Salgamos de atribuir al FMI el malvivir del 90%

Progresistas e izquierdistas electoraleros se han quedado en enfrentar al fetiche “FMI”. Sucede que el hambre se genera, fundamentalmente, por la expansión del sistema de soja transgénica en nexo indisoluble con venenos.

Cristina Fernández, como presidenta, la promovió a través del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2010-2020 y como vice con mayor poder político que el presidente presionó al Congreso para convertir en ley del agro al Plan 2020-2030 del bloque dominante y único beneficiario del sistema de agronegocios. Que como todo extractivismo desertifica o extermina las posibilidades de vida y trabajo (“saquear la tierra, el agua y los hábitats” dice Raúl Quirino refiriéndose al FMI); concentra y transnacionaliza tanto la economía como los territorios o sea desaloja, expulsa, excluye, desnutre, envenena a una creciente mayoría. También menosprecia al 90% con miserables salarios y jubilaciones. En suma, arruina el país.

Ahora tanto Estados Unidos como China encabezan la aceleración e intensificación de esos ecocidios con sus consecuentes genocidios silenciados e invisibilizados por el sistema capitalista.