En
consecuencia,las
izquierdas,
revisemos
conceptos y principios de tanta importancia para nosotros que los
convertimos en consignas pero, en verdad, nos apartan de reflexionar e
investigar cuáles son sus contenidos y sentidos
actuales. Ejemplifiquemos sobre qué nos explica el profesor
universitario Rolando
Astarita:
La izquierda y el no pago de
la deuda
4 de julio
de 2014
Por Rolando Astarita
(….)El error de fondo
El problema que subyace a este planteo de la izquierda radical es
que cree que la deuda involucra la “liberación nacional”. Esto es, piensa que la
deuda sería un mecanismo de dominación neocolonial, y por lo tanto el no pago
sería una medida de soberanía, del tipo “segunda independencia”. La realidad es
que no hay nada de esto. La deuda es una
consecuencia natural de los mecanismos de acumulación capitalista bajo
determinadas condiciones de capitalismo económicamente subdesarrollado y
dependiente.
Para ponerlo de manera sencilla: si se deja de pagar la deuda,
pero sigue la fuga de divisas, esto es, si continúa siendo débil la acumulación
ampliada de capital, no hay manera de que las cuestiones de la deuda no vuelvan
a aparecer.
Por eso también es ingenuo creer que porque no se pague deuda van a
subir los salarios, o las asignaciones para salud o educación popular. ¿Por qué
no decir que habrá más dinero para el enriquecimiento del lumpen encaramado al
Estado, para la fuga de divisas, y para seguir lucrando a expensas del pueblo
con negociados sin fin? De la misma manera, ¿por qué se piensa que con la
estatización del comercio exterior las exportaciones e importaciones estarán “al
servicio de las necesidades del pueblo”? ¿Desde cuándo las operaciones del
Estado capitalista se ponen “al servicio del pueblo”?
Para que se vea desde otro punto de vista: si el 66% de la deuda es
interna (el Tesoro con el Banco Central, el Nación y ANSES), y si además buena
parte de la deuda está en manos de tenedores argentinos, ¿cómo se puede decir
que está involucrada una cuestión de soberanía nacional?
Por otra parte, también es un
sinsentido pensar que los intereses de la burguesía argentina (o de cualquier
otra) pasan por el fomento de un capitalismo puramente “nacional”, cerrado de
puertas adentro. El capitalismo en un solo país es imposible; el capital
es “internacionalista” por naturaleza, y ningún capital vive de espaldas a los
necesarios vínculos con el capital mundializado, en todas sus formas. Puede
haber, a lo sumo, algún arresto de “estatismo nacional”, pero que en estas
épocas de globalización será tan breve como vacío de contenido.
Por eso no tiene sentido alentar la más mínima esperanza en que,
llevada por alguna lógica de “autodefensa nacional” la clase dominante (o alguna
fracción de ella) entre en una dinámica anticapitalista. No le pidan peras al
olmo. Si la clase capitalista argentina se beneficia de la explotación de la
clase obrera argentina, y si para mantener esa explotación son esenciales sus
vínculos con el capital financiero internacional, ¿por qué rayos la clase
capitalista argentina va a tomar medidas anticapitalistas para combatir al
capital financiero internacional?
En resumen, lo que está en juego hoy no son la “soberanía” ni la
“patria”. La clase dominante argentina se
endeudó con plena conciencia. Cuando dispuso tribunales internacionales de
arbitraje, lo hizo porque pensó que era un buen negocio. Aquí no hay contenido real para
una “causa nacional” por la deuda. Para que haya una “causa nacional” tendría
que haber una relación de opresión, como sucede en las colonias. Pero no es lo
que ocurre en Argentina. Para ponerlo con dos nombres de moda, los Boudou y los
Lázaro Baez argentinos no están “oprimidos” por colonialismo alguno. Para ellos
(y para todos los Macri, Scioli, Binner, Carrió, Massa, así como para todos los
Rocca, Pescarmona, Bunge y Born, y similares) lo que está en juego son negocios,
participación en ese botín que los marxistas llamamos plusvalía. Por
eso la divisoria no pasa por “patria o buitres”, sino por la oposición de
clases, entre explotados y explotadores. Querer unir a la clase obrera con
la burguesía “nacional progresista” (supuestamente antiimperialista) detrás de
la causa nacional del no pago de la deuda, es como querer unir el agua con el
aceite.
El no pago de la deuda sólo tendrá un sentido progresista si es
planteado desde un programa integral de transformaciones sociales y
revolucionarias, decidido por los mismos productores directos, los trabajadores.
Y para esto, hay que tener poder. De lo contrario, estamos ante palabrerío
vacío.
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“La izquierda y el no pago de la deuda”
https://rolandoastarita.blog/2014/07/04/la-izquierda-y-el-no-pago-de-la-deuda/
Apreciemos la claridad de
José Luis Ríos Vera.
Nos sitúa en que "la
crisis del sistema mundial capitalista agotó el periodo de alianza pluriclasista y no
confrontación característico de estos gobiernos. En la actualidad
experimentamos la radical ofensiva de la contrarrevolución en toda la
región y la agresiva y militarizada reformulación geopolítica
imperialista a nivel global".
El nuevo desarrollismo progresista en México: ¿Una transformación
histórica sin cuestionamientos al capital?
19 de mayo de 2018
Por
José Luis Ríos Vera
La crisis del capitalismo dependiente latinoamericano, vinculada
a la crisis mundial del capital, agrava los conflictos de clase
precipitando a nuestros pueblos al mayor deterioro de la soberanía y
socavamiento de la democracia. Los impactos de la crisis en México,
conducen a la guerra del capital contra el trabajo, lo que supone que
las clases dominantes (locales y trasnacionales) no cedan ni un átomo de
valor económico y político en el sistema de dominación.
Paradójicamente, la izquierda en México afirma su
proyecto de nación sobre la base de un nuevo pacto social y una
reconciliación (ilusoria) entre todas las clases sociales.
En este cuadro
consideramos necesario estudiar de modo crítico la experiencia de
los gobiernos progresistas de América Latina, tanto sus exitosos
alcances como sus profundas limitaciones.
La crisis del sistema mundial capitalista agotó el periodo de
alianza pluriclasista y no
confrontación característico de estos gobiernos. En la actualidad
experimentamos la radical ofensiva de la contrarrevolución en toda la
región y la agresiva y militarizada reformulación geopolítica
imperialista a nivel global.
Estudiamos tres gruesos planos económicos y políticos que aproximan el
proyecto de nación del nuevo desarrollismo progresista en México con los
proyectos ya experimentados de la izquierda brasileña en el periodo
lulista (2003-2010-2016). Sustentamos estos tres planos en:
1) la afirmación de un proyecto de conciliación nacional y una política
de no confrontación con las clases dominantes.
2) la búsqueda del crecimiento económico con transferencias de renta y
políticas sociales sin cuestionamientos estructurales al patrón de
reproducción del capital imperante caracterizado por la integración
subordinada a la llamada “globalización neoliberal”.
3) una aceptación acrítica sobre la forma
del orden político de dominación, su abdicación a cuestionar y
transformar la forma del aparato de Estado, así como su renuncia a la
organización política del poder popular de frente a la conquista de la
hegemonía del poder político, más allá de los triunfos electorales.
Sobre
la base de estos tres ejes vertebrales, sostenemos que existe en la
izquierda institucional en México una incapacidad teórica y política por
lograr lo que autoproclama como principal objetivo en su proyecto de
nación: la transformación histórica de México.
La carrera electoral
Las competencias
electorales de nuestro tiempo tienen de común presentarse bajo el manto
ilusorio de una carrera política en la que se dirimen distintas
“alternativas” de orden sistémico.
En México, la elección presidencial del 1º de Julio dista mucho de poner
en juego una modificación estructural de este carácter. En términos
económicos y políticos, evidentemente
no
se antepone un cuestionamiento estructural a la lógica del capital que
de modo dominante tiñe a los conjuntos de relaciones sociales.
Muy lejos nos encontramos de
salir del “Estado de ideología única” tan a fin al sistema
orgánico de reproducción sociometabólica del
capital, el cual subordina “todas las áreas de la actividad humana,
desde los procesos económicos más básicos, hasta los dominios
intelectuales y culturales más mediados y sofisticados”. (I. Mészáros [1])
De un
modo no tan evidente, en la elección presidencial tampoco se objeta de
modo estructural la modalidad predominante de reproducción del capital
que ha tomado forma en México desde hace más de tres décadas, esto es,
el patrón de reproducción
del capital vigente que
se asocia coloquialmente con los términos de neoliberalismo y/o
globalización
Debido
a esto, no se pone en cuestión la
propia forma político-estatal de dominación oligárquica y
su imperante centralización de la toma
de decisiones políticamente decisivas, la cual reposa en esta
modalidad de reproducción. No hay una objeción radical de la forma
político-estatal de dominación constituida dentro del sistema de
democracia liberal sustentada en un régimen
de partidos autodenominado
“abierto”, “pluralista” y “tolerante”. Dentro de esta perspectiva, basta
con las bases de una “democracia representativa”, en tanto principio de
“legitimidad” (hoy en crisis) de este régimen
de partidos de Estado, para acceder al aparato gubernamental y tomar
decisiones, al tiempo que se asegura una forma sutil de exclusión
y despolitización de
las clases trabajadoras y populares así
como de su incidencia política en los asuntos decisivos de la
reproducción social.
Crisis, acentuación de la dependencia y socavamiento democrático
El
capitalismo dependiente en
México, sustentado en las leyes de superexplotación [2] del
trabajo y gran concentración del capital, así como en las formas de
exclusión y desigualdad social que le subyacen, encierra de modo
endémico los mayores problemas de soberanía y democracia política
a lo largo y ancho de su entramado institucional. En términos
estructurales, las relaciones de superexplotación del trabajo y
dependencia (financiera, tecnológica-productiva, comercial, etc.)
tienden a socavar las esenciales relaciones de soberanía y
autodeterminación, de democracia y autodeliberación social, lo cual
lleva a estos dos ejes de relaciones (dependencia/soberanía-democracia)
a imponerse como lo que son, inconciliables
al extremo.
Crisis y agotamiento del pacto social y la conciliación de las clases
Ahora
bien, en épocas de crisis, la polarización de los intereses y objetivos
que se juegan en la reproducción del capital en tanto modalidad de
valorización y acumulación lleva a inviabilizar la “conciliación”
capital/trabajo, al tiempo que tiende a profundizar el socavamiento de
las bases formales de la democracia. Para muestra un botón.
En la
primera década de 2000, el escenario de relativo crecimiento y bonanza
económica por la venta de las materias primas y alimentos en América
Latina -de la que también fue beneficiada la renta petrolera en México-,
dio sustento a un periodo de conciliación entre
las distintas clases y fuerzas sociales en algunos países. Este
escenario desapareció con la “crisis interminable” del sistema mundial
capitalista desplegada a partir de 2008-2009.
Esto
fue constatado en Argentina y Brasil, y en general, para no ir más
lejos, en los países de la región, que posterior a la irrupción de la
crisis mundial han sido sometidos a la profundización de una ofensiva
oligárquica autóctona junto al renovado intervencionismo del
imperialismo estadounidense en la conocida forma de golpes de Estado “de
nuevo tipo”.
