Qué Sistema Noviembre 2020 De actual criminalidad de lesa humanidad y lesa naturaleza al extremo de arrasar la Amazonía. |
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Conciliación de clases/ Concentración y centralización capitalista/ Alternativas emancipatorias
Conciliación de clases
Necesitamos, abajo y a la izquierda coherente con su esencia común-ista, que una creciente mayoría de les oprimides, por el sistema mundo capitalista y su local, rompa con la conciliación de clase implícita en que haya identificación con les ricos o sea con los grandes expropiadores o usurpadores de tierras y de otros bienes comunes al protestar sólo por las tomas de tierras o de edificios que realizan quienes han sido despojado de todos sus derechos humanos durante esa acumulación gran capitalista de riquezas y poder.
Hay otro imperativo quizás más trascendente por la gran escala de la expropiación y por consiguiente implicar degradación casi irreversible de biomas o ecorregiones: son los acaparamientos de la Amazonía, la Cordillera. las cuencas hidrográficas, las selvas y bosques nativos, la Patagonia, etc.. Es hora de expandir la deliberación sobre:
La Amazonía, el principal pulmón del planeta,
militarizada y en llamas
3 de noviembre de 2020
Por
Yoselina Guevara López
Correo del Alba
La autora sostiene en este artículo que la operación Brasil Verde es un fraude, como demuestra que los incendios se mantienen en la Amazonia, cada vez más militarizada.
En 2019 causaron conmoción en el mundo las imágenes de los incendios y la devastación en la Amazonía brasileña, un lugar único en el mundo por su vegetación densa e impenetrable, hogar de innumerables especies animales.
Con una superficie de unos seis millones de km², que pertenece en su mayor parte a Brasil y en menor cantidad a Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Venezuela, Surinam y Guyana, continúa estando gravemente amenazada con el riesgo de que grandes extensiones de territorio desaparezcan por los incendios y la deforestación causada por la mano del hombre.
Este 2020, con la pandemia de la Covid-19 acaparando la atención mundial, la destrucción del principal pulmón vegetal del planeta parece pasar desapercibida. De acuerdo a datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE), hasta el 25 de octubre de este año se han detectado 89 mil 604 incendios, 428 más que en 2019, cuando se registraron 89 mil 176. Además, este instituto, que vigila por satélite la situación del bosque más grande del mundo, ha señalado que en septiembre se perdieron 964 km² de bosque, la segunda peor cifra de los últimos cinco años.
Ausencia de una política ambiental
Para uno de los responsables del área forestal de Greenpeace Brasil, Rómulo Batista, las cifras son “el resultado directo de la falta de una política ambiental de este Gobierno. Hemos tenido más incendios que el año pasado”. Al clamor de los ambientalistas alineados contra el calentamiento global, se añaden ahora las grandes finanzas internacionales, que piden a Brasil una política distinta para salvar la selva. El gobierno de Bolsonaro está siendo presionado por fondos financieros mundiales por considerarlo responsable de la falta de aplicación de efectivas regulaciones ambientales que protejan la Amazonía y de una manifiesta laxitud hacia los devastadores agentes que deforestan y contaminan el territorio.
Candido Bacher, director general del banco más grande de Brasil, Itaú Unibanco, en declaraciones a la prensa aseguró que “es una situación muy preocupante. La política ambiental del gobierno sobre el tema de la Amazonía no está funcionando, es prácticamente inexistente”. A nivel internacional uno de los gigantes financieros mundiales, Blackrock, cuyo capital asciende a 7.4 trillones de dólares, el fondo de pensiones del Gobierno de Noruega y la Iglesia anglicana han dejado claro que están dispuestos a retirar sus posiciones en el Fondo Amazónico si Brasilia no hace acciones concretas que den resultados para frenar la destrucción de la Amazonía.
Militarización de la Amazonía: la respuesta de Bolsonaro
La respuesta del gobierno de Jair Bolsonaro ante la emergencia ambiental ha sido llevar a cabo la llamada Operación Brasil Verde, que ha movilizado a tres mil 600 soldados y oficiales de policía ambiental a la selva amazónica en el mes de mayo de este año. La movilización militar debía terminar en julio, pero el Gobierno recientemente ha decidido extender la presencia de las Fuerzas Armadas allí hasta abril de 2021. Esto fue anunciado a la prensa por el vicepresidente, Antônio Hamilton Mourão: “La operación durará hasta abril, la extenderemos hasta ese mes”, señalando además que la intervención del Ejército es necesaria por la debilidad en la actuación de los organismos responsables de la protección del medio ambiente como el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y los Recursos Naturales Renovables (Ibama) y del Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad (ICMBio).
La mayoría de los especialistas y organizaciones ambientales, que critican duramente al gobierno de Jair Bolsonaro, aseguran que la presencia militar en la selva es paliativa e ineficaz, y exigen que se proporcionen los recursos necesarios a los organismos estatales que son históricamente responsables del enjuiciamiento de los delitos ambientales, como el Instituto Brasileño del Medio Ambiente (Ibama). En respuesta, Bolsonaro ha acusado a través de los medios de comunicación, en numerosas ocasiones, a las organizaciones ecologistas de ser corresponsables del desastre ecológico, afirmando que “Brasil está siendo atacado por una secta ambientalista internacional”. Pero esta ha sido una de las estrategias políticas del Presidente, atacar mediáticamente a las organizaciones ecologistas que lo enfrentan, para que su gestión pueda mantener el apoyo financiero extranjero en el Fondo Amazónico y además destacar en el escenario político y social de Brasil como un defensor de la Amazonía.
Resultados de la Operación Brasil Verde
En cuanto a los resultados de la Operación Brasil Verde, Rómulo Batista señaló a la prensa que “esa operación del Ejército no es más que propaganda. La deforestación no se combate con una operación del Ejército, sino que se trabaja todo el año con inteligencia y coordinación”.
Para los especialistas que siguen de cerca la situación en la Amazonía, la Operación Brasil Verde en lugar de ayudar a reducir el número de incendios, los ha aumentado. Según cifras del INPE, a dos meses de la presencia militar en la Amazonía, en julio de 2020 hubo un 34% más de incendios que en el mismo mes durante el año 2019. La Operación militar, de acuerdo a datos proporcionados por Hamilton, ha generado hasta ahora gastos por 400 millones de reales (82 millones 103 mil dólares ), asegurando que están disponibles otros 180 millones de reales (35 millones 187 mil dólares) para continuar la intervención del Ejército en la región.
Fuente: https://rebelion.org/la-amazonia-el-principal-pulmon-del-planeta-militarizada-y-en-llamas/
Hagamos la crítica a Yoselina Guevara López para cuestionar la conciliación de clase implícita en coincidir con los poderes capitalistas e imperialistas en responsabilizar sólo a Bolsonaro de la criminalidad de lesa humanidad y de lesa naturaleza que es la devastación de la Amazonía pero también de la militarización de los conflictos socioecológicos.
La Amazonía no es sólo el pulmón sino sobre todo es imprescindible como fuente de agua y vida planetarias. Y su gigantesca biodiversidad -fundamental para los equilibrios ecológicos- ha sido cultivada desde siglos por sus pueblos originarios, por tanto es crucial superar la negación de historia de los pueblos indígenas y de la interculturalidad.
Resumen Latinoamericano, 11 de noviembre de 2020
La Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), respaldada por los pueblos indígenas de la Amazonía, condena el golpe de Estado del Congreso que impuso a Manuel Merino en la presidencia del Perú. Por esta razón, reiteran su camino propio de autonomía, autogobierno y libre determinación.
La Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), que agrupa a 1809 comunidades de la Amazonía, rechaza el golpe de estado cometido por el Congreso tras vacar a Martín Vizcarra.
Aidesep señaló que la vacancia presidencial se originó “por carpetazo y amarre entre mafias politiqueras y empresariales” causando que Manuel Merino asuma la presidencia del Perú.
Esto, con el fin de que se logren prebendas desde el aparato estatal sin importar todas las crisis que el país afronta actualmente, lo que demuestra la putrefacción de la clase política.
“Esas mafias pretenden ser gobierno con esa mazamorra de intereses, donde cundirá el caos y pugnas por repartija”, denuncia la asociación.
Aidesep enfatiza en que la Amazonía peruana está en peligro, ya que los golpistas son antindígenas:
“AP, UPP, Frepap coinciden en la invasión a los territorios indígenas con las ‘fronteras’ vivas y colonización prococalera; al igual que Podemos y APP con las universidades ‘bamba’”.
Es por esta razón que los pueblos indígenas se pronuncian y reiteran su camino propio de autonomía, autogobierno y libre determinación.
La razón es para protegerse de las “ramas locales de esas mafias golpistas”, vinculadas al tráfico de tierras, hidrovía, agronegocio, tala ilegal, minería, colonización, entre otros.
Este pronunciamiento es firmado por las organizaciones descentralizadas que integra Aidesep: ARPI-SC, Corpi-SL, Fenamad, Orpio, Orau, Codepisam, Orpian-P, Corpiaa y Comaru.
SERVINDI
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Desde la Europa Zapatista, como parte de las Redes de Rebeldía y Resistencia, nos sumamos a la Segunda Acción Global Contra la Guerra al EZLN, los Pueblos y la Vida, “Samir Vive” entre el 16 y 20 de septiembre. Tal y como acordamos, esta Segunda Acción Global comienza el día 16 de septiembre para denunciar que la celebración de Independencia de l@s de arriba representa para l@s de abajo el despojo de la Vida, la militarización de los Territorios y la guerra contra los Pueblos; ante ello, nosotr@s decimos, NOTENEMOS NADA QUE CELEBRAR EN EL DÍA DE LA INDEPENDENCIA, que no sea el “otro grito de la otra independencia que estamos levantando” SCIM. Las actividades se cerrarán el día 20 de septiembre porque no olvidamos, no perdonamos y no traicionamos la memoria de nuestro hermano Samir Flores Soberanes, a quien el mandón le arrebató la vida por defender la Madre Tierra y luchar contra los Megaproyectos de muerte.
Por nuestra parte, registramos esta denuncia en las Embajadas de México en Europa para exigir el Fin de la Guerra contra el EZLN, los Pueblos y la Vida, para que se la hagan llegar al Gobierno de López Obrador, porque cuando atacan al EZLN, atacan a la vida, y por lo tanto, nos atacan a toda la humanidad.
#FueraParamilitaresDeTerritorioZapatista
Fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2020/09/18/mexico-la-otra-europa-denuncia-la-guerra-abierta-contra-el-ezln-y-las-comunidades-zapatistas/
Comprometámonos con los pueblos indígenas y tribales para poder encaminarnos hacia el pluriverso propio de la humanidad y el internacionalismo revolucionario que erradique al sistema mundo capitalista. Los gobiernos progresistas han permitido y promovido que el capitalismo periférico de nuestros países prosiguiera la concentración y transnacionalización de nuestras economías y territorios. Que implica avasallamiento de derechos en primer lugar de los pueblos indígenas y tribales.
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Situación de los derechos humanos de
los pueblos indígenas y tribales de la Panamazonía
OAS/Ser.L/V/II.
Doc. 176
29 septiembre 2019
(…) Desertificación y deforestación de bosques
Los países de la Panamazonía presentan una grave situación en materia de desertificación de bosques, proveniente de múltiples fuentes. Los altos índices de deforestación conllevan el deterioro del patrimonio natural y la pérdida de riquezas en biodiversidad. Su causa principal es el cambio de uso de suelo que convierte tierras forestales en zonas destinadas a la ampliación de la frontera agrícola. La tala, el desmonte, el bosque eliminado no se rehabilita, sino que, por el contrario, su eliminación genera una degradación ambiental irrecuperable. Las causas de deforestación reportadas se vinculan a la minería (legal e ilegal), la extracción de madera, la ganadería y agricultura extensivas, la ejecución de proyectos hidroeléctricos y de infraestructura, y actividades turísticas. En efecto, la información al alcance de la CIDH indica que la deforestación tendría como principal causa la conversión de tierra forestal en áreas de agricultura y ganadería a gran escala para el desenvolvimiento de agronegocios, vinculados al pastoreo extensivo, cultivo de soja y plantaciones de palma aceitera.
122.La CIDH advierte que, más allá de la pérdida de bosque nativo, la deforestación trae consigo diferentes problemas como la modificación en ciclos de nutrientes, alteraciones al régimen hidrológico, disminución de la capacidad de retención e infiltración del agua, aumento de erosión y sedimentación de suelos, sequía, entre otros. Los bosques y las selvas juegan un papel fundamental en la regulación climática, la conservación de los suelos y el mantenimiento de las fuentes de agua. Además, la deforestación ha sido identificada como una de las principales causas del cambio climático, puesto que la reducción de árboles genera la disminución de la capacidad de retener carbono200.
En este sentido, la desertificación puede traer nefastas consecuencias ambientales, sociales, políticas y económicas no solo para la región amazónica, sino también para el mundo.
123.La CIDH expresa su preocupación por las cifras de deforestación que se presentan en bosques tropicales amazónicos. Por ejemplo, según la información recibida, entre 2004 y 2012, Brasil encabezaba la tasa de deforestación y había perdido 11.1 millones de hectáreas de bosque201. Es alarmante considerar que los otros ocho países amazónicos habrían perdido 2.3 millones de hectáreas de bosques en total. Asimismo, resultan preocupantes las cifras de pérdida de superficie arbórea a nivel global. Solo en el 2016, se reportó la pérdida de 29,7 millones de hectáreas de superficie forestal; mientras que, en el 2017, se reportó la pérdida de 15,8 millones de hectáreas. Dentro de los países que encabezan la lista en lo relativo a pérdida de bosque amazónico, se encuentran, en primer lugar, Brasil (4,519,833 ha.), seguido por Bolivia (463,194 ha.) y Colombia (424.870 ha.)202.
124.De acuerdo a información recibida por la CIDH, en Bolivia sistemáticamente grandes extensiones de bosques tropicales en las tierras bajas habrían deforestadas por la expansión del monocultivo de soya, la producción de coca y la expansión de comunidades interculturales. Los datos dan cuenta que la tasa per cápita de deforestación sería 320 m2/persona/año, 20 veces mayor a la tasa per cápita promedio en el mundo y una de las más altas del mundo. De acuerdo a la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) de dicho país, la mayor parte de la deforestación sería ilegal (80% del total). Con el fin de contenerla, se habría aprobado la Ley 337 en enero de 2013, posteriormente ampliada en plazo por la Ley Nº 952 de mayo de 2017. La información al alcance da cuenta de que, si bien se habría incrementado la deforestación legal, no habría disminuido la deforestación ilegal ni habría cambiado la tendencia de aumento de la deforestación total. La CIDH toma nota de que en el 2015 el Vicepresidente habría planteado públicamente la meta de ampliar en 1 millón de Ha/año la frontera agrícola. Ese mismo año se aprobó la Ley Nº 741 que autoriza a pequeños productores agropecuarios a desmontar hasta 20 hectáreas, favoreciendo así la ampliación de la frontera agrícola203.
125.En cuanto a Brasil, se cuenta con información segun la cual la deforestación de la región amazónica estaría cerca de volverse irreversible y permanente204. Información recibida por la CIDH indica que al 2018 la selva brasileña se había reducido al 82.7% del tamaño que tenía al 1970. En casi cinco décadas se perdieron 709,165 km2 de su territorio.205 Por otra parte, la información recibida da cuenta que uno de los principales efectos del proyecto Belo Monte sería la deforestación, generando importantes impactos en pueblos y comunidades de la zona206. Un ejemplo a destacar es la situación del pueblo Arara que vive en la tierra indígena Arara del Igarapé Humaitá, Brasil. Según información disponible, se habría visto impactado con la construcción y pavimentación de carreteras en su territorio. Aquello favorecería considerablemente el desarrollo de actividad ilegal maderera en la tierra indígena. La apertura de varios caminos para el transporte de madera, habría facilitado la instalación de parcelas en un trecho de unos 30 km en la franja de la Transamazónica, entre los 120 y 150 km. Sería constante la salida de camiones cargados de madera. Otro problema importante es que el puesto avanzado de vigilancia, construido hace cuatro años en el 130 km, no funcionaría porque no habría servidores de la FUNAI. El puesto fue entregado por el Norte Energía como parte de las condiciones referentes a la construcción de la Hidroeléctrica Belo Monte. El funcionamiento del puesto ayudaría a inhibir la actividad maderera ilegal207.
126.La CIDH también resalta que junto a su Relatoría Especial sobre Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (REDESCA), manifestó su grave preocupación sobre la deforestación e incendios que afectaron a la Amazonía durante 2019. En particular, hicieron notar que en Brasil, según el Instituto Nacional de Investigación Espacial (DETER/INPE), una agencia del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Comunicación, la deforestación en los meses de junio y julio de 2019 habría aumentado considerablemente en comparación con los mismos meses en 2018. Asimismo, según un experto de la Administración Nacional de la Aeronátia y del Especio de los Estados Unidos (NASA por sus siglas en inglés), durante 2019, se ha registrado un aumento en la cantidad e intensidad de incendios en la Amazonía brasileña. Según indica, si bien la temporada seca juega un papel importante en la exacerbación de los incendios, la detección realizada de estos últimos es más consistente con las acciones de limpieza de tierras. En esa oportunidad, la CIDH y su REDESCA observaron que diversas organizaciones de la sociedad civil también atribuyeron como una de las causas principales del aumento de los incendios a la quema de bosques por actores privados para expandir actividades económicas como la minería o agropecuaria, sumado a políticas públicas que tenderían hacia el debilitamiento de la protección de la Amazonía y el medio ambiente. En ese marco, la CIDH advirtió que las poblaciones indígenas que conviven en la Amazonía son las principales afectadas al provocar desplazamientos forzosos de comunidades, pérdida de tierras destinadas a la subsistencia, y el grave riesgo de que pueblos indígenas en aislamiento, como los Awá del territorio indígena de Arariboia en la Amazonía de Maranhão, puedan desaparecer208. Durante audiencia en el marco de su 173 Período de Sesiones, la CIDH recibió información del Estado brasileño respecto a los operativos llevados a cabo en la Amazonía para combatir los incendios en la región.209
127.En ese mismo contexto, la CIDH y su REDESCA recibieron información que indica que los incendios forestales también fueron extendidos y graves en Bolivia. Al respecto, el Colegio de Biologos de la Paz indicó que una de las mayores pérdidas fueron más de 40, 000 árboles maderables de la región y una pérdida que ascendería a 1,100 millones de dólares en el bosque de la Chiquitanía. Entre los puntos de mayor preocupación organizaciones de sociedad civil identifican la Ley 741 y el decreto supremo 3973 que incentivan el “chaqueo”, entendido como actividades para limpiar el suelo de cobertura forestal y vegetal para dar paso a otras actividades económicas y empresariales relacionadas, por ejemplo, con la agricultura o ganadería. Según información pública los incendios en el país habrían afectado alrededor de 1,7 millones de hectareas de bosques y áreas silvestres.
