¿Vacunas transgénicas?

Elena Cedrón/Confraternizarhoy

Descubrames el nexo entre el inducido terror al Covid-19 con nuestra conversión en clientela cautiva de los 20 oligopolios farmacéuticos globalizados y con nuestro creciente sometimiento al capitalismo de vigilancia.

Procuremos situarnos en qué se basa mi búsqueda de respuestas

Tengamos presente que, al menos desde los 80, no he estudiado ni leí sobre el tema hoy tan trascendente. Además, la simplificación de procesos sumamente complejos puede conducirme a malas interpretaciones. Por eso pido señalen errores a quienes sí están especializades o se han interesado desde hace tiempo por pensar sobre las correspondientes tecnologías.

En esta nota me propongo aumentar las posibilidades de comprensión, entre les diverses de abajo, del análisis tan valioso de quienes se atreven a asumir las ciencias desmercantilizadas rompiendo con la subordinación mayoritaria de sus colegas a los dictados de los oligopolios que dominan al sistema mundo capitalista. Apreciemes que en la Editorial de la segunda revista de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza en América Latina (UCCSNAL) Leonardo Melgarejo, con traducción del portugués por Pablo Galeano, explica:

En este segundo número de la revista Ciencia Digna, la UCCSNAL presenta artículos que articulan la problemática de la COVID-19 con las amenazas a los derechos humanos, la dilapidación de los bienes comunes, el desprecio por los métodos científicos responsables y la degradación de la credibilidad de instituciones y normas fundamentales para la democracia y el desarrollo socioambiental. Se incluyen relatos de experiencias comunitarias y reseñas de libros vinculados a estos contenidos1.

Insisto en que sólo acompaño a la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza en América Latina (UCCSNAL) en su “propósito general de brindar información clara a la ciudadanía y a la comunidad científica con el fin de aportar e incentivar un diálogo social y científico. Los objetivos específicos refieren a descripciones estructurales del objeto de estudio, a sus riesgos y a sus posibles impactos”. Así les Científica/os Comprometides explicitan el objetivo del artículo «Elementos para el análisis de riesgo de las nuevas vacunas de ARNm modificado y/o adenovirus recombinantes contra el SARSCoV-2»1. Aclaran que el artículo tiene como antecedente la Declaración de UCCSNAL sobre nuevas vacunas genéticas o transgénicas en el contexto de SARS COVID-19 (UCCSNAL, 2020)”.

En la Introducción comparan las vacunas tradicionales con las mayoritarias contra el Covid-19. Mientras las primeras contienen un tipo de virus o de bacteria inactivado o atenuado y han sido probadas en estudios clínicos de calidad y durante años porque generalmente los efectos no deseados se manifiestan en el mediano o largo plazo. Por el contrario, las vacunas contra el SARS-CoV-2, en su mayoría, utilizan ADN recombinado o ARNm modificado bioquímicamete (ARNm*, el asterisco es por “modificado”). Atendames a UCCSNAL:

Estos tratamientos masivos con biofármacos de tipo genético son similares a las terapias génicas, pero dado que buscan entrenar al sistema inmunitario para que la persona expuesta al virus esté protegida de sus efectos, las denominaremos “nuevas vacunas”(NV). Del mismo modo que las terapias génicas involucran diversas tecnologías de ADN recombinante, sus riesgos e impactos potenciales en la salud no han sido evaluados en profundidad, debido a que estas NV se diseñaron, fabricaron, probaron en fase clínica y se implementaron masivamente en menos de un año.

El artículo1 (de agosto 2021) tan imprescindible ante el predominio de la desinformación, concluye en:

Reflexiones finales

Este trabajo constituye un primer aporte que expone algunos elementos o puntos de control hipotéticos que consideramos relevantes para realizar un análisis de riesgo de estas nuevas vacunas genéticas o transgénicas y su adecuada gestión, que debe ser guiada por un estricto principio de precaución y protección de la salud pública. Entendemos que es un aporte limitado –debido a la escasez de disponibilidad de datos y, a veces, de antecedentes publicados– pero necesario, en un escenario que evoluciona día a día en medio de importantes incertidumbres que podrían derivar, a mediano y largo plazo, en la ampliación de efectos adversos ya reportados, y nuevos imprevistos, de las vacunas génicas experimentales. Las poblaciones tienen derecho a conocer y decidir sobre estos riesgos, especialmente frente a otras opciones de prevención y vacunación que no los implican.

Los análisis de riesgo que aborden los puntos planteados en este artículo, deberían ser parte de la información necesaria para un protocolo de consentimiento informado dirigido a la población (Cardozo et al., 2021). El hecho de vacunar masivamente durante una pandemia puede acarrear problemas de escape, por aparición de variantes virales o interferencia viral (Vanden Bossche, 2021). Al momento de escribir este trabajo, están apareciendo una serie de reacciones graves a consecuencia de estas nuevas vacunas, lo cual nos permite plantear una duda razonable y argumentada acerca de si en este contexto es pertinente este tipo de intervención masiva, planteada para todas las edades y condiciones fisiopatológicas, sin identificar claramente y discriminar grupos de riesgo.

Es relevante notar que la enfermedad causada por el SARS-COVID-2, la COVID-19, presenta, según la OMS, un índice de letalidad relativamente bajo en su promedio global, comparable al de la gripe común (Ionnaidis, 2021), aunque la tasa de letalidad es notablemente más alta en algunas regiones. Este último hecho está ligado, entre otros factores, a la presencia de comorbilidades, mayor edad en la población de las personas infectadas, entre otras causas. Por este motivo la UCCSNAL considera que, en vez de estar ante una pandemia estamos ante una sindemia: una convergencia sistémica de factores que debilitan el sistema inmunológico.

1): https://www.biodiversidadla.org/Recomendamos/Revista-Ciencia-Digna-2

Tratemes de explicar la terminología

Los ácidos nucleicos son macromoléculas necesarias para el almacenamiento y la expresión de la información genética. Existen dos tipos de ácidos nucleicos química y estructuralmente distintos: el ácido desoxirribonucleico (ADN) y el ácido ribonucleico (ARN); ambos se encuentran en todas las células procariotas y eucariotas.

