Independencia del peronismo y progresismos
Desafío para la unión abajo vs. Capital: Deconstrucción del peronismo y los progresismos
El despliegue del neoliberalismo desde los setenta se concretó como un régimen de ocupación económica territorial de Argentina. Se instauró mediante terrorismos para estatales y el Operativo Independencia como terrorismo estatal durante el tercer gobierno de Perón y el de su viuda sostenida por el PJ. En octubre de 1973 Perón avala el Documento Reservado del Consejo Superior Peronista que declara la guerra al movimiento insurreccional como plan de gobierno suyo.
En 1977 Rodolfo Walsh acusa a la Junta Militar que su terrorismo de estado es para implantar la Miseria Planificada. ¿En qué consistió esa criminalidad de lesa humanidad?
La comunidad de negocios de los capitales y estados extranjeros -sobre todo imperialistas- con los locales, durante los 41 años, acumuló: riquezas, poder de dominio e ingresos al precio de incesante extensión de la pobreza estructural, el hambre y la desertificación del país.
¿Cómo fue posible? La viabilizaron los gobiernos de turno de la democracia no antagónica a la dictadura genocida, al ser ambas representativas del establishment transnacional y transnacionalizado.
En efecto, todos los gobiernos de turno aceptaron como responsabilidad prioritaria el pago de los servicios de la deuda externa del establishment que Domingo Cavallo estatizó -casi por completo- a fines de la dictadura genocida.
La deuda externa pública fue diseñada para ser eterna y todos los gobiernos de turno la privilegiaron por sobre la atención a las necesidades básicas e infraestructuras para la dignidad humana de los pueblos de Argentina.
El neocolonialismo implícito en el neoliberalismo fue impulsado hasta su afianzamiento por el gobierno del PJ liderado por Carlos Menem que no sólo incorporó en su cúpula a dirigentes de la Ucedé, partido creado por Álvaro Alsogaray a fines de la dictadura para el simulacro de democratizarse. Sobre todo, convirtió en súper ministro a Domingo Cavallo, quien implementó el Consenso de Washington de privatizaciones que resultaron en adueñamiento por las transnacionales de las empresas palancas de desarrollo del país y del bienestar social. Que restringieron lo que denominaron servicios públicos a quienes tenían poder adquisitivo. En fin, fue Cavallo al frente del PJ que hundió en la miseria a buena parte de los jubilados y pensionados. Desde entonces rige la ley cínicamente designada con el nombre de “solidaridad previsional”.
De suerte que esa expropiación y mercantilización de los bienes comunes sociales condujo, por un lado, al colapso de las economías regionales, a estados fallidos provinciales y a la quiebra del 50% de las pymes rurourbanas. Acompañados por despidos masivos y despojo de tierras a campesinos e indígenas. Esto último se potenció con el peronista Felipe Solá que, como secretario de agricultura de Menem en 1996, legalizó la invasión económica territorial de Monsanto al aprobar su soja transgénica y el correspondiente paquete tecnológico.
Por otro lado, ese apoderamiento económico territorial de las transnacionales y el cuerpo jurídico que el PJ elaboró sirvieron a la expansión de los extractivismos o ecocidios con sus consecuentes genocidios silenciados e invisibilizados por el capitalismo para progresar en ese acaparamiento de tierras y otros bienes comunes naturales.
Fueron otros gobiernos del PJ, los liderados por Néstor y Cristina Kirchner que implantaron la criminalidad de lesa humanidad y lesa naturaleza de los extractivismos. Es decir, fueron fundamentales para que se concretara la Miseria Planificada por el establishment durante su genocida dictadura militar eclesiástica.
Más de una deKada afianzó el avance gran capitalista de la ocupación e invasión económica territorial del país por el sistema global de agronegocios. Lo realizó en nombre, primero, de alimentar al mundo y luego de producir agrocombustibles que oficializó como biocombustibles para embaucar de dar soluciones a la emergencia climática garantizando la vida. Cuando lo cierto es que esos monocultivos de transgénicos pueden existir gracias a agrotóxicos derivados del petróleo. Son mortíferos para todos los seres que no sean los modificados en su herencia para tolerarlos y para los humanos son cancerígenos y teratógenos.
Subrayemos que más de una deKada fue crucial para el cumplimiento de la función de la democracia continuadora de la dictadura genocida: profundizar, perfeccionar y actualizar la política e ideología antisubversiva. En efecto, construyó la delegación en, u obediencia incondicional al liderazgo político de, quien esté siendo representante del establishment en dicho período histórico. Partió de mimetizarse con las aspiraciones mayoritarias (para «enterrar» dijo Néstor la antineoliberal rebelión popular 2001-2002) y ahuecarlas, corromperlas, sumarlas a la censura del disenso desde izquierdas independientes e instaló la lectura maniquea de la realidad política económica para sustituir al desprestigiado bipartidismo tan imprescindible a mantener gobiernos de turnos representantes del establishment transnacional y transnacionalizado.