128.En cuanto a Colombia, se advierte que la región occidental de la cuenca amazónica colombiana provee el principal sistema de captación de aguas que alimenta las fuentes hídricas aguas abajo, gracias a los páramos y bosques húmedos sobre la cordillera oriental. Si estos sistemas faltan, debido a la deforestación o el fraccionamiento del bosque, se alteraría el ciclo del agua que conduce a la formación de nubes y mantenimiento de la humedad de suelo. Debido a la radiación solar, habría un exceso de energía cayendo directamente sobre el suelo, que aceleraría la pérdida de humedad de las capas de tierra conduciendo a la desertificación de las áreas expuestas. De este modo, los bosques la utilizarían para su crecimiento y con su eventual ausencia generaría un superávit energético aumentando la temperatura local.
129.En la Amazonía de Colombia, la deforestación es causada, principalmente, por la ganadería, el narcotráfico y las actividades extractivas. En el caso específico del narcotráfico, miles de hectáreas de bosque son deforestadas mediante quemas para la plantación de hoja de coca. Por ejemplo, en marzo de 2018, se reportaron numerosas denuncias por la deforestación de 20.000 ha, en el departamento del Guaviare, a causa de 29 incendios, en su mayoría producidos por acciones humanas212. De otro lado, según investigaciones especializadas la ganadería extensiva habría destruido más del 12% de selva Amazónica en los últimos 20 años, y actualmente el 3,8% de la Amazonia colombiana (cerca de 1,7 millones de hectáreas) correspondería a terrenos con actividad pecuaria, especialmente en los departamentos de Caquetá, Putumayo, Guaviare y Meta213.
130.En Guyana, según la información disponible, la extracción de oro a mediana escala sería la principal causa de deforestación y degradación de bosques durante la última década214. De acuerdo con la Comisión Forestal de Guyana (CFC), en el 2017, la tasa de deforestación fue de 0.048%, lo cual se encuentra por debajo del 0.050% registrado entre 2015 y 2016215.
131.Con relación a Perú, en la actualidad, pese a los esfuerzos por reducir los alarmantes porcentajes de deforestación, la CIDH ha sido informada de que los efectos causados por las extensas zonas dañadas por la minería ilegal y el uso de mercurio, sobre todo en Madre de Dios, serían irrecuperables, toda vez que existirían 12000 hectáreas afectadas de forma irreversible216. Asimismo, según la Amazon Conservation Asociation, la deforestación en la Amazonía peruana el 2017, habría resultado en una pérdida de 143,425 hectáreas217.
132.En relación con Venezuela se cuenta con información según la cual entre 2000 y 2010, la deforestación fue de 0,6%, lo que para esa fecha ubicaba a Venezuela como el décimo país con mayor pérdida anual de bosque218. Además, sería el único país de la Amazonía cuyo nivel de deforestación va en aumento; mientras países como Brasil y Perú habrían frenado o reducido la pérdida de los bosques, Venezuela habríatenido un incremento sostenido durante los últimos años219. Resulta de particular atención la creación del Arco Minero del Orinoco (AMO) mediante Decreto 2.248, pues la zona sobre la que es estableció sería la más afectada por la deforestación (de8.900 km2 en el periodo 1960-2000, a 18.331 km2 deforestados entre 2001 y 2017)220.
E. Pérdida de biodiversidad y áreas naturales protegidas(…)
Fuente: http://www.oas.org/es/cidh/informes/pdfs/Panamazonia2019.pdf
En consecuencia, la expropiación y el consiguiente acaparamiento de tierras por quienes dominan al sistema mundo capitalista y a sus locales no se detiene pese a generar ecocidios y genocidios. Su criminalidad de lesa naturaleza y lesa humanidad desde 2019 se ha agravado al usar incendios para adueñarse de tierras de los bosques nativos y las selvas. En Colombia, el sistema mundo capitalista junto a su local avanza planificando esos incendios y nos muestra que los incendios en Argentina forman parte de ese plan capitalista e imperialista. Recordemos que rige el Plan Colombia.Leer
En el capitalismo unos fuegos arden más que otros
NOTRE DAME Y LA SELVA AMAZÓNICA
26 de abril de 2019
“Es una tragedia el incendio de Notre Dame en Francia, pero seguramente la reconstruirán. Ahora, ¿por qué no es una tragedia el incendio de miles de hectáreas en la Amazonia de Colombia, en nuestro país? ¿Por qué la gente no se “conmueve” con esa catástrofe nacional? ¿Por qué no suben a Facebook fotos de los bosques o los animales quemados? Eso sí que nunca se podrá reconstruir.” Mauricio Cote, citado en Julio Andrés Rozo, “Envidia: Notre Dame recogió 800 millones de euros en 3 días y la Amazonia 5 pesos”, Dinero, marzo 18 de 2019.
“¿Qué estamos viendo? […] ‘El fin del mundo. En este momento están quemando el último espacio grande de selvas del piedemonte colombiano. De donde sale el agua del futuro, donde está la biodiversidad. Todo por tres putas vacas y por la corrupción’”. Brigite Baptiste, citada en María López, “El fracaso del ambientalismo colombiano”, Semana, marzo 18 de 2019.
Los medios de desinformación colombianos al hablar del incendio de la catedral de Notre Dame utilizaron titulares ditirámbicos y lacrimógenos del variado tono, con poca originalidad porque se limitaron a reproducir lo que decían los poderes mediáticos de Europa, Mencionemos algunos. 10 cifras para entender por qué la humanidad llora a Notre Dame, fue el título de Dinero (de El Tiempo); ¡Llora la humanidad! Así quedó el interior de la catedral de Notre Dame en París, repite El Diario del Cauca; Paris y el mundo lloran a Notre Dame, titulan los Diarios del César y del Magdalena, replicando un título de periódicos europeos; Notre Dame: el dolor que unió a la humanidad, titula Semana, la cual encabeza otra nota de esta forma: Lo que pierde la humanidad con el incendio de la colosal catedral de Notre Dame. Estos titulares se refieren a un incendio que afectó a una edificación medieval, que no fue resultado de ningún ataque, sino de un accidente o un descuido.
Llama la atención que ese mismo ruido mediático no se presente cuando los poderes imperialistas occidentales además de masacrar seres humanos destruyen en forma directa alguna reliquia cultural, histórica o religiosa, como lo han hecho en diversos lugares del mundo en las últimas décadas, destacándose por su crueldad el ataque al patrimonio histórico y cultural de Irak, tras la invasión de los Estados Unidos en 2003. Tampoco se hace un bochinche parecido al de Notre Dame para referirse a los ataques diarios que con saña criminal realiza el Estado de Israel en tierras palestinas, en donde bombardea, arrasa y quema las construcciones de sus indefensos habitantes. Ante esos fuegos que destruyen seres humanos en forma planificada y sistemática no hay humanidad que valga, ni recolectas millonarios, ni transmisión en vivo y directo de los principales canales de televisión mundiales. Sobre lo sucedido en Notre Dame se han difundido miles de fotos y videos para presentar la magnitud de las llamas, que se replican en los medios de desinformación colombianos, al hablar de un lugar perfectamente localizado, de poca extensión, y cuyo impacto ambiental es mínimo. La pérdida es histórica y artística y, aunque significativa, no tiene la magnitud, ni el efecto catastrófico de los incendios que en este mismo momento, y desde hace varios años, se producen en forma ininterrumpida en nuestras selvas del sur del país, como parte del proyecto del bloque de poder contra-insurgente, encabezado por los terratenientes, junto con las multinacionales, de convertirlas en potreros para sembrar vacas o/y promover cultivos como la palma aceitera.
Resulta aleccionador que en Colombia y más allá se haga un gran despliegue mediático al referirse al incendio de Notre Dame, pero ni se mencionen otros incendios de magnitud colosal, frente a los cuales las llamas de la catedral de París aparecen como un juego de niños, algo así como la chispa de una cerilla, mientras que lo que acontece en nuestra selva amazónica tiene dimensiones de un cataclismo nuclear, con un fuego gigantesco, interminable y dantesco. Además, el incendio del que hablamos es premeditado y lo organizan los nuevos y viejos terratenientes y sus ejércitos paramilitares en las selvas colombianas. ¿Qué es lo que se está incendiando, sin que eso ni siquiera se nombre?
DANTESCO FUEGO EN LA AMAZONIA
En la Amazonia colombiana está en marcha un ecocidio planificado, que recurre a los incendios para acentuar la deforestación, es decir, la desaparición del bosque natural para convertir la selva en sabanas artificiales, que se llenan con vacas. Se encuentra en marcha el incendio en el territorio de los departamentos de Guaviare, Caquetá y Amazonas. Algunos datos muestran el impacto de lo que acontece: el 65% de la deforestación del país se concentra en la Amazonia; en 2018 fueron deforestadas 200 mil hectáreas; cada hora son destruidos 13 mil árboles; cada sesenta minutos desaparecen diez hectáreas de bosque; la mayor parte de la destrucción se presenta cerca de una carretera o a las orillas de un río principal; en diciembre de 2018 se habían detectado 2156 incendios en la región amazónica de nuestro país; entre 2010 y 2017 desaparecieron 1.400.000 hectáreas de bosque natural y unos 20 millones de árboles. Las implicaciones de este ecocidio no tienen parangón, porque “tumbar una hectárea de bosque es arrasar al menos 14.000 árboles de 600 especies distintas. Talar un árbol en la Amazonia es acabar con miles de insectos, centenares de aves y decenas de mamíferos que obtienen alimento de su tronco, hojas, flores y frutos” 1. De esas 600 especies, luego de la tala solamente se aprovechan dos, porque ni siquiera el objetivo es la madera ni su potencial forestal, sino quemar la tierra para apropiarse de ella a la fuerza.
Para ser más precisos: “Lo que perdemos no solo son palos de madera. En una sola hectárea de bosque hay un contenido, un ecosistema forestal conformado por fauna, flora, suelo y relaciones ecosistémicas que queda destruido. Además, pone en riesgo el soporte de vida de los campesinos, quienes necesitan de la fauna de monte para sobrevivir”2. La destrucción de cada árbol supone arrasar con las 50 relaciones ecológicas que cada uno de ellos tiene, ya que “en un árbol hay miles de insectos de centenares de especies que interactúan con él. Cientos de especies de aves lo visitan a diario para alimentarse de sus frutos, quienes además esparcen sus semillas en otras zonas”3. Ahora bien, ¿quiénes están detrás de los incendios y la deforestación, puesto que esta no es una acción de la naturaleza? La respuesta es simple: los mismos que siempre en Colombia se han apropiado de las “tierras nacionales” y los baldíos, es decir, los terratenientes y ganaderos, ahora asociados a las grandes empresas multinacionales y sus súbditos capitalistas locales. Esto quiere decir que los incendios, a diferencia de lo que sucedió en Notre Dame, son causados de manera intencional, con el fin de despejar la selva, convertirla en sabana y apropiarse de ella. Eso solo lo pueden hacer aquellos que poseen grandes reservas de dinero y capital y, para cumplir su propósito criminal, contratan a paramilitares para que destruyan la selva. Esta acción arrasa con los suelos, genera erosión y contribuye de manera directa al calentamiento global al liberar las toneladas de dióxido de carbono que contienen los árboles, ya que se estima que en cada hectárea de bosque amazónico se almacenan 250 toneladas de dióxido de carbono.
Por eso, cuando esa hectárea de bosque se quema y se tala, esas toneladas de CO2 son liberadas a la atmósfera. Así, de las 144 mil hectáreas de bosque arrasadas en 2017 en la Amazonia se liberaron en promedio 36 millones de toneladas de este gas de efecto invernadero y con ello se calentó aún más nuestro achicharrado planeta. Con los suelos desnudos, se desprende material rocoso lo cual aumenta el caudal de los ríos y estos se desbordan, produciendo desastres como el de Mocoa en 2018, cuando “los suelos desnudos sin vegetación en la parte alta de las montañas se desprendieron, generando una avalancha de rocas, lodo y agua que ocasionó la tragedia”4.
En concreto, tres sectores tienen una incidencia directa de los incendios y deforestación de la selva amazónica colombiana, el ganadero, el palmero y el del transporte, que a su vez está asociado a la extracción de hidrocarburos. Solamente en los alrededores de Chiribiquete se incrementó el hato ganadero entre 2015 y 2018 en medio millón de cabezas de vacas. Y como respaldo el Estado colombiano, un “Estado pirómano y deforestador”, cuya presencia en la región, antes y después de las Farc, es puramente represiva y se limita a apoyar, abierta o soterradamente, los proyectos ganaderos y extractivistas, lo cual se remonta a finales del siglo XIX, con el ciclo ecocida y genocida del caucho. Porque el Estado colombiano solo sabe de bombardear insurgentes y campesinos o fumigar con glifosato, pero jamás le ha importado ni la selva ni sus habitantes, en razón de lo cual es un promotor activo de la deforestación. No sorprende en esa dirección que el Plan Anti-Nacional de Sub- Desarrollo del gobierno de Iván Duque contemple una tasa de deforestación anual del 23%, unas 220.000 hectáreas, para un total de un millón de hectáreas en los próximos cuatro años, con lo que se arrasaría con 14 millones de árboles.
Nuevamente, la pregunta es ¿en manos de quiénes queda ese millón de hectáreas despojados de su cubierta selvática? No precisamente de campesinos sin tierra, sino de gente adinerada, proveniente del centro de Colombia, porque “con la salida de la guerrilla llegaron nuevos actores políticos a tomar control a esos sitios, que buscan la titulación por parte del Estado y tienen una intencionalidad territorial por medio de la apropiación y el dominio”5. No es solamente una apropiación económica, lo es también política, puesto que se busca erradicar cualquier influjo que haya podido quedar del movimiento guerrillero, para instalar en la zona a paramilitares, matones y sicarios a sueldo de ganaderos, terratenientes, y empresas multinacionales, con el fin de eliminar cualquier obstáculo que se oponga a su proyecto de destruir la amazonia y convertirla en una fuente de efímeras ganancias.
INCENDIOS EN CHIRIBIQUETE, EL PARAISO DE LA BIODIVERSIDAD
Un lugar emblemático por su riqueza biológica y cultural es el Parque Nacional de Chiribiquete, situado en la serranía del mismo nombre, con un área de 4.268.095 de hectáreas, ubicado entre los departamentos de Guaviare y Caquetá, en territorio de la cuenca amazónica colombiana. Este parque natural es tres veces más grande que el Parque Nacional Serengueti en África. Chiribiquete significa en karijona “cerro donde se dibuja”.
A este lugar se le ha bautizado de varias maneras: el arca de Noé por su biodiversidad; la “Maloca del Padre Jaguar”, para hacer referencia a dos componentes (uno humano y otro natural), emblemáticos de la cultura construida durante miles de años; también se le ha denominado con el anacronismo eurocéntrico de la “Capilla Sixtina de la Amazonia”. Entre sus enormes riquezas biológicas se encuentran: 708 especies de flora, 216 de peces, 53 de anfibios, 41 de reptiles, 410 de aves y 30 de mamíferos, entre medianos y grandes, 293 de mariposas, 261 de hormigas, 3 de nutrias y 48 de murciélagos. (Ver mapa). Hasta ahora se han encontrado 1.333 especies, pero se calcula que pueden ser el doble, porque cada vez que se levanta una piedra se descubre una nueva especie. En el Chiribiquete viven el 70 por ciento de En Chiribiquete los árboles alcanzan hasta 20 metros de altura y se erigen las montañas rocosas, conocidas como tepuyes (“La mesa de los Dioses”, en lengua indígena), una formación de 1.500 millones de años de antigüedad, con una extensión de 240 kilómetros de largo y 90 de ancho y una altura de hasta 800 metros. Entre su riqueza cultural e histórica se destaca que es el lugar del mundo en donde se encuentra la mayor cantidad de arte rupestre, con una antigüedad de hasta 20 mil años, atribuidos a los Karijonas, una etnia ya desaparecida. Cuenta con 36 abrigos rocosos de diferente tamaño, en donde existen unas 250 mil pinturas, distribuidas en unos 60 paneles rupestres, cada uno de siete metros en promedio
En esas pinturas se pueden identificar mamíferos de la zona (chigüiros, monos, perezosos y venados), caimanes, tortugas, peces e insectos y también representaciones de plantas (yopo, ayahuasca y coca). “¿Cómo fue creado este misterioso lugar? ¿Quién tuvo la habilidad para pintar figuras en sitios con más de 300 metros de altura? ¿Cuál es el significado de los pictogramas regados en los tepuyes de su serranía […]?”6 Cerca de Chiribiquete habitan los macuna, barasano, eduria, tatuyo, tuyuca, itana y carapana, de la familia lingüística tukano, los cuales se identifican como “hijos del jaguar del Yuruparí”. Alrededor del parque existen 21 resguardos indígenas de diferentes grupos étnicos, también afectados por el ecocidio.
Chiribiquete fue descubierto hace treinta años. Luego de la ida de las Farc, que contaba con diez frentes alrededor del lugar, se ha abierto el espacio para la nueva conquista de este paraíso de la biodiversidad. La nueva conquista recurre al fuego criminal para limpiar la selva. y dejarle el camino expedito a terratenientes, ganaderos y empresas extractivistas. En el 2018, las quemas ocurrían en territorios aledaños y en el interior del Parque de Chiribiquete, hasta el punto que pusieron en peligro las grutas en donde se encuentran las pinturas rupestres. Las llamas estuvieron a solo 500 metros de estos impactantes dibujos ancestrales. Además, "el fuego ya ha afectado más de 300 hectáreas de selva al costado norte del cerro, el hogar de cientos de especies animales y vegetales, muchas de ellas endémicas y algunas de las cuales quizás pertenecen a especies sin descubrir7
Hasta este momento del parque han desaparecido más de 1000 hectáreas, abrazadas por las llamas y luego deforestadas. En este emblemático lugar, y en toda la región, la principal amenaza la constituyen la usurpación de baldíos, la ganadería extensiva, la extracción de madera, los cultivos de coca, las carreteras y posibles proyectos extractivos. “La deforestación está desaforada en la zona, principalmente porque ya no hay un actor armado que haga las veces de autoridad y porque el Estado se ha demorado mucho en hacer la debida presencia […] La gente se está apropiando de las tierras, y ni siquiera con ganado sino simplemente tumbando árboles” 8. En el futuro inmediato, si no se detienen los incendios y la deforestación, pueden desaparecer unas 4300 especies animales y vegetales de la amazonia, incluyendo muchas de Chiribiquete. Nuevamente, la motosierra homicida de los terratenientes y ganaderos, que se ha empleado para desmembrar cuerpos humanos, retumba en nuestras selvas, arrasando con todas las formas de vida que encuentra a su paso. El Parque Chiribiquete está acorralado. En 2018 se abrieron cinco nuevos potreros, con un total de 900 hectáreas, en la entrada occidental del Parque. En lo que hasta poco antes era una hermosa selva, con árboles de más de 20 metros de altura se arrasaron casi mil hectáreas. Ese proceso avanza terrible y rápidamente. Así:
De esa magnitud es la destrucción de nuestra selva. Pero esa tragedia, provocada para beneficiar a unos cuantos “emprendedores de la muerte” en desmedro de la mayoría de habitantes de Colombia y el mundo, no genera el selectivo éxtasis mediático de incendios como el de Notre Dame. Esto indica que los incendios son importantes dependiendo qué y quiénes son los afectados, mientras que otros no parecieran existir, aunque su magnitud sea inconmensurable y sus efectos sean devastadores para diferentes formas de vida. Literalmente, es como si unos incendios ardieran más que otros. Arder debe entenderse en su doble sentido: como quema y como dolor. Paradójicamente, los fuegos más pequeños, como el de Notre Dame, arden (duelen) más que las gigantescas llamas de nuestra selva amazónica, cuyo trepidar no produce el más mínimo escozor.
