalojos de campesinos e indígenas, violación de derechos, desmontes, agrotóxicos, concentración de tierras de pocas manos. Misiones, con la multinacional Alto Paraná, es un emblema de esa actividad.

   El Consejo Agroindustrial señala que la ley debe incluir “un plan nacional de fomento a la agrotecnología” para el agro y las forestales.

   Prometen un impacto anual de 16.000 millones de dólares de aumento de exportaciones y 210.000 empleos (directos e indirectos). Pero no dejan de destacar su objetivo central: “Consolidar a la Argentina como líder en el comercio internacional de alimentos de origen animal y vegetal, alimentación animal y exportador de tecnologías del ecosistema agro alimenticio”. Destacan el uso de “biotecnologías y edición génica” (nueva y cuestionada técnica de transgénicos).

Alineamientos políticos

   Lo que a una organización social le puede llevar meses, años o quizá nunca logre, las empresas  del Consejo Agroindustrial en solo un mes sentaron a la mesa al presidente de la Cámara de Diputados (Sergio Massa), al canciller Felipe Solá; a los ministros de Agricultura y Producción (Luis Basterra y Desarrollo Productivo, Matías Kulfas). Lograron el apoyo de los gobernadores de Córdoba (Juan Schiaretti), Entre Ríos (Gustavo Bordet), Santa Fe (Omar Perotti) y Chaco (Jorge Capitanich).

   El jueves 30 de julio tuvieron un encuentro con la vicepresidenta, Cristina Fernández e Kirchner. La visitaron en el Senado José Carlos Martins (presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y coordinador del Consejo Agroindustrial Argentino), Roberto Domenech (presidente de la Cámara de Empresas Avícolas) y Gustavo Idigoras (presidente de la Cámara de la Industria Aceitera). “Nos dio un respaldo al proyecto, se puso a disposición y nos alentó a seguir trabajando. Fue una reunión muy cordial. Nos atendió de primera, muy amable”, señaló Martins en diálogo con el diario La Nación. El empresario relató que cuando llegaron al encuentro se sorprendieron porque la Vicepresidenta ya tenía leído el trabajo de la agroindustria y la charla se focalizó en aspectos que más finos del plan exportador.

   El 4 de agosto llegaron hasta la Quinta de Olivos, donde presentaron su plan al presidente Alberto Fernández. La agencia oficial Télam dio cuenta de la reunión y tituló que el Presidente afirmó que “en toda la agroindustria hay una gran posibilidad de exportaciones y necesitamos que produzcan ya”.

   Presidencia emitió un comunicado: “Se evaluó el camino a seguir para aprovechar el potencial del sector agroindustrial para exportar y generar empleo teniendo a la Cancillería como una institución fundamental para que los productos argentinos lleguen a los mercados del mundo”.

   El canciller Felipe Solá es un actor clave, tanto como fue en 1996, como secretario de Agricultura de Carlos Menem, cuando aprobó la primera soja transgénica de Monsanto.

   El Consejo Agroindustrial (CAA) también difundió un comunicado: “El Presidente valoró y felicitó a la agrupación por la iniciativa, destacando la unión y representatividad federal de las entidades que lo componen”.

   Alberto Fernández estuvo acompañado por el canciller Felipe Solá, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz; el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello; el ministro de Agricultura, Luis Basterra, y la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca.

   Por el sector empresario participaron José Martins, Gustavo Idígoras, Roberto Domenech, Patricia Calderón (Federación Olivícola Argentina) y Dardo Chesa (Mesa de las Carnes).

   El Consejo Agroindustrial no deja cabos sueltos. Dos días después de reunirse con el Presidente tuvieron un encuentro con la oposición de Juntos por el Cambio (Pro-UCR), espacio político que celebró el plan agropecuario a diez años y comprometió su apoyo en el Congreso Nacional. Participaron el presidente del interbloque, Mario Negri, los diputados Cristian Ritondo (presidente del bloque del PRO), Maximiliano Ferraro (presidente del bloque de la Coalición Cívica), Ricardo Buryaille, Atilio Benedetti, Alfredo Cornejo, Lucila Lehmann, Fabio Quetlas, Pablo Torello y Alfredo Sciavone, entre otros. Mario Negri no dudó: “Al campo hay que ayudarlo con medidas que le permitan seguir desarrollándose. Apoyaremos la propuesta del Consejo Agroindustrial en el Congreso Nacional. El desarrollo del campo es vital para un país que necesita exportar más”.

https://lavaca.org/notas/que-es-la-soberania-alimentaria-el-dilema-de-la-expropiacion-de-vicentin-dirigida-por-un-defensor-de-los-transgenicos-y-los-agrotoxicos/embed/#?secret=P2tlNMg7za    Doble discurso

   El presidente Alberto Fernández tuvo una charla en vivo con jóvenes de diferentes provincias, transmitida por TV Pública el 21 de julio. Ante la pregunta respecto al ambiente, el Presidente no dudó: “La Argentina que tenemos que construir es una Argentina medioambientalmente sustentable, dejar de producir contaminando. Dejar de infectar el aire que respiramos, dejar de ensuciar el agua que tomamos. Esa es una oportunidad que tenemos. Eso (el ambiente), que tanto le preocupa a los jóvenes, hay que cuidarlo mucho. Esta es nuestra casa, la Argentina es nuestra casa, el mundo es nuestra casa. Y no tenemos derechos a seguir destruyendo y maltratándola como hasta ahora. Y que no me vengan con los argumentos económicos para tratar de sostener que sigamos contaminando al mundo”.

   El ministro de Ambiente, Juan Cabandié, twiteó ese extracto del discurso presidencial.

   El mismo día, seis horas después, Alberto Fernández tuvo una reunión online ante el Consejo de las Américas, de lo más rancio de las corporaciones estadounidenses. Y les hizo una extensa invitación a explotar los recursos naturales de Argentina: “Tenemos para adelante muchas oportunidades para invertir en el país. Este es un país que tiene muchas riquezas, tiene riquezas en hidrocarburos, Vaca Muerta (…) La minería tiene un enorme potencial. Un mundo que luego de la pandemia seguramente reclamará alimentos tiene una enorme oportunidad en Argentina, porque Argentina es un enorme productor de alimentos y como país tenemos que comenzar a pensar cómo desarrollamos la agroindustria y como el Estado ayuda a ese desarrollo. Lo ideal sería dejar de vender alimentos para los animales que otros tienen y comenzar a alimentar a nuestros propios animales y vender nuestra carne faenada. Siento que ademas tenemos una enorme actividad pesquera que está absolutamente poco desarrollada y que podría ser una gran oportunidad para Argentina”.  (…)

Qué modelo

   En una rápida consulta a actores en lucha de diversos territorios del país surge una coincidencia total: el plan de las empresas y el Gobierno implicará más avanzada territorial, más desmontes, más agrotóxicos, más efectos en la salud, más concentración de tierras en pocas manos, más problemas para los sectores populares del campo.

   Gabriel Arisnabarreta es productor agroecológico, integrante de la organización Ecos de Saladillo  y del colectivo de Pueblos Fumigados de Buenos Aires. “Vemos con mucha preocupación y no oponemos al plan del Consejo Agroindustrial y que aparentemente fue recibido con beneplácito por el gobierno nacional”, es lo primero que menciona en la entrevista.

   Remarca que es más de lo mismo, con el discurso de transformar al país en líder del comercio de alimentos cuando en realidad se trata de commodities con más y nuevos agrotóxicos, fertilizantes artificiales y transgénicos. Afirma que implicará más deforestación, más contaminación y más “territorios de sacrificio”. Vincula este plan al impulsado por el IICA (Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura), llamado AgTech, que ya contó con la adhesión del Ministerio de Ciencia y de Agricultura. También vinculó estas iniciativas al acuerdo con China por la cría industrial de porcinos y el aumento del corte de mezcla del gasoil (con agrocombustibles).

   “Lo que está en juego es el modelo de país”, resume. Y puntualiza: quién produce, qué se produce, cómo se produce y para qué. Afirma que el plan del Consejo Agroindustrial es una profundización del modelo, con más concentración de las tierras y de la producción.

   Recuerda que el Foro Agrario (histórico encuentro campesino de mayo de 2019) redactó 21 puntos del plan agrario popular. Y señala que el gobierno no solo no tomó esas iniciativas, sino que abraza un plan que está en las antípodas. “Es terrible que en medio de una pandemia, que mucho tiene que ver con la destrucción del ambiente y la ganadería y agricultura intensiva, se reciba con beneplácito una propuesta para profundizar aun más ese mismo modelo. Esto no tiene nada que ver con los 21 puntos del Foro Agrario y mucho menos con la soberanía alimentara”, denunció.

   Profundizar la desigualdad  

   Fernando Albrecht es miembro de los Vecinxos Autoconvocados por la Salud y el Ambiente de Hersilia (Santa Fe). Analizó el discurso con el que se publicita el plan agroindustrial: “Usa algunos nombres que quedan bien, como ‘federal’, ‘sustentable’; es como estuvieran en el lugar de los que van a traer el bien, el desarrollo de un país. Pero son los mismos actores que aplican este modelo del que ya conocemos las consecuencias”, advierte.

   Recuerda que muchas de esas entidades son las responsables de la “expansión sojera”, de la ganadería industrial, de fumigaciones y de un modelo que provocó un desastre ambiental. “Este tipo de planes tiene relación con lo que impulsan corporaciones financieras y grupos concentrados del agro mundial. Un modelo que se aplica acá desde mediados de los 90. Que no solo no ha resuelto la pobreza, sino que ha profundizado la desigualdad”, afirma Albrecht. Y recuerda que el agronegocio destruyó las economías regionales, que en esa región de Santa Fe tenía forma de pequeños tambos y agricultores familiares.

   Llama la atención sobre la insistencia, en el discurso empresario, de las palabras “estabilidad fiscal”. Albrecht, que también es parte y parte del Equipo para la Promoción de la Agroecología de Hersilia, advierte que eso implicará menos impuestos para el agronegocio o, parecido, que el resto de la población se haga cargo de financiarles las obras de infraestructura que requiere la agricultura industrial. Por otro parte, remarca cómo la casta política actúa según el sector al que se parece: “Qué facilidad tienen los gobiernos para abrir la puerta a los empresarios y patronales, enseguida llegan a acuerdos y se dan la mano; mientras que no escucha a las organizaciones que elaboramos propuestas agroecológicas, comunidad campesinas, agricultores familiares, indígenas, a los pueblos que elaboramos propuestas desde abajo”.

   Dólares para la deuda externa  

   La Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) fue una de las organizaciones que impulsó el Foro Agrario de 2019. Agustín Suárez es uno de los voceros de la UTT y acaba de leer el plan del Consejo Agroindustrial. “El Gobierno, con el argumento de necesitar dólares, sigue apoyándose en los grupos de lobby más importantes nacionales e internacionales para profundizar un modelo de producción agroexportadora. Ya vimos que, con 30 años de este modelo, nos llevó a más concentración de la producción y más dependencia. Y solo queda contaminación y saqueo”, advierte.

   Recuerda que la UTT señala desde hace años que son las organizaciones de pequeños productores, campesinos y cooperativas las que pueden solucionar el hambre de la Argentina. Remarca que es necesario discutir el modelo agropecuario y cuestiona que el Gobierno deje afuera de la discusión a las organizaciones populares del campo. “La agroindustria promete dólares que, si es que entran, no solucionan el problema porque se vuelven a ir mediante el pago de la deuda externa”, cuestiona.

   Remarca que el plan del Consejo Agroindustrial es, al igual que el posible acuerdo con China por la cría de chanchos, la profundización del modelo con las consecuencias ya conocidas.

   Excusa perfecta

   Juan Wahren es investigador del Conicet y del Grupo de Estudios Rurales (GER) del Instituto Gino Germani de la UBA. Entiende que el plan acordado por el Consejo Agroindustrial y el Gobierno es una readecuación de algunos de los actores más importantes del agronegocio para consolidar el modelo agrario hegemónico. “Es la excusa perfecta, el explotar recursos naturales para salir, supuestamente, de la crisis de la pospandemia”, cuestiona.

   Wahren leyó los lineamientos del plan y lo evalúa como una vuelta de tuerca más a los planes que impulsaron Cristina Fernández de Kirchner (“Plan Estratégico Agroalimentario”) y el de Mauricio Macri (“Argentina exporta”).

   Recuerda que Alberto Fernández ya había anunciado en campaña que iba a impulsar el agronegocio con mayores exportaciones. Como también su apoyo a la megaminería, Vaca Muerta, explotación de litio “que la venden como una minería limpia, cuando no lo es y cuando no hay acuerdo de muchas de las comunidades indígenas de esos territorios”.

   Paradojas de la política, aporta que el nombre del nuevo espacio empresario le hizo recordar al “Consejo Agrario Nacional”, espacio estatal de la década del ‘30 que luego fue tomado por el primer peronismo con una política muy interesante de distribución de tierras. “Fue lo más parecido a una reforma agraria, con todas sus limitaciones y a años luz de otros países de América Latina, pero que entregó millones de hectáreas en Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, en beneficio de los pequeños chacareros. Fue un espacio odiado por los terratenientes y destruido por la dictadura militar”, describe.

   Un siglo después, otro peronismo implementa políticas en las antípodas.

   Wahren advierte que el Gobierno y las empresas también se encontrarán con más resistencias en los territorios. Afirma que la profundización del agronegocio agudizará las contradicciones dentro del gobierno y también en los territorios.

   Una gran pregunta, sin respuesta aún, es qué harán las organizaciones campesinas e indígenas frente al gobierno que impulsa el extractivismo en sus territorios.

   Lucha de trincheras

   Roger Almaraz es integrante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero, con base en la comunidad Pozo del Castaño. “Somos lechuza ya cascoteada. Sabemos cuando nos quieren engañar”, avisa. Y se remonta cuando a inicios del 2000 les decían que un “nuevo paquete tecnológico” (soja transgénica más glifosato) les traería beneficios y sucedió todo lo contrario.

   Leyó el proyecto del Consejo Agroindustrial y comparte una primera devolución. “Escriben tan lindo esos señores que hasta parece bueno lo que proponen, dicen ‘inclusivo’, sustentable’, ‘generar trabajo’. Pero para obtener esas cifras millonarias que prometen de seguro intentarán más avance sobre nuestras tierras, más desmontes. Y no podemos permitir eso”, avisa.

   Explica que ellos dialogan con distintos sectores del Estado. Y que la propuesta campesina es producir sin contaminar, acceso a la tierra, reservas campesinas, comercio justo. Remarca las “contradicciones” del Gobierno, que habla de cambio climático y crea un Ministerio de Ambiente, y otro lado impulsa un modelo que impactará aún más en los territorios.

   “Debe haber cambios drásticos en el modo de producir. Todos los sabemos, pero el Gobierno no plantea eso. Al contrario, apoya a estos empresarios”, cuestiona. Y resume lo que es “el modelo sojero” para el Mocase: “Para nosotros la soja no fue progreso. Ese modelo no implicó desalojos, contaminación y muerte”.

   Almaraz afirma que son dos modelos en disputa: el agronegocio y el campesino-indígena. “¿Cuál persistirá en Argentina? Van ganando los poderosos, se ve al mirar las millones de hectáreas desmontadas, aunque nuestra lucha ha evitado que volteen muchas también”, reflexiona.

   Comparte dos hipótesis. Los cambios pueden llegar cuando algún gobernante se convenza de que es necesaria una reforma agraria. O, más probable quizá, cuando la sociedad tome conciencia. “No sé cuánto tiempo tomará, pero es necesario ese cambio de conciencia, para un cambio de modelo. Como dicen los compañeros del campo, el problema de tierras no es solo de los campesinos de Santiago, es de toda la sociedad argentina”, arriesga.

   ¿Y mientras tanto?

Propone Almaraz: “Hasta que ocurra eso, seguiremos dando luchas desde nuestras trincheras. No entiendo que pueda ser de otra manera. Y para eso debemos ir intentando hacer ese camino desde nuestras pequeñas luchas, para alguna vez integrarlas en luchas mayores, vincularlas a sectores de todo el país y ahí ver si podemos instalar otro modelo, que sea para todos y no para unos pocos. Es el gran desafío”.

Fuente: https://lavaca.org/notas/alianza-transgenica/
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Gobierno transgénico: una ley a medida del agronegocio

1 de octubre de 2021

Luego de la derrota electoral, y sin escuchar a los que “salen a la calle”, el Gobierno redobla su faceta extractiva. Envía al Congreso un proyecto de ley gestado junto con las cámaras empresarias del agro, mientras cajonea proyectos claves: acceso a la tierra, humedales y etiquetado de alimentos. El oficialismo pone todas las fichas a un modelo que lleva tres décadas con consecuencias ambientales, sociales y sanitarias.

“La Argentina ha decidido poner a la acción climática y ambiental en el centro de sus prioridades”

Alberto Fernández (8 de septiembre de 2021)

Por Darío Aranda

Lejos del discurso ambiental y aún más lejos del sector campesino y cooperativo, el Gobierno anunció su proyecto de ley de “fomento al desarrollo agroindustrial”, con el que propone alcanzar las 200 millones de toneladas de cereales y oleaginosas para 2030. El plan busca “consolidar al país como líder agroalimentario” mediante “beneficios fiscales e impositivos”. El plan, que presentaron Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, llega de la mano de Gustavo Idigoras, un ex ejecutivo de Monsanto/Bayer.

El proyecto tiene 26 páginas y señala que promoverá “24 cadenas” productivas, pero el eje será aumentar las exportaciones de los cultivos que más divisas generan, entre ellos: soja, maíz y trigo. Los cinco pilares que utiliza son producción, empleo, ventas, exportaciones e inversiones. En ningún momento se habla de ambiente, ni de agroecología ni (mucho menos) soberanía alimentaria. La traducción no publicitada es un plan con mayor uso de transgénicos y agrotóxicos, mayor alianza con el agro empresario y con las consecuencias por demás conocidas: desmontes, conflictos por la tierra, desalojos, concentración de la tierra en pocas manos, afectaciones a la salud y al ambiente, entre otras.

Un plan para el agronegocio

El Presidente, junto a Cristina Fernández de Kirchner y los ministros Julián Domínguez y Juan Manzur, habló durante casi 30 minutos. Textuales:

-“Estamos seguros que este es el camino para ubicar a la Argentina como líder agrobioindustrial”.

-“Esta no es una ley cualquiera, es una ley construida con un criterio federal muy claro, donde participaron gobernadores, universidades de todo el país; donde participaron grandes productores y pequeños productores de la agricultura familiar”.

-“Es una ley que lo que más le interesa es que la Argentina produzca alimentos de calidad. No es lo mismo comer que alimentarse”.

-“Todos han sido oídos. Todos”.

Cualquiera que conozca mínimamente el agro argentino sabe que el Gobierno no escuchó a pequeños productores, ni cooperativas, ni campesinos, ni pueblos indígenas. Mucho menos se tuvieron en cuenta las numerosas denuncias que pesan sobre el modelo que el proyecto de ley impulsa.

Muchas empresas, un hombre de Monsanto y nada de agroecología

El Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) es un espacio nacido en 2020 que reúne a casi la totalidad del sector empresario del agronegocio del país. Su plan para la próxima década se llamó “Estrategia de Reactivación Agroindustrial Exportadora, Inclusiva, Sustentable y Federal. Plan 2020-2030”. Y fue la base para el proyecto de ley presentado por el Gobierno. Se trata de la profundización del modelo de agronegocio durante diez años, donde prometen aumento de exportaciones (dólares que el Gobierno prioriza), con leyes a medida de las empresas, donde sobresalen beneficios impositivos. Traducido: menores impuestos.

El Consejo Agroindustrial está integrado por todas las grandes empresas de transgénicos y agrotóxicos (representadas en las cámaras corporativas Casafe, Asociación de Semilleras Argentina y Acsoja). Las Bolsas de Cereales (de Rosario, Buenos Aires y Córdoba, entre otras), la Cámara de Biocombustibles (Carbio), la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara), el Centro de Exportadores de Cereales y la Cámara de Puertos Privados, entre otros. Aunque al principio se mostraron reticentes, también están presentes las cuatro patas de la Mesa de Enlace: Coninagro, Federación Agraria, Confederaciones Rurales Argentina -CRA- y la Sociedad Rurales Argentina.

A poco de crearse, el Consejo Agroindustrial se reunió, en solo tres meses, con el presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa; los entonces ministros Felipe Solá (Cancillería) y Luis Basterra (Agricultura), y Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. Lograron el apoyo de los gobernadores de Córdoba (Juan Schiaretti), Entre Ríos (Gustavo Bordet), Santa Fe (Omar Perotti) y Chaco (Jorge Capitanich). También se entrevistaron (el 30 de julio del 2020) con la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y con el Presidente. “En toda la agroindustria hay una gran posibilidad de exportaciones y necesitamos que produzcan ya”, resumió Alberto Fernández, reflejado por la agencia oficial Télam.

El Gobierno reforzó diálogo con el Consejo Agroindustrial también como forma de debilitar a la Mesa de Enlace. Algunos sectores oficialistas (desde organizaciones hasta medios de comunicación) intentan disfrazar a este sector empresario como «otro campo» o, argumentan, que así debilitan a la Sociedad Rural y compañía. Nada más equivocado: los jugadores dentro del Consejo Agroindustrial son mucho más poderosos que las entidades protagonistas de la resolución 125. Y, sobre todo, representan a capitales internacionales mucho más concretados, con mayor poder para condicionar políticas.

La cara más visible del Consejo Agroindustrial es Gustavo Idigoras, que llegó como presidente de la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara), pero tiene un mayor recorrido, en distintos engranajes del agronegocio: agregado agrícola por Argentina ante la Unión Europea (2004-2009), responsable por el Ministerio de Ciencia de la Mesa de Semillas (durante el macrismo), coordinador de la Red de Buenos Prácticas Agrícolas (donde confluyen todas las grandes multinacionales de transgénicos y agrotóxicos). Y, entre 2014 y 2018, ejecutivo de Monsanto (hoy Bayer).

El reclamo de la calle y la sordera gubernamental

“Quiero ser el presidente que escucha, el del diálogo y convocarlos a que si alguna vez sienten que me desvío en el compromiso que hoy asumo, salgan a la calle a recordarme lo que estoy haciendo”, pidió Alberto Fernández en su discurso de asunción, el 10 de diciembre de 2019.

El 20 de septiembre, en la Plaza del Congreso, la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) acampó durante dos días en reclamo de la aprobación de la Ley de Acceso a la Tierra para los pequeños productores. El proyecto de ley fue presentado en 2016, 2018 y 2020. En febrero pasado, el presidente Alberto Fernández se comprometió a aprobar la norma.

El 21 de septiembre, organizaciones sociales se movilizaron de forma masiva. “Ningún trabajador por debajo de la línea de pobreza. Salario mínimo, vital y móvil de 70.000 pesos”, fue uno de los reclamos principales. Estuvieron presente el Polo Obrero (PO), el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) y el Frente Popular Darío Santillán, entre otros.

El viernes 24 de septiembre, organizaciones socioambientales marcharon desde Plaza de Mayo hasta el Congreso en rechazo al extractivismo y exigieron la aprobación de la Ley de Humedales y la Ley de Etiquetado de Alimentos, entre otras iniciativas. En un hecho sin precedentes, a la movilización de sumó La Cámpora.

Nada de lo reclamado en las tres manifestaciones ameritó acciones positivas del Gobierno.

Al contrario, el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, hizo una defensa irrestricta del trigo transgénico (primer evento de su tipo en el mundo, muy cuestionado y rechazo incluso por empresas del agronegocio). Y el Gobierno impulsa nuevas leyes para aumentar la actividad petrolera y minera.

Ambiente, incendios y dólares

En lo que va el del año se quemaron más de 153.000 hectáreas, una superficie equivalente a siete veces la Ciudad de Buenos Aires.

En su “lucha” contra los incendios, el Ministerio de Ambiente (a cargo de Juan Cabandié) envió una gacetilla el 28 de septiembre. “Avanza la construcción de torres para la detección de incendios en el delta del Paraná”, fue el título. Ante la gravedad y magnitud de los incendios, el Ministerio Nacional difundió que se “finalizó la construcción de las dos primeras torres” para “avistar focos de incendios” en el Parque Nacional Predelta (Entre Ríos) y en el peaje del viaducto Rosario-Victoria. Las torres de hierro, al estilo antenas de radio, forman parte de lo que el Ministerio llama pomposamente “estrategia de faros de conservación”. Aspirinas frente al cáncer.

Donde el ministro Cabandié sí fue más serio fue en el programa “Fuego Amigo” de Canal 9. Sinceró la relación entre extractivismo, deuda externa y Fondo Monetario Internacional: “Queremos canjear deuda por acción ambiental. Porque conseguir dólares, para el vencimiento de deuda, no podemos hacerlo sin contaminar

Hambre, pobreza y una “soja riquísima”

En diciembre de 2019, el Gobierno lanzó el “Consejo Federal Argentina contra el Hambre”, con empresas del agro (como Syngenta) y una variedad de figuras mediáticas: desde Marcelo Tinelli y Narda Lepes, hasta el periodista Martín Caparrós. Al frente de la cruzada estaba la hoy candidata Victoria Tolosa Paz.

El precio de la carne aumentó 400 por ciento en los últimos cinco años. El precio del pan se incrementó 230 por ciento en cuatro años. Y el precio de la yerba aumentó 55 por ciento en solo un año.

El mismo día del lanzamiento del proyecto de ley agroindustrial, el Indec difundió que la pobreza afecta al 40,6 por ciento de la población de Argentina y la indigencia llega al 10,7 por ciento. En los menores de 16 años la pobreza alcanza al 55 por ciento. Para graficarlo: seis de cada diez chicos de Argentina es pobre.

El Gobierno ya no habla del hambre en Argentina. Pero sí de supuestas opciones: Fernando “Chino” Navarro, referente del Movimiento Evita y secretario parlamentario de la Jefatura de Gabinete, difundió orgulloso su trabajo junto al empresario Gustavo Grobocopatel (alias “el rey de la soja”). Y celebró: “Él nos ayudó mucho, con otros empresarios, aportando soja que se puede consumir, y es riquísima, para comedores populares del Gran Buenos Aires”.

Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/gobierno-transgenico-una-ley-a-medida-del-agronegocio/

Una empresa estatal israelí en la Argentina

El agua, el nuevo botín

9 de noviembre de 2022

Por Susana Lara /El Cohete a la Luna

La empresa estatal israelí que secó el río Jordán —aquel en cuyas aguas fue bautizado Jesús y ungido Mesías por el cristianismo— se afianza en la Argentina para el proceso de creación de un mercado del agua de consumo humano, productivo e industrial.

A diez años del proyecto frustrado en la provincia de Buenos Aires, Mekorot Israel National Water Co firmó un acuerdo con el Gobierno nacional que le permite iniciar negocios para la gestión integral de los recursos hídricos de cinco provincias, en tanto que mantiene avanzadas conversaciones al menos con dos municipios sobre la costa del río Paraná. La misma empresa realiza inversiones en infraestructura de agua y salubridad por otro memorándum de entendimiento firmado el año pasado, los que se articulan estratégicamente.

“Uno de los objetivos principales de la política hídrica en Israel fue que la gestión del recurso esté centralizada en pocas instituciones con una clara delimitación de las facultades y responsabilidades de cada una”, según el análisis de Evangelina Dardati, economista chilena. Mekorot es uno de los cinco puntales de ese modelo.

La empresa firmó un acuerdo para la gestión integral de los recursos hídricos superficiales y subterráneos con el Consejo Federal de Inversiones (CFI), quien a su vez lo hizo con los gobiernos de las provincias de San Juan, Mendoza, Catamarca, La Rioja y Río Negro. Las declaraciones oficiales de funcionarios públicos y de los directivos de la empresa permiten interpretar los alcances del acuerdo de negocios plasmados en los respectivos convenios particulares. Arancelamiento de todos los servicios de aguas, modificación de las leyes provinciales y de sus organismos de aplicación, reordenamiento total de los usos y destinos de la infraestructura existente, creación de valores económicos y financieros para establecer un costo del agua en la Argentina, nacionalización y centralización de algunos sectores del mercado, entre otros objetivos de esta gran reforma que pretende completar y perfeccionar la de los ’90.

En este caso, el conflicto se plantea por dos frentes. Por una parte, por el plan de negocios neoliberal para el agua dulce potable, recurso estratégico comparable a la tierra libre de agroquímicos y de ocupantes con título de propiedad privada. Por otra, Mekorot es una de las empresas cuyas prácticas fueron condenadas por el Relator Especial de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, Michael Lynk, con rol clave en el proceso calificado como apartheid contra el pueblo palestino en Gaza, Cisjordania y Jerusalén este. El último informe del Comisionado se hizo público en el 25 de marzo pasado; un mes después, una misión argentina encabezada por el ministro del Interior, Wado de Pedro, recorrió las obras modelo de Mekorot que privan a Palestina agua en calidad y cantidad suficiente para una vida digna.

El interés de siempre

Como para empezar de cero, sin el lastre de los negociados menemistas, los funcionarios públicos nacionales y provinciales insisten en hablar del acuerdo con Mekorot como reciente, de menos de dos años.

La Argentina e Israel firmaron en 1995 un acuerdo de cooperación comercial y económica. Uno de los antecedentes importantes es el acuerdo del Gobierno de La Pampa e Itzhak Aviran, embajador de Israel en la Argentina a partir de una gestión personal de Osvaldo Roberto Schvartzer, en su rol de presidente de la Asociación Argentina de Amigos de la Universidad de Ben Gurión. El economista estuvo involucrado en los 90 en el cobro y uso de 17 millones de pesos en concepto de ATN (aportes del tesoro nacional) cedidos por la cartera de Carlos Corach a la embajada israelí en Buenos Aires. Años después, le armó la gira de negocios por Israel a Mauricio Macri cuando era Presidente.

Para 2003 Jorge Sobisch, gobernador de Neuquén, avanzó con un proyecto de irrigación de 40.000 hectáreas en el que aparece el grupo de intereses que confluía en la embajada de Israel. Dos años después, le otorgó en forma directa (sin licitación ni concurso público) a la consultora The Israeli Consulting and Technological Company Ltd. (ITC) el diseño de un proyecto de desarrollo agroproductivo para la zona comprendida entre Arroyito, El Chocón y Challacó. El ingeniero Ernesto Schvartzer, sobrino de Osvaldo, armó ITC, brazo técnico-comercial de la Universidad Ben Gurion, con la que ejecuta proyectos de agricultura intensiva en varios países. Hicieron pie en el Valle de Antinaco (La Rioja), Formosa, Salta —de la mano del grupo Socma (Macri)—, así como en Choele Choel y el Idevi (Río Negro), con el discurso de la ampliación de la frontera agropecuaria y la incorporación de tecnología eficiente para el riego de suelos áridos.