Agreguemos a más de una deKada cómo Cristina Fernández y Axel Kicillof hicieron al festejo popular de la estatización parcial de YPF. Cuando lo cierto fue que la concretaron para la invasión del fracking por las grandes petroleras. Incluso CFK promulgó la ley Chevon o RIGI actual. Aún más, a YPF la transformaron en la herramienta para los imprescindibles subsidios directos e indirectos a los extractivismos.
Sumemos la burla a la voluntad popular de ¡basta de gobierno de Mauricio Macri! por el gobierno de CFK, encubierto por AF, al continuar con ajustazos e hiperinflación cuya función no es como señalan -desde décadas- las izquierdas electoraleras para pagar servicios de la deuda diseñada para ser eterna, sino que es para subsidios directos e indirectos a la expansión de los extractivismos o único modo capitalista de enriquecimiento oligopólico por despojo, y mercantilización, de los bienes comunes a los pueblos del Abya Yala.
El gobierno de Cristina y Alberto Fernández hizo viable esa maximización de la acumulación del establishment transnacional y transnacionalizado que hace realidad concreta su omnipotencia actual. ¿Cómo? mediante Acuerdo de Paz Social que firmaron todas las centrales sindicales y la dirigencia de la ‘economía popular’ y todavía hoy dura esa usurpación del invencible poder de unión de toda la clase trabajadora.
Por último, el gobierno de Cristina y Alberto Fernández legitimó la ocupación económica territorial de Argentina por Mekorot que significa establecer el apartheid hídrico como en Palestina e ingreso de las fuerzas militares y de seguridad y de inteligencia del genocida Estado sionista de Israel.
Subrayemos otras características del peronismo:
-Toda su dirigencia política ha sido fiel al nazi fascista Juan Domingo Perón, que agravó su carácter de enemigo popular, mistificando a Juan Manuel de Rosas representante de la más poderosa oligarquía terrateniente. Que lo fue y es por entregar el país, en ese entonces, a Inglaterra. La vigencia de esa malinterpretación de la historia argentina implica denostación de Domingo F. Sarmiento o de la modernidad capitalista que dio origen a la economía dependiente a causa del dominio latifundista por prohibición de la reforma agraria.
– Su actual presidenta conquistó obediencia incondicional y ser símbolo de democracia y libertad. Cuando es la responsable principal en gestionar, y forzar abajo a multimillonarios subsidios directos e indirectos, a los extractivismos rurourbanos que hambrean, envenenan, avasallan todos los derechos a los pueblos. ¿Cómo? El establishment expropia y mercantiliza los bienes comunes, también acumula por súper explotación de la naturaleza, los trabajadores, los pueblos e individuos de abajo de la Argentina sin fronteras ni muros burgueses.
Apreciemos qué nos advierte Horacio Machado Aráoz, y nos ayuda a comprender razones iluminadoras sobre cómo todos los gobiernos progresistas del Abya Yala, al promover los extractivismos, resultaron en desarrollo de la opresión-represión neoliberal:
«Necesitamos recrear radicalmente la noción de “derechos humanos”, pero no como una tarea intelectual; no se trata de redactar una nueva declaración formal ni una fórmula jurídico-política. Estamos hablando de la necesidad de recrear como un proceso material de reinventar formas de relacionamientos, de materialidades, de prácticas; instituir otras formas concretas de relacionarnos entre seres vivos, humanos y no humanos, como seres con-vivientes, como comunidades de vida enraizadas y encarnadas en los territorios; creando nuevas formas de vivir y de producir la con-vivencia; de producir la habitabilidad de la tierra que hoy está en juego.
Seamos conscientes de que, incluso esa habitabilidad, está hoy amenazada por esa idea heredada, colonial, e institucionalizada de “derechos humanos”. Por eso necesitamos deconstruir, reconstruir, refundar de raíz, esa idea de “derechos humanos”; para ampliar, precisamente, el horizonte de la emancipación y para que, en nombre de los derechos humanos, no se generen nuevas formas de legitimación de violentamientos y de opresiones. Porque no podemos pasar por alto que venimos de experimentar y sufrir gobiernos que, en nombre de la defensa de “derechos humanos”, han ampliado la frontera del extractivismo. Que, en nombre presuntamente del “reconocimiento y la ampliación de derechos” o bajo su justificación, han producido nuevas oleadas de despojo, de avasallamiento, de destrucción de territorios habitables. Entonces, vuelve a surgir ahí esa gran contradicción fundamental. (…)
(…) No hay cómo pasar por alto que esta “primera declaración de los derechos del Hombre” acontece en pleno auge del colonialismo; de naturalización y apogeo del comercio de carne humana viva traficada como fuerza de trabajo esclava; de imposición y extensión de un régimen oligárquico de apropiación y explotación diferencial de las energías vitales de la Tierra. Esa idea de “derechos humanos” se hace, entonces, en un momento de consolidación de las conquistas modernas. Esas conquistas no son de “derechos”, sino de tierras y cuerpos objetualizados. La tierra toda pasa a ser pensada como objeto de conquista y explotación. Continentes enteros con sus respectivas poblaciones originarias pasan a ser tratados como colonias, es decir, reducidos a zonas de saqueo y sacrificio para el abastecimiento de los privilegios imperiales que se afirman como el anverso necesario de ese intercambio desigual.