CONCLUSIÓN
Al hablar de lo sucedió en París, una nota de prensa comenta: “Quizás no ha existido una causa colectiva que albergue más esperanza en tan poco tiempo como la idea de rescatar a Notre Dame de las llamas”. Agrega: “Los rostros de los franceses y los turistas que se agolpaban a lado y lado del Sena eran conmovedores. Rezaban de rodillas, lloraban sin consuelo, cantaban el Ave María”. Pero, además, “junto con ellos, los líderes (sic) mundiales se unieron en una sola plegaria. ‘Dolor de toda una nación, para todos los católicos y para todos los franceses’, dijo el presidente Emmanuel Macron. Por primera vez en mucho tiempo, el Twitter de Donald Trump estalló en trinos, pero de solidaridad. ‘Es horrible ver el enorme incendio en la catedral de Notre Dame en París’, escribió y ofreció desplegar aviones cisternas desde Estados Unidos para ayudar a controlar la emergencia”. Muy rápidamente, “la generosidad del mundo (sic) comenzó a verse. El presidente Macron llamó a una colecta nacional. Una de las familias más ricas del país, los Pinault, ya ofreció 100 millones de euros para la reconstrucción”10. Aparte de que es difícil percibir tanta hipocresía y mentiras en tan pocas líneas, sobre todo en lo referente a Macron y Trump, vale la pena preguntarse: ¿por qué nada de esos sentimientos afloran cuando se trata de referirse a la destrucción de la selva amazónica (de toda, incluyendo a la colombiana)? ¿Por qué sobre ese dantesco fuego no hay escándalo mediático, ni lágrimas colectivas, ni llamados etéreos a la humanidad, ni los multimillonarios meten sus sucias manos a sus contaminados bolsillos? Es evidente que en el capitalismo, donde todo tiene sello de clase, hay tragedias que son más importantes que otras, máxime si afectan a algún país imperialista. El colonialismo mental y cultural tiene tal peso que le atribuye más importancia a lo que acontece en alguno de los centros imperialistas (antaño colonialistas) que a lo que sucede en la periferia del planeta, así acá se destruya un patrimonio no solo de la humanidad sino de la vida misma. ¿Por qué nos obligan a llorar por ciertos desastres pero no por todos, y menos por los que se desenvuelven en nuestro propio territorio? Sin demeritar la importancia histórica y cultural de las catedrales góticas, recordemos que toda construcción humana es, según la célebre sentencia de Walter Benjamin, “una obra de cultura y de barbarie”. Esto nos debería ayudar a recordar cuánta energía y trabajo de artesanos se dilapidó en la construcción de Notre Dame y cuántos bosques de robles se destruyeron para erigirla. Bertolt Brecht preguntaría: “La inmensa Catedral de Notre Dame, ¿quiénes la construyeron? ¿Arrastraron los obispos y pontífices del Vaticano los grandes bloques de piedra”? Pero, no es este el punto que hemos querido resaltar en este artículo. En conclusión, lo de París fue un incendio perfectamente localizado, se controló rápidamente, en gran medida se puede restaurar una parte de lo destruido por las llamas, no hubo ni un solo muerto ni tampoco murieron animales.
En contraposición, en nuestra Amazonia se lleva a cabo un incendio continuado desde hace años, que no ha cesado, arrasa millones de hectáreas, destruye ecosistemas, aniquila miles de especies animales y vegetales, arrincona a las comunidades indígenas, pone en peligro el arte rupestre milenario… y todo eso es un resultado del proyecto, consciente y planificado, de quemar la selva. ¿Es que el colonialismo mental no nos deja ver nada de esto? ¿Por qué tiene más precio (que no valor) una catedral de París que nuestros complejos y extraordinarios ecosistemas, con su apabullante biodiversidad y cultura? Por supuesto, entre otras cosas, por la ganancia y el negocio. Mientras que Paris y Notre Dame son un centro del turismo mundial, que deja fabulosas ganancias a los negociantes de la fe, en la amazonia otros negociantes se lucran con la destrucción de la selva y su biodiversidad. Negocios como es usual en el capitalismo, y por eso entidades capitalistas han hecho donaciones, que no tienen nada de filantrópicas, para que siga funcionando el negocio de Notre Dame y de paso evadir impuestos. En este caso el negocio es re-construir, mientras que el negocio en la selva es destruir. Y los dos, aunque no parezca a primera vista, se encuentran íntimamente vinculados, ya que se basan en la lógica capitalista de que hasta el dolor y la muerte que acompañan al fuego pueden convertirse en una fuente de ganancias.
Fuente original: https://www.efe.com/efe/america/cultura/el-parque-chiribiquete-colombia-patrimonio-de-la-unescopor-su-valor-natural-y-cultural/20000009-3668264
Fuente: https://rebelion.org/docs/255218.pdf
Concentración y centralización capitalista
Ubiquémonos en el enfoque que hace viables a los extractivismos (mediante
consenso por desinformación y estigmatización) a través de
Verena Glass:"No tenemos la intención de discutir acá lo enorme que es el error de esas
afirmaciones sobre el proyecto hidroeléctrico de Tapajós, tema que en Brasil
adquiere cada vez más visibilidad en función de la resistencia de la población
indígena Munduruku, ancestros habitantes de la región. El enfoque es la
intencionalidad puesta en la lectura de mundo que dichas afirmaciones
evidencian.
Estigmatizar como «subdesarrollado» el más grande bioma brasileño y considerar
la Amazonía un «vacío poblacional» se ha configurado en presupuesto básico para
una serie de políticas e intervenciones del Estado y del capital en ese
territorio. Del proyecto colonizador del gobierno militar en la década de 1970,
bajo el lema “tierra sin hombres para hombres sin tierra», conductor de
brutales conflictos agrarios que persisten hasta los días actuales, al «furor
infraestructural» en la región – construcción de carreteras, líneas de
ferrocarriles, hidroeléctricas etc. -, la explotación predatoria por y para
beneficiarios externos a ella, además del desprecio casi absoluto por el
universo de los pueblos tradicionales, ha marcado la Amazonia desde que han
llegado los europeos a América.
Para comprender mejor uno de los territorios más ricos y, a la vez, más frágiles
y complejos de nuestro continente – desde el punto de vista social y de su
biodiversidad -, se necesita tener en cuenta que la Amazonia nunca ha sido
despoblada".
:
Una lectura sobre el desarrollo a partir de los plantíos de palma aceitera y de soja
Por
Verena Glass (texto
y fotos)
En diciembre de 2013, el periodista de economía Luis Nassif, uno de los más
conocidos y respectados en Brasil, escribió un artículo elogioso en la revista Carta
Capital sobre el proyecto de construcción de un complejo
hidroeléctrico en la cuenca del río Tapajós, en el sudoeste de Pará. Dos
observaciones en dicho texto se destacan porque reflejan, por un lado,
desconocimiento y, por el otro, un sentido común ingenuamente prejuicioso (o
brutalmente colonialista) respecto a la Amazonia:
1. “Hay mucha incomprensión sobre la influencia de las hidroeléctricas en el medio ambiente, especialmente en regiones poco desarrolladas.”
2. “En Tapajós, será la primera vez en que se construirá una hidroeléctrica en una región no poblada.” [1]
No tenemos la intención de discutir acá lo enorme que es el error de esas
afirmaciones sobre el proyecto hidroeléctrico de Tapajós, tema que en Brasil
adquiere cada vez más visibilidad en función de la resistencia de la población
indígena Munduruku, ancestros habitantes de la región. El enfoque es la
intencionalidad puesta en la lectura de mundo que dichas afirmaciones
evidencian.
Estigmatizar como «subdesarrollado» el más grande bioma brasileño y considerar la Amazonía un «vacío poblacional» se ha configurado en presupuesto básico para una serie de políticas e intervenciones del Estado y del capital en ese territorio. Del proyecto colonizador del gobierno militar en la década de 1970, bajo el lema “tierra sin hombres para hombres sin tierra», conductor de brutales conflictos agrarios que persisten hasta los días actuales, al «furor infraestructural» en la región – construcción de carreteras, líneas de ferrocarriles, hidroeléctricas etc. -, la explotación predatoria por y para beneficiarios externos a ella, además del desprecio casi absoluto por el universo de los pueblos tradicionales, ha marcado la Amazonia desde que han llegado los europeos a América.
Para comprender mejor uno de los territorios más ricos y, a la vez, más frágiles y complejos de nuestro continente – desde el punto de vista social y de su biodiversidad -, se necesita tener en cuenta que la Amazonia nunca ha sido despoblada. Los estudios antropológicos, arqueológicos y biológicos de la región en los últimos 50 años han mostrado que, en especial en la era precolombina, el bioma sufrió fuerte antropización y puede haber tenido una población de hasta 30 millones de personas en ese periodo. Además de los cento de vestígios que comprprueban la existencia de una multiplicitud de culturas antiguas, se estima que más del 11% de las forestas en la Amazonia brasileña serían antropogénicas (de origen cultural),[2] a partir de las configuraciones ampliamente reincidentes en donde se encuentra una gran heterogeneidad de plantas útiles asociadas (comestibles, medicinales, rituales y para manufacturación) en las cercanías de sitios arqueológicos.[3]
Además de los indicios de «foresta plantada» o manejada, el fenómeno conocido
como terra
preta (tierra negra – o tierra negra india), suelo de color oscuro y
de altísima fertilidad, encontrado en grandes manchas en la Amazonia brasileña,
colombiana, peruana, ecuatoriana, venezolana y en Guayana Francesa – es otro
elemento que comprueba la intensa presencia y actividad humanas en la región.
Producida a partir del descarte de materia orgánica (carbón, restos de comida,
forraje vegetal, excrementos, orina, cadáveres animales, conchas, cerámicas
etc.), la terra
preta se formó en los asentamientos humanos hace más de 2 mil años,
y se considera, tanto por la población local como por investigadores nacionales
e internacionales, uno de los mejores suelos para la agricultura del planeta.
De manera muy general, lo que se aprende de esos datos es que históricamente la
Amazonia ha sido ocupada por una gran variedad de pueblos y culturas en una
larga y dinámica trayectoria de desarrollo. Y, a pesar de devastado el pueblo
originario a lo largo de los últimos 500 años de colonización, la reconfiguración de la ocupación humana tradicional de los días actuales – los
habitantes indígenas, quilombolas,
ribereños, pescadores etc. – sigue reproduciendo, en lo que sea viable, una
relación de simbiosis con el medio ambiente.
En otras palabras, siempre hubo gente en la Amazonia en gran número y siempre hubo intervención en la foresta, en el sentido de que las sociedades nativas nunca han sido sujetos pasivos a las limitaciones ambientales.[4] Esa relación, sin embargo, no se parece nada a la perspectiva productivista del capitalismo que ha pasado a dominar el sentido común en el «mundo moderno» y que, más recientemente, ha llegado al Consenso de los Commodities, que marca la transición de América Latina del mero ajuste neoliberal a un nuevo ciclo económico basado en la producción y exportación de productos primarios, como lo señala Maristella Svampa.[5]
El agronegocio amazónico: una triste historia de (relativo) éxito
La estigmatización de la Amazonia como espacio geográfico destinado a la
extracción intensiva de bienes naturales no es reciente. En Brasil, como en los
demás países panamazónicos, el extractivismo[6] maderero,
mineral, energético, petrolero y agroexportador sigue una tradición que remonta,
dependiendo del sector, al inicio de la colonización europea. En el último
siglo, sin embargo, la explotación de la región ha tenido rasgos más agresivos,
en la lógica de lo que ha expresado recientemente el presidente del Parlamento
Amazónico de Brasil, el diputado Sinésio Campos (Partido de los Trabajadores,
Amazonas): “No podemos dejar que los habitantes del interior de Amazonas, o de
otros estados de la región, vivan sobre la riqueza y pasen necesidades.
Necesitamos rever nuestros conceptos de preservación ambiental y desarrollo
sustentable. Amazonia no puede ser un museo”.[7]
En esa declaración hay dos presupuestos emblemáticos: el primero es que los indígenas y pueblos tradicionales viven sobre lo que el capital denomina «riquezas» y que, por lo tanto, deben tener sus derechos territoriales mutilados para permitir su explotación. Ese es el aspecto más grosero del desarrollismo capitalista en la Amazonia. El segundo aspecto, no menos violador de derechos, sin embargo más sutil en sus proposiciones, es el debate sobre los «conceptos de preservación ambiental y desarrollo sustentable». A esas dos vertientes del modelo de desarrollo en la Amazonia nos dedicaremos, a partir del recorte del moderno agronegocio practicado en el bioma en el último periodo. Más específicamente, nos proponemos la reflexión sobre el proyecto económico y los impactos de las culturas de palma aceitera (o palma africana) y de la soja, sectores en expansión que se han beneficiado de una serie de políticas públicas y han transformado radicalmente el universo y los territorios de los pueblos tradicionales amazónicos en donde se ubican[8].
La palma aceitera y los «conceptos de preservación ambiental y desarrollo
sustentable»
Con la intensificación de los debates mundiales sobre el calentamiento global y,
en especial, después del acuerdo que ha generado el Protocolo de Kioto en el
ámbito de la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas de 1997 (COP 3), una serie
de propuestas buscando la descarbonización del planeta han ido tomando cuerpo.
Entre ellas, la ampliación del uso de agrocombustibles en sustitución a los
combustibles fósiles.[9]
De hecho, la producción de etanol y biodiesel y las investigaciones
correlacionadas siempre han estado conectadas mucho más a proyectos de seguridad
energética o para abaratar los combustibles – principalmente en periodos de alza
de precios de los fósiles – que al debate climático, al que terminaron
incorporándose con más consistencia al inicio de los años 2000.
Contradictoriamente, sin embargo, el discurso climático se ha priorizado por los
defensores de la agroenergía a partir del momento en que el sector pasó a
enfrentarse a denuncias de impactos negativos sobre la seguridad y soberanía
alimentarias (a raíz del uso intensivo de maíz en la producción de biodiesel en
Norteamérica y de la competencia de los cultivos energéticos en áreas de
culturas alimentarias) o sobre derechos territoriales de pueblos locales[10].
Aún en el ámbito de las contradicciones, en los países andinos el cultivo
agroenergético que se ha consolidado con más fuerza ha sido la palma aceitera (o
palma africana), con efectos devastadores sobre las forestas tropicales y el
agravamiento de conflictos sociales y agrarios. Sobre eso, hay registros de que
los monocultivos de palma están generando deforestaciones alarmantes en la
Amazonia peruana, colombiana y ecuatoriana[11] y
graves conflictos territoriales en Colombia y en Perú[12].
En Brasil, la expansión de la palma aceitera se ha dado en consonancia con el Programa Nacional de Producción y Uso de Biodiesel (PNPB), lanzado por el gobierno federal a fines de 2004 como parte de un ambicioso proyecto de conquista de la hegemonía brasileña en los mercados internacionales de agrocombustibles. Consciente de las críticas al cultivo de la palma en Asia y Latinoamérica por su contribución a problemas socio-ambientales, el gobierno brasileño estableció que el cultivo de la palma aceitera, concentrado en el bioma amazónico, tendría que restringirse a áreas degradadas y se constituiría en una estrategia de fortalecimiento de la agricultura familiar a través de proyectos de integración con grandes compañías.
A partir de 2008, el estado de Pará (más grande productor de palma africana en
Brasil), donde el cultivo de palma aceitera ha ocupado históricamente un área
estable, ha sufrido un boom de
nuevos proyectos agroenergéticos con fuerte apoyo de los gobiernos federal y
estatal, de bancos y financiamientos públicos. En los siguientes años y con la
consolidación del sector, sin embargo, gran parte de los elementos qua han
compuesto el imaginario de sustentabilidad socio-ambiental de la actividad a
partir del PNPB se han desconfigurado; tanto por su lógica
empresarial-capitalista, como por el conjunto de factores sociopolíticos del
universo amazónico. Veamos algunos de esos aspectos:
Premisa 1: la palma aceitera ocupará solamente áreas degradadas y no provocará
impactos ambientales en Amazonia
A pesar de no estar entre los principales conductores de la deforestación en
Brasil, el cultivo extensivo de la palma aceitera en un bioma altamente
biodiverso y sensible como la Amazonia tiene una serie de impactos negativos
sobre el ambiente y los pueblos locales. A pesar del discurso contrario, las
deforestaciones en la actividad son prácticas comunes pero sub-registradas, una
vez que para la implantación de monocultivos, ocurren mayoritariamente a través
de la supresión de manchas de bosques situadas entre las áreas degradadas. Pero
el impacto más grande se da a partir de las características del manejo de la
palma y su alta dependencia de la aplicación de agrotóxicos, utilizados en el
control tanto de plantas invasoras como de plagas. O sea: en 2013, la Secretaría
de Agricultura de Pará estimaba que el estado cultivaba 166 mil hectáreas de
palma. Con base a los indicadores de manejo de la cultura elaborados por la
Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) y del agente
financiador Banco de Amazonia (BASA), se puede calcular que en ese año se
habrían aplicado a los cultivos de palma aceitera cerca de 332 mil litros de
herbicida, 166 mil litros de insecticida, 166 toneladas de hormiguicida cebo,
19.920 cápsulas de insecticida-trampa e 33,2 toneladas de raticida[13] .
En 2014, estudios realizados por el Instituto Evandro Chagas en cursos de agua
en áreas contiguas a grandes cultivos de palma aceitera constataron la presencia
de agrotóxicos en ríos e igarapés cuyas
aguas se utilizan para el lavado de ropas, ocio y consumo de las comunidades
locales. Acorde al informe final de la investigación, se han encontrado residuos
de endosulfan,
sustancia tóxica prohibida en Brasil desde 2013, en casi todos los puntos de
muestreo en el periodo de mayor intensidad pluviométrica, señalando a que ese
producto se está carreando de los suelos, por procesos de lixiviación, y se está
acumulando en los sedimentos de fondo de los ríos e igarapés de
la región. “La
inserción antrópica de endosulfan (…) en esos ambientes puede provocar daños a
los ecosistemas acuáticos y representar riesgos a la salud de la población que
reside en esta región”, afirma el estudio; y alerta: “Como
la posible acumulación de endossulfan representa un aumento de la carga orgánica
natural en el periodo de más lluvias, también se deben evaluar las implicaciones
de la presencia de dicho compuesto asociado directamente al aumento de la
producción de algas en la región. En ese contexto, este ambiente está propicio
al aumento de la producción de cianobacterias y cianotoxinas, que son sustancias
tóxicas y representan también grandes riesgos a los ecosistemas acuáticos y a la
salud humana. (…) A partir de los análisis morfológicos [de los materiales
recolectados], se han identificado para el área de estudio un total de cinco
taxones infra genéricos de cianobacterias”.