El grupo de negocios incluyó socios locales. En 2007 fructificó la alianza con la Federación Nacional de Trabajadores de Obras Sanitarias de la República Argentina (FENTOS). Ese mismo año el gobierno de Río Negro alcanzó un acuerdo con objetivos generales similares a los de hoy. En 2008 Chubut firmó un convenio marco con la dupla gremial-empresaria cuyo desarrollo se fue licuando. Ese mismo año, el ex gobernador Daniel Scioli decretó de interés público un proyecto de saneamiento de aguas en La Plata, que no soportó los cuestionamientos técnicos y políticos y naufragó. En 2009 la empresa anunció su interés por participar del armado y emplazamiento del Polo Industrial y Tecnológico de Bariloche. Por su parte, Juan Schiaretti, actual gobernador de Córdoba y también en 2010, analizó en  ese entonces la posibilidad de un acueducto entre el río Paraná y Córdoba.

Muchos de estos proyectos merecen revisarse en profundidad para entender un modo de acumulación de capital asociado a los Estados, los elencos locales de los partidos políticos y la burocracia sindical en el anclaje territorial del modelo neoliberal.

Otros capitales trasnacionales acapararon la atención con la transformación estructural del territorio que emergió con la soja transgénica, los desmontes masivos y el acaparamiento de tierras rurales para nuevas rentas de la naturaleza. Así, no llamó la atención cuando en 2020 reapareció Mekorot en negociaciones con el Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (ENOHSA), las que se formalizaron el año pasado. “Mekorot contribuirá en el desarrollo de proyectos de alto impacto para el fortalecimiento de las capacidades de gestión en los servicios de agua y saneamiento a través de un equipo de expertos israelíes con experiencia probada en la gestión de los recursos hídricos. La realización de estudios de viabilidad y de proyectos de tecnología aplicada a los recursos hídricos es uno de los puntos incluidos en el acuerdo. También la elaboración de informes, el asesoramiento, el fortalecimiento de los marcos legales y la planificación”, informó la Cámara de Comercio Argentino Israelí.

El proyecto, lxs proyectistas

“Queremos nacionalizar la gestión de los recursos hídricos. Tenemos un borrador en base a la experiencia de Israel, Estados Unidos y Australia, y al regreso del viaje discutiremos con los gobernadores las mejores opciones. Nuestra propuesta es que haya una sola autoridad del agua en el país”, dijo De Pedro a la salida de la planta Eshkol, en abril. Participa de este proyecto Malena Galmarini, presidenta de Agua y Saneamientos Argentinos (AySA), con la presencia de José Luis Lingeri, integrante del directorio y nexo con las fallidas inversiones en La Plata y Bahía Blanca de hace una década.

Mekorot tiene dos subsidiarias, Mekorot Desalination and Enterprise y Mekorot Development & Enterprise LTD. Esta última es la que integró la UTE para una obra en La Plata que Lingiere conoció de adentro. Por parte de la empresa, participó de las negociaciones con el ENOSHA Moti Shiri, director ejecutivo de Mekorot Desalination. En el acuerdo canalizado por CFI, Barak Graber y Diego Berger. Graber integra los directorios de las firmas con que desarrollaron y operan dos plantas desalinizadoras en Chipre. En tanto, Berger juega de local; nació en Argentina y se radicó en Israel. En mayo participó de actividades en Chile, donde informó al Senado sobre aspectos de la gestión del agua en vista de la reforma constitucional que por entonces se definía.

Los anuncios oficiales no fueron acompañados por la documentación pública correspondiente. La única copia disponible se publicó en el Boletín Oficial después de que la Asamblea Popular por el Agua de Mendoza la reclamara formalmente con una abogada. De esa copia se desprende que al menos Mendoza firmó dos acuerdos con el CFI. El 11 de agosto acordó la realización del “Plan integral para la sustentabilidad del sistema hídrico provincial” por el plazo de dos años. El 5 de septiembre el “Convenio marco de cooperación – Lineamientos técnicos, parámetros y principios de funcionamiento aplicables a la elaboración de un plan maestro para el sector hídrico de la provincia”.

Rodolfo Alejandro Suárez, gobernador de Mendoza, refrendó por decreto el primer acuerdo, que en los considerandos indica que comprende cinco proyectos concurrentes: “1) Plan Maestro para el sector hídrico; 2) Código de Aguas para la Provincia de Mendoza; 3) Herramientas para la optimización de la disponibilidad hídrica; 4) Fortalecimiento del programa de inversiones en cauce; y 5) Fortalecimiento de la gobernanza del sistema”. En el segundo acuerdo consta que la cooperación se inicia con la contratación por parte del CFI a la consultora Mekorot Israel National Water para definir los lineamientos técnicos, parámetros y principios de uso sostenible de los recursos hídricos y la adquisición de las capacidades necesarias para la gestión sustentable de estos. Esos términos vagos se delimitan un poco más cuando indica que el proyecto realizará “un análisis del potencial de los recursos hídricos (aguas superficiales y subterráneas); la creación de proyecciones de la demanda de agua (urbana, rural y de riego) para crear un sistema de asignación que permita regular la demanda de agua; definir planes alternativos de abastecimiento de agua”, entre otros objetivos. Mendoza tiene una ley provincial de aguas y una autoridad de aplicación local, el Departamento General de Irrigación (DGI).

Otros pocos detalles surgen de las declaraciones de lxs gobernadorxs firmantes. Río Negro anunció que en dos meses entregará el contenido para el desarrollo del Plan Maestro local, que quedó en manos del Departamento Provincial de Agua (DPA), autoridad de aplicación del código de aguas local. La propuesta propia incluirá una “evaluación de alternativas de desalinización para abastecimiento de agua potable en la región sur y en poblaciones de la zona atlántica; la planificación y optimización de la reutilización de los efluentes generados en las plantas de tratamiento de líquidos cloacales; un análisis de funcionamiento y eficiencia de los sistemas de riego y drenaje, para realizar posteriores planes de reacondicionamiento o modernización; un análisis económico, balance prospectivo y recomendaciones para alcanzar un desarrollo equilibrado, trabajando sobre el valor económico del agua que permita alcanzar un financiamiento genuino de la gestión integrada de los recursos hídricos”, informó la gobernadora Arabela Carreras.

La provincia hizo propio el viejo interés de Mekorot por una planta desalinizadora en Sierra Grande, opción que reflotó el desarrollo del proyecto de hidrógeno verde en Punta Colorada.

Palestina, pueblo originario

Maren Mantovani, coordinadora de relaciones internacionales de la campaña palestina Stop the Wall (Paremos el muro), regresó a la Argentina por Mekorot. Había participado de la campaña de esclarecimiento “Buenos Aires, aguas turbias” por el proyecto de La Plata. La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y la Liga Argentina por los DD.HH. organizaron la presencia de la activista en Esquel (Chubut), donde planteó el tema del dominio del agua para tener el control territorial en el caso de Palestina.

“La acción de Mekorot en Palestina es mucho más que la mercantilización del agua, es el uso estratégico del control del agua para expulsar a las comunidades de los territorios al despojarlos del recurso”, argumentó Mantovani en una conversación virtual. Israel tiene centralizado el uso del agua que es exclusivo dominio estatal. En el control estatal del recurso, Mekorot es la única empresa del sector, brazo técnico de la estrategia de gobierno para con Palestina.

En los reclamos internacionales, consta que extrae una cantidad de agua de los territorios palestinos ocupados que excede la regla de usufructo de las Regulaciones de La Haya y, por lo tanto, viola el derecho internacional humanitario (DIH). Israel prohíbe totalmente a los palestinos abrir nuevos pozos; al mismo tiempo, Mekorot perfora al lado sus pozos más profundos para los asentamientos israelíes de forma ilimitada, mientras restringe el suministro de agua para las comunidades palestinas en la misma región. Estas prácticas empresarias son violatorias de numerosos pactos internacionales.

“Como Sudáfrica y Namibia, Israel comete el delito de apartheid”, sintetizó Mantovani. En ese sentido, en su informe en la sesión 49 del Consejo de Derechos Humanos, el relator especial Lynk advirtió sobre “la transición de un estado de ocupación —que ya supone un desafío al derecho internacional—, a convertirse en un régimen de apartheid asumido por el gobierno israelí (…). Su prohibición incluso constituye una norma imperativa del derecho internacional”.

Dice la Biblia que el pueblo de Israel cruzó a la tierra prometida por el sur del río Jordán, cuyo caudal languidece por años de sobreexplotación para riego y agua potable de la colonización de los territorios palestinos. En su desembocadura, el mar Muerto desciende al perder el único aporte de este afluente de agua dulce.

Envuelto en los discursos del cambio climático y la transición de la matriz energética, la reforma estructural que plantea el gobierno nacional de los Fernández para con el agua dulce potable, en acuerdo con los gobernadores de distinta extracción política, plantea un conflicto de impacto masivo y a mediano plazo. De todos modos, cuesta imaginar un futuro en que las petroleras paguen a precio de mercado el agua del fracking en Vaca Muerta, que los estancieros paguen por usar el agua sin restricciones o se cobre el derroche en piscinas de las viviendas de alta gama.

Fuente: https://rebelion.org/el-agua-el-nuevo-botin/

 Bloqueo de la lucha de clases

Modelo agrotóxico, glifosato y los que no la quieren ver

4 de noviembre de 2024

Por Anabel Pomar | Agencia Tierraviva

Se acumulan las pruebas de los efectos negativos del herbicida glifosato, pilar del modelo de agronegocio. A pesar de miles de estudios científicos independientes, y de millones de víctimas en los territorios, las grandes empresas imponen la supuesta «duda» y los gobiernos permiten que los negocios se impongan por sobre la salud de la población. La propia Bayer-Monsanto reconoció los efectos nocivos de su agrotóxico.

El refrán popular es conocido: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”. El escritor y periodista Upton Sinclair, por su parte, en su cita más célebre aseguraba: “Es difícil conseguir que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda”. Cuando se trata de abordar la peligrosidad del glifosato, ambas frases van de la mano. Y para continuar la discusión pública del modelo agrotóxico, deben sumarse las ya suficientes evidencias de cómo sus fabricantes han influenciado para evitar que la verdad sobre la afectación del herbicida para la salud y la biodiversidad sea conocida.

Algunos estudios dicen que sí es peligroso. Otros no. Un Estado lo prohíbe, pero otros no. Y así… El uso del veneno insignia del modelo agrotóxico hegemónico continúa aumentando exponencialmente. El resultado: este presente que encuentra a la Argentina en el podio de los países más pulverizados del mundo y, por ende, sufriendo las consecuencias de serlo.

Entonces, surge una noticia relacionada al glifosato o sus impactos y obliga a repasar, nuevamente, cómo es que, pese a la evidencia sobre su peligro, el agrotóxico continúa aplicándose. Si permanece en el mercado no es por la falta de pruebas sobre los daños que genera sino por la enorme presión económica y corporativa para sostenerlo.

Una década sin políticas estatales ante el peligro del glifosato

El herbicida fue introducido en el mercado hace cinco décadas por Monsanto, que desde 2018 es propiedad de la multinacional alemana Bayer. Hace menos, nueve años para ser exactos, el principio activo fue categorizado cómo clase IIA (Probable Cancerígeno en Humanos) por la IARC (Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer, dependiente de la Organización Mundial de la Salud). El informe de ese organismo añade además que hay fuertes evidencias de que la exposición a las formulaciones con base glifosato son genotóxicas, que puede haber daños cromosómicos en las células sanguíneas y que tanto el herbicida como el ácido aminometilfosfónico (AMPA, producto de degradación del glifosato) inducen procesos de estrés oxidativo, que pueden provocar muerte celular y disfunción en los tejidos orgánicos.

La demorada —por el lobby de sus fabricantes— clasificación de la IARC fue producto de un trabajo que, por primera vez, tomó investigaciones y trabajos científicos sin conflictos de intereses. Ese corpus creció en esta última década y documentó los daños, exponiendo los estudios financiados por las empresas o realizados por ellas mismas. En la génesis de la aprobación de las sustancias biocidas de síntesis química se toma como suficiente lo que dicen quienes venden el producto. La confianza ciega en las corporaciones rige el sistema regulatorio global. La primera respuesta a cómo se sostiene aún su uso.

En Argentina, tras la reclasificación de la IARC, el Equipo de Trabajo de Ambiente y Carcinogénesis del Instituto Nacional del Cáncer del Ministerio de Salud, realizó el informe “Glifosato-Grupo 2A”. En ese trabajo puede leerse, entre otras cosas, que “se observó una asociación positiva para el riesgo de Linfoma No-Hodgkin y exposición al glifosato”, que “hay suficiente evidencia en animales de experimentación de la carcinogenicidad del glifosato” y que una “fuerte evidencia indica que la exposición a glifosato o formulaciones a base de este es genotóxica”.

Con ese conocimiento en su poder, el Estado sigue sin desarrollar una política pública nacional destinada a proteger a la ciudadanía de ese veneno. La falta de una política nacional y de un debate al respecto es una ecuación a medida para las ganancias corporativas y en detrimento de la salud y el ambiente.

Glifosato, Gualeguaychú y la perpetuidad de la duda

Esa recategorización no es “concluyente” para que las autoridades nacionales actúen. La legislación vigente para proteger a la población del glifosato u otros agrotóxicos se dio, en muy pocos casos, a través de normativas provinciales de prohibición –Chubut y Misiones– o distancias mínimas de aplicación –San Luis–u ordenanzas municipales que marcan zonas de resguardo, como así también fallos judiciales conseguidos por la lucha de las nunca atendidas víctimas de ese modelo tóxico, los pueblos fumigados, organizados en defensa propia.

Está extensamente probado cómo Monsanto (Bayer) junto a otras corporaciones tóxicas diseñaron una campaña para poner en duda el trabajo de la IARC, desprestigiar a sus miembros y sobre todo evitar que otras agencias regulatorias siguieran sus pasos a la hora de categorizar el producto cómo probable cancerígeno.

Cuando las empresas logran perpetuar las dudas, mantener el tema “en discusión” y alimentar la idea de “las dos bibliotecas”, habilitan las idas y vueltas en la erradicación del herbicida, como ocurrió en septiembre pasado en la ciudad entrerriana de Gualeguaychú.

“Toda la artimaña consiste en hacer creer que existen dos posiciones científicas cuando, de hecho, de un lado hay un conjunto de conclusiones científicas y, del otro, su contestación por parte de los mismos actores que comercializan el producto”, apunta Mathias Girel, doctor en filosofía de la Escuela de París, quien trabaja sobre la “articulación social de la duda”. Desde la Universidad del Litoral, el ingeniero químico e investigador Horacio Beldoménico sostiene que “no hay dos bibliotecas” y grafica: “La evidencia está en la ciencia universal, la otra está encerrada en las empresas de agroquímicos”.

El 30 de septiembre pasado, luego de más de 6 años, la Cámara en lo Contencioso Administrativo N° 2 de Concepción del Uruguay —con la firma positiva de los jueces Mariano Alberto López, Federico José Lacava y la abstención de María Fernanda Erramuspe— declararon “inconstitucional” y anularon algunos aspectos de la Ordenanza 12216, que, desde 2018, prohibía el expendio, almacenamiento, transporte y comercialización del glifosato y sus formulaciones en la ciudad. La presentación había sido impulsada por la Sociedad Rural y la sentencia habilitó nuevamente la circulación del herbicida.

La Cámara consideró la “inconstitucionalidad” indicando que, si no se podía demostrar que dichas actividades eran nocivas para la salud y el medio ambiente, la prohibición resultaba arbitraria. La ordenanza que recibe este golpe no es cualquier ordenanza. En sus fundamentos, señalaba con claridad la peligrosidad del glifosato, desprendiéndose del mecanismo de la duda instalado por las empresas del agronegocio.

Desde las carteras de Ambiente y Comunicaciones del Municipio de Gualeguaychú, gobernado por Mauricio Davico (Juntos por Entre Ríos), confirmaron a Agencia Tierra Viva que no apelarán la sentencia. Y que el uso sigue prohibido en zona urbana y «regulado» en en zonas rurales por ordenanza 12253/2018.

«En su Artículo 5 manifiesta que ‘queda prohibida la utilización y aplicación de agroquímicos con medios de aplicación aérea en el ejido de la ciudad. Asimismo, queda prohibido dentro de la zona urbana, quintas, chacras e industrial todo tipo de aplicaciones terrestres de agroquímicos y, respecto de la zona rural, el Artículo 7 de la misma establece el procedimiento a seguir para realizar aplicaciones en dicha zona. La cual se puede no autorizar», señaló la directora de Ambiente de Gualeguaychú, Ivana Zecca.

Tras esa decisión del Poder Judicial entrerriano, la Cámara de Diputados provincial dio media sanción a un proyecto de ley de “buenas prácticas agrícolas”, que vuelve a la carga y reduce al mínimo los límites para la aplicación de agrotóxicos. Las organizaciones socioambientales repudiaron la medida y no dudaron: «Profundiza las enfermedades de nuestro pueblo y territorio».

Controversias fabricadas para vender

En el libro La duda es su producto, el investigador David Michaels señala cómo actúan las corporaciones con técnicas probadas y perfeccionadas por la industria del tabaco. “Estas industrias han aprendido que al enfocar la discusión sobre las incertidumbres en la ciencia (y la necesidad de más investigación), es posible evitar el debate sobre las políticas públicas. Esto puede retrasar por años lo necesario para proteger la salud de la gente y el medio ambiente”.

El fallo judicial entrerriano es un claro ejemplo de esa estrategia. La Sociedad Rural logró voltear parcialmente la prohibición contra el glifosato y los jueces eligieron agarrarse de la duda instalada por la industria: nunca es suficiente ni concluyente.

En sus argumentos, los demandantes cuestionaron que se plantee como un hecho cierto la vinculación entre glifosato y cáncer por el solo hecho de haber sido clasificado como “probable carcinógeno” por la IARC. “No existen evidencias científicas que vinculen al glifosato con el cáncer”, sostuvieron. Por su parte, quienes buscaban sostener la medida (la Intendencia, a cargo en ese momento de Esteban Martín Piaggio) adjuntaron la extensa bibliografía que confirma lo hallado por la IARC y otros científicos libres de intereses.

Los jueces concluyeron que “faltan estudios que acrediten esos daños en ese territorio particular y que, si bien no desconocen ese estudio de la IARC, otras ‘voces regulatorias’ afirman que no es cancerígeno”. En el fallo, los jueces también citan la decisión tomada en 2023 por la Unión Europea, que “calificando de improbable ese nexo oncológico, prorrogó en su territorio por diez años más el uso y aplicación” del glifosato. La decisión citada en la sentencia fue tomada por el Comité de Evaluación del Riesgo de la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas, pero quienes utilizan la renovación por parte de la UE cómo argumento omiten mencionar las partes que les resultan inconvenientes.

En primer término, menciones importantes del Comité europeo como la que convoca a los Estados miembros a “establecer condiciones o restricciones específicas de uso para los productos fitosanitarios que contengan glifosato, teniendo en cuenta, en particular, si existen otros métodos prácticos de control o prevención con un impacto menor en la biodiversidad”.

También olvidan un detalle crucial detrás de la renovación de la UE hasta 2033. La doctora Pauline Cervan, toxicóloga de Generations Futures (Francia), una de las organizaciones europeas que están judicializando ese nuevo permiso, lo resume: “A primera vista, la evaluación parece exhaustiva y abarca numerosos estudios. Sin embargo, de los 1.628 estudios sobre glifosato revisados por pares (muchos de los cuales destacan impactos adversos para la salud o el medio ambiente) publicados durante la última década, sólo 30 (1,8 por ciento) se consideraron relevantes y confiables para su evaluación. Estos estudios se ven eclipsados por la investigación de la industria en la evaluación general de la evidencia, y ninguno sirve como estudio clave en la reevaluación de lo aprobado”.

Monsanto-Bayer lo confesó

Lo que las empresas del agronegocio afirman en sus comunicaciones públicas para sostener la comercialización del glifosato no es lo que dicen sus empleados en “la cocina” de la empresa responsable de introducir el herbicida base de glifosato. “No se puede decir que Roundup (formulación comercial del glifosato) no sea cancerígeno”, escribió la toxicóloga de Monsanto, Donna Farmer, empleada de la corporación desde 1991, en un correo electrónico enviado el 22 de noviembre de 2003. “No hemos hecho las pruebas necesarias en la formulación para hacer esa declaración”, agrega.

También, en una declaración testimonial, bajo juramento, durante uno de los cientos de juicios que la empresa enfrenta en Estados Unidos, William Heydens, gerente de asuntos regulatorios de Monsanto admitió la peligrosidad cancerígena de la formulación. Durante ese interrogatorio de enero de 2017, reconoció como cierta la información que había escrito en un correo electrónico años antes, el 17 de marzo de 2015. En ese correo enviado a su colega Josh Monken, Heydens dice que el Roundup tiene niveles “bajos” de formaldehído cancerígeno y compuestos nitrosos cancerígenos.

Además, escribe otro dato que estremece: “Muchos estudios toxicológicos para glifosato se han realizado en un laboratorio (IBT – Industrial Biotest) que la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) y la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) descubrieron que generaba datos fraudulentos desde la década de 1970”.

Heydens fue el responsable también de ocultar los peligros genotóxicos de la formulación. Esos estudios, comprobados como fraudulentos, se siguen citando como evidencias de la seguridad del producto, incluso en papers científicos actuales y en renovaciones de agencias regulatorias. Esa admisión de la peligrosidad de la propia empresa es omitida en toda discusión sobre su uso.

El argumento que permitió ganar numerosos juicios en Estados Unidos contra el Roundup, por cancerígeno, y contra la empresa por ocultar con “malicia” ese conocimiento, sigue siendo ignorado por funcionarios argentinos que deben velar por la salud.

“Monsanto clasifica al glifosato como peligroso para la salud”

Quienes no se dejan atrapar por la propaganda ni por las falsas controversias son un grupo de accionistas de la propia Bayer. Integrantes del Comité Ejecutivo de la Coordinación de Riesgos de la empresa,que ha sufrido pérdidas multimillonarias producto de las condenas contra su herbicida estrella, han sido concluyentes sobre los peligros. Toda la información está disponible en el sitio web oficial de la corporación tóxica, en las memorias de reuniones donde se registran los documentos presentados en reuniones internas. No dejan dudas de la necesidad de la suspensión de su uso.

Con fecha 27 de febrero de 2020, en una contramoción para la Asamblea Anual de Accionistas del Grupo Bayer, a realizarse en abril de ese año, se pueden leer textualmente las siguientes afirmaciones: “La Organización Mundial de la Salud (OMS) de las Naciones Unidas clasifica al glifosato como ‘probablemente cancerígeno’. Incluso el propio Monsanto clasifica esta sustancia como peligrosa para la salud”.

Para ilustrar esas afirmaciones, el grupo de accionistas disidentes mencionan los documentos internos de la toxicóloga Donna Farmer y los de su colega William Heydens cuándo afirman: “El producto formulado es el que causa el daño. Por ejemplo, tiene efectos adversos sobre el material genético. Cuando un estudio encargado por la empresa a este respecto no proporcionó suficientes pruebas exculpatorias e incluso amenazó con confirmar los hallazgos, Heydens simplemente sugirió buscar otros científicos”.

En otra cita textual del documento interno de Bayer, se lee: “Los científicos de Monsanto también conocían la relación entre el glifosato y el linfoma No-Hodgkin. El estudio de casos y controles encontró un odds ratio (OR) de 2,02 para la exposición (dos veces la probabilidad de contraer la enfermedad) al glifosato”. La toxicóloga Farmer reaccionó a estos hallazgos con otra confesión: “Hemos estado al tanto de este documento por un tiempo y sabíamos que sólo sería cuestión de tiempo antes de que los activistas lo retomaran”.

El grupo de accionistas no sólo relevó las pruebas de la propia empresa sino que condenó también la estrategia legal que lleva adelante ante las demandas presentadas en Estados Unidos y otras partes del mundo. “La empresa ahora está buscando llegar a un acuerdo en este asunto. Estos acuerdos suelen concluirse ‘sin admisión de culpabilidad’ y, por lo tanto, dejan sin abordar cuestiones cruciales relativas a la responsabilidad por el sufrimiento de las partes afectadas”, apuntaron. Y dieron un paso más: “Tras la conclusión de los acuerdos, Bayer podrá seguir vendiendo el producto cancerígeno Roundup. Por tanto, el envenenamiento futuro de las personas y del medio ambiente es inevitable”.

Y concluyen sobre el modo de proceder de la cúpula corporativa: “Hasta ahora, sin embargo, el Consejo de Administración se ha limitado a intentar negar las consecuencias mortales que tiene el uso de glifosato para las personas y el medio ambiente”.

Con esa presentación, exhortaron a los directivos del grupo Bayer a dejar de fabricar el herbicida estrella a base de glifosato en vez de seguir negando el peligro: “El Consejo de Administración de la empresa tiene la obligación de suspender la producción del producto cancerígeno Roundup y reconocer los efectos devastadores que tiene”.

https://agenciatierraviva.com.ar/modelo-agrotoxico-glifosato-y-los-que-no-la-quieren-ver/
Fuente: https://rebelion.org/modelo-agrotoxico-glifosato-y-los-que-no-la-quieren-ver/

Entrevistas

“Los productores que entran a la agroecología del sistema convencional recuperan el amor por la producción” – Ezequiel Wainer (MDA)

Agroecología y políticas públicas en Buenos Aires

5 noviembre, 2024

Por Facundo Cuesta de Huerquen.

 La agroecología viene creciendo a pasos agigantados en Argentina y Latinoamérica.

Mientras el gobierno de Milei desarticuló buena parte de las iniciativas construidas en la órbita nacional, con miles de despidos y cierres de organismos; en otros países como Colombia o Brasil, gobiernos de otro signo impulsan iniciativas novedosas. A la complejidad intrínseca del desarrollo e implementación de políticas públicas para el fomento de la agroecología, en nuestro país se suma una narrativa que impugna el rol del Estado en todo lo que pudiera entorpecer el despliegue del capital concentrado, y que señala a quienes debaten justicia ambiental y social como “enemigos”. En este repliegue actual los esfuerzos para fomentar la agroecología desde los Estados caminan de la mano de gobiernos provinciales y municipales que vienen desplegando diversos programas.

Por su diversidad, magnitud y peso específico la provincia de Buenos Aires representa un desafío mayúsculo. Ahí la agroecología crece y se consolida de la mano de un abanico enorme de experiencias exitosas, y también de políticas públicas. Al tiempo que el Programa Provincial de Agroecología cumplió 4 años y estamos en vísperas del 1er Congreso Provincial de Agroecología a desarrollarse entre el 8 y 9 de noviembre en Luján, conversamos extensamente con Ezequiel Wainer a cargo de la Dirección de Agricultura Familiar y Desarrollo Rural del Ministerio de Desarrollo Agrario (MDA) de la Provincia de Buenos Aires.

¿Cuál es el desarrollo de la agroecología en la provincia? ¿Cómo es generar política pública desde y para este enfoque en Buenos Aires? ¿Qué se ha hecho? ¿Cuáles sus desafíos para el futuro inmediato? ¿Con qué actores sociales, institucionales y productivos dialogan? ¿Qué rol tiene el Estado en las transiciones productivas en lo agrario? ¿Cómo aportan las iniciativas desplegadas a eso que llamamos “justicia” en la ruralidad bonaerense?

Leer

Pueblos fumigados. Kicillof prorroga otra vez la suspensión de regulación de agrotóxicos y sigue sin proponer alternativa

Este viernes 1 de septiembre, el Boletín Oficial bonaerense oficializó una nueva suspensión de la resolución 246/18 que habilita el uso indiscriminado de agrotóxicos, afectando la salud pública y ambiental. Los pueblos fumigados exigen la derogación y medidas paliativas.

Lorena Rebella

Viernes 1ro de septiembre de 2023

Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Kicillof-prorroga-otra-vez-la-suspesion-de-regulacion-de-agrotoxicos-y-sigue-sin-proponer

Kicillof: «La provincia de Buenos Aires quiere ser
protagonista del boom petrolero de la Argentina”

El Gobernador participó de un encuentro con empresarios del Club del Petróleo y representantes del sector hidrocarburífero.

7 de Noviembre 2023

(…) “A partir de esa decisión prácticamente unánime del Congreso de la Nación, la buena gestión de YPF y el acompañamiento del sector privado, hoy nadie desconoce el potencial de Vaca Muerta y de la exploración offshore”, señaló el Gobernador y añadió: “Sin poner en riesgo al ambiente durante la extracción de los recursos, nosotros estamos comprometidos con la generación de riqueza para impulsar el desarrollo nacional”.

Fuente: https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&opi=89978449&url=https://www.gba.gob.ar/comunicacion_publica/gacetillas/kicillof_la_provincia_de_buenos_aires_quiere_ser_protagonista_del&ved=2ahUKEwiB4-un58eJAxUUGLkGHd70NvAQFnoECBgQAQ&usg=AOvVaw1JsHWs-97F0Ib7qCU6yWmk

Explotación Offshore.
Kicillof recibió a las autoridades de Equinor
en busca de un futuro sustentable

Por Pescare17 de agosto de 2023

Reunión entre el gobernador bonaerense y responsables de la firma Equinor. Repasaron los avances de la exploración offshore en la provincia de Buenos Aires.

Fuente: https://pescare.com.ar/explotacion-offshore-kicillof-recibio-a-las-autoridades-de-equinor-en-busca-de-un-futuro-sustentable/

 

Kicillof habló de «un capricho ideológico»
sobre la salida del GNL por Río Negro

«La única verdad es que por decisión de Javier Milei se suspenden las inversiones en Bahía Blanca que estaban previstas», afirmó el mandatario provincial en una conferencia de prensa, al referirse al mega proyecto de GNL que lideran YPF y Petronas.

Fuente: https://www.mejorenergia.com.ar/noticias/2024/07/31/3082-kicillof-hablo-de-un-capricho-ideologico-sobre-la-salida-del-gnl-por-rio-negro

  Alternativas emancipatorias 

¿Cómo explicar tanta canallada?

 2 de noviembre de 2024

Por Xavier Lasso | Página/12

Desde Quito

La tragedia de mi país, Ecuador, que se cae a pedazos, se puede empezar a explicar en gran medida por la seguidilla de tres gobiernos neoliberales que han atacado al Estado, el gran demonio, para hacer mucho más fácil la subordinación al Fondo Monetario Internacional. Una elite, la de mi país, auténticamente mediocre, sin capacidad de seducción, sin mediaciones con la ciudadanía. Torpe, sin proyecto, desquiciada, hambrienta de dinero, con Miami, ahora también Madrid, como sus referentes, vitrinas en donde hacerse de los lujos que luego exhiben sin pudor en sociedades destrozadas por el crimen organizado.