La
experiencia progresista brasileña es emblemática. A raíz de la crisis
económica mundial (con los mayores impactos en el país sudamericano a
partir de 2012), el pacto
social colocado en el
centro de la política brasileña en el periodo 2002-2010-2016 es hoy, a
partir de una crisis política permanente, un
pantanal que ha evidenciado la crisis terminal del régimen político (la Nova
República). El Partido de los Trabajadores (PT), el mismo que
sustentó en el periodo referido una alianza pluriclasista, se
encuentra hoy en una crisis sin precedentes.
En los
actuales tiempos de crisis y del imperialismo trumpista, no cabe la
posibilidad de conciliación entre
las distintas clases y fuerzas sociales en nuestros países. [3] En
el actual marco del declive imperial, la presión hacia México vía
“renegociación” del TLCAN bajo la clave geopolítica estadounidense
frente a China, amenaza con las mayores pérdidas para los socios
subordinados, lo que supone la acentuación de distintos
mecanismos que lleven a las clases dominantes locales (y extranjeras) a
resarcir sus pérdidas. Entre éstas destaca su ofrecimiento al imperio la superexplotación del
trabajo y los recursos naturales energéticos como
principales “activos” geoeconómicos para fortalecer la región de
“América del Norte” frente a rivales geoeconómicos y geopolíticos. [4]
El
déficit comercial estructural de Estados Unidos de más de medio billón
de dólares en 2017 (566,600 md), ha sido motivo para el gobierno de
Trump para implementar un proteccionismo unilateral e iniciar una guerra
comercial en distintos frentes y sectores, para lo cual, el trumpismo
viene cuestionando las reglas de la OMC y por lo mismo, se perfila a
quebrantar el orden mundial de comercio, sin reparar en los propios
efectos negativos en las tasas de crecimiento del comercio global y de
la economía mundial en el marco de su crisis estructural. La economía
mexicana, que tiene depositadas más de tres cuartas partes de sus
relaciones comerciales con Estados Unidos, y cuyo desempeño económico se
caracteriza por un cuasi estancamiento crónico (de 1980 hasta hoy, sólo
se registra un minúsculo crecimiento en el PIB per
cápita en los últimos
años) tiende a exacerbar la espiral de la crisis.
La espiral de la crisis y la guerra del capital contra el trabajo en
México
La
reforma fiscal impulsada por Trump y aprobada en el Congreso de Estados
Unidos en diciembre de 2017, que recorta de 35 al 21 por ciento la
contribución empresarial, puede llevar a una huida de empresas y
capitales de México hacia aquel país, lo que empuja a los grandes grupos
económicos en México a exigir una contra reforma fiscal (altamente
regresiva) [5] ,
así como lleva a organismos del gran capital como la OCDE, a presionar a
los distintos candidatos presidenciables para que realicen una “segunda
oleada de reformas estructurales”, dentro de las que se contempla la
reforma fiscal. [6]
Derivado de la crisis de desindustrialización en Estados Unidos, el
gobierno de Trump, sustentado en términos electorales entre las clases
trabajadoras blancas y empobrecidas, pretende implementar procesos de
“reindustrialización”, para lo cual, busca forzar a las grandes
trasnacionales a que retornen sus inversiones y plantas industriales a
los Estados Unidos [7] ,
lo cual se fortalece la amenaza de la caída de la inversión extranjera
en México (ya estancada por la “incertidumbre” en la renegociación del
TLCAN y el actual periodo electoral) y junto con ello, el
desmantelamiento de los procesos productivos y mercantiles hegemonizados
precisamente por las corporaciones trasnacionales estadounidenses.
El
conjunto de estos procesos se ven agravados bajo la nueva y agresiva
política monetaria adoptada por la Reserva Federal y su nuevo
presidente, Jerome Powell, colocado por Trump, que bajo la tendencia del
incremento de las tasas de interés, presiona a la fuga de capitales del
país, capitales de los que la economía mexicana depende para
financiar sus crónicos problemas de cuenta corriente de la balanza de
pagos. Con la huida de capitales, se incide además en la devaluación del
peso y el agravamiento de los problemas inflacionarios, lo que empuja al
Banco de México a elevar aún más su tasa de interés, experimentándose
con ello una parálisis de la economía, del empleo, una pauperización
salarial, profundización de la precariedad laboral, entre otros
problemas. Tal y como sucede actualmente en la crisis económica
argentina, hoy con mucha mayor fuerza que ayer, las contradicciones y
crónicos desequilibrios económicos en México, están sostenidos “con
alfileres”.
Si
bien existen otros argumentos, éstas son razones suficientes para que la
oligarquía globalista y neoliberal revigorice sus posiciones y rechace
por todos los medios ceder terreno
en sus intereses y objetivos centrales
ligados directamente al patrón de reproducción del capital vigente en
México.
En
tiempos de crisis, el capital se lanza a la guerra contra el trabajo y
contra los derechos sociales y populares con vistas al prevalecimiento,
reorganización y profundización de la actual modalidad
de valorización del
capital, que es lo que explica las exigencias de las clases
dominantes (locales y trasnacionales) de salvaguardar (como se constata
por ejemplo en la postura de la OCDE) el conjunto de reformas estructurales (laboral,
educativa, energética, de telecomunicaciones, financiera, entre otras) impuestas
en el denominado “Pacto por México” por los tres principales partidos
políticos PRI-PAN-PRD desde el inicio de la presidencia de Enrique Peña
Nieto en diciembre de 2012. [8]
En
síntesis, con la crisis del capital a nivel mundial, éste exacerba su
rechazo y hostilidad hacia los derechos sociales y colectivos. Despojo,
privatizaciones, “libre mercado”, desocupación, precarización laboral,
focalización de políticas “universales”, “autoprotección” social, son
las variantes mediante las cuales el capital aplasta los intereses
colectivos. Las necesidades e imperativos de la etapa actual del capital
tienden a arrastrar las propias necesidades y derechos sociales
fundamentales.
La búsqueda de una reconciliación (ilusoria) en México
En
este contexto, paradójicamente, en México, el candidato Andrés Manuel
López Obrador (AMLO), de la coalición de izquierda (MORENA-PT-PES)
denominada “Juntos Haremos Historia”, centra su proyecto político y
económico en la conciliación
de todas las clases sociales. Ello
además en un momento en el que las clases dominantes (fracciones
políticas, poder ejecutivo, grandes empresarios, confederaciones
patronales, grupos económicos locales y trasnacionales, medios de
comunicación, autoridades electorales, etc., etc.,), han venido
realizando enormes y multivariadas acciones (legales e ilegales) para
aplastar y derrotar (sin olvidar los fraudes electorales de 2006 y de
2012 en los que contendió el mismo candidato presidencial) a las bases
sociales y populares que éste también representa.
La izquierda progresista en México bajo los acordes de América Latina
La
hegemonía casi absoluta de Estados Unidos en la economía y la política
mexicana impide ver el contexto latinoamericano, particularmente, el balance
crítico sobre la experiencia de los gobiernos progresistas y
el momento álgido por el que atraviesan éstos en la etapa actual. De
igual modo, el dominio del bloque en el poder en México y sus actuales
proyecciones de poder para impedir el triunfo del candidato de la
izquierda oficial y las tensas relaciones políticas que se vienen
presentando, opacan los escenarios que han irrumpido en la región
latinoamericana, impidiendo con ello entender importantes lecciones que
se desprenden de las experiencias progresistas.
Para
evitar la repetición de la historia, desde México, es de gran relevancia
entender los procesos históricos que se vienen desenvolviendo en América
Latina, por ejemplo:
1) los procesos de lucha social y rearticulación
del movimiento popular que sustentaron los triunfos de los gobiernos progresistas;
2) los alcances
y limitaciones de estos gobiernos respecto sus proyectos de “desarrollo”
e “inclusión social” subordinados a los procesos de reproducción del
capital;
3) sus logros y errores respecto al papel que asumieron en
el orden político-estatal, su posición asumida dentro del gobierno
respecto al aparato de Estado y gubernamental;
4) los casos específicos
de crisis, lucha social y restauración, junto a la ofensiva geopolítica
del imperialismo estadounidense en la región, entre otros problemas
importantes.
1. Tres planos aproximados
entre los proyectos de la izquierda mexicana (MORENA) y brasileña (PT):
A
continuación exponemos una serie de planteamientos que refieren sobre
tres paralelismos aproximados que encontramos (salvando todos los
matices) entre algunas posiciones y lineamientos económicos y políticos
de la izquierda oficial abanderada por AMLO en México, con el proyecto neodesarrollista efectivizado
en los gobiernos Lula y Dilma.
A
razón de la crisis económica y política gestada en el periodo lulista (crisis
neodesarrollista), junto con el viraje actual al Estado
de excepción en Brasil, a
nuestro juicio, no pueden servir de modelo a seguir en México, menos
aún, bajo la experiencia brasileña manifiesta, no de una manera
mecánica, esto es, como si la historia, aun la más cercana, no
existiese.
Salvando las debidas distancias y contrastes, los paralelos generales que
esbozamos entre el “proyecto” de la izquierda mexicana abanderada por el
partido político MORENA y la experiencia efectiva de los gobiernos Lula
en el periodo 2002-2010-2016, se refieren a:
1) Un
proyecto sustentado en la conciliación de
las clases sociales que da origen a un pacto
social;
2) Un
proyecto que busca el crecimiento
económico con transferencias de renta hacia
las clases populares excluidas, sin
cuestionar de modo estructural las
leyes y ejes predominantes del patrón de reproducción del capital (lo
que no obsta para dejar de reconocer los matices localizados
entre fracciones políticasneodesarrollistas y
neoliberales ortodoxos,
sea a nivel de la aplicación de distintas políticas
económicas, como también a nivel de las corrientes que enfatizan el papel
del Estado o el mito del libre
mercado en el
desenvolvimiento de la economía;
3)
Vinculado a estos dos primeros lineamientos, se trata de un proyecto que
soslaya la transformación de la forma del
orden político de dominio y del aparato del Estado, lo cual se deriva de
una incapacidad de organización de las clases trabajadoras, o incluso,
de un deliberado papel del gobierno progresista de desorganización de
las clases explotadas y subalternas, procesos que tienden a dejar de
lado la imperiosa necesidad de crear y profundizar nuevas condiciones de
participación política populares y democráticas que permitan sustentar transformaciones
estructurales sustantivas.
1.1 El periodo Lulista: 2003-2010 y 2010-2016
Tres
meses antes del balotaje electoral de octubre de 2002, Lula y su equipo
dieron a conocer una “Carta al pueblo brasileño”, la cual fue conocida
en Brasil como un momento clave de
la afirmación (subordinación) de los compromisos “de
negociación nacional” y de “respeto a los contratos y obligaciones del
país” de los gobiernos Lula con el gran capital local y trasnacional.
Como señaló Aloizio Mercadante, cercano a Lula (hasta la fecha) y
colaborador en la redacción de dicho documento, en dicha carta:
"abdicamos públicamente de una estrategia de ruptura y asumimos el
compromiso de una transición
progresiva y pactada para el nuevo modelo de desarrollo [subrayado
nuestro]. El compromiso con la estabilidad económica era presentado como
innegociable y el régimen de metas inflacionarias, el cambio fluctuante,
el superávit primario y el respeto a los contratos fueron claramente
incorporados al programa de Gobierno". [9]
Importante es recordar que fue debido a una gran acumulación de fuerzas
derivadas de las luchas obreras y populares contra la dictadura
brasileña de los años 70´s y 80´s, de las cuales nacería el Partido de
los Trabajadores (PT), junto con grandes Centrales obreras (CUT), o el
Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), así como también las
luchas sociales contra el ciclo político neoliberal abanderado por el
expresidente F. H. Cardoso en sus dos periodos de gobierno
(1994-1998-2002), lo que permitió a Lula conquistar (después de tres
candidaturas sin éxito 1989,1994,1998) la presidencia, y a lo largo de
la cual encarnó el proyecto neodesarrollista del
Brasil de “la conciliación nacional”, con Lula al frente como el
“hombre
de la conciliación” (R. Antunes, 2012[10] ).