En los virus sus genomas (información hereditaria) pueden estar como ADN o como ARN, el coronavirus ejemplifica al último tipo. En las células el ADN funciona como el almacén de la información genética y observamxs que en las eucariotas (o sea con núcleo bien diferenciado del citoplasma mediante una membrana) se localiza en los cromosomas del núcleo y de las mitocondrias, también de los cloroplastos en células fotosintetizadoras. Mientras en las procariotas (bacterias y …)  el ADN se encuentra en su único cromosoma y también de manera extra cromosómica, en forma de plásmidos.

El genoma humano es la secuencia de ADN contenida en los 23 pares de cromosomas del núcleo de cada célula. La secuencia de ADN que conforma el genoma humano contiene la información codificada necesaria para la expresión del proteoma humano o sea del conjunto de las proteínas del ser humano. Las proteínas, y no el ADN, son las principales biomoléculas efectoras; poseen funciones estructurales, enzimáticas, metabólicas, reguladoras y señalizadoras, organizándose en enormes redes funcionales de interacciones. El proteoma fundamenta la particular morfología, fisiología y funcionalidad de cada célula.  Asimismo, la organización estructural y funcional de las distintas células conforma cada tejido y cada órgano y, finalmente, el organismo vivo en su conjunto. Así, el genoma humano contiene la información básica necesaria para el desarrollo físico de un ser humano completo.

Tanto los ácidos nucleicos como las proteínas son polímeros. Los ácidos nucleicos están formados por largas cadenas de nucleótidos constituidos por un glúcido de 5 carbonos o pentosa, un grupo fosfato y una base nitrogenada. Están enlazados entre sí por el grupo fosfato.

El grado de polimerización puede llegar a ser altísimo, siendo las moléculas más grandes que se conocen, con moléculas constituidas por centenares de millones de nucleótidos. Así como los ácidos nucleicos son polímeros lineales aperiódicos de nucleótidos, las proteínas lo son de aminoácidos. La aperiodicidad de la secuencia de nucleótidos implica la existencia de información. De hecho, sabemos que los ácidos nucleicos constituyen el depósito de información de todas las secuencias de aminoácidos de todas las proteínas de la célula. Existe una correlación entre ambas secuencias, lo que se expresa diciendo que ácidos nucleicos y proteínas son colineares; la descripción de esta correlación es lo que llamamos Código Genético, establecido de forma que a una secuencia de tres nucleótidos en un ácido nucleico corresponde un aminoácido en una proteína. Y es universal, es igual para todos los seres vivos.

Un gen está compuesto por una secuencia lineal de nucleótidos en el ADN, dicha secuencia determina el orden de los aminoácidos en una proteína. Sin embargo, el ADN no proporciona directamente de inmediato la información para el ordenamiento de los aminoácidos en un polipéptido (10 a 50 aminoácidos) y su polimerización máxima en proteína, sino que lo hace a través de otras moléculas, los ARN. Se conocen tres tipos principales de ARN y todos ellos participan de una u otra manera en la síntesis de las proteínas. Ellos son: El ARN mensajero (ARNm), el ARN ribosomal (ARNr) y el ARN de transferencia (ARNt).

El ARN mensajero (ARNm) consiste en una molécula lineal de nucleótidos (monocatenaria), cuya secuencia de bases es complementaria a una porción de la secuencia de bases del ADN. El ARNm dicta con exactitud la secuencia de aminoácidos en una cadena polipeptídica en particular. Las instrucciones residen en tripletes de bases a las que llamamos Codones.

La transcripción y traducción son procesos que la célula usa para elaborar todas las proteínas que el cuerpo necesita para funcionar a partir de la información almacenada en las secuencias de bases del ADN. Durante la transcripción, una porción de ADN que codifica un gen específico se copia en un ARN mensajero (ARNm) en el núcleo de la célula. Luego, el ARNm lleva la información genética del ADN al citoplasma, en donde ocurre la traducción. Durante la traducción, se elaboran las proteínas usando la información almacenada en la secuencia de ARNm. El ARNm se une a una estructura llamada ribosoma que puede leer la información genética. A medida que el ARNm pasa a través del ribosoma, otro tipo de ARN llamado ARN de transferencia (ARNt) lleva hacia el ribosoma los aminoácidos que forman la proteína. El ARNt que lleva el aminoácido se une a una secuencia de ARNm compatible. A medida que cada ARNt se une con la cadena de ARNm, el aminoácido que lleva se enlaza con los otros aminoácidos para formar una cadena de aminoácidos. Cuando todos los aminoácidos codificados en una porción de ARNm se han unido, la proteína completa se desprende del ribosoma.

Las enzimas son proteínas que son imprescindibles para la fisiología de los seres vivos. Son catalizadores, es decir, sustancias que, sin consumirse en una reacción, aumentan notablemente su velocidad. No hacen factibles las reacciones imposibles, sino que sólo aceleran las que espontáneamente podrían producirse. Ello hace posible que en condiciones fisiológicas tengan lugar reacciones que sin catalizador requerirían condiciones extremas de presión, temperatura o pH. A cada instante, dentro de nuestro organismo ocurren cientos de reacciones químicas necesarias para la vida, que deben ocurrir en una escala de tiempo razonable. Cada enzima acelera una determinada reacción de la fisiología específica.

Las enzimas aceleran a una enorme variedad de funciones dentro de la célula: degradan azúcares, sintetizan grasas y aminoácidos, copian fielmente la información genética, participan en el reconocimiento y transmisión de señales del exterior y se encargan de degradar subproductos tóxicos para la célula, entre muchas otras funciones vitales. La identidad y el estado fisiológico de un ser vivo está determinado por la colección de enzimas que estén funcionando con precisión de cirujano y con la velocidad de un rayo en un momento dado dentro de las células. Así, a lo largo de millones de años de evolución, la naturaleza ha desarrollado una gran diversidad de enzimas para mantener el complejo fenómeno de la vida.