Otro peligroso impacto de los monocultivos de palma aceitera sobre la foresta es
su interferencia sobre los flujos bióticos del ecosistema amazónico. El problema
se agravó a partir de recientes cambios en el Código Forestal brasileño
(instrumento que reglamenta la conservación y recuperación de la cobertura
forestal en las propiedades rurales del país), cuando especies exóticas como la
palma africana pasaron a constituir legalmente un sustituto a la recomposición
de bosques nativos en la llamada Reserva Legal de las propiedades,
desconsiderando la importancia estratégica del mantenimiento de la diversidad
biológica y aumentando exponencialmente los riesgos de graves pérdidas de
recursos genéticos.
Premisa 2: el
cultivo de la palma aceitera beneficia la agricultura familiar en cuanto a una
alternativa de renta
Cuando se ha lanzado en 2004, una de las premisas del PNPB ha sido la
integración de la agricultura familiar a la cadena productiva del biodiesel.
Para eso, el gobierno ha creado mecanismos de inserción de la actividad
productiva de pequeños agricultores al sector agroindustrial, en la medida en
que ha exonerado de una serie de impuestos a las industrias que adquirieran
materia prima de la agricultura familiar.
En el caso de la palma aceitera, el programa estipuló el cumplimiento de
contratos de 25 años entre agricultores e industrias, que presuponían cultivos
de 10 hectáreas, en promedio, por familia, financiados por Pronaf Eco-Dendê con
valores de hasta R$ 80 mil. Los contratos también prevén criterios rígidos de
manejo (aplicación de agrotóxicos, abonos químicos, poda etc.) estipulados por
los agentes financiadores y monitoreados por las empresas, reservándoles el
derecho de control de las actividades productivas en el interior de las
propiedades familiares.
Ese sistema resulta, en buena medida, en:
– endeudamiento de las familias, de las que parte significativa no es capaz de
producir la cantidad suficiente de palma aceitera para librar las deudas en los
bancos;
– injerencia de las compañías en la organización productiva de los agricultores,
que han pasado a responder ante los contratantes de la producción como si a
ellos fueran subordinados, no siendo, sin embargo, beneficiarios de los acuerdos
y derechos laborales previstos en la ley;
– disminución drástica o término de otras actividades productivas (culturas
alimentarias y otras actividades económicas) y consecuente impacto sobre la
seguridad alimentaria (de la familia y regional);
– Renta menor de lo planificado y a veces inferior a la verificada con otras
actividades productivas;
– Contaminación e intoxicación por agrotóxicos;
– Cambios drásticos en el modo de vida[14].
Otro efecto de la expansión del cultivo de la palma aceitera sobre la
agricultura familiar, no vinculado a los procesos de integración
agricultores-compañías, es la presión de los grandes emprendimientos sobre las
áreas familiares a partir del surgimiento de un nuevo mercado de tierras y la
valorización financiera de los territorios. Relativo a eso, se observa en la
región productora de palma aceitera en Pará un inexorable proceso de
concentración de tierras, resultado tanto del asedio para su venta, de parte de
las grandes industrias, como la progresiva incapacidad de mantenimiento de otras
actividades productivas en las propiedades familiares a partir del abandono de
la fuerza de trabajo para ubicarse en los monocultivos agroindustriales. Eso nos
lleva al análisis de la siguiente premisa.
Premisa 3: El cultivo de la palma aceitera es gran generador de puestos de
trabajo y, de esa manera, un instrumento importante para el desarrollo local
O monocultivo de la palma aceitera es, de hecho, uno de los sectores más
intensivos en uso de mano de obra del agronegocio amazónico, en especial en las
actividades de plantío, manejo y cosecha. El trabajo, sin embargo, se
caracteriza por un alto grado de penosidad, una vez que la actividad exige
grandes esfuerzos físicos en un ambiente natural adverso. Las jornadas laborales
llegan a durar hasta 12 horas (entre la salida, aún por la madrugada, y el
regreso a casa al fin de la tarde); hay deficiencias recurrentes en la provisión
de agua, alimentación, equipos de protección individual e instalaciones
sanitarias en los locales de trabajo; accidentes laborales son sub-notificados;
hay falta de atención médica en los locales de los accidentes; y hay registros
frecuentes de adicción a drogas, como la cocaína, para aumentar la productividad
y soportar el descomunal desgaste físico del trabajo en condiciones climáticas
adversas (altísimas temperaturas y lluvias torrenciales, típicas de la región).[15]
Por fin, a pesar de la poca fiscalización de la actividad de parte de los
agentes del Ministerio de Trabajo y Empleo por alegada falta de estructura y
personal, ya se han registrado casos de trabajo esclavo en el cultivo de la
palma aceitera paraense,[16] así
como condiciones degradantes en alojamientos de trabajadores que, en áreas
distantes de sus locales de vivienda, permanecen por largas temporadas en los
locales de empleo.
Las falsas soluciones
Impulsada por el Estado bajo la premisa de la «sustentabilidad climática» y del
«desarrollo social», el cultivo de la palma aceitera brasileña, después de casi
una década de expansión acelerada, no sólo ha fallado en su propósito, sino
también ha contribuido a la profundización del desequilibrio socioambiental
impuesto a la Amazonia por el desarrollo extractivo. Acorde a la Agencia
Nacional del Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles (ANP), por ejemplo, en
febrero de 2016, no había ninguna empresa productora de biodiesel registrada
como apta a proveer el combustible de palma aceitera. O sea, en la Amazonia, el
monocultivo de la palma africana que ha sustituido los bosques nativos no ha
logrado siquiera corroborar los discursos de descarbonización del planeta, para
lo que se ha justificado en primer lugar.
Por otro lado, el desplazamiento de la agricultura familiar de su misión
primordial – la producción de alimentos – y su reposicionamiento, sea en la
misma propiedad o como nuevo operario agroindustrial, como «productor de
combustible» (materia que no consumirá y de la cual no se beneficiará), desplaza
al pequeño agricultor no sólo de la posesión de la tierra sino también de la
posibilidad de constituirse como definidor de su propio universo socioeconómico
y organizador de su existencia. En ese sentido, como señala la investigadora de
la Universidad Libre de Berlín Maria Backhouse, el proyecto de expansión de la
palma aceitera en Brasil se caracteriza como green
grabbing (proceso de apropiación y financiarización de bienes y
territorios naturales por el capital a partir de la premisa de que, para
preservar, se necesita ponerle un precio a la naturaleza), en la medida en que
engloba no sólo el proceso material de apropiación de los territorios sino
también un paradigma discursivo que señala como inexorable la comoditización de
la naturaleza. “Cuando
nos referimos a green grabbing con base en el concepto de acumulación primitiva
continuada[17], tenemos
en cuenta no sólo la constatación de que la concentración de tierras a manos de
las élites locales sigue ocurriendo, sino sobre todo que tal proceso implica una
restructuración de las relaciones sociales. Dicha restructuración está impulsada
por la nueva ordenación de las relaciones de propiedad, como ocurre en el caso
de la privatización de tierras, o a través de la inserción de la agricultura
familiar en la cadena productiva agroindustrial. En el mismo acto de su
consecución, dicho proceso se legitima ideológicamente por la doctrina
neoliberal, y gana de esa manera un perfil de proyecto hegemónico”.
Y eso nos lleva al análisis del segundo sector propuesto para el estudio: el
complejo productor de soja en la Amazonia.
La soja y la disputa de la «riqueza»
La historia de la soja en la Amazonia brasileña – el país es el único que
produce el grano a larga escala en el bioma – es una de las más violentas en el
proceso de ocupación de la región por el agronegocio en los últimos 50 años. Uno
de los principales componentes de la apertura de la frontera agrícola (al lado
de la actividad maderera y de la pecuaria extensiva) en la transición de la
producción de commodities del
Centro-Oeste para el Norte del país, en el territorio que comprende la Amazonia
Legal, el área de soja alcanzó 8,16 millones de hectáreas en 2012,[18] con
predominancia de los estados de Mato Grosso, Pará, Maranhão y Rondônia.
No discutiremos los detalles de los impactos ambientales del cultivo de soja en
la Amazonia – deforestación al nivel de las 3,4 millones de hectáreas hasta
2012, acorde al monitoreo de las entidades que han firmado la llamada Moratoria
de la Soja[19] –,
tampoco el uso y contaminación récord de agrotóxicos. No examinaremos el
significado de la predominancia de multinacionales como Cargill, Bunge y ADM en
el sector y sus crecientes inversiones en la expansión de la cultura y en
infraestructura de flujo de producción; no nos atendremos a la descripción de
conflictos agrarios – a ejemplo de los 20 asesinatos de trabajadores rurales en
la región de expansión de la soja en Rondônia, contabilizados por la Comisión
Pastoral de la Tierra (CPT) en el informe sobre violencias en el campo en 2015
-, o de la ocurrencia de trabajo esclavo, a pesar de la disminución de cerca de
60% de demanda de mano de obra en el cultivo de soja después de la mecanización
de la actividad. Buscaremos entender como, más allá de las rejas de las
haciendas, el complejo agroexportador de soja está reconfigurando el territorio
amazónico de manera más profunda a través de las inversiones en infraestructura.
Como ya se ha mencionado, el Consenso de las Commodities impulsó las economías
primario-exportadoras latinoamericanas en la última década a partir de los altos
precios practicados en el mercado internacional y, en especial, debido a la
creciente demanda china. Y, a pesar de la desaceleración de la economía mundial
en los últimos años, en el primer semestre de 2015, por ejemplo, el complejo de
la soja (granos, harina y aceite) respondió por 16% de las exportaciones
brasileñas, aun con la caída de aproximadamente 30% en los precios relativos a
2014[20].
Ese factor ha fortalecido una demanda antigua del sector mirando hacia un
reordenamiento radical de los espacios que separan las cosechadoras del mercado
consumidor final europeo o asiático: la planificación infraestructural para
abaratar los costes de flujo de producción, y en tal proporción que merece la
pena volver al primer párrafo de este texto y a las tonterías sobre el complejo
hidroeléctrico en la cuenca del río Tapajós, en Pará.
El terminal de granos de la multinacional Cargill en el río Tapajós, en Santarém, Pará, que funcionó mucho tiempo sin licencia ambiental
La cuenca del Tapajós, que abarca los ríos Tapajós, Teles Pires y Jamanxim,
territorio de más de 200 mil indígenas Munduruku, Apiaká, Cayabi, Borari,
Arapiun, Arara Vermelha, Jaraqui, Kumaruara, Tapajós, Tapuia, Uupaiú, Maytapu,
Cara Preta y Tupinambá, ha sido designado por el gobierno brasileño para acoger
la próxima etapa de una mega planificación energética en la Amazonia, iniciada
con la construcción de las usinas hidroeléctricas de Jirau y Santo Antonio, en
el Río Madeira (RO), y Belo Monte, en Xingu (PA). Acorde al Plan Decenal de
Expansión de Energía (PDE) 2023, está prevista la construcción de siete usinas
en los ríos Tapajós y su afluente Jamanxim hasta 2021, además de otras dos en
Teles Pires, con el objetivo de asegurar la provisión de energía para un
pretendido crecimiento económico de Brasil de 4,3% al año.
A par y paso con la lectura de que la expectativa de crecimiento que empuja la
planificación energética del PDE es fantasiosa, dada la profunda crisis
económica y política que afecta al país, una serie de otros elementos
constituyentes del proyecto infraestructural en el cauce del Tapajós señala que
no es la seguridad energética su objetivo final: interdependiente del complejo
hidroeléctrico, están previstas la construcción de una hidrovía en los cursos de
los ríos Tapajós y Teles Pires y de cuatro esclusas (que permitirán la
navegación de grandes embarcaciones) en Tapajós y seis en Teles Pires, como
parte del llamado Arco Norte, proyecto de inversiones en las rutas de flujo de
producción de commodities que
engloba a los puertos de Itacoatiara (AM), Santarém (PA), Vila do Conde (PA),
Itaqui (MA), Salvador e Ilhéus (BA), la pavimentación de la BR 163 (que une Mato
Grosso al puerto de Santarém, en Pará), el Ferrocarril Norte-Sur (que cortará
los estados de Pará, Maranhão, Tocantins, Goiás, Minas Gerais, São Paulo, Mato
Grosso do Sul, Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul), el Ferrocarril
Paraense (que une el sur y sudeste de Pará al norte del Estado), la Ferrogrão
(que estará paralela a la Autopista BR 163), y la hidrovía del río Tocantins
(que posibilita su navegación y del río Araguaia a partir del término de la
esclusa de la hidroeléctrica de Tucuruí). Si se terminan esos proyectos, estima
la Confederación Nacional de Agricultura y Pecuaria (CNA), habría una reducción
alrededor de un 30% de los costes de flujo de producción y un aumento de 10% a
20% de los lucros para el sector.[21]
Los ferrocariles en Maranhão atraviesan y afectan profundamente a comunidades y poblados
Aquí es importante observar que, en el cálculo del agronegocio, más allá de la
disminución de los costes de exportación, los proyectos infraestructurales en el
Norte del país también abren terreno para la expansión de cultivos sobre nuevos
territorios, como se entiende del comentario del vocero de la Terminal Granelera
de Maranhão, en el puerto de Itaqui, Luiz Cláudio Santos: “Se
estima que existan más de 5 millones de hectáreas disponibles en esas regiones
para la producción de granos y la llegada de este importante puerto posibilita
dicho crecimiento, pues la principal dificultad para la producción de nuevas
áreas es la infraestructura portuaria. Recordando que este proyecto era un sueño
antiguo de todos los que están involucrados en la cadena del agronegocio de la
región Norte de Brasil”[22].
Sueño para algunos, pesadilla para otros. La expansión de la soja en la región
de Santarém, por ejemplo, donde se ubica el más grande puerto granelero de
Cargill y gran parte de la producción financiada por la multinacional, ha sido
uno de los principales factores de conflictos agrarios en la última década.
Acorde al informe difundido por la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) en 2010,
“más
de 500 familias dejaron sus tierras para darle lugar a los campos de soja. En
menos de cinco años, comunidades enteras se volvieron propiedad de productores
de soja, mientras que otras han tenido una disminución drástica en su población”.[23] Según
la CPT, Pará registró 645 muertes por conflictos en el campo entre 1985 y 2013
(solamente entre 2005 y 2013 fueron 118 casos). El número es casi cinco veces
más de lo que ha registrado en el segundo estado en el ranking de asesinatos por
cuestiones agrarias, Maranhão, con 138 casos en el mismo periodo. Según el
abogado de la organización, José Batista Afonso, la mayoría absoluta de los
casos tienen relación directa con la expansión de la soja y de la pecuaria sobre
los territorios tradicionales.
La colaboración infraestructura-expansión de la producción agropecuaria y
maderera también ha sido directamente responsable por los mayores índices de
deforestación en la Amazonia, principalmente en relación a la apertura y
pavimentación de autopistas. Acorde al estudio Roads,
Deforestation and the Mitigating Effect of Protected Areas in the Amazon,
publicado en 2014 por la revista Biological
Conversation, 95% de la deforestación en la región se da a 5,5 km de
carreteras – entre oficiales y clandestinas. En ese sentido, la región de la
carretera BR-163 es, según el estudio del Instituto Socioambiental, el principal
punto de deforestación en la Amazonia en la última década. Ese diagnóstico se
confirma en el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (Pnuma) sobre el estado de la biodiversidad en Latinoamérica y en
Caribe, difundido en mayo de 2016, que señala la ecorregión entre los ríos Xingu
y Tapajós, en Pará, como la tercera área con más deforestación en el periodo
reciente.[24]
Las reacciones
A pesar de la caída de precios de las commodities (como
metales, petróleo y granos) en los últimos dos años, y de la desaceleración del
crecimiento chino y de su demanda por bienes primarios, en Brasil la reacción
vino en forma de intensificación de la producción para compensar los bajos
precios con el aumento de volumen y cortes en medidas socio ambientales,
manteniendo estables los márgenes de lucro. En ese sentido, avanzan en el
Congreso Nacional propuestas que buscan desde la extinción de los mecanismos de
otorga de licencias ambientales para grandes obras hasta la liberación de la
minería o explotación agrícola en territorios indígenas y otras áreas
protegidas, en la lógica de que no se puede seguir consintiendo a los pueblos
indígenas el mantenimiento de su vida cuando se asienta y se desarrolla en
tierras y bienes naturales convertibles en lucro financiero, «crecimiento» o
«desarrollo»[25].
Sin embargo, ese proyecto ha provocado un nuevo ciclo de luchas sociales en los
territorios, y muchas ya no se configuran a partir del marxismo revolucionario
clásico, pero acorde a las cosmovisiones y a los deseos de las comunidades. O
sea, a partir de reflexiones sobre un futuro diverso que desafía el axioma del
«desarrollo» como único futuro posible, formulado por Harry Truman en el
postguerra en 1949. Grandes luchas de resistencia, como la de los indígenas
Munduruku contra el complejo hidroeléctrico en el río Tapajós, o de los Guarani
y Kaiowá en Mato Grosso do Sul por los territorios usurpados por el agronegocio
de soja, de caña de azúcar y pecuario, tienen como fuerza motriz la
interiorización de factores espirituales que recurren a las ascendencias como
puntos de partida y llegada.
Mujeres munduruku mapeando amenazas a su territorio en el pueblo Jacaré Velho, Jacareacanga, Pará
Así, no parece raro que, en audiencia sobre los impactos de las usinas en
Tapajós con autoridades del gobierno federal en la capital Brasilia, en 2015, un
líder Munduruku se puso a relatar la leyenda de como la abuela del niño Karo
Ebak le regaló a la etnia, en tiempos antiguos, la tierra negra[26];
y porque hoy la tierra negra, encontrada en todo el territorio Munduruku, es la
prueba de la pertenencia ancestral de la etnia a ese territorio. Es parte de un
mundo en el que quieren vivir y donde no cabe la modernidad blanca, o pariwat.
“Haber estado siempre y siempre seguir estando, pero no así; de otra manera” es
la base de lo que quieren los Munduruku.(...)
Esta concepción de seguridad reposa en la idea de fundar un orden teocrático, basado en la máxima Dios y Patria ‒que sigue siendo el lema de la Policía colombiana‒ que en lugar de formar ciudadanos moldea buenos cristianos, sumisos, obedientes, serviles, intolerantes, sectarios, autoritarios, machistas, antiliberales y anticomunistas. Esto hace que la iglesia católica como cancerbera de dicho orden teocrático imponga una noción clerical de seguridad dentro del país, que supone el control de lo que hace y piensa la gente. La iglesia católica controla desde el nacimiento hasta la muerte, tiene el monopolio del bautismo y de los cementerios y logró que durante cincuenta años no existiera otra forma de identificación que no fuera la Partida de Bautismo. Por eso, se va a oponer con saña a la expedición de la cedula de ciudadanía en 1936, y para rechazar ese documento (un reconocimiento elemental de derechos civiles) se alía con el partido conservador para que no se toquen sus privilegios de control de los cuerpos y las mentes. La Violencia de las décadas de 1940-1950 de alguna forma está relacionada con la negación de un derecho civil, que deja de ser un monopolio de la iglesia católica y los ciudadanos puedan tener un documento de identidad expedido por el Estado y no queden a merced de una corporación privada, como es la iglesia católica. Este saboteo al reconocimiento de un elemental derecho civil fue encabezado por Laureano Gómez, ese promotor de odio y de muerte, que se expresaba en la consigna falaz de que el “liberalismo tenía 1,800.000 cedulas falsas”.En consecuencia, el acaparamiento de fundamentales e inmensos territorios que el capitalismo convierte en tierras para súper negocios de corto plazo y concreta a través de etnocidios, es garantizado tanto por gobiernos progresistas como por neoliberales a través de militarizar esa ocupación económico territorial.