Con la Carta referida
y el triunfo del PT en 2002, se dio inicio al proceso que se conocería
en Brasil como una “revolución pasiva a la brasileña” (Ruy Braga, 2010 [11] ),
un proceso de “Hegemonía al revés” (F. De Oliveira, 2010 [12] ),
o si se quiere, un “Estado semibonapartista” (R. Antunes, Ibid.),
mismos que fueron hechos trizas por el gran capital a raíz de la crisis
económica mundial y brasileña, particularmente mediante el golpe de
Estado a Dilma Rousseff en mayo de 2016. Experiencias anteriores ya lo
habían constatado: ¡Toda
crisis agrava los conflictos de clase!
Cuatro
elementos en común unían a estas conceptualizaciones señaladas sobre la
forma económica y política brasileña
urdida en el lulismo:
1.- Un
bloque pluriclasista,
sustentado en un “pacto conservador” (A. Singer, 2012 [13] )
entre las clases propietarias y las clases populares. O en otros
términos, en la “fantástica alianza de los más ricos con los más pobres”
(Salles, 2013 [14] ).
Si bien la conciliación permitió
gestionar compromisos entre las distintas clases y fracciones de clase
dando forma a una alianza
pluriclasista, a mediano y largo plazo, lo que ocurrió fue el
agravamiento de los propios antagonismos. Lula como ningún otro
agente estatal en la historia reciente de Brasil, logró cohesionar los
dos polos del drama brasileño: por un lado, pudo gratificar como nunca
antes a las distintas fracciones del capital local y trasnacional
(financieras, agronegocio, industriales, comerciales), y por el otro, en
el otro extremo, implementó políticas públicas de “distribución de
renta” orientadas hacia las clases más empobrecidas. [15]
Se
configuró de este modo un bloque
en el poder conformado
por las fracciones del capital fincadas en el agronegocio (soya, maíz,
azúcar, carne, madera), en la minería, la agroindustria, la industria de
transformación y de la construcción, todas ellas bajo la
hegemonía del capital financiero. Estos sectores lograron un nivel
de apoyo en las categorías más empobrecidas de la sociedad brasileña,
trabajadores del subproletariado y campesinos, que por problemas de
organización, lograron ser incluidos y canalizados por el Estado bajo
una especie de fetichismo estatal. El papel de estos sectores de clase,
en ningún momento materializaron una política que lograra imponer
intereses de clase, esto es, no participaron en el bloque en el poder
sino como piezas de apoyo (factores de legitimidad) a este bloque de
dominio, y para lo cual, más allá de una retórica estatal, era
transferida hacia estos sectores (sin organizarlos ni politizarlos)
partes alícuotas de renta. [16]
2.-
Importante por supuesto, es reconocer los avances y logros sociales del
lulismo y la capacidad (aunque limitada) de las políticas sociales que
logró establecer. Contemplando el primer periodo de Dilma, en el periodo
lulista (2002-2014), se redujo más del 50% de la pobreza y dos terceras
partes de la pobreza extrema. Se logró abatir la tasa de desempleo del
12.3% al 6.7% (2002-2010), pasando al 4.8% en 2014 (actualmente supera
el 13%). El salario en estos periodos ascendió más del 80%. Se logró
incrementar la tasa de formalización laboral en un 12% (2002-2012),
equivalente a la creación de 18 millones de empleos formales, si bien el
combate a la precarización laboral
que cubre a cerca de la mitad de la población trabajadora ocupada, no
correspondió a las necesidades del trabajador brasileño. Se llevaron a
cabo importantes políticas sociales en materias sensibles como salud,
educación, vivienda, etc. Los programas de “Minha casa, Minha vida”,
Fome Cero (Hambre Cero), Bolsa familia, generaban
y extendían el bienestar social de los sectores más desprotegidos de la
sociedad brasileña.
Una
vez que se dio paso a su primer periodo de gobierno (2002-2006),
conocido en Brasil como el “tercer gobierno de F.H. Cardoso”, la
preocupación por el crecimiento económico, distribución de renta y
generación de políticas sociales (la “cuestión social”), se volvió una
parte importante del lulismo, a tal punto que a partir de 2006 se
discute con gran optimismo (acrítico) la entrada al “punto de inflexión”
y al nuevo periodo “posneoliberal”. Curioso periodo “posneoliberal” que
subordinaba el crecimiento y distribución de renta a un patrón
exportador sustentado en
la superexplotación del trabajo [17] ,
la generación de superávits comerciales, y la transferencia de enormes
porciones de plusvalía al creciente endeudamiento público (superávit
primario).
Los
planteamientos del nuevo desarrollismo brasileño se inscribieron en
referencia a “la cuestión social”. Los objetivos económicos fueron
estrechamente vinculados a esta dimensión. Esta perspectiva asume al
Estado como el necesario agente “inductor del desarrollo y del
crecimiento”, que lleve a generar un cambio “cuantitativo” y
“cualitativo” en su papel social.
Para
el neodesarrollismo brasileño, lo social es el fundamento del
crecimiento económico. Adecuadas políticas sociales conducen a la
creación y expansión de un “mercado de consumo de masas”, lo que lleva a
“una nueva dinámica para el crecimiento acelerado”. Estas nuevas
políticas sociales, redistributivas y vinculantes al mundo del trabajo
representan las bases de la aceleración tanto del mercado interno como
de la acumulación.
Dentro
de esta perspectiva, se buscó implementar “nuevos modos de regulación
del trabajo”, entre los cuales se proyecte el crecimiento del empleo, la
formalidad del trabajo, una nueva valorización salarial, seguro de
desempleo, elevación de la renta del trabajo respecto a la renta
nacional, así como también, nuevos modos de seguridad social y
legislación laboral favorables al trabajo (M. Pochman: 2010 [18] ).
Dentro de esta concepción del trabajo en este contexto
“social-desarrollista”, se afirmaron los programas de redistribución de
renta, con efectos en la disminución de condiciones de miseria y
pobreza, se amplíen los niveles de vida y de consumo, así como se logre
el ensanchamiento de la “clase media”. De este modo, el
social-desarrollismo buscó extender la “inclusión social, con ampliación
del consumo popular y reducción de la pobreza y de la desigualdad
social” (Ibid.).
Como
vemos, esta pretensión del “social-desarrollismo”, su énfasis en el
mercado interno y en el crecimiento sostenido, pasan por los imperativos
de construir políticas sociales que conduzcan a la “universalización de
derechos económicos y sociales”.
No
obstante, en el nuevo desarrollismo abanderado por el PT y su líder
principal (Lula), en ningún momento propuso cuestionar los
nudos de dependencia respecto
al sector externo, el abandono al impulso a las exportaciones, la
aceleración de la productividad frente a la “competencia global”, y
menos aún se anteponían objeciones a la disciplina financiera impuesta
por el capital financiero, lo que de conjunto trazaba los fuertes
límites al “modelo de desarrollo”.
Uno de
los ejes de la acumulación y reproducción de capital de la economía
dependiente brasileña lo ha sido el agronegocio, una lógica de
valorización que subordina la economía nacional a un patrón
exportador de especialización productiva altamente
regresivo, cuyas consecuencias en las poblaciones y comunidades
desplazadas (fortalecimiento del latifundio), ecológicas, y en la
industria de transformación, son altamente destructivas. Dentro de este patrón participan
los procesos de extracción y exportación de materias primas y alimentos
como ejes de la valorización,
lo que condujo a la economía brasileña y
sus procesos de primarización,
a una mayor subordinación en la división internacional del trabajo.
La
propuesta de la política social del modelo neodesarrollista en Brasil no
se propuso romper con los
límites marcados por los
imperativos de la política fiscal y monetaria. Con
el constante proceso de endeudamiento de la economía brasileña [19] ,
los pagos a la deuda y otros mecanismos de transferencias de riqueza no
era posible establecer (sin fuertes confrontaciones) a la “cuestión
social” como “eje estructural del crecimiento”,
es decir, se hacía cada
vez más difícil la aspiración social-desarrollista de “universalizar los
derechos sociales” de una sociedad marcada por el drama de la
explotación, la desigualdad y la exclusión.
Pues sólo en el primer
gobierno de Dilma Rousseff (2010-2014), alrededor del 45% del
presupuesto federal (como promedio anual) fue destinado a los acreedores
financieros. Año con año el pago de intereses de la deuda pública
ascendía por las nubes, pasando de 27 mil millones de reales en 1994
para 500 mil millones de reales en 2015, lo que no tiene proporción con
uno de sus programas sociales principales como Bolsa
Familia, que erogó un
gasto de 26 mil millones de reales en 2015.
En
este sentido, hay que reconocer que el establecimiento de la política
social en este periodo
estuvo subordinada a un proceso de reestructuración mundial capitalista
dominado por el capital financiero, el cual impone condiciones de
valorización liderados por las políticas de securitización de
la deuda externa, de internacionalización del mercado de títulos
públicos y apertura de flujos internacionales de capital, esto es, la
arquitectura de valorización financiera global. [20] La
relevante aquí es que no existió en este modelo neodesarrollista ninguna
oposición a estas fuerzas hegemónicas, por lo que la política social
encontró sus límites, anunciados sorprendentemente con las
significativas protestas populares de junio de 2013.
Ahora
bien, en las nuevas circunstancias de crisis económica, fin de los
superávits comerciales, caída de la inversión extranjera, recesión y
endeudamiento, las limitaciones se fueron pronunciando con mucho mayor
énfasis y a gran velocidad. Con ello fue evidenciado el hecho de que el
sustento material que permitió los beneficios y la reproducción de la
alianza pluriclasista emanó
del propio patrón
exportador de especialización productiva, basado en el auge de los
commodities, que llevaron a obtener grandes superávits comerciales y
voluminosas reservas, los que permitieron la distribución de riqueza
entre los dos polos de lo sociedad brasileña.
Bajo
este cuadro de crisis mundial, que impactó en el crecimiento del
comercio mundial, en la caída de la demanda de la economía china, y que
llevó al agotamiento del
patrón exportador brasileño, y la caída de la demanda de las materias
primas y alimentos y del ciclo coyuntural de sus altos precios, la
política de conciliación y alianzas no
podía sostenerse más, con lo que se abrió una etapa de aguda repulsión entre
las fuerzas sociales en juego (los grandes capitales y la clase
reinante situada en el PT
de Lula), poniendo fin al bloque político pluriclasista gestionado
desde las alturas del aparato de Estado con los gobiernos del PT.
Como
sabemos, el final de esta forma política fue constatado con la ofensiva del
gran capital y profundización delEstado de excepción brasileño
que en mayo de 2016 depuso a la presidenta Dilma, y en agravio a la
región latinoamericana y al mundo entero, ha puesto a Lula en la cárcel,
socavando con ello los derechos políticos (pues se busca el
inhabilitamiento de Lula de las elecciones presidenciables de octubre de
2018) y sellando el ataque a las bases formales de la democracia
institucional.