El ADN recombinante, o ADN recombinado, es una molécula de ADN artificial formada de manera deliberada in vitro por la unión de secuencias de ADN provenientes de dos organismos de especies distintas que no se cruzan entre sí en la naturaleza.  La tecnología de ADN recombinante es el conjunto de técnicas que permiten aislar un gen de un organismo, para su posterior manipulación e inserción en otro diferente. De esta manera se hace que un organismo (animal, vegetal, bacteria, hongo) o un virus produzca una proteína que le sea totalmente extraña.

El ARN de interferencia es un mecanismo molecular que protege de los efectos nocivos a la transmisión de la información genética en la célula. El acoplamiento del ARN de interferencia a una determinada secuencia de la correspondiente hebra de ARN bloquea la traducción de dicha secuencia. Estudios permitieron establecer que la supresión génica ocurría a nivel post-transcripcional y representaba un proceso general en eucariontes. El fenómeno se denominó “silenciamiento de genes post-transcripcional” o PTGS (Post Transcriptional Gene Silencing).

El fenómeno de silenciamiento de genes por ARNi interfiere en forma específica con el flujo de información génica. Es así como la introducción de un ARN de doble hebra (dsARN) en una célula u organismo inicia una cascada de eventos que culminan con la degradación del ARNm de secuencia homóloga al dsARN originalmente introducido. En consecuencia, el dsARN es capaz de interrumpir una secuencia específica o el flujo de información genética desde el ADN hasta las proteínas. En la naturaleza el dsARN puede provenir de una fuente exógena (como por ejemplo los virus) o endógena como son los transposones movilizados, secuencias transcrita incorrectamente, o micro-ARNs no codificantes.

El transposón modifica el ADN de sus inmediaciones, ya sea arrastrando un gen codificador de un cromosoma a otro, rompiéndolo por la mitad o haciendo que desaparezca del todo. En algunas especies, la mayor parte del ADN (hasta un 50% del total del genoma) corresponde a transposones.

Reflexionemes sobre qué explica el artículo de UCCSNAL

Nuevas vacunas de ácidos nucleicos o genéticas

Por definición y por los procedimientos empleados en su diseño son vacunas transgénicas, tanto en su síntesis como en sus mecanismos de acción. El mensaje codificante se introduce por inyección (técnicamente llamada “transfección”) mediante un fragmento de ácido nucleico (ADN recombinante sobre adenovirus vectorizado o ARN modificado y encapsulado en nanopartículas) que contiene la información para que la persona inoculada sintetice en sus células una proteína que actuaría como inmunógeno para inducir una respuesta inmune. Estas tecnologías de transfección celular, necesitan del uso de vectores o carriers, ya que no entran espontáneamente en las células (se utilizan virus o nanopartículas lipídicas), y son una variante de las llamadas “terapias génicas”, que se han venido implementando en ensayos desde hace más de veinte años (Goswami et al., 2019), los cuales han generado importantes dudas sobre si son suficientemente seguras (Jafarlou et al., 2016). (…)

En nota de pie de página define:

La terapia génica es una intervención médica experimental que implica modificar el material genético (ADN) de células vivientes. Una de las metas de la terapia génica es proveer a las células de copias saludables de genes alterados o faltantes. De esta manera reemplazaría el tratamiento farmacológico tradicional, cambiando la composición genética de algunas de las células del paciente y haciendo que éstas ganen o pierdan cierta función. Para la inserción del material genético (ADN) en el genoma del receptor se utilizan otros ADN o ARN portadores, conocidos en la jerga científica como “vectores”. Los tipos más comunes de vectores utilizados en terapia génica son los virus, y dos de los tipos más empleados son los retrovirus (de ARN) y los adenovirus (ADN), que tratamos en este artículo. Si bien son efectivos como vectores, presentan diversos problemas, ya que pueden producir reacciones tóxicas, inmunes e inflamatorias severas, asi como integrarse al azar en el genoma. Recientemente, se han sumado como vectores las partículas nanolipídicas, también analizadas en este trabajo. Estos tratamientos son aun experimentales y transforman a la persona en un organismo genéticamente modificado, al menos en forma temporal.

En el artículo1 (de agosto 2021) la UCCSNAL aclara, y nes sirve de paso intermedio al saber sobre los tipos de NV, respecto a:

El agente etiológico de la COVID-19 es el virus SARS-CoV-2 (SCV2) que presenta un ciclo biológico activo íntimamente vinculado a la biología de las células que infecta, a través de la interacción de un trímero de la proteína spike (PS) viral con el receptor de membrana ACE2 celular. La ACE2 se expresa en varios tejidos humanos, detectándose en altas concentraciones en enterocitos del tracto gastrointestinal, vías urinarias y tejido reproductivo, donde produce las citopatías más conspicuas, pero con muy poca presencia en el sistema respiratorio (nasofaringe, bronquios).

Por lo tanto, el SCV2 no puede catalogarse como un virus respiratorio, sino politrópico y sistémico, que provoca alteraciones sanguíneas y sobreactivación del sistema inmunitario. Otras peculiaridades de la compleja biología del SCV2 es que parece interactuar (Petruk et al., 2020) y replicarse en la microbiota intestinal (con un comportamiento tipo bacteriófago; Petrillo et al., 2021) y, es capaz de formar minicírculos de ARN. (…)

La diversidad funcional de las PS contribuye al tropismo del huésped y del tejido, a la transmisibilidad y a la patogenicidad de los diferentes coronavirus. Esta glicoproteína spike juega un rol central en la patología de la COVID-19, ya que media la entrada del virus en las células del hospedador y sus efectos citopáticos (coagulopatía y fusión celular por formación de sincitios). Esta PS ha sido elegida por todas las vacunas propuestas contra el SCV2 como antígeno o inmunógeno, al ser reconocida por los anticuerpos del sistema inmune y neutralizar a la partícula viral infectiva (Teijaro y Farber, 2021).