Lenín Moreno empezó todo esto con su traición. Se entregó a los banqueros, principales beneficiarios del modelo del equilibrio fiscal. Sin inversión pública ni capacidad de recuperar empleo y poner dinero en los bolsillos de las familias para que consuman educación, salud y, porque no, diversión.

A Lenín Moreno, la historia de mi país, Ecuador, tendrá que juzgarlo y enviarlo al peor de los círculos por traidor, por indolente, por haberse burlado del pueblo. Lenín Moreno desbarató todo lo que se había construido para darle al Ecuador seguridad energética. Una combinación de fuentes hídricas y térmicas en generación de electricidad, 65 y 35 por ciento respectivamente. Los ciclos de la naturaleza siempre se repiten, a veces con más fuerza: después de las lluvias llega el estiaje, los ríos se secan y las centrales hidroeléctricas bajan su aporte y por eso es necesario tener las fuentes térmicas listas para operar y sostener el consumo siempre creciente. Moreno, por instrucciones del Fondo, no hizo las inversiones necesarias para incrementar la oferta anual en 300 megavatios. Cero inversión, las centrales térmicas abandonadas y hoy aportan nada para cubrir la demanda de industria, comercio, hogares. Son 14 horas diarias en las que todo debe apagarse, iluminarnos con velas, de vuelta al oscurantismo y con periodistas pautados, que reciben dineros del gobierno para decir tamañas estupideces como que en la penumbra diaria las familias se reúnan a jugar naipes y conversar.

Después llegó Guillermo Lasso y sostuvo lo mismo: cero inversión en energía. Quizá estaban creando las condiciones para que, ante el clamor de la gente, la privatización sea el camino salvador. Se han pegado un tiro en el pie. La gente anda, más bien, muy cabreada.

Y estamos ahora en el momento del niño rico, que lo heredó todo, al que le gusta mucho “farrear”, que casi no habla, que miente por cada diente, que ha devaluado casi totalmente su palabra y que no gobierna, más interesado en su tiktokera campaña dizque para reelegirse. Y acorde con el trágico tiempo, sin luces, incapaz de dialogar con Petro en Colombia, a ver si nos vende un poco de energía y bajamos el altísimo nivel de la caída, oxímoron que no será suficiente para entender al Ecuador de estos días.

Son casi ocho años de utilizar la perversa receta del Fondo Monetario que, sin embargo, con enorme dosis de cinismo, premia a Daniel Noboa (foto), el presidentito ausente, por su exitoso cumplimiento del cruento recetario impuesto por esos burócratas dorados que nunca han transitado por las calles de los barrios pobres de mi patria grande, o por África, o por las regiones de la misma Europa que tiende a deslizarse al empobrecimiento.

Son tiempos de incertidumbre, sobre todo para los jóvenes, a los que les va a tocar vivir en un mundo muchísimo peor que el nuestro, y no es hipérbole, es el modelo que los Bezos, Musk, Trump, y otros sin alma, tan cortos de espíritu que han puesto al mundo al revés, como si la cuestión de sus inconmensurables fortunas materiales pueda explicar la verdadera riqueza de nuestra naturaleza.

Hemos sido atacados por la codicia, nos tienen a merced del bombardeo mediático que nos hace creer que ese minúsculo grupo, maldito sinécdoque, nos abarca. La casi totalidad solo sufrimos ese modelo, y va llegando la hora de reaccionar. Prefiero, como hace poco, prescindir, cancelando suscripciones de la canalla mediática, como El País de España, a ver si el silencio, el autismo, me trae algo de luz.

Xavier Lasso: Comunicador, cientista social y ex vicecanciller de Rafael Correa.

https://www.pagina12.com.ar/779255-como-explicar-tanta-canallada

Fuente: https://rebelion.org/818908-2/

Constatamos la atribución de la emergencia socioeconómica del 90% a gobiernos neoliberales que diferencia del progresista de Rafael Correa cuando, lo cierto es que, todos promovieron los extractivismos, causa determinante de la ruina de Ecuador y el empobrecimiento de sus pueblos. Conclusión válida para todo el Abya Yala. Sólo el poscapitalismo abrirá caminos hacia «buenos vivires» abajo. Esto exige que los pueblos se adueñen de sus respectivas autodeterminaciones por recuperación de los territorios para la vida en vez de para los negocios del 1% y del trabajo sin sometimiento al Capital y su Estado.

El entramparnos otra vez en subordinarnos a gobiernos progresistas tiene otra forma de expresión que parte de la anacrónica consigna de “batalla de ideas o cultural”.

¿La izquierda está perdiendo la «batalla cultural»?

2 de noviembre de 2024

Por Valerio Arcary | Jacobinlat

La derrota de la izquierda brasileña tiene raíces profundas que van más allá de la «guerra cultural» o las políticas «identitarias». La extrema derecha ha capitalizado el desencanto y movilizado fuerzas, mientras la izquierda permanece en silencio o capitula ante la presión. Para cambiar esta correlación de fuerzas, es esencial aprender de la historia, movilizar socialmente y enfrentar los desafíos de fondo que han dado poder al bolsonarismo y a su proyecto neofascista.

Un sector de la izquierda más moderada, tras la derrota electoral, afirma que estamos perdiendo la «guerra cultural» porque la izquierda se ha vuelto «identitaria». Esta tesis es errónea. También es peligrosa. La verdad es que la mayoría de la izquierda ha abrazado la defensa de las reivindicaciones de los movimientos de los oprimidos con retraso. No es el lenguaje neutro el que explica el peso del bolsonarismo. Llevamos ocho años a la defensiva, pero por otras razones. La extrema derecha influye en un tercio de la población. Su núcleo «duro» radicalizado en posiciones neofascistas no es inferior al 15%, es decir, aproximadamente la mitad de su apoyo electoral. Sus agendas son claras: denunciar que la izquierda es corrupta y quiere el poder para robar; apoyar la violencia policial impune, las masacres y matanzas -están incluso en contra de las cámaras en los uniformes- y abogar por el encarcelamiento masivo; reivindicar el legado de la dictadura militar; negaron el peligro sanitario durante la pandemia, niegan el calentamiento global, defienden la expansión de la frontera agrícola en la Amazonia; desprecian la lucha contra el racismo, el sexismo, la homofobia, se burlan de los derechos indígenas y defienden el marco temporal. Todas estas posiciones son bizarras, absurdas e irracionales. Pero no sólo tienen peso de masas, sino que la extrema derecha es el movimiento más militante y con mayor capacidad de movilización política del país. Esta ofensiva no se explica sólo porque tengan mayoría en las iglesias neopentecostales. Una primera pista es que nuestro campo, a partir del gobierno Lula, no entra en disputas político-ideológicas: calla y capitula, incluso cuando las oportunidades son favorables, como después de la derrota de la semiinsurrección del 8 de enero de 2023. Pero esa tampoco es la única razón. ¿Por qué?

Brasil ha cambiado mucho en los últimos diez años. Los análisis de inspiración marxista se basan, en última instancia, en la interpretación del contexto económico y social. Lo que tiene que ser tiene mucha fuerza. La gente se sitúa principalmente en función de sus intereses. Pero el marxismo no es fatalismo económico. No es posible entender la realidad política que nos rodea sin tener en cuenta que la izquierda está perdiendo la guerra cultural. Lo que se conoce como «guerra cultural» es la lucha por la hegemonía política. La lucha por la hegemonía es una lucha que tiene tres dimensiones distintas: política, teórica e ideológica. Es una lucha por criterios, valores, propuestas, proyectos y visiones del mundo. Pero de nada sirve tener sólo los mejores argumentos, aunque las ideas importan. De nada sirve tener sólo las opiniones más justas. De nada sirve tener razón. Eso no basta. Lo que define quién está a la ofensiva y quién a la defensiva en este terreno es la lucha de clases. Son posiciones de fuerza. Y las posiciones de fuerza se conquistan luchando por la conciencia social media. Esto no es posible sin disputar el «sentido común». La idea más poderosa de la izquierda, y también la más simple, es que es posible cambiar el mundo y acabar con la injusticia social. Pero choca con poderosas fuerzas de inercia histórica. Este es el quid de la lucha por la hegemonía. Cuando avanza una oleada de lucha de los explotados y oprimidos, todo parece más posible.

Sin embargo, aceptar que la disputa sólo tendrá lugar en el terreno del enemigo de clase ya nos deja en una posición desfavorable. El espacio institucional de la democracia liberal reduce la lucha política a los debates parlamentarios. En condiciones desfavorables, la izquierda no puede dejar de luchar allí donde se nos desafía. Pero el principal instrumento en la lucha contra la extrema derecha es el gobierno de Lula. Hay otros instrumentos muy importantes, porque la izquierda lidera los principales movimientos sociales: sindical, estudiantil, feminista, negro, ecologista, indígena y LGBT. Pero la más poderosa es el gobierno de Lula. Renunciar a utilizar el gobierno para conquistar la hegemonía confirma que no hemos aprendido la lección más importante que nos dejó el golpe del impeachment. La peor derrota es la derrota sin lucha. 

La fuerza se conquista con coraje, iniciativa y movilización social. Esto se traduce en las respectivas posiciones que los trabajadores y sus aliados ocupan frente a sus enemigos, las diferentes fracciones de la clase dominante y la capacidad de cada campo para arrastrar a partes de los sectores medios, en el escenario de coyunturas que se alternan en el marco de la situación política. La vara de medir es el estudio de la correlación de fuerzas sociales y políticas en permanente disputa. La historia ha proporcionado lecciones inspiradoras. Brizola utilizó el gobierno de Rio Grande do Sul en 1961 para garantizar la investidura de Jango: tuvo el coraje de señalar que estaba dispuesto a llegar hasta la guerra civil. Retrasó tres años el golpe que finalmente se produjo en 1964. Montoro utilizó el gobierno de São Paulo para movilizarse a favor de Diretas Já en 1984. Inició una campaña que sacó a millones de personas a la calle. La lucha por la hegemonía se basa en la movilización social. Estamos a la defensiva porque la dirección de la izquierda insiste en ignorar el peligro que representa la presencia de una extrema derecha liderada por el neofascista Bolsonaro. No llama a las masas populares a involucrarse. 

Todo comenzó a cambiar cualitativamente después de las protestas de junio de 2013, porque la izquierda perdió la disputa sobre la dirección de esta explosión acéfala. Después de los tres primeros años del gobierno de Dilma Rousseff, los indicadores económicos y sociales eran preocupantes para la clase dominante. La situación era de pleno empleo, aumento de los costos de producción y caída de las tasas de ganancia. Los capitalistas estaban divididos. Una fracción presentó un ultimátum, exigiendo un programa radical de austeridad y ajuste fiscal. La presión del mercado mundial sobre el capitalismo brasileño era devastadora. La recesión mundial fijó los límites para un crecimiento medio inferior al 3% anual. Después de trece años de gobiernos liderados por el PT, se agotó la estrategia de sostener el proyecto de pequeñas reformas basadas en un crecimiento económico que dependía esencialmente de la demanda externa proveniente del agronegocio y de las exportaciones mineras, que generaban una acumulación de reservas en dólares que contenía las presiones inflacionistas. El impacto de la onda expansiva externa, que venía desde la gran crisis capitalista internacional de 2007/08, fue brutal. Lo que demostró junio de 2013, con millones saliendo a las calles en una avalancha arrolladora, fue que una proporción significativa de la juventud asalariada, la más educada de la historia de Brasil, había perdido la esperanza de tener una vida mejor que la de sus padres. Las expectativas «reformistas» de que los gobiernos del PT aún serían capaces de «cambiar vidas» empezaban a morir.

Pero lo más terrible fue que, tras una ajustada victoria en segunda vuelta en 2014, bajo el lema de «ni aunque la vaca tosa», el gobierno de Dilma Rousseff cedió a la presión burguesa. Intentó apagar el fuego con gasolina. Desoyó la frustración de millones de jóvenes mejor formados, pero condenados a salarios bajos y empleos precarios. Era el fermento de un malestar social creciente que se encendió con las denuncias de corrupción del Lava Jato: una operación política subversiva que alimentó la movilización de la clase media, que superó los cinco millones en las calles, y brindó la oportunidad para el golpe institucional del impeachment. La relación de fuerzas se invirtió en 2016 y desde entonces estamos en una situación reaccionaria, «cuesta abajo». La hegemonía política se ha desplazado dramáticamente hacia la extrema derecha. El tema es de importancia estratégica porque, en 2024, el gobierno Lula 3 se enfrenta a un impasse similar al del gobierno Dilma 2. ¿Cederá o no a la presión cada vez más fuerte del mercado, que exige recortes de gastos para garantizar un déficit cero que aumente las garantías de reducción de la deuda pública? ¿Tendrá Haddad su momento «Levy»? 

En perspectiva, la situación reaccionaria ya ha consumido los últimos ocho años. ¿Cómo explicar una situación defensiva tan larga? En primer lugar, porque los errores se pagan. El Brasil de 2016 ya no era el mismo que el de 1979/80, cuando comenzó la fase final de la lucha contra la dictadura. Las tasas de movilidad social absoluta y relativa han disminuido, si comparamos el período histórico 1988/2016 con el anterior, 1930/1980. Durante medio siglo, entre 1930 y 1980, Brasil experimentó una movilidad social absoluta muy elevada en comparación con la situación actual en 2024. Este proceso fue posible gracias a la urbanización acelerada, que permitió la absorción masiva de mano de obra rural por la industria. Incluso desplazadas del campo a las periferias urbanas y a las favelas, las masas mejoraron sus condiciones de vida. Esta dinámica histórica entre los años 1930 y 1980 es clave para entender la crisis actual, porque fue excepcional. Absolutamente excepcional.

El Brasil agrario era una sociedad de lento desarrollo económico, gran rigidez social y asombrosa inercia política. Durante muchas generaciones, los antepasados de la inmensa mayoría del pueblo brasileño fueron víctimas de la inmovilidad social y de la división hereditaria del trabajo. Los nacidos de esclavos tenían pocas esperanzas sobre su destino. Los hijos de zapateros ya sabían que serían zapateros. Los hijos de médicos, ingenieros o abogados, aunque no tuvieran propiedades, podían, en cambio, aspirar a ascender en la burguesía.

El patrón histórico dominante en la historia de Brasil antes de 1930 era otro: el legado de la aberración histórica que fue la esclavitud, que perpetuó una desigualdad social anacrónica. Y desde la década de 1990 hasta 2024, prevaleció otro patrón. Aunque la miseria se haya reducido, porque los extremadamente pobres se han beneficiado de políticas de transferencia de renta como la Seguridad Social y Bolsa Família, los trabajadores de renta media han visto sus condiciones de vida estancarse o empeorar. El bolsonarismo es un movimiento burgués con base social en la acomodada clase media, pero esta base social no es suficiente para luchar por el poder en un país como Brasil. Son los trabajadores de renta media el «núcleo duro» que potencia el impacto social de la extrema derecha. 

Sin embargo, la memoria histórica de la movilidad social que el período 1930/80 dejó como repertorio cultural de experiencia permanece viva en la mentalidad de la generación adulta actual. La inercia del sentido común se basa en esta memoria, que se ha romantizado en gran medida, especialmente entre la moderna clase media eurodescendiente, que idealiza la saga de ascenso social de sus abuelos y padres como un ejemplo meritocrático.

Es comprensible, aunque ingenuo, que siga siendo poderosa la expectativa de que, incluso dentro de los límites del capitalismo, son posibles las oportunidades de enriquecimiento. El discurso de la extrema derecha descansa en esta promesa. Simplemente no es posible que el «ascensor» social suba más rápido porque, desde 1988, el régimen democrático-electoral ha extendido demasiados derechos a los más pobres, y el coste de esta red de asistencia y protección es demasiado caro: impuesto sobre la renta (IRPF), seguridad social, universalización de la sanidad a través del SUS, universalización de la enseñanza pública, cuotas, universidades públicas gratuitas, etc. Este es el centro de la disputa ideológica en la lucha por la hegemonía. Porque no son posibles reformas de distribución de renta sin conflictos sociales agudos. Pero esta no fue la apuesta de los gobiernos liderados por el PT durante trece años. Tampoco es la apuesta de Lula para 2024. Pero esta línea se prepara para una terrible derrota en 2026.

El problema de estrategia para la izquierda radical es que estamos amenazados por el peligro de una derrota histórica, la amenaza de un «invierno siberiano», pero las esperanzas reformistas -la expectativa, innumerables veces frustrada pero renovada, de un acuerdo social que garantice el pleno empleo, la reforma agraria, el aumento de la escolarización con la ampliación de la red pública, el aumento del salario medio, etc. – siguen vivas. La clave de la lucha por la hegemonía reside en la movilización social en caliente.

Valerio Arcary es historiador, militante del PSOL (Resistencia) y autor de O Martelo da História. Ensaios sobre a urgência da revolução contemporânea (Sundermann, 2016).

https://jacobinlat.com/2024/10/la-izquierda-esta-perdiendo-la-batalla-cultural/
Fuente: https://rebelion.org/la-izquierda-esta-perdiendo-la-batalla-cultural/

(…) aceptar que la disputa sólo tendrá lugar en el terreno del enemigo de clase ya nos deja en una posición desfavorable. El espacio institucional de la democracia liberal reduce la lucha política a los debates parlamentarios. En condiciones desfavorables, la izquierda no puede dejar de luchar allí donde se nos desafía. Pero el principal instrumento en la lucha contra la extrema derecha es el gobierno de Lula. Hay otros instrumentos muy importantes, porque la izquierda lidera los principales movimientos sociales: sindical, estudiantil, feminista, negro, ecologista, indígena y LGBT. Pero la más poderosa es el gobierno de Lula. Renunciar a utilizar el gobierno para conquistar la hegemonía confirma que no hemos aprendido la lección más importante que nos dejó el golpe del impeachment. La peor derrota es la derrota sin lucha. (…)

(…) El problema de estrategia para la izquierda radical es que estamos amenazados por el peligro de una derrota histórica, la amenaza de un «invierno siberiano», pero las esperanzas reformistas -la expectativa, innumerables veces frustrada pero renovada, de un acuerdo social que garantice el pleno empleo, la reforma agraria, el aumento de la escolarización con la ampliación de la red pública, el aumento del salario medio, etc. – siguen vivas. La clave de la lucha por la hegemonía reside en la movilización social en caliente.

Tierra y territorios

Defendemos una Reforma Agraria Integral que ofrezca plenos derechos sobre la tierra, reconozca los derechos legales de los pueblos indígenas a sus territorios, garantice a las comunidades pesqueras el acceso y el control de las zonas y ecosistemas de pesca y reconozca el acceso y el control de las tierras y las rutas de migración de pastoreo. Esta es la única manera de asegurar un futuro para los jóvenes del campo.

La Reforma Agraria Integral, vista como una distribución masiva de tierras junto con el apoyo con recursos para la producción y el sustento, debe garantizar el acceso permanente a los jóvenes, las mujeres, los desempleados, los sin tierra, para complementar a las pequeñas fincas, a los desplazados y todos aquellos que estén dispuestos a participar en la producción a pequeña escala de alimentos agroecológicos. La tierra no es una mercancía. Deben reforzarse las leyes existentes y crear nuevas para protegernos de la especulación y un marco jurídico que impida la especulación con ellas y su acaparamiento. Continuaremos nuestra lucha en defensa de las tierras y los territorios.

Fuente: https://viacampesina.org/es/llamamiento-de-yakarta/

Si leemos la Carta del Movimiento de los Sin Tierra al pueblo brasileño (publicada por Resumen Latinoamericano 29/11/22) observamos que el MST de Brasil no sólo soslaya que no hubo democracia durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores. También sostiene, en acuerdo a sus intereses patronales de clase pequeño burguesa, la anacrónica e ilusa agricultura familiar que hoy debe ser de comunidades autogestivas y confederadas democráticamente para concretar la real y efectiva soberanía alimentaria. Todavía más avala al capitalismo en su embaucamiento sobre la coexistencia de los monocultivos transgénicos-agrotóxicos con la agricultura a mediano-largo plazo.

«No podríamos participar en la institucionalidad opresora. Esa es nuestra posición desde la CAM y desde el movimiento autonomista. Los que han participado de las vías institucionales no han logrado prácticamente ningún derecho fundamental para nuestro pueblo; simplemente son políticas de integración, de subordinación. A nosotros no nos parece que a través de esa vía consigamos mucho. Estamos por la vía del control territorial y la autonomía de facto. De hecho, vamos recuperando metro a metro y desde ahí vamos transformando una realidad que nos golpea a diario a través del latifundio y de las forestales. Nosotros estamos desarrollando un proceso que establece las bases para la liberación del pueblo-nación mapuche, y eso pasa por una estrategia de resistencia, por un lado, y de reconstrucción, por otro lado».


 https://www.resumenlatinoamericano.org/2021/03/03/nacion-mapuche-entrevista-a-hector-llaitul-werken-de-la-coordinadora-arauco-malleco-sobre-el-pseudo-acuerdo-nacional-de-la-burguesia-y-la-farsa-del-proceso-constituyente/
 

Qué Trabajo

Expropiado y explotado por burguesía / Ecocida y genocida /
Alternativas emancipatorias

Expropiado y explotado por la burguesía

 Ecocida y genocida

4 de noviembre de 2024

Por Daniel Tanuro, Jean-Marie Harribey / Viento sur

A propósito del nuevo libro de Kohei Saito ¡Menos! El decrecimiento es una filosofía

Daniel Tanuro

Kohei Saito vuelve a la carga. En La naturaleza contra el capital. El ecosocialismo de Karl Marx (Bellaterra), el marxólogo japonés explicaba cómo el Marx de madurez, concienciado del atolladero ecológico capitalista gracias a los trabajos de Liebig y de Frass, rompió con el productivismo. Su nueva obra, Marx in the Anthropocene. Towards the Idea of Degrowth Communism (Cambridge University Press, 2023), continúa esta reflexión.El libro es excelente y particularmente útil en cuatro cuestiones: la naturaleza de clase, fundamentalmente destructiva, de las fuerzas productivas capitalistas; la superioridad social y ecológica de las (llamadas) sociedades primitivas, sin clases; el debate sobre naturaleza y cultura con Bruno Latour y Jason Moore; en fin, el gran error de los aceleracionistas que se apoyan en Marx para negar la imperiosa necesidad de un decrecimiento. Estos cuatro aspectos tienen una gran importancia política hoy, no sólo para las y los marxistas preocupados por estar a la altura del desafío ecosocial planteado por la crisis sistémica del capitalismo, sino también para las y los activistas ecológicos. Este libro tiene las mismas cualidades que el precedente: erudito, bien construído y sutil y clarificador en la presentación de la evolución intelectual de Marx después de 1868. Por desgracia, tiene el mismo defecto: da por sentado lo que sólo es una hipótesis. Una vez más, Saito exagera al querer encontrar en Marx la perfecta anticipación teórica de los combates de hoy 1.

Al comienzo fue la “fractura metabólica”.

La primera parte de Marx en el Antropoceno profundiza en la exploración del concepto marxista de fractura metabólica 2. Saito sigue aquí la estela de John B. Foster y de Paul Burkett, que habían mostrado la inmensa importancia de esta noción 3 Saito enriquece el análisis al resaltar tres manifestaciones del fenómeno –perturbación de los procesos naturales, falla espacial, hiato entre las temporalidades de la naturaleza y del capital– a las que corresponden tres estrategias capitalistas de elusión –las pseudosoluciones tecnológicas, la deslocalización de las catástrofes a los países dominados y el aplazamiento de sus consecuencias a las futuras generaciones (p. 29 y ss.).

El capítulo 1 se ocupa en particular de la contribución al debate del marxista húngaro István Mészáros, que Saito considera decisivo en la reapropiación del concepto de metabolismo a finales del siglo XX. El capítulo 2 se centra en la responsabilidad de Engels al editar los Libros II y III del Capital, difundiendo una definición truncada de la fractura metabólica, sensiblemente distinta de la de Marx. Para Saito, este cambio, lejos de ser fortuito, traduciría una divergencia entre la visión ecológica de Engels –limitada al temor a las “revanchas de la naturaleza”– y la de Marx –centrada en la necesaria “gestión racional del metabolismo” por medio de la reducción del tiempo de trabajo. El capítulo 3, al tiempo que recuerda las ambigüedades de György Lukács, rinde homenaje a su visión del desarrollo histórico del metabolismo humano-naturaleza, como continuidad y a la vez como ruptura. Para Saito, esta dialéctica, inspirada en Hegel (“identidad entre la identidad y la no-identidad”) es indispensable para diferenciarse tanto del dualismo cartesiano –que exagera la discontinuidad entre naturaleza y sociedad– como del constructivismo social –que exagera la continuidad (la identidad) entre estos dos polos y por eso no puede “mostrar el carácter único de la forma capitalista de organizar el metabolismo humano con el entorno” (p. 91).

Dualismo, constructivismo y dialéctica

La segunda parte de la obra dirige una mirada muy (¿demasiado?) crítica sobre otras ecologías de inspiración marxista. Saito se desmarca de David Harvey, al que achaca una “sorprendente reacción negativa ante el giro ecológico en el marxismo”. De hecho, Marx en el Antropoceno incluye algunas citas sorprendentes del geógrafo estadounidense: Harvey parece convencido de “la capacidad del capital para transformar todo límite natural en barrera superable”; confiesa que “hablar de los límites y de la rareza ecológica (…) (le) pone tan nervioso políticamente como desconfiado teóricamente”; “las políticas socialistas basadas en la idea de una catástrofe ambiental inminente” serían para él “un signo de debilidad”. Neil Smith, geógrafo como Harvey, “mostraría la misma vacilación ante el ambientalismo”, que califica de “apocalipsismo”. Smith es conocido por su teoría de “la producción social de naturaleza”.

Saito la rechaza ya que considera que incita a negar la existencia de la naturaleza como entidad autónoma, independiente de los humanos: lo deduce de la afirmación de Smith de que “la naturaleza no es nada si no es social” (p. 111). En general, Saito ataca las concepciones constructivistas planteando que “la naturaleza es una presunción objetiva de la producción”. No hay duda alguna de que esta visión era también la de Marx. El hecho incontestable de que la humanidad forma parte de la naturaleza no significa ni que todo lo que hace esté dictado por su naturaleza, ni que todo lo que la naturaleza hace esté construido por la sociedad.

Destrucción ecológica: ¿los “actores” o el beneficio?

En el marco de esta polémica, el autor dedica algunas páginas muy duras a Jason Moore. Admite que la noción de Capitaloceno “supone un avance respecto al concepto de producción social de naturaleza”, porque pone el acento en las interacciones humanidad/entorno. Pero reprocha a Moore agrupar a humanos y no humanos como actores que trabajan en red para producir un conjunto intrincado, “híbrido” según Bruno Latour. Es un tema importante. En efecto, Moore considera que distinguir una fractura metabólica dentro del conjunto-red es un contrasentido, el producto de una visión dualista. Ahora bien, la noción de metabolismo designa la manera como órganos distintos de un mismo organismo contribuyen específicamente al funcionamiento del todo. Es lo contrario del dualismo (como también del monismo) y se vuelve a la fórmula de Hegel: hay “identidad de la identidad y de la no-identidad”. Marx en el Anthropoceno ataca también las tesis de Moore por otro ángulo: el del trabajo. Para Moore, el capitalismo se mueve por la obsesión de la “Cheap Nature” (naturaleza barata), que según él engloba la fuerza de trabajo, la energía, los bienes alimentarios y las materias primas.

 Moore se reclama de Marx, pero está claro que su Cheap naturez escamotea el papel exclusivo del trabajo abstracto en la creación de plusvalor, así como el papel clave de la carrera por el plusvalor en la destrucción ecológica. Pero el valor no es un actor híbrido entre otros. Como dice Saito, es “puramente social” y por medio de él el capitalismo “domina los procesos metabólicos de la naturaleza” (pp. 121-122).

Está claro que la carrera por el beneficio agudiza la fractura metabólica, al exigir cada vez más energía, fuerza de trabajo, productos agrícolas y materias primas baratas. Evidentemente, de todos los recursos naturales que el capital transforma en mercancías, la fuerza de trabajo antrópica es la única capaz de crear un índice tan puramente antrópico como el valor abstracto. Como dice Saito: “precisamente porque la naturaleza existe independiente y previa a todas las categorías sociales, y sigue manteniendo su no-identidad con la lógica del valor, la maximización del beneficio produce una serie de discordancias en el seno del metabolismo natural”.

Por consiguiente, la fractura no es una metáfora, como pretende Moore. “Existe efectivamente una fractura entre el metabolismo social de las mercancías y de la moneda, y el metabolismo universal de la naturaleza” (ibid). “No por dualismo cartesiano, Marx describía de manera dualista la fractura entre el metabolismo social y el metabolismo natural –así como la fractura entre el trabajo productivo y el trabajo improductivo. Lo hizo de forma consciente, porque las relaciones únicamente sociales del capitalismo ejercen un poder extranatural (alien power) en la realidad; un análisis crítico de esta potencia social requiere inevitablemente separar lo social y lo natural en tanto que ámbitos de investigación independientes y analizar después su encaje.” (p. 123)

Incomparable. No hay ninguna duda, una vez más, de que ésta era para Marx la visión del encaje de lo social en lo ambiental.

Aceleracionismo vs. anti-productivismo

El capítulo 5 polemiza con otra variedad de marxistas: los “aceleracionistas de izquierda”. Según estos autores, los desafíos ecológicos sólo pueden ser resueltos multiplicando el desarrollo tecnológico, la automación, etc. Esta estrategia, en su opinión, es conforme al proyecto marxiano: hay que derribar los obstáculos capitalistas al crecimiento de las fuerzas productivas para posibilitar una sociedad de la abundancia. Esta parte del libro es muy interesante porque clarifica la ruptura con el productivismo y el prometeísmo de los años de juventud. La ruptura no es probablemente tan neta como lo pretende Saito 4, pero hubo sin duda un giro.

En El Manifiesto comunista, Marx y Engels explicaban que el proletariado debía “tomar el poder para arrancar poco a poco todo el capital a la burguesía, centralizar todos los medios de producción en manos del Estado y aumentar lo más rápido posible la cantidad de fuerzas productivas” 5. Llama la atención que la perspectiva de este texto es muy estatalista y que considera las fuerzas productivas como socialmente neutras; forman un conjunto de cosas que debe cambiar de manos (debe ser “arrancado poco a poco a la burguesía”) para crecer de forma cuantitativa.

Por tanto ¿tienen razón por tanto los aceleracionistas al apoyarse en Marx? No, porque Marx abandonó la concepción expuesta en el Manifiesto. Kohei Saito llama la atención sobre el hecho de que El Capital, su gran obra, ya no trata de las “fuerzas productivas” en general (ahistóricas), sino de fuerzas productivas históricamente determinadas: las fuerzas productivas capitalistas.