3.-
Como se observa, el principal problema de esta experiencia progresista
constituida en los gobiernos del periodo Lula, es que fue realizada
-como ha sido el caso de los gobiernos progresistas de la región
latinoamericana en general-, sin
cuestionar o sin remover los fundamentos estructurales de
la economía dependiente brasileña. [21] En
Brasil, se renunció a la reforma agraria, se renunció a la
reforma de los medios de comunicación, se renunció a una reforma fiscal
progresiva. Más aun, al no llevarse a cabo transformaciones económicas estructurales,
los nudos de dependencia ¡fueron acentuados!: Primarización y boom exportador de
especialización productiva, superexplotación del trabajo, elevada
concentración del capital, desindustrialización y subordinación a la
división internacional del trabajo, desequilibrios en balanza de pagos,
dependencia de divisas, caída de la inversión extranjera, mayor
vulnerabilidad externa, hegemonía del capital financiero y
transferencias de riqueza, entre otros. De este modo, los pilares del patrón
de reproducción del capital no
fueron cuestionados. Con la acentuación de las condiciones de
dependencia, y el agravamiento de la crisis mundial, se presentó la crisis
económica y política del modelo neodesarrollista, bajo
la cual, el nuevo gobierno golpista de Michel Temer, no ha hecho sino
agravar y prolongar, con los impactos económicos y sociales más
destructivos para la sociedad brasileña (mayor explotación del trabajo,
aumento de la concentración de la riqueza, desocupación, precarización
laboral, aumento de pobreza, políticas de ajuste, eliminación y
reducción de servicios sociales, privatizaciones, etcétera). [22]
4.-
De
un modo vinculado a la forma política estatal centrada en el pacto pluriclasista, el lulismo reprodujo de modo impecablemente conservador
la forma política del aparato
gubernamental y el régimen
de partidos de Estado. La
renuncia a la lucha por la deconstrucción política del aparato de Estado
y de la profundización de la democracia brasileña fue evidenciada con su
negativa a impulsar los procesos de Reforma política. [23]
Como
ahora se confirma,
uno de los mayores errores del lulismo fue el papel
que jugó en la cooptación, desorganización y despolitización del
movimiento obrero, campesino y popular. Como refiere Ricardo Antunes
(2012):
“el
líder más notable del llamado nuevo
sindicalismo [Lula] se
convirtió en un nuevo instrumento de las clases dominantes, una variante
de semibonapartismo en el cual la cooptación y el control del llamado
sindicalismo combativo y, en particular, de la cúpula sindical es
decisivo… [ a partir de su segundo gobierno] trasladó su base social de
sustentación hacia las camadas más pauperizadas, que viven al margen de
la organización de clase […] Su gobierno demostró una enorme capacidad
para dividir a los trabajadores privados de los trabajadores públicos
[…] en 2008, el gobierno de Lula tomó un decisión que incluso acentuó el
control estatal sobre los sindicatos..."
La
divergencia del Estado brasileño en el periodo Lula con las masas
populares, se confirmó con las fuertes jornadas de protesta de los
movimientos populares de junio
de 2013, que acorde a los tiempos marcados por la crisis,
cuestionaban los límites del “modelo de desarrollo”, apuntaban la
necesidad orgánica de expandir losderechos sociales, y mediante
ello, señalaron de un modo luminoso la etapa de agotamiento del
pacto social entonces prevaleciente, y la necesidad de entrar a una
nueva época económica y política en Brasil. No obstante, el lulismo
contestó, con Dilma en la presidencia, ¡con los cuerpos represivos! [24]
Cuánta
razón tiene la idea de Atilio Borón cuando en un artículo reciente
señala:
"¿por
qué cayó Dilma, indefensa, ante una caterva de bandidos y corruptos como
los que la juzgaron y depusieron de la presidencia y en cambio no cayó
Maduro, acosado por una ofensiva política, diplomática y mediática en
medio de una gravísima crisis económica? Respuesta: porque cuando el
bolivariano sale al balcón del Palacio de Miraflores tiene un millón de
seguidores dispuestos a pelear por su gobierno y cuando Dilma abría el
balcón del Palacio del Planalto en la plaza sólo estaba el jardinero
haciendo su trabajo. Su gobierno y el de Lula habían desmovilizado a
todas las organizaciones populares, comenzando por el PT, siguiendo por
la CUT y así sucesivamente. Y cuando las hienas del mercado se
abalanzaron sobre Dilma la presidenta estaba indefensa, a merced de sus
verdugos". [25]
Como
vemos, al no crearse los nuevos espacios de participación política de
carácter clasista y popular y profundizar con ello nuevas relaciones de
democracia, esto es, desconociendo (de modo deliberado o no) la
necesidad de incidir sobre una transformación del aparato de Estado, fueron
otorgadas todas las ventajas políticas para
las clases dominantes (locales
y trasnacionales) para implementar los nuevos procesos derestauración y
profundización del patrón de reproducción del capital, esto es, el
periodo de contrarrevolución de nuestros tiempos, al tiempo que facilitó
las estrategias intervencionistas del imperialismo estadounidense dentro
de este aparato estatal.
En
estos mismos términos, cabe aquí señalar una aguda pregunta que se le
hace a la exjefa de gabinete de Dilma Rousseff (2011-2014) y actual
presidenta del PT, Gleisi Hoffman, en la que -si bien el PT continua
anclado en sus errores políticos y su política de negociación- no es
sino hasta ahora que responde positivamente sobre la Reforma política:
-Russia
Today :
Pensando en el futuro, muchos gobiernos progresistas y de izquierda en
el continente realizaron reformas constitucionales que les permitieron
lanzar nuevas bases para sus proyectos políticos. [No dice cuáles
gobiernos, jlr.] Hoy gran
parte de la ofensiva de la derecha se basa en esa legalidad
heredada que no se ha
modificado en Brasil.
¿Usted cree que la reforma a la Constitución es necesaria? ¿cuáles son
las medidas consideradas prioritarias por el PT y qué papel deben tener
los movimientos populares?
-Gleisi
Hoffman: La reforma de la Constitución va a ser más que necesaria. Ellos
destruyeron la actual Constitución, rompieron el pacto de 1988, sacaron
la parte de la seguridad social, están destruyendo la democracia.
El
gobierno del presidente Lula, al ser electo, tiene que llamar a una
Asamblea Nacional Constituyente, hacer un gran diálogo con la sociedad
brasilera y tener como
base firme la sociedad organizada a través de los movimientos sociales y
de los trabajadores. Es
con ese sector que tenemos que hacer el pacto
mayor y reconstituir una
Constitución que sea nuevamente ciudadana, a favor del pueblo brasilero
y de la democracia (subrayados nuestros, jlr.). [26]
Como
vemos, el lulismo muestra
los caminos que se presentan mediante la política de no
confrontación y de laconciliación
nacional. Pone en
evidencia las debilidades de un proyecto subordinado a la forma
dominante de reproducción del capital y a las políticas económicas
neoliberales, lo que no puede sino conducir a la reproducción de los
nudos de la dependencia económica y política que subyacen a dichas
formas de reproducción del capital.
En
conclusión, si es verdad que estamos ante una “nueva ola progresista
latinoamericana” [27] ,
como la que se anuncia de un modo heterogéneo en México, Colombia, Perú,
Chile, las distintas fuerzas sociales que empujan esta nueva ola, no
pueden soslayar las lecciones políticas, económicas, educativas etc.,
resultantes de la enorme experiencia de los gobiernos progresistas, sea
respecto a sus logros, sea respecto a sus errores y limitaciones.
Para
finalizar este apartado, señalamos que, con la conformación
político-estatal brasileña, situada en la “línea de menor resistencia”,
se cumplió aquí, como parte de la experiencia del ciclo progresista, lo
que -parafraseando al gran filósofo marxista István Mészáros-, éste
señalaría en una de sus conferencias en Brasil en junio de 2011:todo
lo que no es completamente erradicado, puede ser restaurado; en
otras palabras, todo lo que parece sólido, puede desvanecerse en el
aire.
1.2 El proyecto progresista en México: “Una economía para todos”
En
México, el proyecto del partido de izquierda puntero en las encuestas, a
nuestro juicio, presenta tres elementos generales que registramos en la
dinámica conservadora y progresista del periodo lulista, mismos que
abordamos en este apartado:
1) El
Proyecto de la izquierda (MORENA) reproduce los fundamentos del patrón
de reproducción del capital vigente.
El
proyecto de una “república amorosa” de AMLO, basada en un gobierno que
“represente a todos”, en la política de no
confrontación y conciliación
nacional impide el
cuestionamiento y la ruptura con los ejes principales de la llamada
“globalización neoliberal” en México.
Este
proyecto, basado en un nuevo
desarrollo equitativo y
con justicia social, no es suficiente como para hablar de un
cuestionamiento estructural al neoliberalismo o modalidad
vigente de la reproducción del capital, que aquí caracterizamos en
los siguientes ejes [28]:
·
Dependencia financiera y tecnológica: promoción y protección de la
inversión extranjera;
·
Monopolización del aparato productivo y gran concentración del capital;
·
Superexplotación y precarización estructural del trabajo;
·
Mercado interno deprimido
·
Dominancia de una estructura de especialización
productiva volcada a la
exportación (concentración del aparato exportador anclado en la
manufactura maquiladora);
·
Procesos de desindustrialización, exclusión estructural y
languidecimiento de pequeños y medianos productores;
·
Predominio estructural del mercado externo;
· Alta
concentración del tipo de bienes exportados y de los grupos económicos
exportadores (con predominio de trasnacionales)
·
Monopolización del sector financiero
·
Exclusión estructural del Agro y expansión de los nichos
agroexportadores trasnacionales;
·
Desmantelamiento de Pemex, y entrega de los recursos energéticos a las
corporaciones trasnacionales;
·
Transferencias de valor al exterior
A
nuestro juicio, estos ejes sustentan al patrón de reproducción del
capital vigente, el cual se constituye como la verdadera sanctasanctórum
del capital en México, y ante lo cual, la izquierda de AMLO se encuentra
lejos de desafiarla. Con el acuerdo “pleno” de AMLO en el
mantenimiento del TLCAN como moldura que ciñe todas las columnas de la
economía nacional, el “proyecto de nación” de la izquierda
institucional, contrario a su autoproclamado discurso de “ruptura” con
el régimen económico y político “neoliberal”, en esencia no representa
un cambio estructural de fondo.
El
proyecto político de no
confrontación [29] y reconciliación
nacional de MORENA reposa
mucho más en “moralizar la vida pública” que en criticar los fundamentos de
la acumulación del capital en
México. Al no cuestionar las bases integrales de la reproducción
capitalista y de la doctrina neoliberal, el discurso de la izquierda
amalgamada en torno a “Juntos Haremos Historia”, nos retrotrae a los
imaginarios utópicos del educador ejemplarque
suponen de modo ilusorio transformar
a las sociedades a partir de la moral, la educación y la cultura, esto
es, sin remover los fundamentos estructurales sobre los que reposan. [30]
El
proyecto que abandera AMLO no expresa ningún distanciamiento con
visiones empresariales y financieras. Como sus principales dirigentes lo
señalan: el proyecto de MORENA es el de “un gobierno de la mano con los
empresarios”. Más aun, buena parte del proyecto de nación fue elaborado
por empresarios. [31] De
ahí que los señalamientos sobre el modelo de acumulación y predominio
neoliberal no adquieran centralidad en su discurso, no así su fuerte
cuestionamiento a la corrupción gubernamental y a la crisis de la
seguridad ciudadana.