La PS es sintetizada y presentada en la membrana celular luego de ser producida por la célula que interpreta las instrucciones del ADN recombinante presente en las vAdV o en el ARNm*, según la plataforma tecnológica empleada.  En los ARNm* la zona codificante se encuentra mutada lo que hace que la proteína S* sintetizada adquiera una conformación “pre-fusión”, más rígida y estable, con mayor poder inmunogénico (Pallesen et al., 2017). Cabe destacar que recientes estudios sugieren el uso de otros inmunógenos (en particular la proteína N de la nucleocápside), con menor toxicidad que la PS (Zeng et al., 2020; Gao et al., 2021). VER la Tabla 1 que reseña los riesgos asociados al uso de la PS como inmunógeno.

Los antecedentes históricos para el desarrollo de vacunas de cualquier tipo contra los coronavirus (CV) muestran que hasta el año 2020 no se habían podido desarrollar e implementar vacunas seguras contra ellos (ver p. ej. Kam et al., 2007; Clay et al., 2012; Tseng et al., 2012; Takano et al., 2019).  

A continuación de generalizar sobre las nuevas vacunas genéticas o transgénicas, el artículo1 (agosto 2021) de la UCCSNAL especifica cuáles tipos hay:  

 Nuevas vacunas a vector viral (adenovirus) recombinante  

Las vacunas con vectores virales utilizan una versión modificada de un virus (el vector) para introducir instrucciones genéticas a las células. En las NV analizadas en el presente trabajo se emplean vectores de adenovirus (AdV) como vehículos de ADN recombinante (ADNr) que codifica el antígeno. Son construidas insertando el ADNr codificante de la proteína S (a veces modificada, ver antes S*) en dichos vectores virales recombinantes(rAdV) a los que se les ha removido los genes de virulencia, y de este modo no serían infectivos.

Sin embargo, estos rAdV, al igual que sus contrapartes “salvajes”, entran al núcleo de las células, donde su ADN se transcribe en ARNm. Se ha demostrado que los vectores rAdV, aunque son incompetentes para su replicación los hace no infectivos y limita su capacidad temporal de activación del sistema inmuntario (Custers et al., 2021), y pueden integrarse aleatoriamente en el ADN del hospedador con una frecuencia baja, aunque no insignificante, del 0,001 al 1% de las células infectadas (Mitani y Kubo, 2002). Esta integración al ADN nuclear es algo deseado en las terapias génicas “convencionales”, pero en este caso, de uso como vacunas es una fuente potencial de genotoxicidad por inserción mutacional. Al insertar ADN foráneo en el ADN nuclear de las células de la línea germinal, no puede descartarse alteración genética transgeneracional, (Tsukui et al., 1996). Sin embargo, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, 2006) descarta que esto pueda constituir un riesgo, y por lo tanto no considera necesaria la evaluación.  

Las NV a AdV también contienen propiedades adyuvantes inherentes, que residen en la partícula del virus recombinante que codifica el ADN del inmunógeno. Tras la inyección, estas partículas de AdV se dirigen a las células inmunitarias innatas (como las células dendríticas y macrófagos) y estimulan la respuesta inmunitaria innata, al activar múltiples receptores intracelulares de reconocimiento de patrones, incluidos los que se unen al ADN de doble cadena, induciendo la secreción de interferón de tipo I (Teijaro y Farber, 2021). Dado que las infecciones a AdV son comunes (responsables de un buen porcentaje de las afecciones respiratorias y otras patologías o malestares frecuentes) es probable que nuestro sistema inmunitario pueda inactivar y/o reaccionar fuertemente ante un virus rAdV. Por este motivo algunas NV utilizan rAdV provenientes de otras especies (como la ChAdOx1, que utiliza un AdV de chimpancé), pero otras utilizan vectores provenientes de AdV humanos (por ejemplo. Ad5, Ad26). Para la fabricación de estas NV a rAdV se utilizan cultivos celulares derivados de células animales (Pollard y Bijker, 2021). VER la Tabla 2 donde se pueden observar los riesgos asociados a este tipo de vacunas.  

Nuevas vacunas a ARN mensajero modificado (ARNm*)  

No hay antecedentes de uso de este tipo de vacunas ni en seres humanos ni en animales. Este tipo de vacunas son fabricadas in vitro en sistemas libres de células. A diferencia de las terapias génicas basadas en ADN, el ARNm no necesita entrar en el núcleo para ejercer su función, lo hace en el citoplasma, por ello tanto para las células que no se dividen como para las que se dividen lentamente, las terapias con ARNm parecen a priori más eficaces que las que utilizan ADN. En cuanto a su seguridad y a diferencia del ADN, el ARNm no se integra como tal en el genoma del hospedador, y a no ser que ocurra un evento de retrocopia al ADN e inserción, no habría riesgo de genotoxicidad por inserción mutacional; a esto se agregaría su expresión transitoria, debido a su corta vida media, lo que resulta importante para la estabilidad de las células transfectadas (Zarghampoor et al., 2019).

Al mismo tiempo, diversas investigaciones revelan que los ensayos de las terapias génicas implementadas como vacunas basadas en ARNm han presentado varios problemas importantes, entre ellos, la corta vida media del ARNm y de la proteína codificada por éste, el bajo nivel de transcripción in vitro, la citotoxicidad severa del ARNm, y una activación de la respuesta inmunitaria tras la transfección con el ARNm (Lu y Li, 2012; Zarghampoor et al., 2019).  El principio activo ARNm* de estas NV tiene la estructura de un ARNm celular típico, pero con importantes modificaciones bioquímicas. Estos ARNm* presentan diversas características peculiares. Si se toma como ejemplo el caso específico de la NV de BioNTech/Pfizer) se encuentra que (…)  Todas estas modificaciones apuntan a obtener una mayor cantidad del antígeno S*, por un lado a través de una mayor tasa de traducción del ARNm*, y por el otro al evitar la activación de la respuesta inmune innata intracelular, provocada por el ARNm* foráneo, mediada por el receptor de Toll y otros sensores inmunitarios intracelulares, lo que a su vez podría activar al Interferón tipo I, inhibiendo la traducción (síntesis proteica) de la proteína S* (Pardi et al., 2018; Teijaro y Farber, 2021).  