Civilización y progreso como sinónimos de colonialismo y racismo
Como contracara a la instauración del «Hombre» como único titular de derechos, la Tierra es drásticamente devaluada y despojada de su atributo principal: el de ser un planeta viviente, para ser sólo concebida como mero objeto de conocimiento, objeto de explotación. Y esto no fue sólo ni principalmente de una operación mental (el pasaje de una cosmovisión orgánica y viva de la naturaleza, a la concepción mecanicista y muerta que instaura la primitiva ciencia moderna), sino que se trató de una transformación práctico-material, económica y militar, a través de la cual la tierra pasó a ser arrasada en su sociobiodiversidad, para ser luego “ocupada” y explotada “racionalmente” como “medio de producción”.
Ese proceso de conquista moderna se materializa así, por la doble vía de la imposición de un patrón racista y patrimonialista de regímenes de trabajo forzado sobre la inmensa mayoría de seres humanos despojados de sus tierras. Y, por otro lado, por la imposición de un patrón de racionalización del mundo, por medio del cual todos los seres vivos pasan a ser concebidos, tratados y producidos como meros “recursos” mercantilizables, solo valorados como materias primas para procesos industriales, o como mercancías en sí; desde la plata y el oro, a la caña de azúcar y el algodón, las aguas, la tierra, los bosques y las montañas; todo; toda la biodiversidad.
Pues bien, el hecho es que la noción occidental de “derechos del Hombre” emerge como punto culminante de un proceso de ocupación colonial del mundo. Y esto no es mera casualidad o coincidencia fortuita. La concepción moderna de los Derechos del Hombre hace parte de todo ese proceso de reconfiguración / mercantilización del mundo de la vida toda, en nombre de la “Civilización” y el “Progreso”. Esta noción de “Derechos del Hombre” es una pieza clave de la consagración y legitimación de la conquistualidad moderna; de la imposición del valor de cambio, el precio de mercado, como lenguaje universal de valor de la vida toda; de toda vida.
En ese marco, las revoluciones políticas del siglo XVIII evocan la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad sólo como aspiraciones blancas, como drásticamente lo muestra el aplastamiento sangriento de la revolución haitiana de 1808. El liberalismo es, histórica y políticamente, ideológica y materialmente, un constructo emergente del colonialismo. Los derechos políticos y humanos que consagra son los derechos del usurpador; del conquistador.
Así, por tanto, desde su propio origen histórico, el extractivismo es el anverso colonial de los “Derechos del Hombre”. La facticidad de la usurpación; el despojo territorial y el desplazamiento poblacional como hechos consumados; la explotación de seres y procesos vivos para la extracción de mercancías a ser valorizadas en el mercado mundial, ese el marco histórico-estructural, la materialidad de las prácticas sobre las que se erigen y producen las ideas, las normas, los valores y las aspiraciones del liberalismo. No hay cómo redimir esto.
Una matriz contraindicada para la reproducción de la vida
El problema fundamental de la noción occidental de derechos humanos no es sólo un problema de “exclusión”; sino que se trata de un problema radical, ontológico de su matriz de concepción y producción del mundo. No se trata sólo de la inmensa mayoría y la vasta diversidad sexo-genérica y sociocultural de modos humanos de ser y existir que quedan por afuera del patrón blanco, heteropatriarcal-patrimonialista del molde de “Hombre” pensado y consagrado por sus fundadores. El problema no es sólo el colonialismo, ni el patriarcado; el problema es el nuevo patrón de poder en su conjunto, como matriz integral de relacionamiento que se supone y se impone como modo de existencia único, superior, legítimo, universal. Esa matriz de relacionamiento se construyó sobre presupuestos y principios que van a contra-corriente de los requerimientos más elementales de producción social de la vida en la Tierra y de la Tierra. Supone una concepción del mundo que contradice absolutamente el proceso histórico-material de conformación, emergencia y devenir de la materia viva terrestre y de co-evolución de los ecosistemas y el conjunto integral de las comunidades bióticas que habitaron y habitan la Tierra. (…)»
Fuente: https://huelladelsur.ar/2024/12/13/democracia-derechos-humanos-y-colonialismo-contradicciones-fundacionales-y-territorios-para-la-vida/