Para
el líder de MORENA, no es la dinámica vigente del patrón de reproducción
del capital la potencia que perpetúa la superexplotación del trabajo, la
desigualdad, la precarización de las condiciones laborales, la pobreza,
la exclusión, la concentración del capital, así como las condiciones de
subordinación y dependencia con el exterior. Estos problemas son
localizados por el líder de la izquierda institucional cada vez con
mayor énfasis en la “corrupción gubernamental”.
Del
mismo modo, el cuasi-estancamiento económico no es según AMLO por los
cuellos de botella creados en un aparato de especialización
productiva con enormes
niveles de concentración y monopolización, los desequilibrios en las
cuentas externas, y sus efectos en la desindustrialización, sino porque
no hay un papel del Estado como “regulador” de la economía, cuando al
contrario, es el papel del Estado junto con las fracciones del capital
predominantes, quien ha conducido el diseño de esta modalidad de
reproducción del capital en crisis estructural[32] .
AMLO
pone el acento en lo que considera el problema fundamental: en una carta
enviada “a los inversionistas nacionales y extranjeros”, señala,
“Sostengo que el principal problema de México es la corrupción y que
vamos a erradicarla por completo”. [33] En
su nuevo manual pro-empresarial de 18 páginas denominado Pejenomics,
se lee: “En una encuesta realizada por el Banco Mundial a dueños de
empresas y altos ejecutivos de mil 480 empresas mexicanas, el 50% de los
entrevistados identificó la corrupción como un gran obstáculo.” [34] Hay
entonces una sintonía entre la visión empresarial y el líder de la
izquierda institucional en la identificación de lo que consideran el
“principal” problema del país: la corrupción.
Frente
a los problemas históricos, económicos y estructurales, nos señala el
líder de MORENA: “Consideramos que sin corrupción y con un gobierno
austero podremos sacar a México de la crisis económica, del malestar y
la pobreza, de la espiral de inseguridad y violencia que actualmente
padece”. [35] Y
en otro momento señala: “Ante la crisis de México, la honestidad es
nuestra tabla de salvación. Vamos a convertir esta virtud en forma de
vida y de gobierno. Nuestra propuesta es acabar con la corrupción, no
solo reducirla, sino erradicarla por completo”. [36]
En la carta
a los inversionistas, y en otros documentos, sin cuestionar la
lógica dominante de la hiperacumulación y reproducción del capital en el
país, nos señala que es a partir del “combate a la corrupción”, la
“austeridad republicana” del gobierno, y el fin de los privilegios como
su gobierno procederá a “financiar el desarrollo”. Nos
señala: “ Estoy
convencido de que así como abolir la corrupción significará toda una
revolución social pacífica, la austeridad republicana se convertirá en
ejemplo de rectitud, moralidad y en la principal fuente para financiar
el desarrollo. Según nuestros cálculos, podremos ahorrar, por el combate
a la corrupción y el plan de austeridad, alrededor de 500 mil millones
de pesos”. [37] A
partir de esta “liberación de cuantiosos recursos” su gobierno podrá
“aumentar la inversión pública y utilizarla como capital semilla para
financiar proyectos productivos con la participación de la iniciativa
privada y del sector social” [38] .
Para AMLO, financiar de este modo el “desarrollo” y el “bienestar”, no
exige siquiera una reforma fiscal progresiva, de ahí que recurrentemente
señale que “no hará falta aumentar impuestos”, en todo caso, mejorar la
recaudación combatiendo la evasión y corrupción.
Como
vemos, para el candidato puntero en todas las encuestas, su gran caballo
de batalla reside en el combate a la corrupción y una nueva
“reingeniería del gasto público”. Como se observa, en estos términos, no
existe aquí ningún cuestionamiento de fondo al patrón de reproducción
del capital.
Respecto al principal tripié de
la política económica neoliberal, la propuesta del líder Morenista
empata impecablemente con los intereses del gran capital: AMLO suscribe
la política monetaria, cambiaria y fiscal, así como también se ha
comprometido con la autonomía del Banco de México y el control
neoliberal inflacionario. [39]Señala:
“Se mantendrán equilibrios macroeconómicos, se respetará la autonomía
del Banco de México y se promoverá la inversión privada nacional y
extranjera”. [40] En
la actualidad, AMLO presume la calificación de Standard & Poor’s nivel
“Triple A” que obtuvo como Jefe de Gobierno de la capital de la
república (2001-2006) por el manejo financiero de su gobierno, y
advierte que “no gastaremos más de lo que ingrese al erario, es decir,
operaremos la administración pública sin déficit”. [41]
El
hombre a ocupar el cargo de las finanzas públicas como Secretario de
Hacienda en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el Dr. Carlos
Urzúa, ex consultor del Banco Mundial, y ex secretario de finanzas del
gobierno de AMLO en la ciudad de México, ha venido practicando distintos
encuentros con los grandes capitales de los fondos de inversión. En
estos encuentros, ha venido sosteniendo el respeto
a los contratos bien
establecidos, de los cuales, destaca que a su parecer no ve
problemas en las subastas implementadas en materia de los hidrocarburos. [42] Carlos
Urzúa ha señalado una disposición del futuro gobierno de AMLO para
mantener superávits primarios y la política cambiaria de libre
flotación, así como ha señalado la negativa de AMLO a gravar las
herencias. El futuro secretario de Hacienda (en caso de un triunfo de
AMLO) ha declarado que no habrá “renta básica universal” y que se
impulsarán las inversiones en proyectos de infraestructura vinculados al
sector exportador y al turismo. Hasta aquí, AMLO personifica la dinámica
del gran capital sin obstáculo alguno.
De la
reunión que sostuvieron el propio AMLO con Larry Fink, presidente
ejecutivo de BlackRock, principal fondo de inversión a nivel mundial, el
Dr. Urzúa señaló: "Hubo un 'clic' inmediato entre ellos. Ambos salieron
encantados de la reunión" […] “Fue una reunión muy afable, entre otras
cosas porque Larry Fink conoce extraordinariamente bien a México y es
una persona con una visión no solamente empresarial, sino social". [43]
En lo
que respecta a la política comercial, el lugar de México en el sistema
mundial capitalista y la postura de la izquierda institucional ante el
TLCAN, el proyecto que abandera AMLO es muy favorable a la
“globalización” y acepta “plenamente” mantener el TLCAN y su
renegociación impuesta por Trump. Como señalan las Pejenomics,
“ El proyecto de AMLO no está en contra de la globalización”.
Respecto al papel de las inversiones nacionales y extranjeras, la
posición de la izquierda institucional es de plena apertura, promoción y
protección. En la carta a
los inversionistas, sin rubor alguno les exclama a éstos: “Tengan
confianza. No somos rebeldes sin causa y tenemos palabra. Sabemos
cumplir nuestros compromisos”.
Sabido
es que el gobierno de AMLO en la ciudad de México ha sido el gobierno
que captó la mayor cantidad de inversión extranjera, incluyendo los dos
gobiernos posteriores (de Marcelo Ebrard y el de Miguel Ángel Mancera).
Colocado en la aceptación acrítica del ciclo de la economía dependiente,
les insiste a los empresarios: “No habrá confiscaciones ni
expropiaciones. Quiero que haya confianza, porque sin inversiones no
podré gobernar”. [44]
La
Dra. Graciela Márquez, quien ocuparía la Secretaría de Economía en el gobierno de AMLO,
ha señalado: "Reconocemos la importancia de que México necesita
aprovechar una economía global y los inversionistas extranjeros son
fundamentales". [45] Según
la futura secretaria formada en Harvard, "la inversión extranjera es
esencial para mejorar las vidas de los mexicanos" (Ibid).
Como
vemos, no sólo el empresario Alfonso Romo, sino los hombres importantes
del gabinete planteado por AMLO, tienen otra lectura de la economía
nacional muy distinta a las bases populares aglutinadas en el partido
político MORENA. [46]
2) La
política social, fundamento del nuevo
desarrollo nacional, está
situada dentro de los límites marcados por los principales ejes
del patrón de reproducción del capital imperante.
Como
hemos señalado, el nuevo desarrollismo propuesto en el proyecto de
nación de la izquierda busca “financiar el desarrollo” sobre la base de
los mismos fundamentos del gran capital que han imperado en los últimos
treinta años en el país. No obstante, como vimos en la
experiencia del lulismo,
ello no implica que –si bien subordinados a la hegemonía neoliberal– no
existan proyectos de carácter social que
empujen la generación de mejores condiciones de “bienestar” en algunos
sectores de la población. Sin embargo, una política social subordinada a
la dinámica de la reproducción del capital está incapacitada de cambios
significativos y perdurables.
Políticas de incremento salarial, de protección a los inmigrantes, de
fortalecimiento del mercado interno y del consumo nacional constituyen
parte del proyecto de nación que abandera AMLO. Así también, forman
parte los proyectos de “apoyo a la pequeña y mediana empresa”, de
estímulo y expansión a los “emprendedores” y a la “innovación”. El
proyecto de recuperación del campo y el apoyo a los pequeños productores
excluidos, así como la iniciativa para garantizar la soberanía
alimentaria, son también relevantes en el proyecto de MORENA.
Sin
embargo, al estar anclados estos proyectos dentro de la lógica dominante
de la reproducción del capital,observamos una limitada eficacia en su
generalización, más aún, si consideramos que el despliegue de estas
políticas estará en función de la “reingeniería del gasto público” y no
sobre la base de una distinta modalidad de reproducción del capital que
lo pudiera permitir (si fuese posible).
El
proyecto de la izquierda en México no conlleva una transformación de
raíz en las estructuras y ejes de la acumulación del capital, en todo
caso, se reduce a algunas modificaciones (no a todas) a nivel de las políticas
económicas implementadas
por los gobiernos neoliberales, más propiamente en aquellas vinculadas
al bienestar social. Más allá de una confrontación política antagónica
con la lógica dominante de reproducción social, AMLO conduce a sus bases
sociales y populares a una disputa de “baja intensidad” basada en
“políticas públicas”.
En el
periodo lulista se
elevaron los salarios, el empleo, la formalidad laboral, se abatieron
los niveles de pobreza y de miseria, se incrementó el presupuesto en la
educación y la salud, no obstante que no modificó en términos
estructurales la reproducción del capital y los ejes de acumulación
predominantes. Avanzado el periodo social-desarrollista abanderado por
el PT en Brasil, los gobiernos Lula y Dilma se encontraron con profundos
límites económicos y sociales, así como con serias dificultades
políticas. Con la crisis económica brasileña, se desnudaron los límites
de la política del “reformismo débil” y de no
confrontación, lo que
condujo al debilitamiento en la relación de fuerzas y a la crisis
política hasta hoy vigente empujada por la ofensiva política (golpista)
del gran capital.
Tal
como las que existieron en Brasil, existen divergencias entre
algunas de las políticas económicas de la izquierda mexicana respecto a
las políticas dominadas por la doctrina neoliberal dominante. Se trata
de dos conjuntos divergentes de políticas
económicas subordinados a un
mismo patrón de reproducción del capital.
Asimismo, existen divergencias entre quienes apelan al papel del Estado
en la regulación de la economía, como entidad que vele por el
“desarrollo económico” y “bienestar” del conjunto de la sociedad, frente
a la ortodoxia neoliberal de dejar la economía en la “mano invisible”
del “libre mercado”.