En cuanto a los excipientes/adyuvantes de la NV a ARNm*, en éstas no se utilizan excipientes/adyuvantes de origen animal o humano. Una de las características del ARNm es su potencial para actuar como auto-adyuvante (Kowalski et al., 2019). El ARNm* se encuentra recubierto por una capa de partículas nanolipídicas (NLP), compuestas principalmente por lípidos ionizables (algunos de ellos completamente nuevos, sin historial de uso seguro en inoculaciones), colesterol, fosfolípidos y polietilenglicol (PEG) anclados a lípidos. Además de su papel en la protección del ARNm*, estas moléculas facilitan la captación celular, mejoran la salida de los endosomas y permiten su liberación en el citoplasma.  

Si el ARNm* no está completo, cabe la posibilidad de que pueda llegar a actuar como ARN de interferencia (Tinari, 2021). Las NLP también pueden proteger a las moléculas de ARNm para que no sean reconocidas en los endosomas por los receptores TLR, lo que evita una activación excesiva del sistema inmunitario innato (Herrera et al., 2021). Las NLP llevan asociado al colesterol, para modular la fluidez y la permeabilidad de la membrana lipídica al mejorar el empaquetamiento de los lípidos (Eygeris et al., 2020). Las NLP podrían atravesar la barrera hematoencefálica (BHE) (Bondì et al., 2012); en ese caso, cabe considerar la posibilidad de que ello pueda provocar una respuesta inmune en el cerebro. Al mismo tiempo, es necesario considerar que el PEG es un potente alérgeno (Wylon et al., 2016)15. VER Tabla 3 se ilustran los riesgos vinculados a este tipo de vacunas.

1):https://www.biodiversidadla.org/Recomendamos/Revista-Ciencia-Digna-2

Finalicemes esta nota mediante el sentipensar y la palabra-acción de Andrés Carrasco, quien fue ejemplo de, e impulsó, la Ciencia Digna

Aclaro que la «transgénesis» se basa en considerar que el fenotipo o característica hereditaria es resultado de la interacción entre su genotipo (sus particulares variantes de un gen) y el ambiente. Los genes no dictan de una manera directa e irreversible al fenotipo (anatomía, fisiología, bases neuropsicológicas…) sino que el ambiente gravita mucho y también como el individuo interactúa. “Diversas investigaciones han demostrado que la herencia génica no es un proceso gobernado por programas predeterminados que simplemente pasan de una generación a la siguiente. Contrariamente, el encendido y apagado de genes es fuertemente influenciable por las experiencias – propias o de nuestros padres-, los alimentos que consumimos y el entorno o medio ambiente en que crecemos”.

(https://www.conicet.gov.ar/epigenetica-y-desarrollo-embrionario-cambios-con-consecuencias/).

El doctor Andrés Carrasco profundiza sobre el concepto de «desarrollo epigenético»: “hoy hablamos de desarrollo embrionario, evolución y ecología como un sistema inseparable”.

Declaración Latinoamericana
por una Ciencia Digna  

Por Andrés Carrasco (marzo 2014)  

(…) La fragilidad científica de la biotecnología “moderna”  

No pocos biólogos moleculares y sus primos los biotecnólogos suelen incurrir, con ímpetu, en gruesos errores conceptuales que hacen que la ciencia no pase por su mejor momento de la percepción social. La relación entre la industria y los medios de comunicación colectiva expresan descripciones periodísticas sobre los avances «humanitarios» de los organismos genéticamente modificados (OGM). En estos se proponen los cultivos transgénicos para erradicar del continente africano “décadas de desesperación económica y social» (National Post Canada). Artículos como éste aparecen dispersos en las secciones científicas de una gran mayoría de medios escritos (New York Times, Time, Toronto Globe, The Guardian, The Economist, Slate, New Scientist, Forbes y cientos de otros).

El manantial de las buenas noticias en biotecnología se limita a un número muy limitado y cuestionado de proyectos con OGM: vacunas comestiblesyuca biofortificada, arroz dorado, y una batata resistente a un virus, como verdaderas ofensivas mediáticas. Las bases científicas de estos anuncios son débiles o inexistentes y se sustentan invariablemente en investigaciones preliminares o no publicadas, o que ya han fracasado. Lo anterior exhibe el fracaso de una prensa científica por cumplir con los requisitos de un periodismo riguroso y escéptico. La industria de los OGM se ha aprovechado de esto para proyectar una imagen de sí misma como éticainnovadora y esencial para un futuro sostenible, que en realidad no tiene relación alguna con la realidad.

Además, muestra que la agroindustria tampoco se somete a la evaluación formal de los resultados que sustentan sus promesas.  De igual manera, otras imposturas y excesos más específicos, han ido erosionando la percepción social de la ciencia como sistema explicativo del mundo. Veamos: 

 1) Los transgénicos, desde sus inicios en el ojo de la tormenta, nos vuelven a traer esa extraña y cada vez más transparente relación funcional del pensamiento biológico reduccionista con la ideología que preside la hegemonía neoliberal en esta etapa. Existe la necesidad de instalar un relato legitimador desde la ciencia que desmienta sus efectos negativos en la naturaleza, que sostenga la equivalencia entre alimentos naturales y los transgénicos, que los defina como nuevas variedades, y descarte el acecho de sus impactos negativos en la naturaleza y en los profundos cambios futuros de la estructura geopolítica cultural de los pueblos.  Para cerrar ese relato, los defensores de los OGM denominan a todos aquellos que defienden el Principio de Precaución del impacto tecnológico, como “ambientalistas anticientíficos”.
 