El largo capítulo XII del Tomo I, Vol. 2 (“Maquinismo y gran industria”) desglosa los efectos destructivos de dichas fuerzas, tanto en el plano social como en el ambiental. Se podría añadir: no es fortuito que este capítulo acabe precisamente con la siguiente frase, digna de un manifiesto ecosocialista moderno: “La producción capitalista sólo desarrolla la técnica y la combinación del proceso de producción social agotando al mismo tiempo las dos fuentes de las que nace toda riqueza: la tierra y el trabajador”. Ya no se trata de neutralidad de las tecnologías. El capital ya no es entendido como una cosa, sino como una relación social de explotación y de destrucción, que debe ser destruido (“negación de la negación”). Señalemos que Marx, después de la Commune de Paris, precisará que romper con el productivismo requiere también romper con el estatalismo.

Es sorprendente que Kohei Saito no recuerde la frase citada del Manifiesto, donde se exhorta al proletariado a tomar el poder para “aumentar lo más rápido posible la cantidad de fuerzas productivas”. Eso habría dado más relieve aún a su demostración del cambio ulterior. Pero poco importa: el hecho es que el giro es real y desemboca en el Libro III de El Capital en una magnífica perspectiva de revolución en permanencia, resueltamente anti-productivista y anti-tecnocrática:

La libertad en este terreno sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él como por un poder ciego; que lo lleven a cabo con el mínimo empleo de fuerzas y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana (El Capital, T. 3, Vol. 8, p. 1044).

La evolución es clara. El paradigma de la emancipación humana ha cambiado: ya no consiste en el crecimiento de las fuerzas productivas sino en la gestión racional de los intercambios con la naturaleza y entre los seres humanos. (…)

– “La producción capitalista sólo desarrolla la técnica y la combinación del proceso de producción social agotando al mismo tiempo las dos fuentes de las que nace toda riqueza: la tierra y el trabajador”. Ya no se trata de neutralidad de las tecnologías. El capital ya no es entendido como una cosa, sino como una relación social de explotación y de destrucción, que debe ser destruido (“negación de la negación”). Señalemos que Marx, después de la Commune de Paris, precisará que romper con el productivismo requiere también romper con el estatalismo.

La libertad en este terreno sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él como por un poder ciego; que lo lleven a cabo con el mínimo empleo de fuerzas y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana (El Capital, T. 3, Vol. 8, p. 1044).

La evolución es clara. El paradigma de la emancipación humana ha cambiado: ya no consiste en el crecimiento de las fuerzas productivas sino en la gestión racional de los intercambios con la naturaleza y entre los seres humanos.

Subsunción formal y subsunción real del trabajo.

Las páginas más ricas de Marx en el Antropoceno son, en mi opinión, aquellas en que Saito muestra que el nuevo paradigma marxiano de la emancipación es resultado de un amplio esfuerzo de crítica de las formas sucesivas que el capital ha impuesto al trabajo.

Aunque formando parte de los trabajos preparatorios de El Capital, esta crítica no se publicará hasta más tarde (Manuscritos económicos de 1861-1863). Su punto clave es la importante noción de subsunción del trabajo por el capital. Insistimos de paso: la subsunción es más que la sumisión: subsumir implica integrar lo que está sometido a quien lo somete. El capital subsume al trabajo asalariado puesto que integra la fuerza de trabajo como capital variable.

Pero, para Marx, hay subsunción y subsunción: el paso de la manufactura al maquinismo y a la gran industria implica el paso de la “subsunción formal” a la “subsunción real”. La primera significa simplemente que el capital toma el control del proceso de trabajo que existía antes, sin aportar cambio ni en su organización ni en su carácter tecnológico. La segunda se instala a partir del momento en que el capital revoluciona completamente y sin parar el proceso de producción –no sólo en el plano tecnológico sino también en el plano de la cooperación–, es decir, de las relaciones productivas entre trabajadores y entre trabajadores y capitalistas. Se crea así un modo de producción específico, sin precedente, por entero adaptado a los imperativos de la acumulación del capital. Un modo en el cual, al contrario que en el precedente, “el mando del capitalista se vuelve indispensable para la realización del propio proceso de trabajo”. (p. 148).

Saito no es el primero en apuntar el carácter de clase de las tecnologías. Daniel Bensaïd destacaba la necesidad de que “las propias fuerzas productivas sean sometidas a un examen crítico” 6. Michaël Löwy defiende que no basta con destruir el aparato de Estado burgués –también el aparato productivo capitalista debe ser desmantelado 7.

Pero hay que agradecer a Saito ceñirse lo más posible al texto de Marx para resumir las implicaciones en cascada de la subsunción real del trabajo: “aumenta considerablemente la dependencia de los trabajadores respecto del capital”; “las condiciones objetivas para que los trabajadores realicen sus capacidades les aparecen cada vez más como un poder extranjero, independiente”; “por el hecho de que el capital en tanto que trabajo objetivado –medios de producción– emplea trabajo vivo, la relación del sujeto y del objeto se invierte en el proceso de trabajo”; “al estar el trabajo encarnado en el capital, el papel del trabajador se reduce al de simple portador de la cosa reificada –los medios de preservar y valorizar el capital al lado de las máquinas– mientras que la cosa reificada adquiere la apariencia de la subjetividad, poder extranjero que controla el comportamiento y la voluntad de la persona”; “siendo el aumento de las fuerzas productivas posible sólo a iniciativa del capital y bajo su responsabilidad, las nuevas fuerzas productivas del trabajo social no aparecen como las fuerzas productivas de los mismos trabajadores, sino como las fuerzas productivas del capital”; “el trabajo vivo se convierte (así) en un poder del capital, cualquier desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo es un desarrollo de las fuerzas productivas del capital”.

Se imponen dos conclusiones no productivistas y no tecnocráticas: 1°) “el desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo no hace sino aumentar el poder exterior del capital, despojando a los trabajadores de sus competencias subjetivas, de su saber y de su visión, no abre automáticamente la posibilidad de un futuro radiante”; 2°) el concepto marxiano de fuerzas productivas es más amplio que el de fuerzas productivas capitalistas –incluye capacidades humanas tales como las competencias, la autonomía, la libertad y la independencia y por tanto es a la vez cuantitativo y cualitativo” (p. 149-150).

¿Qué materialismo histórico? ¿Qué abundancia?

Estos desarrollos llevan a Kohei Saito a preguntarse por el materialismo histórico. Es sabido que el Prefacio a la Crítica de la Economía Política contiene el único resumen que hizo Marx de su teoría. Dice:

En un determinado estadio de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo seno se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en obstáculos. Entonces se abre un período de revolución social 8.

Parece claro que Marx no podía adherirse literalmente a esta formulación –y aún menos a la del Manifiesto sobre el aumento cuantitativo de las fuerzas productivas– desde el momento en que su análisis le llevaba a concluir que el desarrollo de dichas fuerzas refuerza el dominio del capital y mutila la iniciativa de aquellos a quienes explota. Como dice Saito:

No se puede asumir que una revolución socialista pueda simplemente reemplazar las relaciones de producción por otras, una vez alcanzado un cierto nivel de fuerzas productivas. Puesto que las fuerzas productivas del capital engendradas por la subsunción real son materializadas y cristalizadas en el modo capitalista de producción, desaparecerían al mismo tiempo que el modo de producción.

Transferir la propiedad del capital al Estado no cambiaría el problema: al no cambiar las fuerzas productivas, 1°) las tareas de concepción deberían ser aseguradas por una “clase burocrática”, 2°) continuaría la destrucción ecológica. El autor concluye que “la subsunción real plantea un problema difícil de gestión socialista libre. La visión tradicional del materialismo histórico, sintetizada en el Prefacio, no da ninguna pista de solución” y “Marx no ha aportado una respuesta definitiva a estas cuestiones, ni siquiera en El Capital, de manera que debemos ir más allá.” (pp. 157-158).

“Ir más allá” es lo que se propone en la tercera parte de su obra, y lo que suscita más polémica. La cuestión de partida es sencilla: si la emancipación no pasa por el libre crecimiento de las fuerzas productivas, lo que Daniel Bensaid denominaba el “comodín de la abundancia” (op. cit.)¿por dónde podría pasar? Por “la reducción de escala y la desaceleración de la producción”, responde Saito (p. 166). Para el autor, en resumen, la abundancia debe entenderse no como plétora de bienes materiales privados –según el modelo consumista y a la vez excluyente de la acumulación de mercancías accesibles únicamente para la demanda solvente– sino como profusión de riquezas sociales y naturales comunes. Sin ello, “la opción restante es el control burocrático de la producción social, que ocasionó el fracaso de la vía soviética” (p. 166).

Decrecimiento, economía estacionaria y transición

Marx en el Antropoceno aboga por tanto por un “comunismo decrecentista”, profundamente igualitario, centrado en la satisfacción de las necesidades reales. Según Saito, éste era el comunismo de las llamadas comunidades arcaicas, algunos de cuyos rasgos han subsistido mucho tiempo bajo formas más o menos degradadas en sistemas agrarios basados en la propiedad colectiva de la tierra, sobre todo en Rusia. Para el Marx de madurez, se trataba de mucho más que de supervivencias del pasado: estas comunidades muestran que después de haber “expropiado a los expropiadores”, la sociedad, para abolir toda dominación, deberá progresar hacia una forma más elevada de la comunidad arcaica.

Me adhiero plenamente a esta perspectiva, pero con una precisión: Saito fuerza demasiado las cosas al pretender que “14 años de estudio serio de las ciencias naturales y de las sociedades precapitalistas” habrían llevado a Marx en 1881 a avanzar “su idea del comunismo decrecentista” (p. 242). Esta afirmación es excesiva. Tomada literalmente, no se basa en ningún documento conocido. Por ello, para, a pesar de todo, darle una pizca de plausibilidad (y aun en este caso: ¡a condición de formularla como hipótesis, no como certidumbre!) Saito se ve obligado a recurrir a una sucesión de amalgamas: tiene que hacer como si la crítica radical de la acumulación capitalista por Marx fuese lo mismo que la economía estacionaria, como si las comunidades arcaicas fuesen estacionarias y como si la economía estacionaria fuese lo mismo que el decrecimiento. Hay mucho si, pasa por alto diferencias esenciales… y no nos hace avanzar en el debate sobre los retos del decrecimiento en el sentido en que se discute hoy entre anticapitalistas, es decir, en el sentido literal de la reducción de la producción impuesta objetivamente por el cambio climático. Veámoslo más de cerca.

Dejemos de lado el PIB y consideremos únicamente la producción material: una sociedad post-capitalista en un país muy pobre rompería con el crecimiento capitalista pero debería aumentar la producción durante un cierto período para poder responder a la enorme masa de necesidades reales insatisfechas; una economía estacionaria utilizaría cada año la misma cantidad de recursos naturales para producir la misma cantidad de valores de uso con las mismas fuerzas productivas; en cuanto a una economía decreciente, reduciría las extracciones y la producción. Poniendo un signo de igualdad entre estas dos formas, Kohei Saito mantiene una lamentable confusión. “Debería quedar claro ahora, escribe, que el socialismo promueve una transición social hacia una economía de decrecimiento” (p.242). Está muy mal formulado, porque el decrecimiento no es un proyecto de sociedad, sino justo una condición que pesa sobre la transición.

 Una “economía de decrecimiento”, como tal, no quiere decir nada. Algunas producciones deberían crecer y otras disminuir en el seno de una asignación global decreciente. Para ceñirse al diagnóstico científico sobre el cambio climático, hay que decir más o menos esto: planificar democráticamente un decrecimiento justo es el único medio de transitar racionalmente hacia el ecosocialismo. Dado que debe ser construido un nuevo sistema energético 100% renovable con la energía del sistema actual (que es en un 80% fósil, fuente por tanto de CO2), sólo caben en términos generales dos estrategias posibles para suprimir las emisiones:

o reducir radicalmente el consumo final de energía (lo que implica producir y transportar globalmente menos) adoptando medidas anticapitalistas fuertes (contra el 10%, y sobre todo el 1% más rico);
o apostar por la compensación carbono y el despliegue masivo en el futuro de hipotéticas tecnologías de captura-almacenamiento de carbono, de captura-utilización o de geoingeniería, esto es, por soluciones de aprendices de brujos que implican aún más desposesiones, desigualdades sociales y destrucciones ecológicas. Proponemos la expresión decrecimiento justo como eje estratégico de los marxistas antiproductivistas de hoy. Hacer del decrecimiento un sinónimo de la economía estacionaria no es una opción porque equivale a reducir el volumen de la alarma de incendio.

La comuna rural rusa, la revolución y la ecología

La perspectiva de un decrecimiento justo debe mucho al enorme trabajo pionero de Marx, pero no tiene sentido afirmar que él fue su creador, porque Marx nunca abogó explícitamente por una disminución neta de la producción. Para convertirlo en padre del ”comunismo decreciente”, Saito se basa casi exclusivamente en un texto famoso y de una importancia excepcional: la carta a Vera Zasulich 9. En 1881, la populista rusa había pedido a Marx, por correo, su opinión sobre la posibilidad de apoyarse en Rusia en la comuna campesina para construir directamente el socialismo sin pasar por el capitalismo. La traducción rusa de El Capital había desencadenado un debate sobre esta cuestión entre los opositores al zarismo. Marx redactó tres borradores de respuesta. Éstos confirman su ruptura profunda con la visión lineal del desarrollo histórico y, por tanto, también con la idea de que los países capitalistas más avanzados serían los más cercanos al socialismo. Al respecto, la última frase es clara como agua cristalina:

Si la revolución se hace en tiempo oportuno, si concentra todas sus fuerzas para asegurar el libre desarrollo de la comuna rural, ésta evolucionará pronto como un elemento regenerador de la sociedad rusa y como elemento de superioridad sobre los países subyugados por el régimen capitalista.

Para Saito, este texto significa que la degradación capitalista del entorno había conducido a Marx, después de 1868, a “abandonar su esquema de materialismo histórico anterior. No fue una tarea cómoda para él”, dice. “Su visión del mundo estaba en crisis. En este sentido, (sus) investigaciones intensivas de sus últimos años (sobre las ciencias naturales y sobre las sociedades precapitalistas, D.T.) eran un intento desesperado de reconsiderar y de reformular su concepción materialista de la historia a partir de una perspectiva enteramente nueva, derivada de una concepción radicalmente nueva de la sociedad alternativa” (p. 173). “Catorce años de investigaciones” habían llevado a Marx “a concluir que la sostenibilidad y la igualdad basadas en una economía estacionaria son la fuente de la capacidad (power) de resistencia al capitalismo”. Habría comprendido por tanto “la oportunidad de formular una nueva forma de regulación racional del metabolismo humano con la naturaleza en Europa occidental y en Estados Unidos”: “la economía estacionaria y circular sin crecimiento económico, que antes había rechazado como estabilidad regresiva de las sociedades primitivas sin historia” (pp. 206-207).

¿Qué pensar de esta reconstrucción del itinerario del pensamiento marxista con salsa ecologista? La narrativa puede gustar mucho en algunos medios, es evidente. Pero, ¿por qué esperó Marx hasta 1881 para expresarse sobre esta cuestión clave? ¿Por qué lo hizo solamente a través de una carta? ¿Por qué esta carta requirió tres borradores sucesivos? Si de verdad había comenzado Marx a “revisar su esquema teórico en 1860 como consecuencia de la degradación ecológica” (p.204), y si de verdad el concepto de fractura metabólica había servido de “mediación» en sus esfuerzos de ruptura con el eurocentrismo y el productivismo” (p. 200), ¿cómo explicar que la superioridad ecológica de la comuna rural sólo se cite una vez en la respuesta a Zasulich? Last but not least: aunque no se puede excluir que la última frase de esta respuesta proyecte la visión de una economía post-capitalista estacionaria para Europa occidental y Estados Unidos, no era el caso de Rusia; Marx insistía mucho en el hecho de que sólo beneficiándose del nivel de desarrollo de los países capitalistas desarrollados podría el socialismo en Rusia “asegurar el libre desarrollo de la comuna rural”.

Al final, la intervención de Marx en el debate ruso parece desprenderse mucho más de su admiración por la superioridad de las relaciones sociales en las sociedades “arcaicas” 10 y de su compromiso militante en la internacionalización de la revolución que de la centralidad de la crisis ecológica y de la idea del “comunismo decrecentista”.

“Ofrecer algo positivo”

La afirmación categórica de que Marx habría inventado ese “comunismo decrecentista” para reparar la “fractura metabólica” es tan excesiva que habría que preguntarse por qué Kohei Saito la formula como conclusión de una obra que tiene cosas tan excelentes. La respuesta se da en las primeras páginas del capítulo 6. Ante la urgencia ecológica, el autor plantea la necesidad de una respuesta anticapitalista, considera que las interpretaciones productivistas del marxismo son “insostenibles”, constata que el materialismo histórico es “impopular hoy día” entre los ambientalistas y piensa que es una lástima (a pity), porque éstos tienen “un interés común en criticar el insaciable deseo de acumulación del capital, aunque sea a partir de puntos de vista diferentes” (p. 172).

Para Saito, los trabajos que muestran que Marx se apartó de las concepciones lineales del progreso histórico, o que se interesó por la ecología, “no bastan para demostrar a los no marxistas que deben prestar atención hoy al interés de Marx por la ecología. Hay que “tener en cuenta tanto los problemas del eurocentrismo como del productivismo para que se vuelva convincente una interpretación completamente nueva del Marx de la madurez” (p. 199). “Los investigadores deben ofrecer sobre esto algo positivo”, “elaborar sobre su visión positiva de la sociedad post-capitalista” (p. 173). ¿Se trata por tanto de ofrecer de manera convincente esta interpretación “completamente nueva”, describiendo a un Marx que funda sucesivamente, y con algunos años de distancia, el “ecosocialismo” y después el “comunismo del decrecimiento”? Me parece más cercano a la verdad, y por tanto más convincente, considerar que Marx no era ni ecosocialista ni decrecentista, en el sentido contemporáneo de estos términos. Esto no quita nada al hecho de que su penetrante crítica del productivismo capitalista y su concepto de “fractura metabólica” son decisivos para comprender la urgente necesidad actual de un “decrecimiento justo”.

Querer hacer entrar a la fuerza el decrecimiento en el pensamiento de Marx resulta anacrónico. Además, tampoco es necesario. Ciertamente, no se puede defender el decrecimiento justo y mantener en paralelo la versión productivista cuantitativista del materialismo histórico. Por contra, el decrecimiento justo se integra sin dificultad en un materialismo histórico que considera las fuerzas productivas en sus dimensiones cuantitativas y cualitativas. En cualquier caso, no necesitamos el aval de Marx ni para admitir la necesidad de un decrecimiento justo, ni más en general para ampliar y profundizar su “crítica inacabada de la economía política”.

El problema de la apología

Hay que preguntarse por la utilidad de una crítica de las exageraciones de Saito. Se puede decir: lo esencial es que “(este) libro proporciona un alimento útil a los socialistas y a las y los activistas ambientales, independientemente de las opiniones (o del interés mismo de tener una opinión) sobre la cuestión de si Marx era de verdad un comunista decreciente o no” 11. Esto es lo esencial, en efecto, y hay que repetirlo: Marx en el Antropoceno es una obra excelente, sobre todo porque sus desarrollos sobre los cuatro puntos mencionados en la introducción de este artículo son de gran actualidad e importancia. Sin embargo, no hay que subestimar el debate sobre lo que Marx dijo o no porque se refiere a la metodología a emplear en la elaboración de las herramientas intelectuales necesarias para la lucha ecosocialista. Pero esta cuestión concierne también a las y los activistas no marxistas.

El método de Kohei Saito tiene un defecto: es apologético. Este rasgo ya era perceptible en El ecosocialismo de Marx: aunque el subtítulo de la obra señalaba la “crítica inacabada de la economía política”, el autor dedicaba paradójicamente todo un capítulo a hacer como si Marx, después de El Capital, hubiera desarrollado un proyecto ecosocialista completo. Marx en el Antropoceno sigue el mismo camino, pero de manera aún más clara. Tomadas en conjunto, las dos obras dan la impresión de que Marx, en los años 1870, habría acabado por considerar la perturbación del metabolismo humanidad-naturaleza como la contradicción central del capitalismo, que primero habría deducido un proyecto de crecimiento ecosocialista de las fuerzas productivas, que después habría abandonado, hacia 1880-81, para trazar una nueva vía: el “comunismo decrecentista”. He intentado mostrar que esta narración es muy cuestionable.

Uno de los problemas de la apología es sobreestimar mucho la importancia de los textos. Por ejemplo, Saito da una importancia desproporcionada a la modificación por Engels del pasaje de El Capital, Libro III, donde Marx habla de la “fractura metabólica”.

La dominación de las interpretaciones productivistas del materialismo histórica durante el siglo XX no se explica sobre todo por esta modificación: deriva principalmente del reformismo de las grandes organizaciones y de la subsunción de proletariado por el capital. Luchar contra esta situación, articular las resistencias sociales para poner en crisis la ideología del progreso en el seno mismo del mundo del trabajo es hoy día la principal tarea estratégica de los ecosocialistas. Las respuestas hay que buscarlas en las luchas y en el análisis de las luchas, más que en los blocs de notas de Marx.

Y lo que es más fundamental, la apología tiende a flirtear con el dogmatismo. “Marx lo dijo” se convierte fácilmente en el mantra que impide ver y pensar como marxista sobre lo que Marx no dijo. Porque, evidentemente, no dijo todo. Si hay alguna lección metodológica a sacar de su monumental obra es que la crítica es fértil y el dogma es estéril. La capacidad del ecosocialismo para responder a los formidables desafíos de la catástrofe ecológica capitalista dependerá no sólo de su fidelidad sino también de su creatividad y su capacidad de romper, incluso con sus propias ideas anteriores, como hizo Marx cuando era necesario. No se trata sólo de pulir cuidadosamente la ecología de Marx, sino también y sobre todo de desarrollarla y radicalizarla.

Publicado en Actuel Marx, 2024 número 76. Reproducido con autorización del autor.. Traducción: viento sur

De la ecología a las luchas sociales y a la revolución:
sobre el nuevo libro de Daniel Tanuro

Jean-Marie Harribey El ingeniero agrónomo Daniel Tanuro, militante ecosocialista y miembro de la IVe Internacional, ha publicado este año Ecologie, luttes sociales et révolution (París, La Dispute, 2024). Es un libro de entrevistas realizadas por Alexis Cukier y Marine Garrisi, y prologado por Timothée Parrique. Autor ya de otros libros 12, Daniel Tanuro propone en éste una bien recibida síntesis sobre el estado de los conocimientos en materia de degradación ecológica, sobre todo en relación con el calentamiento climático, y también sobre la acción a llevar a cabo para superar el modelo de crecimiento capitalista que está en el origen de las múltiples crisis, o como indica el autor: lo que se sabe, lo que se puede hacer.

(…) Lo que se puede hacer y propone Daniel Tanuro

Progresivamente, Daniel Tanuro se coloca en el campo de la epistemología que le llevará a una estrategia anticapitalista:

La crítica marxiana de la economía política es absolutamente indispensable para la comprensión de la catástrofe. Todas las corrientes de la ecología política coinciden en decir que esta catástrofe es el resultado del crecimiento, de la acumulación. Es exacto. ¿Pero de dónde viene el crecimiento? That’s the question. Para Bruno Latour y sus partidarios, el crecimiento deriva de que los modernos, a partir de la Ilustración, han creado un dualismo entre naturaleza y cultura. Sobre esta base, dicen, la sociedad ha creído poder crecer sin límites y reemplazar a este mundo por otro, como si fuera posible el paraíso en la tierra. Para Latour, debemos abandonar esta ilusión, renunciar a que haya un capitalismo que combatir, comprender que todos somos Terrestres. El eje del  conflicto político, en su opinión, separa a los No Terrestres de los Terrestres (…). Al contrario de esta visión idealista –tanto en el sentido filosófico como en el sentido común del término–, Marx, desde la primera sección de El Capital, ofrece una explicación materialista de la naturaleza crecentista” del sistema. El capital no es una cosa sino una relación social de explotación del trabajo asalariado (p. 63-64).

Daniel Tanuro es prudente: “Marx no era un ecosocialista avant la lettre […], pero su análisis del capital permite comprender la destrucción del entorno como un problema social, de origen social y que exige una respuesta social” (p. 65). Es más comedido que Kohei Saito[16], aunque al igual que este último afirma que

la lógica doblemente destructiva sólo puede ser rota sustituyendo la producción de valor abstracto por la producción de valores de uso para satisfacer las necesidades reales y democráticamente determinadas (…). La crítica científica que hizo Marx del modo de producción capitalista evita algunos patinazos reaccionarios, al articular dos niveles encajados entre sí: de una parte, Homo sapiens participa del metabolismo de la naturaleza; de otra, este metabolismo toma formas históricas quo no son naturales sino sociales (p. 65-67).

Un poco más adelante, Daniel Tanuro precisa:

Marx no era decrecentista, como tampoco era ecosocialista. Denunció la acumulación capitalista, evidentemente, pero no defendió la necesidad de producir menos para gestionar racionalmente el metabolismo humanidad/naturaleza. Pero éste es, hoy día, el sentido del decrecimiento: hay que reducir imperativamente la producción material global para detener la catástrofe. Es una obligación ecológica relativamente reciente. El concepto marxiano de fractura metabólica ayuda a comprenderlo, pero es anacrónico querer hacer entrar a la fuerza el decrecimiento en el pensamiento de Marx” (p. 73).

Daniel Tanuro explica por qué el capitalismo verde, el crecimiento verde, el “greenwashing sistémico” (p. 86), la geoingeniería son vías sin salida. Causan como efecto rebote el saqueo neocolonial de los recursos y las rivalidades interimperialistas, en un contexto en el que no se puede excluir un escenario ecofascista, aunque sea improbable a corto plazo.

El autor concede un lugar determinante a las luchas sociales ancladas en la ecología para construir alternativas. De nuevo condena la pretensión latouriana de superar la división izquierda-derecha, que lleva a negar la lucha de clases. Pero tiene cuidado en decir que el mundo del trabajo debe “romper con la estrategia sindical tradicional del reparto de los frutos del crecimiento que encierra las reivindicaciones de los trabajadores y trabajadoras en un marco productivista y tapona toda perspectiva política” (p. 109).

Para armar una buena estrategia con el fin de “apartar al movimiento obrero del productivismo” (p. 115), Daniel Tanuro observa “tres puntos débiles de la dominación capitalista”. “El primero es la incapacidad del capital para resolver, o incluso atenuar, la crisis que él mismo ha creado. Para decirlo sencillamente, el capital va bien, pero el capitalismo va mal.” (p. 113). La segunda es la amplitud de la regresión causada por las políticas neoliberales” (p. 113), cuyo signo es la debilidad de las ganancias de productividad del trabajo a pesar de la revolución técnica. El tercer punto débil es “una crisis de legitimidad extremadamente profunda de los regímenes políticos y del sistema socio-económico” (p. 114). De ello extrae lo que llama un “hilo rojo de una ruptura obrera con el productivismo”: aplicar a todos los sectores de la reproducción social los “cuidados” (p. 117) de las feministas.

Desde el punto de vista antropológico, transhistórico, ¿qué es el trabajo sino una manera de cuidar la vida? En última instancia, el capitalismo es contrario a la naturaleza humana porque sólo cuida el beneficio, desarticula el trabajo para alcanzar sus fines, y desquicia nuestro metabolismo con el resto de la naturaleza (p. 130).

En concreto,

¿cuál es la clave de la situación objetiva? La imposibilidad de detener la catástrofe climática sin disminuir radicalmente el consumo final de energía a nivel global, y por tanto la transformación y el transporte de las materias. Las condiciones de existencia de más de tres mil millones de seres humanos dependen de un decrecimiento justo, es decir, de un decrecimiento capitalista que ataque esencialmente al 1% más rico a nivel planetario (p. 140-141).

Aunque estoy de acuerdo con la consigna de “ralentizar” (p. 141) –que durante mucho tiempo he opuesto a algunos teóricos del decrecimiento para pensar la fase de transición– y también que “la cuestión no es ¿sí o no al decrecimiento?” sino más bien: “El decrecimiento de qué, dónde, por qué, para quién, cómo… y quién decide?”» (p. 141), lo que he resumido con la noción de decrecimiento selectivo, dudo mucho de que limitarlo sólo al 1% más rico sea suficiente. El modo de vida ostentoso, derrochador y depredador afecta a una capa más extensa que ese solo 1%. Sin duda, habrá que cuestionar el modo de vida de al menos la fracción del 10% más rico 16.

El libro de Daniel Tanuro ofrece un panorama completo de los principales temas para pensar más allá del capitalismo y de su corolario, el crecimiento económico. Escrito en un lenguaje sencillo pero preciso, permite clarificar los conceptos que se debaten en el seno de la ecología política y en el seno del ecomarxismo, cuando se piensa en una convergencia entre una y otro. Como escribe al final de su libro: “Ante la amenaza de una nueva inmersión en la barbarie, no tenemos otra opción que la esperanza. No tenemos otra opción que luchar por un programa rojo y verde, un programa que responda a las necesidades fundamentales de las clases populares tendiendo un puente hacia la transformación revolucionaria de la sociedad. La dificultad es enorme, pero no hay otra vía. No hay fatalidad en ver a la catástrofe convertirse en cataclismo.” (p. 154) El mensaje no tiene pues nada de pesimista; es realista.

Artículo publicado originalmente en el blog de Jean-Marie Harribey, “L’économie par terre ou sur terre?”, con fecha del 13/10/2024.

Texto original: Al’Encontre. Traducción: viento sur

Notas:

1. Ver mi artículo en viento sur “¿Era Marx ecosocialista?

2. Con la preponderancia incesantemente creciente de la población urbana, acumulada en grandes centros por la producción capitalista, ésta por una parte acumula la fuerza motriz histórica de la sociedad, y por otra perturba el metabolismo entre el hombre y la tierra, esto es, el retorno al suelo de aquellos elementos constitutivos del mismo que han sido consumidos por el hombre bajo la forma de alimentos y vestimenta, retorno que es condición natural eterna de la fertilidad permanente del suelo” (El Capital, T 1, Vol. 2, p. 611)

3. Leer en particular Paul Burkett, Marx and Nature. A Red and Green Perspective. Palgrave Macmillan, 1999. John Bellamy Foster, Marx’s Ecology. Materialism and Nature, Monthly Review Press, 2000 [La ecología de Marx, El viejo topo, 2000.