A
nuestro juicio, es a este nivel de contraposición de los intereses
político-sociales que abandera MORENA y los objetivos en la definición
de las políticas económicas de carácter empresarial, donde estos
intereses y proyectos se confrontan. Si bien dice el viejo proverbio que el
diablo está en los detalles,
señalamos entonces que no es lo mismo
un patrón de reproducción
del capital que las políticas
económicas mediante las
cuales se vehiculiza, incluyendo el papel que se le puede atribuir al
Estado en la orientación de la economía. Si bien una serie de políticas
económicas vehiculizan una u otra modalidad de reproducción del capital,
aquí no se percibe –hasta ahora– la oposición de dos modalidades
integrales de reproducción del capital sino una confrontación a nivel de
las políticas económicas. [47]
La
izquierda de Morena sostiene el papel “rector” del Estado como “promotor
del desarrollo”, con “la concurrencia del sector privado”. [48] La
doctrina neoliberal, a la cual se sujeta fielmente el PRIANRD (PRI,
PAN, PRD) sostiene el
libre mercado, las políticas de adelgazamiento estatal, de privatización
y desregulación de la economía.
Más
allá de una pretendida, ingenua y abstracta “confianza” que pide AMLO a
los empresarios (la clase dominante), se trata aquí de considerar
verdaderos choques (de ningún modo de carácter estructural) en
la definición de políticas económicas sujetas
a intereses distintos: por ejemplo, reforma fiscal pro-empresarial;
estímulos a importadores y exportadores, subsidios a proyectos
económicos, deducciones de prestaciones laborales, disminución del ISR,
Impuestos en alimentos y medicinas, grandes contratos y concesiones del
Estado en obras de infraestructura, de proveeduría para el gobierno,
etc., políticas que defienden los empresarios.
Como ya lo señalamos, la postura empresarial es reaccionaria y
retrograda. En medio de la crisis mundial, del declive de la economía
estadounidense, y del imperialismo trumpista, la clase dominante está
impedida de ceder terreno en materia de sus intereses y de las políticas
económicas, que históricamente la han beneficiado y en periodos de
crisis la han compensado bajo elevados costos sociales.
Este
tipo de políticas económicas, -más allá del consenso hegemónico
neoliberal en “los equilibrios macroeconómicos” (monetaria, fiscal,
cambiaria, comercial) los cuales suscribe AMLO- tienden a confrontarse
con los objetivos de política social, desarrollo y bienestar que también
pretende defender MORENA. Más aún, si MORENA, presionado por sus bases
sociales y populares más críticas, empujara hacia la construcción de un Estado
social, que hasta ahora, apenas puede asomarse en el proyecto de la
izquierda institucional mexicana.
Por
estas razones de confrontación a nivel de las políticas económicas,
señalamos que no es una cuestión volitiva de generar o no “confianza” en
el empresariado, sino de condiciones objetivas de rentabilidad, de
intereses objetivos, de usufructo de riqueza, de la materialidad de
mecanismos estatales de “compensación” de pérdidas a los grupos
empresariales en medio del estancamiento económico y la espiral de la
crisis.
El
pretendido carácter de “justicia social” y “bienestar” integrado a un
nuevo desarrollismo redistributivo que propone el proyecto de MORENA, no
obstante su subordinación a la “globalización neoliberal” en México
hegemonizada por Estados Unidos vía TLCAN, no deja de contraponerse a un
conjunto de intereses de las clases dominantes. Es esto lo que explica
la estigmatización liberal de “populismo”, “autoritarismo”, y el
monumental ataque del mundo del capital contra el principal dirigente de
Morena.
En
este sentido, Citibanamex ha señalado que si bien existen “consensos”
entre los tres principales candidatos presidenciables, no deja de
advertir -en plena campaña electoral presidencial- la tendencia de un
“cambio de régimen” si ganase AMLO. [49] En
realidad, el juego político mediático del capital y sus enormes campañas
de desprestigio que interpretan con una posible victoria de AMLO un
escenario “chavista”, “cubano”, etc., dan más cuenta del terror que la
oligarquía tiene de perder sobre un conjunto de intereses y políticas
económicas, que de la supuesta (mediática) semejanza de un gobierno
de Morena con Venezuela, y por lo mismo, de un pretendido “cambio de
régimen”.
Como
hemos insistido, el combate a la corrupción, austeridad gubernamental,
una reingeniería del gasto de gobierno, un incremento de la de por sí
mínima inversión pública y el estímulo a la inversión privada,
no
cuestiona los fundamentos estructurales de la gran concentración del
capital, de la dependencia mexicana respecto del exterior, y del régimen
de superexplotación del trabajo, pilares de la acumulación del capital
en México. Como fue experimentado en Brasil, políticas de redistribución
de renta no condujeron a un cuestionamiento estructural de la economía,
dominada por la financiarización, el mercado externo y la
superexplotación del trabajo.
En
México, las transferencias de renta a los sectores más vulnerables,
jóvenes, mujeres, desempleados, adultos mayores, entre otros [50] , no
implica, directamente, una ruptura con el sistema de privilegios
dominado por la oligarquía, así como no
supone un quebrantamiento del bloque en el poder. Es por ello que,
en este sentido tan limitado, no puede hablarse de un “proyecto
alternativo de nación”.
Al
contrario, sin cuestionar las principales estructuras económicas del
país, si ganase AMLO, coloca a las pretendidas políticas sociales y al
propio gobierno promotor de un
nuevo desarrollismo en
gran desventaja y fragilidad política bajo la ofensiva permanente de las
clases dominantes.
Una
reorientación de algunas de las políticas económicas, de un mayor
énfasis en el papel del Estado en la economía, no conlleva directamente
a “separar el poder económico del poder político”, postulado tantas
veces repetido por AMLO y simpatizantes. [51] Operar
dentro de los fundamentos del patrón de reproducción del capital, de las
reglas del TLCAN, de la dependencia a los capitales extranjeros, dentro
de la integración subordinada a la “globalización”, y dentro de los
vínculos estructurales de la oligarquía local con el imperialismo, conducen
a transformar en mera retórica a dicho postulado y a convertir el
proyecto de MORENA en una ilusión.
El
proyecto económico y político que busca construir un modelo de
“desarrollo estabilizador ajustado a las condiciones actuales”,
considerando “la inserción de México en la globalidad”, “los derechos
individuales y sociales” y las nuevas “tecnologías”,
no tiene la
capacidad de quebrantar las condiciones económicas que dan sustento al
bloque en el poder. Por lo mismo, aun con una posible victoria
electoral, MORENA sería incapaz por sí mismo de fracturar las relaciones
de dominación prevalecientes. Sin una dirección sustantivamente social
sobre la economía, en el que imperen las necesidades
colectivas por sobre el interés de rentabilidad, sin una orientación
clasista y popular sobre la reproducción social, no podría consolidarse
un poder popular con la capacidad para desafiar aquella concentración y
centralización económica y política.
La
unidad económica y política del capital es estructural. El diseño e
instauración de una modalidad
de reproducción del capital supone
el papel de fuerzas políticas, toma de decisiones y el ejercicio de
hegemonía y dominación sobre las distintas clases y fuerzas sociales. El
movimiento del capital, supone de modo inmanente un movimiento político.
Es en el campo del Estado, en tanto terreno del ejercicio del dominio
político, donde cristalizan distintas clases y fuerzas sociales. Al no
atacar las estructuras de la acumulación y reproducción del capital y
por ende, las bases económicas que recrean la centralización oligárquica
del poder político, el pretendido
“divorcio entre el poder económico y
el poder político” enarbolado por AMLO no puede ser sino una falsa
esperanza.
Más aun, en sentido estricto,
el capital supone en términos sistémicos,
su propia forma de estatalidad. Y al no impugnarse la propia forma estatal
de dominación política del capital, es impensable en términos
estructurales dicho divorcio.
3) El
proyecto de MORENA recae en la incapacidad de organización política del poder
popular más allá de su
amplia convocatoria subordinada a la participación ciudadana-individual
de carácter electoral. No existe en este proyecto un cuestionamiento al
aparato de Estado y al régimen de dominación política.
La
lucha por ocupar posiciones en distintos organismos del aparato
de Estado, es distinta de la lucha por la consecución hegemónica respecto
al poder de Estado. En
términos simples, el aparato de Estado es un entramado de
instituciones que –hay que subrayarlo con fuerza- en términos estrictos no
está dotado de poder. Y como tal, no reside en la propia
arquitectura estatal un poder preexistente a
las clases sociales y a las luchas entre éstas. El aparato gubernamental
no es depositario de un poder preestablecido
de un modo apriorístico. En realidad, son las clases y fuerzas sociales
las que en sus tensas relaciones de lucha y conflicto detentan el poder
y la capacidad de dominio que se ejerce entre éstas. El poder reside en
las clases sociales. En lo que se refiere al campo de confrontación popular,
el poder se constituye en las masas populares, en sus luchas y su
incidencia organizativa y política en el prevalecimiento de sus
distintos intereses colectivos, clasistas, mediante la correlación a su
favor de la relación de fuerzas. Bajo esta reserva, sólo así podría
decirse que la forma de
organización del aparato de Estado cristaliza un poder de clase. En este
sentido, el poder (de clase) se constituye para su ejercicio, en un
conjunto de aparatos e instituciones (organizados bajo una forma
específica), y es el Estado en este sentido, el campo
de ejercicio del poder político. [52]
El
aparato de Estado refiere por ejemplo, al personal
del Estado, como la burocracia, la administración pública, la
promulgación de la normatividad, las funciones económicas, la
justicia,
el cuerpo militar, es decir, el personal que da cuenta del
desenvolvimiento y mantenimiento del Estado en sus distintos niveles. En
cambio, el poder de Estado versa
sobre las clases o fuerzas sociales que detentan el poder, y por tanto,
se refiere sobre la capacidad
de materializar sus intereses dentro
de relaciones de dominio y subordinación entre éstas. En este sentido,
existe una peculiar relación diferenciada entre las clases o fuerzas
sociales que detentan el poder y el personal del Estado asentado en la
máquina de gobierno. [53]
En el
contexto de la competencia electoral en el marco liberal, es la elección
“ciudadana”
sobre el personal que
ocupará determinados organismos del
aparato de Estado la que se dirime en la competición electoral. Las
relaciones de poder entre las clases y fuerzas sociales exceden el marco
de dicha competencia, más aun, aunque se vinculen a ésta bajo el
extraordinario mito de una “igualdad política”, hay que insistir en que
las relaciones de poder entre las clases se juegan en las distintas y
complejas esferas de las relaciones sociales.
Más
allá de las críticas de AMLO a la “corrupción” gubernamental y al
“privilegio de mandar”, lo que predomina en su discurso es la aceptación
acrítica de la forma político
estatal de dominación (aparato de Estado) y del régimen de partidos, lo
cual le impide un cuestionamiento estructural al orden institucional de
dominación política. Aún con la promesa de “eliminar los fraudes
electorales”, la izquierda oficial recae en negligencia al soslayar los
problemas estructurales de descomposición del régimen político, así como
la grave crisis de “representación” que atraviesa todos los cimientos
del régimen político excluyente, y que tiene a la “democracia mexicana”
en estado de crisis
permanente y agotamiento,
todo lo cual no puede resolverse, incluso, mediante una conquista de la
mayoría de parlamentarios de Morena en el Congreso.
Más
allá de la consulta ciudadana, del plebiscito y la revocación del
mandato planteadas por el contendiente presidencial de la izquierda
institucional, no se plantea establecer formas de democracia
comunitarias, protagónicas y sustantivas que involucren a las fuerzas
populares en la reproducción directa de sus condiciones de existencia.
