La mayor gravitación de la democracia
Emiliano Calarco y Matías Blaustein concluyen su artículo señalando: «(…) El no emerger como sujetos, el delegar la política en el aparato estatal y en sus representantes, el pretender disputar el Estado (¿cómo podría disputarse una relación social de dominación burguesa?) en lugar de apostar a la lucha de clases, es el terrible aprendizaje del genocidio militar».
Pienso que la genocida dictadura militar, eclesiástica del establishment para implantar el neoliberalismo consiguió los objetivos del Acuerdo Nacional de Alejandro Lannusse con Juan Domingo Perón: eliminar los pueblazos, el sindicalismo desperonizado o con independencia de clase y la unión de las izquierdas mirando a la emancipación del capitalismo. Desorganizó y amedrentó, esta última política también el gobierno de Cristina Fernández y Alberto Fernández ejecutó durante pandemia.
Discrepo con Emiliano Calarco y Matías Blaustein al considerar que la democracia gravitó más. Los 41 años naturalizaron el Estado Corporativo que Perón fundó en 1944 y hasta el sindicalismo combativo lo exige. Se vertebra en el Partido Justicialista homogenizado de derecha mediante los terrorismos paraestatales programados e iniciados por el general Perón durante su tercer gobierno constitucional.
Además del Estado Corporativo cuya función es el bloqueo de la lucha de clases, la democracia es esencialmente antisubversiva y desarrolló (junto a los grandes medios de desinformación, cultura de masas e intelectuales orgánicos) un amplio espectro de manipulaciones conciliadoras con la Miseria Planificada por el establishment durante su dictadura genocida.
Sin embargo, hubo luchas trascendentes. En el gobierno de Alfonsín, destaquemos activismo político respecto a juicio a la Junta Militar. A consecuencia de éste, hubo levantamiento de los carapintadas durante semana santa de 1987. Tan masiva y firme fue la voluntad popular de rechazo a la impunidad de los oficiales genocidas en esos cuatro días que Alfonsín, como en el 2001, se asustó de la potencia subversiva y ocultó a la multitud de su aceptación de las exigencias carapintadas.
En 1988 se produjo la federal Marcha Blanca, en medio de un paro nacional de CTERA por tiempo indeterminado, los docentes reconociéndose trabajadores de la educación en vez de apóstoles exigieron valoración tanto de la Educación Pública como de su función y en este caso, fue la dirigencia que privilegió mantener el orden neoliberal sobre el posicionarse junto con sus mandantes.
En 1989 las candidaturas de Izquierda Unida habían adquirido prestigio social pero terminaron sus posibilidades parlamentarias debido al copamiento del cuartel militar en La Tablada que realizó el izquierdista Movimiento Todos por la Patria y a la casi inmediata hiperinflación causada por el establishment como golpe económico al gobierno de Alfonsín.
Durante el gobierno de Carlos Menem-Eduardo Duhalde hubo defensas importantes de las empresas estatales y sobre todo por parte de los ferroviarios y telefónicos. Pero, por un lado, hubo sabotajes con la intención de cansar a los usuarios y por otro, campañas de todo tipo para estigmatizar al trabajador estatal. También los jerarcas sindicales pasaron a ser grandes empresarios a través de la tercerización laboral.
Aún más, creo fundamental tener en cuenta la reestructuración radical que realizó el neoliberalismo para el sometimiento del Trabajo al Capital. César Guzmán Concha* explica que:
El neoliberalismo significa para el mundo del trabajo en particular los siguientes procesos:
A consecuencia de la introducción de nuevas tecnologías y de nuevas técnicas del management de recursos humanos, una profunda reorganización de los procesos de trabajo.
Reducción de las plazas ocupadas en el sector de la industria con el consiguiente crecimiento (relativo y/o absoluto) del sector terciario.
Aumento de la heterogeneidad ocupacional.
Como efecto de lo anterior, disminuye el peso relativo y la importancia política de los sindicatos de la industria (es decir, el sector históricamente considerado “más combativo” pierde relevancia en el conjunto general de la clase trabajadora).
Incorporación creciente de la mujer a la fuerza de trabajo.