En realidad, definir sin fundamentos y desde el podio político quien tiene un pensamiento científico o anticientífico, es un signo de dogmatismo cerril que paradójicamente interpela la propia seriedad del juicio de quién lo emite. Decir que el “ambiente interactúa con el gen” es insuficiente. No se desmarca del determinismo clásico y no incluye interpelación alguna a la concepción reduccionista en biología. Sigue siendo una idea mecanicista que ignora el concepto de fluidez del genoma en el cual los genes pierden su definición ontológica y pasan a ser parte de una complejidad relacional que desafía toda linealidad jerárquica para reemplazarla por una red funcional compleja que recién empezamos a vislumbrar después de 20 años de lanzada la idea del “genoma fluido”. 

2) Este sector “científico” defiende la manipulación genética de los organismos asumiendo que los OGM tienen los mismos comportamientos cuando son liberados en la naturaleza a aquellos observados en el laboratorio. Las afirmaciones infundadas de que los OGM “son naturales” y que “son nuevas variedades”, parten de asumir que la técnica experimental empleada es precisa, segura y predecible, lo que vuelve a ser un grueso error y un desconocimiento de las teorías básicas y elementales de la biología moderna.

En esa concepción están ausentes el rol del tiempo en la génesis de la diversidad y la valoración de los mecanismos naturales que la sostienen.  Hay que reconocer que, en el proceso evolutivo como mejoramiento de las especies, la reproducción sexual y la recombinación del material genético son los mecanismos biológicos y ambientales que regulan la fisiología del genoma, por ende, los que generan la diversidad. Por eso empeñarse en insistir que los procedimientos usuales de domesticación y mejoramiento de especies alimentarias pueden equipararse con las técnicas de alteración genética de organismos por diseño (OGM) planteadas por la industria, es una idea reduccionista inaceptable.
 
Decir que el mejoramiento realizado por el hombre durante 10.000 años en la agricultura y la modificación por diseño en un laboratorio son exactamente lo mismo expresa la pretensión de olvidar que la cultura agrícola humana ha respetado esos mecanismos naturales, que se basa en la selección de nuevas variedades de poblaciones originadas por entrecruzamiento al encontrar el fenotipo adecuado. Este mejoramiento no es consecuencia del simple cambio de la secuencia, incorporación o pérdida de genes, sino la consolidación de un ajuste del funcionamiento del genoma como un todo y que hace a la variedad útil y predecible (por eso es una variedad nueva).

Este ajuste puede involucrar genes asociados a una o varias características fenotípicas diferentes pero cada vez más acompañados por muchos “ajustes fluidos” de carácter epigenético y que en su mayoría desconocemos. De lo anterior se desprende que una nueva variedad representa una mejora integral del fenotipo para una condición determinada donde seguramente todo el genoma fue afectado con un ajuste fisiológico de su “fluidez”. En este marco conceptual un gen o un conjunto de genes introducidos en un embrión vegetal o animal en un laboratorio, no respetan, por definición, las condiciones naturales de los procesos de mejoramiento o la evolución de los organismos; por el contrario, más bien violan procesos biológicos con procedimientos rudimentarios, peligrosos y de consecuencias inciertas que mezclan material genético de las plantas con el de distintas especies (vegetales y animales). 


La transgénesis altera directa o indirectamente el estado funcional de todo el genoma como lo demuestra la labilidad de respuesta fenotípica de un mismo genotipo frente al medio ambiente. En la ignorancia de la complejidad biológica (hoy hablamos de desarrollo embrionario, evolución y ecología como un sistema inseparable) se percibe la presencia de un insumo esencial: la dimensión ontológica del gen. No reconsiderar este concepto clásico del gen como unidad fundamental del genoma rígido concebido como un “mecano”, una máquina predecible a partir de la secuencia (clasificación) de los genes y sus productos que pueden ser manipulados sin consecuencias, expresa el fracaso y la crisis teórica del pensamiento reduccionista de 200 años, largamente interpelado por Steven Rose, Stephen Jay Gould, Richard Lewontin, Eva Jablonka, Mae Wan Hoo, Terje Travick,  entre otros.


Lo anterior hace ver también la imposibilidad, en términos científicos y epistemológicos, de poder considerar a los OGM como variedades naturales, en tanto que son cuerpos extraños que intervienen en el mundo natural alterando la evolución biológica de manera impredecible. Para algunos, la capacidad de poder manipular el genoma se ha transformado en el deseo de la omnipotencia. 

Debería recordarse que la complejidad no es un capricho de la naturaleza, sino una configuración integral de ésta y que, en ese sentido, desarmar a la naturaleza “para su comprensión” es cada vez más insuficiente. Lo ilógico aquí es pretender hacer desde esta limitación un cierre virtuoso de una tecnología que nació para comprender limitados procesos a nivel molecular para poder expandirlos en la propia naturaleza sin criterios creíbles ni predecibles. El proceso de generación de organismos, repetimos, es inasible, pero podemos estudiarlo. Alterar un organismo con un pedazo de ADN propio o ajeno no es fisiológico. Lo único que detiene a la naturaleza de mayores desastres es no romper con la posibilidad de mecanismos que aminoren desastres para su reproducción y permanencia.  

3) Los científicos defensores de los transgénicos atraviesan en esta etapa, que los expone afuera del laboratorio, con la ansiedad de no perder protagonismo. La necesidad de legitimar la tecnología se transforma en una pulsión, anticientífica y dogmática. Más aun, la afirmación de que el problema no está en la técnica sino en su uso, es doblemente preocupante porque además de no ver el pensamiento reduccionista que los preside, oculta la creciente subordinación y fusión de la ciencia con el poder económico revalidando las bases cientificistas productivistas y tecnocéntricas que emanan del neoliberalismo en su versión actual.  La legitimación recurre a la simplista idea de que la tecnología representa siempre progreso por ser neutra y universal.

Y que si algo falla es debido a la intromisión de un impredecible Dr. No que la va usar mal y que cualquier posible daño derivado de ésta será remediado en el futuro por otra “tecnología mejor” o por el ingenuo argumento de la regulación del Estado, aunque sepamos que éste es socio promotor de los intereses que controlan el “desarrollo científico” en nuestros países. Prefieren desconocer que estas tecnologías son productos sociales no inocentes, diseñadas para ser funcionales a cosmovisiones hegemónicas que le son demandadas por el sistema capitalista.  