México: Refuerzan represión creando
la “policía minera” en plena “4T”
11 de octubre de 2020
Zósimo Camacho
octubre 8, 2020
Una de las últimas travesuras de Alfonso Durazo Montaño al frente de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) –antes de irse a buscar el gobierno de Sonora– es la creación de la “policía minera”. El 28 de septiembre pasado encabezó la ceremonia con que se graduó la primera generación de esta nueva policía de elite: 118 elementos que se “especializaron” en dar seguridad a los polémicos consorcios que se encuentran en permanente conflicto con comunidades indígenas y campesinas de todo el país.
¿O no debemos atribuir a la cabeza del sector tal trastada sino al titular de la corporación específica de la que emana el nuevo cuerpo policiaco? Nos referimos al licenciado en administración de empresas por la Universidad del Noroeste Manuel de Jesús Espino Barrientos, mejor conocido como Manuel Espino, comisionado del Servicio de Protección Federal (SPF).
Sí, estamos hablando de la, probablemente, personificación más clara de las contradicciones de la 4T: un expresidente del Partido Acción Nacional (PAN); expresidente de la Organización Demócrata Cristiana de América; exintegrante de organizaciones como la Asociación Católica de la Juventud Mexicana y, según investigaciones del periodista Álvaro Delgado, de la Organización Nacional del Yunque; militante hasta la fecha de otras igualmente de la derecha y ultraderecha mexicanas como la Asociación de Scouts de México y Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC). Además, férreo activista contra los derechos de las (consideradas por él) “antinaturales” parejas del mismo sexo y contra el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo.
Pero no vayamos a pensar que se trata de un conservador, ¿verdad? Cómo podría serlo si hoy es integrante del gobernante Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y funcionario del “juarista” gobierno de México que impulsa la “Cuarta Transformación”. Vaya, hasta se le puso al frente de uno de los órganos administrativos desconcentrados más importantes de la seguridad pública: el que se encarga de la protección de todas las instalaciones federales. En sus manos está el control de los edificios gubernamentales y las plantas estratégicas del país.
Pues bien, de la corporación que dirige Manuel Espino salen los elementos que ahora conforman la “policía minera”. Algunas maniobras habrán hecho Durazo y Espino para convencer al presidente, Andrés Manuel López Obrador, de utilizar a una institución de seguridad pública para beneficiar los intereses privados de los empresarios mineros.
De hecho, el artículo 3 del Reglamento de Protección Federal señala que “El Servicio de Protección Federal tiene a su cargo la prestación de servicios de protección, custodia, vigilancia y seguridad de personas, bienes e instalaciones a las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal, así como a los órganos de carácter federal de los Poderes Legislativo y Judicial, organismos constitucionalmente autónomos y demás instituciones públicas que así lo soliciten”.
Y continúa, en un segundo párrafo, como estirado paraguas para la creación de Durazo-Espino: “Además de lo dispuesto en el párrafo anterior, podrá participar en la ejecución de las acciones para el resguardo de instalaciones estratégicas, en términos de las disposiciones jurídicas aplicables y prestar servicios a personas físicas o morales cuando se requiera preservar la seguridad de bienes nacionales, de actividades concesionadas o permisionadas por el Estado, u otras que por su condición, relevancia o trascendencia de sus actividades, contribuyan al desarrollo nacional, así como a representaciones de gobiernos extranjeros en territorio nacional, de conformidad con los lineamientos generales que al efecto establezca la Secretaría de Gobernación”.
Ni cuando el PAN gobernaba formalmente recibieron tal regalo los consorcios mineros. Ya no será necesario que paguen guardias blancas como hasta ahora. Contarán con protección a cargo del erario. La nueva corporación fue creada al gusto de las cámaras industriales.
Falta por ver qué protocolo aplicarán ante las disputas que mineras y comunidades sostienen a lo largo de la geografía mexicana. El Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina documenta 55 conflictos activos en México.
La Red Mexicana de Afectados por la Minería (Rema) no da crédito que se le premie con una policía de elite a un sector que “despoja, deforesta, no paga impuestos, incumple contratos con los campesinos e indígenas, viola resoluciones judiciales, está involucrado en la violencia, crímenes como el de Mariano Abarca o Bernardo Vázquez, contamina irremediablemente cuencas como el río Sonora en total impunidad, deja población enferma, fulmina los suelos, no aporta a la economía local más que miseria y pobreza”.
Durazo sabe a qué juega. Quiere ser gobernador del estado de la República más “minero”. Sonora es el principal productor de cobre, grafito, wollastonita, carbón antracítico y el único productor de molibdeno en todo el país. Sólo en esta entidad se extrae el 24 por ciento de todo el oro que produce la nación. Cuenta con los yacimientos de litio más grandes del mundo. También produce de manera importante plata, fierro y minerales no metálicos como barita, silica, yeso, sal y zeolitas.
Sonora, de acuerdo con información del gobierno del estado, tiene concesionado a la industria minera el 23 por ciento de la superficie total de la entidad. Se trata de 43 mil kilómetros cuadrados en 5 mil proyectos. Tal extensión de tierra es mayor que la suma de la superficie de los estados de Querétaro, Aguascalientes, Colima, Morelos, Tlaxcala, Hidalgo y la Ciudad de México.
Vaya que Durazo, como inminente candidato, llegará con buenas credenciales ante los que mandan en el estado… Mientras, la 4T oficializa e institucionaliza las guardias blancas, aquellos grupos armados al servicio de mineros y hacendados en la Colonia y el porfiriato. ¿Pues no que este gobierno sabe mucho de historia?
Fragmentos
Los zapatistas sacudirán Europa. Romperán el cerco del país y en pleno aniversario 500 de la caída de México-Tenochtitlan y el inicio de la Colonia española en América estarán en suelo europeo. Van a decirles que ellos no fueron conquistados por la Corona Española: resistieron y resisten. Su rebeldía se mantiene. Van reconocer a sus iguales en aquellas geografías que también padecen explotación. Otro movimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y del Congreso Nacional Indígena (CNI) que, sin violencia de por medio, cuestionan frontalmente al sistema capitalista y a la “4T”.
En su comunicado “Una montaña en altamar” (http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2020/10/05/sexta-parte-una-montana-en-alta-mar/) también informan de los estragos de la pandemia de Covid-19 en las filas zapatistas. Reportan 12 muertes atribuidas al SARS-Cov-2. Antes que muchos gobiernos, tomaron con seriedad la enfermedad: “Estas 12 ausencias son responsabilidad nuestra. No son culpa de la 4T o de la oposición, de neoliberales o neoconservadores, de chairos o fifís, de conspiraciones o complots. Pensamos que debimos haber extremado más todavía las precauciones”. Hoy ya se prepararan, con la asesoría de médicos y científicos, para enfrentar un posible rebrote… Y en Nayarit, toda la fuerza del estado contra un trabajador y líder obrero. El secretario general del Sitem (Sindicato de Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado, Municipios, Instituciones Descentralizadas de Carácter Estatal y Empresas Privadas del Estado de Nayarit), José Antonio Bautista Crespo, fue aprehendido desde el pasado 2 de octubre por haber encabezado las protestas contra la Embotelladora del Nayar-Coca Cola. Ministerio público y Poder Judicial estatal han retorcido la ley para mantenerlo en prisión por supuestas infracciones que no ameritarían cárcel. Incluso se le negó la libertad bajo fianza. Los trabajadores protestaban porque no se les habían pagado sus salarios.
¿A qué se debe tanta saña? Resulta que la embotelladora es parte del Grupo Alica, del cual es dueña la familia del gobernador, Antonio Echevarría García. El panista se comporta como virrey en su estado. Es un ejemplo grotesco del cacicazgo colonial en pleno sigo XXI. Toño Bautista debe estar libre.
https://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/2020/10/08/nace-la-policia-minera-en-plena-4t/
CENCOALT Centro de Comunicación Alternativa
https://www.facebook.com/Cencoalt-291604067620258/
cencoalt.blogspot.com
cencoalt@yahoo.de
Observamos que, como en México, el gobierno progresista de les Fernández continúa y profundiza no sólo los extractivismos sino también el autoritarismo y militarización de la expoliación. Pero es insuficiente para caracterizar la actualidad del Abya Yala referencias nacionales y como hemos visto con respecto a planificación de incendios para acabar con bosques y selvas, Colombia prueba hacia dónde avanza la imposición de la acumulación gran capitalista sea como sea. En efecto, lo analizado por Renán Vega Cantor en su país anticipa cómo el capitalismo e imperialismo programa mantenernos sometidos al saqueo y envenenamiento. Que lo prueba no sólo la vigencia del Plan Colombia y la IIRSA sino también el nuevo concepto de seguridad hemisférica de la OEA Leer que Néstor Kirchner comenzó su puesta en práctica a fines del 2003, no bien se formuló.
enred_sinfronteras@riseup.net
Seguridad contrainsurgente y
construcción del enemigo interno
27 de octubre de 2020
Por Renán Vega Cantor (Rebelión)
El 21 de octubre se realizó un Conversatorio sobre el tema de Seguridad y Defensa en Colombia. Concepciones y desafíos, que convocó la Comisión de la Verdad. Con antelación se nos enviaron seis preguntas (en realidad eran más, porque algunas de ellas tenían otras preguntas incorporadas). Desde el momento en que recibí las preguntas consideré que eran demasiadas y no habría ocasión de afrontarlas con profundidad por el poco tiempo disponible y por el número de personas que íbamos a participar en el Conversatorio. Y en efecto eso fue lo que aconteció, porque además de los cinco foristas que participamos, intervinieron otras personas (aunque en forma breve y puntual), con lo que el tiempo y las posibilidades de argumentar se redujeron en forma significativa.
De todas formas, yo escribí las respuestas, pensando en la brevedad de tiempo y el público general que participaba en la convocatoria, por lo que empleo un lenguaje coloquial y directo.
No se alcanzaron a afrontar todos los temas que se proponían en las preguntas y solamente se abordaron unos pocos. Dado que pensé con cuidado lo que iba a responder, decidí escribirlo como texto orientador y eso es lo que hoy ofrezco a los lectores interesados.
Enfatizo en la construcción del enemigo interno como lógica contrainsurgente de larga duración en Colombia, porque ese fue el asunto que se me pidió en forma expresa que resaltara en el Conversatorio mencionado.
¿Cómo se entiende la seguridad en Colombia y cuál es su relación con la democracia?
La pregunta que habría que hacer a esta pregunta es de ¿quiénes se está hablando, cuando se nombra la relación entre seguridad y democracia? Si estamos hablando desde la lógica del bloque de poder contrainsurgente (formado por el Estado, las clases dominantes, las altas jerarquías de la iglesia católica, los gremios económicos y los medios de desinformación) que se ha construido en este país en los últimos 70 años tenemos un tipo de respuesta, en la cual existe una relación estrecha entre una forma de entender la seguridad (considerada como seguridad nacional, confeccionada en Estados Unidos) para defender los intereses de ese bloque de poder contrainsurgente y para ellos la democracia se reduce, cuando mucho a unas elecciones periódicas, en las que se escoja al representante de ese bloque de poder que va a ejercer la presidencia de la República.
Si, por el contrario, nos situamos en la perspectiva de las grandes mayorías sociales para las cuales la democracia no debería reducirse a un ritual electoral, sino a una forma sustancial de entender la sociedad, en la que la desigualdad no sea lo dominante, haya justicia, empleo, respeto a las libertades individuales y colectivas y no se persiga y mate a la gente por pensar distinto y tener otro proyecto de mundo y de sociedad. En ese caso se tiene otra idea de seguridad, referida a la garantía de esos derechos, para que puedan ejercerse realmente y no queden en el papel. De qué sirve, por ejemplo, hablar de Estado social de derecho y de “tradición democrática” si somos uno de los países más desiguales del mundo, en donde se asesinaron a 3000 dirigentes sindicales en los últimos 35 años, se exterminaron movimientos políticos y mataron a miles de sus militantes (UP, A luchar, Frente Popular, ahora el Partido de la Rosa), si somos el primer país del mundo en asesinato de ambientalistas, el segundo en asesinato de profesores, durante mucho tiempo el primer país del planeta en desplazamiento forzado de población. Un país donde el racismo, el clasismo, el sexismo son pan cotidiano, como se demuestra a diario, para no ir más lejos con el trato dado en estos momentos a la Minga indígena y popular. Y todavía se repite la mentira de que somos un país que una gran tradición democrática, cuando la democracia colombiana, como lo dijo el político liberal Darío Echandía “es como un orangután en Sacoleva”.
¿A partir de qué modelos se han diseñado históricamente las políticas de seguridad y defensa en Colombia?
Dos modelos, uno informal, y otro formal, que corresponden a dos épocas diferentes. Y aquí voy a presentar un punto de vista heterodoxo que puede escandalizar a los “expertos en seguridad”.
Un primer modelo, el impuesto durante la República Conservadora (1886-1930), tutelado por un poder extranjero: El Vaticano. Este modelo no tenía doctrina militar específica (que se llamara así de Seguridad), ni instructores militares, ni ejércitos en Italia, a donde se prepararan los policías y militares colombianos. Pero si irradiaba un dominio ideológico, cultural y simbólico de gran alcance que se transmitía a través de diversos sectores del Partido Conservador, y principalmente las jerarquías católicas, que tenían presencia nacional y controlaban en forma férrea la educación, los territorios nacionales con la “Reducción de salvajes”, manejaban prensa, y ejercían poder local en las parroquias y veredas. (en virtud del Concordato de 1887).
Los lineamientos venían directamente desde el Vaticano, a través de las encíclicas papales, en las que periódicamente se señalaban los enemigos de la iglesia católica, que se renovaban con relación a las grandes luchas sociales que se vivían en Europa. Las encíclicas las asimilan los obispos y las difunden con un mensaje de odio hacia el liberalismo (la revolución francesa) y lo que fuera considerado comunista o socialista y luego circulan por el país a través de los curas de parroquia, y llegan hasta los lugares más distantes y recónditos.
De allí surge la doctrina de seguridad que el poder conservador y clerical tenía que enfrentar a sus numerosos y diabólicos enemigos, empezando por el Partido Liberal y poco después a todo lo que se involucraba con el vocablo gaseoso de comunismo. Las implicaciones militares de esa concepción de seguridad se materializaron en las últimas guerras civiles del siglo XIX que asolaron al país, principalmente la más sangrienta y prolongada, la de los Mil Días (1899-1902), en donde se demostró lo que implicaban las enseñanzas clericales sobre la seguridad, que era la del partido conservador y la iglesia católica. Sus palabras de odio y muerte salieron de la boca santificada de Ezequiel Moreno, Obispo de Pasto, nacido en España, quien afirmó que “matar liberales no era pecado”. Decía este mismo personaje en 1897: “No es posible la conciliación entre Jesucristo y el diablo, entre la Iglesia y sus enemigos, entre catolicismo y liberalismo. No; seamos firmes: nada de conciliación; nada de transacción vedada e imposible. O catolicismo, o liberalismo. No es posible la conciliación”[1].
Ahí está la esencia de esa doctrina de seguridad nacional, la que se corresponde con la defensa de los intereses del partido conservador y la iglesia católica. Quienes los criticaran y los cuestionaran eran enemigos de la nacionalidad católica, apostólica y romana y debían ser perseguidos, encarcelados o asesinados. Como las fuerzas militares y de policía eran conservadoras en su mayoría, a esas fuerzas también se trasladaba la lógica de que liberales y comunistas eran enemigos que había que combatir y exterminar como bacilos, enfermedades o plagas.
Señalemos un ejemplo. En un documento de 1932, que se encuentra en el AGN de 1932, el gobernador de Caldas transcribe las palabras del cura párroco de Mocatán, cuyos dichos llenos de “fraternidad cristiana” son de este tenor: “Es necesario negarles el agua y el pan a los liberales”; “es mejor ser asesino, es menor pecado clavarle un puñal a la madre que ser liberal”; “las mujeres de los liberales son iguales a las prostitutas. Es menos pecado ser adultera que ser mujer de un liberal”; “las leyes humanas castigan el robo, pero ante Dios no es pecado robar y si es pecado ser liberal”[2]. Esta lógica es trasladada a los comunistas y socialistas, con el mismo tipo de vocabulario, como lo han documentado diversas investigaciones. En esa dirección en 1949, Ernesto Reyes sacerdote de la Diócesis de Tunja aseguraba que el comunismo es “una lepra galopante y le declaraba la guerra a muerte”[3].
Y el segundo modelo, el de 1945 en adelante, tutelado por otro poder extranjero, los Estados Unidos, se instaura durante el período de la hegemonía conservadora y la dictadura militar (1946-1957) y traza los lineamientos básicos de la Doctrina de Seguridad Nacional. Esta preserva de la fase anterior por lo menos cuatro aspectos: la contrainsurgencia, el anticomunismo, el miedo al pueblo y el miedo a la democracia. Estados Unidos se convierte en el formador de la mentalidad castrense (militar y policial) desde entonces hasta el día de hoy. Un momento clave de la instauración de esa doctrina se da en el período señalado, cuando las clases dominantes de este país se pliegan de manera incondicional a los Estados Unidos, incluyendo el plano militar. Las consecuencias de eso son bien conocidas y tienen que ver con los modelos de represión que se imponen en el país, entre los cuales están la persecución a todos los que son catalogados de comunistas y subversivos (trabajadores, campesinos, estudiantes, intelectuales, profesores, defensores de derechos humanos…). El trato militar y represivo a cualquier protesta, por justa y legitima que sea, la oposición a cualquier reforma real de la estructura económica y política del país, el aprendizaje de métodos de tortura que son enseñados en los manuales de guerra de Estados Unidos, que son traducidos y adaptados por las fuerzas armadas de Colombia, la creación de grupos paramilitares para combatir a lo que se denomina el “enemigo comunista”. Todo eso se da durante el Frente Nacional y se proyecta hasta el día de hoy, porque hay que decirlo en Colombia la guerra fría nunca ha terminado.
En resumen, en materia de la seguridad contrainsurgente y la construcción del enemigo interno, se “evolucionó” sustancialmente: mientras en la primera época de la seguridad vaticana matar liberales y comunistas no es pecado, en la segunda de estirpe estadounidense matar comunistas no es delito.