4. Ya en La Ideología alemana (1845-46) se puede leer: “llega un estadio en el desarrollo en que nacen fuerzas productivas y medios de circulación (…) que ya no son fuerzas productivas sino fuerzas destructivas (el maquinismoy el dinero)”. Karl Marx y Friedrich Engels, La Ideología alemana, Grijalbo, 1970.

5. Karl Marx y Friedrich Engels, Manifiesto del Partido comunista.

6. Daniel Bensaïd, «Introducción crítica a Introducción al marxismo» de Ernest Mandel, 2e edición, ed. Formación Lesoil, en línea en contretemps.eu

7. Michael Löwy, Ecosocialisme. L’alternative radicale à la catastrophe écologique capitaliste, Mille et une nuits, 2011, p. 39.

8. Marx-Engels, Œuvres choisies, Tomo 1, p. 525

9. Marx y Engels, Œuvres choisiesop. cit. tomo 3, p. 156

10. Una opinión compartida por Engels: cf. en particular su admiración por los zulús frente a los ingleses, en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.

11. Diana O’Dwyer, “Was Marx a Degrowth Communist”, https://rupture.ie

12. En particular L’impossible capitalisme vert (El imposible capitalismo verdeviento sur y La oveja roja, 2011), Les empêcheurs de penser en rond, La Découverte, 2012; Trop tard pour être pessimistes, Écosocialisme ou effondrement, (¡Demasiado tarde para ser pesimistas!, Sylone y viento sur, 2020).

13. Estos nueve ámbitos han sido definidos por Johan Rockström and Mathias Klum, Big World, Small Planet, Abundance within Planetary Boundaries, Yale University Press, 2015. Retomados por Kate Raworth, La théorie du donut, L’économie de demain en 7 principes, 2017, Paris, J’ai lu, 2021; y “La théorie du donut: une nouvelle économie est possibl”, Oxfam, 7 de diciembre ee 2020. El esquema del dónut define el espacio de sostenibilidad entre el “techo ecológico” y el “suelo social”.

14. Ver mi artículo «La ecología-mundo de Jason Moore desde el punto de vista del valor«

15. Lo mismo en el libro que publicó Timothée Parrique, Ralentir ou périr, L’économie de la décroissance, Paris, Seuil, 2022. Aquí, en su prólogo a Daniel Tanuro “La décroissance comme transition, l’écosocialisme comme destination”, cita en notas la respuesta a la reseña que había hecho de su libro. Aunque el lector no conozca el contenido de estas observaciones, tanto positivas (comenzaba por decir que era un libro que había que leer) como críticas, en particular sobre lo que es el capitalismo y la búsqueda del beneficio, sustituidos por el pretendido “barómetro” del PIB, en lugar de la tasa de ganancia. Al final de mi texto, se puede encontrar el link con la respuesta de T. Parrique. Referenciar convenientemente las fases de une discusión forma parte de su autenticidad y también de su elegancia…

16. Ver un ensayo de formalización de una reducción drástica de las desigualdades de ingreso sen una perspectiva social y ecológica: «Réduction des inégalités pour que les retraites soient soutenables socialement et écologiquement», 28 de enero de 2023.

https://vientosur.info/marx-el-comunismo-y-el-decrecimiento

Fuente: https://rebelion.org/marx-el-comunismo-y-el-decrecimiento/

Alternativas emancipatorias

«Si seguimos el hilo del razonamiento a través del cual Karl Marx se propone en El capital la reconstrucción conceptual del modo de producción capitalista, podemos ir viendo las distintas dimensiones antiecológicas que distinguen al metabolismo socionatural característicamente capitalista. Seguir todo del camino de la mercancía, desde la circulación de los insumos y materias primas (incluyendo la fuerza de trabajo convertida en mercancía), pasando por la producción, hasta llegar a la circulación del capital y las leyes generales de su acumulación (incluyendo las formas de incremento de la plusvalía) permite delinear la multiplicidad de determinaciones que hacen al capitalismo un orden social profundamente antiecológico. No sólo porque cuantitativamente está llevado a un permanente aumento de la escala de valorización (lo que presupone procesos materiales en escala creciente) sino también cualitativamente porque la traducción de todas las esferas de la vida a valores se desentiende de cualquier impacto en los ecosistemas. La propia separación de los productores respecto de los medios de producción, presupuesto básico de este sistema, es convincentemente formulada por algunos autores como la clave para la relación indiferente y enajenada que puede imponer este orden social respecto de la naturaleza. La naturaleza es convertida en objeto de apropiación en pos de la valorización, algo que se exacerba en los extractivismos contemporáneos que conllevan niveles cada vez más extremos de amputación ecológica».

La crisis ecológica y la perspectiva comunista

6 de noviembre de 2024

Por Esteban Mercatante

La izquierda diario

Los engaños del capitalismo verde y una mirada sobre las alternativas planteadas ante la crisis ecológica.

A medida que la crisis ecológica se ha vuelto cada vez más difícil de negar, el capitalismo verde se ha ido consolidando cada vez más. Con sus distintas facetas. Tenemos la línea más emprendedorista, que rescata el rol empresarial en tomar medidas de innovación en terrenos vinculados con la sostenibilidad, o la transición energética. Tenemos la regulación más de corte neoliberal sobre “fallas de mercado”, que podemos ver en todo lo que son los impuestos al carbono o los mercados de bonos de carbono, los pagos por conservación, etc. Y después, intervenciones de tipo keynesiano para subsidiar las inversiones que desarrollen energías renovables o impulsen la descarbonización de la industria, o directamente desarrollar iniciativas de inversión estatal. En paralelo, desde los Acuerdos de París se avanzó en compromisos de los distintos países para reducir las emisiones, en niveles que como viene advirtiendo el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) en sus últimos documentos están lejos de lo requerido para evitar que el aumento de temperaturas supere los niveles críticos de 1,5 o 2 ºC en este siglo.

Hoy las empresas compiten cada vez más por mostrarse alineadas con objetivos de sostenibilidad, lo que ha dado lugar a un generalizado lavado de cara verde con poco o ningún impacto real en materia de cambio en las formas productivas. Las proyecciones y escenarios del IPCC trabajan en la perspectiva de que seguirá desarrollándose este capitalismo verde en sus distintas facetas. Eso no aparece cuestionado, aunque al mismo tiempo los informes se van haciendo cada vez más alarmistas sobre los umbrales de límites planetarios que van siendo superados, que van mucho más allá del cambio climático que ya está en terreno peligrosísimo.

Pero, la principal medida de éxito del capitalismo verde no está por lograr resultados efectivos en estos planos, sino que está dada por el grado en que estas iniciativas permitan legitimar el ecologismo de las grandes empresas. Mantener el dominio de los discursos ecológicos significa asegurar que primen las propuestas de soluciones ecológicas que pasen airosamente por las consideraciones de costo-beneficio monetario.

¿Puede el capitalismo verde ser algo más que greenwashing? David Harvey nos recuerda que el capital “cuenta con una prolongada trayectoria de resolución de sus dificultades medioambientales” [1]. Pero, acota el autor, el “éxito” del capital en hacer frente a estos trastornos medioambientales se ha dado “en los términos del capital, que son los de la rentabilidad sostenida” [2]. Esto implica que la sostenibilidad de las condiciones ecológicas en el mediano o largo plazo tiene un rol subordinado. De hecho, la idea de desarrollo sustentable se apoya en una noción de sustentabilidad débil según la cual la destrucción de los ecosistemas puede ser sustituida por otras formas de “capital”, lo cual es un absurdo desde el punto de vista ecológico, pero sirve a los fines de este sistema.

El capitalismo verde, aunque parezca cada vez más hegemónico más allá de los cuestionamientos que recibe por derecha (que contribuyen a que sectores progresistas cada vez más tomen sin cuestionamientos la agenda neoliberal contra el cambio climático), no apunta en lo inmediato a un reemplazo del capitalismo contaminante, sino en todo caso a compromisos. Las industrias hidrocarburíferas, y todas las que se apoyan en ellas, siguen funcionando en condiciones de ganancias, aunque se busque subsidiar más a energías de transición.

Al mismo tiempo, el capitalismo verde pone foco en algunos límites planetarios, como el del clima, pero no en el conjunto de los mismos, porque reconocer hace más difícil mantener velada la idea de que hay un problema sistémico con el funcionamiento del metabolismo socionatural, lo que implica cuestionar el orden social en su conjunto para resolverlo.

Me interesa, entonces, rescatar los aportes del ecomarxismo, al mismo tiempo como herramientas que permite discutir las raíces sistémicas que tiene la producción de crisis ecológicas de este orden social, y como punto de apoyo para la discusión de los horizontes poscapitalistas, socialistas.

La crisis ecológica viene planteando el desafío de buscar herramientas teóricas adecuadas para abordarla, y esto ha puesto en efervescencia a todas las esferas de la producción de conocimiento. En este marco de crisis que viene atravesando hace tiempo a todas las disciplinas, es que se ha producido una revalorización de las elaboraciones de Marx, Engels y otros autores marxistas sobre la problemática ecológica y la relación sociedad-naturaleza, en una clave no dualista, producto del esfuerzo del pensamiento ecomarxista contemporáneo. Autores como John Bellamy FosterPaul BurkettKohei Saito, por sólo mencionar algunos, han contribuido a la reconstrucción del pensamiento ecológico de Marx a partir del estudio atento de sus trabajos publicados, así como de aquellos que permanecen inéditos como los cuadernos de sus últimos años. En el andamiaje conceptual de la crítica de la economía política, han subrayado las dimensiones de un pensamiento ecológico no sistematizado, pero profundamente arraigado en su comprensión de las dinámicas de la acumulación capitalista, y muy actual. A partir de este rescate, han contribuido al diálogo y polémica con lo que se ha elaborado desde distintas posiciones del marxismo sobre estas cuestiones a lo largo del siglo XX.

Lo que surge de esta propuesta es una teoría que se aleja tanto de los materialismos mecanicistas, como de planteos que, contra estas posiciones, se inclinaron como una separación tajante, unilateral, de las esferas natural y social. Siempre hubo, en el campo marxista ampliamente definido, posiciones que partían de la continuidad entre lo natural y lo social, contra el dualismo antinaturalista, pero que, a la vez, buscaban distinguir en esa continuidad una especificidad de lo que es un constructo social. El distintivo aporte de las lecturas más actuales es que, partiendo de las elaboraciones de Marx, y en parte también de Engels, encuentran conceptos relevantes para el abordaje de las problemáticas ecológicas.

Quizás el aporte más crucial, que distingue el abordaje marxista de la crisis ecológica generada por el capitalismo, tiene que ver con analizarla a partir de la dinámica de funcionamiento del sistema. Que esta es una cuestión de acuciante actualidad, la pone en evidencia, por ejemplo, Nancy Fraser, en su reciente Capitalismo Caníbal. La autora plantea la importancia de inscribir las opresiones de raza y de género, los daños ecológicos y las tendencias antidemocráticas que se observan en el orden social, en una mirada integradora, que aborde las relaciones entre estas dimensiones y las dinámicas básicas de la acumulación capitalista. Una mirada de este tipo es profundamente deudora del herramental crítico construido a partir de El capital de Marx, aunque la autora por momentos no reconozca esto o incluso levante esta crítica, en parte, contra Marx. La producción y circulación de capital es abordada por Marx como un proceso inseparablemente social y material. Podría parecer una obviedad, pero esta doble dimensión tiende a desvanecerse en la economía política, ni que hablar en la disciplina económica contemporánea.

Cuanto más se convierte el capital en la relación social dominante y transforma de manera acorde las maneras de producir, genera formas específicas de dominio sobre la naturaleza humana y no humana. En su crítica de la economía política Marx se propone poner en evidencia todas las mistificaciones que se encierran detrás de las categorías con las que esta disciplina se propone explicar el funcionamiento del sistema. Marx muestra cómo la reproducción del orden social capitalista se apoya necesariamente en toda una serie de procesos materiales y sociales que no resultan visibles desde una mirada estrecha de estas categorías económicas. El aspecto más obvio es la explicación de la explotación capitalista, que aparece en la economía política como un intercambio de equivalentes donde cada parte obtiene un precio “justo”. Pero también encontramos referencias a la expoliación de la naturaleza, el aprovechamiento de trabajos no remunerados y las lógicas económicas del colonialismo con sus derivaciones racistas también. No se trata de menciones anecdóticas. Aunque no podamos decir que en Marx haya una crítica ecológica del capitalismo desarrollada, lo cual sería en cierta forma un reclamo extemporáneo, en el edificio teórico de su crítica el problema de los trastornos de los metabolismos socionaturales fue adquiriendo una presencia cada vez mayor en su crítica de la economía capitalista.

Si seguimos el hilo del razonamiento a través del cual Karl Marx se propone en El capital la reconstrucción conceptual del modo de producción capitalista, podemos ir viendo las distintas dimensiones antiecológicas que distinguen al metabolismo socionatural característicamente capitalista. Seguir todo del camino de la mercancía, desde la circulación de los insumos y materias primas (incluyendo la fuerza de trabajo convertida en mercancía), pasando por la producción, hasta llegar a la circulación del capital y las leyes generales de su acumulación (incluyendo las formas de incremento de la plusvalía) permite delinear la multiplicidad de determinaciones que hacen al capitalismo un orden social profundamente antiecológico. No sólo porque cuantitativamente está llevado a un permanente aumento de la escala de valorización (lo que presupone procesos materiales en escala creciente) sino también cualitativamente porque la traducción de todas las esferas de la vida a valores se desentiende de cualquier impacto en los ecosistemas. La propia separación de los productores respecto de los medios de producción, presupuesto básico de este sistema, es convincentemente formulada por algunos autores como la clave para la relación indiferente y enajenada que puede imponer este orden social respecto de la naturaleza. La naturaleza es convertida en objeto de apropiación en pos de la valorización, algo que se exacerba en los extractivismos contemporáneos que conllevan niveles cada vez más extremos de amputación ecológica.

En suma, el abordaje propuesto por el ecomarxismo, a partir de la extensión de la crítica de la economía política en la veta inaugurada por Marx, resulta fundamental para realizar lo que Paul Burkett definía como un análisis socioecológico, que sea al mismo tiempo “consistentemente social y materialista” [3]. Esto significa reunir dos requisitos al mismo tiempo. Por un lado, abordar las relaciones entre las personas y la naturaleza como algo socialmente mediado de maneras históricas específicas, evitando así las concepciones crudamente materialistas –ya sean deterministas tecnológicas o naturistas– de la realidad social como algo naturalmente predeterminado. Por otro lado, debe evitar caer en una visión social-construccionista que enfatice unilateralmente el papel de las formas sociales en la configuración de la historia humana, descuidando cómo el contenido material de estas formas está limitado por las condiciones naturales de producción y evolución humana.

Esto es importante para discutir, por ejemplo, cómo entendemos al antropoceno. Algunos autores, como Andreas Malm, advierten acertadamente contra la tentación, muy funcional para la perpetuación del orden social contemporáneo, de entenderlo como un resultado de la acción humana en general, y no una situada en determinadas relaciones materiales, las capitalistas, que subordinan la organización de la producción (y las formas de consumo que están determinadas por ellas) a la valorización del capital [4].

Aceleracionismo ecológico

Ahora, dentro del campo de la crítica a las salidas capitalistas verdes, encontramos planteos divergentes de cómo debe responderse a los legados de crisis ecológica que deja el capitalismo y hacia dónde debe apuntar una sociedad poscapitalista. Hay dos posturas que, en cierta forma, tienden a polarizar el debate.

La primera de ellas es la que podríamos llamar ecomodernista. Desde esta perspectiva, la respuesta a la crisis ecológica está en la aceleración del desarrollo tecnológico. El diagnóstico central es que la innovación en el capitalismo se encuentra más limitada para desplegar todas sus potencialidades, porque le cuesta cada vez más traducirse en modelos de negocios rentables que justifiquen las inversiones. Aaron Bastani en Comunismo de lujo plenamente automatizado ejemplifica bien esta mirada. Liberar el desarrollo tecnológico de estas trabas que le imponen las relaciones de producción capitalistas permitiría, en opinión de Bastani, automatizar plenamente los procesos productivos. Este pensamiento poscapitalista, como le han criticado acertadamente algunos autores, piensa más en términos de eliminación del trabajo que de transformación del trabajo. La ausencia de una noción de transformación se encuentra también, aparte, en la manera en que se piensa la abundancia. Que es básicamente “democratizar”, extender, los patrones de consumo de los ricos bajo el capitalismo para toda la sociedad. Esta automatización comunista sería compatible, según estos autores, con la resolución de los problemas ecológicos. Esto puede ser posible gracias a numerosos cambios, grandes y pequeños, que en algunos casos ya están en marcha, pero se podrían acelerar bajo nuevas relaciones de producción comunistas.

El comunismo automatizado podría invertir en gran escala en energías renovables u otras tecnologías. Pero esta vertiente modernista no se detiene ahí. Un supuesto que le permite afirmar que un comunismo de lujo completamente automatizado y ambientalmente sustentable es alcanzable si se termina con los límites que impone el capital al desarrollo tecnológico, es que, en buena medida, el “lujo” tiende a desacoplarse del impacto ambiental. Esto sería, ampliar la escala de lo que supuestamente ya viene ocurriendo en los países más desarrollados, según algunas estadísticas; pero muchas de esas evidencias del desacople se obtienen haciendo abstracción de cómo esos países ricos, imperialistas, sustentan su reproducción (incluyendo con este término los procesos de acumulación capitalista que sus multinacionales comandan desde ahí explotando trabajo y recursos en todo el globo) en numerosos procesos materiales que ocurren fuera de sus fronteras. No hay desmaterialización sino deslocalización de los procesos materiales en terceros países, a donde “tercerizan” los impactos ambientales. Cuando introducimos esta “deslocalización” de la huella material en la ecuación, no ocurre tal desacople.

Sustentar la idea de que un comunismo de lujo automatizado tiene un camino despejado sobre la base de estos débiles presupuestos, puede ser ruinoso. Como no quieren poner todos los huevos en la misma canasta, por las dudas, imaginan entonces que, si no hay suficiente desmaterialización, la minería espacial (la extracción de metales de los asteroides) y el uso del espacio puede ser destino para la chatarra que se acumula de manera cada vez más insostenible en numerosas partes del planeta puede ofrecer la respuesta.

Al proyectar más allá del capitalismo formas de consumo que son intrínsecas de este modo de producción, contribuyen a naturalizarlas y deshistorizarlas. Como estas no resultan universalizables de manera sustentable en los límites que plantea el planeta, no sorprende la necesidad de imaginar soluciones intergalácticas a los desafíos ambientales, como las que proponen algunos ecomodernistas como Bastani, que nos ofrece una variante “comunista” (de lujo) de los desvaríos espaciales de Elon Musk o Jeff Bezos.

Decrecionismo

El planteo decrecionista, postula que es necesario desescalar de manera urgente y voluntaria la producción y el consumo, a través de cambios profundos en la manera en la que estos procesos se llevan a cabo. Desescalar, básicamente en los países ricos, es la única manera para reducir la emisión de gases, pero también los efectos que tiene sobre los ecosistemas la extracción de recursos que hoy supera holgadamente la capacidad que tiene la naturaleza para reponerlos. La discusión del decrecionismo no es nueva. Sus antecedentes se remontan por lo menos hasta La ley de la entropía y el proceso económico de Nicholas Georgescu-Roegen, de 1970-71. También la discutió, por ejemplo, Manuel Sacristán.

En las propuestas decrecionistas encontramos la idea de que son necesarios cambios muy agudos en las formas de producción y consumo. La idea de una nueva sociedad con formas de producción cualitativamente diferentes está presente incluso en los autores que son más ambivalentes respecto de la necesidad de terminar con el dominio del capital, como Serge Latouche. El problema es que no hay equivalencia entre aquello que se quiere desmantelar, y lo que se propone construir. Se pretende que podrá venir el final de un modo de producción a través de la imposición del decrecionismo. Pero este último, por más que se afirme que es mucho más que una postura negativa respecto del crecimiento económico, no termina de delinear una hoja de ruta coherente para subvertir las bases del capitalismo.

Hay una contradicción no resuelta entre las intenciones anticapitalistas y la renuencia a plantear abiertamente una estrategia que ataque el principal centro de gravedad del capitalismo: la propiedad privada de los principales medios de producción. Latouche es explícito en cuestionar cualquier noción de que los objetivos decrecionistas deban alcanzarse a través de una socialización generalizada de este tipo. Entre el gesto anticapitalista y el rechazo de la socialización de los medios de producción, el planteo de autores como Latouche no logra ser más que un compendio de medidas para poner límites al capitalismo, desde el Estado, sin abolirlo. Es una contradicción en los términos esperar que el Estado capitalista atente de esta manera contra la acumulación de capital.

El decrecionismo, como ya señalamos, es un conjunto heterogéneo. Pero es común el énfasis en lo regional/local –en oposición a lo nacional o global–, donde sería propio establecer iniciativas decrecionistas. Se otorga un rol clave a comunidades rurales, campesinas, originarias, etc. También es recurrente el planteo de establecer espacios de autonomía con respecto al capitalismo en los intersticios de las sociedades dominantes, no regidos por el crecimiento. Giorgos Kallis por ejemplo propone que la perspectiva decrecionista puede configurarse a través de una articulación “contrahegemónica” de distintas esferas de la producción social y comunidades que puedan dar lugar a “economías alternativas”. Este microcosmos puede prefigurar un mundo en decrecimiento.

Son incubadoras, donde la gente realiza todos los días el mundo alternativo que les gustaría construir, su lógica hecha sentido común. Los bienes comunes alternativos son nuevas instituciones de la sociedad civil que nutren nuevos sentidos comunes. A medida que se expanden, deshacen los sentidos comunes de crecimiento y vuelven hegemónicas a las ideas compatibles con el decrecimiento, creando las condiciones para que una fuerza social y política cambie las instituciones políticas en la misma dirección [5].

Pero, incluso aunque una transición de este tipo fuera factible de irse gestando paulatinamente en los marcos del capitalismo sin ser reabsorbida por este sistema, algo que resulta contraintuitivo porque la acumulación presiona permanentemente por integrar y subsumir todas las esferas donde haya potencial de producción rentable, sería una transición larga, inconsistente con la urgencia de poner el “freno de emergencia” a la crisis ecológica que recorre todos los planteos decrecionistas.

Hay distintas posturas y matices, pero el debate global ante la crisis ecológica en los sectores críticos, aparece dominado por variantes de uno u otro polo de los que señalamos. Muchos de los exponentes más firmes de las posturas mencionadas son propensos a barrer la complejidad detrás de la polarización. Se simplifican las posiciones criticadas, desmereciendo los puntos atendibles que cada perspectiva tiene para aportar. La cuestión se traba en binarismos sobre si una sociedad poscapitalista debe proponerse “menos” o “más”.

El comunismo, o la ecología de la emancipación del trabajo

Una ausencia en común en las corrientes que mencionamos, a rasgos generales, porque siempre se pueden encontrar autores que ven más este problema, es no considerar seriamente el problema de que no puede surgir otro tipo de metabolismo socionatural sin romper la relación enajenada de los productores con sus medios de producción. Las relaciones de producción aparecen como una “caja negra”, un terreno inexplorado o sólo tratado tangencialmente. Tanto ecomodernistas como decrecionistas mencionan la importancia de la reducción de la jornada de trabajo, aunque sus perspectivas al respecto puedan no ser las mismas. Pero, lo que no aparece es el protagonismo de la fuerza de trabajo explotada por el capital como agente de su propia emancipación, y, al mismo tiempo, de una transformación cualitativa de las relaciones sociedad/naturaleza.

Poner fin al monopolio de la propiedad privada de los medios de producción, terminando con el dominio social del capital, implica introducir una democracia ausente, la de quienes producen, que son también quienes consumen buena parte de lo producido, en el terreno que hoy es dominio privado del capital. Si, en el capitalismo, producción-consumo es una “unidad diferenciada”, mediada por el proceso de intercambio, en la cual la necesidad social sólo puede expresarse como demanda solvente (y sólo se puede manifestar en la elección de alguna de las mercancías que los capitalistas decidieron previamente enviar al mercado), la socialización de los medios de producción puede permitir restablecer la unidad real de ambos procesos, produciendo sólo en la medida necesaria para satisfacer la demanda social, paso inicial de cualquier planificación. Este es un aspecto clave, para salir de la polaridad entre “más” o “menos” que viene dominando las discusiones en el pensamiento ecosocialista.

La posibilidad de dominar racionalmente el metabolismo de la sociedad con la naturaleza, abriendo las bases para tomar de manera colectiva las decisiones de qué producir (en función de cuáles son las demandas sociales que deben privilegiarse y a dónde deben volcarse los esfuerzos de inversión) no evitará las decisiones difíciles sobre cómo manejar el legado de destrucción ambiental que deja el capitalismo.

Pero, en vez de que éstas sean saldadas por el poder privado del capital, con apoyo de los gobiernos que tienen como función central la reproducción de las relaciones de producción basadas en la propiedad privada y el trabajo asalariado, será el conjunto de la clase productora, habiendo recuperado el dominio efectivo de los medios de producción, la que podrá delinear las alternativas para saldar estas cuestiones con miras a hacer compatibles tres objetivos: alcanzar la plena satisfacción de las necesidades fundamentales, producir de una forma no alienada, y hacerlo, teniendo presente en todo momento la necesidad de establecer un metabolismo racional con la naturaleza. Pero, además, la “expropiación de los expropiadores”, al poner fin a la enajenación de la fuerza de trabajo y abrir paso para la recuperación de una noción de riqueza más amplia, es la base para romper con la idea de que abundancia debe traducirse en un consumismo creciente, con los mismos esquemas que necesariamente desarrolla el capitalismo para colocar un volumen creciente de mercancías.

A diferencia de las imaginerías poscapitalistas, que proyectan la supresión del trabajo gracias a la automatización (y las propias máquinas, encarnación en última instancia del capital, aparecen como demiurgo de esta realización), el comunismo, como lo entendemos acá, tiene en la transformación del trabajo (y de su relación con la naturaleza) un punto nodal.

Transformar la relación entre la fuerza de trabajadoras y los medios de producción, que va mucho más allá de simplemente bregar por la “supresión” del trabajo mediante la automatización (que, en sí misma, no dice nada sobre cómo se produce, cuánto, ni quién lo decide), es la piedra de toque para recuperar todas las potencialidades negadas a la fuerza de trabajo por la relación enajenada por el capital y, al mismo tiempo, para poner fin a la abstracción de la naturaleza. Estas son las precondiciones para pasar del reino de la necesidad al reino de la libertad, lo que presupone también un metabolismo socionatural equilibrado (o no “fracturado”).

Ahora, ¿cómo puede forjarse la alianza social que pueda llevar adelante esta perspectiva? Me interesa destacar, en este punto, algunas cuestiones. Por empezar, contrariamente a lo que suele aparecer como preconcepto, el profundo interés de la clase trabajadora en cuestiones vinculadas a la ecología. Muchas veces, desde sectores de la propia izquierda más sindicalista aparece la idea de que para interesar a la clase obrera en estos temas hay que ir por el lado de la economía. Por eso muchos terminan yendo hacia las versiones keynesianas del capitalismo verde que unen crecimiento y transición energética prometiendo a la vez recuperación de empleos industriales, y demás. Bueno, hay muchas experiencias y muestras de que este preconcepto es errado. Un muy interesante trabajo de Karen Bell llamado Ecologismo de la clase trabajadora aporta abundante evidencia del interés de la clase trabajadora en estos temas. Entre otras cosas, porque obviamente la ecología involucra los lugares donde vivimos, y porque las primeras consecuencias de los desastres ambientales recaen sobre las clases trabajadoras y el pueblo pobre. Entonces, la idea de que la clase trabajadora no pueda ser un actor protagónico en las luchas ambientales no tiene sustento.

Podemos mencionar distintas experiencias interesantes en la Argentina que muestran esta unidad entre ecología y activismo clasista. Por ejemplo, cómo los trabajadores de Fasinpat, exZanón, desde los comienzos de la gestión obrera plantearon cambiar la relación con los mapuches, que habitaban los lugares de donde la vieja patronal extraía los insumos. Más acá en el tiempo, dirigentes de esa fábrica como Raúl Godoy jugaron un rol clave en Neuquén en rechazo al acuerdo con Chevron y el comienzo del fracking.

Madygraf, otra gestión obrera de zona norte de la Provincia de Buenos Aires, de la ex Donnelley, también viene hace años presentando numerosas iniciativas de reconversión de la fábrica vinculadas a cuestiones ecológicas.

Es notable que el activismo ecologista juvenil ve hoy la importancia de vincularse profundamente con la clase obrera. La reconocida activista Greta Thunberg se acercó hace pocos días a defender la lucha de los trabajadores de GKN en Italia contra el cierre de su fábrica y por su reconversión ecológica. En su intervención pidió el fin de la oposición entre trabajo y clima. Un sector de activismo juvenil ecológico que ve la necesidad de forjar esta alianza para que, contra las salidas del capitalismo verde, se puedan forjar alternativas de otra clase. Alternativas que puedan trastocar los centros de gravedad de este modo de producción global para generar, así, alternativas donde realmente puedan tener cabida todos los sectores campesinos, semicampesinos, comunidades, etc. que hoy resisten la avanzada del capital. Necesitamos conquistar una sociedad de productores libres asociados, que es lo que básicamente era para Marx el comunismo, para buscar las articulaciones adecuadas a la actualidad de la ambición comunista de poder asegurar “a cada quien según su necesidad”, el respeto a los modos de apropiarse de la naturaleza de las comunidades que hoy siguen resistiendo al margen de (y resistiendo a) las formas de valorización capitalista y es establecimiento de un metabolismo socionatural más racional.

Obviamente, no estamos planteando ninguna solución mágica a las peligrosas herencias de crisis que lega el capital. Conquistar nuevas relaciones de producción que se apoyen en la deliberación colectiva no asegura que podamos, de un día para el otro, revertir los trastornos ecológicos producidos por el funcionamiento de este orden social. La propuesta, más sobria, es que no ilusionarse con un prometeísmo tecnooptimista del “comunismo de lujo automatizado” ni resignarnos a las estrecheces que propugna el decrecionismo. Por el contrario, poner el eje en las potencialidades deliberación democrática basada en la más amplia participación de los trabajadores y comunidades, apoyada en la planificación socialista del conjunto de los recursos de la producción social, puede permitir discusiones más sobrias sobre la manera en que una sociedad basada en la socialización de los medios de producción que hoy están en manos de una minoría de explotadores, puede hacer compatibles los objetivos de (re)establecer un metabolismo socionatural equilibrado y la satisfacción más plena de las necesidades sociales.

Notas:
[1] David Harvey, Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo, Quito, Traficantes de Sueños, 2014, p. 247.

[2] Ídem.