Crecimiento de las distintas modalidades de empleo precario y del desempleo, a causa de la expulsión de trabajadores de los circuitos formales por los ajustes de competitividad en las distintas actividades, de la introducción de formas de flexibilización (salarial, numérica y funcional) en las relaciones laborales, y de la reducción en la capacidad de absorción del empleo por la economía.
Privatización de los conflictos entre capital y trabajo, es decir, se espera que éstos dejen de constituir materia de interés del Estado en cuanto defensor del interés común, para recluirse a la esfera de “conflictos entre privados”. Ello se observa, por ejemplo, en las propuestas de reforma a la legislación laboral.
Preeminencia de la doctrina del Estado subsidiario, para estimular la eficaz asignación de recursos del mercado y mantener el acceso al crédito de los bancos y organismos internacionales.
A consecuencia de ello, y como corolario, subyace el objetivo de despolitizar la esfera de la relación entre capital y trabajo, postulando en su reemplazo una cierta noción de “comunidad de intereses” que tornaría fútiles sus diferencias.
Esta reorganización a gran escala no sólo está transformando drásticamente el sistema económico, sino también los procesos culturales, sociales e identitarios, modificando o tornando extemporáneos los patrones clásicos de constitución de actores sociopolíticos y de generalización de intereses prevalecientes, e imponiendo, en consecuencia, restricciones y condiciones nuevas a la fuerza de trabajo en sus posibilidades de constitución como sujeto (Baño y Faletto, 1992 y 1999). (…)»
*Guzmán Concha, César. Los trabajadores en tiempos del neoliberalismo. Los casos de Argentina y Chile. Informe final del concurso: Fragmentación social y crisis política e institucional en América Latina y el Caribe. Programa Regional de Becas CLACSO. 2002 Fuente: https://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/becas/20110119020015/guzman.pdf
Subrayemos que más de una deKada fue crucial para el cumplimiento de la función de la democracia continuadora de la dictadura genocida: profundizar, perfeccionar y actualizar la política e ideología antisubversiva. En efecto, construyó la delegación u obediencia incondicional al liderazgo político de quien está siendo representante del establishment en dicho período histórico. Partió de mimetizarse con las aspiraciones mayoritarias (para «enterrar» dijo Néstor la antineoliberal rebelión popular 2001-2002) y ahuecarlas, corromperlas, sumarlas a censura del disenso desde izquierdas independientes e instaló la lectura maniquea de la realidad política económica para sustituir al desprestigiado bipartidismo tan imprescindible a mantener gobiernos de turnos representantes del establishment transnacional y transnacionalizado.
En fin, dividió hasta las familias y convirtió en festejo de crecimiento a tasas chinas a la expansión de los extractivismos. Entre los cuáles fue fundamental el avance del sistema de agronegocios cuyo modelo fue/es el de la soja transgénica en nexo indisoluble con venenos. De ahí que CFK sea responsable principal del hambre en Argentina y de su constante profundización, extensión. Lo es por el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial (2010-2020). Y que pese a catastróficas consecuencias del PEA, en pleno confinamiento justificado por pandemia, se presentó al Congreso para que convierta en ley del agro al Plan 2020-2030 del bloque dominante sobre el sistema de agronegocios y único beneficiado.
Agreguemos a más de una deKada, cómo Cristina Fernández y Axel Kicillof hicieron al festejo popular de la estatización parcial de YPF. Cuando fue para la invasión del fracking por las grandes petroleras, hasta CFK promulgó la ley Chevon. YPF fue transformada en la herramienta para subsidios directos e indirectos a los extractivismos.
Sumemos la burla a la voluntad popular de ¡basta de gobierno de Mauricio Macri! por el gobierno de CFK, encubierto por AF, al continuar con ajustazos e hiperinflación para subsidios directos e indirectos a la expansión de los extractivismos. Y concretar esa acumulación del establishment transnacional y transnacionalizado mediante Acuerdo de Paz Social que firmaron todas las centrales sindicales y la dirigencia de la ‘economía popular’ y todavía dura esa usurpación del poder de los trabajadores.
Por último, el gobierno de Cristina y Alberto Fernández legitimó la ocupación económica territorial de Argentina por Mekorot que significa establecer el apartheid hídrico como en Palestina e ingreso de las fuerzas militares y de seguridad e inteligencia del genocida Estado sionista de Israel.