¿Qué sujetos han sido considerados como amenazas o enemigos de la seguridad nacional? ¿por qué?, ¿De qué manera ha influenciado la vida social, política y cultural de la sociedad colombiana la configuración de enemigos de la seguridad nacional?
Todos los sectores populares y quienes pudieran presentarse como sus voceros son concebidos como enemigos, siendo el típico miedo al pueblo y miedo a la democracia. Los primeros que entraron en la lista de enemigos fueron, por supuesto, los indígenas y la población negra, desde la misma conquista y eso se amplió y se reforzó durante todo el período republicano, y se proyecta hasta el presente (como lo podemos ver con la Minga). La Regeneración los considero menores de edad, salvajes, y dispuso su reducción por las misiones católicas, que se repartieron el país como un ponqué. En cuanto a la población negra, los esclavistas caucanos se negaron a la abolición de la esclavitud y organizaron una guerra civil en 1851 para oponerse a la misma. Entre esos traficantes de carne humana se encontraba la familia Arboleda que después seguiría explotando a los negros como agregados en las haciendas. Uno de eso prohombres era Sergio Arboleda, cuyo nombre hoy ostenta una universidad, en la misma que se graduaron Iván Duque y otros funcionarios del gobierno actual.
Luego, después de 1918 los trabajadores, sus movilizaciones, luchas, reivindicaciones. Con ellos se formularon desde el año mencionado afirmaciones de odio, provenientes de diversos sectores (empresarios nacionales y extranjeros, jerarquías católicas, prensa). Ese odio se expresó en diversas masacres, entre ellos vale recordar la del 16 de marzo de 1919 (a sastres y artesanos), la de 1928, las bananeras, la del 23 de febrero de 1963, el asesinato de nueve dirigentes sindicales durante el paro nacional estatal de 1998, entre ellos el de Jorge Ortega, vicepresidente de la CUT. En la visión contrainsurgente que domina en Colombia, ninguno de esas eran acciones legitimas, que tenían que ver con las reivindicaciones de los trabajadores, con mejorar sus condiciones de vida y de trabajo, sino que eran planes bolcheviques, subversivos, de comunistas enemigos de la patria.
Desde la década de 1920, con las movilizaciones agrarias, se demoniza a los campesinos y pequeños propietarios y se coloca como estigma, que podía y puede conducir a la muerte, la lucha por la propiedad de la tierra para quienes la trabajan. Nunca se realizó una reforma agraria de verdad y las veces que se plantearon tímidos intentos, vino la reacción y revancha terrateniente, aupada por la iglesia, el partido conservador e importantes sectores del partido liberal, con miles de campesinos muertos y expulsados de sus tierras.
Los sectores urbanos pobres fueron considerados como enemigos a liquidar después del 9 de abril, aunque existieran manifestaciones anteriores. Pero fue ese día cuando se convirtieron en carne de cañón para las fuerzas represivas del régimen conservador, que dejo solo en las calles de Bogotá unos 5000 muertos. De ahí surge el epíteto despectivo de “chusma nueveabrileña”. Un escritor conservador de la época, Pedro Nel Giraldo, los catalogó como “negros, indios, mulatos y mestizos, rencorosos, vengativos, hombres de palo y cuchillos, defraudados, frustrados y ambiciosos”[4].
Los estudiantes fueron convertidos en enemigos desde 1954, con la masacre del 8 y 9 de junio.
Los profesores universitarios después del 9 de abril, cuando fueron perseguidos intelectuales colombianos y extranjeros en la Universidad Nacional y en La Escuela Normal Superior. Y los profesores de primaria y bachillerado desde la década de 1960, a raíz de importantes luchas y movilizaciones en todo el país.
Y, en general, desde finales de la década de 1950 se amplía la noción del “enemigo interno” hasta incluir a la mayor parte de la población civil, a los que empezó a denominarse “guerrilleros de civil”, “guerrilleros sin armas”, “cómplices de la subversión”, “terroristas sin armas”, “brazo desarmado de la subversión”, “población civil insurgente”, en los que se incluyen a sindicatos, asociaciones agrarias, movimientos reivindicativos de toda índole. Eso se define en el libro del francés Roger Trinquier (uno de los “grandes torturadores galos”), titulado La Guerra Moderna y la lucha contra las guerrillas, que el ejército colombiano traduce en 1963 y donde se dice: “En la guerra moderna es difícil de definir el […] límite entre amigos y enemigos [que] está en el seno mismo de la nación, en una misma ciudad, y algunas veces dentro de la misma familia […] Todo individuo que de una u otra manera favorezca las intenciones del enemigo debe ser considerado traidor y tratado como tal”[5]
Esto conduce directamente a las campañas cívico-militares y a los crímenes de Estado, presentados con el eufemismo de “falsos positivos”, como resultado de lo cual han sido asesinados miles de colombianos desde la década de 1960, aunque esos asesinatos se hayan reforzado en el período 2002-2010, por una directriz del Ministerio de Defensa, en 2005, cuyo documento está a la vista de todos, en la que se pagaba con dinero y otras prebendas la muerte de los enemigos, en una clara muestra de imposición de la pena de muerte, cotizar la vida humana a un vil precio y medir el éxito militar en litros de sangre[6].
Enemigos son todos los jóvenes humildes y pobres, y a ellos se les persigue y mata y para justificar su muerte se afirma que no son mansas palomas que estaban recogiendo café, como lo dijo el principal responsable de esos crímenes de Estado, bautizados con el eufemismo benigno de Falsos Positivos.
La idea de incluir como enemigos a gran parte de la población civil, la planteó sin eufemismos el general Rafael Samudio Molina, Ministro de Defensa, en su informe al congreso del período 1987-1988: “La subversión actúa en los campos políticos, económicos, educativos, sindical y armado, con propósitos bien definidos […] los grupos subversivos actúan simultáneamente en zonas urbanas y rurales, desarrollan actividad militar paralela a la acción política y utilizan la estrategia de convergencia en los campos político, social, laboral, educativo, judicial y armado”[7].
En el Manual de instrucciones generales para operaciones guerrilleras del Ejército, de 1979, se clasificó a la población civil en tres categorías: la que apoya al ejército (listas blancas), la que apoya a los grupos subversivos (listas negras), y la que tiene una imposición indefinida respecto a los dos bandos en conflictos (listas grises). A partir de allí se planteaba este procedimiento: una acción primordial con boletos (amenazas de muerte) al personal de la lista gris y de la lista negra, para obligarlos a abandonar la región o el país, o abandonar sus posiciones políticas. Y se agrega en ese Manual que la guerra revolucionaria se expresa en “paros y huelgas” y en “la motivación y organización de grupos humanos por la lucha revolucionaria, estudiantado, obrerismo, empleados de servicios públicos, etc.”[8].
Otro elemento, directamente relacionado con los Estados Unidos, en la construcción de un enemigo interno, es el de la supuesta “guerra contra las drogas”, en la cual se califica como peligrosos terroristas a los miles de campesinos cocaleros, a los que el estado ha declarado como enemigos, y contra los cuales viene librando desde hace varias décadas una campaña de criminalización, persecución y exterminio, como se pone de presente con el uso de glifosato, que se quiere volver a usar de acuerdo a los mandatos de Donald Trump.
Entre quienes han contribuido a construir esta imagen del enemigo interno se pueden señalar: las jerarquías de la iglesia católica, los empresarios del campo y la ciudad (grandes propietarios, ganaderos, industriales, comerciantes y sus gremios económicos), la prensa (escrita, radial y televisiva), Estados Unidos, importantes políticos liberales y conservadores o sus derivados y, por supuesto, el Estado colombiano y sus diversos órganos (ejecutivo, legislativo y judicial). Por eso, cuando se habla de la doctrina de seguridad nacional hay que remitirse al bloque de poder contrainsurgente, en el que están involucrados los sectores mencionados, todos funcionales y entrelazados. Al respecto, solo un ejemplo. En 1976 el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal decía: “No es lícito para ningún católico o simple ciudadano de buena fe y voluntad votar por las listas de quienes por principio, objetivos, formas de lucha o alianzas, sostienen doctrinas o políticas marxistas de cualquier tendencia o grado que sea”[9].
Y en cuanto a la otra parte de la pregunta. ¿Por qué se construye un enemigo interno? La respuesta no es difícil de encontrar, y está en la configuración de una sociedad desigual, injusta y antidemocrática y para mantenerla se requiere generar la idea de que la propiedad y la riqueza se deben defender a sangre y fuego y quienes las cuestionen son enemigos que deben ser eliminados, porque son antipatriotas y representan intereses foráneos que conspiran contra la supuesta colombianidad que los dueños del país encarnarían.
Y, por último, ¿de qué manera ha influenciado la vida social, política y cultural de la sociedad colombiana la configuración de enemigos de la seguridad nacional?
Los impactos en el largo plazo son amplios. Se genera un ambiente de violencia generalizada, de persecución a quienes son señalados como enemigos, se entroniza la intolerancia, el odio como patrones de la vida cotidiana, que busca resolver los problemas mediante la fuerza física directa.
Se generaliza el fanatismo que se basa en la ignorancia y el odio, y lleva a que se considere la eliminación del que es diferente como normal, puesto que es mostrado como un virus que debe erradicarse.
Se justifica la formación de los grupos paramilitares, que hacen justicia por sus propios medios, a nombre de la defensa de los supuestos valores de patria y libertad que encarnarían ellos mismos y sus patrocinadores. Cuando se mata a un sindicalista, a un campesino, a un ambientalista… de labios para afuera muchos dicen en Colombia: “por algo será”, “algo habrá hecho”, “se lo merecía”, “quien lo manda…pensar, criticar, oponerse a los ricos” … Esta es la generalización de la impunidad, que se convierte en un nuevo sentido común, que justifica los supuestos valores de grandeza de los colombianos, que tenemos algo especial, un no sé qué, que nos diferencia de los otros países. Que el colombiano se distingue por su viveza, que si se da papaya hay que aprovecharla. Es una mezcla entre neoliberalismo y la lógica traqueta que se ha impuesto en la vida colombiana. Que se difunde además como un gran logro a través de los medios de comunicación, que ensalzan el enriquecimiento fácil, el todo vale, con tal de ser exitosos y triunfadores. Los exitosos pueden ser violentos y criminales pero el éxito y la riqueza ocultan y justifican ese ascenso, y eso es lo que representan Pablo Escobar y los uribeños.
No otra cosa se puede pedir, si desde las altas instancias del poder se exalta la violencia y el crimen, se premian a los que delinquen y se llama a la población a que repliquen esa conducta. Eso se comprueba en momentos críticos, tal como sucedió durante la masacre del 9 y 10 de septiembre, cuando el subpresidente se fue a un CAI (Centro de Asesinato Inmediato) y se disfrazó de policía, lo cual quería decir que legitimaba los lugares, las armas y, sobre todo, a la institución que perpetró una acción criminal contra colombianos humildes e indefensos, por el solo hecho de que se atrevieron a protestar con indignación por el asesinato de un colombiano, Javier Ordóñez, en el interior de un CAI.
¿Por qué desde la perspectiva de seguridad nacional se ha privilegiado la militarización de algunos territorios y procedimientos relacionados con la seguridad ciudadana?
Porque esa doctrina se basa en la lógica de la militarización de la vida interna de una sociedad y supone que cualquier problema que se presente no responde a causas que se origenen en el malestar que genera la desigualdad y la injusticia sino a acciones del “comunismo internacional”. Y a ese enemigo hay que enfrentarlo con instrumentos militares y paramilitares, como lo enseñaron sus maestros estadounidenses y en menor medida franceses. Esa una contrainsurgencia que abarca muchos aspectos, pero que refuerza el poder de lo militar y de la represión. El resultado está a la vista, Colombia es uno de los países más militarizados del mundo en su vida cotidiana. Tiene unas fuerzas armadas hipertrofiadas, con unos 450 mil miembros directos (sumando ejército y policía), sin contar los indirectos, que devora buena parte del presupuesto nacional. Se gasta más dinero en formar soldados que en preparar profesores, médicos o enfermeros.
No es que se militaricen solo unos territorios, son todos en el plano geográfico, pero peor aún es la militarización en el plano mental y cultural. De ver militares y policías a granel y a diario, nos han acostumbrado a su presencia permanente como si fueran parte natural del paisaje social. Se militarizan universidades, huelgas, movilizaciones, protestas y acciones populares.
Todo asunto o problema social se pretende solucionar con militarización, e incluso la presencia del Estado se reduce a ese componente militar, pero se dejan de lado las soluciones a las cuestiones de fondo de injusticia, desigualdad, pobreza, distribución de la propiedad territorial…
¿Cómo se relacionan las políticas de seguridad y defensa con el impulso estatal de proyectos agroindustriales y minero energéticos en algunos territorios?
Dentro de la guerra mundial por los recursos que está en marcha, Colombia ha vuelto a ser una economía minero-exportadora (una buena parte de sus ingresos en el comercio exterior provienen de la venta de carbón, petróleo, níquel, oro) y se anuncia con gran bombo nuestra conversión en un “país minero” (como Perú o Chile). En este contexto extractivista (recordemos que Colombia ya no es un país cafetero, y han existido momentos recientes en que incluso se ha tenido que comprar café en el exterior para abastecer el mercado interno). El Plan Colombia, entre otras cosas ha estado ligado a ese proyecto de limpiar el territorio para dejarlo libre a multinacionales y a algunos capitales nacionales (entrelazados y subordinados a esas multinacionales y a Estados Unidos) y como parte de esa limpieza del territorio, habitado por indígenas, campesinos, comunidades raizales, se ha extendido la militarización por el territorio nacional. Los batallones minero-energéticos son una expresión de ese hecho. Y hablamos de unos batallones que protegen los enclaves mineros y petroleros con una gran cantidad de personal militar destinado a ello: 70 mil soldados (algo así como un tercio de la fuerza militar). Para que ese proyecto extractivista sea posible se necesita ocupar militarmente el territorio (y despejarlo) a nombre de la seguridad inversionista. Eso se encubre con el sofisma de la “guerra contra las drogas”. Quienes se opongan van a ser sacados a las buenas o a las malas, porque no pueden ser enemigos del progreso, que beneficia a sectores minoritarios de la población. Presentar esa estrategia de control territorial como un asunto de la “guerra contra las drogas” permite que siga fluyendo la ayuda económica y militar de los Estados Unidos y que se use justamente en algo que beneficia a sus empresas: la inversión minero- energética. Y al mismo ritmo siguen fluyendo armas, asistencia militar, glifosato, odio y muerte. Todo eso para mantener lo que Germán Castro Caycedo denomina en un libro Nuestra guerra ajena.
¿Es necesaria una transformación de la doctrina militar en Colombia?, ¿Por qué? ¿Qué debería cambiar?
Por supuesto, si se quiere democratizar de verdad a la sociedad colombiana, hay que abandonar la doctrina contrainsurgente y anticomunista presente en las fuerzas armadas, debe reducirse su pie de fuerza, debe eliminarse el servicio militar obligatorio (que es de clase, excluyente), cesar los pactos con los Estados Unidos, dejar de enviar militares a la Escuela de las Américas (allí se instruyeron los responsables militares de los falsos positivos, por ejemplo). Que cese la presencia de tropas de Estados Unidos en nuestro territorio, y se revele la documentación interna y externa sobre esos vínculos. Que se desclasifiquen los archivos de las fuerzas armadas y de las agencias de inteligencia del Estado.
La policía debe dejar de ser una fuerza militar y convertirse en una fuerza civil y abandone su lema de Dios y Patria. Tarde o temprano tendrá que asumirse el asunto de la legalización de las llamadas drogas ilícitas (cocaína, marihuana), por lo que representa en términos militares y represivos para este país, así como por sus elevados costos económicos y destrucción ambiental.
Para terminar, cómo no va a ser necesaria una transformación de la doctrina militar y de las fuerzas armadas, luego de conocer lo sucedido los días 9 y 10 de septiembre con la masacre perpetrada por la policía en Bogotá y Soacha, con un saldo trágico de 14 colombianos asesinados y decenas de heridos y detenidos. Como no se a requerir de una modificación de esa doctrina militar, luego de conocer la denuncia de la periodista Adriana Villegas Botero en La Patria del domingo anterior (18 de octubre de 2020), en el artículo “No es Broma, es violencia”. Ella presenció y escuchó lo que describe a continuación:
Hacia las 7:30 p.m. del lunes festivo un grupo del Batallón Ayacucho trotó 60 vueltas en una calle cerrada. Sé la cantidad porque al cruzar por un punto gritaban: “van 25, faltan 35”, y luego “van 26, faltan 34”. El espacio entre cada conteo lo llenaron con cantos en los que los reclutas repetían en coro lo que gritaba su jefe: su dragoneante, su cabo, su sargento, su teniente, su capitán, su mayor, su coronel, su general. Da igual.
El vecindario entero oyó al pelotón. Cantaron sobre los bigotes de Lucifer, matar delincuentes, la sed de sangre subversiva, la guerra, el betún de las botas, “sube sube guerrillero, que en la cima yo te espero con granadas y morteros”, “los hombres cuando ven un buen trasero” y “taca t ca taca taca taca taca ta”. Izquier, 2, 3, 4.
Un minuto antes de morir / Escuché la voz de mi novia / Que con voz de perra me decía /Si te mueres se lo doy al policía. Porque yo soy, ja, soy, ja, el vampiro negro / Yo nunca tuve madre, ni nunca la tendré / Si alguna vez yo tuve con mis manos la ahorqué. / Yo nunca tuve novia, ni nunca la tendré, / Si alguna vez yo tuve, los ojos le saqué[10].
Estas no son manzanas podridas, es el árbol completo que está irremediablemente descompuesto, por las doctrinas de odio y muerte Made in Usa y remarcadas por la contrainsurgencia nativa. Si eso no requiere ser cambiado, en qué tipo de país queremos que vivan nuestros hijos y con qué noción de seguridad, acaso la seguridad de las fosas comunes, de los asesinatos de Estado, del genocidio permanente, de la violación de niñas indígenas, en una palabra, una seguridad simbolizada por los huesos y las calaveras que convoca a la población a honrar la muerte fratricida y el odio perpetuo.
[1]. Ezequiel Moreno, O catolicismo o liberalismo. No es posible la conciliación, Contra la segunda carta del señor presbítero Baltasar Vélez, Imprenta de La Verdad, 1898.
[2]. Archivo General de la Nación, Fondo Ministerio de Gobierno, Sección Primera, Tomo 1024, f. 371.
[3].Boletín diocesano, mayo – junio de 1948, Tunja, citado por Andrés Felipe Manosalva, Los obispos colombianos en la época de la violencia: paz, guerra y anticomunismo (1945-1965), Tesis de Maestría en Historia, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2013, p. 47.
[4]. Pedro Nel Giraldo, Don Fernando. Juicio sobre un hombre y una época, Granámerica, Medellín, 1963, p. 217.
[5]. Roger Trinquier, La guerra moderna, Librería del Ejército, Bogotá, 1963, pp. 32-33.
[6]. El documento con el título de “Circular del Ministerio de Defensa sobre recompensas (Falsos Positivos)” lleva la firma de Camilo Ospina Bernal. Lo hemos publicado como anexo en nuestro libro Injerencia de los Estados Unidos, contrainsurgencia y terrorismo de Estado. Informe presentado a la Comisión Histórica del Conflicto Armado y sus Víctimas (CHCAV), Ocean Sur, Bogotá, 2016, pp. 280-297.