[3] Paul Burkett, Marx and nature: A Red and Green Perspective, Nueva York, Palgrave Macmillan 1999, p. 17.

[4] Andreas Malm y Alf Hornborg, “¿La geología de la especie humana? Una crítica al discurso del Antropoceno”, Prácticas Artísticas de un Mundo en Emergencia, Centro Cultural Kirchner, Min. de Cultura, 2017.

[5] Giorgos Kallis, Degrowth, Newcastle, Agenda, 2018, p. 138.

Esteban Mercatante. @EMercatante. Economista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas. Autor de los libros El imperialismo en tiempos de desorden mundial (2021), Salir del Fondo. La economía argentina en estado de emergencia y las alternativas ante la crisis (2019) y La economía argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchnerismo (2015).

https://www.laizquierdadiario.com/La-crisis-ecologica-y-la-perspectiva-comunista
Fuente: https://rebelion.org/la-crisis-ecologica-y-la-perspectiva-comunista/

  • “La posibilidad de dominar racionalmente el metabolismo de la sociedad con la naturaleza, abriendo las bases para tomar de manera colectiva las decisiones de qué producir (en función de cuáles son las demandas sociales que deben privilegiarse y a dónde deben volcarse los esfuerzos de inversión) no evitará las decisiones difíciles sobre cómo manejar el legado de destrucción ambiental que deja el capitalismo. Pero, en vez de que éstas sean saldadas por el poder privado del capital, con apoyo de los gobiernos que tienen como función central la reproducción de las relaciones de producción basadas en la propiedad privada y el trabajo asalariado, será el conjunto de la clase productora, habiendo recuperado el dominio efectivo de los medios de producción, la que podrá delinear las alternativas para saldar estas cuestiones con miras a hacer compatibles tres objetivos: alcanzar la plena satisfacción de las necesidades fundamentales, producir de una forma no alienada, y hacerlo, teniendo presente en todo momento la necesidad de establecer un metabolismo racional con la naturaleza. Además, la “expropiación de los expropiadores”, al poner fin a la enajenación de la fuerza de trabajo y abrir paso para la recuperación de una noción de riqueza más amplia, es la base para romper con la idea de que abundancia debe traducirse en un consumismo creciente, con los mismos esquemas que necesariamente desarrolla el capitalismo para colocar un volumen creciente de mercancías. (…)

  • Transformar la relación entre la fuerza de trabajadoras y los medios de producción, que va mucho más allá de simplemente bregar por la “supresión” del trabajo mediante la automatización (que, en sí misma, no dice nada sobre cómo se produce, cuánto, ni quién lo decide), es la piedra de toque para recuperar todas las potencialidades negadas a la fuerza de trabajo por la relación enajenada por el capital y, al mismo tiempo, para poner fin a la abstracción de la naturaleza. Estas son las precondiciones para pasar del reino de la necesidad al reino de la libertad, lo que presupone también un metabolismo socionatural equilibrado (o no “fracturado”). (…)

(…) Nuestras luchas

Soberanía Alimentaria Ya – Transformando el mundo

La Soberanía Alimentaria es el eje central de la lucha por un proyecto de justicia social que hoy convoca a amplios sectores del campo y la ciudad. La soberanía alimentaria es el derecho fundamental de todos los pueblos, naciones y estados a controlar sus alimentos y sus sistemas alimentarios y a decidir sus políticas asegurando a cada uno alimentos de calidad, adecuados, accesibles, nutritivos y culturalmente apropiados. Ello incluye el derecho de los pueblos para definir sus formas de producción, uso e intercambio tanto a nivel local como internacional.

Durante las últimas dos décadas nuestra visión de la Soberanía Alimentaria ha inspirado a una generación de activistas comprometidos con el cambio social. Nuestra visión del mundo implica una revolución agrícola que significa profundas transformaciones agrícolas, socioeconómicas y políticas. La Soberanía Alimentaria ha enfatizado la importancia crucial de la producción local y sustentable, el respeto por los derechos humanos, precios justos para los alimentos y la agricultura, comercio justo entre países y la salvaguarda de nuestros bienes comunes contra la privatización.

Hoy estamos frente a la mayor crisis de nuestra historia y la misma es una crisis sistémica. Las crisis alimentaria, laboral, energética, económica, climática, ecológica, ética, social, política e institucional están llevando al colapso en muchas partes del mundo. En simultáneo, la crisis energética se agudiza día a día frente al agotamiento de los combustibles fósiles y es enfrentada con falsas soluciones que van desde los agrocombustibles a la energía nuclear, la cual ha demostrado ser una de las peores amenazas para la vida sobre la tierra. 

Rechazamos el capitalismo, que en este momento se caracteriza por un agresivo flujo del capital financiero y especulativo hacia la agricultura industrial, la tierra y la naturaleza. Esto ha generado un inmenso acaparamiento de tierras, la expulsión de campesinas y campesinos de su tierra, la destrucción de pueblos, comunidades, culturas y sus ecosistemas, creando migraciones y desempleo masivos. Esto genera masas de migrantes económicos y refugiados climáticos y desempleados, incrementando las inequidades existentes.

Las transnacionales en complicidad con los gobiernos y las instituciones internacionales están imponiendo, bajo el pretexto de la Economía Verde, monocultivos de transgénicos, la megaminería, las grandes plantaciones forestales, la imposición de plantaciones de agrocombustibles, la construcción de grandes represas, el fracking y los oleoductos o la privatización de nuestros mares, ríos, lagos y nuestros bosques. La Soberanía Alimentaria recupera el control sobre nuestros bienes comunes devolviéndolos a manos de las comunidades.


La Agroecología es nuestra opción para el presente y para el futuro

La producción de alimentos basada en la agricultura campesina, el pastoralismo y la pesca artesanal sigue siendo la principal fuente de alimentos en el mundo. La agricultura campesina de base agroecológica constituye un sistema social y ecológico que está conformado por una gran diversidad de técnicas y tecnologías adaptadas a cada cultura y geografía. La agroecología elimina la dependencia de los agrotóxicos; rechaza la producción animal industrializada; utiliza energías renovables; permite garantizar alimentación sana y abundante; se basa en los conocimientos tradicionales y restaura la salud e integridad de la tierra. La producción de alimentos en el futuro estará basada en un creciente número de personas produciendo alimentos en forma diversa y resiliente.

La agroecología protege la biodiversidad y enfría el planeta. Nuestro modelo agrícola no solo puede alimentar a toda la humanidad sino que también es el camino para detener el avance de la crisis climática enfriando el planeta a través de la producción local en armonía con nuestros bosques, alimentando la biodiversidad y la reincorporación de la materia orgánica a sus ciclos naturales.

Justicia social y climática, y solidaridad

A medida que avanzamos y construimos a partir de nuestra diversidad cultural y geográfica, nuestro movimiento por la soberanía alimentaria se ve reforzado, integrando la justicia  y la igualdad social. Practicando la solidaridad por sobre la competencia, rechazamos el patriarcado, el racismo, el imperialismo y luchamos por sociedades democráticas y participativas, libres de explotación de las mujeres, los niños, los hombres o la naturaleza.

Demandamos justicia climática ya mismo. Quienes más sufren este caos climático y ecológico no son los que lo han provocado. Las falsas soluciones de la economía verde para continuar el crecimiento capitalista están empeorando la situación. Se crea una deuda ecológica y climática que debe ser corregida. Por esta razón demandamos la inmediata detención de los mecanismos de mercados de carbono, geoingeniería, REDD y los agrocombustibles.

Ratificamos la necesidad y nuestro compromiso de luchar en forma permanente contra las corporaciones transnacionales, entre otras cosas, boicoteando sus productos y rechazando cooperar con sus prácticas de explotación. Los Tratados de Libre Comercio y los acuerdos de inversión han creado condiciones de extrema vulnerabilidad e injusticias para millones. La implementación de estos tratados trae como resultado la violencia, la militarización y la criminalización de la resistencia. Otra consecuencia trágica de los mismos es la creación de una masa masiva de migrantes mal pagados, con trabajos inseguros e insalubres y con violaciones de sus derechos humanos y discriminación. La Vía Campesina ha logrado colocar los derechos de los campesinos y campesinas en la agenda del Consejo de los Derechos Humanos de la ONU y llamamos a los gobiernos a ponerlos en práctica. Nuestra lucha por los derechos humanos está en el corazón de la solidaridad internacional e incluye los derechos y protección social de los agricultores migrantes y trabajadores de la alimentación.

Las luchas por el derecho a la tierra, a la alimentación, al trabajo digno, contra la destrucción de la naturaleza, son criminalizadas. Son cientos los compañeros y compañeras que han sido asesinados en los últimos años y otros muchos ven amenazadas sus vidas o son perseguidos y encarcelados, frecuentemente con el apoyo o la complicidad de las autoridades públicas.

Un mundo sin violencia y discriminación contra las mujeres

Nuestra lucha es para construir una sociedad basada en la justicia, la igualdad y la paz. Exigimos el respeto de todos los derechos de las mujeres. Rechazando el sistema capitalista, patriarcal, la xenofobia, la homofobia y cualquier tipo de discriminación, reafirmamos nuestro compromiso en lograr una equidad total entre hombres y mujeres. Esto requiere el fin de toda forma de violencia contra las mujeres, doméstica, social e institucional, tanto en las zonas rurales como en las zonas urbanas. Nuestra Campaña contra la Violencia hacia las Mujeres está en el corazón de nuestras luchas.

Paz y desmilitarización

Vivimos un incremento de conflictos y guerras para la apropiación, proliferación de bases militares y criminalización de la resistencia. La violencia es intrínseca a este sistema capitalista mortal basado en la dominación, la explotación y el pillaje. Nosotros estamos comprometidos con el respeto, la dignidad y la paz.

Nos duelen y nos honran los cientos de campesinas y campesinos que han sido amenazados, perseguidos, encarcelados, asesinados por sus luchas. Continuaremos exigiendo rendición de cuentas y castigo para quienes violan los derechos humanos y los derechos de la naturaleza. Demandamos también la liberación inmediata de todos los presos políticos. (…)


Semillas, bienes comunes y agua

Enaltecemos a las semillas, el corazón de la Soberanía Alimentaria, con el principio Semillas Patrimonio de los Pueblos al Servicio de la Humanidad, reafirmado hoy por cientos de organizaciones en todo el mundo. Nuestro desafío pasa hoy por seguir manteniendo a nuestras semillas vivas en manos de nuestras comunidades, por multiplicarlas en el marco de nuestros sistemas campesinos. Continuaremos la lucha contra su apropiación a través de diversas formas de propiedad intelectual y su destrucción por su manipulación genética y otras nuevas tecnologías. Nos oponemos a los paquetes tecnológicos que combinan transgénicos con el uso masivo de pesticidas.

Seguimos hoy enfrentando la Leyes de semillas que, de la mano de los intereses de las corporaciones, son privatizadas y mercantilizadas. Seguimos enfrentando a los transgénicos y luchando por un mundo libre de transgénicos.

Los ciclos de la vida fluyen a través del agua y ella es una parte esencial de los ecosistemas y la vida. El agua es un bien común y como tal debe ser protegido.

Fuente: https://viacampesina.org/es/llamamiento-de-yakarta/

Una revisión de los principios de la ecología industrial*

Graciela Carrillo González**

la ecología industrial es una propuesta cuya base teórica se desprende de la economía ecológica. Aparece explícitamente a finales de la década de 1980, y durante las últimas dos décadas surge una importante producción bibliográfica, resultado de trabajos académicos y empíricos. Los principales teóricos de la ecología industrial provienen de distintas áreas del conocimiento que van desde la ingenieril, la biológica y la económica, cada una de ellas marca algunas diferencias y sugiere formas de funcionamiento específicas de las empresas industriales para que operen de acuerdo con los principios de la naturaleza, se busca resaltar algunas diferencias en el énfasis que le dan los distintos autores a esta propuesta exclusivamente desde el plano teórico.

Tratar de reproducir la dinámica de los ciclos naturales dentro del sistema industrial ha concentrado el interés de varios teóricos; Jesse Ausubel, otro de los pioneros de la ecología industrial, la definió como «una red donde interactúan entre sí los procesos industriales viviendo uno a expensas de otro, no sólo en el sentido económico, sino también en el sentido del uso directo de residuos materiales y de energía».18 Una red que debiera ser, menos despilfarradora de procesos industriales, y más consecuente con la lógica del sistema natural.

La ecología industrial, desde esta perspectiva, hace la analogía al sistema biológico, plantea que en un sistema industrial puede darse un intercambio de recursos en forma cíclica y el modo en que se utiliza la materia y la energía en el sistema económico, se asemeja de gran manera a la utilización de la materia y de la energía por parte de los organismos biológicos y los ecosistemas.

El funcionamiento actual del sistema industrial, se basa en procesos de combustión ineficaces para transformar la energía fósil en materiales industriales, y genera considerables cantidades de CO2 como producto residual, aunque en ciertos procesos como el transporte de energía, existe un símil con las funciones biológicas; otros procesos biológicos más complejos, como la digestión en los animales, no encuentran una analogía entre los procesos industriales, lo que lleva a Ayres, a afirmar que el sistema industrial actual es comparable con la fase más primitiva y desequilibrada de la evolución biológica, su sobrevivencia en el largo plazo exige cambios fundamentales.

https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-57952009000100009

Qué Abya Yala

Historia y presente/ Ofensiva del sistema mundo capitalista /
Alternativas emancipatorias

Historia y presente

«Por paradójico que parezca la estrella invitada es China, una potencia de primera magnitud y directa culpable del Nosferatu medioambiental, o sea, el principal aniquilador de la biodiversidad. Pero resulta que estas diabólicas termitas han venido a la COP16 de Cali a promover mejores prácticas para lograr los objetivos del “Marco Mundial Kunming Montreal en gobernanza de la biodiversidad” -que se lleva a cabo en la zona azul (secreta y prohibida para el gran público) China, que según los organizadores “aporta sabiduría”, es el máximo depredador de los océanos del mundo, invade aguas territoriales y captura especies en peligro de extinción.

A esta altura del siglo XXI si hacemos un balance nos daremos cuenta que en Colombia el 70 % de las selvas tropicales han desaparecido por completo a causa de la masiva colonización, los voraces incendios y la tala indiscriminada de árboles. ¿Se podrá resucitar a la selva virgen? ¿Cuánto tiempo tardaremos en reforestarla?»

COP16 de Cali, Colombia, la cumbre del Armagedón

11 de noviembre de 2024

Por Carlos de Urabá / Rebelión

Así lo anunció dramáticamente el presidente Petro en el discurso inaugural de la COP16 “cuando la inteligencia artificial se articula al petróleo, el carbón y el gas, se construye el Armagedón”.

De este modo la COP16 por arte de magia se ha convertido en un santuario de peregrinación donde los ambientalistas y ecologistas del mundo entero vienen a rogar un milagrito. Y qué mejor que en Cali, la capital mundial de la salsa, “la sultana del valle”, “la sucursal del cielo” “la tierra de las mujeres más lindas del universo”.

La COP16 pomposamente denominada “Conferencia sobre Biodiversidad por un futuro sostenible” congrega a distintas delegaciones de los 5 continentes preparadas a debatir 4 objetivos en concreto y 23 metas claras que debemos alcanzar antes del 2030, y la mirada puesta en un horizonte de 2050 donde la biodiversidad se valore, conserve, restaure y utilice de forma sostenible para garantizar un planeta sano y un futuro en el que las personas vivan en armonía con la naturaleza. Mucha gente no entiende lo que significa la biodiversidad y las relaciones que existen con el medio que nos rodea como resultado de millones de años de evolución y que constituye el sustento de la mayoría de las actividades humanas.

El presidente Petro, en su discurso de bienvenida, eufórico dictaminó: “Colombia es el corazón del mundo» e hizo un llamado «a la revolución mundial de la humanidad para enfrentar el cambio climático y la expansión de la IA”. Porque para neutralizar la tragedia que se avecina es necesario tomar medidas urgentes si queremos detener la agonía de la madre tierra. “Hay ricos que sueñan con escaparse a marte en sus naves de ensueño mientras dejan sus culpas en la tierra destruida”.

Desde luego que son los países ricos los directos responsables del cambio climático que padecemos y lo más lógico es que tengan que pagar por ello. Y para combatirlo no queda otra que plantearnos un nuevo modelo de producción que excluya a los combustibles fósiles.

La COP16 es un encuentro trascendental en estos momentos tan críticos en que la humanidad se encuentra a las puertas del “juicio final”-pregonan los organizadores. El presidente de Colombia Gustavo Petro aparentemente ha tenido visiones sobre el futuro y asume el papel de nuevo Nostradamus y anuncia el Armagedón. La humanidad no se extinguirá por una guerra mundial o el estallido de una bomba atómica sino por un cataclismo medioambiental.

Es la hora de arrepentirnos de todos nuestros pecados porque no somos más que parásitos consumistas que solo producen estiércol.

Por paradójico que parezca la estrella invitada es China, una potencia de primera magnitud y directa culpable del Nosferatu medioambiental, o sea, el principal aniquilador de la biodiversidad. Pero resulta que estas diabólicas termitas han venido a la COP16 de Cali a promover mejores prácticas para lograr los objetivos del “Marco Mundial Kunming Montreal en gobernanza de la biodiversidad” -que se lleva a cabo en la zona azul (secreta y prohibida para el gran público) China, que según los organizadores “aporta sabiduría”, es el máximo depredador de los océanos del mundo, invade aguas territoriales y captura especies en peligro de extinción.

A esta altura del siglo XXI si hacemos un balance nos daremos cuenta que en Colombia el 70 % de las selvas tropicales han desaparecido por completo a causa de la masiva colonización, los voraces incendios y la tala indiscriminada de árboles. ¿Se podrá resucitar a la selva virgen? ¿Cuánto tiempo tardaremos en reforestarla?

Y a todo esto hay que sumarle el fenómeno del cambio climático y la emisión de gases de efecto invernadero. Los científicos nos advierten que hemos llegado a un punto álgido y estamos llegando a un punto de no retorno. De ahí que sea necesario sacudir la conciencia de la humanidad tan indiferente y alienada. La actitud como puede ser otra es la de tocar la lira como Nerón mientras arde Roma. Hemos sobrepasado todos los límites y en nuestra impotencia solo nos queda resignarnos a convocar las cadenas de oración para rogarle a Dios que se compadezca de sus hijos descarriados.

Colombia todavía no ha dado el paso a la mentada “transición energética” de combustibles fósiles a energías limpias. ¿Cuánto costará tamaño sacrificio? Me temo que un presupuesto multimillonario imposible de asumir para un país perteneciente al Tercer Mundo. Nosotros imperiosamente necesitamos el petróleo, el diésel, el ACPM, el carbón o el gas. O sea, energías sucias si queremos salir del subdesarrollo y subirnos al pódium de los países ricos. (donde China es la estrella invitada)

El crecimiento económico está basado en esquilmar a destajo los recursos naturales de donde se extraen las materias primas vitales para el buen funcionamiento de la economía. Aparte de la brutal explotación de los seres humanos que hacen parte también de un ecosistema físico, biológico y cultural.

El Pacto Histórico enuncia en su programa una política verde ecologista y ha planteado un tema bastante polémico que es llevar a cabo una deconstrucción, mejor dicho, dar un paso atrás, un parón en seco donde por ley se imponga los principios de la “austeridad draconiana”. ¿Cómo vamos entonces a echar a funcionar el parque automotor? ¿Quizá tengamos que regresar a esos tiempos románticos de nuestros ancestros que se transportaban en bueyes, mulas o caballos?

Pero hoy el neoliberalismo imperante ha envenenado la sangre de una ciudadanía completamente indiferente y más preocupada en hacerse un selfie con sus teléfonos celulares.

Este sacrificio no lo va a aceptar una sociedad cada vez más urbana y alejada de la madre tierra. Alienados por el consumismo extremo nadie quiere renunciar a los privilegios de la vida postmoderna. No importa si la contaminación del aire (emisiones de vehículos, compuestos químicos, plomo o partículas suspendidas) está matando en Colombia anualmente a más de 20.000 personas -según estadísticas del INS.

Colombia pertenece al club de los países capitalistas dolarizados y esa es su identidad dentro del hemisferio occidental. Si nuestro máximo anhelo es salir del subdesarrollo eso solo es posible mediante el uso de combustibles fósiles.

Pero al parecer el gobierno apuesta por la energía verde y trasformar al país en un lodge o resort hotelero para que los turistas vengan a disfrutar nuestros tesoros naturales en un ambiente carnavalesco y folclórico. Lo que supone dedicar la mayoría de la población a sector servicios.

Van a contracorriente pues la humanidad está inmersa en una revolución digital y para ser competitivos tenemos que industrializarnos pues así lo exige un mundo cada día más globalizado. Y dedicándonos a los festivales de salsa y las artesanías no vamos a labrarnos ningún futuro.

Colombia no puede dar lecciones en el manejo de los recursos naturales cuya decadencia es más que ostensible. Por ejemplo, hace tiempo que se extinguieron los cóndores, los osos de anteojos, el jaguar, el manatí, el lobito de río, el loro orejiamarillo, el caimán llanero o el oso perezoso; aparte de muchísimas otras especies pertenecientes al reino animal o el reino vegetal.

El prontuario de ese ecocidio no podemos ocultarlo y es algo que nos avergonzará por generaciones.

La segunda colonización de la Nueva Granada (Colombia) tras la independencia de España, fue realizada por una migración interna de parias hambreados y sin tierra que ambicionaban también encontrar el mítico dorado. Estos pioneros depredadores invadieron por completo desde las cumbres andinas, la costa atlántica y pacífica, los llanos orientales o la selva amazónica. Un éxodo que provocó enfrentamientos armados para apoderarse de las mejores tierras y así sacar grandes réditos económicos. De esta forma las “termitas” devastaron más del 75% de la selva húmeda andina que es donde se asienta la mayoría de la población colombiana. Porque lo primordial era explotar la madera, la agricultura, la ganadería extensiva o la minería. Y fue a punta de hacha y de machete que se abrió camino a la civilización y el progreso.

Pero cuando a mediados del siglo XX apareció la motosierra remataron con éxito la diabólica faena. Y así se fundó esta patria de hacendados y gamonales bajo el lema de “libertad y orden” Por eso el símbolo de la colonización colombiana es el hacha a la que le han levantado monumentos en las plazas públicas de muchos pueblos y ciudades.

Y lo más perverso quizás sea que la COP16 se desarrolle en el valle del Cauca donde el cultivo extensivo de caña de azúcar ha sido el responsable de la reducción de la biodiversidad de la fauna y flora, de la contaminación hídrica, de la erosión de los suelos fértiles, del uso masivo de pesticidas y fertilizantes y de la polución del aire por la quema de la caña.

Colombia es un país extractivista y exportador de materias primas como es el caso del carbón en Cerrejón, el hierro o el platino, del oro, plata, platino o las esmeraldas. Sin olvidarnos de un renglón fundamental de los cultivos ilícitos como la coca y la marihuana, soporte económico vital del que se benefician miles de familias colombianas. Como método más eficaz para combatir este flagelo el gobierno en su momento decidió fumigar extensas áreas selváticas con glifosato. Y el resultado ha sido funesto para el medioambiente y las poblaciones nativas.

La persistente sequía causada por el cambio climático y el fenómeno de la Niña agota las fuentes de agua que abastecen los pueblos y ciudades. Esto es algo increíble para un país andino del que históricamente era uno de los reservorios hídricos más importantes del planeta. Mientras los ríos Magdalena, Cauca o el Bogotá agonizan contaminados con aguas negras y metales pesados y su cauce disminuido considerablemente hasta el punto que ya no son navegables.

Entonces ¿cómo podemos jactarnos de ser uno de los países con mayor biodiversidad del mundo (con más de 50.000 especies registradas y cerca de 31 millones de hectáreas protegidas)?  Lo cierto es que resucitar las cuencas hidrográficas del “país de la belleza” parece una quimera porque este es un trabajo más divino que humano. Todo esto no es más que pura propaganda gubernamental porque la cruda realidad nos propina tremenda bofetada. Con tan solo nombrar la construcción de ese monstruo de cemento y hormigón de la hidroeléctrica de Hidroituango, que con el represamiento del río Cauca, ha provocado un devastador ecocidio y genocidio. Solo en las películas de Disney podremos disfrutar ese mundo idílico que nos describen los lunáticos organizadores de la COP16 en Cali.

Mientras los científicos, profesores y sabios reunidos en el cónclave dictan trascendentales conferencias o pronuncian brillantes discursos que como siempre se archivarán en los anaqueles de los institutos, universidades o en los informes de la ONU. Porque al pueblo (alienado) lo que le interesa más es el esparcimiento lúdico festivo que la supervivencia de las especies en vías de extinción. ¿Será que a base de brillantes discursos y sermones salvaremos la tierra? Todo esto es parte de un teatro para para que los funcionarios y burócratas de la ONU o las ONGs se vanaglorien de sus hazañas y justifiquen los millonarios presupuestos que han dilapidado en la organización de la feria de Cali COP16.

Y encima Colombia es uno de los países más desiguales del mundo, es decir, que las elites oligárquicas que detentan el poder son las que usufructúan de todas sus riquezas manteniendo a la mayoría de la población en la exclusión y la marginalidad. Nuestra sociedad padece desde hace décadas una guerra de baja intensidad que nos desangra lentamente.

Porque se han olvidado que el ser humano, como parte esencial de los ecosistemas, también está en vías de extinción. Las victimas del desplazamiento forzado de este enfrentamiento fratricida -que se cuentan por millones- han sido despojadas de sus tierras obligándolos a exiliarse en los tugurios de las grandes ciudades. La violencia ha expandido la miseria por los cuatro puntos cardinales y junto a los desechos tóxicos y los millones de toneladas de basura, chatarra y plásticos que se producen anualmente, son un signo inequívoco de que estamos cavando nuestra propia tumba.

El presidente Petro ha propuesto en la cumbre de la Amazonía de Belem (Brasil) “que se debería de constituir un tratado militar al estilo de la OTAN para la protección de la Amazonía” “Porque para controlar los incendios la única posibilidad es la militarización pues representa un problema de seguridad que involucra a toda la humanidad”. En estos momentos la selva no solo la consumen voraces incendios sino también está en peligro por la tala indiscriminada de madera, la ganadería extensiva, el cultivo de coca, los pozos petrolíferos y la extracción ilegal de oro que tiene graves repercusiones por el uso intensivo del mercurio.

Fuente: https://rebelion.org/cop16-de-cali-colombia-la-cumbre-del-armagedon/

  Ofensiva del sistema mundo capitalista

El Programa agrario de la Ministra Carvajalino y
los obstáculos de la reforma rural para la Paz total

31 de octubre de 2024

Por Horacio Duque| Rebelión

Hay una verdad que pocos cuestionan, la violencia en Colombia se alimenta de la aberrante concentración de la tierra en una pequeña casta de grandes hacendados y terratenientes que acuden al uso de la violencia, con ejércitos privados (paramilitares) y con los públicos, para mantener y proteger sus privilegios (el coeficiente Gino de la concentración de la propiedad de la tierra en Colombia es de 0.94%); con esos ejércitos se mantiene a raya a más de 13 millones de campesinos sumidos en la pobreza y la exclusión mediante la masacre, el exterminio de líderes y el desplazamiento de millones de familias que van a parar a las periferias urbanas donde son objeto de la más repugnante manipulación de todo tipo: politiquera, religiosa, mediática, cognitiva,  delincuencial, de trata de blancas, por el microtráfico y por las grandes bandas de la delincuencia sicarial. 

La Paz total, se ha dicho ciento de veces, pasa en Colombia, por la realización de una profunda reforma rural integral que ha sido recomendada y propuesta por solidos estudios de Planeación Nacional, como el de la Misión Rural (Ver Misión para la transformación del Campo en el siguiente enlace https://colaboracion.dnp.gov.co/cdt/prensa/documento%20marco-mision.pdf ) y por investigaciones de científicos agrarios como Alejandro Reyes, Darío Fajardo, Absalón Machado, Héctor Mondragón y otros prestantes estudiosos y académicos de las universidades.

Tanto así que, en el Acuerdo de Paz con las Farc, firmado en el segundo semestre del 2016, entre el señor Juan Manuel Santos y las Farc, el primer punto de tal documento está consagrado a la reforma rural con un enfoque integral, pues no se reduce a la simple entrega de tierras porque hay un programa de 18 acciones que deben acompañar la democratización de la propiedad agraria.

El gobierno del presidente Gustavo Petro ha colocado todo su empeño en este propósito nacional, mirando al mundo campesino desde una perspectiva protagónica en el proceso del cambio, en cuyo centro está la reforma agraria. En ese sentido, Petro ha dicho muchas veces que: Estoy absolutamente convencido de que podemos hacer la Reforma Agraria que la historia de Colombia no pudo hacer, es el momento y ese es el sinónimo de la paz. Hay que apretar el paso han sido sus palabras más recientes.

Hace unos días, al reestructurar su equipo de gobierno, Petro destacó la importancia de profundizar el proyecto programático y corregir errores, además, tomo la determinación de colocar al frente del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, fundamental en tal mirada, a Martha Carvajalino Villegas, una mujer probada en la lucha social y profunda conocedora de la cuestión agraria, comprometida con las demandas y aspiraciones de la ruralidad y defensora de la imprescindible reforma agraria.

Su nombramiento no es casual y tiene el signo del cambio (Ver https://semanariovoz.com/nuevo-acuerdo-de-chicoral-por-una-reforma-agraria-que-nadie-podra-revertir/ ). Además de ser una experta en derecho agrario y ambiental (es procuradora judicial desde el 2015), y haber estado al frente del Viceministerio de Desarrollo Rural desde junio del 2023 hasta enero de 2024, la ministra es ante todo una comprometida luchadora social (Ver https://semanariovoz.com/nuevo-acuerdo-de-chicoral-por-una-reforma-agraria-que-nadie-podra-revertir/ entrevista en el Semanario Voz) 

Su historia de vida nos muestra una comprometida lideresa estudiantil en la Universidad Nacional y destacada activista por la paz en su experiencia del movimiento social Planeta Paz. Corre por su sangre la historia del movimiento popular y obrero que reivindica al recordar con nostalgia, pero siempre como referente y ejemplo, a su abuelo materno Jesús Villegas, uno de los fundadores en 1930 del Partido Comunista Colombiano.

La Ministra, ha proyectado un verdadero programa de acciones agrarias encomiables y trascendentales que deben contar con todo el apoyo del movimiento campesinos y agrario para que se haga realidad en los 21 meses que le restan a la actual administración. Ella está convocando un nuevo Pacto de Chicoral -pero no de latifundistas reaccionarios, como el de 1973-, en favor de la reforma agraria que deberá reunirse en ese municipio del Tolima en el mes de diciembre del año en curso. 