Asimismo, no existe un cuestionamiento al sindicalismo de Estado, y sus
relaciones de dominio corporativo sobre las clases trabajadoras, que
conduzca a un desmantelamiento del control político de los trabajadores
y a una apertura de nuevas vías de independencia política obrera y
campesina.
Al
omitir la necesidad de organizar una nueva capacidad política en las
fuerzas sociales, más allá del ejercicio electoral, se pone de relieve
la incapacidad (o renuncia)
de MORENA de llevar adelante una verdadera lucha
política por la hegemonía del poder político, lo que es muy
diferente a una carrera electoral, aún con la consecución de una elevada
ventaja en la carrera por la presidencia sobre el segundo y tercer lugar
(hasta ahora de 20 y 30 puntos porcentuales, promedio).
Reproducir la forma política del aparato
gubernamental y del régimen
político de Estado sin
cuestionamientos de fondo, implica abdicar de
una lucha por la transformación sustantiva del orden político y de la
plena profundización de la democracia política. Más aún, cuando AMLO, al
recargar sus señalamientos contra el régimen político, recae en un
exceso de voluntarismo que conduce a la desorganización y
desmovilización política. Luchar por el ejercicio del gobierno dentro de
las “reglas del juego”, y -una vez logrado éste-, someterse a la
aceptación de la institucional jurídica y política (Estado de Derecho)
participando en la reproducción del orden político, y asistiendo con
ello en la reparación de sus problemas de legitimidad, son prácticas muy
distintas.
Fue la
aceptación acrítica sobre la institucionalidad democrática un enorme
obstáculo que entrampó a los gobiernos progresistas, particularmente en
Brasil, Argentina y
Uruguay. En una
notable “crítica constructiva” a los gobiernos progresistas, el
politólogo cubano e investigador de la Universidad de La Habana, Roberto
Regalado, objeta con razón al progresismo latinoamericano y fuerzas “neo
socialdemócratas”, el hecho de que hicieron suya
"la concepción de la
democracia burguesa como sistema político y electoral
pretendidamente
imparcial e impoluto, que supuestamente no estaría sometido a la presión
y la injerencia de los centros de poder imperialista, ni a la acción de
los defensores de los intereses de las oligarquías criollas incrustados
en los poderes del Estado y organizados en poderes fácticos, en el que
los opresores de antaño reconocerían civilizadamente sus derrotas
electorales y, con igual civismo, le permitirían gobernar a las fuerzas
progresistas y de izquierda, frente a las cuales se limitarían a
realizar la comedida función opositora característica de la alternancia
entre partidos del sistema, y en el que ejercer el gobierno - un
gobierno cuyo ejercicio sería compartido con aliados tácticos
de centro y hasta de derecha- sería equivalente a ejercer el poder". [54]
La
experiencia práctica demostrada nuevamente en los últimos años en la
región latinoamericana, enseña la imperiosa necesidad de la organización
y fortalecimiento de las clases trabajadoras y fuerzas sociales, así
como el paso decisivo hacia su constitución política en un poder popular
real y efectivo.
Una
sustantiva “separación del poder económico del poder político” en el
México dependiente,
supone, -más que atacar la corrupción-,
sobreponerse a los vínculos
estructurales entre la oligarquía local con el imperialismo y sus
efectos en la subordinación del Estado, lo que implica una acumulación
de fuerzas sociales y populares que pasa por la sustentación política de
un poder popular con enorme capacidad para desafiar el establishment.
Es esto lo que precisamente Morena ha venido evadiendo, al concentrar su
actividad política en la carrera electoral, lo cual terminaría
convirtiéndose en un fardo estructural que impediría lo que MORENA
autoproclama como la “cuarta transformación histórica” de México.
Como
señala Regalado:
"los
espacios de poder estatal conquistados por la izquierda son frágiles y
efímeros si no se sustentan en la construcción de hegemonía y poder
popular. Una cosa es creer que estamos construyendo hegemonía y poder
popular desde el gobierno, y otra construirlos de verdad". (Ibid.)
Sin la
independencia de las clases trabajadoras y de las fuerzas populares, sin
la organización político-hegemónica de un poder popular, la elaboración
de un programa común de lucha, la construcción de un poder
constituyente, difícilmente puede desafiarse en términos esenciales las
bases del Estado en México y de su forma
oligárquica de dominación política, así como difícilmente podría
conseguirse el planteamiento de campaña de AMLO consistente en la
erradicación de la simbiosis existente entre el “poder económico y el
poder político” eliminando con así el “privilegio de mandar”.
Es en
las clases trabajadoras y las fuerzas populares donde radica la
capacidad política para empujar transformaciones sustantivas. El poder
popular es la fuerza
antagónica a la lógica del capital y de su estatalidad. La organización
política a partir de las estructuras de superexplotación del trabajo,
despojo y exclusión social, es el instrumento esencial para fortalecer
la lucha antagónica contra la desmesura del capital y su orden de
relaciones políticas de dominio.
En conclusión, sin una adecuada lectura histórica, económica y
política de alcance mundial, regional y nacional, que rompa con los
discursos complacientes, sin una crítica y cuestionamiento radical al
movimiento de reproducción del capital en crisis estructural en México,
sin cuestionamientos y sin modificaciones al sistema de la maquinaria
estatal controlada por los partidos políticos prevalecientes en tanto
“Estado de ideología única”, sin abrir camino al movimiento del poder
popular e incidir en su organización política de frente a la disputa por
la hegemonía política, la “revolución social” propuesta por una
izquierda institucionalista y progresista, es más proclive a una
“transformación histórica” aparente e ilusoria que
a una alternativa real y sustantiva.
totoesia@yahoo.com.mx
cedam.ecg@gmail.com
Notas:
[1] I.
Mészáros. O poder da
ideología [El poder de la
ideología]. Brasil, Boitempo. 2004. p. 16.
[2] El
concepto de superxplotación
del trabajo fue
desarrollado por Ruy Mauro Marini para caracterizar el capitalismo
dependiente latinoamericano, por lo que no se trata de un término
rétorico, sino de un concepto con un rigor teórico e histórico. Cfr.
Marini, R.M., Dialéctica
de la dependencia. México,
Era. 1974.
[3] El
vocero del EZLN, subcomandante Galeano, señaló algo semejante: la hydra
capitalista “está enloquecida… y no va a permitir Lulas, ni Dilmas, ni
Kirchner ni Correas, ni Evos, ni López Obrador, ni como se llame
cualquier cosa que ofrezca un respiro...”, ver http://www.jornada.unam.mx/2018/04/19/politica/011n1pol
[4] Véase
nuestro trabajo: México
frente al globalismo neoliberal: superexplotación, despojo y barbarie. 4
Partes. A este respecto, ver Parte 1, https://www.lahaine.org/mundo.php/mexico-frente-al-globalismo-neoliberal
[5] Ver, El
Financiero, 7/02/2018, http://www.elfinanciero.com.mx/economia/urge-un-programa-de-estimulos-fiscales-coparmex-a-epn-y-shcp;
[6] “es
muy importante que el próximo gobierno de México parta de la base de las
reformas implantadas, las ajuste, las mejore y las complemente con una
segunda ola de reformas en distintas áreas de política pública. […] El
buen funcionamiento del sector público es un prerrequisito para la
implementación eficaz de reformas en otras áreas. Por otra parte, es
fundamental poner en marcha reformas adicionales del sistema tributario
para fortalecer su capacidad de recaudación, su eficacia y su potencial
redistributivo. México
necesita incrementar los ingresos fiscales…” OCDE. Getting
it Right. Prioridades estratégicas para México, 2018, ver, http://www.oecd.org/centrodemexico/medios/FINAL_Prioridades%20Estrat%C3%A9gicas%20para%20M%C3%A9xico_GIR_OCDE_2018.pdf
[7] “Trump
pide a armadoras sacar plantas de México”, El
Sol de México, 12/05/2018,
ver,https://www.elsoldemexico.com.mx/mundo/trump-pide-a-armadoras-sacar-plantas-de-mexico-1680365.html
[8] “En
el marco de la 26 Reunión Plenaria de Consejos Consultivos de
Citibanamex, que congrega a 800 empresarios del país […] se abrió un
espacio para que los manejadores de 20 fondos internacionales, entre
ellos el más grande, BlackRock, así como AIG, Wamco, Capital Group,
Morgan Stanley, no sólo escuchen las propuestas de los candidatos, sino
que se reunirán con ellos para plantearles en privado algunas preguntas
específicas, confirmaron los organizadores. […] Ernesto Torres Cantú,
director general de Grupo Financiero Citibanamex [señaló que] en las
reuniones con los candidatos se tiene previsto pedirles que le den
prioridad a los temas como la formalización de la economía,
implementación acelerada de las reformas y fortalecimiento del Estado de
derecho”. Jeanette Leyva, “Fondos vienen a evaluar a los
presidenciables”, El financiero, 26/04/2018, ver,http://www.elfinanciero.com.mx/economia/fondos-vienen-a-evaluar-a-los-presidenciables; “Cancelar
reformas será un gran error, Citigroup”; Milenio,
28/04/2018, http://www.milenio.com/negocios/reformas-error-epn-economia-citibanamex-elecciones_0_1165683430.html
[9] Aloizio
Mercadante. “As bases do novo desenvolvimentismo no Brasil: Analise
do governo Lula. 2003-2010”.
Tese Doutorado. Unicamp, 2010.
[10] Antunes.
R. “Sindicalismo de clase versus sindicalismo negociador de Estado en el
Brasil de la era (pos) Lula”. Revista Herramienta No. 47. 2011.
[11] F.
De Oliveira, Ruy Braga, et
all. Hegemonia ás avessas. Boitempo. 2010.
[12] Ibid.
[13] A.
Singer, Os sentidos do
lulismo. Companhia Das Letras. 2012.
[14] Severo
Salles, Lucha de clases en
Brasil (1960-2010).
Ediciones Continente. Buenos Aires. 2013.
[15] “Por
supuesto que las políticas sociales, el mejoramiento salarial, y el
aumento del empleo son bienvenidos. Esto atiende, igualmente, a la
búsqueda y la conservación de la base social del lulismo. Está también
el compromiso del expresidente con el reformismo débil”. (Salles, op.
cit. p. 124); Así
también, señala Vladimir Safatle: “No fueron pocos los que exaltaban las
virtudes de un reformismo débil pero seguro que vimos desde el inicio de
este siglo, capaz de avanzar paulatinamente en conquistas sociales y
mejoras en las condiciones de vida de los más vulnerables, en tanto
evitaba mayores conflictos políticos gracias a estrategias de
conciliación”(Folha de Sao Paulo, 14/07/2017).
[16] Como
refería en su momento F. de Oliveira: “Lo que se ganó [en el periodo
lulista] es fácil de calcular, se puede medir, se puede verificar. Lo
que perdimos es más oculto… lo que perdimos fue la política. La
capacidad de decidir”. (citado por Salles, op.
cit. p. 121).
[17] “En
2010, a finales del gobierno Lula, el salario medio de los ocupados
permanecía prácticamente estancado en el mismo nivel de 1995. La
distancia de casi cuatro veces entre el salario mínimo efectivamente
pagado a los trabajadores y el salario mínimo estipulado por la
Constitución brasileña muestra lo lejos que se está aún de colocar en
cuestión la sobreexplotación del trabajo como verdadera gallina de los
huevos de oro del capitalismo brasileño”; Plinio de Arruda Sampaio Jr.
“El mito de los gobiernos progresistas en Brasil”. Revista Pueblos.