Decir que los problemas “no tienen que ver con la tecnología transgénica” y que los que se oponen “están minando las bases de la ciencia” es parte de la predica, “divulgación” y diatriba contra cualquiera que sostenga lo contrario. No hay nada más anticientífico que recortar o ignorar la historia de la evidencia científica, y asignarse a sí mismos la función de ser la pata legitimadora que provee la “ciencia” actual a la apropiación por despojo de la acumulación precapitalista que sufren nuestros pueblos en estos tiempos.

El círculo se cierra al ocultar el condicionamiento y cooptación de instituciones como las universidades públicas y el sistema científico por las fuerzas económicas y políticas que operan en la sociedad. Logran así el mérito de ser la parte dominada de la hegemonía dominante. Quienes así piensan y actúan nos quieren hacer creer que todo es técnico, disfrazando la ideología de ciencia, al suplantarla por una “ciencia” limitada y sin reflexión crítica. De esta manera se abstraen de las relaciones de fuerza en el seno de la sociedad, poniendo ésta al servicio del poder dominante. Mientras tanto, en el colmo de su omnipotencia auguran catástrofes de todo tipo si la sociedad no asume con reverencia que este es el único camino posible para alcanzar el “progreso”. El planeta es para ellos infinito y los ecologistas unos retrógrados. Mientras tanto éstos disfrutan del momento actual, aceptando “participar” del diseño del mundo y de la sociedad futura. Son parte del poder. ¿Qué se les puede pedir? ¿Honestidad en sus dichos?  Son los expertos que burocráticamente diseñan, consciente o inconscientemente, el mal y banalizan la ciencia.  

4) El alarde desmedido que muestra la actual falla epistemológica del pensamiento científico crítico en el marco del análisis de las teorías actuales, así como el “avance tecnológico”, incursionan en la naturaleza aplicando procedimientos inciertos que simplifican la complejidad de los fenómenos biológicos para “vender certeza” y proponer, por ejemplo, desde el sector privado y acompañados por el entusiasmo de importantes investigadores, la transformación de la naturaleza en una “factoría” de productos, donde las plantas serían sustitutas de procesos industriales.

Una verdadera naturaleza artificial adecuada y necesaria para los grandes negocios.

 Hay en todos estos discursos mucha ambición, soberbia, una pobre comprensión de la complejidad biológica y, por supuesto, poca ciencia. Hay grandes negocios y un enorme relato legitimador que los científicos honestos no podrán evitar interpelar, aunque las empresas transnacionales compren todas las editoriales de revistas científicas o bloqueen las publicaciones y voces que interpelan el sentido de la ciencia neoliberal-productivista.

La ciencia, su sentido del para qué, para quién y hacia dónde, están en crisis y nosotros en la patria grande no podemos fingir demencia si queremos sobrevivir soberanamente.  

La obediencia epistémica en la ciencia en la colonialidad extractivista.  

En el origen, el problema estuvo en el cientificismo positivista como parte del modelo colonial europeo. Ni aquél, ni la actual tecnociencia productivista del neoliberalismo, son alternativas válidas para los pueblos proveedores de recursos. Ahí aparece claramente el desafío de lograr poner al conocimiento científico al servicio de la armonía necesaria entre las necesidades -no hablamos de demandas producidas por el consumo indiscriminado- de la sociedad y la naturaleza, que encause la curiosidad y la búsqueda que dinamiza la ciencia, hacia una verdadera función social. 

El sometimiento científico se agrava cuando el fundamento científico que impulsan las empresas fabricantes y comercializadoras de organismos genéticamente modificados (OGM) es una ciencia anacrónica y con un valor de verdad cada vez más cuestionable y cuestionado entre y desde amplios sectores de la propia comunidad científica. Esta mirada anacrónica, todavía hegemónica, ha encontrado en el reduccionismo biológico y el absolutismo genocéntrico de los científicos, su principal sostén. Estos comienzan con la concepción de los mecanismos de herencia imperantes desde fines del siglo XIX, impuestos por la genética mendeliana, que promovieron -junto al neodarwinismo- en un gran relato, la llamada “síntesis moderna” (y que redujo la teoría de la evolución a la selección natural por buscar sus bases en la genética de Mendel).

Esta síntesis, hija de la eugenesia galtoniana y de las escuelas de higiene racial anteriores a la 2da Guerra Mundial, tuvo su clímax y sentido epistémico cuando dio lugar al desarrollo de la biología molecular que comenzó con la estructura tridimensional de los ácidos nucleicos en 1953 por James Watson y Francis Crick y su interpretación plasmada en el concepto mecanicista del “Dogma Central de la Biología Molecular” postulado en 1970 por Francis Crick.  Esta mirada puso al gen en el centro del flujo de la información, condicionando a la biología evolutiva y del desarrollo de los organismos e ignorando la compleja interacción existente de la filogenia y ontogenia con el medio ambiente. Esta es la visión que dominó la escena, no inocentemente, y que desde hace años ha venido siendo interpelada cada vez con mayor fuerza.

En verdad esta visión es parte de una concepción en línea con el marco positivista de origen europeo.  La complejidad es ignorada en la explicación biológica actual, refleja la tendencia a la clasificación, al aislamiento, y a la manipulación de los genes concebidos como unidades ontológicas.  Esto no solo es una teoría biológica general errónea, sino que afecta a la comprensión de la naturaleza y se convierten en un instrumento. Un instrumento alineado con la necesidad, cada vez más imperiosa, de controlar y manipular la naturaleza habilitando específicas aplicaciones en la tecnología que salen de los procesos fisiológicos ontogénicos y filogénicos.