La Ministra, además, está indicando los ejes concretos de su plataforma agraria democrática que debe ser dada a conocer a millones de campesinos y asociaciones para que tenga un sólido respaldo popular.

Veamos cuales son las tesis principales del planteamiento agrario de la Ministra Carvajalino.

De acuerdo con Ella, la Reforma Agraria ya está rodando, se han adquirido 267 mil hectáreas de manera directa y 460 mil hectáreas gestionadas de manera integral para la redistribución de la tierra (Ver https://www.eltiempo.com/economia/sectores/el-gobierno-promovera-acuerdo-para-impulsar-la-reforma-agraria-ministra-de-agricultura-3394053 ). Además, se está preparando un proyecto de ley sobre la reconstrucción y remodelación de la institucionalidad agraria con la participación de los sindicatos agrarios y las comunidades campesinas. 

El alcance de la visión de la Reforma agraria lo resalta Ella al afirmar que:

Hemos puesto en el centro de la agenda pública la reforma agraria, no como una visión vacía de desarrollo rural, sino como una apuesta redistributiva de la tierra. La lucha por la reforma agraria no es un discurso nuevo, es un anhelo que cumple 90 años, cuando campesinos sin tierra exigían la redistribución del gran latifundio concentrado e improductivo en la lucha contra las grandes haciendas, donde los socialistas jugaron un papel clave (Ver https://semanariovoz.com/nuevo-acuerdo-de-chicoral-por-una-reforma-agraria-que-nadie-podra-revertir/ ).

La cuestión agraria en las últimas décadas se abandonó, se escondió, ahora la justicia transicional, con el Acuerdo de paz, permite convocarnos alrededor de la realidad que deja la guerra, de reconocer el desplazamiento y el despojo, que afectaban al campesinado, y eso permitió que en la última década la lucha agraria empezara a reconstruirse, como respuesta a esa estructura inequitativa de hace cien años de grandes latifundios de explotación ineficiente, mientras los campesinos, que proveen el 70 por ciento de los alimentos, se encuentran en el minifundio improductivo.

El modelo de la producción injusta e inequitativa sigue vivo en el campo y queremos reconstruir la discusión sobre la necesaria redistribución de las tierras fértiles en manos de la agricultura familiar y campesina, con un ingrediente novedoso, determinando la característica de la reforma agraria en la lucha por una producción sostenible que enfrente la crisis climática, en la posibilidad inmensa de la redistribución, pensándonos una producción rotativa, sostenible, cuidadora de la diversidad. A diferencia de hace noventa años, debemos garantizar una agricultura que cuide los suelos, bosques, agua. Hoy podemos con la acción campesina en clave de esos retos de garantizar que la reforma agraria sea un acuerdo nacional.

Frenar expansión de la frontera agrícola

Para frenar la expansión de la frontera agropecuaria, dice la Ministra, es necesaria la redistribución de la tierra fértil. Tenemos cerca de trece millones de hectáreas fértiles en Colombia en uso ineficiente o subutilizadas, generalmente utilizadas en ganadería extensiva. Estas tierras deberían pasar a manos de la agricultura campesina para uso agrícola, solucionando conflictos de uso de suelo, y eso disminuye la presión a ese campesinado que, frente al acaparamiento de tierras, se va hacia la frontera agrícola.

La primera estrategia es la redistribución de la tierra fértil, no es solo comprar tierras, estamos ofreciendo a los propietarios del gran latifundio una propuesta sin antecedentes que es la compra por oferta voluntaria a precio comercial, eso nos permite disminuir las tensiones sobre el conflicto de la tenencia de la tierra.

Esta estrategia se acompasa con la estabilización de los territorios campesinos de colonización histórica, especialmente en el arco amazónico, para generar gobernanza con el campesinado. Busca facilitar una transición entre la zona andina, amazónica y los valles interandinos para construir territorios campesinos productores de alimentos, como lo vienen haciendo. Además, pretende estabilizar la expansión de la frontera fortaleciendo la economía forestal y generando riqueza a partir del aprovechamiento de la restauración del bosque (Ver https://semanariovoz.com/nuevo-acuerdo-de-chicoral-por-una-reforma-agraria-que-nadie-podra-revertir/ ).

Al mismo tiempo, se busca fortalecer los corredores campesinos de comercialización e identidad con el territorio, lo que permitirá generar sistemas agroalimentarios sostenibles y productivos frente a los mercados regionales e internacionales.

El Modelo agrícola

Afirma que hay que entender que los suelos, el agua y los bosques son recursos finitos que requieren un ordenamiento para su aprovechamiento. El suelo es el recurso natural más olvidado, si no se usa adecuadamente se extingue la posibilidad de producir alimentos.

Hay que ordenar la producción agropecuaria, no podemos tener ganadería en suelos aptos para producir agricultura porque se degrada el suelo, hoy tenemos posibilidades para tener una ganadería de cara a la crisis climática, regenerativa, con sistemas pecuarios amigables, en zonas de suelos aptos para ello, pero nuestra gran contradicción es que tenemos ganadería donde es productiva la agricultura y viceversa.

Por ejemplo, las sabanas inundables de Arauca, de aptitud pecuaria, allí hay presión para proyectos agrícolas y no es ni eficiente ni productiva. En el Caquetá, nuestro borde amazónico, existe uno de los hatos ganaderos más grandes del país y eso nos hace presión sobre el bioma amazónico, la zona andina, sobre nuestros parques nacionales naturales.

Es fundamental abrir una discusión en el país sobre qué significa una producción eficiente y competitiva, no sólo en términos de mercado, sino desde la perspectiva de garantizar subsistencia y, sobre todo, riqueza a las familias. Cada familia campesina debe poder generar un excedente capitalizable que le permita tener bienestar. Debemos plantear qué tipo de producción queremos y necesitamos, cómo y hacia dónde orientarnos.

Hoy podemos generar productos forestales, frutales que pueden ayudar a restaurar ecosistemas, pero que nos permite crecer económicamente. Las Zonas de Reserva Campesina son un ejemplo que alrededor de sus planes de desarrollo sostenible construyen una propuesta productiva desde el territorio, de cara a sus contextos. Debemos como sector, generar las herramientas para fortalecer esas experiencias y construir ese ordenamiento.

Reforma agraria en el Magdalena Medio y el Caribe

Cada región tiene su particularidad, la estructura de tenencia de la propiedad de hace casi cien años es bimodal. Es la tensión del gran latifundio con un minifundio que puede acercarse con la improductividad, con el fraccionamiento antieconómico ─predios pequeños donde las actividades productivas ya no son rentables.

La tensión está marcada por la guerra que ha ayudado a concentrar y fraccionar las tierras planas, fértiles, por las que siempre ha luchado el movimiento campesino, ubicadas en su gran mayoría en el Caribe y el Magdalena Medio. Esas tierras pueden transitar de manera eficiente hacia cultivos de la agricultura, son las tierras que queremos distribuir y, por eso, allí estamos enfocando el programa especial de compra directa.

Se distribuye en estos territorios porque precisamente por la alta concentración de la propiedad y porque a diferencia de otras tierras, aquellas tienen vocación productiva, ese índice está en esta región. Además, en esas tierras el movimiento campesino fue quizá el más afectado, no solo por la guerra de las últimas décadas, sino desde la violencia bipartidista. Las gestas campesinas de Córdoba, de los valles del Sinú, fueron criminalizadas y martirizadas, por ello, la reivindicación de la lucha campesina del Caribe sigue siendo vigente y hoy podemos lograr un acuerdo de gobierno y propietarios para generar un proceso de democratización de la tierra, política y social en una zona que debe ser símbolo de transición hacia la paz.

Esto nos ayuda a comunicarnos con el resto del movimiento campesino. Ellos han resistido, han creado territorios campesinos, Zonas de Reserva, sin bienes de servicios básicos y en regiones complejas que exigen mayor trabajo, en las laderas de nuestras montañas, pero aun así han logrado el abastecimiento alimentario incluso en los períodos más difíciles de la guerra.

Hoy hemos logrado que el movimiento agrario tenga la comprensión integral de reformar esa estructura caduca, violenta, social y agraria, sostiene la Ministra Carvajalino. Se planteó el tema del microfundio para recuperar tierras como en el caso de la sabana de Bogotá, Cundinamarca o Antioquia, que vienen siendo urbanizadas y fraccionadas y que son buenos suelos, potenciales para la producción agropecuaria, que deberían ser unidades productivas que no sucumban ante la asfixia rentista.

Los Comités de reforma agraria

La reforma agraria solo es posible si hay un movimiento campesino fuerte, no vamos nunca a sustituirlo, queremos dar las herramientas para la concertación con el Gobierno, por eso, reactivamos el Sistema Nacional de Reforma Agraria, creado en 1994. Este sistema pone al conjunto del gobierno a hablar de Reforma agraria y Desarrollo rural, lo cual implica poner al Estado y su oferta para que, además de redistribución, haya condiciones reales para la productividad y los derechos de las comunidades, que garanticen que la gente quiera y pueda mantenerse en el territorio con condiciones de vida dignas.

El sistema también establece el Comité de reforma agraria, instancia en el territorio que incluye las autoridades departamentales y municipales, para concertar la implementación de la Reforma agraria. Sin embargo, para garantizar la permanencia de este proceso, más allá de este gobierno, es esencial que el movimiento campesino esté sólido y cohesionado, y tenga este instrumento de articulación, los comités de reforma. De este modo, después de julio de 2026, serán ellos quienes dirijan y coordinen el proceso para que nadie pueda reversar sus derechos.

Sobre el Pacto de Chicoral de 1973 contra la reforma agraria desarrollista

Son cinco décadas de historia agraria después de la decisión de los grandes terratenientes de socavar en Chicoral (Espinal, Tolima) la reforma agraria y desatar así la guerra contra el campesinado. Hoy queremos, como un hecho de paz, como un pacto transformador, construir un acuerdo con ese campesinado que ha resistido con dignidad, que ha construido sus proyectos de vida en el territorio.

No el pacto odioso de latifundistas y la hegemonía, que instaló la exclusión y la violencia, sino el nuevo acuerdo de Chicoral por la paz y la reforma agraria. Este acuerdo expresa nuestra decisión indeclinable por la democratización de la propiedad, la redistribución, la formalización, el impulso del desarrollo rural y alcanzar la justicia para el campo colombiano. Nos vamos a encontrar en diciembre, allí, en Chicoral, para reivindicar esta reforma agraria, un proceso que nadie podrá revertir. 

El caso del departamento del Meta

Desde la Agencia Nacional de Tierras ANT muestran el caso del departamento del Meta (región agraria y ganadera del país con predominio de la hacienda mafiosa) como un piloto de avances en la gestión de la reforma agraria; aunque algunos críticos resaltan que eso más parece parte de la campaña del señor Felipe Harman (actual director de la ANT) para ser gobernador de allí a partir del 2028. 

Las cifras y procesos que se están resaltando son los siguientes:

A través de 56 resoluciones, la ANT anunció la formalización de la propiedad privada de 301 hectáreas a pequeños productores del municipio de Acacias.

En lo que va del año, la ANT ha entregado 26.971 hectáreas productivas a pobladores rurales del Meta, en los Llanos orientales.

La Agencia Nacional de Tierras (ANT), en el marco de la estrategia de formalización que adelanta en el país, permitió que familias en 12 municipios azotados por el conflicto armado en el departamento del Meta –a través de 491 títulos de propiedad– por fin tengan seguridad jurídica sobre sus predios, los cuales suman 2.616 hectáreas. Aunque hay muchas solicitudes de campesinos pobres de Puerto Gaitán (predios la Bendición y Dubái) engavetadas en los escritorios de los funcionarios obligados a dar soluciones oportunas en los procesos de titulación, como es el caso de las sub direcciones de focalización y reconocimiento jurídico.

Según los reportes de la ANT, pobladores de Granada, Lejanías, La Macarena, Uribe, Mapiripán, Mesetas, Puerto Concordia, Puerto López, Vistahermosa, Puerto Gaitán, Puerto Lleras y Fuentedeoro también se benefician con la legalización y formalización de la propiedad rural, una iniciativa de la ANT dirigida a comunidades campesinas, mujeres rurales, indígenas, y víctimas del conflicto armado y que evidencia la celeridad de la Agencia en la implementación de la Reforma Agraria, impulsada por el Gobierno Nacional en los 32 departamentos del país.

La ANT enfatiza en que ha sido posible crear siete Comités de Reforma Agraria en los municipios de Puerto López, Puerto Rico, Puerto Gaitán, Puerto Lleras, Mesetas, Vista Hermosa, y Uribe.

Así mismo, a través de 55 resoluciones, la ANT anunció que la formalización de la propiedad privada de 301 hectáreas a pequeños productores de Acacias, Granada y Puerto Lleras es hoy una realidad, fomentando así su integración en procesos sostenibles y el acceso a programas de desarrollo rural. Aunque todo esto huele a propaganda electoral.

Así las cosas, en lo que va de 2024, la Agencia Nacional de Tierras ha entregado un total de 23.971 hectáreas en cuatro municipios (Puerto Lleras, Puerto Gaitán, Puerto Rico y San Martín), terrenos que supuestamente ayudarán a fortalecer la seguridad alimentaria del Meta a través de proyectos productivos, y garantizarán el acceso equitativo a la propiedad rural en zonas estratégicas.

Las miradas criticas de lo que está ocurriendo

Pero, hay estudios y análisis de lo que está ocurriendo con la Reforma Rural hoy, que no son tan halagadores para los campesinos y sus asociaciones como es el caso de las organizaciones agrarias del Meta y Guaviare como la Asociación de Tierras y Paz del Guaviare; Asoagrovidabiosostenible del Meta; y la Asociación Agraria del Sur Oriente de los Llanos Orientales, que reúnen más de 300 familias campesinas pobres que llevan varios años de luchas y movilizaciones sin ser escuchados por la ANT.

Esos estudios indican que solo 8,4% de la meta en el Acuerdo de Paz ha ingresado al Fondo de Tierras

A pesar de la intención del presidente Petro de avanzar de forma importante en la reforma agraria que se contempla en el Acuerdo de Paz del 2016, lo cierto es que por distintas razones los logros son mínimos, como lo ha reconocido el propio presidente Petro.

El contralor General, Carlos Rodríguez Becerra, menciono hace poco como alarmante la situación actual de desarrollo del punto 1.1.1. del Acuerdo Final de Paz sobre adquisición de predios rurales y reveló que, de acuerdo con los seguimientos que realiza el ente de control, a enero de 2024 ni siquiera llegan al 1% las hectáreas adjudicadas a la población campesina.

Hasta enero de 2024, se habían ingresado al Fondo de Tierras en la Subcuenta Campesinos, 252.113,2 hectáreas, correspondientes a bienes fiscales patrimoniales, equivalentes al 8,4% de la meta pactada en el Acuerdo de Paz, que fue de 3 millones de hectáreas. Para esa fecha, solo 5.260,8 hectáreas, es decir el 0,175%, habían sido efectivamente adjudicadas a la población campesina, producto del Acuerdo.

El Contralor dice que si de formalización o clarificación se trata, según lo reportado por la Agencia Nacional de Tierras (ANT), con corte al mes de enero de 2024, de los 7 millones de hectáreas para formalización, solo se habían formalizado para la subcuenta campesinos 123.319,07 hectáreas, equivalente al 1,7% de la meta establecida. A este ritmo, se podría inferir que se necesitarían 391 años para formalizar las 6.876.680 hectáreas.

Las más recientes cifras del Ministerio de Agricultura, con corte al 27 de agosto de este año, indican que para proveer el Fondo de Tierras se han comprado 113.941 hectáreas, correspondientes a 380 predios; hay 279 predios con procesos de oferta de compra aceptada por el vendedor, que suman en extensión 66.305 hectáreas. Igualmente, se ha comprado a la SAE (Sociedad de Activos Especiales) 138 predios, que implican 25.987 hectáreas.

Producto de donaciones han ingresado al Fondo de Tierras 30 predios que suman 2.240 hectáreas; por transferencias gratuitas de la SAE 159 predios, que en conjunto alcanzan 14.631 hectáreas.

En tanto que por procesos agrarios decididos a favor de la Nación han ingresado al Fondo de Tierras, por clarificación 24.299 hectáreas; por deslinde 8.980 hectáreas, por extinción 21.032 hectáreas y por recuperación 76.253 hectáreas.

En cuanto a las tierras efectivamente entregadas a campesinos sin este activo o que es insuficiente, el Ministerio indicó que se han entregado de forma provisional 408 predios por 101.636 hectáreas, por entregas definitivas 1.048 predios que suman 10.006 hectáreas.

En titulación ya registrada el Gobierno actual ha formalizado 10.697 predios por 719.253 hectáreas; en tanto que por títulos pendiente de registro hay 6.633 predios que alcanzan 139.125 hectáreas; así como por títulos anteriores registrados por el Gobierno actual se contabilizan 2.254 predios por 285.069 hectáreas.

En cifras totales el Ministerio indica, como se dijo con corte al 27 de agosto pasado, que se han gestionado para el Fondo de Tierras 353.668 hectáreas; así como se han entregado a campesinos sujetos de reforma agraria 1.316.517 hectáreas.

La Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia indicó en el reciente informe al Consejo de Seguridad, correspondiente al periodo 27 de junio al 26 de septiembre de 2024, que en cuanto a los beneficiarios de la distribución de tierras, el campesinado ha recibido el 54% de las tierras adjudicadas hasta el momento (70.284 hectáreas).

Falta Catastro

El Observatorio de Tierras, ha informado que entregar tierras en este país es muy difícil porque las que hay las tienen los muy ricos o son baldíos en donde hay gente, que pueden ser grandes empresas o gente muy pobre. Como no se tiene la información sobre qué tierra tenemos, en dónde la tenemos y de quién es, es muy difícil que cualquier gobierno lo pueda hacer.

Un aspecto central en la Reforma agraria integral es el del Catastro multipropósito. Pero ese objetivo tiene muchas complicaciones de acuerdo con lo que afirma Andrea Silva, directora de la dependencia de Ordenamiento Social de la Propiedad de la Agencia Nacional de Tierras quien señala que la información está gravemente desactualizada. Con ella conversamos en la ANT sobre este complejo tema.

A hoy, ¿cómo está la implementación del Catastro Multipropósito en Colombia?

La política de Catastro Multipropósito se encuentra a cargo del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC)y se apoya en los 48 sectores catastrales, dentro de los cuales la Agencia Nacional de Tierras es un gestor catastral especial.

El catastro no es competencia de la Agencia Nacional de Tierras (ANT) directamente, aun cuando a través de su trabajo le aporta insumos y municipios con información física y jurídica para lograr la actualización del Catastro Multipropósito.

Como agencia, durante la vigencia 2023, aportamos al Catastro aproximadamente un millón trescientas mil hectáreas con la información correspondiente para que el IGAC, junto con los sectores catastrales, avanzaran en la actualización de los municipios que fueron entregados.

En el Congreso advierten que el bajo avance del Catastro Multipropósito es el principal cuello de botella para una reforma agraria, ¿qué opina?

Sin duda, un catastro actualizado facilitaría de manera decidida la actuación de la Agencia Nacional de Tierras porque poder tener identificados los predios o lo que se conoce como los polígonos, nos permite a nosotros llegar con mayor nivel de certeza para desplegar la misionalidad de la Agencia en materia de formalización, de adjudicación y de acceso a tierras.

Sin embargo, en el marco de la ejecución de esta política pública hemos trabajado de manera articulada con el IGAC en aquellos municipios donde ellos han iniciado intervención o de los cuales ya han realizado su gestión de actualización catastral, para que la agencia entre a hacer sus procesos de formalización y actualización.

Realmente es un tema complejo en el cual el Gobierno nacional se ha empeñado en sacar adelante, toda vez que nosotros tenemos municipios que no tienen información catastral o que no tienen actualización catastral suficiente y las bases de datos catastrales y registrales están supremamente desactualizadas.

En ese sentido, que esta información se actualice y podamos acceder a ella de manera célere facilitará la gestión que hace la Agencia Nacional de Tierras en procura de cumplir los objetivos en la reforma agraria.

¿Cuáles son los retos principales en la implementación del Catastro y qué se necesita para superarlos?

Lo que hemos encontrado desde la Agencia Nacional de Tierras es que hacer un Catastro Multipropósito en la ruralidad, donde las fuentes de información son mínimas, con información absolutamente desactualizada, constituye un reto en la necesidad que tenemos de poder avanzar de manera célere en esta tarea.

Confundir la misionalidad de la ANT con la misionalidad del IGAC también nos ha generado algunas dificultades porque hay un gran ruido alrededor de lo que significa la actualización catastral en materia del impuesto predial, que no es competencia de la Agencia Nacional de Tierras, pero que, por supuesto, hemos tenido que hacer un trabajo fuerte con las comunidades para que comprendan la diferencia de nuestras dos actuaciones.

La Agencia Nacional de Tierras no hace avalúos ni levanta información económica que son las que se requieren para el componente económico del Catastro Multipropósito, sino que nosotros levantamos información física y jurídica que es lo que la norma nos autoriza para poder avanzar en los procesos misionales.

Las condiciones de seguridad en algunos municipios del país resultan complejas, nuestros equipos en campo deben sortear toda una serie de situaciones que pueden presentarse alrededor de este levantamiento de información. Hay un problema recurrente y es que cuando llega la Agencia Nacional de Tierras a desplegar su misionalidad, empiezan a aparecer los falsos tramitadores y personas que buscan sacar algún rédito económico de manera fraudulenta. El trabajo de la ANT y todos nuestros procesos se adelantan de manera gratuita.

Hay varias condiciones que son complejas, el IGAC ha trabajado fuertemente en actualizar la cartografía nacional, nosotros también hemos hecho algunos aportes en esa actualización para tener imágenes cartográficas que cumplan con los criterios de calidad, que son necesarios para avanzar en la gestión catastral.

Si bien hemos logrado una articulación con la Superintendencia de Notariado y Registro y con el IGAC para el acceso a las bases catastrales y registrales, pues también encontramos que esta información tiene un rezago importante. Hasta hace un año escasamente el 20% del país tenía actualización catastral y este sobre todo concentrado en zonas urbanas, la ruralidad no había sido una prioridad para estos procesos de actualización y sin duda el Catastro Multipropósito ha dado un impulso importante para contemplar a la ruralidad, que es el 70% del territorio nacional, como una fuente necesaria de actualización.

¿Qué clase de resistencias se han encontrado a nivel de factores de violencia y de economías ilícitas a nivel de las regiones?

Los procesos que adelanta la Agencia Nacional de Tierras son de carácter voluntario. Nosotros ingresamos a los municipios y a los territorios en lógica comunitaria, no entramos acompañados de Fuerza Pública porque no es nuestra forma de operar.

Sin embargo, haciendo todo un ejercicio social desde nuestro componente hablamos con los líderes y lideresas que se encuentran en los territorios para lograr la avanzada de los equipos. No obstante, en varias ocasiones estas comunidades han recibido intimidación por parte de algunos grupos armados al margen de la ley para no participar en las jornadas que convoca la Agencia Nacional de Tierras.

Entonces, si bien no hay una amenaza directa contra los equipos de trabajo y nosotros podemos ingresar a los territorios, lo que sí se ha convertido en un obstáculo es que las comunidades son coaccionadas para no asistir y eso complejiza nuestra labor porque la participación en los procesos de formalización es absolutamente voluntaria por parte de las comunidades.

Una vez implementado el Catastro Multipropósito, ¿qué metas se tiene en formalización de tierras y recuperación de predios estatales invadidos?

En el Acuerdo de Paz tenemos unas metas ambiciosas que quedaron establecidas para ser cumplidas en el transcurso de 10 años, pero que en los gobiernos anteriores no se les trabajó con la intención de materializar este propósito.

Lo que tenemos establecido es la formalización de 7 millones de hectáreas y la adjudicación de 3 millones de hectáreas a través del Fondo de Tierras. A partir de los procesos de recuperación, han entrado a la Agencia y se encuentran en proceso de identificación, aproximadamente unas 230.000 hectáreas.

Hay muchos alcaldes que advierten no tener los recursos ni la logística para activar este proceso en sus localidades, ¿qué hacer?

Desde la Agencia Nacional de Tierras hemos tratado de enfocar nuestro trabajo en municipios PDET (Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial), que la mayoría son de categoría 6 y sabemos que no cuentan con recursos suficientes y necesarios para implementar este tipo de estrategias de política pública y también buscamos municipios con altos índices de informalidad en los que, a la par que aportamos al Catastro Multipropósito, podemos desplegar con mayor nivel de certeza la misionalidad de la Agencia Nacional de Tierras.

En este momento, en el marco del Ordenamiento Social de la Propiedad Rural, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural tiene priorizados 587 municipios para atención por oferta, que se divide en la formulación de planes de ordenamiento y la implementación de estos planes, que depende por supuesto de los recursos con que cuente la Agencia.

Desde la creación de la ANT hasta el año 2022 se habían formulado aproximadamente 100 planes de ordenamiento, de los cuales se han implementado cerca de 10. En el transcurso del año 2023 a la fecha hemos formulado aproximadamente 100 planes más y en este momento nos encontramos operando en 22 municipios del país con esas características.

Fuente: https://rebelion.org/el-programa-agrario-de-la-ministra-carvajalino-y-los-obstaculos-de-la-reforma-rural-para-la-paz-total/

“La violencia en Colombia se alimenta de la aberrante concentración de la tierra en una pequeña casta de grandes hacendados y terratenientes que acuden al uso de la violencia, con ejércitos privados (paramilitares) y con los públicos, para mantener y proteger sus privilegios (el coeficiente Gino de la concentración de la propiedad de la tierra en Colombia es de 0.94%); con esos ejércitos se mantiene a raya a más de 13 millones de campesinos sumidos en la pobreza y la exclusión mediante la masacre, el exterminio de líderes y el desplazamiento de millones de familias que van a parar a las periferias urbanas donde son objeto de la más repugnante manipulación de todo tipo: politiquera, religiosa, mediática, cognitiva,  delincuencial, de trata de blancas, por el microtráfico y por las grandes bandas de la delincuencia sicarial. (…)

(…) Los procesos que adelanta la Agencia Nacional de Tierras son de carácter voluntario. Nosotros ingresamos a los municipios y a los territorios en lógica comunitaria, no entramos acompañados de Fuerza Pública porque no es nuestra forma de operar.

Sin embargo, haciendo todo un ejercicio social desde nuestro componente hablamos con los líderes y lideresas que se encuentran en los territorios para lograr la avanzada de los equipos. No obstante, en varias ocasiones estas comunidades han recibido intimidación por parte de algunos grupos armados al margen de la ley para no participar en las jornadas que convoca la Agencia Nacional de Tierras.

Entonces, si bien no hay una amenaza directa contra los equipos de trabajo y nosotros podemos ingresar a los territorios, lo que sí se ha convertido en un obstáculo es que las comunidades son coaccionadas para no asistir y eso complejiza nuestra labor porque la participación en los procesos de formalización es absolutamente voluntaria por parte de las comunidades. (…)

«(…)Producto de una furiosa y sangrienta represión vivida en las últimas décadas del siglo XX y de un bombardeo ideológico-cultural inmisericorde y constante, dado a través de medios masivos de comunicación y las actuales redes sociales, el discurso dominante que se ha impuesto con fuerza apabullante es de derecha, conservador, entronizando el libre mercado, denostando todo lo estatal, criminalizando la protesta social, y a la vez estimulando un grosero individualismo hedonista, logrando de ese modo reemplazar en la ideología del día a día cualquier intento de cambio. La única salida a la crisis se vislumbra a título personal: marchar como migrante irregular hacia las presuntas islas de esplendor, como Estados Unidos, o ascender socialmente a través del estudio universitario (de ahí la profusión de universidades privadas y propuestas de post grado, en muchos casos de cuestionable valor académico, pero que impulsan las mismas ilusiones individualistas de un migrante “mojado”: “triunfar”, “salvarse”). La invasión de sectas neopentecostales que ha tenido lugar en estos años (estrategia muy bien concebida por Washington: véase los Documentos de Santa Fe) completa el cuadro, anestesiando la protesta y las cabezas, intentando sepultar el pensamiento crítico. Del mismo modo, aparece la actual epidemia de drogas que barre la región, como plan bien organizado para desconectar a las juventudes de su opción por la protesta y la rebeldía. “Es conveniente para las mismas estructuras de poder y riqueza que los jóvenes vivan presa de las adicciones y permanentemente drogados a que se despojen de su social-conformismo y muestren su inconformidad ciudadana por los cauces de la praxis política y la organización comunitaria”, dice Isaac Enríquez Pérez.

Las políticas neoliberales impuestas desde hace alrededor de 50 años desde los centros imperiales, acatadas mansamente por los gobiernos nacionales, fueron reconfigurando el paisaje político-económico y social. De esa cuenta, los grandes capitales crecieron en forma exponencial, mientras las grandes mayorías populares ahondaron su empobrecimiento. (…)»

ENTREVISTA A CAMILO GONZÁLEZ POSSO

Hernán Ricardo Murcia – DesdeAbajo, Bogotá D.C. Enero 30 de 2016.

¿Cuál es su opinión tras quince años de la implementación del Plan Colombia y qué le ha dejado al país?

El Plan Colombia en realidad ha tenido varios componentes en varias épocas. Comenzó como un plan de guerra antidrogas y después del 11 de septiembre de 2001 con el atentado en New York, se convirtió en un plan anti terrorista, en una política que en Colombia se llamó contra – narcoterrorismo. Pero el centro del Plan Colombia, fue el reforzamiento de la política anti insurgente, parte de una geopolítica de Estados Unidos con el propósito de tener una plataforma frente a la evolución política en la región, ante el fenómeno del ascenso del bolivarismo, de Chavéz; fue a su vez una respuesta al periodo de auge de las FARC y del movimiento guerrillero de los años 90.

En realidad tuvo una primera versión en Colombia al inicio de la administración Pastrana, como un plan de intervención social, con un componente cívico para las acciones militares, pero con un énfasis social. Pero rápidamente se transformó en instrumento de la intervención de los Estados Unidos en Colombia, en alianza con las fuerzas armadas, de posicionamiento de toda una nueva doctrina de seguridad. Ese es el verdadero origen.

El balance que podemos hacer depende de la lecturas. Si se lee desde el punto de vista de la política antidroga, la guerra antidrogas no obstante, avances – logros en interdicción, en combate a carteles, en una serie de elementos tácticos – de conjunto como estrategia antidrogas fracasó a nivel internacional. Fracasó como militarización de la política antidrogas y eso fue incluso reconocido por la administración Obama de manera verbal, aunque ya en los términos prácticos nunca la lograron sacar de las manos de los protagonistas y negociantes de la guerra.