(2012); así también, en el primer trimestre de 2018 el valor de la cesta
básica se incrementó en
18 de las 20 capitales analizadas. En marzo de 2018, el salario mínimo
necesario fue de R$3,706, 44, esto es, 4 veces por arriba del salario
mínimo brasileño, cuyo valor fue de R$954,00. Ver, https://www.dieese.org.br/analisecestabasica/salarioMinimo.html
[18] Pochman,
Marcio. Desenvolvimento,
trabalho e renda no Brasil. Editora Fundação Perseu Abramo, 2010.
[19] Con
el gobierno de F.H Cardoso, el endeudamiento pasa de 64 mil millones de
reales en 1994 a
740 mil millones en 2002 (¡12 veces se multiplicó dicho
endeudamiento!). El gobierno Lula terminó su segundo periodo en 2010
elevando la deuda a 1 billón y medio de reales. Por su parte, el primer
gobierno de la presidenta Dilma Rousseff acrecentó la deuda por arriba
de los 3 billones de reales.
[20] Véase,
P. Pereira. Potyara, Amazoneida. “Utopias desenvolvimentistas e política
social no Brasil”. Serv. Soc. Sos., São Paulo, n. 112. pp. 729-753.
2012.
[21] Como
bien cuestionaba Vania Bambirra en el prefacio a su libro “¿por qué la
ruptura de la dependencia estructural no es parte de la orden del día de
los gobiernos progresistas latinoamericanos?”. O
capitalismo dependente latino-americano, IELA-Editora Insular, 2013.
Citado por Adrián Sotelo Valencia en, “Encrucijadas, límites y
perspectivas del ciclo progresista en América Latina”, www.rebelion.org.
25/09/2015, ver,http://www.rebelion.org/noticia.php?id=203714
[22] En
un estudio de Oxfam Dic/2017 en Brasil tan solo seis personas concentran
el equivalente a la riqueza de 100 millones de brasileños, la mitad de
la población. La mayor carga de la gran concentración brasileña reside
en las mujeres, negros y jóvenes. No obstante, en 2017, los bancos
lograron records históricos de su rentabilidad, superando los 6 billones
de reales, al tiempo que más de un millón y medio de brasileños se
incorporaron a la extrema pobreza. Ver, www.brasildefato.org , https://www.brasildefato.com.br/2018/05/04/ricos-ficam-mais-ricos-mesmo-em-momento-de-retracao-economica-apontam-especialistas/
[23] La
reforma política, junto con la reforma a los medios de comunicación,
entre otras reformas estructurales, son en la actualidad, una bandera
central del movimiento popular brasileño. Incluso, en los últimos meses,
Lula había venido reivindicándolas e incorporándolas en sus discursos
pronunciados en sus recorridos (caravanas) por las distintas regiones
del Brasil desde agosto de 2017. Ver el “Plan Popular de Emergencia” del Frente
Brasil Popular: http://www.agenciapacourondo.com.ar/patria-grande/documento-completo-plan-popular-de-emergencia-del-frente-brasil-popular
[24] Ver,
“São Paulo vive una nueva noche de protestas con escenas de violencia”, El
País, 14/jun/2013,https://elpais.com/internacional/2013/06/14/actualidad/1371171229_461963.html
[25] Atilio
Boron, “La Revolución Rusa: Logros, derrotas, fracasos. Algunas
lecciones para América Latina”, ver,https://lahaine.org/hJ9.
[26] Ver: Russia
Today, 3/05/2018, https://actualidad.rt.com/actualidad/270333-gleisi-hoffman-lula-asamblea-constituyente
[27] Ver,
Alfredo Serrano Mancilla, www.celag.org.
28/04/2018, http://www.celag.org/el-nuevo-progresismo-latinoamericano/
[28] Para
un estudio sobre los fundamentos del patrón
de reproducción del capital en
México, véase nuestro trabajo: México
frente al globalismo neoliberal: superexplotación, despojo y barbarie (4
partes),https://www.lahaine.org/mundo.php/mexico-frente-al-globalismo-neoliberal
[29] El
líder de la izquierda progresista en México (AMLO), continuamente
afirma: “la política se inventó para evitar la confrontación”.
[30] En
la época del 200 aniversario de Marx, no reconocer los revolucionarios
aportes sobre su crítica demoledora a estos predicamentos morales y
utópicos, es un enorme problema político.
[31] Ver
la entrevista al empresario Alfonso Romo, responsable de la elaboración
del proyecto de gobierno de AMLO, El
País, 10/12/2017, https://elpais.com/internacional/2017/12/10/mexico/1512923283_934422.html
[32] Sobre
la crisis estructural del patrón de reproducción de capital en México,
ver, Adrián Sotelo Valencia,México Desahuciado. Dependencia, régimen
político y luchas populares. CLACSO-Itaca, 2017.http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20170809024640/Mexico_desahuciado.pdf
[33] El
Financiero, 04/04/2018,
ver la Carta completa: http://www.elfinanciero.com.mx/economia/amlo-pide-a-inversionistas-confiar-en-el
[34] Ver Pejenomics, https://www.laotraopinion.com.mx/wp-content/uploads/2018/05/Pejenomics.pdf
[35] Punto
3 de la Carta a los
inversionistas... Op.
cit.
[36] Punto
10 de los “Lineamientos Básicos del Proyecto Alternativo de Nación
2018-2024”. Ver,https://lopezobrador.org.mx/2016/11/20/lineamientos-basicos-del-proyecto-alternativo-de-nacion-2018-2024-anuncia-amlo/
[37] Punto
16 de los Lineamientos…
Ibid.
[38] Punto
3 de la Carta a los
inversionistas… op. cit.
[39] En
un artículo en el que se muestran las coincidencias neoliberales del
proyecto de AMLO, se señala: “la propuesta de AMLO no difiere
sustancialmente en el cuidado de los equilibrios económicos
fundamentales que tanto han proclamado los neoliberales”. Ver, Orlando
Delgado, “Pejenomics”, La
Jornada, 17/05/2018.http://www.jornada.unam.mx/2018/05/17/opinion/023a1eco
[40] Punto
15 de los Lineamientos…
op. cit.
[41] Punto
5 de la Carta a los
inversionistas… op.
cit.
[42] La
Comisión Nacional de Hidrocarburos ha ejecutado 13 procesos de
licitación (2015-2018) con el mayor beneficio para las grandes
corporaciones petroleras trasnacionales: 4 de la Ronda 1, 4 de la Ronda
2, 1 de la Ronda 3 y 4 de Asociaciones Estratégicas de PEMEX. En dichas
Rondas se han adjudicado 107 contratos que involucran la entrega de la
explotación de una superficie aproximada de 88 mil 650 km2, equivalentes
a más de la superficie conjunta del Estado de Chiapas, Morelos, Ciudad
de México y Colima.
[43] El
Financiero, 07/05/2018,
ver, http://www.elfinanciero.com.mx/elecciones-2018/ceo-de-gigante-financiero-se-reune-con-lopez-obrador
[44] El
Economista, 3/05/2018 https://www.eleconomista.com.mx/politica/AMLO-a-empresarios-de-radio-y-TV-quiero-confianza-sin-inversion-no-podre-gobernar-20180503-0096.html
[45] Ver, The
Dallas Morning News ,
1/05/2018, www.dallasnews.com/news/mexico-election-2018/2018/05/01/mexicos-lopez-obrador-team-foreign-investorshe-wont-take-money
[46] El
escritor y miembro fundador de MORENA, Paco Ignacio Taibo II, señala la
“apertura al centro de López Obrador”. Y en su conocida polémica con el
empresario Romo, comenta: “No es normal que alguien diga que no vamos a
tocar los contratos petroleros. … ¿En nombre de quién habla?, porque las
bases de Morena han dicho otra cosa”. Como hemos señalado, no sólo el
propio empresario Alfonso Romo, sino el Dr. Urzúa y la Dra. Márquez,
tienen posiciones más a tono con la representación de los intereses
empresariales locales y extranjeros.
[47] Para
un estudio teórico riguroso sobre la categoría de patrón
de reproducción del capital y
sus relaciones con las políticas económicas, ver: Jaime Osorio, Crítica
de la economía vulgar. Reproducción del capital y dependencia.
Miguel Ángel Porrúa-Universidad Autónoma de Zacatecas, 2004. En especial
Cap. 2: “Patrón de reproducción del capital: Una alternativa en el
análisis económico”. pp.33-85.
[48] A
este respecto, ver el artículo del Dr. Gerardo Esquivel, asesor
económico de AMLO, El
Universal, 6/04/2018,http://www.eluniversal.com.mx/articulo/gerardo-esquivel/nacion/el-rol-del-estado
[49] La
Jornada, 22/04/2018, http://www.jornada.unam.mx/2018/04/22/economia/018n1eco .
Según la directiva de Citibanamex, este banco es el agente que más
inversiones ha llevado a cabo en proyectos emanados a partir de la
contra reforma energética, lo que, entre otras cosas, permite entender
su protagonismo intervencionista en la campaña. Ver por ejemplo, la
reunión a puerta cerrada de 800 empresarios que integran los consejos
regionales de Citibanamex, los directores de los 20 principales fondos
de inversión del mundo, con el presidente del Instituto Nacional
Electoral, La Jornada, 27/04/2018, http://www.jornada.unam.mx/2018/04/27/politica/003n1pol.
[50] Ver El
Financiero, 28/04/2018, http://www.elfinanciero.com.mx/nacional/estos-son-los-montos-que-daria-amlo-a-estudiantes-ejidatarios-y-discapacitados
[51] Como
señala el El País,
“López Obrador suele recordar en sus mítines a un migrante que se le
acercó en San Quintín (Baja California) y, según dice, le pidió que,
como hizo Benito Juárez al separar Iglesia y Estado, él sea quien separe
al poder político del económico”, 7/5/2018. https://elpais.com/internacional/2018/05/06/mexico/1525623678_612144.html?rel=str_articulo#1526609002707
[52] Ver
por ejemplo dos de los textos clásicos de la teoría política marxista:
Nicos Poulantzas, Poder
político y clases sociales en el Estado capitalista. S. XXI. 19ª
edición, 1980; Göran Therborn, ¿Cómo
domina la clase dominante? S.
XXI. 1ª edición, 1979.
[53] Señala
Atilio Borón: …“una cosa es el acceso al gobierno y otra completamente
distinta, mucho más ardua, la conquista del poder del estado. Este es el
entramado de fuerzas sociales de las clases dominantes en sus diversas
expresiones: en la economía, la política, la prensa, las fuerzas
armadas, las instituciones judiciales, los gobiernos locales, la
iglesia, etcétera. Es lo que en la ciencia política norteamericana
autores como Peter Dale Scott llaman "deep state", un gobierno en
las sombras, electo por nadie, responsable ante nadie, que no deben
rendir cuentas y que articula los intereses más poderosos de la
sociedad. Llegar al gobierno es un buen paso adelante, pero si no se
complementa con la dinámica avasallante de la calle, es decir, con la
organización y movilización política de las clases y capas populares y
su concientización, es bien poco lo que un gobierno de izquierda podrá
hacer. La neutralización, esterilización o expropiación de aquellas
fuentes no democráticas de poder político es esencial para garantizar el
futuro de cualquier reforma y mucho más de cualquier revolución.” Atilio
Boron, La Revolución Rusa…Op.
Cit.
[54] Ver,
Roberto Regalado, “El flujo y reflujo de la correlación de fuerzas entre
izquierda y derecha en América Latina”, www.rebelion.org,
09/04/2018, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=239988
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=241796