[7]. Ministerio de Defensa, (Rafael Samudio), Memoria al Congreso, 1987-1988, Imprenta Nacional, Bogotá, 1988, pp. 14 y 15.
[8]. Comando General de las Fuerzas Militares, Instrucciones generales para las operaciones de contraguerrilla, Bogotá, 1979, p. 188. Citado en Movice, Paz sin crímenes de Estado. Memoria y propuestas de las víctimas, Bogotá, 2013, p. 111.
[9]. Citado en “El ideario común. Los intereses del hampa”, Alternativa No. 77, abril 5-12 de 1976, p. 7.
[10]. Adriana Villegas Botero, “No es broma, es violencia”, La Patria, octubre 18 de 2020. Disponible en: https://www.lapatria.com/opinion/columnas/adriana-villegas-botero/no-es-broma-es-violencia
Fuente: https://rebelion.org/seguridad-contrainsurgente-y-construccion-del-enemigo-interno/
Cuestionemos la creencia mayoritaria que la democracia vigente es antagónica a la dictadura genocida de los setenta para destapar que los poderes establecidos con terrorismo de estado siguen acumulando riquezas a través del acaparamiento extractivista de bienes comunes y dominio sobre nosotres mediante Estado supranacional-nacional en guerra de amplio espectro contre nosotres, les oprimides.
A raíz del autoatentado contra las torres gemelas de Nueva York en septiembre de 2001 se implantó la criminalización tanto de los desposeídos como de la resistencia de organizaciones contra ese avasallamiento de derechos humanos.
El Nuevo Concepto de
Seguridad Hemisférica de la
OEA: Una Amenaza en Potencia
WOLA* ,julio 2005
Gaston Chillier y Laurie Freeman
Introducción
L a Declaración Sobre Seguridad en las Américas, adoptada por la Organización de Estados Americanos (OEA) en octubre de 2003, creó un nuevo concepto de seguridad hemisférica que amplía la definición tradicional de defensa de la seguridad de los Estados a partir de la incorporación de nuevas amenazas, preocupaciones y desafíos, que incluyen aspectos políticos, económicos, sociales, de salud y ambientales. O sea, casi todos los problemas pueden ser considerados ahora una potencial amenaza a la seguridad. Consideramos que la implementación de este nuevo concepto multidimensional constituye un riesgo de aumento de securitización de los problemas de la región y, por consiguiente, la militarización como una respuesta para confrontarlos. Este riesgo existe debido a cuatro factores principales: Primero, la tendencia histórica de intervención política de las fuerzas armadas durante la vigencia de regimenes autoritarios o en el contexto de conflictos armados o inestabilidad social. Segundo, la “guerra” de EE.UU. contra las drogas, que promueve un rol más amplio de las fuer zas armadas en el cumplimiento de la ley. Tercero, las crisis de los sistemas de seguridad pública que padecen la mayoría de los países de la región. Quarto, “la guerra contra el terrorismo” lanzada por Estados Unidos, que promueve una definición expansiva y nebulosa del terrorismo, y por ende, aumenta la responsabilidad de las fuerzas militares en combatir el terrorismo en cualquier forma que se exprese.
El Nuevo Concepto de Seguridad Hemisférica de la OEA: Una Amenaza en Potencia Las deficiencias del nuevo concepto de seguridad adoptado por la OEA crean las condiciones para justificar, como nunca antes, el uso de las fuerzas armadas de los países de la región en misiones que tradicional y formalmente no les corresponden. Esta tendencia regional hacia la securitización es además reforzada por la propensión en la política exterior actual de Estados Unidos de ver todo a través del lente del terrorismo. Este escenario obstaculiza el largo y trabajoso camino de consolidación de las democracias regionales y el fortalecimiento de las instituciones civiles. Además, parece ser una manera ineficaz e inapropiada de resolver la amplia gama de problemas, de origen social, económico, político, ambiental y demás, comunes en la región.
La Militarización en América Latina
América Latina cuenta con un legado histórico de militarización en respuestas a conflictos internos, inestabilidad y crimen. A pesar de que la región ya no está gobernada por dictaduras militares y todos los países de la región, excepto uno, cuentan con líderes elegidos democráticamente, son varios los gobiernos que se han vuelto a sus fuerzas armadas para responder a problemas internos. Esto se debe principalmente a dos factores: la amenaza del tráfico de drogas (y las políticas antinarcóticos de Estados Unidos que auspiciaron la participación militar en las misiones de lucha contra el narcotráfico) y la falta de políticas de seguridad pública, incluyendo la incapacidad de las instituciones en cumplir la ley para responder al incremento del crimen y la inseguridad. Desde que la administración de Reagan, a mediados de la década de los años 80, declaró las drogas ilícitas como una amenaza a la seguridad nacional, una parte central de la “guerra contra las drogas” ejecutada por EE.UU. ha consistido en el fortalecimiento de las fuerzas armadas latinoamericanas con el fin de llevar a cabo iniciativas antinarcóticos.
1 Para ello, Estados Unidos ha provisto de entrenamiento y equipamiento a estas fuerzas para sumarlas a esta política.
2 La presión que ejerce Estados Unidos en el marco de su política antinarcóticos para la región es uno de los factores principales que ha influido en la intervención de las fuerzas armadas en cuestiones de seguridad interior.
3 En segundo lugar, el incremento de las tasas de criminalidad en los países—y los graves problemas de pobreza y desigualdad que no han sido resueltos por las reformas económicas promovidas por el Consenso de Washington—generan una fuerte demanda social de respuestas eficaces que garanticen niveles tolerables de seguridad ciudadana y resuelvan el alto grado de conflictividad social. Ante la carencia de políticas de seguridad pública democráticas y eficientes que puedan satisfacer estas demandas, muchos gobiernos han optado por la intervención de las fuerzas armadas. Es una solución ilusoria que no sólo ha fallado sino que, como veremos luego, contiene una serie de consecuencias negativas para el fortalecimiento de las instituciones democráticas en la región. La falta de una política estatal de seguridad ciudadana que responda al incremento de las tasas de criminalidad también ha influido para que esto suceda. Sobre las consecuencias de este fenómeno en Bolivia, Quintana afirma que “la militarización de la seguridad pública, así como la respuesta militarizada que se dio a los conflictos sociales, correspondió con el incremento dramático de violaciones contra los derechos humanos”
4El efecto de la política antinarcóticos adoptada por EE.UU. puede observarse claramente en Bolivia, donde los militares de Estados Unidos han estado directamente involucrados en esfuerzos antinarcóticos y han promovido que las fuerzas armadas bolivianas asuman un rol cada vez más importante en la lucha contra el narcotráfico. En el año 1986, las fuerzas armadas estadounidenses estuvieron involucradas, por primera vez en forma pública, en una operación antinarcóticos de gran envergadura (Operación Blast Furnace).
En el año 1988, el gobierno de EE.UU. creó una unidad boliviana de la Fuerza Aérea y un grupo naval para desarrollar actividades de interdicción de drogas. Esta tendencia continuó con el lanzamiento de la Iniciativa Andina, bajo la cual el gobierno de EE.UU. empezó “una incorporación deliberada de las fuerzas armadas de los países huéspedes en los esfuerzos antinarcóticos y expandió el rol militar de los Estados Unidos a lo largo de la región”. En los años recientes, las Fuerzas Especiales de Estados Unidos han entrenado a las fuerzas policiales antinarcóticos, la sección de Asuntos Narcóticos de la embajada de Estados Unidos fundó una fuerza paramilitar antinarcóticos (Fuerza de Tarea Expedicionaria), la cual fue dirigida por oficiales militares bolivianos, y el Pentágono la proveyó con helicópteros y otros equipamientos para las fuerzas de seguridad, para el control de drogas.
5 El rol interno de las fuerzas armadas bolivianas no se limita a la lucha antinarcóticos. Incluye también amplias funciones para el cumplimento de la ley. Los militares son llamados ocasionalmente a responder ante la protesta social. Por ejemplo, cuando la policía de La Paz se amotinó en febrero del 2003, el presidente Sánchez de Lozada desplegó soldados para restaurar el orden público. El enfrentamiento que se produjo posteriormente condujo a la muerte de 32 personas y cientos de heridos. 6 México es el país latinoamericano que cuenta con la más larga tradición de subordinación militar a gobiernos civiles. Sin embargo, el involucramiento de los militares en cuestiones de seguridad interna ha crecido considerablemente en las décadas pasadas. Sigrid Arzt sostiene que “el proceso de militarización en materia de seguridad pública es una política ad hoc de respuesta por parte de la elite política mexicana ante la escalada de la delincuencia organizada, particularmente la expresada en el fenómeno del tráfico de drogas”. 7 El ejército mexicano históricamente había participado en la erradicación manual de cultivos ilícitos. Sin embargo, cuando el presidente Miguel de la Madrid declaró en el año 1987 al tráfico de drogas como un asunto de seguridad nacional, esto propició la expansión de la misión militar antinarcóticos hacia la incorporación de mandatos de cumplimiento de la ley e inteligencia. La política antinarcóticos de EE.UU. ha auspiciado estas tendencias a través de la provisión de entrenamiento y equipamiento para el ejército mexicano y también ha apoyado retóricamente la militarización como una solución temporal a los problemas endémicos de (…)
Conclusión
La adopción del nuevo concepto de seguridad multidimensional de la OEA vino a reemplazar oportunamente una estructura de seguridad hemisférica vetusta que no respondía a las necesidades de la región. Su carácter multidimensional y, sobre todo, su arquitectura flexible aparecen como mecanismos interesantes para responder a las amenazas actuales que sufren los países del hemisferio.
Sin embargo, en el contexto actual de la región no podemos ser menos que cautelosos a la hora de evaluar el impacto que la implementación de este nuevo concepto de seguridad puede causar en las democracias y los sistemas de seguridad de los países de América Latina. En primer lugar, el tratamiento de una diversidad de temas bajo la óptica de la seguridad abre las puertas para la securitización de las agendas políticas, sociales, económicas. Este riesgo se potencia con la definición amplia de terrorismo y la visión expandida de lo que significa una amenaza a la seguridad utilizada por Estados Unidos después de septiembre de 2001. En segundo lugar, la formulación amplia y difusa del concepto de seguridad de la OEA diluye las líneas divisorias entre los conceptos de defensa y de seguridad pública. Como vimos en los ejemplos descritos, la consecuencia práctica de este proceso es la alteración de las funciones tradicionales de las fuerzas armadas para implicarlas en cuestiones de seguridad interior o pública. Esta situación contribuiría a la tendencia de la militarización de la seguridad interna producida en los últimos años a partir de actuación de las fuerzas militares en roles que no corresponden a la defensa de los estados. 56 Esto contribuiría a desandar los esfuerzos realizados por los gobiernos de la región para afianzar la subordinación de las fuerzas armadas a las instituciones civiles democráticas.
La Fuerza de Tarea Expedicionaria (FTE) de Bolivia, una fuerza de ex-militares fuera de la estructura militar del país y patrocinado por EE.UU. para llevar a cabo operaciones antinarcóticos en Bolivia. La FTE cometió graves abusos de derechos humanos.
Washington Office on Latin America 1630 Connecticut Avenue, NW, Washington, D.C. 20009 WOLA La Oficina de Washington para América Latina (WOLA, siglas en inglés) promueve los derechos humanos, la democracia y la justicia económica y social en América Latina y el Caribe. WOLA facilita el diálogo entre agentes gubernamentales y no gubernamentales, vigila el impacto de políticas y programas de gobiernos y organizaciones internacionales, y promueve alternativas a través de la difusión de informes, actividades de educación, capacitación y gestión de políticas. WOLA ha elaborado una gama ámplia de publicaciones sobre los derechos humanos en América Latina y las políticas de los Estados Unidos. También publica un boletín varias veces al año; la edición en español se llama “Enlace”. Vea nuestro sitio de web para acceder a una lista completa de las publicaciones y cómo pedirlas o bajarlas del internet. Washington Office on Latin America 1630 Connecticut Avenue, NW, Washington, D.C. 20009 Tel: 202.797.2171 • Facsimile: 202.797.2172 Correo electroníco: wola@wola.org • Internet: www.wola.org Esta publicación de WOLA está patrocinada en parte por el Fundación Ford, Chile Fuente: https://www.wola.org/sites/default/files/downloadable/Regional%20Security/past/El%20nuevo%20concepto%20de%20seguridad_lowres.pdf
Advirtamos que las leyes antiterroristas de los gobiernos K, la designación de Milani partícipe en la dictadura genocida y especializado en inteligencia estatal a la que perfeccionó-actualizó y Berni- Patricia Bulrich-Berni forman parte de un sistema de represión y control del sistema mundo capitalista y sus locales. Esto nos permitirá descubrir que el progresismo y el neoliberalismo no son antagónicos.
Que el COVID 19 no nos impida reflexionar:
¿Cómo y por qué 11 países latinoamericanos invadieron Haití?
6 noviembre, 2020
Se cumple un año del fin de la MINUJUSTH, la última de las misiones militares que las Naciones Unidas sostuvieron durante 15 años en Haití. ¿Pero cómo es que 11 naciones latinoamericanas llegaron a participar de la ocupación contra una pequeña, desarmada y empobrecida nación caribeña?
Por Lautaro Rivara (*)
Trece misiones de mantenimiento de la paz se encuentran en desarrollo en diversos países de África, Asia y Medio Oriente, según la información proporcionada por las Naciones Unidas.
En América Latina y el Caribe el terreno de actuación de las misiones de paz ha incluido también a El Salvador, Guatemala y la República Dominicana. Sin embargo, la gran mayoría de las misiones de la ONU, e incluso otras desplegadas de forma conjunta o bajo la órbita exclusiva de la Organización de Estados Americanos (OEA) se han dado en Haití. 8 en total desde la intervención de la Misión Civil Internacional en Haití (MICIVIH) en el año 1993.
El reconocido intelectual haitiano Camille Chalmers afirma que un conflicto político doméstico se utilizó en el año 2004 como pretexto para organizar un golpe de estado y una posterior ocupación multilateral. El golpe estuvo a cargo de un grupo de exmilitares de las Fuerzas Armadas disueltas por el presidente Jean-Bertrand Aristide en el año 1995. Estos ingresaron desde territorio dominicano hasta la capital Puerto Príncipe, siendo asesorados y financiados por los Estados Unidos y apoyados tácitamente por Francia y Canadá.
Tras el exilio forzoso de Aristide el presidente interino Boniface Alexandre solicitó el primer despliegue de una Fuerza Multinacional Provisional. Compuesta por soldados canadienses, franceses, estadounidenses y chilenos, este sería el germen de la futura Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH). Pero tanto el pedido como la ocupación en sí contravenían la Constitución de 1987. La Carta Magna de Haití, un país con un régimen semi-parlamentario, limita esas atribuciones a la Asamblea Nacional, su máximo órgano legislativo.
Los argumentos de la ONU: “estabilización” e “intervencionismo humanitario”.
Desde entonces una serie de eufemismos surgieron para justificar la ocupación, tales como la “suspensión de la soberanía”, el “intervencionismo humanitario” y la “pacificación”. En la práctica la pacificación implicó un ejercicio de represión política selectiva, la realización de diversos crímenes sexuales y la propagación de una epidemia de cólera desde una base de la MINUSTAH que se cobró 10 mil vidas e infectó a más de 800 mil personas, según reconoció tardíamente el por ese entonces Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon.
La creación de la MINUSTAH se dio en el contexto de una creciente “securitización” de la agenda internacional en el contexto de la post Guerra Fría. Desde la caída de la Unión Soviética y el declive del Movimiento de Países No Alineados, el Consejo de Seguridad tendría un carácter cada vez más discrecional y se reducirían las atribuciones de la Asamblea General. A su vez, el Artículo VI de la carta fundacional del organismo, referido al arreglo pacífico de controversias, sería desplazado de forma creciente por el Artículo VII que prevé la “imposición de la paz” y el despliegue de los ejércitos de Cascos Azules.
Por otro lado, un nuevo paradigma jurídico internacional comenzaría a imponerse: el del “intervencionismo humanitario” y la “responsabilidad de proteger” -también conocido como R2P por su onomatopeya anglófona-. Según la jurista y especialista cubana en relaciones internacionales, Leyla Carrillo Ramírez, se trata de formas de “intervención extranjera coercitivas”. Éstas, según la autora, contradicen los principios de soberanía y autodeterminación de las naciones, aún cuando se amparen en la violación real o presunta de los derechos humanos de las poblaciones locales.
Brasil: el “principio de no indiferencia” y las aspiraciones geopolíticas
En el año 2004 sería Brasil el encargado de asumir la comandancia militar de la MINUSTAH, además de ser el país que suministraría el mayor contingente militar: 1.670 soldados tan sólo al comienzo de la misión.
El principio rector de la diplomacia brasileña sería el de la “no indiferencia”, una suerte de variación local de la R2P. Esta arista de la política exterior del gigante sudamericano iría acompañada de su voluntad de incidir en la política internacional a tono con su carácter de país emergente, miembro dinámico del BRICS y potencia subregional.
Brasil lideró la política de control de poblaciones en barrios populares como los de Bel Air y Cité Soleil. En este último se desarrolló una intervención armada que asesinó al menos 27 civiles y dejó un saldo de 30 heridos según los testimonios de los pobladores y la denuncia presentada ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Sin embargo, según consta en un dossier especial del Instituto Igaraparé y el Centro Conjunto para Operaciones de Paz de Brasil, la auto-evaluación oficial sería sumamente elogiosa, calificando a la actuación brasileña en Haití de “epopeya militar”.
El otro motivo para participar tendría que ver con las negociaciones directas establecidas entre el gobierno brasileño, el francés y el norteamericano. Según Ricardo Seitenfus, ex Representante de la Secretaría General y Jefe de la Oficina de la OEA en Haití, George W. Bush habría prometido al gobierno brasileño un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a cambio de hacerse cargo de la MINUSTAH.
Argentina y la relegitimación de las Fuerzas Armadas
Como en todo el Cono Sur, las Fuerzas Armadas de Argentina se vieron involucradas en el terrorismo de estado y la represión coordinada del Plan Cóndor a mediados de la década del ‘70. Pero sólo en Argentina los militares alcanzarían un nivel de descrédito tan pronunciado, producido por factores como la derrota en la Guerra de Malvinas y la emergencia de un poderoso movimiento de derechos humanos.
La participación argentina se debió a un intento de refuncionalizar y relegitimar las fuerzas en un contexto democrático, según un libro producido entre la Universidad Nacional de Quilmes y el Ministerio de Defensa. De hecho, un documento de trabajo del Frente de Todos presentado en octubre de 2019 se refería, en su apartado sobre política exterior, a la necesidad de fortalecer la presencia argentina en misiones de paz, tomando como referencia la experiencia de la participación en la MINUSTAH.