Pero la guerra antidrogas demostró que no apuntó realmente a la solución de esa problemática y que se convirtió en realidad en la cobertura para estrategias de seguridad.

En el caso colombiano, el verdadero sentido fue el respaldo, al gobierno, a la institucionalidad colombiana, para contener a la insurgencia, para neutralizar a movimientos que pudieran empatar con el nacionalismo latinoamericano.

Entonces los balances se pueden hacer sobre la efectividad de la contrainsurgencia y en este plano se puede decir que la alianza de los Estados Unidos con el Estado colombiano, logró avances después del año 2000. El Plan Colombia les permitió la ofensiva, retomar iniciativas, neutralizar el avance de la guerrilla y cambiar la correlación de fuerzas en Colombia. Bajo la sombra del Plan Colombia y el Comando Sur se reestructuraron las fuerzas militares y de policía en Colombia. Se reorganizaron las brigadas y batallones de montaña. Se profesionalizó el ejército y se definieron operaciones tácticas sostenidas en territorios antes vedados. El presupuesto de guerra y defensa nacional se triplicó como parte del PIB y el pie de fuerza alcanzó el mayor nivel en la historia de seis décadas de contrainsurgencia. (…)

Fuente: https://indepaz.org.co/el-plan-colombia-15-anos-de-guerra-de-estados-unidos-en-colombia/

Alternativas emancipatorias

Las izquierdas latinoamericanas: una radiografía

4 de noviembre de 2024

Marcelo Colussi| Rebelión

En relación a los procesos tibios de “socialismo capitalista” (digamos: socialdemocracia), vale recordar lo dicho por la revolucionaria polaco-alemana Rosa Luxemburgo: “No se puede mantener el “justo medio” en ninguna revolución. La ley de su naturaleza exige una decisión rápida: o la locomotora avanza a todo vapor hasta la cima de la montaña de la historia, o cae arrastrada por su propio peso nuevamente al punto de partida. Y arrollará en su caída a aquellos que quieren, con sus débiles fuerzas, mantenerla a mitad de camino, arrojándolos al abismo”.

  1. “Izquierda” es un término demasiado amplio, impreciso incluso; de todos modos, permítasenos usarlo aquí para dar a entender todas aquellas fuerzas políticas y/o sociales que bregan por un cambio respecto al sistema capitalista. Entra allí, por tanto, un muy extendido abanico de opciones y alternativas, desde grupos alzados en armas hasta partidos políticos que se pliegan a la institucionalidad vigente, desde movimientos sociales más o menos sistematizados o espontáneos hasta grupos académico-intelectuales. Exagerando quizá, podría decirse que mucho del movimiento de ONG’s que se ha venido dando en estos últimos años, en términos amplios podría considerarse “de izquierda”. La característica común que une a toda esa amplia masa es el deseo de transformar el modelo socio-económico vigente o, incluso, en que abre críticas puntuales a injusticias que se dan dentro de ese modelo, aunque haya profundas diferencias en la forma de buscarlo.

  2. Sin enfrascarnos en una elucubración teórica en torno a cómo definir “izquierda” -porque estas breves líneas
    no dan para eso, ni la capacidad de su autor-, puede decirse que toda crítica que se abra contra el sistema puede ser considerada, tal vez en un sentido un tanto laxo, con un talante izquierdoso. De todos modos, no puede dejar de mencionarse que el término da para mucho. Solo a título de ejemplo: cuando en Argentina ganó las elecciones Fernando de la Rúa en 1999 (con un partido tradicional, de derecha, para nada transformador), para algún analista político europeo -sin dudas convencido de la racionalidad de las elecciones democrático-burguesas periódicas- eso fue un triunfo de la izquierda. Y para una visión ultra reaccionaria -tal como hoy día va ganando espacio en diversos puntos del mundo- un tibio socialdemócrata que no pretende cambiar nada de raíz, ya constituye un “peligro comunista”, que traerá el ateísmo, el fin de la familia tradicional y la reivindicación de la homosexualidad, entre otras plagas bíblicas. Sin dudas el campo popular y las izquierdas han sido tan castigadas en estas últimas décadas que una muy leve bocanada de aire algo más fresco -los progresismos latinoamericanos recientes- puede sentirse como un profundo cambio (efecto ilusorio, sin dudas. Espejismos que surgen ante la falta real de alternativas válidas, proceso humano totalmente comprensible).

  3. América Latina no es pobre. Por el contrario, como sub-continente es uno de los lugares con mayor riqueza natural del planeta. Inconmensurables tierras fértiles, agua dulce al por mayor, enormes selvas tropicales, petróleo (ahí están las mayores reservas mundiales: Venezuela precisamente, tan apetecida por el imperio del norte), gas y vastos recursos minerales (en cuenta los principales yacimientos de materiales cada vez más necesarios para las industrias de punta), litorales marítimos plagados de vida, energía hidroeléctrica en cantidades fabulosas, todo ello la convierten en un “paraíso”. Pero curiosamente, pese a esa riqueza, las diferencias entre quienes más poseen y los más desposeídos son de las más grandes del mundo (se diría que, más que paraíso, hay ahí un “infierno”). Conviven ahí magnates extravagantes con riquezas incalculables junto a poblaciones terriblemente empobrecidas. Junto a barrios ultramodernos en las principales urbes (mansiones con helipuertos custodiadas por ejércitos de guardaespaldas y vehículos de altísima gama, solo para “elegidos”) hay poblaciones viviendo en situaciones de siglo XIX en áreas rurales, o apiñadas en tugurios urbanos de inusitada pobreza y violencia, sin acceso a los servicios básicos más elementales. Regímenes militares en prácticamente todas sus naciones durante el pasado siglo hicieron de Latinoamérica una tierra de represión marcada a sangre y fuego. Las frágiles democracias existentes actualmente, totalmente formales, con unas pocas décadas de existencia, no logran -ni lo pretenden, en realidad, más allá de pomposas declaraciones que nadie puede tomarse en serio- terminar con las desmesuradas asimetrías económico-sociales reinantes.

  4. Un elemento sumamente importante en el análisis geopolítico de la región es el papel que juega Estados Unidos. Desde inicios del siglo XIX, cuando ya despuntaba como potencia comenzándole a disputar la supremacía a los países centrales de Europa, el país del norte comenzó a ver a Latinoamérica como su zona natural de influencia, su patio trasero, como suele decírsele. La llamada Doctrina Monroe, formulada en 1823, lo dejó establecido: “América para los americanos” (obviamente, los del Norte). Desde ese entonces, y durante dos siglos, las vicisitudes políticas de la región pasan indefectiblemente por lo que se decide en la Casa Blanca. Latinoamérica es un área vital para Estados Unidos, pues de la zona extrae (roba) innumerables materias primas (petróleo, minerales estratégicos, biodiversidad de sus selvas tropicales, agua dulce, etc.), mano de obra barata con la cantidad de migrantes irregulares que marchan hacia su territorio, un pago continuo de los servicios de las deudas externas con que su banca tiene amarrados a los países de la región, productos y servicios que les impone. Es por eso que custodia el sub-continente latinoamericano al milímetro con más de 70 bases militares y la IV Flota de su Armada navegando por las costas caribeñas y sudamericanas. Nada de lo que pasa en los países de la región escapa al escrutinio inapelable de Washington, y menos aún con el nuevo escenario global que se está reconfigurando, con China y Rusia -encabezando los BRICS+- que comienzan a tener una presencia creciente en el espacio latinoamericano.

  5. Producto de una furiosa y sangrienta represión vivida en las últimas décadas del siglo XX y de un bombardeo ideológico-cultural inmisericorde y constante, dado a través de medios masivos de comunicación y las actuales redes sociales, el discurso dominante que se ha impuesto con fuerza apabullante es de derecha, conservador, entronizando el libre mercado, denostando todo lo estatal, criminalizando la protesta social, y a la vez estimulando un grosero individualismo hedonista, logrando de ese modo reemplazar en la ideología del día a día cualquier intento de cambio. La única salida a la crisis se vislumbra a título personal: marchar como migrante irregular hacia las presuntas islas de esplendor, como Estados Unidos, o ascender socialmente a través del estudio universitario (de ahí la profusión de universidades privadas y propuestas de post grado, en muchos casos de cuestionable valor académico, pero que impulsan las mismas ilusiones individualistas de un migrante “mojado”: “triunfar”, “salvarse”). La invasión de sectas neopentecostales que ha tenido lugar en estos años (estrategia muy bien concebida por Washington: véase los Documentos de Santa Fe) completa el cuadro, anestesiando la protesta y las cabezas, intentando sepultar el pensamiento crítico. Del mismo modo, aparece la actual epidemia de drogas que barre la región, como plan bien organizado para desconectar a las juventudes de su opción por la protesta y la rebeldía. “Es conveniente para las mismas estructuras de poder y riqueza que los jóvenes vivan presa de las adicciones y permanentemente drogados a que se despojen de su social-conformismo y muestren su inconformidad ciudadana por los cauces de la praxis política y la organización comunitaria”, dice Isaac Enríquez Pérez.

  6. Las políticas neoliberales impuestas desde hace alrededor de 50 años desde los centros imperiales, acatadas mansamente por los gobiernos nacionales, fueron reconfigurando el paisaje político-económico y social. De esa cuenta, los grandes capitales crecieron en forma exponencial, mientras las grandes mayorías populares ahondaron su empobrecimiento. Las políticas sociales que impulsaban los Estados hacia mediados del siglo XX fueron siendo barridas, y hoy día, en todos los países, las estructuras estatales son precarias, brindando muy deficitariamente, o no brindando, los servicios básicos a sus poblaciones. En esa lógica, los movimientos sindicales contestatarios fueron siendo absorbidos/cooptados por los planteos de derecha. La pretensión del sistema, cumplida en muy buena medida, fue transformar a los “trabajadores” en “colaboradores”.

  7. Las grandes mayorías trabajadoras (urbanas, rurales, amas de casa) están más desprotegidas que nunca. Los derechos laborales están conculcados en forma bochornosa, y las prácticas de explotación alcanzan niveles no vistos antes. El movimiento sindical combativo de otrora está casi extinguido; sobrevivieron solamente sindicatos burocratizados y plegados a las patronales, los que no constituyen focos reales de reivindicación y/o mejoramiento de las condiciones laborales, más allá de ocasionales declaraciones formales. Acompañando ese cambio, las fuerzas políticas de izquierda fueron diezmadas (derrotadas militarmente, o “amansadas”, obligándolas a participar en la democracia formal de saco y corbata que no puede pasar de planteos reformistas. En tal sentido, las masas se encuentran bastante -o muy- huérfanas de proyectos reales de cambio. No aparecen -porque el sistema se cuida muy bien de evitarlas- propuestas alternativas viables, anti capitalistas, de las que las poblaciones puedan sentirse apropiadas.

  8. En el medio de esa marea de retroceso del campo popular, con un ataque enorme de los capitales (nacionales y, fundamentalmente, internacionales) sobre la masa trabajadora y los pueblos en general, las izquierdas, en tanto elemento fundamental de lucha antisistémica, no encuentra los caminos. La gran mayoría de movimientos armados se han desmovilizado, y los que aún persisten, no se ven como verdadero elemento transformador, pues el contexto se los impide, pues no existe espacio político efectivo para constituirse en alternativa viable. Las iniciativas políticas en el ruedo de las democracias parlamentarias burguesas no alcanzan a erigirse en verdaderos desafíos sistémicos. Las veces que la izquierda logró ganar el Poder Ejecutivo en los distintos países, no pudo pasar de administrar el neoliberalismo vigente con un poco más de sentido social, pero sin lograr transformar de raíz el sistema capitalista.

  9. En el inicio del siglo, en muy buena medida alentada por la Revolución Bolivariana en Venezuela encabezada por Hugo Chávez, los mandatarios de varios países de la región (Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Paraguay, El Salvador, Honduras) comenzaron tímidamente a desarrollar políticas que, sin superar el capitalismo, presentaron un carácter más moderado, con cierta preocupación por los sectores históricamente postergados. En todos ellos, llegados a las casas de gobierno por elecciones dentro del marco de la institucionalidad capitalista y no por procesos de insurrección popular, no se tocaron los resortes básicos del sistema: propiedad privada de los medios de producción, reforma agraria, nuevo Estado socialista, ideología revolucionaria desmontando la anterior cultura, reemplazo de las antiguas fuerzas armadas por milicias populares y un nuevo ejército plegado a las dirigencias de izquierda. En síntesis: se asistió a procesos asistenciales que no modificaron de cuajo las estructuras vigentes. Se puede decir que hubo dos olas; ahora se vive la segunda de ellas. Ambas presentan similares características: procesos populares con talante social que no tocan la gran propiedad capitalista.
     
  10. Para las derechas más reaccionarias (¿hay alguna derecha que no lo sea?) la situación de estos progresismos que han barrido, o continúan presentes en una actual segunda ola, en Latinoamérica, se está ante un panorama prácticamente “revolucionario”. La prédica anticomunista de las derechas vernáculas, impulsadas igualmente por el imperialismo de Washington, es tan visceral que muchas veces la población, manipulada y asustada hasta el hartazgo por esa propaganda, termina eligiendo a sus verdugos (sucedió primero con Mauricio Macri y luego con Javier Milei en Argentina, Daniel Noboa en Ecuador, Iván Duque en Colombia, Sebastián Piñera en Chile, casi por segunda vez con Jair Bolsonaro en Brasil, a quien una muy numerosa turba intentó colocar en la presidencia por la fuerza luego del último triunfo de Lula) o vota contra una imprescindible nueva Constitución en Chile, apoyando así una Carta Magna legada por la dictadura pinochetista. Si bien en Latinoamérica hay expresiones de centro-izquierda, tibias quizá, pero no enroladas en la extrema derecha neofascista, esas fuerzas de la ultraderecha hacen lo imposible para revertir esos procesos, viendo en los progresismos la encarnación del mismísimo demonio, “cabezas de playa de Moscú”: “El comunismo no se ha erradicado en Latinoamérica y confío en que se transite a regímenes con políticos que realmente representen la voluntad popular, y tenemos esperanza de que un día las cosas van a cambiar”, expresó Eduardo Bolsonaro, hijo del ex presidente carioca, en el marco de la Conferencia Política de Acción Conservadora -CPAC- (gran cumbre política organizada por la Unión Conservadora Estadounidense) celebrada el recientemente en México. Está más que claro que los procesos revolucionarios de base están bastante alejados hoy de una posibilidad real de triunfo, como fue en su momento Cuba, o Nicaragua, o como casi se logra en El Salvador, o incluso en Guatemala.

  11. Luego de un período de crecimiento y cierto esplendor económico a principio de siglo (ligado en parte al fabuloso despegue económico de la República Popular China, principal comprador de las materias primas latinoamericanas), la relativa prosperidad no pudo mantenerse, y lentamente (no sin la intervención de Estados Unidos y la presión interminable de las propias oligarquías nacionales) esos gobiernos de corte social-popular de esa primera ola fueron cayendo. En el caso de Bolivia, desalojando a Evo Morales, y también en Honduras, yendo contra el presidente Manuel Zelaya, en ambas situaciones a través de cruentos golpes militares al mejor estilo de los que se conocieron durante todo el siglo XX, siempre de la mano de los ejércitos, que siguen siendo fuerzas de ocupación, preparados en la Doctrina de Seguridad Nacional impulsada por la Casa Blanca (aunque ahora se nombre de otra manera, con pretendido énfasis en la defensa de derechos humanos).

  12. Al día de hoy solo Cuba se mantiene en un proyecto claramente socialista, sin retroceder ni hacer concesiones, pese al bloqueo y a los interminables problemas heredados. Los elementos capitalistas que puedan darse hoy en la isla (que, definitivamente, se dan a un nivel de micro-empresa) no alcanzan a torcer el rumbo socialista del Estado. Pueblo, gobierno y fuerzas armadas siguen ese derrotero, resistiendo los embates del capitalismo global, pese a los enormes obstáculos que impone Estados Unidos. Su entrada en los BRICS puede dar un poco de oxígeno a una situación que cada vez está tornándose más complicada, con recrudecimiento de las medidas que ahogan la revolución, provocando éxodos de población ante las grandes dificultades del día a día. Es tarea de todo revolucionario en cualquier parte del mundo seguir denunciando y trabajando denodadamente en contra de las medidas de Washington que pretender terminar con el proceso socialista cubano.

  13. Otros países que pueden nombrarse socialistas, presentan innumerables cuestionamientos a ese ideario. Nicaragua, con un discurso pretendidamente anti-imperialista, presenta un populismo asistencial centrado en la figura de un aprendiz de dictador rodeado de una nueva burguesía ascendente que nada tiene de revolucionaria. México (con un partido progresista en la presidencia, ahora encarnado en la figura de Claudia Sheinbaum) y Colombia (con un mandatario con planteos de avanzada, Gustavo Petro, que mantiene su ideario de socialista revolucionario, pero sin el espacio real para ponerlo en práctica, siempre acosado por una derecha troglodita), ambos gobiernos llegados a través del voto popular, abren esperanzas, las cuales no pasan de administraciones no tan marcadamente antipopulares, pero que no cuestionan de raíz -no pueden hacerlo- la primacía del capital y del papel hegemónico de Estados Unidos en la región (“capitalismo serio”, pudo decir en su momento la presidenta argentina. ¿Existe eso acaso?). El capitalismo es siempre capitalismo. El caso de Guatemala lo deja ver: si bien existió en los inicios del gobierno de Bernardo Arévalo, a inicios de 2024, la esperanza de un cambio hacia planteos populares, una “nueva Primavera Democrática” como reedición del proceso de modernización de 1944 iniciado por el padre del actual mandatario, la realidad política muestra que los factores de poder efectivos (oligarquía y embajada de Estados Unidos) no ceden ni un milímetro en sus posiciones. Los verdaderos cambios sociales, profundos y sostenibles, son algo más que discursos emotivos.

  14. El caso de la República Bolivariana de Venezuela merece una mención aparte. Habiendo surgido allí un primer grito anticapitalista con la figura carismática de Hugo Chávez, lo novedoso de ese movimiento (se volvía a hablar de “socialismo” y “antiimperialismo” luego de décadas de silencio) abrió enormes expectativas en las fuerzas de izquierda, no solo latinoamericanas, sino a nivel mundial. Seguramente porque la caída del campo popular en todo el planeta -luego de la desintegración del bloque socialista europeo y la adopción por parte de China de mecanismos de mercado- fue tan dura que un discurso que ponía de nuevo en el tapete un ideario caído en el olvido, permitía volver a soñar, a tener esperanzas. De todos modos, desde el inicio de ese proceso se vio que lo que se vivía en Venezuela no era una revolución socialista; era, en todo caso, una mejor y más equitativa repartición de la renta petrolera -lo cual no es poco, dado el grado de exclusión histórica de las grandes masas populares-, pero que no tocaba los fundamentos de la empresa privada. Muerto Chávez (o asesinado por el imperialismo, cosa que nunca quedó clara), la burocracia que siguió dirigiendo el proceso mostró que en su ADN constitutivo no había “revolución socialista”. Sumando a ello la brutal agresión de Washington a través del bloqueo y lo que dio en llamarse “guerra económica”, la situación actual del país caribeño es sumamente compleja. Las fuerzas de izquierda del continente no pueden dejar de defender el proceso emancipatorio venezolano, pero queda la pregunta -con sabor amargo- de hasta qué punto eso es un auténtico proceso emancipatorio. Obviamente, hay que seguir defendiendo la autodeterminación de Venezuela y condenando enérgicamente la intromisión imperialista (de Estados Unidos o de cualquier potencia que intente saquear los recursos del país). De todos modos, no puede dejarse de considerar que estos “socialismos sin socialismo” dan pie a la derecha para mostrar la ineficacia de estos planteos. La situación de Venezuela es mostrada como la patencia de lo imposible del socialismo: de allí la gente “huye”, pero las 2,000 personas diarias que dejan sus tierras en Latinoamérica o el Caribe con rumbo al “sueño americano” no huyen (sic), sino que “migran”. ¿Hipocresía llevada al extremo?
     
  15. Otros procesos con tinte popular, social, surgidos de las elecciones democrático-burguesas y elegidos como reacción de las masas ante el empobrecimiento de los planes neoliberales y la represión, tal como es el caso de Chile, o Brasil, u Honduras, abren expectativas, pero repitiendo lo que sucede siempre en estos planteamientos que no pueden pasar de administrar un poco más equitativamente los capitales dominantes, hay muy cercano un límite. La actual negativa del presidente Lula al ingreso de Venezuela al grupo BRICS+ lo deja ver en forma patética: el mandatario brasileño responde fielmente a los dictados de “su” oligarquía y del imperio estadounidense. Esos límites definitivamente son infranqueables, sin dudas, pues si se pretende ir más allá, la represión de la derecha no tarda en aparecer. El caso de Bolivia, complejo, con muchas aristas intrincadas, muestra que dentro de los esquemas capitalistas no se puede avanzar más de un cierto tope. Mientras persista una clase propietaria de los medios de producción (terratenientes, empresarios, banqueros… y una embajada yanki), seguirá sin detenerse la lucha de clases. Y ya vemos quién tiene más fuerza: las oligarquías, apañadas por la geoestrategia de Estados Unidos, recurren a lo que sea para no perder sus privilegios. Experiencias de gobiernos progresistas que no pudieron ir más allá del corsé de la democracia formal, sobran, todos sacados a las patadas o asesinados por golpes militares: Juan Domingo Perón en Argentina, João Goulart en Brasil, Jacobo Árbenz en Guatemala, Salvador Allende en Chile, Maurice Bishop en Grenada, Juan Velazco Alvarado en Perú, Omar Torrijos en Panamá, Jean-Bertrand Aristide en Haití, Pedro Castillo en Perú, a quien ni siquiera se le permitió gobernar un tiempo. Claramente: el sistema no perdona.

  16. Lo sucedido en Argentina abre preguntas: gobiernos tibiamente socialdemócratas como los peronistas que se sucedieron en años recientes -comenzando con Néstor Kirchner al inicio de esta ola progresista, continuado con Cristina Fernández, luego con Alberto Fernández- no transforman nada de base, más allá de planes con un talante social, claramente clientelares, con burocracias acomodaticias que no pasan de la pirotecnia “revolucionaria” solo verbal. Esas izquierdas débiles, siempre acosadas por las derechas más recalcitrantes, dan pie a un discurso de crítica feroz contra el “populismo”, que sirve para evidenciar las “falencias del socialismo”, permitiendo así (¿generando?) la reacción con propuestas de ultraderecha, como es el caso de Javier Milei, o en su momento Mauricio Macri. O como puede haber sido el caso de Bolsonaro luego del primer gobierno del Partido de los Trabajadores en Brasil, con Lula y Dilma Rousseff. En ese sentido, vale recordar las palabras introductorias del presente opúsculo, citando a Rosa Luxemburgo.

  17. El Movimiento Zapatista, una opción de izquierda centralizada en el sureño estado mexicano de Chiapas, no pudo constituirse en un modelo de autogestión popular replicable en todo el país o en otros contextos fuera de México, y si bien en sus territorios se mueve con una lógica anticapitalista con una genuina democracia de base, está condicionado por el contexto nacional e internacional, no pasando de ser una interesante experiencia, pero sin posibilidad real de profundizarse y construir una alternativa socialista autónoma (como Cuba, por ejemplo). Es, de todos modos, un interesante modelo de autogobierno donde las izquierdas pueden aprender mucho. Hay allí un fermento revolucionario muy importante, digno de ser estudiado y replicado.

  18. Las principales protestas antisistémicas de estos últimos años provienen de movimientos sociales en sentido amplio: campesinos, movimientos de pueblos originarios, desocupados urbanos, movimiento feminista, estudiantes, amas de casa, jóvenes sin futuro. En muchos de ellos no hay una clara agenda socialista, con proyecto sistemático de construcción de un modelo superador del capital privado. De todos modos, las movilidad político-social que van teniendo estas iniciativas abre nuevas esperanzas. En los comités populares de base, en esas experiencias de democracia real, participativa, de espontáneo carácter solidario y comunitario, puede encontrarse el verdadero camino para la transformación social. Las protestas (puebladas) que se dieron en distintos países latinoamericanos unos años atrás, antes de la pandemia de Covid-19, constituyen una fuente para estudiar y sacar conclusiones: ¿por qué esas rebeliones populares no pudieron transformarse en verdaderos procesos revolucionarios? Sin dudas porque faltó una dirección unificada de esas luchas que sirviera como vanguardia con un proyecto clasista claro. Evitar eso fue lo que buscó la derecha con esas monstruosas y sangrientas represiones de años atrás, con esa “pedagogía del terror” que sirvió para neutralizar las luchas.

  19. Las fuerzas políticas de izquierda que podríamos llamar “formales” o “sistemáticas” (fuerzas políticas, bloques legislativos, partidos comunistas herederos de la dinámica de la Guerra Fría con un referente en la Unión Soviética, ahora sin ese referente) no están de momento a la altura de esas protestas espontáneas. Si bien pueden tener cercanía con las masas en protesta, aún no se constituyen en vanguardias que puedan liderar ese descontento enfocando la lucha anticapitalista. Podrán serlo en un mediano plazo, pero todo indica que no lo son de momento. Tema importante a trabajar, por tanto.
     
  20. Ese desfasaje habla de la historia reciente (Guerra Fría, contienda ideológica donde el ganador claramente fue el campo capitalista), de las terribles represiones a que se vieron sometidos los pueblos en lucha (las montañas de cadáveres y los ríos de sangre no se olvidan: la “pedagogía del terror” sigue presente, potenciada por los grupos neoevangélicos y el auge de las drogas ilegales), de la desideologización promovida (desideologización de contenidos de izquierda), del continuo bombardeo ideológico-cultural al que se somete a las poblaciones. Todo lo cual hace que cunda un sentimiento de miedo/desconfianza ante los planteos de izquierda en las mayorías populares, manipuladas hasta el hartazgo con mensajes conservadores, de derecha, en muchos casos religiosos, adormecedores y demonizadores de cualquier iniciativa de cambio profundo. Si no, no podrían imponerse candidatos de ultra derecha como, por ejemplo, Javier Milei.

  21. Las izquierdas (digámoslo en primera persona plural, porque si no, pareciera que altaneramente quien lo pone en tercera persona queda al margen de la autocrítica) NO ENCONTRAMOS de momento los caminos para seguir adelante la lucha. Lo cual no significa que la lucha haya terminado. Estamos, en todo caso, en un período de resistencia y reformulación. Las causas que motivaron que haya una opción de izquierda (es decir: un planteamiento anticapitalista) no desaparecieron. En ese sentido, no es posible que desaparezca la izquierda, aunque hoy día esté (estemos) algo desorientada(os), cooptada por el discurso “políticamente correcto” de la llamada cooperación internacional y enredada en ese raro -y peligroso- engendro que son las ONG’s. ¿Qué resta por hacer entonces? No quedarse en la queja lastimera añorando lo que no pudo ser, la revolución que parecía tan cercana años atrás, pero que no avanzó como esperábamos. En todo caso, estudiar muy concienzudamente la situación, aprender de los errores y, básicamente, ¡no perder las esperanzas, seguir aportando granitos de arena en la construcción de algo nuevo! Que construir el socialismo sea difícil no significa que sea imposible. Valen, para cerrar, palabras de las pintadas callejeras del Mayo Francés de 1968: “Seamos realistas: pidamos lo imposible.

Blog del autor: https://mcolussi.blogspot.com/

Fuente: https://rebelion.org/las-izquierdas-latinoamericanas-una-radiografia/

 (…)El estudio afirma que la comunalidad es la única alternativa al capitalismo. Las acciones colectivas desde lo local, la solidaridad, la compartencia y el poder comunal, representan la única opción de agrietar al sistema capitalista, romper con la inercia de la dominación-subordinación y restablecer la vida en las comunidades.

Esta forma de vida comunitaria camina a contracorriente del modelo capitalista hegemónico propio de las sociedades occidentalizadas. Los principios del capitalismo: la propiedad privada, la competencia, el lucro, el individualismo y la libre empresa; se anteponen a los valores de la comunalidad: la solidaridad, la cooperación, la ayuda mutua, el poder colectivo y los bienes comunes.

Estos dos modelos paradigmáticos han coexistido en constante tensión y contradicción durante más de quinientos años en nuestro país y continente. La lógica de dominación que ha pretendido implantarse, ha tropezado con la resistencia de las comunidades y pueblos originarios. Frente a la imposición de occidente, las comunidades resisten. (…)

México: Comunalidad, Resistencia de los pueblos frente al capitalismo (Libro)

12 de noviembre de 2024

“Comunalidad, Resistencia de los pueblos frente al capitalismo”, es una investigación realizada por Angélica Castro Rodríguez, coordinadora del Área de Participación Ciudadana e Incidencia Pública de EDUCA. En este texto se describen y analizan dos modelos antagónicos: el capitalismo y la vida comunitaria.

El estudio afirma que la comunalidad es la única alternativa al capitalismo. Las acciones colectivas desde lo local, la solidaridad, la compartencia y el poder comunal, representan la única opción de agrietar al sistema capitalista, romper con la inercia de la dominación-subordinación y restablecer la vida en las comunidades.

Esta forma de vida comunitaria camina a contracorriente del modelo capitalista hegemónico propio de las sociedades occidentalizadas. Los principios del capitalismo: la propiedad privada, la competencia, el lucro, el individualismo y la libre empresa; se anteponen a los valores de la comunalidad: la solidaridad, la cooperación, la ayuda mutua, el poder colectivo y los bienes comunes.

Estos dos modelos paradigmáticos han coexistido en constante tensión y contradicción durante más de quinientos años en nuestro país y continente. La lógica de dominación que ha pretendido implantarse, ha tropezado con la resistencia de las comunidades y pueblos originarios. Frente a la imposición de occidente, las comunidades resisten.

La resistencia es un mecanismo de defensa que se encuentra en los anticuerpos de los pueblos, y que se activa cuando se encuentran en riesgo sus territorios, su cultura y sus formas de vida comunitaria. En los últimos años, a esta resistencia también se le conoce como lucha anticapitalista.

El anticapitalismo es la defensa del territorio, la defensa de las identidades y las luchas en favor de la ecología. El anticapitalismo y la resistencia indígena tienen como propósito impedir que la economía global arrase con los territorios y culturas. En otras palabras, esta lucha se propone mantener los bienes comunes a salvo de las manos del Estado y del mercado.

A través de un recorrido histórico, sobre todo de las últimas tres décadas, la investigación nos revela cómo el Estado mexicano ha construido una sólida base jurídica e institucional para justificar el despojo y explotación de los territorios y cómo esto ha servido como coartada para construir la narrativa de modernidad, el ingreso de México al primer mundo y para lograr el “anhelado desarrollo” del país. Te invitamos a leerlo y compartirlo.

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