En efecto, la falla de la teoría general no es una equivocación, sino que se produce en una relación compleja con los intereses industriales concentrados y hegemónicos que han encontrado en esa falla una oportunidad de negocios para fortalecer el error por necesidad y sometiendo a la propia ciencia. Si el reduccionismo es un instrumento de una mirada civilizatoria -una manera de mirar la naturaleza no armoniosa y apropiante-, la fijación de esa mirada y su deriva tecnológica estalla cuando ella abandona los laboratorios y se convierte en un instrumento de los intereses propios de los procesos industriales concentrados. 

Es durante esta última etapa donde los movimientos tectónicos en el plano teórico-experimental interpelan al reduccionismo y comienzan a incorporar conceptos como complejidad, incertidumbre, plasticidad y especialmente considerar al organismo indivisible. 

Una historia en un medio ambiente dado. 

Así confronta con el determinismo eugenésico que inauguró esta saga en la segunda década del siglo XIX. Lo anterior produjo un acelerado conjunto de conocimientos que abrieron mundos complejos, poco comprendidos, conceptos de herencia no mendeliana y de la biología evolutiva que evocan mecanismos lamarckianos, la fluidez del genoma y el entrelazamiento de nuevos e impredecibles mecanismos regulatorios cuyas combinatorias determinan los fenotipos, entre otros, que sorpresivamente hicieron caer el mundo estructurado alrededor de la prevalencia ontológica del gen. 

Lejos de retirarse, el pensamiento reduccionista actual pretende descargar en los mecanismos moleculares de células, tejidos, sistemas y organismos para manipularlos y convertir el mundo de lo vivo en una fábrica de productos comerciales.  No sabemos si esta ciencia podrá, algún día, aun con su limitación epistemológica, desarmar las partes de los organismos vivos y comprender el todo complejo que ellos representan. Pero más allá de esta cuestión es necesario notar que la discusión entre los enfoques biológicos “clásicos” y alternativos, reduccionistas y no reduccionistas, no son ingenuos. Éstos imponen la necesidad de abrir la discusión sobre lo que sabemos y no sabemos antes de desparramar OGM en el planeta.

La discusión sobre las bases de la incertidumbre, predictibilidad de los fenómenos biológicos, es tan importante que los científicos deberían ser guardianes de aquella sobre todo al momento de aplicar estos conocimientos en “procesos industriales de escala” ya que habilita la manipulación de la complejidad natural encerrada en el núcleo de una célula o en un organismo. Por eso la manipulación genética es sólo una tecnología y afirmamos que hoy no tiene una base científica sólida por lo que constituye un peligro para el equilibrio natural y la diversidad biológica y por lo tanto para el proceso evolutivo cuando ésta se aplica en la naturaleza.  Por lo tanto, si somos honestos debemos admitir que estamos obligados a revisar los encuadres científicos tenidos por ciertos en el mundo del agronegocio.

Es indudable hoy que el mecanismo de transmisión de caracteres hereditarios no puede ceñirse a la concepción de un flujo simple y unidireccional de información que va de los ácidos nucleicos a las proteínas; tampoco puede ser considerado como mecanismo universal y único. Es por lo tanto insostenible, ya que existen complejidades en la transmisión de la información y mecanismos de herencia no-genética que interpelan la predictibilidad y seguridad biológica que tanto pregona la tecnología transgénica. En verdad los genes concebidos como unidades únicas y fundamentales de trasmisión de herencia han servido, en manos de fuerzas obscurantistas y retardatarias y en manos de comunidades científicas al servicio del status quo, para la elaboración de teorías y planteamientos pseudocientíficos que tienen sin duda un claro carácter racista, sexista y clasista.

Esta misma concepción reduccionista del funcionamiento biológico, hoy en día es usada como parte del cuerpo teórico de los intereses de las grandes compañías transnacionales fabricantes de OGM que sostienen que es inocuo y predecible el comportamiento de la planta transgénica al insertársele genes de otros organismos para inducir una característica fenotípica, como por ejemplo la resistencia a un herbicida, o la producción de un insecticida, sin consecuencias indeseables. Esto supone que los organismos y los ecosistemas estuvieran separados y no como en la realidad sucede, profundamente interpenetrados en espacio-tiempo evolutivo. Por ejemplo, la “invención del maíz” por los pueblos originarios a partir de la domesticación del teocintle necesitó el tiempo que exigió la propia incertidumbre evolutiva de la naturaleza.

Ese es el tiempo que precisamente ha sido violado por la tecnología transgénica, creando nuevas pero falsas variedades de las especies que introducidas en el medio natural configuran cuerpos extraños.  Los OGM controlan la evolución de las especies comprimiendo el tiempo evolutivo con la manipulación de laboratorio a imagen de las necesidades de las grandes empresas creando nuevas especies. Lejos, muy lejos, supera la omnipotencia de Jurassic Park.   

La transgénesis es un legítimo procedimiento experimental que nunca debió salir del laboratorio para ser introducido en el medio natural. Afirmar que el comportamiento de los OGM puede ser predecible en el medio natural es ocultar el conocimiento biológico que alerta sobre la complejidad del comportamiento de los sistemas. No se ha considerado que la inserción de transgenes en organismos como el maíz, el trigo o el arroz puede disparar una dinámica incontrolable de dispersión de éstos en poblaciones silvestres, algo no deseable para ninguna especie por los efectos impredecibles que pueden tardar muchas generaciones en manifestarse, debido a la existencia de genes silenciados y regulaciones biológicas aún desconocidas. 

Cuando se desestabiliza una especie siempre hay repercusiones sobre las otras especies, tanto vegetales como animales, debido a los vasos comunicantes existentes en los ecosistemas.  Además, la posibilidad y el ritmo de la contaminación resultante de su implantación en la naturaleza aumenta con los años, décadas y aún siglos y puede llegar a crear una naturaleza diseñada en laboratorios que nada tiene que ver con el alimento que los pueblos necesitan. Todas con efectos irreversibles. (…) 

Fuente: https://grain.org/es/bulletin_board/entries/4964-declaracion-latinoamericana-por-una-ciencia-digna-por-la-prohibicion-de-los-transgenicos-en-latinoamerica