Sin embargo, el propio estudio mencionado destaca los enormes déficits en la formación de las tropas enviadas a Haití. Entre ellas la incompatibilidad entre la formación militar y la asunción de tareas policiales, el absoluto desconocimiento sobre la realidad y la cultura locales y la práctica ausencia de formación con perspectiva de género. Cuestión más que relevante tratándose de tropas que se desempeñaron en un contexto de gran vulnerabilidad social y que más tarde cometieron numerosos crímenes sexuales según numerosas investigaciones e informes. La socióloga haitiana Sabine Lamour nos refirió que las organizaciones feministas y de mujeres han constatado muchos de ellos en localidades como Bombardopolis, Port-Salut, Gonaïves y Puerto Príncipe, pese a tanto el Estado nacional como las embajadas extranjeras no mostraron ningún interés en rastrear los casos.
A un año de la finalización de la última misión en Haití, las naciones latinoamericanas -con la salvedad de Cuba y Venezuela, quienes se abstuvieron de participar- aún no han realizado un balance completo y conjunto sobre los 15 años de ocupación del país. Ni tampoco han ofrecido una respuesta satisfactoria ni políticas de reparación a las víctimas de esta extensa y costosa guerra unilateral.
(*) Este artículo fue producido por Globetrotter, un proyecto del Independent Media Institute. Publicado originalmente en inglés en The People’s Dispatch y en español en ARG Medios. Publicado por el sitio Alainet.
ttps://www.agepeba.org/2020/11/06/que-el-covid-19-no-nos-impida-reflexionar-como-y-por-que-11-paises-latinoamericanos-invadieron-haiti/?fbclid=IwAR1C1PDbtAuavebU0nkPXiWDHawEoMnS_WX0pstbjsT-XF9JTWOg3MPtnY4
Verificamos la asociación de gobiernos-estados con las transnacionales extractivistas y los grandes capitales locales. Quienes defienden los territorios y la vida son las comunidades que no sólo son extorsionadas abusando de su empobrecimiento sino también atacadas mediante metodología bélica.
Comunidades en Haití dicen NO a la extracción de oro
27 de abril de
2020
Jean-Rabel, Haití
21/04/2020
¡Las comunidades ubicadas en zonas con permisos de extracción de metales en
Haití deben mantenerse alerta para evitar que la industria extractiva y el
Estado saqueen nuestros recursos y continúen con proyectos destructivos para
nuestras vidas y comunidades! Los ciudadanos y organizaciones comprometidas del
departamento del noroeste que suscriben este documento alientan a las
comunidades bajo la amenaza de la minería metálica, especialmente a los
agricultores, a permanecer alerta y a vigilar al Estado y a las compañías
mineras, y a asegurarse de que éstos no se aprovechen del brote de COVID-19 y la
consiguiente crisis económica para impulsar sus proyectos y acaparar nuestras
tierras. En el día de hoy denunciamos pública y enérgicamente al gobierno de
Jovenel-Jouthe por obligar a más de 300 familias de agricultores a abandonar las
tierras tras haberlas trabajado durante más de 25 años en la comuna de Caracol y
Terrier Rouge, en el departamento del noreste.
Recordamos que fue después del terremoto del 12 de enero de 2010 que Newmont llegó a nuestras comunidades y forzó a los campesinos de Jean-Rabel a firmar un documento dándole a la compañía el derecho de usar nuestras tierras. Este documento violó nuestros derechos a trabajar nuestras tierras. También recordamos las mentiras y la desinformación que los representantes de la compañía distribuyeron para adoctrinar a la población y saquear nuestros recursos en su última reunión, el 22 de julio de 2017, en la comunidad de Pelye, en la sexta sección de Jean-Rabel. ¡Sus mentiras y propaganda no surtirán efecto con nosotros!
La historia demuestra cómo las empresas de la industria extractiva a menudo se aprovechan de las comunidades vulnerables tras momentos difíciles, causando daños, violando derechos humanos y destruyendo el equilibrio ecológico. Tenemos presente que tras la crisis económica del 2007-2008, las empresas de la industria extractiva viajaron por todo el mundo en busca de metales para extraer. En paralelo, Newmont acumulaba permisos de exploración para buscar oro en Haití. Entre 2006 y 2009, Newmont recibió más de 50 permisos de exploración sobre el pequeño pedazo de tierra al que los haitianos llaman hogar. Después del terremoto del 12 de enero de 2010, la comunidad internacional alentó al gobierno haitiano a llevar a cabo proyectos mineros, sin considerar las consecuencias negativas que ello tendría sobre personas, sistemas ecológicos y un medio ambiente ya degradado de Haití. Además, Haití está ubicado sobre fallas sísmicas; no sólo Puerto Príncipe está en riesgo de sufrir terremotos.
¡Vigilemos a Newmont!
Después de que Newmont y Goldcorp se fusionaran en enero de 2019, Newmont se convirtió en la compañía minera de oro más grande del mundo. Newmont posee más permisos mineros que cualquier otra empresa en Haití. Anteriormente ya habían operado bases en Jean-Rabel, en el departamento del noroeste, y La Miel en el departamento de la meseta central, y las comunidades ahí ya protestaron contra sus actividades de exploración. Aunque el coronavirus está causando estragos en todo el mundo, las compañías mineras continúan operando, a menudo poniendo en riesgo a sus propios trabajadores.
Newmont celebra una gran reunión hoy, martes 21 de abril de 2020, con sus accionistas. Hemos sido testigos de cómo Newmont ha violado los derechos de Máxima Acuña en el Perú. La forma en que Newmont manipuló a los agricultores haitianos y los obligó a firmar un documento que revocó su derecho a sus tierras podría indicar que seguiremos el mismo camino que Máxima. Los agricultores no podemos vivir sin tierra, agua y semillas, y sabemos que una vez que las compañías mineras construyan una mina, perderemos estos bienes. Hemos conocido los hechos y las consecuencias reales de la minería a través de las comunidades que ya lo han vivido o lo están viviendo actualmente. Por ejemplo, en 2016 un activista compañero de Máxima de Perú viajó a La Miel para compartir sobre la lucha que implica demostrar que el agua es más valiosa que el oro.En Jean-Rabel, un activista de El Salvador, donde el gobierno concluyó que la minería metálica no es una actividad apropiada y la prohibió por ley, mostró fotos y compartió historias del movimiento para proteger la vida de las personas. Estos intercambios nos dieron una gran fuerza.
La solidaridad es una herramienta importante. ¡Todas las comunidades bajo la amenaza de minería metálica o que son ya víctimas deben unirse en solidaridad! A menudo es la misma compañía la que saquea los recursos, destruye el medio ambiente, viola los derechos de una población a vivir como seres humanos en su tierra. En muchos casos, las empresas, los gobiernos y los inversores son los tres actores que se unen en contra de la comunidad. Debemos unirnos, comunidad con comunidad, personas con personas: ésta es la mejor estrategia contra la minería de metales que amenaza con destruirnos.
¡Nos mantenemos vigilantes y unidos!
Firmantes
Tèt kole ti peyizan Ayisyen (Pequeños dirigentes agricultores Unidos, TK), Departamento del noroeste: Sidolin PIERRE
Kowòdinasyon òganizasyon peyizan ba Basenble (Coalición de Organizaciones de Agricultores de Bassin Bleu, COPBB), Departamento del noroeste: Yllesson AUGUSTAVE
Vizyon sitwayen pou devlòpman Nòdwès (Visión ciudadana para el desarrollo del noroeste, VISDNO): Veloude CADET
Asosyasyon Travayè Roger Bananye blan (Asociación de Trabajadores Roger Bananye, ATRB): Rosly ROSIMA
Sosyete Kiltirèl Jèn Ayisyen (Sociedad Cultural Juventud Haitiana, SOKIJA): Watson GERCILUS
Mouvement des organisations pour le progrès du Mole St-Nicolas (Movimiento de organizaciones para el desarrollo de Mole St. Nicolas, MOPM): Wilner NORTILUS
Association des Planteurs, Eleveurs, Pêcheurs de l Anse-A-Foleur (Asociación de plantadores, criadores y pescadores de Anse-a-Foleur, APEPAF): Theophyle AUGUSTIN
Asosyans Jèn pou Liberasyon Lakou Lakay (Asociación de Jóvenes para la Liberación, AJ3L): Kerby JOSEPH
En consecuencia, pese a la represión y extorsión económica, la autoorganización comunitaria y plurinacional está abriendo caminos hacia las alternativas anticapitalistas o contrarias a la imposición del acaparamiento oligopólico de bienes comunes y su mercantilización que condujo a las actuales emergencias social, alimentaria, sanitaria y ecológica-climática. Están concretando bases esenciales a la real y efectiva democracia.
Chubut: los intentos de avanzar con la minería encendieron la mecha
16 de noviembre de 2020
La provincia atraviesa una profunda crisis socioeconómica desde hace tres años, en el marco de lo que se denomina “diseño de la crisis” o “crisis de diseño”. Su última etapa está reservada al desembarco de la megaminería como salvataje financiero. La reacción social no se hizo esperar y estallaron los espacios públicos en rechazo a la avanzada a pesar de los protocolos establecidos en el marco de la pandemia.
Por Pablo Quintana* para Opsur
Para comprender el conflicto social hoy en Chubut hay que realizar un breve repaso de los últimos, al menos, tres años. Donde la economía provincial vive un profundo proceso económico recesivo. La reacción social, en estos días, se desató poco después de que el gobernador Mariano Arcioni anunciara en el marco de la mesa nacional para el Plan Estratégico del Desarrollo Minero su intención de habilitar la explotación a minera cielo abierto en una provincia que viene movilizada desde el 2003, cuando se intentó desarrollar la megaminería en Esquel.
En esa mesa nacional, Arcioni compartió el espacio con el ministro de Desarrollo Productivo de la Nación, Matías Kulfas; el secretario de Minería, Alberto Hensel; y gobernadores de otras provincias. Lo secundaron al gobernador el ministro de Hidrocarburos, Martín Cerdá; el titular del Instituto Provincial del Agua (IPA), Gerardo Bulacios, y los presidentes comunales de Telsen, Leonardo Bowman, de Gastre, Genaro Pérez, y de Gan Gan, Santiago Huisca. Además del presidente de la Cámara de Proveedores y Empresarios Mineros (CAPEM) del Chubut, Gerardo Cladera.
El deterioro de los principales indicadores sociales en cuanto a las condiciones de vida y de trabajo es el resultado de un diseño que, cuanto menos, tiene orígenes hace tres años. Por ese entonces Arcioni era el vicegobernador que acompañó a Mario Das Neves hasta que éste murió el 31 de octubre del 2017. El contador había sido electo como diputado nacional, pero declinó su banca para asumir la conducción de la provincia y, ya por entonces, la debacle financiera, con un endeudamiento importante, se presentaba como un obstáculo difícil de sortear. No obstante, apañado por Sergio Massa, logró ser reelecto.
Para lograr su elección aseguró que iba a otorgar una paritaria de cerca del 40%, más cláusula gatillo para los docentes y aumentos de sueldos para el sector estatal. Pero tras el período electoral comenzaron los pagos escalonados de los salarios hasta llegar a los dos meses adeudados, más medio aguinaldo. Todo ello sin contar la deuda que acumula Chubut que rondaría los 2700 millones de dólares. Pero no sería la única promesa sin cumplir a poco de asumir.
El escribano Arcioni llegó a conducir los destinos de la provincia con otro eslogan incumplido. Rechazar la actividad extractiva por el cuidado de los bienes naturales en territorio chubutense. Fue durante su campaña como candidato a diputado nacional por Chubut Somos Todos en las elecciones legislativas de 2017.
La megaminería es el último eslabón de esta crisis de diseño de la que se habla en Chubut. El anuncio de la posible explotación minera como única salida para poder paliar la crisis de una provincia atada a las regalías petroleras y la coparticipación federal de impuestos desató la reacción social. Nunca la dirigencia política asumió una verdadera discusión para lograr diseñar una nueva matriz productiva en la región, sabedores sus dirigentes del rechazo a la actividad extractiva y el trance que registra la actividad hidrocarburífera.
El economista Facundo Ball, director del Departamento Economía FCE-UNPSJB, sostiene que en el presente semestre hay 20.939 nuevos pobres en el conglomerado Comodoro Rivadavia-Rada Tilly, la zona más rica de la provincia, en relación al segundo semestre del año pasado. Según la estimación del INDEC pasaron de 61.054 a 81.993 las personas bajo la línea de pobreza en este aglomerado urbano. Allí donde la extracción hidrocarburífera lleva más de 100 años.
Muchas han sido las avanzadas mineras. La del 2002/2003 está en la memoria y retina de todos, cuando Esquel provocó un sismo al rechazar por plebiscito la realización del emprendimiento minero. Uno de los últimos había sido el del 2018 bajo el régimen del expresidente Mauricio Macri. Fue cuando el mismísimo ex ministro de Energía y Minería de la Nación Juan José Aranguren se hizo presente en la meseta de Chubut para presidir reuniones en la pequeña localidad de Telesen y promover la megaminería.
Todos los atropellos tienen un actor en común. La ley 5001 que prohíbe esa actividad desde 2003 (hoy Ley Provincial Nro. XVII – 68). Pero es a esa misma legislación a la que apeló el gobierno de Arcioni para reactivar las intenciones de una zonificación. Los legisladores de entonces crearon una norma, que surgió ante el temor de las movilizaciones que tuvieron lugar en el 2003, en la que dejaron una puerta abierta para que el lobby minero no diera todo por perdido. En su 2º artículo establece la creación de un Consejo Provincial del Ambiente (COPRAM) para determinar la zonificación del territorio de la provincia para la explotación minera y que la legislatura debería aprobar o rechazar.
Papá, ¿cuándo es Navidad?
La madre de todas las batallas se llama “Proyecto Navidad”. Un yacimiento de plata y plomo considerado uno de los más grandes del mundo con sus 600 onzas de plata y 3500 millones de libras en plomo. Un emprendimiento que tiene en su corto historial (en diciembre del 2002 el gobierno provincial había otorgado la concesión de exploración) escándalos por donde se lo mire. Demanda judicial entre dos empresas mineras: IMA Exploration y Aquiline Resources. Curiosamente el litigio por unas 10 mil hectáreas de la meseta chubutense se resolvió en estrados judiciales, pero no argentinos sino canadienses. Sería luego en el año 2009 cuando Pan American Silver, una de las grandes compañías del sector, adquirió el yacimiento. El otro hecho inaudito fue la profanación de un cementerio mapuche que estaba en el pretendido yacimiento. En el 2005 el chenque fue traslado del lugar con el acuerdo de sólo dos de las siete comunidades indígenas de la zona.
Es mucho lo que está en juego en Chubut por estos días. No sólo por lo que implica el pretendido desembarco minero, sino porque la crisis institucional de la provincia pone en evidencia que la democracia representativa tal cual como la conocemos se fue deshilachando hasta convertirse en una mera democracia delegativa. Lo que está en juego es el propio sistema o lo que queda de él.
El movimiento antiminero demostró más vocación democrática que los propios partidos. No sólo por sus dinámicas de participación sino por apelar a un mecanismo de democracia semidirecta garantizada por la Constitución Provincial. De la mano de la Unión de Asambleas de Comunidades Chubutenses se elevó este año otra Iniciativa Popular (IP). 30 mil firmas la avalan. El propósito es prohibir, en todas sus etapas, la minería metalífera y de minerales radioactivos (como el uranio y el torio) que utilice cualquier sustancia química contaminante, tóxica o peligrosa.
Pero este proceso democrático ya había sido estafado. En el 2014 había llegado a la Legislatura la primera IP y la dirigencia política esperó hasta el último día de plazo para darle tratamiento. Fue el 25 de noviembre de ese mismo año. El acto del fraude legislativo para quebrar la voluntad popular terminó con la aprobación de una ley que nada tenía que ver con el proyecto presentado (al año siguiente fue derogada). De esos vergonzosos días queda el testimonio de la foto en la que se ve el intercambio de mensajes entre el diputado justicialista Gustavo Muñiz y Gastón Berardi, gerente de Yamana Gold.
Hoy, ante la presentación de la segunda IP, el gobierno anunció la zonificación. Otra bofetada a la expresión popular y decisión democrática.
Mano dura con protocolo
El modelo extractivo sólo encajaría con represión. De la mano del ministro de Seguridad, Federico Massoni el pasado 12 de noviembre se demoró a vecinos en Rawson que participan en las asambleas. El propio funcionario acompañó a las fuerzas de la seguridad en los allanamientos por incidentes que días atrás habían ocurrido en inmediaciones de la Casa de Gobierno.
Las intervenciones fueron ordenadas por el juez penal Fabio Monti y el fiscal Fernando Rivarola. El mismo fiscal que fue denunciado en el 2015 por el espionaje ilegal a 26 vecinos de la cordillera chubutense. El fiscal había recibido en ese momento de un agente de la Agencia Federal de Inteligencia información detallada de vecinos que participaban de asambleas contra la minería, integrantes de pueblos originarios y periodistas. Todos ellos con un punto en común: rechazo a la actividad extractivista.
Como dice el pensador uruguayo Raúl Zibechi, el modelo extractivo tiende a generar una sociedad sin sujetos, porque nos hay sujetos vinculados al modelo extractivo, es un modelo de tierra arrasada.
El escenario se prepara en ese sentido. El gobierno dispuso en los últimos días una polémica resolución que regula la utilización de armas de fuego por parte de las fuerzas de seguridad y se asemeja al protocolo que fuera impulsado por el macrismo en el 2018 conocida como ‘Doctrina Chocobar’. “Protocolo para utilización de armas de fuego en situaciones complejas con agresiones con armas blancas”, así lo denomina. La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y la Comisión contra la Impunidad y por la Justicia de Trelew emitieron un comunicado repudiando la resolución 145/2020 impulsada por Massoni.
Los guiños de Fernández
El asalto no viene solo. El gobierno nacional ya anunció su deseo de avanzar con la megaminería y actúa en consecuencia. Se aumentaron los beneficios económicos para las mineras con una baja del 12% al 8% a la adecuación de los derechos de exportación de metales. Casi como una continuidad con la ley de inversiones mineras elucubrada en los ’90, el andamiaje jurídico para un negocio perfecto.
En su intención por revertir la situación de Chubut, una de las siete provincias en la cual está prohibida la megaminería, el gobierno de Alberto Fernández le propuso a Chubut que el ministro de Hidrocarburos de Chubut, Martin Cerda estuviera al frente del frente del Consejo Federal de Minería.
Sin olvidar cuando en diciembre del año pasado el mismo presidente sostuvo “hemos logrado que en la meseta de Chubut se explote oro y plata”. Lo dijo en el marco de un almuerzo con la Asociación Empresaria Argentina. La ley que prohíbe la megaminería aún está vigente, aunque los deseos del primer mandatario y el lobby minero sean de facto. El estado de derecho y la movilización popular que se ha multiplicado en los diversos rincones de la provincia, parecieran ser la única garantía para frenar una vez más el avance minero.
*Periodista y docente en contexto de encierro. Desde Trevelin, Chubut.
Fuente: https://opsur.org.ar/2020/11/16/chubut-los-intentos-de-avanzar-con-la-mineria-encendieron-la-mecha/